Terminé marzo con la segunda parte de la trilogía de la frontera de Cormac McCarthy “ En la frontera”. McCarthy no es un autor fácil, no hay comas, casi no hay puntos, no hay guiones que señalen el diálogo y nada de “dijo Phil” o “contestó ella”. Exige atención y esfuerzo por parte del lector, y lo que se saca de ese esfuerzo no es nada reconfortante.
Es una historia desasosegante y muy triste. Me ha recordado a “La Carretera”; McCarthy es un maestro en la creación de ambientes que resultan inquietantes porque nos resultan extraños dentro de la cotidianeidad. En La Carretera la extrañeza venía creada porque en un espacio que nos resultaba conocido:las autopistas americanas, casas, puentes, trenes, introducía un componente desconocido, una catástrofe nuclear, un desastre ambiental..algo que nos producía desasosiego. Lo más inquietante es reconocer algo dentro lo que nos extraña porque eso que no entendemos nos parece más posible.
En “En la frontera” me ha sucedido lo mismo. La acción transcurre en los años 40, pero la soledad, la pobreza, la dureza del paisaje y la tragedia me llevaban mucho más atrás en el tiempo. Probablemente porque quiera pensar que todo eso ha quedado atrás en la humanidad y no tan reciente como sólo hace 60 años.
Es un libro de viajes para encontrarse a sí mismo, sin conseguirlo. Difícil. La traducción era infame, pero he aprendido lo que es manear las caballerías.
“Middlemarch” de George Elliot ha sido el libro del mes, sus más de 1000 páginas me han durado todo el mes. Me costó al principio; no sé si ha sido un cambio demasiado brusco; de la frontera en los 40 a la campiña inglesa de principios del siglo XIX. Las tribulaciones de tres parejas de jóvenes me han resultado curiosas, como si estuviera mirando bichos en una pecera. Muchas de sus cavilaciones y preocupaciones me resultan tan ajenas como si fueran de otro planeta, pero en general me ha gustado. La creación de personajes es absolutamente genial y tras un comienzo excesivamente lento y pausado la novela rueda hacia el más puro folletín con todas las historias entrelazándose, malos malísimos apareciendo para traer al presente un pasado terrible y la bondad triunfando sobre todo.
“ Nuestros actos nos acompañan mucho tiempo, y lo que hemos sido nos hace ser lo que somos”.
En “En la frontera” me ha sucedido lo mismo. La acción transcurre en los años 40, pero la soledad, la pobreza, la dureza del paisaje y la tragedia me llevaban mucho más atrás en el tiempo. Probablemente porque quiera pensar que todo eso ha quedado atrás en la humanidad y no tan reciente como sólo hace 60 años.
Es un libro de viajes para encontrarse a sí mismo, sin conseguirlo. Difícil. La traducción era infame, pero he aprendido lo que es manear las caballerías.
“Middlemarch” de George Elliot ha sido el libro del mes, sus más de 1000 páginas me han durado todo el mes. Me costó al principio; no sé si ha sido un cambio demasiado brusco; de la frontera en los 40 a la campiña inglesa de principios del siglo XIX. Las tribulaciones de tres parejas de jóvenes me han resultado curiosas, como si estuviera mirando bichos en una pecera. Muchas de sus cavilaciones y preocupaciones me resultan tan ajenas como si fueran de otro planeta, pero en general me ha gustado. La creación de personajes es absolutamente genial y tras un comienzo excesivamente lento y pausado la novela rueda hacia el más puro folletín con todas las historias entrelazándose, malos malísimos apareciendo para traer al presente un pasado terrible y la bondad triunfando sobre todo.
“ Nuestros actos nos acompañan mucho tiempo, y lo que hemos sido nos hace ser lo que somos”.
4 comentarios:
Yo tengo Middlemarch a la espera desde hace siglos. He oído maravillas de él pero, lo que tú dices, las 1.000 páginas o así quieras que no pesan.
Algún día...
Yo llevo en el bolso para empezar a leer "La carretera" que es ligerito de peso, aunque me da la sensación de que no tanto en lectura. Veremos. Aún no he leído nada de Cormac Mccarthy.
yo estoy acabando "Los emigrados" de W. G. Sebald, que es ese tipo de literatura-memoria, del estilo de "La dama de la furgoneta" de A. Bennett, que no exige demasiado y tiene frecuentes compensaciones, lo cual agradezco después de la lectura-chicle de Álvaro Pombo
Hola molinos! Dando envidia como siempre. Coincido contigo en que La carretera tiene ese toque especial que supone colocar en un mundo que conocemos e identificamos, una trama totalmente irreal. El de McCarthy no es un estilo fácil ni de demasiadas concesiones. Quizá por eso me guste.
De Middlemarch, reiterar mi envidia, creo que ya los libros de más de 500 páginas los dejo para mi jubilación. Mientras, me conformo (y no es poco) con los comentarios que leo sobre ellos.
Un abrazo.
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