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lunes, 18 de enero de 2021

Mrs Lebowitz, quiero ser su amiga


Cuando veo y escucho a Fran Lebowitz, por un lado deseo con toda mi alma tener la oportunidad de ser su amiga  y, por otro, tengo la impresión de que tiene un carácter como para entrar en la habitación que está ella con una silla y un látigo, como los domadores para defenderse aunque, en este caso, nada de eso serviría porque el arma de Lebowitz son sus palabras y esas cejas que no paran de moverse mientras habla. Con una frase puede tumbarte, dejarte ko o mucho peor, puede hacer que te sientas una completa majadera. 

Decia Kallifatis «Mi abuela no era periodista, ni filósofa, pero solía decir que las "las palabras no tienen huesos pero los rompen". Sabía lo que casi todo el mundo sabe: que una palabra puede hacer más daño que el cuchillo más filoso. Decir algo es hacer algo.», pues Lebowitz es tu madre dejándote clavada en el sitio. 

La semana pasada me tragué de una sentada la miniserie de Netflix Pretend is a city en la que su amigo Scorsese le rinde un homenaje a ella y a la ciudad, dejando que las dos hablen lo que quieran y se muestren como son. He leído críticas pelín parternalistas, que ya hay que tenerlo cuadrados para permitirse ser paternalista con Lebowitz y Scorsese, diciendo "Scorsese le hace un favor a su amiga" y «Es irritante que Scorsese se ría tanto con las ocurrencias de Lebowitz». Perdón, el que decía esto los tenía aún más cuadrados y decía «Es irritante que Marty». ¿Qué? Pero ¿quién eres tú para llamar al Sr. Scorsese, Marty? Cuando me gusta algo me vuelvo muy entusiasta y muy monotemática asi que tras la serie he estado escuchando podcasts y leyendo entrevistas y resulta que Mr. Scorsese cuando terminó el documental que grabó con su amiga hace diez años, inmediatamente, le propuso hacer otro y ella le dijo: Marty, (porque ella sí puede llamarle así porque son amigos) ahora no que la gente va a pensar que somos unos brasas. Y han esperado diez años y a que hubiera una cultura de series y una plataforma para lanzarlo que les permitiera hacer algo parecido pero en otro formato. La miniserie de siete episodios de media hora dedica cada uno de ellos a un tema o, mejor dicho, más que un tema, a una idea: las bibliotecas, el transporte público, la cultura, deportes y salud, etc. 

Lebowitz es un personaje fascinante, es mujer, es feucha y tiene un ingenio y una seguridad en sí misma que acojona. «A mí es que me cansa ver esa retahila de ocurrencias ingeniosas». Bueno, pues nada, pues no lo veas, quédate viendo a Broncano en La resistencia. A mí, sin embargo, esa retahila de pensamientos ocurrentes, de ideas fundamentadas en años de vida, en experiencia y en una seguridad en sí misma apabullante me resulta hipnótica y fascinante. Y me provoca mucha envidia: yo quiero ser así, tenerlo todo tan claro y que todo me la sople muchísimo. 

No quiero contar aquí la vida de Lebowitz porque se cuenta en la miniserie y forma parte del descubrimiento del personaje y de la forma en que ella se ha curtido y, ahora mismo, se puede permitir cosas como no tener ordenador ni móvil o decir que la industria del "bienestar" no es más que avaricia. No queremos estar bien, queremos estar mejor que bien y no nos conformamos con estar bien ahora, con tener salud, queremos asegurarnos de que tendremos salud dentro de cinco, diez o veinte años. Estoy totalmente de acuerdo con ella en esta opinión y en que la industria del bienestar es el cuento de la lechera: dentro de cinco años es un tiempo que no existe. 

Lebowitz charla, se ríe, mueve las manos mientras habla, pasea con fundas en los pies recorriendo la maqueta de la ciudad que realizó Robert Moses para la exposición universal de 1964, camina por las calles cruzándose con peatones absortos en sus móviles y charla con Scorsese y su ayudante sentada en la mesa de un club al que quiero ir a beberme un gintonic y escribir en mi cuaderno. 

Lebowitz es una constante, algo a lo que no estamos acostumbrados en la actualidad. Lleva siempre chaqueta, un abrigo inmenso, vaqueros rectos con la vuelta dada en los bajos, botas camperas, camisas de hombre de grandes cuellos y puños con gemelos. ¡Gemelos! No recuerdo la última vez que vi a alguien llevarlos. En la era de la camiseta y la manga corta, los gemelos son casi una recreación histórica. En la charla entre amigos se intercalan imágenes y vídeos de Lebowitz hace treinta años, cuando era joven, recién llegada a la ciudad y empezó a escribir y tenía exactamente la misma pinta: chaquetas, vaqueros, camisas y jersey, quizás era más friolera de joven o salía más de casa. Lleva exactamente el mismo peinado y el mismo color de pelo, lo que tiene muchísimo mérito teniendo en cuenta que acaba de cumplir setenta y un años. Supongo que de la industria de la belleza no podemos escapar por completo y el tinte capilar es un pequeño desliz que Lebowitz se permite y que, por supuesto, me parece fenomenal. 

«Nunca he sido fácil de tratar pero antes lo era más. Siembre me he cabreado con facilidad pero ahora siento una rabia constante. Lo malo de salir de casa es que hay mucha gente fuera. Lo bueno de mi casa, de mi piso, aparte de que está fenomenal es que controlo si entran otras persona y eso es muy importante para mí»

Como he dicho al principio Lebowitz impone respeto y ella misma sabe que acojona. A lo mejor hay alguien que piensa «eso es que es insegura y blablabla y es una coraza». Pues no lo sé, pero mi apuesta es que no tiene nada que ver con todo eso; Lebowitz puede resultar, a veces, incómoda para cierto grupo de personas porque va a contracorriente, lo sabe y además no tiene ningún problema en dar su opinión. En una época, en una sociedad, que nos vende que todos tenemos algo bueno, que solo por intentarlo ya merecemos una medalla y el buenísimo nos arrolla, ella dice cosas como: 

«A la mayoría de la gente que le encanta escribir lo hace fatal, por eso les gusta. A mí me gusta cantar y lo hago fatal». 

Y es así. Casi todos hacemos las cosas mal o regular como mucho pero hemos decidido alentarnos unos a otros diciendo que todo es estupendo y precioso y que solo el esfuerzo merece el halago pero no es verdad. Si tienes más de siete años que te digan que todo lo que haces es maravilloso es un lastre que vas a acarrear toda tu vida y no te servirá, ni de lejos,  para ser mejor. Y, por supuesto, como dice ella, que algo te guste mucho no quiere decir que lo hagas bien. 

En fin, que si podéis veáis a Fran Lebowitz con sus abrigos gigantes, su pelo constante, sus gemelos maravillosos y su charla inteligente. Y admiréis el talento de Scorsese para retratarla, para crear un ambiente, para enseñarte la ciudad, para hacerte sentir como si estuvieras con ellos. 

«Vivimos en un mundo en el que nadie se siente culpable por matar o por enjaular a niños en la frontera y ¿yo me tengo que sentir culpable por repetir de spaghettis o leer una novela policiaca?»

Mrs. Lebowitz, I want to be your friend. 


PS: Mi amiga Ximena Maier tuvo la suerte de conocerla hace un par de años en Madrid y me comenta que a lo mejor no me hace falta la silla y el látigo. Ximena sí hace algo fenomenal, dibuja maravillosamente bien e hizo estos dibujos sobre su charla en Madrid. 

lunes, 15 de junio de 2020

Sobre Halt and catch fire y quedarse huérfana

Me he quedado huérfana y desamparada. Tras meses de confinamiento enganchando series que llevo siguiendo años (Better call Saul, The good fight) alternadas con otras nuevas (La conjura contra América, una sobre los orígenes del fútbol  de la que ni recuerdo el nombre, Tiger King, Wolf Hall) que me han dejado fría, hace un mes más o menos empecé a ver Halt and Catch Fire. Había escuchado una recomendación muy breve sobre ella en La cultureta y alguna referencia en twitter y decidí probarla. No sabía ni de qué iba ni lo que significaba Halt and Catch Fire. Nunca leo las contraportadas de los libros ni leo las sinopsis de las series o las películas. Hemos venido a jugar. 

El viernes terminé las cuatro temporadas y me he quedado desolada. Hacia muchísimo, muchísimo tiempo que no sentía esta sensación de orfandad que te dejan las cosas muy buenas. Te acostumbras a lo que no está mal, a lo que es correcto, a lo que es bueno y vas pasando la vida de un libro correcto a otro bastante bueno, de una serie entretenida a otra muy buena, de una peli que te encanta a otra que no te ha ofendido pero que olvidas a los dos días. Y, de repente, llega a tu vida algo buenísimo, algo tan bueno que no puedes creértelo, tan bueno que quieres llamar a todos tus amigos, poner mil quinientos tuits y trescientos mensajes para que nadie se lo pierda, para poder compartir esa maravilla con todo el mundo, incluso con los que no van a perder la ocasión de decirte «pues a mí no me ha gustado». 

¿De qué va Halt and Catch Fire? De un tema que en principio no me interesa nada: los orígenes de la informática tal y como la conoces ahora. Es decir, no trata sobre computadoras tan enormes que ocupaban toda una habitación sino de los ordenadores cuando empezaron a ser "personales". «Me sorprende que no siendo del sector te haya gustado tanto» me comentaron en twitter el otro día. Me chocó el comentario, la idea de que tiene que gustarte la informática para encontrar la serie interesante. En Halt and Catch Fire, sus protagonistas, podrían estar inventando lavadoras o zapatillas de deporte o lo que fuera porque la informática es solo el paisaje en el que se desarrollan los personajes. 

La grandeza inmensa de esta serie está en el crecimiento de los personajes. No había visto un desarrollo de personajes así desde los Soprano (Y no, Walter White no se desarrolla nada, odie Breaking Bad). La serie va desde principios de los 80 hasta mediados de los noventa y los cinco personajes principales crecen delante de tus ojos. Con crecer no quiero decir que se hagan mejores, que logren sus metas y acaben viviendo bajo un arcoíris, quiero decir que van evolucionando a lo largo de los años pasando de ser gilipollas a ser razonables y volviendo a ser gilipollas y luego razonables y así en un ir y venir en el que es imposible no sentirse retratado porque todos (menos los que se quedan para siempre anclados en ser gilipollas) somos así. La serie tiene dos de los mejores personajes femeninos que he visto nunca y no son secundarios. Peggy, en Mad Men, se fue ganando espacio en la pantalla a medida que se hacía más importante en su trabajo. Aquí, Donna y Cameron, son personajes principales desde el primer minuto. No son estereotipos, ni son perfectas y, en muchas ocasiones, te caen mal alternativamente pero te las crees cada segundo. Ese es otro mérito de la serie la credibilidad, la verdad que transmite cada cosa que dicen, piensan y sienten cada uno de los personajes. Te puedes encontrar gritando a la pantalla «¡serás gilipollas!» pero nunca dirás «ni de coña». Siempre estás dentro de la historia, nunca fuera.  


El viernes disfruté los últimos cuatro episodios que son una obra maestra y al terminar casi lloro. Pensé ¿y ahora qué? ¿qué sentido tiene intentar ver cualquier otra cosa? Los personajes se me han quedado dentro, quiero saber qué pasa con ellos, qué vidas siguen viviendo en el universo en el que viven los personajes de ficción que sientes más reales que mucha de la gente que conoces. Quiero verlos envejecer, consolarlos, alegrarme con ellos, seguir espiándolos. 

En fin, como siempre que quiero recomendar algo, temo haberlo contado mal pero he hecho lo que he podido. Ved Halt and Catch Fire, está en Filmin y uno de los protagonistas es Lee Pace, un guapo increíble al que no conocía. Lo comento por si verle a él os anima más que mi reseña. 



jueves, 27 de octubre de 2016

Hablemos de series

Ayer, tras casi un año de visionado en meses pares, las princezaz y yo terminamos de ver Friends. Para ellas era su primera vez, para mí mi primera vez del tirón. He descubierto que algunos capítulos me los sabía casi de memoria, algunos nos los recordaba y unos pocos se me habían pasado en su momento. 

Revisionar Friends con las niñas ha sido una experiencia estupenda aunque se lo propuse con algo de miedo. Pensé que lo mismo no había aguantado bien o que aburría o que no les haría gracia pero yo la he disfrutado mucho y ellas ayer estaban al borde de las lágrimas. Por primera vez en su vida están teniendo ese síndrome de abstinencia que uno siente tras leer un buen libro, ver una buena peli o sumergirse durante semanas o meses, en su caso, en una buena serie.

–Mamá ¿Y ahora qué? ¿qué vamos a ver?
–Da igual lo que elijas mamá, nada será como Friends.  

Tienen razón, nada será como Friends pero vamos a ver otras cosas bastante chulas. 

Vamos a empezar con Strange Things. Yo ya la ví el verano pasado y aunque no me fascinó, sé que a ellas les va a gustar. ¿Recomiendo Strange Things? Vamos a ver, es una serie graciosa, entretenida y muy tramposa. Está pensada para que gente como yo, de cuarenta palos, reconozca la estética de su adolescencia y se pase un par de capítulos diciendo: eso es los goonies, y eso es ET, y aquello Encuentros en la Tercera Fase y yo tenía una parka igual y unos vaqueros de cuello vuelto como esos que me sentaban de angustia. Al mismo tiempo, si tienes hijos, te sirve para llevarlos a pasear al parque temático de tu infancia pero sin que se aburran. La trama de malos, extraterrestres, adolescentes, amoríos y seres misteriosos en bosques que dan mucho susto les encanta. Y a mí me gusta saber que van a pasar miedo porque me encanta que se acojonen. 

¿Hay que ver Strange things? 

Sí si tienes hijos. 
Sí, si tu vida pasa por una época de muchas horas en el sofá pensando que quizás deberías salir a dar una vuelta y relacionarte con gente en 3D. Mientras decides si sales o no y si te compensa ducharte y quitarte la sudadera mugrienta, ver Strange Things es una buena opción. 

Después vamos a sumergirnos en Gilmore Girls una de las series más maravillosas y más inteligentes que se han hecho nunca. El que crea que es una serie de tías que salga ahora mismo de este post, cierre la puerta y no vuelva más. The Gilmore Girls es un prodigio de guión y de creación de personajes absurdos, encantadores y ellos con O muy muy atractivos. Además, hay tantas referencias culturetas a cine y libros que después de cada capítulo se puede hacer un pedido a Amazon. Sé que a laz princezaz les va a encantar y yo estoy deseando volver a verla. 

¿Qué más he visto y recomiendo?

Love. Serie de Netflix, 10 episodios de media hora. Es una serie de parejas y amoríos. Con un feo gafotas y narizotas que nada más verlo te hace pensar "vaya, podían haber puesto un protagonista guapo" y al segundo capítulo te lo quieres llevar a casa. 

¿Recomiendo Love? 

Sí si quieres ver algo falsamente intrascendente y no quedarte dormido en el sofá.
Sí si estás soltero y te quieres sentir super identificado con el rollo mensajes, mirar si alguien esta conectado, redactar un wasap de 3 palabras 14 veces y arrepentirte al instante siguiente y todo ese tipo de cosas.

Si la soltería te queda lejísimos y miras con cierta pena a la gente que queda mil veces y que no pretende encontrar a un padre para sus hijos... entonces Love no es para ti. 

Narcos. Esta va de narcotraficantes y de policía americana y de política colombiana. Es una serie entretenida con capítulos fascinantes y otros que hacen bola. Sirve para pasar el rato y repasar la historia del narcotráfico en Sudamérica y Colombia y darse cuenta de que no conviene que la moda masculina de los años 70 vuelva a nuestras calles. 

¿La recomiendo? 

Sí, es una serie con la que si eres un vago y jamás en tu vida has leído las páginas de internacional del periódico es posible que aprendas algo sobre narcotráfico y Sudamerica. 

Yo confieso que he abortado misión en la segunda temporada. No tengo más ganas de ver bigotes y la historia de Pablo Escobar me la sé. Además, me crispa la voz en off. 

River. 6 episodios. Un policía inglés, tristón y taciturno. Un caso que se va resolviendo. Sus compañeros, sus jefes, la niebla y la lluvia inglesa. No es Happy Valley ni Fargo ni Canción Triste de Hill Street pero tiene un poco de todo. 

¿La recomiendo? Sí, si quieres ver una serie original con un policía de esos que se te mete dentro. Sí si te gusta Wallander aunque tampoco es Wallander. 

No, si eres de los que quieres persecuciones, tiros y mucha espectacularidad. Y no te gusta la amargura. 

La última recomendación de hoy es Horace & Pete. Esto son palabras mayores. Louis C.K, Steve Buscemi, Alan Alda que está para que le den un Premio Nobel, Eddie Falco y Jessica Lange. Si todo esto no os parece suficiente, os diré que la serie es un bar que recuerda vagamente a Cheers y tiene unos diálogos tan alucinantes que te quedas boquiabierto frente a la televisión. Cada capítulo tiene una duración diferente, son 10 y se puede ver aquí. (pagando, claro)

Es con muchísima diferencia la mejor serie que se puede ver ahora mismo.

¿La recomiendo? Sí. Muchísimo. Pero no es bonita ni feliz. Hace reír pero se te congela la sonrisa y raspa y duele. Es maravillosa. 

He visto más cosas pero por hoy ya está bien. 


miércoles, 9 de septiembre de 2015

Documentales que hay que ver: rusos y arte.



En todas las casas hay chascarrillos particulares y sólo conocidos por los iniciados. En la Molicasa tenemos un montón, pero uno de los mejores es que si alguien dice "ensaladilla rusa", "vodka", "sputnik", "Putin" o cualquier otra palabra que remotamente tenga que ver con Rusia, alguien contestará:

- Camarrradas, rrrrussos todos. 

Y nos descojonamos. Si alguien dice "Val Kilmer" la respuesta es la misma.

- Camarradas, rrrusos todos. 

Por eso, cuando empecé a ver "Red Army" y apareció en pantalla el protagonista hablando inglés con un acento ruso alucinante y físicamente clavado a Val Kilmer (si Val Kilmer no hubiera decidido envejecer comiéndose a los rrusos todos) me levanté del sofá y dije muy seria: Camarrradas, rrrusos todos. 


A lo que iba. ¿Qué es Red Army? Es un fabuloso y fantástico documental sobre hockey sobre hielo. Lo sé, es un tema que no resulta muy atractivo y del que resulta difícil pensar, a priori, que se pueda hacer un documental interesante y que te tenga en vilo durante hora y media. 

Eso es lo que distingue un buen documental de una bazofia documental. Contar una buena historia ya sea de animales en la sabana, de guerras, de peces, de ciencia, de grandes logros o de hockey sobre hielo, requiere saber contar la historia. Parece obvio pero no lo es. Es necesario saber qué se quiere contar y, una vez que se tiene claro el fin, hay que armar la narración para conseguir que el espectador no use el documental para dormirse. 

Red Army es un documental que tomando como hilo conductor la formación, consolidación y desaparición  del mejor equipo de hockey sobre hielo de la historia y su capitán, Slava Fetisov, recorre la historia de la URSS desde la posguerra hasta los juegos olímpicos de invierno de Socchi. La figura de Fetisov, (clavadito a Val Kilmer) provoca miedo, tensión, comprensión, ternura y luego otra vez miedo. Es la historia de una personalidad hecha a sí misma por su tesón pero moldeada también por las circunstancias políticas de su país y del mundo. 

Descerrrrebraddos todos, no dejéis de verlo. 

*********

Si Fetisov me da ganas de llevar guardaespaldas, Herb and Dorothy me dan ganas de adoptarlos como abuelos. No pueden ser más adorables, más tiernos, más lúcidos y más entrañables. 




Herb&Dorothy es un documental sobre arte, sobre arte contemporáneo y coleccionistas. Pero no es una historia de dinero, ostentación, subastas y exhibicionismo. Herb y Dorothy viven el arte, viven para el arte, entendiéndolo, apoyándolo, admirándolo y comprándolo. 

El arte puede no entenderse y puede no gustar. 
El arte puede entenderse y no gustar.
El arte puede entenderse y gustar.
El arte puede gustar sin entenderse. 

Herb y Dorothy están más allá de estas apreciaciones, ellos viven el arte. Hay una escena maravillosa, por lo que transmite y por su sencillez, en la que Herb, anciano y con su bastón, mira fijamente una pieza de arte conceptual. Una pieza que para el profano puede no entenderse. Al mismo tiempo, la conservadora del museo está hablándole pero él permanece abstraído en la contemplación. De repente se gira y dice: 

- ¿Por qué está colocada así? Está al revés. 
- ¿al revés? No, es así.- contesta la conservadora. 
- No, así no dice nada. 

La conservadora se pone unos guantes y gira la pieza. 

- ¡Así!- exclama Herb. 

Y tiene razón. La pieza que parecía una "tontería de arte contemporáneo" adquiere esa característica, para muchos inapreciable y difícilmente explicable en palabras que le confiere la calificación de arte.


La sonrisa del bueno de Herb lo dice todo. 

Herb&Dorothy es un documental para conocer el arte sin alharacas, sin grandes millonarios, sin falsos especialistas que hablan jerga. Es un documental para acercar el arte a la gente corriente, para apreciar la dedicación de una vida a una pasión. 

Si queréis conocer a una pareja genial, entender un poco de arte y acabar el día con una sonrisa y creyendo un poquito en lo bueno de la vida, no dejéis de verlo. 

Rusos, hockey, abueletes y arte contemporáneo, dos cócteles para un par de noches. 


jueves, 14 de mayo de 2015

lunes, 13 de abril de 2015

Birdman: una cosa es una cosa

A thing is a thing, not what is said of that thing.

He visto Birdman, me ha gustado y la recomiendo. 

¿Es una buena película? 

Sí, es una buena película con un buen guión destrozada, en la última parte, por un maravilloso ejemplo de lo que tantas y tantas veces he criticado: la originalidad mal entendida es peligrosísima. 

¿De qué va Birdman?

Es una película sobre actores, sobre teatro, sobre actuar. Sobre la megalomanía, el protagonismo, el vértigo que le produce a cualquier actor caer en el olvido, asomarse a la realidad de un trabajo que te puede llevar a la cumbre y luego dejarte caer sin red. Un trabajo en el que hoy tocas el cielo y mañana simplemente no existes, porque eso es lo que ocurre con los actores. Dejan de existir. 

¿Es un tema original? No. Para nada. En 1950, Billy Wilder en la maravillosa y terrorífica "El crepúsculo de los dioses" contaba exactamente lo mismo. El delirio de una diva del cine mudo que es barrida de la vida del espectáculo por la llegada del sonoro e intenta sobreponerse, trepar otra vez hasta el lugar que considera suyo, fabricándose una película a su medida. 

Eso es Birdman. ¿Es una copia? No. Tampoco es una adaptación. El delirio actoral, los entresijos de la vida tras el escenario, las relaciones personales de los artistas, entre ellos y con su entorno familiar, han sido tema de innumerables películas, unas mejores y otras peores. Y Birdman es una de las buenas... que podría haber sido perfecta. 

¿Qué me ha gustado de Birdman?

Emma Stone. Todos en pie. Aplaudamos. Esa chica es una actriz como la copa de un pino aunque esté un poquito consumida por su metabolismo y pronto no tenga suficiente músculo facial para sostener esos ojos que literalmente se salen de la pantalla. Se come a cualquier otro que actúe con ella.  Además, en cierto momento lleva un ramo de lilas en la mano, lilas. Adoro las lilas. 

Edward Norton. Sé que Norton tiene su público, fans entregadas que le encuentran atractivo y maravilloso. En esta película está espectacular. Es otro que en sus escenas se come a Keaton, mientras que las que tiene con Emma Stone son de enmarcar. Su papel es además fabuloso y tiene las mejores frases de toda la película; con mucha diferencia. Te ríes y piensas con él. Y además dice una cosa maravillosa "You´re anything but invisible", un piropo espectacular. 

Los calzoncillos. Keaton y Norton salen en calzoncillos. Mucho rato. En calzoncillos ridículos, feos, horteras y que les sientan de angustia. ¡Si! Por fin realismo en las películas, tíos con calzoncillos de "regla", de "me pongo estos porque no me va a ver nadie". 

El guión. No todo es frivolidad en mi recomendación de Birdman. Como he dicho antes, la historia es buena y hay partes del guión realmente brillantes. Keaton está espectacular en algunas escenas, particularmente en las que asistimos a su derrumbe, a su yo más cotidiano y real. Las conversaciones con su exmujer ponen los pelos de punta. Como ya he dicho, Norton, Stone y algunos otros actores están fabulosos, y los diálogos son magníficos. 

La sensación que te produce. Birdman es una película para listos. Está llena de guiños que dicen "Eh, pilla esto moderno-cultureta del día" y claro, te alegras cuando pillas el guiño o sabes quien es Raymond Carver. Te sientes listo... y eso mola. 

¿Cual es el problema? La originalidad mal entendida en la que suele caer una y otra vez González Iñárritu. Coge una buena historia, se mira al espejo y dice "voy a hacerlo de manera original". 

Y la caga. Las peores partes de Birdman, aquellas en las que te encuentras completamente fuera de la historia, exactamente igual que le pasa a Keaton cuando se queda atrapado fuera del teatro, son aquellas en las que Iñárritu ha decidido ser original.  

Como esta es una crítica positiva de la película, vamos a darle las gracias al mexicano por enseñarnos lo que no hay que hacer en una película. 

Si has decidido darle una (completamente innecesaria) supuesta trascendencia conceptual a tu película, utilizándola para contar cómo las nuevas tecnologías y el arte se están cargando la interpretación actoral y las buenas historias, no es necesario ser tan endemoniadamente obvio y meter efectos especiales, superhéroes y gente volando. Los espectadores son mucho más listos que eso y sabrán captarlo en el guión. 

Si quieres mostrar en pantalla el delirio de un actor, su sufrimiento vital, su agonía al sentirse un fraude y al mismo tiempo su inmenso ego confía un poco en el guión y en tu actor. No montes numeritos. Aprende de Wilder. Aprende de los clásicos, de la ambientación y la tensión narrativa. 

Y por favor, antes de empezar a rodar una película... tienes que saber cómo acabarla. 

En resumen, "una cosa es una cosa, no lo que se diga de ella" y Birdman es una película sobre actores, sobre el teatro; aunque Iñárritu la disfrace de muñeco diabólico y la destroce. 

Me ha gustado Birdman pero abofetearía a Iñárritu hasta quitarle la tontería que trae originalmente de fábrica. 


Y quiero lilas. 


PS: A Blanco Humano no le ha gustado nada y la despelleja en su blog. Se admiten sugerencias para próximas críticas/recomendaciones.  

miércoles, 8 de abril de 2015

Documentales que hay que ver


Esto va de documentales: 

Hay muchísima gente (muy pocos lectores de este blog, todo hay que decirlo) que ante la palabra documental salta para atrás, imagina algo en blanco y negro, con voz en off y aburrido. Otros muchos piensan en animalitos que en un primer momento parecen inofensivos pero luego son fieras que devoran a sus crías... Otros, consideran los documentales un género soporífero, fabuloso para conciliar el sueño. Algunos creen que Iker Jimenez y su programa de patochadas es un documental. 

Los documentales son como las películas de cine, las series de televisión, los libros o la música. Los hay buenísimos y los hay desastrosamente horribles. 

En un documental, como en una película, importa tanto la historia real que quieran contarte como la manera de hacerlo. Importa el qué y el cómo. Mucha gente, incluida la que los hace, creen que si el tema es impactante, macabro, muy muy preocupante o espectacular, la forma da igual. Otros piensan que una forma "original" compensa un argumento intrascendente e idiota: estos se conocen como docu-arte y la mayoría son de una pretenciosidad sin límites, se exhiben en galerías de arte detrás de una cortina negra, o en 20 monitores, y dan ganas de estrangular al supuesto artista. 

Me estoy yendo por las ramas, que es algo que les ocurre a muchos documentales. Empiezan con tirón, divagan, mariposean, pican, pinchan, aburren, se terminan y te quedas con cara de ¿Yyyyy?

Este post va de cuatro documentales que HAY que ver. 

Grey Gardens. Se rodó en el otoño de 1973 y se estrenó en 1976. Jacqueline Kennedy y su hermana Lee contactaron con los hermanos Maysles para que rodaran un documental sobre su vida y su familia. Por supuesto, no contaban con que los Maysles pasaran pronto de ellas y se centraran en su prima y su tía anciana, que vivían en una casa ruinas en East Hampton. 

Los Maysles vieron el filón y convencieron a las susodichas para grabarlas y hacer una película con ellas. El resultado es este documental de hora y media montado a partir de todo el material que rodaron mientras prácticamente vivían con ellas. 

Las dos habitan un mundo irreal, en la casa en ruinas, echándose en cara oportunidades perdidas, recordando los viejos tiempos y con muchos gatos. 

Aparte de los dos personajes y el morbo de su relación con Jacqueline Kennedy, el documental tuvo muchísimo éxito en su momento porque parecía rodado sin intervención del director, como si se hubiera limitado a grabar y mostrar. Era algo novedoso por entonces, e impactante. Ahora, estamos hartos de ver producciones con este tipo de rodaje y sabemos (o por lo menos deberíamos saber) que nada es tan sencillo y que en todos los documentales hay una labor de edición y montaje que es la que crea la historia. Otra edición y otro montaje contarían otra distinta. 

Man on the Wire. En 1974, un francés menudito y con pinta de elfo chiquitín se paseó durante 45 minutos sobre un cable de acero extendido entre las Torres Gemelas de Nueva York. Aunque el paseo puede parecer lo más espectacular, y ciertamente lo es, el documental le dedica poco metraje. Se centra en contar la historia de Philippe Petit, su vida, su obsesión con las Torres, su megalomanía, su afán de protagonismo y la construcción de su personaje. 

El propio Petit, su novia de entonces, varios de sus amigos, y conocidos que reclutó para el plan, van contando cómo era Petit, cómo se gestó el plan y cómo vivieron la aventura. 

Lo mejor de esta historia es justamente eso, el relato de las relaciones entre los protagonistas: la construcción de un sueño y, después, su "explosión".  Aviso que Petit "hace bola". 

Grizzly Man. Este es un auténtico locurón. Es tan impactante, tan alucinante, que las princezaz se lo tragaron entero a pesar de estar en versión original y con subtítulos. Creo que hasta dejaron de respirar mientras literalmente se les salían los ojos de las órbitas viendo a Timothy Treadwell. 

¿De qué va esta historia a mitad de camino entre un documental de animalitos sanguinarios de la 2 y un capítulo de Doctor en Alaska? Pues está también a mitad de camino entre la locura de las primas de Jacqueline Kennedy y la creación del personaje de Petit. 

La figura y la historia de Treadwell está contada por Werner Herzog de manera magistral. Lo que parece una simple crónica de un hecho dramático e impactante, la muerte de Treadwell devorado por uno de sus amados osos, se convierte en la reconstrucción de un personaje que se va mostrando ante la cámara con una multitud de facetas que provocan en el espectador todo tipo de emociones: incredulidad, sonrojo, vergüenza ajena, incomprensión, pena, compasión, simpatía y tristeza. 

La inmensidad del paisaje de Alaska, la supuesta "amorosidad" de los grandes osos grizzlies y las cáusticas observaciones de los que conocieron y trataron a Treadwell, "Algo así tenía que pasar", crean una atmósfera entre tierna y cómica en la que la figura de Treadwell, en un principio un chalado amante de los osos, se va despojando de sus capas hasta mostrar una realidad que te impacta. 

Nota: no hay nada truculento ni sangriento en las imágenes. Es la maestría de Herzog narrando la que crea la tensión y el horror. 

Exit through the gift shop es el último de mis documentales recomendados. Todo el mundo sabe quién es Banksy (y si no lo sabéis, vergüenza debería daros) y ha visto alguno de sus trabajos. Artista callejero, grafitero, pintamonas, pintaparedes, gamberro, puede parecerte lo que sea, pero lo que hace en este documental (¿o es un falso documental?) es una genialidad. 

Volvemos a la técnica de Grey Gardens. Parece que todo es grabado directamente, que la historia es tal y cómo nos la cuentan, que Banksy ha cogido la historia de Thierry Ghetta, un tipo obsesionado con su videocámara y el arte callejero, y nos ha contado su historia, la de ambos: la del artista y la del documentalista aficionado que consigue su confianza. 

Aprendemos de arte callejero: nombres, técnicas, inicios, artistas, peligros, precios, proyección y, cuando confiadamente creemos que ese es el tema del documental, la historia da un giro que literalmente lo vuelve todo del revés. 

Banksy consigue meter al espectador en su mundo, crear tensión, presentar personajes y dejar al espectador boquiabierto y sorprendido. Además, hace una crítica descarnada y brutal de la mercantilización del arte y de los artistas. 

Una maravilla. Un genio. 

De vez en cuando, conviene dejar la ficción de lado, no entontecerse con frivolidades absurdas y ver un documental para aprender, entretenerse, disfrutar, horrorizarse y ser consciente de la cantidad de historias increíbles que hay por el mundo esperando a que alguien quiera y sepa contarlas. 


Espero que os gusten. O arderéis en el infierno de la gente sin criterio que comenta Casados a la primera. 

*Todos están disponibles enteros en You Tube. 

viernes, 6 de marzo de 2015

El test de Bechdel y las series


Alison Bechdel es una dibujante de comics bastante conocida que en el tebeo Fun Home cuenta pormenorizadamente su desagraciada infancia en una historia dura pero muy bien expresada. (A mí me lo regaló un descerebrado ilustre)

El Test de Bechdel es una especie de prueba que se inventó una amiga suya para medir la "brecha de género" en una película, un comic, un libro o lo que fuera. Yo no le veo mucha importancia a esto, me interesa más si la película, el comic o el libro me cuentan una buena historia y me gustan que si hay más mujeres u hombres pero entiendo que haya personas a las que les interese. 

Por otro lado,la escritora canadiense, Margaret Atwood en su libro "La maldición de Eva" dice: 
"Si invento un personaje femenino, me gustaría poder describirlo como alguien capaz de sentir todas las emociones del ser humano - odio, envidia, rencor, codicia, ira y miedo, y también amor, piedad, tolerancia y alegría-, sin tener que presentarla como un monstruo, una rareza o un mal ejemplo. Me gustaría también que fuera ingeniosa, inteligente y traviesa si la trama lo requiriera, sin tener que presentarla como una divinidad maligna o un ejemplo evidente de maldad de las mujeres. Durante mucho tiempo, los hombres en la literatura han sido considerados individuos; las mujeres, simplemente ejemplos de un género." 
¿A qué viene toda esta cháchara? Pues porque últimamente he visto varias series que pasan el Test de Bechdel con holgura y en las que las protagonistas son mujeres normales y corrientes sin asomo de halo de buenisimo ni una reconcentración de maldad en plan madrastra. 

Saga Noren de la serie Bron. Policía, treinta y tantos, soltera y con algunos problemas para socializar o empatizar con los demás. Es adicta a su trabajo, que le encanta, y en el que es la mejor. No tiene relaciones amorosas aunque se busca compañeros solo para el sexo y si te he visto no me acuerdo. Suelta lo primero que se le pasa por la cabeza sin pensar en la reacción del otro, conduce un porsche beige espantoso y va vestida siempre con la misma ropa. Si algún tío le dice un piropo lo fulmina con la mirada pero cuando su nuevo compañero le dice que le ha hecho daño es sensible a ese nuevo dato que ni siquiera había pensado. Tiene un piso pequeño, sin ordenar y sin el más mínimo detalle decorativo. 

Alicia Florrick protagonista de The Good Wife. Esposa, madre de una parejita, mujer modelo que dejó su carrera de abogada para ocuparse de la familia y que vuelve a ejercerla cuando su marido acaba en la cárcel por chanchullos y tráfico de influencias. Alicia es un personaje que evoluciona de piltrafa humana sin dignidad pero muy preocupada por las apariencias y el qué dirán hacia el "me la pela todo el mundo y yo soy yo porque yo lo valgo". Su marido se la pega con prostitutas y demás mujeres pero ella vivía absurdamente en su limbo de familia perfecta y no se enteraba de nada. Cuando se entera de la movida, le pueden las apariencias y el que dirán y juega a "soy buenísima y te lo perdono todo" hasta que se da cuenta de que esa actitud es absurda porque ella tampoco le quiere. Decide entonces por su puro interés profesional mantener las apariencias mientras cada uno hace su vida. 

Alicia en esta nueva etapa es prepotente, chula, tiene la misma naturalidad que una orquídea de plástico y el mismo sentido del humor que un cubo pero ahí está ella, subida a sus tacones, puteando a quien puede, luchando por sus hijos (a ratos) y dándose cuenta de que tiene ambición y quiere ser lo más sin dejarse pisotear. Como tiene un pasado mogijato y es americana lo del sexo por el sexo lo lleva regular y le falta soltura. Se le insinúan muchos pero ella es de las "necesito algo más, nada está a mi altura", rollo "Olenska". 

Claire Underwood es la protagonista, junto a su marido, de House of Cards. Claire es la ambición con patas enfundada en faldas tubo y subida a tacones imposibles. Es elegancia, belleza, atractivo y clase al servicio de su ambición desmedida por ser la mujer más poderosa del mundo de la mano de su marido. ¿Se quieren? No. Son una especie de empresa común, fundada hace 25 años cuando se conocieron y con el propósito a largo plazo de conseguir ser Presidentes de Estados Unidos. Se complementan en sus ambiciones, se ayudan, pero se cortarían las manos el uno al otro si fueran un obstáculo para el otro. Están juntos porque se necesitan como socios, nada más. Claire es malísima, fría, calculadora con el mismo instinto maternal que un tenedor y ningún tipo de compasión. Es inteligentemente guapa y desprende un magnetismo brutal que utiliza convenientemente para sus propios intereses. Traiciona, humilla y es malvada con conocimiento de causa y sin remordimientos. 

Birgitte Nyborg, protagonista de Borgen. Política, cuarenta y tantos, esposa y madre de dos hijos. Vive en Copenhague y hasta que es nombrada Primera Ministra va en bici a trabajar. Llega a casa cansada, estresada, no suelta el móvil ni el ordenador y la mayoría de las cenas las hace su marido o las encarga. Ha llegado a un acuerdo con su marido para que él se encargue de los niños y ella pueda dedicarse a su carrera pero la relación hace aguas porque para ella su trabajo es lo más importante. Se separan sin traumas, sin malos rollos, sin tirarse los niños a la cabeza y pasados unos meses hasta se ríen juntos y son amigos. Ella sigue con su vida, él con la suya, trabajan, ella politiquea y se da cuenta de cómo el poder te resta contacto con la realidad. Es consciente de eso e intenta repararlo. Comete errores, los arregla o no. Niega la realidad, termina por aceptarla. Se gusta a sí misma con todo lo bueno y lo malo. 

Allison y Helen las dos mujeres protagonistas de The affair. Allison es camarera, está casada y tuvo un hijo. Helen tiene una tienda en Manhattan, es de familia acomodada, tiene 4 hijos y su vida es exactamente como la había imaginado. Las dos ven como sus vidas cambian drásticamente y cada una de ellas lo enfrenta de una manera distinta. Allison toma el toro por los cuernos, le echa huevos y dice ahí voy y Helen se encierra, patalea, se enfada y niega la realidad hasta que la realidad se le clava en el entrecejo y no le queda más remedio que aceptarla por su bien. Las dos sufren, son inteligentes, tienen miedo, momentos de desesperación y momentos de no gustarse a sí mismas para luego aceptarse y saber qué tienen que tirar con lo que son. 

Seis mujeres protagonistas de series, seis mujeres que tienen vidas aparte de los hombres, aunque los hombres sean una parte importante de sus vidas. Seis mujeres que no son exclusivamente madres, ni exclusivamente profesionales. Seis mujeres con defectos y virtudes. Seis mujeres que se cansan, se enfadan, están hasta el moño de algo, luego están eufóricas, contentas, lloran, ríen, odian o no se enteran de nada. 

Seis mujeres y ninguna cocina nada decente. 

Seis mujeres como cualquiera. 

Seis mujeres como yo.

Cinco series para ver todos. 

martes, 10 de febrero de 2015

Cositas que he visto: recomendaciones y otros

He encadenado un montón de buenas experiencias televisivas y cinéfilas y voy a compartirlas por si acaso alguna noche estáis haciendo el tonto con el mando de la televisión y no sabéis que hacer con vuestro tiempo.

Cosas que SÍ hay que ver. 

Lo primero que tenéis que ver es Borgen, serie danesa sobre política. Es un estilo "El ala oeste de la Casa Blanca" pero más real y a la europea. Birgitte Nyborg es la líder del partido de los "Moderados" que por una extraña carambola de pactos y negociaciones políticas llega a Primera Ministra de Dinamarca. La serie retrata la política y la vida periodística danesa de una manera bastante realista y cotidiana. Sin heroicidades, sin falsos idealismos y con bastante de la miseria que es necesaria tragar para conseguir algo. Por supuesto la miseria con la que tratan tanto los políticos como los periodistas daneses al espectador español le parecen ciencia ficción. Basta decir que en el primer capítulo el primer ministro dimite por un error en un pago con la tarjeta de crédito, en un montón de capítulos la Presidenta da todo tipo de explicaciones y la prensa no se mete con su vida privada. Igualito que aquí. 

Por si el guión, la historia, la ambientación y la interpretación no fueran suficientes para convenceros os animo, sobre todo a ellas, a echarle un vistazo al marido de Birgitte. ¡Ah si! y para acabar de deprimirse si eres español, la Primera Ministra concilia y su marido renuncia a su carrera para que su mujer pueda dedicarse a la política. 

La sal de la tierra. Todos hemos visto alguna foto de Sebastiao Salgado aunque no lo sepamos. Hace 20 años Wim Wenders se quedó atrapado por esta foto de una mujer en Mali, la compró y la ha tenido desde entonces colgada en su despacho. En el 2013 emprendió la realización de este documental contando la vida de Salgado, compartiendo sus recuerdos, los de sus hijos, sus sus proyectos fotográficos y muchas historias sobre esas fotografías que te dejan con el cuerpo del revés y al borde del más absoluto desconsuelo pensando ¿Qué tipo de planeta tenemos? ¿Qué nos hacemos unos a otros? ¿Cómo es posible tanta desesperación? 

Sebastiao Salgado es un personaje increíble, con una vida que le ha cundido muchísimo y con un proyecto en Brasil que te hace volver a creer en la humanidad. 

Cosas que hay que ver si no eres un alma cándida o te lo haces. 

Otra serie buena para ver pero no para almas cándidas y frágiles es The Affair de Showtime. No hay que ser una lumbrera para saber de qué va la historia. Podemos creer que la historia de una infidelidad ya ha sido contada mil veces, pero no como en The Affair (Javier Meléndez lo cuenta muy bien). Ni es una infidelidad cualquiera ni está contada como estamos acostumbrados. Repito que no es para almas cándidas ni para gente que vive en los mundos de Hello Kitty, ni para todo aquel incapaz de enfrentarse y aceptar sus propios sentimientos por muy jodidos que estos sean. 

El actor principal es Dominic West, el agente McNulty en The Wire,  y la protagonista Ruth Wilson, una actriz que yo no conocía y que está estupenda en el papel. La serie va mejorando según avanza, por ahora sólo se ha emitido la primera temporada. 

Si Fiona Apple cantando Container en los títulos de crédito no os pone los pelos de punta es que no tenéis sangre en las venas. 

Para una tarde con merienda cena y tiempo suficiente recomiendo Boyhood. Son tres horas de película, de ver la vida pasar por delante de tus ojos sin que pase nada más espectacular ni menos que ver crecer a un niño y a sus padres. Todo el mundo sabe la historia, Richard Lintaker se ha pasado 12 años rodando para ver realmente la transformación de un niño en hombre tanto física como emocionalmente. Los cambios de los padres, interpretados por Patricia Arquette y Ethan Hawke, a mi me conmovieron más, creo que porque no tengo tanta consciencia de mis cambios de infancia y sin embargo me veo más reflejada en ese paso de veinteañeros a cuarentones. 

Ethan Hawke mejora con los años, cada día me gusta más, de hecho no me gustaba nada de joven. A mi yo joven no le gustaba Ethan, a mi yo de 41 años le encanta Hawke ahora. Tiene una extraña mezcla de fragilidad y fortaleza que me pone. No sé, es algo visceral. 

Cosas para ver con niños que no son precisamente infantiles

La boda de mi mejor amigo. Esta es una película muy tonta con un reparto mal elegido y que salva Ruperet Everett haciendo de él mismo de una manera magistral. El argumento es absurdo y nadie en su sano juicio puede creer que Julia Roberts pierda la cabeza por un tío tan soso como Dermot Mulroney, pero si tienes 10 años todo eso te da igual, te ríes con el personaje de Cameron Diaz y todo es de colorines y divertido. 

Eso si, si tienes 40 años te atragantas cuando el personaje de Julia Roberts dice "si a los 28 años no nos habíamos casado..." y casi te ahogas cuando tu hija de 9 años dice: 

- ¿28 años? ¿casarse a los 28? Pero si eso es jovencísima. ¿Con cuantos te casaste tú?
- Con 28

Malcom in the middle. Es una serie para ver con tus hijos si tiene sentido del humor y confías en tus hijos lo suficiente como para que sean capaces de diferenciar la ficción de la realidad. La familia de Malcom es un desastre, sus padres son unos pobres infelices que se matan en trabajos, son incultos y políticamente incorrectos y la serie tiene un sentido del humor que oscila entre el absurdo y el cinismo más cruel. A las tres nos encanta y nos reímos mucho. 

Y  los muy fans de Breaking Bad podéis ver a Bryan Cranston antes de que le idolatrarais por ser un supermalvado. 

Cosas que son una pérdida de tiempo

House of cards es una serie multipremiada con Kevin Spacey haciendo de malo malísimo y Robin Wright luciendo un corte de pelo maravilloso y unos vestidos alucinantes haciendo también de tía más mala que la peste negra. ¿De qué va la serie? De política. ¿Como Borgen? Sí pero en versión americana y sin alma. La primera temporada empieza bien, intrigas, enredos, Kevin Spacey siendo más listo que nadie... pero luego empiezan a desbarrar y para cuando terminas con la segunda temporada piensas: se les ha ido tanto la pinza que la única manera de que esto mejore es que aterricen unos marcianos o todo sea un sueño de Antonio Resines. 

Perdida, la ¿película? basada en el best seller. A pesar de que era muy complicado hacer algo peor que el libro que ya era una bazofia espectacular, David Fincher ha puesto todo su empeño y  lo ha conseguido con matrícula de honor. Un espanto aburrido, cansino, increíble y más largo que un día sin pan. 

Fincher consigue además con su maestría que los actores, el guión, la realización, la dirección y hasta la fotografía de la película transmitan la sensación de que absolutamente nadie de los que estaban implicados en su rodaje tenían un funcionamiento neuronal correcto. Si me dicen que la han hecho dormidos, me lo creo.

Volviendo al principio, todos a ver Borgen y La sal de la tierra, me lo agradeceréis. 


La fotografía del post es por supuesto de Sebastiao Salgado, de su proyecto Génesis.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Cositas que he visto: recomendaciones y despellejes


Voy a empezar por lo mejor, así tendréis que llegar al final para disfrutar de los despellejes que es lo que más os gusta. 

Bron/Broen. El Puente. Serie policiaca de coproducción sueco/danesa que comienza cuando aparece un cuerpo en medio del puente de Oresund, justo en la frontera entre Suecia y Dinamarca. Un sólo caso ocupa los 10 episodios de la primera temporada. Hay un policia danés grandote, con manazas y con bastante componente de norueguismo y una policia sueca, rubia, flaca y con las mismas habilidades sociales que una mantis religiosa que trabajan juntos en el caso. 

Como no es una serie americana no hay absurda TSNR entre ellos, ni conversaciones de niños de 17 años. Resuelven el caso y de alguna manera extraña se hacen amigos y comparten sus problemas personales. 

Es una serie policiaca (a los lectores de Wallander les sonará el ambiente) que engancha, entretiene e intriga. Tiene un buen guión y buenos personajes. Que los personajes principales lleven la misma ropa toda la temporada, que la protagonista no se peine jamás y que él sea tan grande que no te puedas creer que quepa en el coche de ella no te saca para nada de la trama. 

Que la productora haya elegido para el porsche 911 de ella, el color caca de diarrea me resulta inquietante pero supongo que era el más barato. No sé en que estaría pensando Porsche para fabricar deportivos de ese color. 

Recomendadísima. Y no lo digo yo sola.

The Newsroom. Aunque los periodistas, la redacción de informativos y los empresarios de la comunicación que aparecen se parecen como una huevo a una castaña a los que conozco yo, es una serie que hay que ver. 

Los personajes son potentes, los guiones brillantes, pone a caldo la situación política de Estados Unidos y sobre todo tiene el mejor personaje femenino que se ha escrito en años en la tv. 

Ni la estirada de Alicia Florrick con su mohín permanente de "soy tan guay que no respiro", ni la loca de Carrie en Homeland, ni siquiera Carmela de los Soprano están a la altura del personaje de Sloan Sabbith que literalmente y según han avanzado las temporadas se ha comido al resto de los personajes de la serie. Sloan es una periodista económica brillante, inteligente, con un sentido del humor fascinante, es responsable, observadora, lista y con muchísima clase. Todo eso no quiere decir que sea un personaje altanero y desagradable; tiene también sus debilidades que son las de todos y además es increíblemente guapa y sexy. Si yo fuera hombre heterosexual o lesbiana tendría sueños eróticos con ella seguro. 

Recomendadísima también. 

The Thin Blue Line. Brujuleando por la red encontré una lista con 50 documentales imprescindibles. Desestimé el primero de la lista porque es un documental de más de dos horas sobre jugadores de baloncesto americanos y me lancé a por el segundo. 

Hipnótico, terrorífico y desasosegante como un thriller de acción mezclado con El proceso de Kafka. Un hombre es detenido, acusado, juzgado y condenado por el asesinato de un policía que no cometió. El documental presenta los testimonios del inocente acusado, del verdadero culpable mintiendo como un bellaco, de los policias tergirversando la realidad para que se ajustara a lo que querían y pasando por alto datos que contradecían su versión, de los abogados de defensores que se estrellan contra una justicia absurda, de testigos ridículos y malintencionados, de testigos reales que ven como su testimonio se desprecia. Todo acompañado de una reconstrucción del asesinato y con una música de Philip Glass que te deja pegado a la pantalla. 

Muy recomendable. 

The Act of Killing. Ocupaba el nº 20 en la lista de documentales pero alguien me dijo que tenía que verlo y pasé por alto los anteriores para seguir esa recomendación. The Act of Killing es un documental muy desagradable, horrible y completamente descorazonador. Lo ves y piensas "que mierda somos los seres humanos", te quedas con un mal cuerpo espantoso. Trata sobre el asesinato en masa de más de 1 millón de comunistas por orden de Suharto en Indonesia en 1965. 

¿Otro documental sobre genocidios? No. Éste es distinto. Los asesinos, masacradores, violadores, torturadores y salvajes salen alegremente en pantalla recreando sus crímenes con satisfacción y felicidad porque creen que están grabando una película. Todo es tan macabro y tan surrealista que a veces sonríes porque no te puedes creer lo que estás viendo: asesinos crueles recreando sus crímenes como si fuera una película de Tarantino. 

Confieso que lo vi en tres veces porque me dormí dos de ellas a la mitad. Puede que parte de la culpa fuera de mi insomnio peroooo...tampoco es esa obra maestra que me habían dicho. 

Recomendado pero con precaución. 

Los misterios de Laura. Serie española. Una cruz que he visto como prueba de amor maternal con las princezaz. Ellas habían visto algunos capítulos con sus primos y estaban tan emocionadas por hacerme partícipes de lo listísima que es "la policia Laura" que durante unas cuantas noches me sometí a la tortura de visionar un capítulo con ellas. La experiencia ha merecido la pena por las risas que me he echado con ellas pero ha sido una pesadilla por la que serie es atroz. 

Lo único bueno que tiene es que es tan tonta que es completamente blanca y para todos los públicos. Todo lo demás es horroroso: las tramas enrevesadas, los actores son de vergüenza ajena, los diálogos forzados, la producción cutrísima y la protagonista lleva permanentemente gabardina y botas altas como si fuera policia de Scotland Yard en un pueblo con mucho barro. 

En uno de los capítulos sale Lydia Bosch haciendo experta en lógica matemática que es sorda pero lee los labios y nadie se da cuenta hasta el último momento. Si esto no es amor maternal...

Apta solo como prueba de amor con los hijos. 

"El secreto de Lena Dunham", me tropecé con este titular este verano en el dominical de El Pais (Nota mental, hacer un post despellejando los dominicales de los periódicos). Sabía quien era Lena Dunham porque una vez la había visto disfrazada de piolín en algún sitio pero desconocía porque era una figura del feminismo. Me leí la entrevista y aparte de enterarme de que tenía un perro canijo y Guillermo Fesser no sabe entrevistar no conseguí saber mucho más. Así que fui a las fuentes y me puse a ver Girls, la serie que protagoniza y de la que es creadora. 

Aguante temporada y media y sigo sin saber porque Dunham es un icono de feminismo. En la serie tiene veintipocos años, se supone que escribe algo, sus padres le quitan a asignación, se pasea en bolas, sufre, habla sin parar sin decir nada muy interesante, se pasea en bolas, acosa a un chalado que construye algo con metales en el interior de su casa oscura como boca de lobo, se pasea en bolas, se pelea con sus amigas, se pasea en bolas, se hace novia del chalado, se pasea en bolas, lo deja. Alrededor pululan un exnovio gay, una amiga repija y fea, una amiga repija y guapa con mucho sentimiento y una amiga carajipi, intensa y a la que dan ganas de abofetear hasta la muerte desde el minuto 1. En un capítulo en el que Lena se paseaba en bolas y se metía en la bañera y llegaba la carajipi se metia con ellam se sonaba los mocos y los dejaba flotando en la bañera, abandoné mi propósito de entender el feminismo de Lena Dunham. 

Abominable hasta el infinito. 

Lo imposible. La ponían en la tele. No la había visto. Manta, sofá, chimenea y chuches de manzana del Lidl superácidas y altamente adictivas. Sobreviví a la peli gracias a las chuches. Que coñazo de película, pasado el tsunami todo lo demás es soporífero. ¿Espectacular? Pues sinceramente, me parecen más espectaculares todas las imágenes reales de la catástrofe. En mi escala de pelis de catástrofes inncesariamente largas e innecesarias para la humanidad está justo en el mismo lugar que Titanic. Sigo prefiriendo "El coloso en llamas", aunque sea mentira y  tenga 40 años.

Huid insensatos aunque me temo que muchos la habréis visto en el cine. Si no es así, con que veáis el trailer lo habéis visto todo. 


He empezado House of Cards... pero de eso y de como me estoy aburriendo con la nueva temporada de The Good Wife ya hablaré otro día. 

lunes, 22 de septiembre de 2014

7 razones por las que he disfrutado como una enana viendo una película de física y físicos.


Particle Fever, un documental sobre física, con físicos. A pesar de que la idea de verla fue mía, confieso que, al empezar,  tenía más miedo que otra cosa, aferrada a mi batamanta, pensaba: ¿Y si no entiendo nada? ¿Y si me siento imbécil? ¿Y si me duermo? 

Me encantó. Terminé sonriendo como una idiota y a los 30 segundos ya estaba pensando en cómo contarlo. (Probablemente si me hubiera dormido no hubiera escrito ningún post)

Aquí van mis 7 razones. 

1.- Por las palabras de Sava Dimopoulos con las que finaliza el documental. 
"¿Por qué la humanidad hace ciencia? ¿Por qué los hombres hacen arte? Las cosas que son menos importantes para nuestra supervivencia, son las cosas que nos hacen humanos."
Esas palabras resumen una idea que estamos perdiendo en nuestros días, la idea del saber por el simple hecho de conocer, de preguntar, de estudiar y de pensar. Construir un super acelerador de partículas que como dicen en la película "no sabemos para qué va a servir"  y pintar las cuevas de Altamira son las cosas que nos hacen humanos, que nos hacen algo más que animales que comen, se reproducen y mueren. 

Me gusta la unión de la física y el arte en esa idea. Me gusta la idea de las cosas que se hacen por el puro placer de hacerlas, por curiosidad, por inquietud...sin que tengan que servir para nada.  Me gusta el super acelerador, una mega construcción de ingeniería unida a la imagen de las pinturas rupestres que no sabemos para qué sin pintaron ni quién las hizo.

2.- Todo el documental es una gran reivindicación de la escritura a mano. Todos usan ordenadores (Mac para ser más exactos) pero todos, en algún momento, cogen un bolígrafo, una tiza, un lápiz y emborronan papeles, cuadernos, grandes pizarras con mil fórmulas ininteligibles para mi. Piensan y escriben. Piensan y apuntan. Y no, no es lo mismo en un ordenador. En el ordenador trabajan pero cuando piensan, cuando tratan de ordenar sus ideas,  escriben a mano, dibujan a mano. 

3.- Multiuniversos y supersimetrias. Dos conceptos de los que no había oído hablar en mi vida. Dos conceptos que no soy capaz de entender y que me cuesta mucho, muchísimo incluso imaginar... Dos conceptos que aumentan mi vértigo cósmico hasta extremos casi dolorosos y sin embargo me maravillan como idea. Resulta apasionante ver a tanta gente entusiasmada ante la simple posibilidad de poder avanzar en una u otra dirección. 

4.- No todo es de color de rosa en el mundo de la física y la ciencia. En la película no se despellejan ni mucho menos, pero se perciben las tiranteces entre los físicos teóricos y los experimentales, entre los que están en el acelerador y los que están en Stanford, los que quieren que el descubrimiento del Bosón confirme la teoría de las supersimetrías y los que quieren que confirme la de los multiuniversos. No tiene mayor importancia pero esas pequeñas cosas acercan al científico a la vida real. 

Me ha gustado también que aparezca la presión de los medios. Queramos o no, nos guste o no, hay que aprender a comunicar la ciencia, a contársela a la gente, a hacer que les interese. Los medios de comunicación (y las relaciones públicas) pueden ser un gran instrumento para la ciencia pero también una esclavitud. En "Particle Fever" aparecen los dos aspectos: la repercusión mediática de la puesta en marcha del acelerador y del descubrimiento del Bosón y la esclavitud por tener que hacer las cosas en el "tempo" que marcan los medios. 

Ciencia y medios de comunicación, ni contigo ni sin ti. 

5.- Es emocionante. Muy emocionante. El documental comienza en 2007 cuando el acelerador está construyéndose y quedan años para su puesta en marcha. Es un proyecto gigantesco, muy a largo plazo y que implica a miles de personas que trabajan a la vez con un propósito que no está asegurado ni confirmado. Al mismo tiempo, miles de ojos escrutan su trabajo, lo que han hecho bien, lo que han hecho mal, los resultados, las opiniones. Llegas al final en tensión y se te saltan las lágrimas cuando Peter Higgs llora al ver confirmado su trabajo. No sé que es el Bosón de Higgs y no pretendo entenderlo pero me emocioné con el documental. 

6.- He aprendido que si alguna vez, por alguna razón peregrina tengo que grabarme en video con el portátil, JAMÁS debo poner la cámara tan cerca como para que se me puedan contar los pelos de la nariz ni para que parezca un busto parlante sin cuerpo más allá de los omoplatos. ¡Físicos del mundo, aprended a colocar la cámara! 

7.- La ciencia como experiencia vital intensa y apasionante. La ciencia puede resultar gélida, a mí me lo parece/parecía. Son hechos, son experimentos, son teorías, laboratorios, estudios, fórmulas... conceptos todos que parecen (para el profano o el que lo ve desde fuera) fríos, lejanos y carentes de emoción. En "Particle Fever", sin embargo, la ciencia es emoción y sorpresa. Es incertidumbre y miedo. Es una montaña rusa. Está la alegría por participar en un proyecto increíble, la sorpresa por los resultados, la incertidumbre y el miedo ante esos mismos resultados que pueden significar que años y años dedicados a investigar algo sean "años perdidos". El miedo al fracaso, a los fallos inesperados, la presión por obtener resultados, porque todo funcione... Y está el error, porque los científicos también se equivocan y también cometen fallos garrafales que les hacen decir ¿Cómo nadie pensó en el efecto del helio sobre los imanes?  (Lo más increíble es que yo me encontré pensando pero ¡almas de cántaro, cómo no habíais pensado en eso!) 

Aparece también la expectación, cientos de personas haciendo cola para asistir a la presentación de los resultados, miles de personas refrescando la pantalla a miles de kilómetros para verlo en directo... Aunque no comparta ese interés, me encontré aferrada a mi batamanta, inquieta y emocionada esperando el momento (Y eso que ya sabía que iba a pasar) en que se abrieran las puertas del salón. 

Particle fever es un documental excepcional, con un guión, un montaje y una historia que te hace vibrar con la ciencia, con la física y con gente que llena pizarras de símbolos y fórmulas que yo no llegaría a descifrar ni aunque mi vida dependiera de ello. 

No entiendo qué hacen pero quiero que sigan haciéndolo. Quiero que sigan buscando lo que sea que buscan y que tengan esa pasión por lo que hacen. Y quiero verlo. 

Muñoz Molina lo cuenta mucho mejor que yo, pero hay que ver Particle Fever para acercarte a la física, para divertirte, para emocionarte, para asombrarte, admirarte, intentar comprender, asustarte y aprender a poner una cámara. 

Ya estáis tardando.