jueves, 30 de julio de 2015

No compro


Suplemento dominical de periódico de tirada nacional. Los artículos no son muy allá, voy pasando páginas y de repente llego a un anuncio que miro, remiro y vuelvo a mirar. No lo entiendo. Ni lo que anuncian, ni el mensaje, ni para qué sirve. ¿No soy público objetivo de la publicidad? ¿Soy inmune a la publicidad? ¿Es un superpoder? ¿Habrá más como yo? Decido repasar toda la publicidad y comprobarlo. 

Joven pareja en entorno idílico en el que pega un sol de justicia. Piel dorada, perfecto maquillaje, ojos azules y entrecerrados como queriendo parecer chinos. Bañadores blancos. En la esquina inferior izquierda, el paquete de él embutido en un mini bañador blanco que parece un calzoncillo. Mientras pienso que me horrorizaría ver aparecer a mi chico con ese bañador y en que es posible que eso terminara con nuestra relación, me fijo en algo raro que se sostiene encima del paquete. ¿Qué es eso? ¡Oh! Pequeñas muestras de perfume. Ni soy joven pareja, ni tengo los ojos azules, ni me gustan los bañadores blancos y no me sugiere nada "bonito" un paquete perfumado. 

No compro. 

"Inissia. Nuevos colores, edición limitada". ¿Inissia? ¿Inissia? ¿Qué es esto? ¿Una cafetera? ¿Inissia el día con un café? Inissiateeeeee, Inissiateeee. No sé que pretendían los publicistas con ese nombre pero yo solo puedo pensar en Kaa la serpiente del Libro de la Selva y su canción con muchas ssss. Lo de "nuevos colores" me intriga. ¿Habrá gente que no se ha comprado la cafetera Inissia antes porque no la tenían en su color favorito? No soy esa gente. No compro. 

- "Moroccanoil. Destaca del resto". ¿Qué leches es esto? No tiene alcohol y es para todo tipo de cabello. Y ¡oh sorpresa! Es un producto que ha revolucionado el tratamiento del cabello. Leo toda la letra pequeña y no consigo saber para qué sirve este bote con pinta de botella de aceite de oliva con ínfulas cosmopolitas. ¿Cómo revolucionaría mi cabello? ¿Lo hará caer? ¿Me levantaré peinada? Eso sí que sería revolucionario. ¿Lo pone afro? ¿Te quedas calvo? No me convence. No compro. 

-Lilash. ¿Qué fijación tienen los publicistas con las s? ¿Por qué las ponen por todos lados? ¿Para hipnotizarme? "Suero purificador para pestañas" que proporciona "satisfacción total". Con que poco se conforma la gente. No compro. 

Por fin algo que sé para qué sirve, aceite de oliva. Busco el precio que es un dato muy importante. A pesar de sacar mi lupa de 20 aumentos para leer la letra pequeña no consigo averiguarlo. No compro. 

Yayo Daporta toca una botella de albariño como si fuera un violín. (Sé que es Yayo Daporta porque viene escrito). Me concentro muchísimo para intentar comprender como un cocinero en una pose absurda, con unas zapatillas viejas y mugrientas puede convencerme de comprar un vino. No me concentro lo suficiente... no compro. 

"Moverte te hace feliz. Incluso los lunes por la mañana". Ja.  Estos publicitarios son unos mojigatos, van de rompedores pero ponen a un tío montando en bici. No hay huevos de poner el único movimiento que el lunes por la mañana puede hacerte feliz. 

Un reloj de camuflaje tan grande como una sartén. No me gusta y un hombre con un reloj como ese en la muñeca es un arma de destrucción masiva. Si te abraza demasiado fuerte te mata. No compro. 

"Exageradamente buena" y anuncian cerveza sin alcohol. "Exageradamente buena" suena exactamente igual que "mi amigo es muy majo, muy simpático y muy culto". Corre. No compro. 

"Redefine el estilo de tu pelo. Recomendado por el Dr. Ralph M Trüeb". Me apuesto a que el bueno de Ralph es calvo y supongo que después de revolucionar el pelo con el Morrococo es necesario que alguien ponga orden en la pelambrera. Paso.

Cierro el suplemento. Obviamente yo no soy público objetivo de toda esta publicidad pero lo que me preocupa es ¿Qué tipo de personas creen los anunciantes que leen ese suplemento? 

¿Gente con problemas capilares de personalidad?
¿Personas que compran aceite de oliva por correo rellenando un cupón? ¿Gente que elige la cafetera por los colores? ¿El club de fans de Yayo Daporta? 

Los caminos de la publicidad son inescrutables completamente absurdos y creo que a menudo llevan a callejones sin salida. 


lunes, 27 de julio de 2015

Mañana repetimos


Adivina. 

Me gusta más mirarte ahora que cuando eras un bebé. Me aburrías de bebé, me aburría mirarte cuando tenías 3 años. Sí, era gracioso y había que vigilarte pero no me transmitías nada más que "monería" y "posibles emergencias" de las que había que protegerte. Ahora te miro y me transmites calma, paz y asombro. 

Solas en la playa nos bañamos. Estás feliz. A pesar de no poder meter la cabeza por la otitis que has pillado en el oído derecho, te metes en el agua a que saltemos las olas intentando que no entre nada en ese oído. Soy una madre reguleras. A lo mejor debía prohibirte que te bañaras pero, primero, no soy tan cruel y segundo, te pondrías tan pesada que te dejo bañarte también por egoísmo. 

Hay más olas que por la mañana y está más fría. Cogemos la colchoneta y nos metemos hasta que el socorrista nos llama la atención. Cada vez que una ola un poco más grande se acerca, te levantas sobre la colchoneta estirando los brazos y todo el torso. 

Te miro. ¿Desde cuándo tienes ese cuerpo de mujer? 

-¡Qué culo más duro tienes!-, te digo.
-Es de hacer deporte-, contestas sonriendo entre ola y ola.
-Ahora no estás haciendo deporte.
-Es de comer mucho.
-Tú nunca has comido mucho y lo sabes.
-Es de ver la tele. Ja. 

Y te alejas braceando y partida de risa. 

Te miro. Me miras y dejas el castillo que estás haciendo para venir a pedirme que te quite el pelo de la cara. 

-Te dije que te pusieras un pañuelo.
-Se me ha olvidado.
-No, no se te ha olvidado. Has pasado de mí.
-Vale, tenías razón. Pero, ¿me quitas el pelo de la cara?
-¿Me dejas que te ponga el pañuelo?
-¿Lo has traído?

Abro el libro, leo unas cuantas páginas. Levanto la vista y miro el mar. Entre las olas y yo, estás haciendo un agujero enorme. Un foso gigante para una montaña enorme. 

Cierro el libro, lo dejo a un lado. 

Te miro. Cuando eras pequeña dejar la lectura para atenderte me parecía un incordio. Ahora lo dejo sólo por el placer de mirarte mientras estás absorta en tu castillo de arena. Escarbas, cavas, te pones de rodillas, te llenas de tierra. Te levantas. Eres todo piernas, largas y musculosas. Eres todo hombros. ¿De dónde has sacado esas espaldas? De rodillas contemplas tu construcción sopesando qué más puedes hacer.

Me miras. Te sorprende verme mirándote. Sonríes. Eres toda azul. Como tus ojos y como el mar que tienes detrás. 

-Mami, ¿hago albóndigas para poner encima? 
-Claro. 
-¿Cómo se dice albóndigas en inglés?
-Meat balls.

Te enfrascas en tus bolas de arena y te miro. No querías usar bikini. "Mamá, yo solo bañador entero y deportivo", pero te probaste el que llevas, te gustó y ya no te lo quitas. Debería haberte comprado dos... no creo que encontremos otro que te guste en todo el verano y a este ritmo éste se desintegrará antes de que acabe el mes. 

Te miro y pienso que probablemente es el último verano en el que hagas castillos en la arena. 

Te miro y me pregunto en qué estarás pensando. 

Me miras y me sonríes. Se va el sol, cae la noche. Nos quedamos solas en la playa. 

-¿Recogemos?
-Vale, ya he terminado el castillo. 
-¿Lo has pasado bien?
- Lo he pasado fenomenal. ¿Es por la tarde?
- Son las nueve y media de la noche... ¿Has perdido la noción del tiempo?
-Sí-, me dices sonriendo con toda la cara. 
-¿Estás contenta?
- Muyyy contenta. ¿Mañana repetimos?

Te miro.

Claro que sí, mañana repetimos. 

martes, 21 de julio de 2015

Historias de la playa

- Mami, ¿jugamos a algo?
- Vale C ¿a qué? 
-  ¿Al veo veo?
- Ni hablar, eso es un rollo. Jugamos a contar historias de la gente que pasa por la orilla. 
- No sé jugar a eso. 
- Claro que sabes, yo elijo el personaje y tú me cuentas una historia sobre él. 


- Esa señora con el bikini blanco y las zapatillas en la mano. 

Está casada y tiene tres hijos y este invierno se enteró de que iba a ser abuela por primera vez. Le hizo mucha ilusión pero esta semana ha venido a la playa, se ha puesto el bikini blanco, se ha puesto la coleta de pelo muy negro y ha pensado que le pone triste ser abuela, que le hace sentirse vieja. Por eso camina muy deprisa para que todo el mundo piense que es joven. Y lleva gafas de moda.

- Esas tres señoras. 
Van las tres caminando muy juntas y se tocan pero no son amigas. La que va más lejos del mar es muy amiga de la que va en medio que es la popular, y está muy enfadada con la de la orilla del bikini brillante porque se ha puesto a hablar con la popular y le está quitando la oportunidad. Está celosa. A la de la orilla le pasa lo mismo y además piensa que la de arena es una petarda. Y la del medio que es la popular no se entera de nada.

- Esa pareja, la del bikini negro y el del bañador negro con dibujos rojos. 
Están casados y se odian. Se lo están diciendo el uno al otro y por eso no se miran.

- Esa señora mayor.
Está feliz y contenta. Se ha venido sola a la playa. Dentro de unos días vendrán sus amigas. El año pasado estaba triste porque se había muerto su marido pero le da más pena en su casa, que es triste, en la playa casi se le olvida porque lleva sombrero de flores y puede coger conchas.

- El chico del tubo que bucea.
Se llama Jacobo y está buceando porque le ha dejado su novia y está buscando un sitio para ahogarse. Su novia le ha dejado porque él le engañaba con otra, pero la otra también se entero y le han dejado las dos y por eso busca un sitio para ahogarse mientras bucea.

-Y esa niña que está haciendo un castillo ahí delante. 
Ha venido a la playa con su novio….

- Se acabó el juego.
- ¿Por qué? Si lo estaba haciendo genial.
- Porque esa niña es tu hermana y me niego a que imagines que viene a la playa con un novio.
- Jajajaja, mamiiii pero si es muy divertido. 

jueves, 16 de julio de 2015

Ancianismo: las señales

- Uy. ¿Sabes lo que me apetece?
- No, dime.
- Un Bitter Kas.

"Bitter Kas" es una combinación de palabras que convierte a tu madre, tu tía, tu padre o quién sea de una persona "mayor" en alguien "anciano". Hasta el momento que tus mayores dicen "Bitter Kas" has pensado, sabido, sentido que tus padres, tíos o compañeros de curro eran mayores que tú, pero no "viejos". "Bitter Kas" las convierte a ellas en la Reina Madre y a ellos en "Papa Pitufo". 

- No sé por qué dices eso. Bitter Kas es una bebida de toda la vida. 
- Ahá. De toda la vida de viejos. ¿Cuándo has bebido tú Bitter Kas?
- Nunca, pero ahora me apetece. 
- ¡Ahá! Porque ahora eres viejo. 
- Eres insoportable Moli. 

Hay más señales en ese camino que convierte a tus padres en abuelos; en el camino que te lleva a relacionarte con tus padres como si fueran tus abuelos y no los abuelos de tus hijos. 

El bolso en las rodillas. Estad atentos porque no hay vuelta atrás con este gesto. Una vez que tu madre, tu tía o tu prima, a la que tienes mucho cariño y con la que recuerdas haber tomado tus primeros martinis, se sienta en un bar y hace equilibrios sujetando el bolso en las rodillas y sin soltarlo... ha dado un paso de gigante hacia la abuelidad. 

Carterita para monedas para ellos. Un buen día y después de años de soportar bolsillos de pantalones rotos y dejar un rastro de monedas en los sofás al sentarse y tumbarse, tu tío, tu padre o tu primo decide que no lo soporta más y se compra una carterita solo para las monedas. Si llegáis a un bar, pedís dos cocacolas (si pide Bitter Kas, es momento de llorar por la juventud perdida que no volverá) y a la hora de pagar mete la mano en el bolsillo,  saca su carterita de herradura, la abre con gesto profesional, la ahueca, CUENTA las monedas y dice "Deja que pague yo que tengo suelto", le queda menos para volver al esquijama. (Dice "suelto" y no "cambio"). 

"Rebeca", para ellos y para ellas. Cuando alguien dice rebeca en vez de jersey, chaqueta, abrigo o "algo para ponerte encima", inmediatamente lo ves en blanco y negro ligeramente difuminado. 

Los análisis de sangre. Hasta determinado momento vital ir a hacerse unos análisis de sangre y/u orina es un trámite desagradable, coñazo, que siempre se posterga, que muchas veces se olvida y que se intenta resolver en el menor tiempo posible. De repente, un buen día, tu conocido te cuenta por teléfono el día que tiene cita para los análisis, te lo recuerda la semana antes para explicarte porqué no puede ir esa tarde al teatro y el día antes vuelve a recordártelo. No contento con eso, después de hacérselos te lo narra a tiempo a real, tan real que te preguntas si no hubieras ganado tiempo acompañándole y aprovechando para hacerte los tuyos. 

Cuando recibe los resultados, tu conocido los analiza pormenorizadamente. De alguna carpeta recóndita y de la que tú desconocías su existencia saca todos los análisis que se ha hecho en su vida, separados por laboratorios, y te expone a una tesis doctoral sobre cómo cambian las mediciones del colesterol y así "¡es imposible enterarse!"

La visita al médico. 

- ¿Qué tal el médico?
- Regular
- ¿Regular? ¿Qué te pasa?
- Nada. No me pasa nada, pero es que voy y me liquida en 2 minutos.
- ¿Y?
- Pues que ya que voy me podría hacer más caso.
- Pero, ¿te pasa algo?
- No, pero eso da igual. 

Mirad a vuestro alrededor. El ancianismo está a la vuelta de la esquina. Nos acecha. 

martes, 14 de julio de 2015

El sueño de un curso de verano

Por razones que no vienen al caso, tenía vacaciones, solterismo premium de luxe y ganas, muchísimas ganas, de ir al curso de este año, "Los demonios de la ciencia. Educando (con)ciencia" en San Sebastián. Por supuesto tenía motivos intelectuales muy poderosos y otros motivos nada intelectuales pero igualmente poderosos. La oportunidad de juntarme con un montón de amigos, poner cara a unos cuantos descerebrados, comer como se come en San Sebastián, dejarme mimar por los mejores anfitriones del mundo y huir del calor asqueroso de la meseta y comprobar que "Euskadi tropical" se corresponde con primavera fresca en Madrid. 

Si los cursos de verano tuvieran pensamientos, deseos, ilusiones o sueños, como (casi) todas las personas, su mayor ilusión sería ser un curso de verano de los que se celebran en el Palacio Miramar de San Sebastián. 

El Palacio Miramar lo tiene todo, está en la ciudad más bonita de España, en el mejor sitio y además, y esto es lo más importante, no parece un palacio. Es una casa grande, muy grande, con un jardín maravilloso con sombra, hierba, bancos y flores donde te quieres quedar sentado y no hacer nada en todo el día, salvo disfrutar de estar sentado ahí. Pensar y disfrutar cada minuto en ese banco para que no se te olvide nada, para recordar cada cambio de luz, cada racha de viento, cada ola que llega a la playa y cada paseante que se cruza. 

Cuando entras en el palacio no tienes la sensación de estar en un espacio inabarcable, lleno de salones y habitaciones demasiado grandes y que no sabrías cómo llenar. Todo tiene una escala adecuada, incluso a veces estrecha, y al dirigirme hacia mi sala voy pensando en qué pondría en cada rincón, debajo de cada una de las ventanas con esas maravillosas vistas. Pienso también que no dejaría pasar a los turistas e ideo posibles carteles disuasorios como "peligro, dragones", que es muy de palacio, o "peligro, cuarentena", que sería mucho más efectivo.

Este año tocaba en una sala blanca, completamente llena de estucos con relieves. Encima de las puertas hay unos frisos con motivos de niños o angelotes (no los distingo bien pero creo que no llevan alas) jugando, cantando o bailando. Hay una chimenea con un enorme espejo encima en el que no me veo porque soy bajita y otro tapando el hogar, en el que intento ver mis pies a través del mar de sillas. No lo conseguí en los tres días. 

Hay lámparas de cristal tallado que cuelgan del techo, sujetas con cables tapados con telas de terciopelo verde. Lo mejor, sin embargo, es que la sala tiene grandes ventanales hasta el suelo que se abren al paisaje, que se abren literalmente para dejar entrar el viento y el olor a mar y un poco de fresco. Están flanqueados por cortinajes azules con las iniciales M y J bordadas. Reconozco que en algún momento se me fue el santo al cielo mirando por la ventana. 

He aprendido muchísimas cosas y sobre todo me he dado cuenta, una vez más, de la cantidad de cosas que no sé y que ni siquiera sabía que existían. También me he aburrido algún rato, he perdido el hilo y no he sabido si era por mi culpa o por el ponente. He preguntado sobre el efecto placebo y he discutido sobre la responsabilidad de la organización de los Premio Nobel en el uso publicitario de su premio para vender productos fraudulentos. Confieso que no me convenció la respuesta de los científicos... quedó pendiente esa discusión. Me he traído una lista enorme de libros y unas cuantas cosas en las que pensar y sobre las que escribir. He conocido a Helena, las dos teníamos muchas ganas de vernos en directo y me encantó saber que le había inspirado (un poco) para escribir el relato con el que ha ganado un premio de relato divulgativo. 

No todo han sido placeres intelectuales. La compañía ha sido fabulosa. Me he reído hasta las lágrimas, he conocido a descerebrados que me han invitado a comer y con los que he hablado de lo divino y lo humano y me han dejado a deber un paseo por Deba. Los mejores anfitriones del mundo me han llevado a cenar y ¡me han invitado a su casa! He conocido Hendaya y a toda la familia de mi amiga Inés. He discutido con Gustavo sobre las motivaciones del periodismo y las ventajas o desventajas de vivir en Madrid y me sentí como una azafata acompañando a una celebridad com Mulet por San Sebastián. 

He visto el Peine de los Vientos y he escuchado la lluvia contra la ventana en mi celdita de la residencia universitaria. Me han llamado señora más veces en 3 días que en todo el año. He desayunado 3 napolitanas de chocolate y no fui capaz de terminarme una cola de merluza de anzuelo que estaba de llorar de buena. A cambio me faltó lamer el plato de la tarta de manzana templada con helado de vainilla. ¡He probado las kokotxas  y bebido champán!  

Si hubiera imaginado un plan perfecto para mis días de solterismo... hubiera sido este: el sueño de un curso de verano. 

Después he estado en Cantabria infinita y también ha sido fabuloso... pero eso es otra historia y será contada en otra ocasión. O no

jueves, 9 de julio de 2015

Al final, llueve

Oigo la alarma del teléfono.En mi camita de Julie Trinos en Sonrisas y Lágrimas quiero morir del sueño que tengo. ¿Por qué irse a dormir a la 1 implica, entre despedidas y demás, meterte en la cama a las 2? Claro, que si los niños de la habitación de al lado no hubieran estado charlando hasta las mil lo mismo tendría menos sueño. De todos modos, prefiero tener sueño a haber sucumbido a la tentación de asomarme a la ventana y chistar para que se callaran. Me niego a ser "esa señora mayor". 

Arriba. Cielo gris. Vientecito y llueve. Lloro de la emoción. Voy a estrenar el vestido nuevo, con zapatillas. Me tengo que concentrar para no dormirme en la ducha. 

¡Qué bien me lo pasé ayer! Es alucinante cuando los planes salen bien pero es increíble cuando no planeas nada y todo sale perfecto. Fue super chulo comer en Bilbao con I y J. La plaza dónde comimos con los plátanos enoooormes era preciosa y luego el paseo al Guggenheim charlando con I sobre los problemas que la limpieza de la casa genera en una pareja  fue un descojone. 

Conocer a txipi. Mola la vida. Te levantas por la mañana en tu casa y sin pensarlo, ni comerlo ni beberlo, a las 4 de la tarde conoces en 3D a alguien con el que llevas hablando por la red 5 años. Es más alto de lo que pensaba. Él habrá pensado que soy más bajita. "Eres exactamente como te imaginaba". Pero ¿Qué imaginaba? Ya dejo poco a la imaginación. Mil fotos, las charlas, la radio... menos el tacto creo que todo lo demás ya está visto. 

La expo de Jeff Koons moló mucho. El Guggenheim me encanta, la colección permanente es un bluff pero las temporales molan. Y la de Koons es tan kitch, tan de la vida diaria, tan reconocible, tan de me lo llevo todo a casa y al mismo tiempo me horrorizo del horterismo, que es hasta divertida. Pobre I, en la sala de Koons en poses eróticas, casi porno, con Ciccolina casi le da un colapso. 

No sé si luego tomando una coca cola con txipi estuve muy loro. Tengo que intentar controlar mi verborrea, morderme la lengua. A lo mejor si me siento encima de las manos hablo menos. Si no puedo gesticular  seguro que hablo menos, tengo que probarlo. 

Estoy rota. Al final entre unas cosas y otras llegue a Donosti a las 9...después de salir a las 12 de Los Molinos. Mola todo improvisar pero estoy molida. Tirar las cosas en mi celdita de novicia, darme cuenta de que podría ser la madre de todos los que están alojados en este colegio mayor y salir corriendo a por el bus para llegar a cenar fue una paliza. 

Pero qué bien me lo pasé, como me reí y ¡qué sorpresa que Ines llevará tacones! Debería comprarme algo de tacón. Y ponérmelo, claro. Lo pensaré. 

Llego tarde, llego tarde, llego tarde. 

Pero llueve. 

Me encanta esta ciudad. 

miércoles, 8 de julio de 2015

Viaje hacia el Norte

Menos mal que he tenido un momento de lucidez y he decidido hacer antes la maleta. Si llego a decidir ducharme primero ahora tendría que cambiarme entera y volver a la ducha. Qué caloreta tengo, me suda todo. Sudor de canalillo en modo niágara. No entiendo cómo no han inventado un desodorante de canalillo. Inventan Chilly para unos picores que nadie que yo conozca tiene y un desodorante de canalillo que es una necesidad básica no se les ocurre. Sí, se puede usar cualquier desodorante pero lo mismo pasa con las cremas y las hay para cada trozo de piel. 

Bien. Ya está todo. El libro, otro por si acaso. Mierda se me olvida la toalla, la pluma, las sandalias. Otra vez a subir. Menos mal que no me ve nadie, he hecho una maleta como si me escapara de casa, qué contenta estoy de haber comprado un coche ranchera, no tengo que preocuparme del espacio. 

Joder qué calor del infierno. 11:58, rumbo al norte. A ver si hay suerte y refresca. Cerceda, Soto, Manzanares... qué casas más horrorosas se construye la gente. Nunca sé si es que los arquitectos son lo peor o que la gente paga y aunque el arquitecto le diga que lo que se está construyendo es un engendro le da igual. A ver si identifico la casa que papá y mamá querían comprar cuando éramos pequeños. No la compraron porque tenía una terraza enorme sin barandilla que, a nosotros, nos encantó pero era un peligro. Ahora no creo ni que dejaran  construir esa casa y por otro lado mejor que no la compraran. Mi vida sería completamente distinta si hubiéramos tenido esa casa y no, me gusta mi vida. Sería tan diferente que ni siquiera sería Molinos. 

Carretera de Burgos. 35 grados. Las princesas deben estar recocidas en su campamento. Espero que se les pase la gastroenteritis y empiecen a pasárselo bien. No sé si esto que siento es un poco de cargo de conciencia. No, no, no. Es pena porque me da cosa que estén pachuchas de campamento pero no es nada grave, nos hubieran llamado si fuera grave. No le voy a dar más vueltas. ¿Qué día es hoy? 7 de julio, San Fermín.
 "El suelo es el piso, el piso el departamento".
debería escribir en el chat de primos para que R sepa que Rafa Pons está en Buenos Aires y que puede ir a verle al concierto. En cuanto llegue voy a mandar un wasap para pasar lista a ver dónde están todos y que manden fotos. 

"Ya no me asusta el inviernome doy más miedo yo".
A mi tampoco me asusta el invierno, me encanta. 35 grados marca fuera. Qué pesadilla, menos mal que me he puesto vestido y sandalias. Tengo el móvil echando humo de contactos para quedar, yo creo que llego a las 3:15 a Bilbao sin problema. La verdad es que no pensé que iba a quedar con nadie y no me pegan las sandalias con el vestido. Voy a cepillarme el pelo. ¿Habrá una normativa que prohiba cepillarte el pelo mientras conduces? tengo que acordarme de cortarle la etiqueta a este cepillo, a ver si lo saco en público y hago el ridículo. Pero, ¿Qué digo? No voy a peinarme en público. 

Gogoratu. Recuerde. ¡Qué distinto suena! Gogoratu, gogoratu. Ya no se me olvida, como orbela. Me flipan esos caseríos pero no sé porque siempre me imagino viviendo en ellos cuando llueve y no con este sol... "¿Por donde vas?". Parque Gorbeia. Me recuerda a Pinilla y la llama que se perdía en el monte y se convertía en un animal legendario. Bueno, no se perdía, se escondía. Pinilla, que rabia que ya me lo he leído todo. Podría ir a Getxo a dar un paseo...

21 eurazos de peaje. Madre mía, qué pastizal del infierno y además taquicardia. Tengo que trabajar esto, no puede ser que me entre el síndrome del aeropuerto cada vez que llego a un peaje. Siempre lo mismo. Llego y creo que he perdido el ticket, y pienso que me he dejado la cartera en casa y en 2 nanosegundos me imagino dando explicaciones al de la caseta o peor a los 20 coches que están detrás de mi y encima teniendo que llamar a alguien apra que venga a darme pasta para pagar. ¿A quién llamo si ya casi estoy en Bilbao? Y ahí me paro, encuentro el ticket y la cartera aunque claro, parece que un perro a escarbado en mi bolso y tengo todo esparcido por el coche. 

- Entra por Zabalburu 
- Mi coche es azul apolo 
- Ya te he visto con tu pelazo.¿Qué leches es azul apolo? 

26 grados. El Guggenheim y amigos que me dicen "eres exactamente como te imaginaba". Adoro esta ciudad. 

viernes, 3 de julio de 2015

No me liberes

Tengo 42 años. Soy mujer, madre y trabajo. Educo y crío a mis dos hijas junto con El Ingeniero. Estoy divorciada y disfruto de una maravillosa custodia compartida. Soy feminista convencida porque defiendo y me peleo por conseguir que las mujeres tengan los mismos derechos y oportunidades que los hombres. 

Soy mujer con dos hijas y un trabajo y ¡oh sorpresa! no vivo esclavizada por una sociedad patriarcal que me oprime. Repito, no vivo esclavizada y no necesito, ni quiero, ni me interesa que nadie venga a liberarme de mis supuestas cadenas. Y si lo hace por lo menos que cante espirituales negros o un blues....algo menos soporífero que una sarta de sentencias supuestamente enjundiosas y que zzzzzz. 

No quiero que nadie hable en mi nombre, que nadie diga "La mayoría de nosotras parece necesitar ser especialista sobre un tema para plantearnos siquiera opinar sobre él". ¿Qué mayoría? ¿Qué nosotras? ¿Quién eres tú y por qué pontificas así? Me parece bien, estupléndido y fantabuloso que des tu opinión pero qué tal si dices "Yo para opinar sobre un tema tengo que ser especialista". Bien, ya sé porque no dices eso....No hay más preguntas. 

¿Quiere esto decir que nunca he sufrido de machismo en mi vida? Por supuesto que no. Claro que he sufrido machismo y lo sufro pero no ando 24 horas al día mirando a mi alrededor a ver si puedo ofenderme por algo. Hago mi vida, trabajo, escribo, educo a mis hijas, quedo con mis amigos, escucho piropos, me pruebo ropa que me vale, que no me vale, me depilo cuando me apetece, me quito las canas cuando me apetece, leo artículos escritos por hombres con los que estoy totalmente de acuerdo y los comento o no. Tengo un blog y me leen hombres y mujeres y me comentan ellos y ellas. Colaboro en varias plataformas de ciencia y ¡oh sorpresa! somos ellos y ellas y todos cobramos (o no cobramos) lo mismo. Escribo en una revista de "mujeres" y me encanta hacerlo...y también me comentan hombres allí. Leo artículos escritos por mujeres que me encantan y otros que pienso "esta tía es imbécil". Escribo artículos muy indignados contra hombres que dicen estupideces sin pensarlas pero sintiéndolas. Y una vez a un tío que me dijo que si iba a parir a mi hija por las tetas le mandé a tomar por culo y comprobé lo que ya sabía que era un imbécil. Ah, y me bordé mi ajuar. 

Y lo siento, pero si conozco a un hombre en persona después de habernos leído por la red y me dice "Qué bonita sonrisa tienes" no me ofendo. Aunque lo intente muy muy fuerte no consigo ofenderme. No lo veo como un defecto pero hay "nosotras" que por lo visto opinan que vivo tan oprimida que necesito que vengan a salvarme creyéndose Braveheart, la madre sufragista de Mary Poppins y Charlon Heston haciendo de Moises.

"Soy Moises y vengo a salvarte de tu esclavitud, pequeña esclava sin criterio. Vengo a liberarte de tus cadenas". 

Si por lo menos cantaran espirituales negros o tuvieran sentido del humor... 

Querida libertadora, no es que no entienda tu supuesta ironía, no es que esté esclavizada y ande ciega, es que no soy "nosotras". 

PS: este post no representa a nadie más que a mi. 

jueves, 2 de julio de 2015

Norte y sur


Vamos al barro, a la polémica. 

Nos creemos modernos, digitales y diferentes de nuestros padres y nuestros abuelos pero ¿de qué obviedad hablamos  todo el año? ¿De política? Si pero no quiero hablar de eso. ¿De lo cara que está la vida? Sí, pero tampoco quiero hablar de eso. ¿De lo horroroso del tráfico? Sí, pero tampoco. 

¿Del tiempo? Sí. 

"Está lloviendo". "Espectacular tormenta en Madrid". "El cielo cae sobre nuestras cabezas".

Los de Madrid y zona sur del país llenamos las redes con estos comentarios y fotos de la lluvia, los charcos o las granizadas. Enseguida recibimos un montón de respuestas de airados y aguerridos norteños "joder con los de Madrid, llueve y ya estáis todos petando las redes", "pues qué novedad que llueva". 

A ver como explico esto, de Madrid para abajo no somos saharauis pero casi. La lluvia es un acontecimiento en Madrid o Sevilla o Cáceres porque aunque a los del norte os resulte difícil creerlo ¡es muy muy raro que llueva! Cuando vives por aquí te HARTAS de días y días y días y días de cielo despejado y ni una puñetera gota. ¿Os acordáis de vuestras clases de Ciencias Sociales en el colegio y lo de "clima continental"? Vale, pues después ponía "inviernos secos y veranos muy calurosos. Precipitaciones escasas". Todo el mundo sabe que escaso es un eufemismo por "ni de coña". ¿Cuánto sexo practicas? Escaso...No hay más preguntas. 

Por esta razón, porque hemos crecido creyendo que "escasas" era "pocas", porque nos compramos botas de agua y nos morimos antes de poder ponérnolas 4 veces, porque se nos olvida que tenemos paraguas, porque se nos olvida cómo suena la lluvia y sólo porque viajamos sabemos que la lluvia puede ser de muchos tipos, nos fascina que llueva y tenemos la necesidad de contarlo en las redes y pregonarlo. 

Los del Norte os encabronáis. Pero... ¿os habéis visto cuando no hay nubes en vuestras zonas? Que me caiga  muerta ahora mismo,fulminada por un rayo, si no he visto 3 millones de veces la memez esa de "Bilbaínos, no os asustéis, esa bola de fuego es el sol"...o "Euskadi tropical" cuando tenéis 28 grados. 

He dicho "cuando no hay nubes" y no "cuando sale el sol" porque tengo noticias para vosotros. En el Norte todos los puñeteros días del año sale el Sol. Todos. Los 365. Y esa es la diferencia con los del Sur... por aquí podemos estar días y días y días sin ver una nube...y meses sin ver lluvia. 

Los del sur, celebramos las nubes y la lluvia por la novedad y porque nos saca de la rutina meteorológica. Los del norte no sabéis apreciarlo. Os creéis que toda la vida es diversión, incomodidad y sorpresa. ¿Qué día hará hoy? ¿Lloverá por la mañana y por la tarde iré a la playa? ¿Podré salir en chanclas por la mañana y ponerme el chubasquero por la tarde? Hay nubes grandes y compactas, altas y grises, bajas y amenazadoras. Y así pasáis los días entretenidos. 

En el sur funciona así. Ni miras por la ventana porque sabes exactamente que tiempo hace: DESPEJADO...con inviernos crudos y veranos muy calurosos. 

Los del Norte también os quejáis cuando los saharauis protestamos por el calor en Madrid. "Siempre estáis protestando, os querría yo ver con calcetines y botas el 1 de julio". 

Vamos a ver, vamos a ver. Los de Madrid somos saharauis aguerridos. Aguantamos la sequía, los inviernos crudos y el verano extremo y cuando viajamos nos adaptamos a todo... pero tenemos criterio. Sabemos que es mejor sol que lluvia para hacer turismo, que ver llover 40 días seguidos puede convertirse en algo monótono y también sabemos que los del Norte no tenéis ni la más remota idea de lo que es vivir en la boca del infierno. 

El calor en Madrid es "Euskadi tropical" u "Orense extremo" multiplicado por 100. Madrid en verano es como vivir en tu horno arrinconado en una esquina mientras un enorme pavo asado se recuece en su grasa a tu lado. El calor en Madrid en los veranos extremos (que son todos) no te deja dormir, ni pensar, ni sentir, ni vivir. En Madrid el sol te quema si no vas por la sombra, y no hablo de quemaduras solares por no darte protección, hablo de sentirte arder la piel y decir "joder, joder, joder...que se ponga en verde el semáforo o voy a arder". En Madrid, cruzas la calle y el asfalto se te pega a los zapatos, suelta un calor que crees que te va a devorar. En Madrid, a las cuatro de la tarde en medio de La Castellana ves espejismos de agua en medio del asfalto. 

Del calor no se puede huir, puedes tratar de esconderte en casa, hacerte fuerte en la oficina o tratar a vivir en el coche pero el calor te persigue como un Alien y acaba encontrándote. La lluvia es mucho menos letal; te metes en casa y dejas de mojarte. 

El calor extremo es amarillo, pegajoso y se traga en forma de polvo, arena. El calor desespera. La lluvia moja (La araña pica, parezco Gloria Fuertes), resbala y cala pero es verde. 

En Madrid el calor extremo dura 90 días, no una semanita, ni 10 días ni 15. Como poco 3 meses de agonía, de no poder dormir, de sentirte el sudor correr por la cara, los párpados, las aletas de la nariz y cualquier pliegue de tu cuerpo...cualquiera. 

En Madrid es imposible escapar al sudor de canalillo y creedme, es muchísimo peor que los pies fríos o el pelo mojado.

Aguerridos pobladores del norte peninsular reconoced que sois afortunados y dejadnos disfrutar de la lluvia, saltar en los charcos y petar las redes sociales con fotos. Eso, o que el cambio climático os obligue a sufrir sudor de canalillo... entonces,  veréis y oleréis lo que es bueno.