Queridos científicos,
Sé que estáis empezando a desesperaros. Estáis sintiendo el vértigo del vacío. Veis la Nada cada vez más cerca y os parece imposible. Os parece increíble. No concebís lo que os está ocurriendo y realmente no sabéis qué hacer.
Vengo del pasado a intentar ayudaros. Sé que las humanidades y las ciencias no siempre nos hemos llevado bien, de hecho la frase esa de “yo es que soy de letras” “yo es que soy de ciencias” abre una brecha en lo que debería ser un frente común, que ha provocado la situación actual en la que vosotros os encontráis ante ese vértigo y las humanidades estamos ya al fondo del barranco de la indiferencia, en un lugar donde ya casi nunca vemos la luz del sol.
Las humanidades y las ciencias no son tan diferentes. Son ramas del conocimiento, compartimentos artificiales creados por el hombre para diferenciar al que sabe de física del que sabe de latín pero no son tan distintas. Son ganas de aprender y son curiosidad ante lo que nos rodea, nos ha ocurrido, no entendemos y queremos llegar a comprender. Son capacidad para descubrir lo que ni siquiera se buscaba, para reconocer ese conocimiento como algo valioso.
El descrédito, la apatía, la indiferencia absoluta hacia el conocimiento comenzó hace mucho y lo hizo por las humanidades. Hace 20, 30 años estudiar humanidades: historia, arte, filología, literatura se veía como algo absurdo. Para la sociedad era mucho mejor hacer una ingeniería (por supuesto) o biología, medicina, química, física, cursar cualquiera de esas carreras parecía más inteligente, porque además en la facultad de físicas iban a “enseñarte” algo, te iban a “explicar” algo, pero ¿historia? Para eso te coges un libro y te lo lees… - decían.
La gente de letras por aquel entonces intentamos defender nuestra posición, la importancia de su conocimiento, de sus estudios, pero con muy poco éxito. Realmente no supimos defenderlo, nos quedamos anclados en la posición digna de “Esto es importante y ya os daréis cuenta” y todavía estamos esperando. No ayudó la imagen que se transmitía de que eran estudios “rancios”, que casi olían a naftalina y que se explicaban de una manera espesa y ardua para seguir.
No supimos reaccionar. Algunos trataron de hacerse fuertes en la enseñanza cayendo en la trampa del “paraqueismo”. Estudiar humanidades servía para ser profesor, para enseñar… para eso se estudiaban esas carreras.
Las humanidades perdimos la batalla, desaparecimos del interés general. El desprecio, o más bien la total indiferencia, hacia los estudios llamémoslos de letras era y es total. La sociedad en general no tiene curiosidad por estudiar la historia, la literatura o el mundo del arte. No le ve ningún tipo de interés y menos ahora que parece que googleando tienes todo ese conocimiento a tu disposición.
Las ciencias, los científicos, la gente que prefería elegir “ciencias”… asistió al descrédito de las humanidades sin mucho interés sin ningún tipo de preocupación. Eso a ellos no les iba a pasar. Las ciencias eran otra historia, tenían una aplicación práctica, con ellas se podía hacer muchas cosas, no eran solo “saber”. Las ciencias eran “investigar”, tecnología, electrónica, eran avances médicos. Tenían la sensación de estar a salvo, sentían que era una pena que se perdiera el interés por la historia pero que a ellos no les iba a pasar. Se ensanchó la fractura entre las dos partes del saber y se abrió el camino para lo que está pasando ahora.
Habéis tenido unos años más de tregua. Estudiar física, química, biología, geológicas, medicina, etc., era considerado una opción inteligente, algo útil para la sociedad y para el propio individuo porque permitía “hacer” algo.
Sin embargo, esa tregua ha terminado casi diría que bruscamente. Las ciencias están cayendo en el mismo barranco de la indiferencia en el que languidecen las humanidades. Los niños ya no quieren ser astronautas o científicos, ni siquiera quieren ser Indiana Jones, quieren ser Messi o Fernando Alonso o sencillamente salir en la Tv. Y lo que es peor, los padres de esos niños se ven obligados en cierta manera a promover el que sus hijos estudien carreras más “prácticas”, anulando las vocaciones llamémoslas más básicas o fundamentales porque sencillamente no las ven como algo “útil”, no perciben la importancia del conocimiento.
Internet, twitter,
los periódicos, los
blogs, están ahora mismo llenos de gente de ciencias lloriqueando porque ven cómo el interés hacia la ciencia se desploma, cómo la inversión en ella desaparece y cómo las consecuencias que esa falta de inversión provocará a largo plazo no son percibidas por la sociedad como un drama, como una catástrofe.
La sociedad pasa.
Pero no estáis solos. La gente de letras (si es que esa clasificación tiene algún sentido) estamos con vosotros. No entendemos el Bosón de Higgs, ni sabemos calcular la órbita de Luna, ni probablemente recordemos cómo hacer raíces cuadradas, pero nos da igual, sabemos que conocer todo eso es importante, que es decisivo y que apoyar el conocimiento por el simple hecho de conocer y ampliar horizontes es vital para una sociedad.
Estamos con vosotros, primero para que no os pase como a nosotros y segundo para que aprendáis de lo que nosotros hicimos mal. Básicamente no hicimos nada.
Vosotros estáis a tiempo todavía de reaccionar, de luchar, de defenderos de la desidia, la falta de curiosidad y el pasotismo intelectual y además contáis con la ventaja de internet, de la red y las mil posibilidades de difusión de vuestro mensaje que las redes sociales os dan.
Primero juntaos todos. No hagáis como nosotros, que hicimos trincheritas: la historia es importante, ¡No, el latín!, ¡La filología! ¡La geografía! Juntaos todos y decidid qué queréis defender.
No vale defender la ciencia porque sirve para algo.
El “paraqueismo” es una trampa mortal en la que ya caímos nosotros. Aprended de nosotros de nuestra experiencia y no enarboléis la bandera de la “ciencia cura el cáncer”, “la ciencia manda naves espaciales”, “la ciencia hace sartenes de teflón”. Es obvio que la ciencia, los estudios científicos y sus aplicaciones, tienen mucha presencia en la vida diaria aunque no se perciban, pero si lo fiamos todo, si fiamos la importancia de los estudios científicos al “para qué sirve” estaréis siendo absurdamente limitados y además sería fácil desmontar vuestra venta. Hagámonos todos médicos, carpinteros y electricistas que cuando llegue el trueque será lo más valioso.
Segundo aprended a “venderos”. Sé que es un concepto que suena horrible, que se ve como algo peyorativo, pero eso es ser estrecho de miras. Puedes ser cojonuda, guapísima, listísima y divertida, pero si te quedas en casa en tu sofá (y sin conexión a internet) no lo va a saber nadie, tienes que salir y que te vean.
Eso es lo que tenéis que hacer vosotros. Salir del salón de casa, de los laboratorios, de los centros de listos, de los foros de “y sí, somos lo mejores bueno y qué”, de los artículos de divulgación sólo aptos para gente con un doctorado y enseñarle a la sociedad, a la gente en general lo que moláis. Algo así como comprad comprad mis hermosos jabalíes.
Salid ahí fuera y haced cosas chulas para todos, empapad a la gente, a la sociedad, a los de letras, al panadero, a tu abuela, a mi primo de 3 años de conceptos científicos…no se trata de que aprendan a calcular la aceleración de un protón, sino de qué sepan qué es un protón o ni siquiera eso…pero que conozcan su existencia.
Haced cosas chulas.. ¿Qué fue lo más chulo que hicieron las humanidades?
“Érase una vez el hombre”, eso fue lo mejor que hicimos… y años después
Indiana. ¿Han servido de algo? Obviamente el mundo no está lleno de gente peleando por sacarse un doctorado en arqueología o aprender griego clásico, pero quiero creer que hay gente que sabe qué es la arqueología gracias a Indiana y distingue a los griegos de los romanos aunque sólo sea ligeramente. Puede que ese débil destello de conocimiento genere una chispa de curiosidad en alguien y un interés por conocer más.
Aprended de lo que no supimos contar nosotros. Hay que vender la idea de lo que mola conocer. Hay que vender la idea de que tener curiosidad mueve el mundo, mueve la sociedad, hace avanzar a la humanidad. Hay que contarle a la gente, a los niños que están en el colegio… que todo lo que les rodea puede explicarse, puede contarse… y que lo que no sabes explicarles, puede que ellos sean capaces más adelante si lo intentan, si estudian, si investigan.
Hay que empezar por el principio, por generar interés por conocer, por estimular la curiosidad. Así que venga, dejad de lloriquear, de lamentaros, de lameros las heridas de todo lo que habéis estudiado y trabajado y nadie os agradece, aprended qué es lo que hicieron mal los de letras y vended la moto.
Las humanidades no lo hicieron en su momento. No lo supimos contar y nos hundimos, pero no queremos que os pase lo mismo, así que emocionaos , dejad de hablar jerga, bajaos del pedestal , pedidnos ayuda y entusiasmadnos.
..continuará.