Ahora ya no sé bañarme. Me encantaría ser como en las pelis. Escoger el momento adecuado, la luz adecuada, ( para mi gusto en las pelis sobran velas en los baños, pero es una cuestión personal), la temperatura adecuada y el ánimo pertinente.
Si yo decido bañarme, probablemente en el momento en que cierre la puerta del baño, se funda una bombilla, eso para empezar. Así que estupendo, momento bricolaje, y por supuesto la bombilla que coja no encajará ni de coña a la primera. Solventado este problemilla, abriré el grifo, dejaré correr el agua y mientras se llena la bañera, me voy a por el libro, porque aunque tengo mucha vida interior, si me meto en la bañera sin nada que leer me aburro y soy capaz de acabar poniéndome barba de papa noel con la espuma.
Cuando vuelvo toda ufana con mi libro, descubro una vez más que no sé manejar los grifos con termostato que G. puso en la casa nueva acompañándola de esta explicación : “ Moli, es tan sencillo que hasta tú sabrás usarlos”. No le he sacado de su error, pero para mi son misteriosos, y especialmente el de la bañera me odia. Jamás consigo que salga caliente. Confieso que muchas veces he llenado la bañera a base de abrir el grifo del lavabo (que no me odia) y con una palangana hacer un trasvase de agua calentita a la bañera.
Bien, pues vuelvo y descubro que el agua está congelada. Si me meto ahí me pondré azul. Tras valorar si me merece la pena reactivarme la circulación con ese agua gélida y tonificar mis glúteos y mi pecho con esa agua…desecho esa idea, porque se trataba de darme un baño relajante.
Abro el tapón y todo fuera.
Le pido por favor al grifo con termostato que no me odie y ponga agua calentita y me quedo controlando compulsivamente el chorro para comprobar que no se enfría. Bien, todo va bien. Cierro la puerta, me desvisto…cierro el grifo…meto un pie…y me escaldo.
Valoro la posibilidad de volver a vaciar la bañera pero mi escasa conciencia ambiental actúa y decido que si me meto poco a poco lo aguantaré. Para cuando acabo de meterme estoy del mismo color que una sandía y sudando. Me relajo medio minuto pensando que lo he conseguido para darme cuenta de que me he dejado el libro en la otra punta del baño. Vuelta a salir…mi piel hace pssssssss..al contacto con el aire frío…..chorreo todo el suelo, alcanzo el libro, vuelvo a la bañera y me tumbo por fín……solo para descubrir que no me gusta leer en esa postura, me duele el cuello y además me escurro…no llego con los pies al final..asi que tengo que hacer fuerza con las rodillas contra las paredes para no acabar metida totalmente en la bañera y que se me moje el libro.
Al final salgo con el pelo pegado de la espuma, los poros tan abiertos que se me ven los huesos, el libro mojado, una contractura en el cuello y agujetas en los muslos.
No me compensa…¡¡que venga mi mamá y me bañe!!!!!