Mostrando entradas con la etiqueta Frivolidades. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Frivolidades. Mostrar todas las entradas

jueves, 15 de abril de 2021

Hagas lo que hagas ponte bragas, las que quieras.

Hay una imagen rodando por redes que recoge una teoría según la cual las bragas tienen una vida que recorre tres etapas: la de la ocasiones especiales, la de los días días normales y la de los días de regla
, siendo esta última etapa el cementerio al que van a parar todas las reglas hasta que acaban en el cubo de la basura: las bragas no se reciclan ni aunque seas una loca de la reutilización. Esta teoría de las tres vidas de las bragas era comúnmente aceptada sin darle mucha más reflexión más allá del "totalmente" y el "jajaja, yo igual", porque sinceramente es una teoría que tiene la misma importancia que mi opinión sobre el tráfico marítimo de contenedores (aunque en breve mi opinión sobre este tema va subir porque me estoy documentando con podcast sobre el tema).

La cuestión es que ayer mi querida Sara Solomando reflexionó sobre esta teoría acompañando sus pensamientos con una fotografía de unas braguitas ideales, supongo que en su cuerpo posicionadas, que yo jamás me hubiera comprado. La postura de Sara es, y conozco más gente así pero no lo cuentan tan bien, que ella no tiene bragas de regla, que a ella le flipa la ropa interior y que para ella es importantísimo llevar todos los días un conjunto bonito con el que se sienta guapa. En esto le influye la teoría de su abuela, que también todas hemos escuchado: "haz el favor de llevar las braguitas decentes que mira que como tengas un accidente y vayas al hospital, qué vergüenza si las llevas rotas". A mí ese argumento siempre me pareció que flojeaba. Primero, porque si me pasa algo tan grave como para ir al hospital mi última preocupación van a ser mis bragas; pero es que, además, no creo yo que los especialistas médicos pasen mucho tiempo comentando las bragas de las pacientes. Pero quién soy yo para desautorizar abuelas de los setenta. Eso sí, mi teoría es que todas nuestras abuelas fantaseaban eróticamente con médicos y practicantes (porque por aquel entonces existían) y por eso para ellas era importante ir siempre preparadas: por si sus fantasías se hacían realidad. El "por si pasa algo" no era, como nosotros pensábamos, un accidente. Era algo que enlaza con la teoría de Sara:  hay que ir mona no vaya a ser que tengas un encontronazo apasionadamente sexual. Bien.

Desconozco la media de encontronazos apasionadamente sexuales en la vida de una mujer. En mi caso, que soy el ejemplo que tengo más a mano, el total de encontronazos con resultado de sexo han sido tres y en ninguno de lo cuales recuerdo ni la ropa que llevaba puesta ni que le dedicáramos a mis bragas más tiempo o interés del que le dedicamos a los calzoncillos del contrincante. Con toda esta disquisición, completamente boba e innecesaria, quiero decir que para mí la ropa interior tiene cero importancia. No le dedico ni medio segundo de mi tiempo a pensar qué me pongo ni qué llevo. Ese medio segundo solo lo uso para elegir el color del sujetador y evitar salir de casa con transparencias que, en mi caso, no me favorecen.Es más: ahora mismo mientras escribo esto soy incapaz de recordar qué ropa interior llevo puesta; y eso que la he sacado del cajón con mis propias manitas hace unas cuantas horas. Es muy posible que sea negra y que a mi madre no le pareciera bien en caso de verla porque hace poco tuve con ella esta conversación: 

—Ana, no entiendo para qué tienes tanta ropa interior de caberetera. 
—¿Perdón?
—Sí, todo negro. De cabaretera. 

En fin. Somos Sofía y Dorothy.

¿Es importante la ropa interior que lleves? Hay gente, como Sara, para la que sí lo es y creo que hay gente como yo,  que nos da igual. Para mí, con que sea cómoda y de mi talla (tarea nada fácil) es suficiente. Cuando alguna vez he intentando ser del grupo de Sara e ir hecha un primor de sensualidad interior siempre estoy incómoda (esto tiene que ver con la talla, todo tiene que ver con la talla en este tema) y la incomodidad, a mí, me resta muchísimo atractivo y tampoco voy sobrada de esto.

Llevad las bragas que queráis: conjuntadas, sin conjuntar, a juego con el sujetador o descoordinadas, tipo culotte, tanga, brasileña, de talle alto, de talle bajo, que te saque culo, que te meta tripa, que te haga cintura, que te vayan flojas y sean como no llevar nada, que te aprieten y te hagan sentir sexy...las que sea, usad las que más os gusten, teniendo en cuenta que a los médicos les va a dar igual y al contrincante del encontronazo también: si se para a mirar qué llevas puesto eso ni es un encontronazo ni es nada. Pero llevad bragas... o calzoncillos, incluso, como les pasa a las soldados en el ejército suizo (¿Los suizos tienen ejército? Sí) porque el uniforme está solo pensado para tíos; así que hasta que tengan lista la ropa interior de mujeres (que será larga para el invierno y corta para el verano) ... la solución son calzoncillos.

Os deseo muchos encontronazos, de los buenos, de los que lo único importante que merece la pena con respecto a la lencería es encontrarla después, cuando tengas que volver a ponértela. (Si no la encuentras y te marchas en plan comando: ¡Enhorabuena!)

lunes, 7 de octubre de 2019

Cosas que (me) sacan de quicio de los restaurantes modernos

Llamadme vieja, llamadme retrógrada, llamadme absurda pero no soporto los restaurantes modernos y cuquis, esos restaurantes con grandes ventanales, espacios amplios y decoración blanca que sirve igual para venderte una limpieza dental, un gintonic de diseño, ropa de algodón 100% ecológico o una experiencia gastronómica. Esos restaurantes en lo que todo es ridículo. 

1.- Conseguir mesa. No se te ocurra pasar por la puerta y asomarte a pedir mesa. Te miraran como si fueras una piltrafa humana que no merece ni comer en el felpudo de la puerta. «¿Tiene reserva?» te escupen como si te estuvieran preguntando: «¿se ha duchado esta mañana?» Podrían decirte directamente: «No, no hay mesa» pero no, prefieren dejarte claro que en ese restaurante no hay espacio para la espontaneidad, todo está medido y tú sobras. 

Si has decidido reservar, los pasos a seguir y la información a proporcionar es más o menos la misma que para sacarte un billete de avión a Estados Unidos.Después tienes que re confirmar veinte cinco veces que sí, que quieres la mesa. Los que más me sacan de quicio son los que el día de la reserva te mandan un sms, un whasap y un correo para asegurarse de que sí, que vas a ir. Además te amenazan poco menos que con la siete plagas del Apocalipsis si osas a no aparecer. Ahora mismo, en Madrid, creo que es menos peligroso dejar de pagar una letra de la hipoteca que saltarse una reserva en un restaurante moderno.  

2- La entrada. Llegar a un restaurante moderno y cuqui es como viajar en el tiempo al Antiguo Régimen y no me refiero a 1950, hablo de la Edad Media. En un restaurante moderno hay una pirámide de poder con distintos estamentos. En la cumbre de la pirámide está el dueño al que casi nunca se le ve pero que siempre sale en los suplementos culturales y en los periódicos diciendo gilipolleces como «en nuestros restaurantes somos una gran familia» que se parece muchísimo a «todo con el pueblo pero sin el pueblo». Por debajo están el o los encargados de sala. Se les reconoce porque llevan pinganillo. ¿Para qué? Para nada, para hacerse los interesantes y para que quede claro que ellos no son eso tan antiguo como un maitre. Ellos no están allí para darte un servicio, para que tú estés a gusto, ellos están allí para controlarte, para vigilarte a ti y a los camareros que sois la plebe. Los jefes de sala con sus americanas ceñiditas y sus pantalones strech son los aristócratas. ¿Qué hacen? Nadie lo sabe pero ahí están. Después está la chusma, los camareros que van y vienen cargando con los platos, tomando las comandas en modernísimos cacharros electrónicos que seguro que controlan los tiempos y los pasos que dan. Es fundamental que el camarero de a pie no pare de moverse de un lado a otro. Fijaos bien. Yo creo que si se paran un momento los eliminan. Hay un estamento aún más bajo que son los trabajadores de la cocina. Nadie los ve pero están ahí, estos sí llevan uniforme: los visten de negro para que parezcan modernos y a veces los ves si bordeas el restaurante fuera de los horarios de comidas porque los dejan salir a fumar a la acera.  

3.- El guardián de la puerta. Puede ser un el o puede ser un ella. Su función es hacerte de dudar de la vida. Te mira con tanta suspicacia que a pesar de haber reservado, confirmado y reconfirmado, cuando dices «Tenía una reserva a mi nombre» estás convencido de que va a mirar el ordenador, va a sonreírte mientras te dice «lo siento» y apretará un botón que abrirá el suelo y te tragará. 

Cuando finalmente dice «Bienvenidos» estás tan aliviado por haber salvado la vida que la comida ya te da igual. 

4.- El atrezzo.  ¿Sillas cada una de su padre y de su madre porque somos modernos? Bien pero que sean cómodas. Potros de tortura fuera por muy pinterest que sean. ¿Qué les pasa a los restaurante modernos con los manteles? ¿Por qué se niegan a usarlos? Es una auténtica marranada no usar mantel. Sí, cuando llegas los cubiertos están sobre la servilleta pero ¿qué hago con ellos cuando me pongo la servilleta en el regazo? ¿Dejarlos encima de la mesa? Encima de esa mesa que seguro que ha limpiado una bayeta que ha pasado por otras mesas limpiando restos de otra gente. No soy escrupulosa pero los manteles tienen su sentido. ¿Los queréis modernos? Bien, tejerlos con restos de plásticos para salvar tortugas o con las colchas de vuestras abuelas, pero ¡poned manteles! ¿Y las fuentes? Sinceramente dedican más tiempo a sorprender con las fuentes que a pensar en la comida. Me imagino las tormentas de ideas:

-¿Qué ponemos de postre? 
-Da igual pero sirvámoslos en sartencitas pequeñas.
-Pero si son fríos. 
-Da igual, son cuquis y sorprendentes. 
-Vale, ¿y los tacos?
-En un tronco cortado con los tacos encajados en los cortes. 
-¿Estás de coña?
-Para nada, soy moderno y sorprendo.  
-¿Y la cuenta?
-¡Oh! ¿la llevamos en un bote de chuches que parezca antiguo aunque lo hemos encargado en China en el que haya que desenroscar la tapa y abrir la cuenta como si fuera un mapa del tesoro? *
-Hecho. 

Y así con todo. Un festival de recipientes ridículos a los que tú te empeñas en buscar un sentido hasta que te das cuenta que tienen el mismo sentido que las pelucas empolvadas del siglo XVIII.   

5.- «¿Lo tenéis claro, chicos?» « ¿Ya sabéis lo que queréis?» Perdona, ¿te conozco? ¿Somos amigos? ¿Nos hemos visto antes? El colegueo me incomoda, no puedo evitarlo. 

6- Los baños. Los hay de dos tipos, aquellos en los que han invertido todo lo que se han ahorrado en manteles y los que quieren recuperar la estética de los urinarios del salvaje oeste. En ambos casos la luz está demás. Todo lo que fuera son "espacios luminosos que invitan a relajarse disfrutando de nuestra carta y nuestros tés de selección" se convierte, en los baños, en "adivina si esa sombra que ves en el espejo es tu cara y encuentra el soporte del papel al tacto". 


Por último pero no menos importante, no están pensados para gente que come, que va a un restaurante a comer y no a posar. «Eso va a ser mucha comida» me dijeron ayer en un restaurante muy cuqui de Madrid. Y adivina qué, no lo fue porque las raciones son de jugar a las cocinitas. Para compensar tanta tontería cené judías pintas con arroz en un plato sopero de los de toda la vida sobre un mantel de cuadros en una silla comodísima.  


 *Esto de la cuenta no lo he visto pero dadles tiempo. El resto está basado en hechos reales. 

lunes, 6 de mayo de 2019

Mayordomos en extinción

 La vida en la sabana es durísima, unas especies crecen y se reproducen salvajemente y otras, soportando condiciones de vida terribles, tienden a la extinción.   Leo en un artículo que tenemos en el mundo, ahora mismo, sobrepoblación de ultrarricos y andamos escasísimos de mayordomos. 

Este terrible desequilibrio vital para la raza humana, el cambio climático y la viabilidad del desarrollo del planeta me empuja, por supuesto, a devorar el artículo que es una cumbre de despropósitos. 

Para empezar con el drama, no hay manera de saber cuántos mayordomos hay en el planeta. El periodista afirma que "En Suiza hay entre 1000 y 1200 mayordomos" pero que en el resto del planeta “creemos que hay algo más de un millón, aunque esto es realmente difícil de verificar. También porque hay muchos que, sospechamos, no cuentan con la formación necesaria”. No sé si habla de mayordomos o de una rara especie de ave tropical. Eso sí en Suiza como siempre lo tienen todo controlado. Y me encanta la sospecha de que hay gente por ahí, con frac y cara de circunstancias fingiendo ser Jeeves. 

La cuestión es que tenemos 42 millones de ricos y solo un millón de mayordomos, por lo que se me ocurre organizar unos Juegos del Hambre o un Battle Royal de ricos para conseguir mayordomo. Esta solución nos conviene a todos, acabaríamos con la superpoblación de ricos y podríamos saber quién anda fingiendo ser mayordomo porque les cortaríamos la cabeza al descubrir que no saben usar la pala de pescado o lustrar una botas de montar de un chino rico. 

¿Y cómo se cotiza nuestra raza autóctona de mayordomo? Pues, según un especialista en mayordomos, fenomenal porque  "El español es leal, afectuoso y tiene ese reconocimiento”. Por si esto fuera poco, los mayordomos españoles “vienen con una instrucción previa en centros extranjeros, muy al estilo de Downton Abbey. Nosotros la pulimos y la adaptamos a las necesidades reales de hoy”. Estoy perpleja. En primer lugar no sabía ni que teníamos raza autóctona de mayordomos, en segundo lugar me llena de orgullo patrio que estén tan bien considerados aunque lo de leal y afectuoso me suena como lo que se dice del mastín del pirineo y tercero ¿Qué hay que pulir de alguien que viene de Downton Abbey? ¿Estamos tontos? No hay nada mejor que Dowton Abbey. Espero que adaptarlos a las necesidades reales no sea hacerlos escuchar trap , sacarse selfies en instagram y cocinar recetas veganas. Eso ni es un mayordomo ni es nada, por muy leal que sea. Eso es un influencer de medio pelo. 

Los mayordomos no tienen paro. ¿Por qué? Porque los ultrarricos demandan muchos esclavos. “Se suele exigir una disponibilidad total, los siete días de la semana durante los 365 días del año. A partir de ahí ya se negocian días y fechas libres con el cliente, pero de entrada se requiere una disponibilidad total”. Por lo visto no hay suficientes mayordomos leales y afectuosos dispuestos a no tener vida para cuidar a unos inútiles integrales por muy bien que les paguen. (El sueldo está en unos 85.000 € anuales, aunque a mí ese dinero por convertirte en esclavo de alguien no me parece tanto, la verdad). Eso sí hay que valorar primero que tienes "oportunidad de conocer mundo, ya que es raro que una familia de ultrarricos se quede siempre en el mismo lugar" (supongo que por miedo a los depredadores de ultrarricos). Y, en segundo lugar, que esa pasta es "neta libre de impuestos y sin ningún gasto, ya que el mayordomo duerme en la casa del cliente y viaja con él. Es un trabajo que permite ahorrar”. Viajas y ahorras para cuando te mueras en la plantación de algodón, en la casa del ultrarrico. 

Entre la raza de mayordomos, los ejemplares más cotizados son los que todavía están fuertes para aguantar el ritmo de los ultrarricos "los que tienen entre 35 y 45 años, con una edad que ya da muestra de algo de experiencia, pero todavía jóvenes para poder recorrer el mundo". Esto me fascina porque lo lees y piensas que el mayordomo va a tener que recorrer el mundo en diligencia y cargando con la vajilla de porcelana del ultrarrico. Ahora que lo pienso, lo mismo es así porque yo de este mundo no sé nada. Lo mismo el ultrarrico va en jet privado y el mayordomo viaja en Ryanair en tarifa de perrete en la bodega.  

"Si tú le dices a un recién graduado en Turismo o Protocolo que si quiere ser mayordomo, lo primero que dirá es que no, porque es una profesión con connotaciones de servilismo. Es una profesión muy desprestigiada de puertas hacia fuera". Cómo son los graduados en protocolo, ¿desde cuando trabajar todos los días sin descanso ha sido servil? Si es que la gente ve fantasmas dónde no los hay. 

“Tener un mayordomo no es un lujo o un capricho. Es una necesidad que tienen los ultrarricos, que no pueden perder el tiempo en ver si su habitación está reservada, en saber qué ropa llevar a un evento o en asegurarse de que el avión no sale con retraso" 

Pensándolo bien, necesitamos que se extingan los mayordomos para ver si así los ultrarricos se tropiezan con sus propios cordones, se mueren de hambre por no saber abrir la nevera o se escaldan en la ducha por no saber graduar la temperatura del agua y nos libramos de esta plaga. 

La evolución de las especies era esto. 


jueves, 3 de mayo de 2018

Oda al queso

«No me gusta el queso» Pero, vamos a ver alma de cántaro, ¿cómo no te va a gustar el queso? El queso es una inmensidad que encierra en su interior tantas y tan buenas cosas que no se puede despachar con esa simpleza:«no me gusta». Decir que no te gusta el queso es como decir que no te gusta el campo o ninguna ciudad o la ropa en general. Una simpleza, una estupidez, una tontería. 

El queso es la cumbre de los alimentos. Es tu mejor amigo, tu amante, tu comodín, tu payaso y tu pañuelo de lágrimas. El queso nunca te abandona, siempre está contigo. El queso llega a nuestras vidas pronto, quiere seducirnos, conquistarnos, abrirnos las puertas a su inmenso mundo de color, sabor y texturas pero como sabe que somos memos y que no tenemos criterio lo hace de una forma que no nos asuste, en forma de juguete: quesitos triangulares, bolas de minibabibel de colores brillantes. Llamar queso  a lo que hay dentro es casi un insulto pero eso no lo sabes hasta que creces, te enriqueces y te enamoras del queso.  ¿Por qué el queso, con todo su mundo y su savoir fair hace esta absurda presentación en nuestra vida? Porque el queso nos conoce, sabe que los humanos somos bobos y que de críos no somos capaces de valorar los sabores  ni las sorpresas. Queremos comer todos los días lo mismo y que todo sepa exactamente igual a cómo sabía la última vez. De canijos la variabilidad gustativa no es una cualidad que apreciemos. Y hay gente que se queda ahí, son los de «no me gusta el queso» y «nada como la comida de mi madre»

Después, el queso empieza a seducirnos poco a poco haciendo cosas divertidas: se deja rallar para que hagas aludes de queso sobre tus spaghettis, se deja fundir para ponerle una deliciosa costra a la lasaña o los canelones al horno y si encuentra el entorno adecuado se presenta en su forma más divertida del mundo mundial: la fondi de queso. Si de niño tienes la suerte de tener acceso a esta cumbre de la diversión gastronómica serás para siempre devoto fiel de la cofradía del queso. ¿Qué puede haber mejor que mojar trocitos de pan o de patata pinchados en un palito en un líquido amarillo que al estirarlo hace hilos? NADA. Por favor, si hasta sale en Asterix que es una cumbre de sabiduría. 

El queso es generoso. Es una cumbre gastronómica pero no por eso va de chulito por la vida, el queso es tan guay que se junta con los sosos, con los marginados, con los tristes: la ensalada y la tortilla francesa. Pones taquitos o lascas de queso en una ensalada y mágicamente pasa de ser algo sano y sin gracia a ser algo resultón. Echas queso en una tortilla francesa y por arte de birli birloque, pasas de sentirte una solterona sin propósito vital a ser alguien con gracia y estilo.  Y eso por no hablar de cuando el queso se hace salsa....o helado.  

Cuando el queso te ve con posibilidades de ser una persona con criterio empieza a mostrarse en todo su esplendor. Te ve preparado y te da la oportunidad de probar quesos con personalidad, los quesos que huelen. En esta etapa ya está claro quien se ha quedado atrás, quien permanecerá para siempre fuera del paraíso quesil, son todos esos que dicen: a mí los quesos que huelen me dan asco. Esos se quedan atrás, abandonados en el mundo de las comidas sin olor, sin personalidad. Abandonados en la cuneta sin capacidad para apreciar el rótulo "quesos caseros". 

Los quesos que huelen son los quesos de los elegidos. Exigen entrenamiento, paladar, capacidad para la adaptación y gusto por la novedad. Todos huelen pero son todos distintos, la experiencia que proporcionan cada uno de ellos es diferente pero todas son buenas, todas merecen la pena. Si te gustan los quesos que huelen eres un privilegiado, la vida jamás terminará de darte sorpresas y el queso será tu aliado para siempre. Ya estarás preparado para decir "El queso es mi pastor y nada me falta" porque sí, porque los que hemos sido agraciados con el sentido del gusto sabemos que podríamos vivir comiendo solo queso. De desayuno, comida y cena. Sabemos que el queso no nos dejará solos. Es tan inmensa su disposición a ayudarte que  incluso el que no sabe cocinar, el que no ha encendido un fuego en su vida, el que no tiene cocina pueda montar una cena y quedar como un rey. ¡Prueba a hacer eso con las judías verdes o con la quinoa! Si no sabes cocinar y tienes que montar una cena, quien sabe si incluso una cena romántica, el queso y sus infinitas variedades está ahí para ayudarte. Compras los quesos, los cortas sintiéndote imaginativo y los colocas en un plato con uvas, frutos rojos o pan. ¡TACHÁN! Ya pareces algo. El queso te hace mejor, te hace sofisticado. Y si la cena es romántica y va muy bien, extremadamente bien y en la madrugada es necesario reponer fuerzas... puedes comerte lo que haya sobrado. Prueba a que te apetezca comer brecol a las cuatro de la mañana. Prueba a que sea sexy, prueba a comerlo a dos.  

Pero el queso no está solo para el jolgorio y las risas. Si llegas a casa con el corazón roto y no quieres  comer nada porque la vida ya no tiene sentido el queso estará ahí para pasarte la mano por el lomo y abrazarte. Quizá lo haga en forma de queso de tetilla que puedas mal cortar  o incluso comer a bocados entre lágrimas o quizá lo haga en forma de loncha de queso que puedas comer de pie delante de la nevera o quizá, si nos ve muy desesperados nos deje meter directamente el dedo en la tarrina de untar y chuparnoslo porque estamos tan tristes que sabe que no podemos hacer más.  Ni siquiera el jamón serrano, Dios lo guarde en todo su esplendor, es capaz de acompañar tanto. 

El queso no se acaba nunca. ¡Dios salve al queso!  

miércoles, 18 de octubre de 2017

Hablemos de cuñas

Llueve, me meto en el coche, enciendo la radio: «Si te preocupa retener de más». ¿Retener? ¿De más? ¿El qué? ¿Impuestos? Noooo, resulta que hablan de estreñimiento. Las 8:30 y ya tengo mi eufemismo favorito del día, «retener de más» en vez de «no hacer caca». Adoro a los chicos de las cuñas, vuelvo a recordarlos en su cuchitril, lleno de humo y ceniceros y vasos llenos de restos de café, anís y carajillos, y sé lo bien que se lo han tenido que pasar elucubrando una cuña para vender algo contra el estreñimiento. 

—Chicos, un bebercio para ir a cagar.
—¿Funciona?
—Pelaez, no nos pagan por saber si las cosas funcionan sino para anunciarlas y que las gente las compre. 
—Vale, vale. Esto es fácil "Para cagar bien, nada como Bio3"
—No podemos decir cagar.
—¿Y caca?
—Muy gracioso, tampoco.
—Poner un pino. Plantar un árbol. Sacar el tren del túnel.
—Chicos, sutileza.
—Retener. 
—Pero es que retener parece que lo haces porque quieres y cuando no cagas es porque no puedes.
—Pelaez, no nos pagan por ser puristas del lenguaje. Adjudicado, retener. Buen trabajo, chicos. 

«Cari, que se me había olvidado decírtelo. Que mis padres al final llegan dos días antes y se quedan quince días más» dice una joven. «No me puede parecer mejor» contesta un joven alegremente. No puedo con la intriga de saber qué anunciarán, por un momento creo que será una cuña de las clínicas esas que tratan la eyaculación precoz, las de "si tu vida sexual está bien, todo lo demás no importa", aunque no veo yo a la joven pareja chuscando alegremente como, sin duda, les gustaría si tienen a los suegros por casa en pantuflas, pero nunca se sabe. Mi sorpresa es mayúscula, sin embargo, cuando compruebo que no van por ahí los tiros, «Si tu caldera Junkers está bien, todo está bien» ¿En serio? Esto me suena a cuña de segunda mano. 

—Chavales, los alemanes quieren que anunciemos calderas.
—Pufff, ¿se puede decir calentar o tampoco?
—Pelaez, no seas rencoroso. Los alemanes pagan muy poco, no os matéis. Reciclad algo. 
—Calderas, calentar, sexo.. ¿reciclamos lo de la eyaculación precoz que hace mucho que no pagan?
—Hecho.  

«Hombre, entre agricultores tenemos que ayudarnos» he escuchado esta cuña mil veces, pero cada vez que sale la voz que finge ser un agricultor solidario me entra ternurita. Anuncian algo que se llama «Cultiva y gana punto com». Me fascina este anuncio porque da una nueva perspectiva al mundo de la agricultura, ya no veo gente labrando, currando en el campo, veo a dos amigotes en un bar, con un carajillo, rascando cartones a ver si les toca una cosecha de mijo o de coles de bruselas pero sin querer decírselo al otro, como si estuvieran jugando al mus. No sé si conseguirán vender algo de cultivayganapuntocom pero la cuña me fascina.

«Si te gusta el calorcito tropical
y se acerca un frente de frío polar
y a ti hay algo que te mueve
y tu novia no se atreve
Viajes El corte inglés te va a ayudar»

Pero, pero, pero ¿qué es esto? No sé si El Corte Inglés te va a ayudar pero sé que la cuña la ha hecho el tío que en la adolescencia, en los campamentos, te firmaba en el cuaderno poniendo "no vayas por el sol que un bombón como tú se derrite".  

—Chicos, tenemos que inventarnos algo nuevo con los de Securitas.
—¿Otra vez? Pero ¿queda alguien sin contratarles?
—Unos cuantos irreductibles. 
—Pelaez, no es momento para citas de Asterix. ¡Qué se os ocurre?
—Pues es que el acojone ya lo tenemos explotadísimo, como no vendamos la moto del hijo pródigo.
—Explícate Pelaez. 
—Montamos una cuña con uno al que ya han robado y en vez de recriminarle que no tuviera la alarma somos muy profesionales. Vendemos profesionalidad y amor. 
—Te lo compro. 

«Anoche entraron a robar en mi casa mientras dormíamos, menos mal que no nos despertamos. No se preocupe, esta tarde tiene allí a nuestro experto» 

Mi cuña favorita ahora es la de los CFD. ¿Qué son? Ni idea, no lo sabe nadie, pero eso da igual, los anuncian en la radio. 

-Chicos, hay que vender CFD.
—¿Qué es eso?
-Pelaez, da igual lo que sea. Hay que venderlo pero con cuidado porque no es para todo el mundo.
—Pero, ¿para quién es?
—Mmmmm, pues no lo sé, ¿para listos?
—Ya, claro, pero no podemos decir "anunciamos una cosa solo apta para listos" porque todo el mundo se cree listo. 
—Pues es importante advertirlo, sin que se note claro. 
—Podemos hacer el truco de poner alguien hablando  muy deprisa. 
—Well done Pelaez.  

«LOs CFD son un producto dificil de entender. La CNMV considera que no es adecuado para inversores minoristas debido a su complejidad y riesgo. Se trata de un producto apalancado, cuyas pérdidas pueden exceder el depósito».

—Pelaez, que no se te olvide decir que tampoco es para pobres. 

Quiero ir en el cuarto de los carajillos. Adoro las cuñas. 


lunes, 18 de septiembre de 2017

Despelleje de los Emmys: de un vistazo.

¿Hago despelleje? ¿No lo hago? ¿Sí? ¿No? Deshojo la margarita mientras voy conduciendo. Mejor no, ya está todo dicho. Mejor sí, es una tradición. No. Sí. Bueno, pero uno rápido. 

¿Qué es lo más importante de los Emmys? Lo más importante es que todas y todos deberíamos poder envejecer con la clase con la que lo está haciendo Robin.  Está espectacular y fabulosa y todo, absolutamente todo bien. El vestido no me vuelve loca pero me da igual. Robin es fabulosa. 

Soy muy fan de Milo desde su más tierna adolescencia. Cuando veía las chicas Gilmore con treinta años y dos hijas, tenía sudores fríos y de los otros viéndole en pantalla haciendo de adolescente. Ahora que tengo 44 y sigo teniendo dos hijas con las que estoy volviendo a ver Las chicas Gilmore ya no tengo sudores. Mientras ellas dicen «pero mamá, ¿cómo te puede gustar? es horroroso» yo elucubro escenas tórridas con él.  Estaba en los Emmys por una nueva serie This is us que no he visto pero que obviamente voy a empezar a ver. Estoy muy a favor de que Milo aparezca en todas partes porque, además, es un hombre que sabe llevar traje y lleva reloj. 

No os acostumbréis, vamos con los despropósitos. 

Me encantaría conocer quién está detrás de la espantosa moda del escote modelo autopista de seis carriles. Es un escote que jamás favorece, jamás es cómodo de llevar, jamás es sexy y da igual las tetas que tengas, jamás es buena idea. Ves a alguien con ese escote y nunca piensas «¡qué bonito escote!» o «qué canalillo más sexy. ¿será capaz de atrapar una aceituna?» o «¡como me gustaría verla sin el vestido!» ni siquiera piensas «¡qué buena piel!» Lo único que piensas es «¿cómo se sujeta eso? ¿con velcro? ¿dolerá al quitarlo? y ¿sí se le cae la sopa o el champagne le resbalará hasta el ombligo?»  Nunca es buena idea. El escote seis carriles arruina cualquier vestido, por muy elegante que sea. 

Priyanka se ha hecho un completo: dame plumas, dame apliques metálicos y dame acolchados que no se llevan desde los videoclips de los 80 y seguro que doy el golpe. La parte buena es que cuando caiga rodando no se hará daño. 


Dos reinonas. Susan está espléndida y a Jessica le ha crecido la frente. 


Elizabeth Moss sigue empeñada en afearse. No hay manera de que entienda que vestirse del mismo color que su piel es una malísima idea. Malísima. Y no es manía con ella, a esta chica también le sienta como un tiro o peor. 

My girl se ha hecho mayor y estoy en shock. 

Si no puedo envejecer como Robin, quiero hacerlo como Eddie Falco.  

Estos son los chicos de Stranger Things. No sé ni por dónde empezar a despellejar todas las cosas stranger que hay en esta foto. Eso sí, ella bate el record mundial de "mi metabolismo es así y me está devorando". Se lo ha arrebatado por muy poco a esta chica de Modern Family y su modelo "show me las costillas". 

¿Mangas farol? ¿En serio Sara Paulson? ¿EN SERIO? Replantéate tu vida. Ya. 

Tres cosas voy a decir sobre Hilaria Baldwin. Primero, qué putada llamarte Hilaria. Segundo, acabo de descubrir que nació en Mallorca y tercero, qué vestidazo lleva. Y qué bien lo lleva. 

Tessa Thompson va vestida de "Simon dice". Y el que no coja esta referencia, no ha tenido infancia. 


Milo está que cruje, hasta la perdono el pelito ese largo por detrás que es totalmente innecesario. 

Liev es también un hombre que sabe llevar traje y reloj. Y asustar niños. 

Me encanta Julia Louis-Dreyfuss. Estoy viendo Seinfeld entera de nuevo y su papel de Elaine es espectacular, se te olvidan las pintas que lleva, pero ayer en la gala estaba impresionante de guapa con un vestido precioso, elegante, correcto, sencillo, adecuado. Una rara avis. Julie Owen de negro también está estupenda. Y, oh sorpresa, conseguimos un tercer ejemplo de elegancia con Mandy Moore. 

Keri Russell, de pollo desplumado.  Debra Messing de bruja del mar y dos relojes. ¿De qué está hecho ese vestido? 

Nicole y Kid.  Ella y Él van de luna de miel. Él lleva alzas y Ella escote seis carriles, pero oye si se quieren y se ven divinos, ¿quién soy yo para decir que me parecen horribles y me dan mucha grima? 

Esto no lo había visto nunca fuera de una clase de segundo de infantil, un vestido de espumillón de colores. Muy mona Zoe Kravitz, un diez en pretecnología y manualidades. 

Otro problema del escote seis carriles es que hay que estar siempre con pose de cántaro yendo a la fuente. Los cántaros son tendencia por lo que veo. 

Uy, se les ha colado un maniquí del Museo de Cera. Pago por la foto en la que entran dos operarios y se la llevan. 

Vanessa Bayer que va vestida de "mira fijamente y verás la figura en tridimensional". Otro completo: manga abollonada, plateaditos, plumitas y cantarito. Otra camuflada. 

Iñigo Montoya será el próximo Santa Claus. 

Muy fan del actor secundario Bob. Esta chica va estupenda. 

A todos nos cae bien Jessica Beil, a todos os gusta esta chica pero pero pero nos ha querido colar un escote seis carriles y superposiciones de pañuelos y no. Ni siquiera Heidi aka Pibón de la muerte aguanta ese escote.

Como Jane no quiero envejecer, me conformo con llegar a esa edad. El vestido no me gusta aunque quiero creer que es un homenaje al vestido rosa que lleva en Descalzos por el Parque cuando comen knichi y beben ozu. 

Con mucho pecho di NO al escote seis carriles. Y requeteNO.

-Tengo trauma porque mi madre me vestía de marinerito.
-Podía ser peor. Podía haberte vestido como a los niños de Stranger Things.

Ni una fiesta sin la pobre chica sin amigas. O peor, con amigas cabronas que le han dicho «¿Amarillo, encaje y que te haga el pecho caído? Gran idea, estás estupenda. Y además, ven que te vamos a hacer un peinado original»

Y para cerrar, Milo again. Porque sí, porque es mi nuevo o, mejor dicho, mi recuperado placer culpable. 



martes, 2 de mayo de 2017

Despelleje Gala MET: la parada de los despropósitos

Si lleva plumas y peluca es la MALA. 
Se ha celebrado la gala anual del MET que es básicamente una fiesta de disfraces con un tema aleatorio decidido por alguien MUY MALVADO  y que a los invitados les vale para justificar cualquier mamarrachada.

La gala del MET en diecinueve sencillos despropósitos:

1. Cuando se te va la mano subiéndote los leotardos pero aún así se te siguen cayendo.

2. Si brilla como un pavo, posa como un pavo y tiene plumas. Es un pavo.

3. Si posa como un pollo, es de color pollo y tiene plumas. Es Piolín.

4. Cuando te agarra una crisis de imagen brutal y lo único que te apetece ponerte de tu armario es un plumas y unos zapatos sin sacarlos del envase de poliespán. 
6. Mi abuela tiene un sofá como tu vestido. Y mi tía unas cortinas. 

7. Me he puesto a recortar y he descubierto que la papiroflexia es mi pasión.

8. Todos somos revolucionarios pero solo yo soy necesaria que para eso soy francesa. El Ché.


10. Tus propias rastas como complemento. Me faltan piedras para empezar a lapidarle. ¿lleva un collar con los dientes del Ratón Pérez? 


12. ¡Pobres almas en desgracia! Siempre quise ser Úrsula, la bruja del mar. 

13. A mí me dijeron que iba a llover. A cántaros

14. Si parecen cadáveres y van vestidas de cadáveres, están muertas.

15. Cuando llegue a diez, harás lo que yo quiera. Mírame fijamente. 

16. The Ring o cuando soy la diseñadora y se me han quitado todas las ganas de diseñar algo y voy del cine de las sábanas blancas.  

17. Naomi Campbell con un señor que parece un extra de "El príncipe de Zamunda". 

18. Arsa. La flamenca de whasap. 

19. Deconstrucción de cortinas de piso a la venta en idealista. 


viernes, 28 de abril de 2017

Detéctame esto, Securitas Direct

Querido Jefe Supremo de Securitas Direct, 

Le escribo esta carta desde la honda preocupación que siento por su negocio porque sospecho que, usted, es ajeno a lo que está ocurriendo. Me cuesta imaginar como es posible que no sea consciente del desaguisado que se está cociendo en su propia casa y sólo alguna desgracia, del tipo auditivo como la que aquejaba a Beethoven o del tipo solitario como la de Robinson Crusoe, en cuyo caso tendré que meter este mensaje en una botella, podrían explicar el hecho de que usted permita su actual campaña publicitaria. 

Mire, no sé como decirle esto pero se lo voy a decir: Sus cuñas de radio constituyen, sin duda alguna, una de las más, si no la más espantosa, equivocada, innecesaria y sobre todo contraproducente campaña de marketing que he sufrido nunca. Se estará preguntando usted, ahora mismo, si soy soy experta en la materia. Para nada, no sé nada de marketing ni de publicidad pero Sr. Jefe Supremo, yo soy su público objetivo y odio con toda la fuerza de mi ser a su empresa.

Soy perfectamente consciente de que sus alarmas están pensadas para gente que, como yo, vive en una casa con cosas dentro a las que tiene cierto cariño aunque no valgan un pimiento y me inquieta pensar que las atroces cuñas de radio con la que está bombardeándome, a mí y a los que son como yo, que son miles, no sólo no consiguen convencerme  de comprar sus alarmas sino que me provocan un rechazo brutal, una hostilidad sin límites y deseos irrefrenables y muy firmes de correr a comprar la competencia. Hay días, incluso, que tengo ganas de coger todas mis cosas, amontonarlas y prenderles fuego con gasolina mientras grito «Toma esta, Securitas Direct, TOMA, TOMA, ya no necesito tus malditas alarmas»

Se estará usted preguntando ¿tan horribles son? No, no son tan horribles, son lo peor que se ha hecho nunca en forma, fondo y sobre todo cantidad. ¿Sabe usted la cantidad de dinero que está tirando en cuñas de radio solo para que la gente les odie? ¿Por qué esa manía de ofender a sus potenciales clientes creyendo que no tienen memoria a corto plazo y necesitan que ustedes les acojonen cada 20 minutos con sus cuñas? 

Primero fueron a por los que eran unos despreocupados de la vida con la cuña en la que la madre llama por teléfono a regalarles una alarma. Bien jugado pensé, seguro que hay gente pensando «con tal de que mi suegra no se meta en mi vida, compro yo solo la alarma». 

Después fueron a por los que tienen un negocio con la terrorífica cuña sobre robos en tiendas que acaban en destrozos, cierre temporal de negocio, pérdida de stock y los protagonistas viviendo debajo de un puente por las deudas. Si tus habichuelas dependen de tu negocio, entiendo que te aterraras y compraras la alarma. 

Agotadas estas dos vías sus secuaces, Sr. Jefe Supremo ,idearon más maldades, acudiendo a los instintos más básicos del ser humano. Para la envidia idearon la cuña de «Marisa, vamos a cambiar la alarma porque todos los de la calle tienen securitas direct y no vamos a ser nosotros los únicos que no» «Dale Paco, que se note que somos como los demás». Ahí, apelando a la envidia vecinal de adosado que, como todo el mundo sabe, saca a relucir lo peor de cada casa.

Para el miedo a perder el trabajo idearon la cuña del acojone. «¿Y Merche?» «Se ha cogido unos días porque le entraron a robar en casa y tiene mucho miedo y está regular». Inmediatamente, el oyente no piensa en Merche, ¿a quién le importa Merche?, piensa en qué significa "cogerse unos días". ¿Merche se ha cogido vacaciones del susto? ¿se ha ido de baja? ¿eso no tendrá consecuencias en su trabajo? ¿qué le pasaría al oyente si hace eso? Mejor se pone la alarma, a ver si va a entrar un ladrón a robarle su mesa de ping pong y su llavero de Batman y se queda sin trabajo del susto. 

No contentos con esto, acudieron a un tercer instinto básico y fundamental de la humanidad: las ganas de coger vacaciones. «Me vuelvo a casa, Mari Carmen, me ha llamado mi madre y me han robado». «Pero si tienes todo pagado» El oyente, que acaba de pagar su apartamento en Torrevieja, entra en pánico. Además de la talegada por el cuchitril resulta que va a tener que volverse a casa a toda prisa porque le han robado la lima de uñas y el pimentero de recuerdo de Praga. 

¿Ya? No. Las mentes diabólicas siguieron ampliando el espectro de público objetivo. Primero fueron los que no querían que su suegra se metiera, luego los que tenían negocio, luego los que se habían comprado chalet, luego los que tenían un curro, luego los que ahorraban unas perrillas para irse de vacaciones. ¿Qué quedaba después? Los que tienen familias felices. 

«Los ladrones saben que vas a salir a cenar en Nochebuena con tu familia, a celebrar las fiestas y aprovecharan esos momentos en los que no hay nadie para entrar a robar» 

Vamos a ver, ¿se puede ser más ruin? ¿Sabe usted las peleas familiares por organizar las cenas que ha ocasionado esta cuña? «Manolo, dile a tus hermanos que este año cenamos en casa» «Tarde, ya ha dicho mi cuñada Elvira que en su casa»

¿Y después de arruinar las familias felices? ¿qué quedaba? La gente que no va de vacaciones, que no tiene dinero, que solo sale con el mantel y la tortilla los sábados por la noche al merendero. 

«Con la llegada del buen tiempo hacemos planes al aire libre y los ladrones aprovechan para robar» 

No se vaya todavía, aún hay más. ¿Qué era lo que quedaba? ¿Qué reducto de población se resistía a su asedio? ¿Quienes eran los últimos irreductibles? La gente sin trabajo, sin vacaciones, sin familia, sin amigos, los ermitaños. 

«Los robos más peligrosos son los que se producen cuando estamos en casa, compra nuestras alarmas con detección anticipada de ladrones»

Estimado Sr. Jefe Supremo, tenga cuidado. Usted está a dos cuñas de radio de vender alarmas para los propios ladrones. Una sofisticada tecnología que detecte los pensamientos delictivos del ladrón mientras recién levantado se mira al espejo, se rasca el culo y piensa en robar en casa de Mercedes, «Paco, Paco, deja de pensar en eso que es delito y te mando a la policía», y acabar así con su propio negocio. 

Y yo, yo estoy a dos cuñas de radio de comprarme un pañuelo y un antifaz y hacerme bandolera, sólo por fastidiar.  

Atentamente, 

lunes, 27 de febrero de 2017

Despelleje Oscar 2017



Paso de ellas, de las actrices. Me aburro con sus trajes así que hoy me voy a fijar más en ellos, con atención, interés y diseccionando hasta el último detalle.


Hace unos años publiqué un post en el que decía que no sabía si Ryan me gusta o no me gusta. Ahora soy más vieja y más lista o, quizás, lo que tengo es menos criterio pero lo que no me gusta de él queda aplastado por lo que me gusta de él. Ryan es un sí claramente. Sigo pensando que a la mañana siguiente, de una noche de pasión con él, me daría yuyu encontrármelo. Ryan siempre entrecierra los ojos como calibrando si podrá pegarte una puñalada y salir corriendo antes de que te des cuenta.

Cosas de Ryan ayer que sí. Para empezar va bien peinado porque hablemos de los hombres y su pelo. "Ah no, yo no me peino" te dicen como si no fuera EVIDENTE que van sin peinar. Ryan siempre va bien peinado, ayer por la noche no fue una excepción y lleva el maquillaje justo, para que no le veamos los poros, pero sin parecer una puerta. Ryan, además, siempre lleva los zapatos adecuados, otro tema difícil para los hombres.

Lo que es no, de ayer, son las chorreritas de la camisa y la pajarita de terciopelo. ¿Qué pasa con el terciopelo? ¿Por qué ha vuelto? Reconozco que le tengo una manía personal ligada a una noche en la que llevaba un traje de terciopelo y me rompieron el corazón pero eso no viene a cuento. El terciopelo da calor y da sensación como de ser todo muy gordo. No, no y no.

David Oyelowo lleva terciopelo también y un esmoquin de brocado blanco. Lo que viene siendo una cursilada. Cuando un tío lleva un esmoquin blanco la secuencia de pensamiento es "¡oh un esmoquin blanco con un tío dentro!" y luego "¡¿por qué se ha puesto eso!" y después "¿de qué color lleva los calzoncillos? ¿color carne? puaghhh" . El pensamiento ¡qué hombre más elegante! brilla por su ausencia.  Y aquí tenemos a este hombre para que quede claro el concepto. Y en primer plano para ilustrar, una vez más, la idea de que la originalidad la carga el diablo.

Jamie Dorman lleva una chaqueta crema. El crema es básicamente un color que se define solo cuando lo pones al lado de algo blanco. No es blanco, no es amarillo, es crema. Y es asqueroso. Además Jamie lo combina con un pantalón gris de uniforme que le da la apariencia de niño en las bodas de oro de sus abuelos en un crucero por las Bahamas.

Chris Evans parece un geyperman arreglaó. El azul es para tíos increíblemente guapos, increíblemente sexys y con mucha clase. Si te falta alguno de estos tres elementos, y al bueno de Chris le faltan los tres, vas hecho un muñeco. Además va demasiado peinado y lo peor es que está claro que se gusta. Hablemos de barbas. Ya lo he dicho más veces, entiendo que uno se deje barba porque es más cómodo pero, ¿qué sentido tiene llevar esa barba arreglada hasta el último milímetro y las cejas depiladas? Me apuesto las dos manos a que Chris duerme con redecilla en la barba todas las noches y lleva unas pinzas en el bolsillo. Y otra pajarita de terciopelo gordo.

Alex Greenwald no sé si está más preocupado por el evidente abandono de su fijador en la escultura capilar de su tupé o porque sus dedos no toquen la espalda de su acompañante. En cualquier caso esa sonrisa siniestra me da miedo.

Denzel y su traje cuatro tallas más grande. Además, está esponjando muchísimo y se le está poniendo cara de pan.

Jeremy Renner casi lo consigue pero con el chaleco se ha equivocado. ¿Por qué chaleco con esmoquin? ¿Pensaba que tendría frío? Con esas manitas así, como de homilía de predicador del medio oeste americano parece que teme coger frío con el relente de la noche. Si es eso, que se hubiera puesto una rebequita.  ¿Y la pelusilla facial? ¿Por qué? Dejarse ese rastro de pelitos en el labio y esa sombra de barbita en el mentón ha debido llevarle horas. ¿Qué tipo de hombre se pone a afeitarse y se hace eso? Exacto, el tipo de hombre que no es de fiar.

¿Qué puede salir mal si eres un tío grande como un castillo, con la cabeza cónica y calva y te pones un esmoquin azul eléctrico de terciopelo con ribetes en raso negro?  Aunque claro, pensándolo bien tampoco tiene mucho que perder. 

Michael Sannon es un tío al que siempre miro muy fijamente esperando que la cara se le acabe de encajar. Nunca sé si está a punto de quitarse una máscara o es que la que lleva no le encaja. Debe de ser la segunda opción porque en esta foto es evidente que está temiendo que si sonríe más se le suelte la máscara y veamos su verdadero rostro. Creo que lleva el clavel para disimular y si eso pasa, regar a su interlocutor y salir corriendo. Su pareja, además, lo sujeta como si fuera Monchito. Todo muy perturbador.

Aldis Hodge muy bien. El azul acero es un color favorecedor siempre y si tienes buena planta más. Lástima de quincallería que se ha empeñado en lucir y que es innecesaria completamente. Pulsera, reloj, tres sortijas y una cadena colgando de la solapa que no sé si es el escapulario de su hermandad de Semana Santa o una insignia de boyscout.

La peli de Mel es un tostón pero él está envejeciendo bien a señor mayor, algo que está convirtiéndose en una rareza en estos tiempos.

Hablemos del segundo plano de esta foto cuando consigáis despegar los ojos de la mujer en primer plano encantada de conocerse. Muy fan del señor de la izquierda con chaleco beige, la insignia en la solapa y las gafas de sol graduadas tamaño Jumbotron recién llegados de los ochenta. Y muy fan del tío de las rastas con el esmoquin blanco de solapa estrecha mirando con asquito la mano tendida del niño en plan "como me roces con esa mano mi chaqueta te mato".

Barry Jenkins muy bien. Esmoquin bien, pajarita bien, nada de pelo facial y gafas estilosas. Y lleva reloj. Además tiene el mérito de intentar que la Hupert se ría algo que, como todo el mundo sabe, no ocurre desde 1980. Por cierto, el pendiente cremallera que lleva la Hupert me da muchísima grima.

Estos dos  niños muy bien. No sé muy bien quién los ha emparejado con la Hupert cuando es evidente que a ella le entusiasma la infancia.

Casey Affleck hecho un zarrapastroso absurdo. Me lo imagino completamente como un adolescente carpetero diciendo

 —¡Yo no me pongo traje!
—Te pones traje como que me llamo Madre Affleck.
—Qué no.
—Ya veremos qué no. La tontería del niño de las narices. Me tienes más harta.
—No pienso ponérmelo.
—No me calientes, no me calientes. Hasta el moño con tu  malditismo. Una buena torta y se te quitaba la tontería.  

Y así va. El traje se lo ha puesto pero está hecho un mamarracho. 

Justin Timberlake pues bueno. Ni fú ni fa. Podría ser peor y dudo mucho que pudiera ser mejor. No lleva reloj.

¿Qué le ha pasado a Halle Berry?  Estoy en shock. ¿Por qué lleva ese pelo? Y ¿por qué lo lleva teñido a juego con ese horroroso vestido? 

Bardem con el mismo encanto que un vendedor de la sección de caballero de Galerías Preciados.  ¿Desea el caballero alguna cosa más? ¿Calcetines, cinturones? Los tenemos en oferta. Lo veo. 

Un crowfounding para que la próxima especie de velociraptos que se descubra lleve por nombre  Priyanka Chopra. Pago por ver sus graciles movimientos caminando sobre esos andamios que lleva por zapatos.

Jeff Bridges Sí.  Bien el esmoquin, la barba, el pelo y él todo. Siempre dan ganas de irse con él a tomar copas sin temor a que se rompa, te mate, se vaya con otra o esté más depilado que tú. Y su mujer lo sabe, sabe que es una chica con suerte.  Aprovecho para decir que hay que ver Comanchería.

De Damien Chazelle solo salvo el reloj. Lo demás es es un despropósito. Esmoquin azul eléctrico siendo un enclenque poca cosa es horrible, la pajarita blanca, el pañuelito asomando, la barbita de mosqueperro. Cero atractivo.

Bien, ya es hora de aceptar que nunca vamos a hacer de Matt Damon un hombre de provecho. No da más de sí.

El momento justo en el que Riz Ahmed se ve en el reflejo de la cámara y es consciente de que se ha equivocado con el esmoquin color "azul traje de boda de madrina de pueblo".  Aquí el momento siguiente en el que piensa "¿Y si me abrazo al chino gafotas y sostengo un panda galáctico se notará menos?"

Sting y Trudie muy bien. Viejunos, arreglaos y estilosos. Sting se ha esculpido en plan empalizada de fuerte indio o campo de trigales a punto de cosechar pero está elegante con su chaqueta de cuello mao. El traje de ella me encanta.

Vigo, Vigo, Vigo. Siempre es sí, aunque confieso que está mejor en la película con un traje rojo loro que con este esmoquin. Bueno, en la peli, como mejor está es en bolas en un desnudo frontal espectacular.  Vigo saca lo más animal de mí.  Pero centrémonos, el que está a su lado es su hijo, Henry Mortensen destrozando la teoría darwiniana de la mejora de la especie y el refranero popular español "quien a los suyos parece, honra merece". El desastre evolutivo  es evidente pero no quiero dejar de resaltar por si alguien no se da cuenta de que Henry además del pelo, el traje, los botines, la sonrisa y la absurda pose, lleva las uñas pintadas de negro.

No sé si es Halle o el actor secundario Bob travestido.

Todo muy bien en Marhersala Alí. Le podría poner el pero del pañuelo de cuadros pero lo compensa porque lleva reloj.

Con los niveles de absurdez de Nicole ya no puedo. Que le den una escoba y salga volando. Bruja.

Dakota Johnson de Oscar, no de la Renta. De estatuilla.

Un señor en batín de tomar el jerez en la biblioteca.

Dev Patel con su madre moviendo la ternurita pero los pantalones le quedan cortos, los zapatos brillan tanto que parecen de charol malo y los calcetines blancos con lunares rojos, no. Se lo voy a perdonar todo porque la madre está tan contenta que no quiero darle disgustos.

Michael J Fox marcándose un Lalaland. Soy muy fan, y si dejara de teñirse el pelo lo sería más.

Yo es que a Gael no le encuentro el atractivo por ninguna parte. Aquí va como de poquita cosa y con botines. Mal.

Vince Vaugh con la chaqueta corta. Está a dos centímetros de llevar una "torerita".

Ay Andrew, ¿como te han dejado salir de casa sin echarte tapa granos? O eso, o te ha dado urticaria el cocktail. Pobriño. Le voy a dar el premio chupachups para compensarle y porque ese desarrollo cervical se merece un reconocimiento.

Hola Raphaela, susto o muerte.

Glen Powell y su pose de "ey nena, mira lo que tengo para ti". Mucha vergüenza ajena Glen,  la entrepierna arrugada y las manos fofas, eso es lo que tienes.

Un guaperas con terciopelo gordo. Lástima.

Qué mona con el peinado de plumón de polluelo de lechuza peregrina.

¡Ajá! El actor secundario Bob antes de montárselo con Halle.

Y con esto y un brindis al sol por la elegancia perdida, hasta el despelleje del año que viene.  

lunes, 9 de enero de 2017

Despelleje Globos de oro 2017


Dentro de 20 días este humilde blog cumplirá nueve años y hoy veo, tras repasar las fotos de la entrega de los Globos de Oro,  que mis sabios y siempre acertados consejos durante todos estos años no han servido de nada. Resumen del repaso de más de trescientas fotografías: todo mal. 

Un desastre.
Una catástrofe.
Un despropósito.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? 

Los colores muy muy feos, tan feos que no sabía que existían se han hecho con la alfombra roja. Supongo que un nuevo ataque de originalidad mal entendida ha arrasado en la mente de diseñadores y actrices.  

Quiero un vestido del mismo color que mi anodino tono de piel. Ajá. Buenísima idea. No se me ocurre nada menos favorecedor, ni siquiera un saco de basura metido por la cabeza. Aquí otra de exceso malva y candidata a premio "pechitos" 

Quiero un vestido del color de la funda de mi colchón, me recuerda a la faja de mi abuela. 

Me horroriza el vestido de Blake Lively. En mi mente calenturienta veo esos dorados como serpientes enrolladas en sus brazos que ella mantiene a raya con la pulseraza que lleva en la muñeca y que seguro que tiene poderes mágicos. El vestido me horripila pero estoy  muy a favor de su evolución a señora estupenda. Bien por ella.   

Anna Kendrick va vestida de visillo sucio de piso de alquiler en idealista que te hace decidirte a no alquilar ese piso ni aunque te lo regalen. Su expresión de alegría infinita confirma que no está muy contenta con su elección. No hay que fiarse de las fotos ni siquiera para elegir vestido. 

Me fascina la infinita capacidad de Wynona para ser anodina, para dar igual. Siempre. Por su pose podemos confirmar que ella es, como la mayoría de nosotras, una mujer que ya no sabe llevar vestidos de fiesta.  Muy fan de su cara "¿me puedo ir a casa?" 

Elsa va a lo Pedroche, en bolas. Por ahora, no he oído a nadie clamar contra la opresión machista que la ha obligado a ir a esa fiesta con ese vestido.  Sofía Vergara también va en bolas con aplicaciones de candelabro de Versalles. En su pose tampoco percibo mucha opresión patriarcal. Creo que está encantada porque ella lo vale.  Nicole Kidman  se suma a la moda opresora y va desnuda con un trapo transparente muy muy feo colgado de los hombros y despeluchado en los pies. Sorprendentemente en su cara veo satisfacción. A ver si vamos a tener que revisar esos argumentos de culpabilidad hacia los hombres cuando las mujeres eligen ponerse lo que les da la gana.  

Un hombre que no sabe llevar traje y al que es posible que la nuez le asomara por la nuca por lo apretado que lleva el cuello de la camisa. 

De rodillas para adorar a Anette Bening: ¡qué clase! ¡qué estilo! ¡qué vestido más chulo y que bien peinada va! A Warren me lo perdono. 

Gillian Anderson de princesa disney. Laura Dern de ilustración de libro de botánica del siglo XVIII y demasiado pelo. 

Keri Russel ha hecho el famoso "dámelo TODO": transparencias, estampado animal y volantes. Le falta una peineta. 

Ardo en deseos de ver Lalaland porque es un musical, porque sale Emma Stone y porque sale Ryan Gosling. Ya tengo escrito por aquí, que no sé si Ryan me gusta o no me gusta porque siempre que le miro tengo la sensación de que si desayunara con él, tras una noche de amor y sexo, me lo encontraría mirándome por encima de la taza de café exactamente con la mirada que tiene aquí. Una mirada que me haría pensar "no sé si le gusto mucho o planea secuestrarme". No me gusta el esmoquin que lleva pero hay que tener mucha clase para ponerse esos zapatos. 

Emma, Emma, Emma, mira que me gusta, mira que me cae bien pero ¿Qué es eso que te has puesto? ¿Por qué? Es tan feo, te queda tan mal, es tan cursi, tan lánguido, tan horrible que no consigo entender cómo alguien te ha dejado salir así de casa. ¿Ha sido Ryan? No te fíes.  

Evan Rachel Wood y su esmoquin con camisa de lazo, PERFECTA. 

Jeffrey Dean Morgan vestido como si saliera de su puesto de trabajo en una sucursal bancaria de Barcelona y sin cinturón. Muy mal.  

Kristen Wiig  de recortable. Me recuerda a mi niñez y esas tiras de papel que recortabas con formas geométricas para hacer guirnaldas. Si, algo que ya no se lleva, como el vestido de Kristen. 

Que alguien me explique qué promesa y a qué santo ha hecho que esta chica se ponga esta cosa.  Es también una guirnalda recortable, es amarilla, tiene apliques plateados, una extraña cinta negra atravesada y debajo lleva un corpiño negro. O es una promesa o una penitencia.  O un "a que no hay huevos". 

Reese de amarillo bien. Natalie de amarillo mal. ¿por qué esas manguitas que la hacen bracicorta? Y ni el peinado ni la sonrisa la favorecen. A lo mejor es que el anillo que lleva a presión en el índice le corta la circulación y mientras sonríe solo puede pensar en que van a tener que amputarle el dedo porque ya ha ido 3 veces al baño y no ha conseguido quitárselo. A lo mejor es eso. 

Otra de amarillo que no sabe qué hacer con su vida. Por ahora se dedica a posar como si se le estuviera descolgando la mandíbula mientras se le disloca la cadera. Derrocha naturalidad por todos sus poros. 

Kristen Bell haciendo de su "no tengo canalillo" virtud.  Jessica Biel compitiendo también por el premio autopista de 4 carriles con un vestido completamente incomprensible

¿Qué es esto?  Quiero saber quien es el campeón que consigue venderle esta cosa a alguien diciéndole "tengo justo el vestido que necesitas" y quiero saber cómo de desagraciada es tu vida para que lo compres y te lo pongas. 

Hugh Laurie haciendo un "soy un señor inglés y lo importante es mi inteligencia". No digo que no, pero a mí de Dr.House me ponía mucho y ahora mismo le miro y lo que me apetece es aprender a jugar al bridge. 

Sarah Jessica disfrazada de Catalina la Grande. Le sobra todo, tela, vuelo, mangas, trenza postizo y rictus.  Julia Louis Dreyfus muy muy elegante, si se peinara sería la bomba. 

¿Soy yo o Tom Ford tiene los ojos tan pequeños que casi están a punto de desaparecer?  Como siga poniendo esa cara de estar estreñido los va a perder definitivamente. 

Una cumbre de cursilería con uñas picudas. 

¿No me queda un poco grande? ¿no es un poco soso? Si, cariño, te voy a atar una cinta lila en la cintura y ya está. No, no está.  

Jamás pensé que diría esto pero  Heidi muy mal, fatal.  Parece que le ha pillado el toro y se ha pegado unas tiras de césped artificial encima de la toalla de piscina. 

Michelle Williams sigue empeñada en autoconsumirse. Cada vez es más minúscula, más chiquitita y lleva vestidos de muñequita de dar mucho miedo en casa de tu vecina loca. 

Ni una entrega de premios sin su reintepretación del socorrido disfraz de bolsa de basura. Siempre pienso lo mismo, ¿resbalarán? ¿pesarán mucho esos vestidos? ¿te engancharás en todas partes? ¿darán frío? 

Milo Ventimiglia con un bigote a lo magnum que no le favorece nada y el nudo de la pajarita mal hecho. Me gusta mucho más en su versión macarra en las Gilmore Girls.

No sé quien es Regina King pero su vestido de encimera de granito me fascina, le queda de lujo, es elegante y lo lleva con mucha clase. 

"Las mujeres se operan mucho",  jajajajajajaja. Tururú.  Sylvester y John deben estar alimentando por sí solos a 3 ó 4 generaciones de cirujanos plásticos en Hollywood.  Sus mujeres divinas y muchísimo más reales.  

Michael Shannon y todo lo que no hay que hacer si te pones traje.  Los niños de Stranger Things, sin embargo, están monísimos y demuestran más clase y saber estar que muchos de los hombres adultos. 

Felicity maravillosa. Bien el vestido pantalón, el pelo, el maquillaje y la sonrisa. Muy fan. 

No tengo palabras para esto de Lyly Collins. Me he quedado estupefacta. Solo se me ocurre coger un avión para estar a su lado cuando se despierte, entre en internet y se vea de verdad. Entonces podré  cogerle la manita y decirle "no te preocupes, se pasará, se pasará".  Cuando se haya repuesto del disgusto le propondré quemar esa cosa en el jardín mientras bebemos vino directamente de la botella. 

Visto lo visto, veo un nicho de mercado, hay que crear un servicio de "mejores amigos", alguien a quien puedas llamar en estas ocasiones para que te vea el vestido y te diga: "mira, si no fueras mi mejor amigo no te lo diría pero esa cosa es horrible, no puedes llevarla" y te salve de ser despellejado.