domingo, 23 de agosto de 2015

Música para conducir

- Juan, ponme música o me duermo. 
- Vale. ¿Quieres que te ponga una lista que hice para seleccionar las 20 canciones que más me gustan?
- Estupendo.

Enfilamos la carretera. Empieza a sonar la música.

- No sé... ¿Quienes son?
- No te lo digo. Adivina.
- ¿The Who? 
- Nop. 
- Led Zeppelin. 
- ¡Muy bien!
- ¿Has visto? Si te echas un ligue ni de coña lo saca. 

- ¿Elvis? ¿Can´t help falling in love? No me creo que esta entrara en tus 20 favoritas. 
- No, no entró pero se quedó finalista.
- A mi me gusta más Burning Love. Esta es un rollo. 
- Tiene unos coros de flipar. 
- Aburre. 
- A mi me da pereza al principio pero luego me gusta, aunque mi favorita es Suspicious Minds. 
- Esa también me gusta. ¿Entro en el top 10?
- No, porque la terminan dos veces y la cagan. Escucha, hacen fade out y luego vuelven. Una cagada. 

- Es un grupo actual. Se llaman Tedeschi Trucks Band.
- ¡Me encantan! Tienen una historia curiosa. La canción es del corista. Ella es una cantante de blues super famosa y tenía su propia banda, conoció al guitarrista que se llama Derek Trucks que es más joven que ella y se casaron. Él se llama Derek por la banda Derek and the Dominos. ¿Los conoces?
- ¿Por quién me tomas? Pues claro.
- Pues Derek es sobrino del batería de Allman Brothers Band, y es un prodigio de la guitarra. Hay vídeos suyos con 13 años tocando y es tan bueno que acabó convirtiéndose en el segundo guitarrista de la banda, en el mismo papel que en su día hizo Duane Allman que tocó con Clapton su famosa canción Layla cuando estaba en Derek and the Dominos. Duane murió en un accidente de coche super joven. Y a Derek Trucks le pusieron ese nombre por Derek and the Dominos.
- Alucino.
- ¿Con qué?
- Con que no te acuerdes de nuestras vacaciones del año pasado y te sepas estas historias.
- Tengo memoria para lo que me impacta y es importante en mi vida.
- Sin comentarios. Me flipa la canción. 

- Madre mia, que atasco. 
- ¿En directo?
- Si, ¿sabes quienes son?
- Ni idea...a ver...ese que canta que es David Byrne. ¡talking Heads!
- ¡Bien!
- Me encanta esta versión. Fa, fa, fa, fa....

- ¿Por qué? Me mola como empieza. ¿Quien es?
- Adivínalo. Es un cantante que esto es lo que tiene más escuchable. Tiene otras cosas que ni siquiera yo puedo escuchar. 
- Me mola la voz. Es super grave.
- Sí, tenía la voz grave pero, además, el novio celoso de una fan le tiró desde el escenario y se rompió no se qué y la laringe y le cambio la voz a aún más grave. 
- ¿En serio? Alucino. 
- Escucha a las coristas, es Tina Turner y las Ikettes. Al loro como cantan y los coros que hacen que son jodidísimos de cantar. 
- Alucino más.
- Ellas cantaron esos coros y luego se lo enseñaron a Ike Turner todas orgullosas porque era un super trabajo y el tío les dijo que vaya mierda. Era un cabrón. Zappa contaba que Tina cocinaba para todos y lo llevaba al estudio y que nadie se explicaba como podía estar casada con el memo de Ike. 
- Me encanta la canción, aunque sea muy rara.
- Pues va de un tio que se va a Montana a ser un empresario del hilo dental. 
- jajajajajaja. 

- ¿Sabes que Lennon se inspiró en el sonido de una ambulancia para escribirla?
- Pues no, pero esta canción me encanta y siempre me recuerda a ti.
- Es un temazo. La letra no tiene ningún sentido. Lennon la hizo así, sin sentido para que la gente se comiera la cabeza intentando encontrárselo. Hay una estrofa que es parte de una canción que él cantaba con un amigo suyo del colegio. Le llamó desde el estudio a preguntarle "oye, como era la canción". Y el amigo flipó, claro. Es la última canción psicodélica de los Beatles. Luego ya se olvidaron de este rollo. 

- ¡Este es Nick Drake!¡Esta la conozco porque ya me la habías enseñado!
- Si. Pink Moon.  Pobre Nick, era un genio absoluto. Hizo 3 discos cojonudos pero era un tío muy raro, no quería salir de gira, ni entrevistas ni nada y a pesar de ser un genio no tuvo éxito y acabo suicidándose o algo. Y ahora está super reconocido. El Vang Gogh de la música. 

Pocas cosas hay mejores que un coche, un paisaje, un amigo y música. 

miércoles, 19 de agosto de 2015

El cumpleaños de las dos manos


Cumples 10 años. 3650 días juntas. Recuerdo perfectamente este día hace 10 años. Llevaba unos pantalones blancos y una camiseta de rayas blancas y verdes y me leí el periódico entero antes del parto. Teníamos tu nombre decidido desde el minuto 1, aunque si hubieras sido niño te habrías pasado días sin nombre. 

Cuando te veo dormir te sigo viendo pequeña. Duermes de lado, hecha una bolita y con todo el pelo por la cara. No sé como lo haces pero sigues oliendo a bebé, a niño pequeño. 

- Mamá, buenos días. Estoy sudorífica. 

Cuando duermes sudas siempre... sudas y te levantas como si una pareja de cigüeñas te hubiera anidado en la cabeza. Un halo de pelo encrespado te rodea mientras te sientas y en silencio sepulcral te echas el nesquick en tu cuenco rosa o tu taza de animales, la leche fría y entonces, me miras y dices: ¿las tostadas? Siempre igual. No eres persona hasta que desayunas.

Cada día me sorprende lo segura que estás de ti misma, de lo que quieres y del efecto que causas en los demás. Sabes perfectamente lo que quieres. Lo que quieres ahora y en el futuro. Sabes también lo que no quieres con total certeza. 

Con los labios apretados, los puños cerrados y los ojos bajos te veo reconcentrarte en la rabia que te provoca que te regañemos. Te duele el orgullo. 

Contienes las lágrimas todo lo que puedes. Te las tragas, las sorbes, las dejas caer sin hacer nada. Pocas veces, muy muy pocas veces lloras de pena, y entonces, cuando es por pena lloras muchísimo. Lloras tanto que no sabemos como consolarte porque  cuando te has dejado llevar para llorar así estás muy muy triste. Me parte el alma. 

Concentrada. En el coche te transformas, puedes estar charloteando y preguntando sin parar todo el día "mamá, ¿si te echas un novio me tengo que cambiar el apellido?" "mamá, explícame la guerra civil", "mamá, ¿sabes que eres vieja, verdad?", pero en cuanto te metes en el coche te callas. Vas mirando por la ventanilla concentradísima. Te veo por el espejo retrovisor, seria, atenta, a veces canturreas la canción que esté sonando pero poco. Pocas veces te duermes y muchísimas me sorprendes diciendo "por aquí pasamos una vez y paramos en esa gasolinera". Has heredado mi memoria y tienes un sentido de la orientación alucinante. He perdido la cuenta de todas las veces que gracias a ti he encontrado el coche en un parking.

Consigues provocarme la necesidad de abrazarte, besarte y achucharte. Soy arisca y de poco tocar pero contigo es distinto. Nadie más en el mundo lo consigue. Me gusta abrazarte, sentarte en mi rodillas a pesar de lo grande que estás y que te dejes achuchar. A veces logro que te tumbes encima de mi al levantarte por la mañana como cuando eras canijilla. 

- ¿Cuánto me quieres?
- Muuuchooooo. 
- Mucho no.
- Muchízimoooooo. 

Me encanta que lo hagas por darme gusto, hablando con la z como cuando eras más pequeña y con voz de "eres pesadísima". 

Como tu padre eres una persona feliz. "Mami, yo soy alegría y tú un follón de cosas". Sí, eres alegría permanente, ganas de vivir, de estar contenta, de hacer cosas. De hacer el payaso. Todo te apetece, todo te gusta, todo te sorprende. Nada te perturba, nada te preocupa.

Estás aquí, estás viva y eres feliz. Y es alucinante verlo. 

Cumples 10 años, dos manos completas pero siempre siempre serás mi niña pequeña. 

Feliz cumpleaños princeza. 


martes, 18 de agosto de 2015

Cosas que (me) dan miedo


Brujuleando he conocido a a Michelle Poler y su video  100 days with out fear. Michelle se ha pasado la vida acojonada por todo. Es una absoluta milindris a la que le da pánico todo y además confunde el miedo con la vergüenza, el asco y un montón de cosas más. 

A pesar de no compartir con Michelle casi ningún miedo (va por el 87) y distinguir las cosas que me dan pánico y las que me dan vergüenza, la buena de Michelle me ha inspirado para hacer una lista de mis miedos más idiotas. 

Me diferencio de Michelle en que no tengo ninguna intención de superar esos miedos. Ella es tan pipiola y tan milindris que sospecho que detrás de esta iniciativa hay años de terapia para intentar que salga de su campana de cristal y pueda enfrentarse al mundo cuando sus padres dejen de cuidarla. 

Cosas que (me) dan miedo...y tranquilos que no llego a cien. 

Inciso.- Obviamente lo que más miedo me da es que mis hijas sufran o que les pase algo, seguido de la enfermedad y muerte de mi familia y amigos...pero este post no va de eso. He dicho miedos tontos.- Fin del inciso. 

Me dan pánico los gatos. Mi terror hacia los mininos ha ido creciendo con el tiempo. Debería ser al revés, te haces mayor y, se supone, capaz de ser objetiva y pragmática y ver que es una chorrada de miedo. Pues me hago mayor y cada vez soy más objetiva y pragmática y los gatos cada vez me dan más miedo. Ya no soporto ni verlos en fotografías. He desarrollado tanto pavor que cuando alguien me dice que tiene gato me encuentro pensando ¿qué tipo de tara tiene esta persona para que le guste un animal tan terrorífico? Prefiero un ligue con serpiente que con gato...tal cual lo digo. (Para cuando sea vieja revieja, si llego a eso, me tendré que comprar un canario que píe cuando me muera... paso de gatos que me devoren)

Bucear. Lo he contado mil veces. Ni me planteo bucear en plan embutida en neoprenos pero es que ni siquiera me gusta usar gafas de bucear en el mar. No quiero saber lo que hay debajo. No me dan miedo las medusas, las algas, los peces o lo que sea... sencillamente no quiero verlo. Me da pánico la sensación de inmensidad que sientes al mirar con gafas de bucear. Además no le encuentro la gracia a respirar por la boca con un trozo de plástico en la boca. 

Saltar. No me refiero a saltar metafóricamente, a cambiar de vida, tomar una decisión o correr un riesgo. Me refiero a saltar,a pegar un brinco. Este es un miedo adquirido, supongo que debe ser por hacerme mayor. Me da miedo saltar y hacerme daño. Sé que no tengo porqué hacerme daño pero no salto por si acaso. Es curioso porque en el resto de mi vida... los por si acaso me sirven para hacer cosas. 

El espacio. El universo. La inmensidad del cosmos. No quiero ser astronauta ni saber qué todo está lejísimos y que somos motas infímas y que cuando me muera ya no habrá nada más. Si lo pienso, ya lo he comentado también, me entra vértigo cósmico y muchísimo miedo. 

Los limpia piscinas. Las arañas, mantis religiosas, avispas, abejas y todo ese tipo de bichos no me da miedo. Me dan asco y procuro no acercarme, básicamente porque además pueden picarme. Mi terror hacia los limpiapiscinas es completamente irracional. Son unos bichos asquerosos  pero no hacen nada. Un limpia piscinas te roza y no te enteras... pero si en una piscina veo uno, no me meto. Además, me intrigan. ¿De dónde salen? Sospecho que son familia de los piojos porque hay las mismas teorías idiotas sobre su origen "Les gustan las piscinas (pelos) muy limpias", "estan en piscinas (pelos) sucias" y nadie tiene ni idea. ¿De dónde sale el primer limpia piscinas? y ¿Dónde tienen los ojos? Es un bicho que me perturba y me da muchísimo miedo.  

Echar gasolina y al ir a pagar no llevar cartera. Todas las veces que echo gasolina ( y son muchísimas) al encaminarme a la caja y meter la mano en el bolso se me acelera el corazón y en 3 segundos veo mi futuro proyectándose sobre la fachada. No tengo la cartera, me la he dejado en casa, revuelvo el bolso, lo vuelco, sonrío al dependiente que me mira con cara de hastío, compruebo que efectivamente no llevo cartera, ni dinero ni nada, sonrío y balbuceo "no se va a creer lo que me pasa", llamo a alguien para que venga a ayudarme, ese alguien se caga en mi y mi despiste y tarda lustros en venir y mientras tanto yo vivo en la gasolinera que por supuesto siempre está en un páramo espanto tipo París Texas. Llevo una bata rosa y un pañuelo en la cabeza y por alguna misteriosa razón fumo. 

Luego siempre encuentro la cartera (soy asquerosamente ordenada) pero el subidón de adrenalina me dura unos 5 km.

Las escaleras. Este es un miedo adquirido. Me he caído tantas veces y me he dado tantas leches que ahora si hace falta empujo ancianitas para agarrarme del pasamanos y, por lo menos, si me caigo podré minimizar la leche y no destrozarme el culo o morir como Angela Channing. Asociado un poco a esto va el escurrirme en la ducha...aunque esto no me ha pasado nunca. A ver, me he escurrido haciendo cosas que no se deben hacer en la ducha pero eso es otra historia y ahí no me da miedo. Es más miedo a escurrirme, romperme algo y tener que esperar horas hasta que alguien venga a sacarme y entonces me visualizo en bolas, con el pelo pegado....en fin, algo como lo de la gasolinera. 

En cualquier caso sé por experiencia que las cosas que más daño pueden hacerte son las que no te dan miedo. ¿Mi consejo? Desconfiad siempre. 

miércoles, 12 de agosto de 2015

Por que madrugar te hace miserable

Estamos rodeados. Rodeados de cosas desagradables que sin embargo se están vendiendo como si fueran lo más de lo más, como si no hacerlas, comerlas, pensarlas o sentirlas nos fuera a convertir en infraseres, en peores personas. 

¿De qué estoy hablando? 

Hoy hablo de la campaña a favor de madrugar para ser una persona exitosa. Hace unos días un post en Medium bajo el tramposo título de "Por qué deberías ser una persona madrugadora" contaba una historia de terror acerca de "personas exitosas" que madrugan. 

Empecemos por el principio. 

Madrugar es levantarse a las 8 de la mañana. Es una hora estupenda. Si te acuestas a las 11 de la noche tienes por delante 15 horas de día que, bien aprovechadas, dan para un montón de cosas. Una hora de leer, entretenerte o lo que sea en la cama y 8 de sueño. El día perfecto. 

Levantarse antes de las 8 de la mañana es avaricia. Ganas de ser el que se levanta antes, de estrenar las calles, de llegar al curro y decir "pues yo ya he corrido, nadado, paseado a mi perro, leído la prensa o preparado cocido para 15". Por supuesto, hay mucha gente que se levanta antes simplemente porque no le quedan más opciones... pero casi seguro ninguno de ellos se considera una persona exitosa. Se verían mucho más exitosos levantándose a la hora que les diera la gana. 

Levantarse antes de las 7 es vicio. Y como todos los vicios es incomprensible para el resto de la humanidad. "Me encanta", dicen los que se comen las uñas o aman la calceta. Los demás no lo entendemos. 

Las "personas exitosas" del post del otro día se levantaban todas entre las 3:45 y las 5:30 de la mañana. Obviamente eso no es madrugar, es rendirse al insomnio y levantarse de la cama para no seguir agonizando. "Ya que no duermo voy a ver si..."

- ¿Tienes insomnio?
-  No, es que me gusta madrugar.
- Ja. 

Antes de que nadie se me eche encima, no estoy diciendo que haya que levantarse a las 12 de la mañana. De hecho levantarse más tarde de las 10 te hace tener la sensación de que te han dado un día "usado". No es exactamente como un día de segunda mano, se parece más a leer un periódico que otro ha leído antes. Las noticias son las mismas, todo está en su sitio... pero no es lo mismo. 

"Los madrugadores tienen la ventaja competitiva" de que son capaces de salir de la cama antes. Todo depende cómo se mire. Yo puedo decir "Los madrugadores tienen la desventaja de que no disfrutan del sueño y no dan descanso a su cerebro", por ejemplo. 

En el post, las personas exitosas que madrugan tienen también en común, curiosamente, que son asquerosamente ricos. Me asombra que nadie vea que en estos artículos sobre lo buenísimo que es caerse de la cama de noche no aparezcan nunca ejemplos de "gente que se siente miserable porque se tiene que levantar a las 3 de la mañana porque tiene que ir a currar y desea morir". A lo mejor me equivoco y todos esos curris madrugadores se sienten super exitosos cada mañana al amanecer mientras se hacen la cama. 

Porque si. Resulta que para madrugar y que no desees suicidarte, conviene hacerte la cama. No lo digo yo, lo dicen las personas exitosas "Hacer la cama todas las mañanas está relacionado con una mejor productividad a lo largo del día."

Sin entrar a discutir que dudo mucho que Michelle Obama, Anne Wintertour o Richard Branson se hagan la cama, cualquiera que madrugue sabe que la cama hay que hacerla por una única razón: si la dejas sin hacer y vas a estar mucho tiempo pululando por el cuarto, es muy posible que las sábanas te llamen con cantos de sirena, tu fuerza de voluntad flaquee y acabes tumbándote mientras babeas diciendo "cinco minutos más". Por eso hay que hacer la cama, ni productividad ni leches. ¿A quién le importa la productividad a las cinco de la mañana? 

Por supuesto y como era de esperar, además de la cama, después de madrugar vienen más torturas si quieres ser el colmo del éxito. No vale con arrastrarte fuera de la cama, llorando y soñando con un poco más de sueño, aunque sea en la alfombra. Eso ni es exitoso ni nada. Después de hacer la cama, hay que beberse medio litro de agua, desayunar fruta y verduras, hacer ejercicio, leer la prensa y priorizar el día. 

Estáis pensando lo mismo que yo. Comer a las 5 o las 6  de la mañana no es desayunar, en todo caso será una recena o picar entre horas. Y hacer todas esas cosas no es "aprovechar el tiempo", es rellenarlo hasta que sea hora de empezar a trabajar y el resto de la humanidad, que sí puede dormir, se active. 

Conclusión: los madrugadores son gente muy envidiosa y quieren arrastrarnos a todos al lado oscuro. Y repito, antes de las seis de la mañana no es madrugar, es insomnio disfrazado. 

Ahora que lo pienso, la única utilidad que le veo a esta idea de madrugar es si ligas con alguien, te vas a su casa y luego cuando te estás escabullendo te pilla. 

- No es lo que estás pensando, no me estoy yendo...es que me gusta madrugar. Soy una persona exitosa. 

lunes, 10 de agosto de 2015

Clases de yoga

- Ayer fui a yoga a probar.
- ¿ah si? y ¿Que tal?
- Bien. Me moló. Yo prefiero ir a montar en bici pero me gustó.
- Estaba pensando en ir a algo así... a ver si consigo tranquilizarme.
- Moli, a ti te sentaría de puta madre. Pruébalo.

Y lo he probado. 

Vaya por delante que mi conocimiento sobre el yoga era nulo (sigue siendo nulo pero un poco menos). Por "yoga" mis neuronas solo recuperaban flashes con imágenes de gente sentada en el suelo con las piernas cruzadas, sonrisas beatíficas, posturas imposibles, puestas de sol con una figura a contraluz, murmullos cantarines, concentración y relajación. 

Mis neuronas sólo acertaron en puestas de sol. He tenido la suerte de que las clases de yoga a las que he ido se daban en plena montaña, a las 8 y media de la tarde con Siete Picos al fondo, recortado contra el cielo mientras se ponía el sol tras La Peñota. Para mí, el mejor sitio del mundo para hacer yoga, calceta o el pino puente.  

En mi desconocimiento yoguero, pensaba que el yoga era un deporte o actividad o lo que sea que no necesitaba nada. Un deporte cómodo. También me equivocada en eso. Se necesita una esterilla, un "bloque" o ladrillo y algo de abrigo para que en la meditación no te quedes frío. Por supuesto yo no llevo nada más que mi cuerpo serrano en camiseta de tirantes. 

No empiezo mal. La profesora, una chica encantadora y muy maja que por alguna extraña razón lleva unos cascabeles minúsculos atados a la cintura me dice que me siento muy bien, que la postura de meditación la tengo perfecta. Me abstengo de comentar que es lo único que tengo de meditación, la postura. 

- ¿Has hecho alguna vez yoga?
- No.
- ¿Qué sabes del yoga?
- Nada.- contesté rápidamente antes de lanzarme por un monólogo absurdo sobre mis neuronas. 
- Bien. El yoga consiste en activar una serie de instrumentos que tenemos en nuestro interior para ponernos en contacto con la tierra y alcanzar la paz interior, librándonos de las tensiones de la vida diaria. 
- ...
- No te digo nada más. 

Me siento, echo un vistazo a los demás compañeros de la clase y me concentro en hacerlo bien. 

- Respiramos despacio, concentrándonos en la respiración. Contamos el tiempo que tardamos en la inspiración y tardamos el doble en echar el aire. 

Bien. Eso puedo hacerlo. Inspiro en 6 segundos, así que si mis cálculos no me fallan tengo que tardar 12 en expulsarlo. De primeras me parece mucho pero descubro que voy holgada. ¿tendrá que ver con la respiración de nadar? ¿Será mucho o será poco? ¿Cuánto tardará el del al lado? Mierda. Me he desconcentrado. Inspiración... 4 segundos. ¿Por qué ahora solo inspiro en 4 segundos? ¿Qué hago mal? ¿Estoy haciendo algo mal? A lo mejor lo estoy haciendo bien. 8 segundos para expulsarlo. Inspiración...3 segundos. ¿De qué va esto? Si sigo así voy a terminar con la respiración de una parturienta de peli americana, soplando fuu fuu fuuu. 

Concéntrate, concéntrate. ¿Se me está durmiendo un pie? Mierda.¿Seré la única? ¿Y si abro un ojo y miro a ver si los demás han estirado las piernas? Tengo que estirarla, tengo que estirarla. Ahhhhh... mierda, ahora viene el cosquilleo ese que quieres morirte. Inspira, inspira... 

- Ahora vamos a cantar un mantra. ¿Quién no ha cantado nunca mantras? 
- Yo.- contesto mientras me masajeo el pie. 
- Lo suponía. La letra es "Surinemaaaa, surinemaaaa... mastinaaaaa" lo importante es la melodía. Empiezo yo y me contestáis. 

¿Cantar? ¿Yo? Pero si me da vergüenza cantar en el coche. La profesora empieza a cantar maravillosamente bien y yo intento recordar la melodía y la letra. Sería más fácil si la letra tuviera algún sentido. No digo que no lo tenga, seguro que lo tiene pero claro... no lo entiendo. Esto es como cuando cantabas "wachi, wachi" cuando no sabías inglés; al aprender el idioma le encuentras más sentido. 

Deja de pensar, deja de pensar y concéntrate en la melodía. Surinemaaaaa. 

Plas, plas, plas. 

Abro un ojo para identificar el ruido. La profesora mientras canta se golpea la pierna rítmicamente, cada vez más deprisa. Y no pierde el hilo. Es prodigioso. ¿Se hará daño? Seguro. Se le va a quedar una señal roja en la rodilla. 

- Nos tumbamos ahora en el suelo. Abrimos el pecho a la tierra dejando que el efecto del mantra resuene en nuestro interior. 

Me tumbo. Sin más. 

- V invertida. Plano inclinado. El gato. Arqueamos. Estiramos. Tiramos del sacro. Abrimos la palma de las manos. El feto. V invertida. Gran paso adelante. Caderas alienadas. Postura sobre los hombros. Piernas hacia atrás. Dejamos caer la espalda vértebra a vértebra. 

Sigo como puedo las posturas. No lo debo estar haciendo mal porque la profesora no me corrige. A lo mejor es que lo estoy haciendo tan horrorosamente mal que me ha dado por imposible. 

- Y ahora vamos a empezar con la relajación. Nos tumbamos con la cabeza hacia el centro. Piernas un poco abiertas, palmas de las manos hacia arriba. Nuca apoyada en el suelo, barbilla contra el pecho. Y nos retiramos a ese lugar en nuestro interior donde sólo hay amor, consciencia y maestría. 

¿Maestría? ¿Maestría? ¿En qué? Paso, paso, paso. No voy a pensarlo. Tengo que dejar de pensar. Voy a concentrarme en la voz de la profesora que es relajante. 

- La maestría interior y la consciencia. 

¡Nooo! No lo repitas. No digas consciencia. Ni maestría. Es mejor que no diga nada aunque tenga voz aterciopelada. Si sigue hablando no seré capaz de desconectar mi consciencia. 

- Vamos relajando pies, pantorrillas, piernas, abdomen, manos, brazos, hombros, pecho, cuello, boca, ojos, cara... cerebro. 

¡Noooo! Ha dicho cerebro. Casi lo tenía conseguido, pero mi maldito cerebro se ha activado al oír su nombre y ha empezado a mandarme imágenes de risas enlatadas "jajaja, relajar el cerebro, lo llevas claro, ni de coña nos relajamos. Ahora mismo vamos a obligarte a pensar en "Inside Out" y a que imagines a todas tus emociones descontroladas por tu cabeza. Ahora mismo Inspiración va correteando por toda tu cabeza anotando ideas y pegando post its para un post con tu experiencia en el yoga". No, no, no. No pienso escribir sobre esto. "Claro que sí, ya lo verás". 

Voy a relajarme. Necesito dejar de pensar en todo. Lo necesito. Apagarme neuronalmente. 

Oigo a mi cerebro descojonarse. "Mejor toma drogas o ... ya sabes". 

- Y ahora poco a poco, cuando vuestro cuerpo os lo indique, vais volviendo de la relajación. 

Menos mal. Estaba a punto de chillar. 

- ¿Qué tal? ¿Te ha gustado?
- Fenomenal. El jueves vuelvo. 

Me ha molado el yoga. Relajarme no me relajo pero por lo menos no me hace peor persona como correr. Sólo tengo que aprender a vivir hablando con mi lado más chalado. 

Y a cantar. 



miércoles, 5 de agosto de 2015

Lecturas encadenadas.- Julio

Julio ha sido un gran mes. Bueno, ha hecho un calor asqueroso pero a pesar de esa pega, julio ha sido gran mes y me ha cundido muchísimo... en todos los aspectos y también en las lecturas.

Comencé el mes con un chasco,  Nueva York de Djuna Barnes. Compré este libro en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión en el mes de mayo. Había leído referencias a ella en distintas páginas de internet y como era Nueva York me decidí. No sabía ni de qué iba y estaba tan descolocada que incluso creía que Barnes era negra. No sé de dónde había sacado esa idea. No me voy a extender, ha sido el primer abandono del año.  Son artículos cortos sobre la vida en Nueva York en los años 20 pero no conseguí engancharme y me aburrí y lo dejé. Sin más.
"La certeza siempre provoca preguntas, la incertidumbre afirmaciones. Es una equilibrada ley de la naturaleza". 
Cabaret Biarritz  de José C. Vales me estaba esperando en la mesilla. Conocí a Vales en la presentación del libro de Magrinyá, hablamos un poco, intercambiamos nuestros tuiters, me dijo ¿Tú eres la del Empotrador? y un buen día de la Feria del Libro quedamos para que me firmara su libro, nada más y nada menos que Premio Nadal. Aprovechando que me marchaba al norte, pensé que era buena idea leer sobre Biarritz, estar en el ambiente y el clima y lo cogí sin tener ni idea de qué iba.

Me ha encantado. Me lo he pasado fenomenal leyéndolo y era justo lo que necesitaba tras una serie de novelas fallidas. Al principio confieso que leí un poco agarrotada, acojonada pensando que fuera un horror y tuviera que despellejarlo... pero una vez que comprobé que Vales no iba a pifiarla, me relajé y lo disfruté muchísimo. Estaba deseando llegar a  mi residencia de Donosti para retomar el libro. En El Buscalibros podéis leer la reseña que escribí pero desde luego es un libro perfecto para desconectar y disfrutar.
"¿Sabe usted lo que es una galerna? Es como el amor pero en meteorología".
El Circuito Interior de Francisco Goldman. Conocía a Goldman porque tengo pendiente leer el libro que escribió cuando su mujer murió con 30 años en la playa por el golpe de una ola. Escribió un libro sobre el duelo que todavía no he leído pero sabía quien era y cuando vi el libro de Turner pensé que era una buena manera de conocerlo. Una vez más no tenía ni idea de qué iba a encontrar y me ha encantado.

Goldman, cinco años después de la muerte de su mujer, decide en una especie de proceso catártico que para terminar de superar el duelo y poner su vida en marcha otra vez tiene que conducir por México D.F. Sabe conducir pero jamás lo ha hecho por esa ciudad. El D.F. es una mega metrópoli con un caos de tráfico infernal, millones de coches cada día circulando con unas normas de tráfico que más que normas son sugerencias. La excusa de conducir por la ciudad le sirve a Goldman de trampolín para hablar de él, de su duelo, de sus amigos, de sus recuerdos y sobre todo y por encima de todo de la ciudad misma, de México y de política. Yo no sabía casi nada de política mexicana, sabía algunas cosas pero con Goldman y su crónica he aprendido muchísimo. Es un libro que recomiendo muchísimo para conocer la realidad mexicana y porque está de plena actualidad, fue escrito el año pasado y aparecen conflictos y situaciones que estamos viviendo ahora mismo como la historia de los alumnos a maestro desparecidos o la historia del Chapo Guzman. En una de esas casualidades cósmicas que me ocurren de vez en cuando, justo el día que leía sobre la captura del Chapo, los informativos daban la noticia de su fuga.

El Circuito interior es un libre muy diferente, impactante, y muy personal.
"Hay que crear las condiciones para que la gente se sienta parte de la comunidad, si no, la ciudad no funciona". (Marcelo Ebrard. Alcalde de Ciudad de México)

Ciencia y creencia de Steve Jones. Otro libro de Turner. Estaba en la estantería esperando su momento que llegó cuando Fernando Cossío lo recomendó en el curso de verano en San Sebastian. Fernando recomienda siempre libros fabulosos así que Jones escaló posiciones en la estantería de pendientes.

Steve Jones es genetista y en este libro relee la Biblia (algunos pasajes del Antiguo Testamento) que le sirven de plataforma para desarrollar temas científicos, para dar la versión científica sobre los hechos bíblicos: el origen del universo, la formación de la tierra, la aparición de la vida, los hombres, la enfermedad, el Diluvio Universal, las razas, el sexo, la alimentación y hasta la aparición de la religión desde los datos científicos que tenemos sobre el tema.

No soy científica y mi conocimiento sobre muchos de los temas que trato Jones es nulo; al principio me pareció un poco denso pero luego me enganche y le encontré la gracia al tono y a lo que cuenta. Supongo que habrá otros científicos que puedan rebatirle, precisar o matizar muchas de las cosas que cuenta pero creo que para un público generalista es una buena lectora para conocer muchos temas científicos de manera seria, entretenida y que, desde luego, provoca interés y curiosidad.

"La devoción, con su promesa de vida eterna, está hecha para los optimistas, mientras que la ciencia es el hogar de los pesimistas, que buscan hechos atroces con los que destruir sus hermosas teorías (o al menos las de sus rivales). Ellos han sembrado el mundo de dudas y, en consuencia, el mundo ha salido ganando". 
"Los hombres nunca infligen daño con tanta plenitud y alegría como cuando lo hacen desde la convicción religiosa (Blaise Pascal)". 
La habitación cerrada y  Los Terroristas  los dos últimos casos de la colección del Inspector Martín Beck. Una novela policiaca de crímenes nórdicos en el mismo tono que los 8 tomos anteriores. Beck es la novela negra nórdica antes de que se inventara ese término, se poblaran las estanterías de autores clónicos y todas fueran iguales. Beck es el precedente de Wallander, Salander y todos los demás. Intriga policiaca sencilla que se sigue con interés pero cargada hasta las orejas de contenido político porque la pareja de periodistas suecos que las escribieron estaban supercomprometidos con sus ideales. En estas dos novelas no dejen títere con cabeza: despellejan a la clase política, la educación, el sistema de bienestar sueco, el capitalismo, la policía, la justicia, las cooperación política internacional que apoya a dictadores y políticos de extrema derecha. Es un retrato deprimente y lo peor es que tiene 40 años y seguimos igual. Repito lo que ya he dicho más veces, si queréis leer novela negra que no os agreda ni parezca un capítulo de CSI, Beck es vuestro chico.

¡El autor, el autor!  de David Lodge me ha servido para terminar el mes. Lo compré también en la Feria del Libro Antiguo porque lo tenía en mi lista por recomendación de Elena Rius. No tenía ni idea de qué iba, estaba tan despistada que creía que era un ensayo sobre escritores y el oficio de escribir. Y sí, es de escritores y escribir pero no es un ensayo, es una biografía novelizada (¿se puede decir así?) de Henry James. 

De James leí hace muchos años Retrato de una dama y La copa dorada. Dos novelones largos, pesados y lentos de los que el mayor recuerdo que tengo son el frufru de las telas de los vestidos de las damas y el entrechocar de las tazas de té. Así que sí, James me pareció aburrido pero la biografía de Lodge me ha parecido maravillosa. Me he encontrado inmersa en la vida de un solterón, convencional, egoísta, envidioso, inseguro, lleno de rigideces morales y al mismo tiempo un artista volcado en su trabajo y su vocación con una devoción absoluta a su tarea como escritor. Lodge consigue llevarnos al Londres de finales del siglo XIX y principios del XX y dar a James una dimensión cercana más allá de la que reflejan sus (pesadas y densas) novelas. Es un libro muy entretenido sobre todo si te gusta lo "inglés" pero no tanto como para que me haya dado ganas de volver a James. 

James mantuvo una inmensa correspondencia toda su vida con amigos, familiares, admiradores, seguidores... etc pero la hizo quemar casi todo preocupado por su intimidad. Lodge pone en su boca estas palabras que hoy en día siguen estando igual de vigentes. 

"Y no solo (me preocupa) que las lean, sino que las publiquen y ganen dinero con ellas. Así van las cosas en esta americanizada y espantosa época nuestra. Ya no hay intimidad ni decencia. Los periodistas, entrevistadores, los biógrafos, son parásitos, langostas que devoran todas la hojas. El arte por el que nos desvivimos, las penalidades que sufrimos por crear mundos imaginarios..., a ellos les importan un rábano. Solo les interesan los hechos triviales". 

Y con esto y un bizcocho voy a dedicar el mes de agosto a Tony Judt y las mil páginas de Posguerra. Felices lecturas de verano. 

Maravillosa portada del New Yorker al que me he suscrito en papel para darme un capricho. 


lunes, 3 de agosto de 2015

Ensayo sobre el mercadillo

Primera ley del mercadillo: hay que ir siempre.
Segunda ley del mercadillo: cualquier tiempo pasado fue mejor.

Hay dos tipos de mercadillos. Los "mercadillos" sin más y los temáticos con apellidos: medieval, artesano, manualidades, artesanales, gastronómicos. 

En los "mercadillos sin más" suelen estas ubicados en descampados con bolas del desierto. En ellos puedes comprar desde un mantel supuestamente antimanchas hasta un vestido de boda. La música pachanguera entre regetón y Azucar Moreno atruena los pasillos, hay trapos colgados que intentan proteger del sol y las señoras van con carro de la compra. Muchos puestos se parecen más al cuarto de un adolescente con síndrome de Diógenes y no se ven precios por ningún sitio. 

Los temáticos suelen ser céntricos. En ellos huele a incienso, a pachuli, a cuero de vaca recién despellejada y a cosas "artesanas". Los precios están puestos de manera artística en cartulina negra con letras blancas y, en los que son lo más de lo más, los vendedores van disfrazados de "medievales". El disfraz debe ser traído directamente del pasado y el viaje te lo cobran en los 100 gramos de "remedio para el dolor de espalda" a 25 euros. Casi lo olvido, en estos la amenización musical corre a cargo de un grupo folklórico con flautín. Pasados 5 minutos de flautín, dulzaina y pandereta quieres invadir Polonia o viajar al siglo XV y enseñarles a los "medievales" lo que sus descendientes van a hacer con su música.  

Tercera ley del mercadillo: ellos dicen ¿otro? y ellas dicen ¡otro! 

En la época dorada de los mercadillos podías encontrar en ellos cosas chulas, baratas y sobre todo diferentes entre los puestos y con respecto a otros mercadillos. En una ciudad había buenos puestos de bolsos, en otro de camisetas chulas, en otro de bañadores, en otro de sábanas o de toallas. Ahora la globalización ha llegado a los mercadillos y en todos los puestos y en todos los mercadillos hay exactamente lo mismo. Por supuesto tienen todos una política de precios pactadas como si fueran multinacionales petroleras. 

Cuarta ley del mercadillo: hay que pasar calor, mucho calor. Si no se pasa calor es menos mercadillo y más una reunión ambulante de vendedores. 

Quinta ley del mercadillo. Igual que en las tiendas de lujo nunca hay ningún cliente y al pasar piensas ¿De qué viven?, en los mercadillos hay siempre un puesto de guarrerías impresionante: unos pingüinos que se tiran por un tobogán, una toalla con un leopardo, un destornillador fosforescente en una caja con mil accesorios que seguro que no encajan, gomas de pelo multicolores, linternas de todos los tipos, delantales, juguetes de plástico y una especie de rata de mentira que persigue una bola. En ese puesto, el vendedor está sentado mirando al infinito mientras se come un bocadillo.  Pasas y tras arrastrar a tus hijos (si los tienes) fuera de la atracción magnética de los pingüinos y la pseudorata te preguntas ¿de qué vive este tipo? Justo cuando empieza a darte pena estira un brazo le da al play en un aparato de música que probablemente tenga más años que tú y una música infernal comienza a atronar. Piensas, "el tío ya que no vende nos tortura". 

Sexta ley del mercadillo: desde que los puestos pactan la política de precios, el regateo ha desaparecido. Esta ley sólo se incumple si vas con tu madre al mercadillo, ella es inmune a esta ley y por tanto te avergüenza públicamente por ahorrarse 2 euros.

- ¿Cuánto es el bolso?
- 25 euros.- contesta el vendedor. 1,80 y negro casi azul.
- Carísimo. Te doy 23 euros.- contesta tu madre muy seria.
- Mamá, por favor... ¿Qué más te da? - intervienes sintiéndote como si tuvieras 14 años otra vez. 
- Que no, que no da igual. Esto se hace así. 23 euros.
- Señora, esto cuesta 25. 
- No me cuentes cuentos chinos...no vale 25.
- Señora, serán cuentos africanos. 

Huyes despavorida a esconderte detrás de la toalla con el leopardo y valoras llegar al coche, no volver la vista atrás y te prometes a ti misma que jamás pisarás otro mercadillo. 

Séptima ley del mercadillo; cualquier mercadillo es siempre una promesa y una oportunidad para encontrar un tesoro oculto, en forma del vestido de tu vida, el libro que andas buscando o el pelador de piña sin el que no puedes seguir viviendo. 

Siempre se vuelve a caer.

jueves, 30 de julio de 2015

No compro


Suplemento dominical de periódico de tirada nacional. Los artículos no son muy allá, voy pasando páginas y de repente llego a un anuncio que miro, remiro y vuelvo a mirar. No lo entiendo. Ni lo que anuncian, ni el mensaje, ni para qué sirve. ¿No soy público objetivo de la publicidad? ¿Soy inmune a la publicidad? ¿Es un superpoder? ¿Habrá más como yo? Decido repasar toda la publicidad y comprobarlo. 

Joven pareja en entorno idílico en el que pega un sol de justicia. Piel dorada, perfecto maquillaje, ojos azules y entrecerrados como queriendo parecer chinos. Bañadores blancos. En la esquina inferior izquierda, el paquete de él embutido en un mini bañador blanco que parece un calzoncillo. Mientras pienso que me horrorizaría ver aparecer a mi chico con ese bañador y en que es posible que eso terminara con nuestra relación, me fijo en algo raro que se sostiene encima del paquete. ¿Qué es eso? ¡Oh! Pequeñas muestras de perfume. Ni soy joven pareja, ni tengo los ojos azules, ni me gustan los bañadores blancos y no me sugiere nada "bonito" un paquete perfumado. 

No compro. 

"Inissia. Nuevos colores, edición limitada". ¿Inissia? ¿Inissia? ¿Qué es esto? ¿Una cafetera? ¿Inissia el día con un café? Inissiateeeeee, Inissiateeee. No sé que pretendían los publicistas con ese nombre pero yo solo puedo pensar en Kaa la serpiente del Libro de la Selva y su canción con muchas ssss. Lo de "nuevos colores" me intriga. ¿Habrá gente que no se ha comprado la cafetera Inissia antes porque no la tenían en su color favorito? No soy esa gente. No compro. 

- "Moroccanoil. Destaca del resto". ¿Qué leches es esto? No tiene alcohol y es para todo tipo de cabello. Y ¡oh sorpresa! Es un producto que ha revolucionado el tratamiento del cabello. Leo toda la letra pequeña y no consigo saber para qué sirve este bote con pinta de botella de aceite de oliva con ínfulas cosmopolitas. ¿Cómo revolucionaría mi cabello? ¿Lo hará caer? ¿Me levantaré peinada? Eso sí que sería revolucionario. ¿Lo pone afro? ¿Te quedas calvo? No me convence. No compro. 

-Lilash. ¿Qué fijación tienen los publicistas con las s? ¿Por qué las ponen por todos lados? ¿Para hipnotizarme? "Suero purificador para pestañas" que proporciona "satisfacción total". Con que poco se conforma la gente. No compro. 

Por fin algo que sé para qué sirve, aceite de oliva. Busco el precio que es un dato muy importante. A pesar de sacar mi lupa de 20 aumentos para leer la letra pequeña no consigo averiguarlo. No compro. 

Yayo Daporta toca una botella de albariño como si fuera un violín. (Sé que es Yayo Daporta porque viene escrito). Me concentro muchísimo para intentar comprender como un cocinero en una pose absurda, con unas zapatillas viejas y mugrientas puede convencerme de comprar un vino. No me concentro lo suficiente... no compro. 

"Moverte te hace feliz. Incluso los lunes por la mañana". Ja.  Estos publicitarios son unos mojigatos, van de rompedores pero ponen a un tío montando en bici. No hay huevos de poner el único movimiento que el lunes por la mañana puede hacerte feliz. 

Un reloj de camuflaje tan grande como una sartén. No me gusta y un hombre con un reloj como ese en la muñeca es un arma de destrucción masiva. Si te abraza demasiado fuerte te mata. No compro. 

"Exageradamente buena" y anuncian cerveza sin alcohol. "Exageradamente buena" suena exactamente igual que "mi amigo es muy majo, muy simpático y muy culto". Corre. No compro. 

"Redefine el estilo de tu pelo. Recomendado por el Dr. Ralph M Trüeb". Me apuesto a que el bueno de Ralph es calvo y supongo que después de revolucionar el pelo con el Morrococo es necesario que alguien ponga orden en la pelambrera. Paso.

Cierro el suplemento. Obviamente yo no soy público objetivo de toda esta publicidad pero lo que me preocupa es ¿Qué tipo de personas creen los anunciantes que leen ese suplemento? 

¿Gente con problemas capilares de personalidad?
¿Personas que compran aceite de oliva por correo rellenando un cupón? ¿Gente que elige la cafetera por los colores? ¿El club de fans de Yayo Daporta? 

Los caminos de la publicidad son inescrutables completamente absurdos y creo que a menudo llevan a callejones sin salida. 


lunes, 27 de julio de 2015

Mañana repetimos


Adivina. 

Me gusta más mirarte ahora que cuando eras un bebé. Me aburrías de bebé, me aburría mirarte cuando tenías 3 años. Sí, era gracioso y había que vigilarte pero no me transmitías nada más que "monería" y "posibles emergencias" de las que había que protegerte. Ahora te miro y me transmites calma, paz y asombro. 

Solas en la playa nos bañamos. Estás feliz. A pesar de no poder meter la cabeza por la otitis que has pillado en el oído derecho, te metes en el agua a que saltemos las olas intentando que no entre nada en ese oído. Soy una madre reguleras. A lo mejor debía prohibirte que te bañaras pero, primero, no soy tan cruel y segundo, te pondrías tan pesada que te dejo bañarte también por egoísmo. 

Hay más olas que por la mañana y está más fría. Cogemos la colchoneta y nos metemos hasta que el socorrista nos llama la atención. Cada vez que una ola un poco más grande se acerca, te levantas sobre la colchoneta estirando los brazos y todo el torso. 

Te miro. ¿Desde cuándo tienes ese cuerpo de mujer? 

-¡Qué culo más duro tienes!-, te digo.
-Es de hacer deporte-, contestas sonriendo entre ola y ola.
-Ahora no estás haciendo deporte.
-Es de comer mucho.
-Tú nunca has comido mucho y lo sabes.
-Es de ver la tele. Ja. 

Y te alejas braceando y partida de risa. 

Te miro. Me miras y dejas el castillo que estás haciendo para venir a pedirme que te quite el pelo de la cara. 

-Te dije que te pusieras un pañuelo.
-Se me ha olvidado.
-No, no se te ha olvidado. Has pasado de mí.
-Vale, tenías razón. Pero, ¿me quitas el pelo de la cara?
-¿Me dejas que te ponga el pañuelo?
-¿Lo has traído?

Abro el libro, leo unas cuantas páginas. Levanto la vista y miro el mar. Entre las olas y yo, estás haciendo un agujero enorme. Un foso gigante para una montaña enorme. 

Cierro el libro, lo dejo a un lado. 

Te miro. Cuando eras pequeña dejar la lectura para atenderte me parecía un incordio. Ahora lo dejo sólo por el placer de mirarte mientras estás absorta en tu castillo de arena. Escarbas, cavas, te pones de rodillas, te llenas de tierra. Te levantas. Eres todo piernas, largas y musculosas. Eres todo hombros. ¿De dónde has sacado esas espaldas? De rodillas contemplas tu construcción sopesando qué más puedes hacer.

Me miras. Te sorprende verme mirándote. Sonríes. Eres toda azul. Como tus ojos y como el mar que tienes detrás. 

-Mami, ¿hago albóndigas para poner encima? 
-Claro. 
-¿Cómo se dice albóndigas en inglés?
-Meat balls.

Te enfrascas en tus bolas de arena y te miro. No querías usar bikini. "Mamá, yo solo bañador entero y deportivo", pero te probaste el que llevas, te gustó y ya no te lo quitas. Debería haberte comprado dos... no creo que encontremos otro que te guste en todo el verano y a este ritmo éste se desintegrará antes de que acabe el mes. 

Te miro y pienso que probablemente es el último verano en el que hagas castillos en la arena. 

Te miro y me pregunto en qué estarás pensando. 

Me miras y me sonríes. Se va el sol, cae la noche. Nos quedamos solas en la playa. 

-¿Recogemos?
-Vale, ya he terminado el castillo. 
-¿Lo has pasado bien?
- Lo he pasado fenomenal. ¿Es por la tarde?
- Son las nueve y media de la noche... ¿Has perdido la noción del tiempo?
-Sí-, me dices sonriendo con toda la cara. 
-¿Estás contenta?
- Muyyy contenta. ¿Mañana repetimos?

Te miro.

Claro que sí, mañana repetimos. 

martes, 21 de julio de 2015

Historias de la playa

- Mami, ¿jugamos a algo?
- Vale C ¿a qué? 
-  ¿Al veo veo?
- Ni hablar, eso es un rollo. Jugamos a contar historias de la gente que pasa por la orilla. 
- No sé jugar a eso. 
- Claro que sabes, yo elijo el personaje y tú me cuentas una historia sobre él. 


- Esa señora con el bikini blanco y las zapatillas en la mano. 

Está casada y tiene tres hijos y este invierno se enteró de que iba a ser abuela por primera vez. Le hizo mucha ilusión pero esta semana ha venido a la playa, se ha puesto el bikini blanco, se ha puesto la coleta de pelo muy negro y ha pensado que le pone triste ser abuela, que le hace sentirse vieja. Por eso camina muy deprisa para que todo el mundo piense que es joven. Y lleva gafas de moda.

- Esas tres señoras. 
Van las tres caminando muy juntas y se tocan pero no son amigas. La que va más lejos del mar es muy amiga de la que va en medio que es la popular, y está muy enfadada con la de la orilla del bikini brillante porque se ha puesto a hablar con la popular y le está quitando la oportunidad. Está celosa. A la de la orilla le pasa lo mismo y además piensa que la de arena es una petarda. Y la del medio que es la popular no se entera de nada.

- Esa pareja, la del bikini negro y el del bañador negro con dibujos rojos. 
Están casados y se odian. Se lo están diciendo el uno al otro y por eso no se miran.

- Esa señora mayor.
Está feliz y contenta. Se ha venido sola a la playa. Dentro de unos días vendrán sus amigas. El año pasado estaba triste porque se había muerto su marido pero le da más pena en su casa, que es triste, en la playa casi se le olvida porque lleva sombrero de flores y puede coger conchas.

- El chico del tubo que bucea.
Se llama Jacobo y está buceando porque le ha dejado su novia y está buscando un sitio para ahogarse. Su novia le ha dejado porque él le engañaba con otra, pero la otra también se entero y le han dejado las dos y por eso busca un sitio para ahogarse mientras bucea.

-Y esa niña que está haciendo un castillo ahí delante. 
Ha venido a la playa con su novio….

- Se acabó el juego.
- ¿Por qué? Si lo estaba haciendo genial.
- Porque esa niña es tu hermana y me niego a que imagines que viene a la playa con un novio.
- Jajajaja, mamiiii pero si es muy divertido. 

jueves, 16 de julio de 2015

Ancianismo: las señales

- Uy. ¿Sabes lo que me apetece?
- No, dime.
- Un Bitter Kas.

"Bitter Kas" es una combinación de palabras que convierte a tu madre, tu tía, tu padre o quién sea de una persona "mayor" en alguien "anciano". Hasta el momento que tus mayores dicen "Bitter Kas" has pensado, sabido, sentido que tus padres, tíos o compañeros de curro eran mayores que tú, pero no "viejos". "Bitter Kas" las convierte a ellas en la Reina Madre y a ellos en "Papa Pitufo". 

- No sé por qué dices eso. Bitter Kas es una bebida de toda la vida. 
- Ahá. De toda la vida de viejos. ¿Cuándo has bebido tú Bitter Kas?
- Nunca, pero ahora me apetece. 
- ¡Ahá! Porque ahora eres viejo. 
- Eres insoportable Moli. 

Hay más señales en ese camino que convierte a tus padres en abuelos; en el camino que te lleva a relacionarte con tus padres como si fueran tus abuelos y no los abuelos de tus hijos. 

El bolso en las rodillas. Estad atentos porque no hay vuelta atrás con este gesto. Una vez que tu madre, tu tía o tu prima, a la que tienes mucho cariño y con la que recuerdas haber tomado tus primeros martinis, se sienta en un bar y hace equilibrios sujetando el bolso en las rodillas y sin soltarlo... ha dado un paso de gigante hacia la abuelidad. 

Carterita para monedas para ellos. Un buen día y después de años de soportar bolsillos de pantalones rotos y dejar un rastro de monedas en los sofás al sentarse y tumbarse, tu tío, tu padre o tu primo decide que no lo soporta más y se compra una carterita solo para las monedas. Si llegáis a un bar, pedís dos cocacolas (si pide Bitter Kas, es momento de llorar por la juventud perdida que no volverá) y a la hora de pagar mete la mano en el bolsillo,  saca su carterita de herradura, la abre con gesto profesional, la ahueca, CUENTA las monedas y dice "Deja que pague yo que tengo suelto", le queda menos para volver al esquijama. (Dice "suelto" y no "cambio"). 

"Rebeca", para ellos y para ellas. Cuando alguien dice rebeca en vez de jersey, chaqueta, abrigo o "algo para ponerte encima", inmediatamente lo ves en blanco y negro ligeramente difuminado. 

Los análisis de sangre. Hasta determinado momento vital ir a hacerse unos análisis de sangre y/u orina es un trámite desagradable, coñazo, que siempre se posterga, que muchas veces se olvida y que se intenta resolver en el menor tiempo posible. De repente, un buen día, tu conocido te cuenta por teléfono el día que tiene cita para los análisis, te lo recuerda la semana antes para explicarte porqué no puede ir esa tarde al teatro y el día antes vuelve a recordártelo. No contento con eso, después de hacérselos te lo narra a tiempo a real, tan real que te preguntas si no hubieras ganado tiempo acompañándole y aprovechando para hacerte los tuyos. 

Cuando recibe los resultados, tu conocido los analiza pormenorizadamente. De alguna carpeta recóndita y de la que tú desconocías su existencia saca todos los análisis que se ha hecho en su vida, separados por laboratorios, y te expone a una tesis doctoral sobre cómo cambian las mediciones del colesterol y así "¡es imposible enterarse!"

La visita al médico. 

- ¿Qué tal el médico?
- Regular
- ¿Regular? ¿Qué te pasa?
- Nada. No me pasa nada, pero es que voy y me liquida en 2 minutos.
- ¿Y?
- Pues que ya que voy me podría hacer más caso.
- Pero, ¿te pasa algo?
- No, pero eso da igual. 

Mirad a vuestro alrededor. El ancianismo está a la vuelta de la esquina. Nos acecha. 

martes, 14 de julio de 2015

El sueño de un curso de verano

Por razones que no vienen al caso, tenía vacaciones, solterismo premium de luxe y ganas, muchísimas ganas, de ir al curso de este año, "Los demonios de la ciencia. Educando (con)ciencia" en San Sebastián. Por supuesto tenía motivos intelectuales muy poderosos y otros motivos nada intelectuales pero igualmente poderosos. La oportunidad de juntarme con un montón de amigos, poner cara a unos cuantos descerebrados, comer como se come en San Sebastián, dejarme mimar por los mejores anfitriones del mundo y huir del calor asqueroso de la meseta y comprobar que "Euskadi tropical" se corresponde con primavera fresca en Madrid. 

Si los cursos de verano tuvieran pensamientos, deseos, ilusiones o sueños, como (casi) todas las personas, su mayor ilusión sería ser un curso de verano de los que se celebran en el Palacio Miramar de San Sebastián. 

El Palacio Miramar lo tiene todo, está en la ciudad más bonita de España, en el mejor sitio y además, y esto es lo más importante, no parece un palacio. Es una casa grande, muy grande, con un jardín maravilloso con sombra, hierba, bancos y flores donde te quieres quedar sentado y no hacer nada en todo el día, salvo disfrutar de estar sentado ahí. Pensar y disfrutar cada minuto en ese banco para que no se te olvide nada, para recordar cada cambio de luz, cada racha de viento, cada ola que llega a la playa y cada paseante que se cruza. 

Cuando entras en el palacio no tienes la sensación de estar en un espacio inabarcable, lleno de salones y habitaciones demasiado grandes y que no sabrías cómo llenar. Todo tiene una escala adecuada, incluso a veces estrecha, y al dirigirme hacia mi sala voy pensando en qué pondría en cada rincón, debajo de cada una de las ventanas con esas maravillosas vistas. Pienso también que no dejaría pasar a los turistas e ideo posibles carteles disuasorios como "peligro, dragones", que es muy de palacio, o "peligro, cuarentena", que sería mucho más efectivo.

Este año tocaba en una sala blanca, completamente llena de estucos con relieves. Encima de las puertas hay unos frisos con motivos de niños o angelotes (no los distingo bien pero creo que no llevan alas) jugando, cantando o bailando. Hay una chimenea con un enorme espejo encima en el que no me veo porque soy bajita y otro tapando el hogar, en el que intento ver mis pies a través del mar de sillas. No lo conseguí en los tres días. 

Hay lámparas de cristal tallado que cuelgan del techo, sujetas con cables tapados con telas de terciopelo verde. Lo mejor, sin embargo, es que la sala tiene grandes ventanales hasta el suelo que se abren al paisaje, que se abren literalmente para dejar entrar el viento y el olor a mar y un poco de fresco. Están flanqueados por cortinajes azules con las iniciales M y J bordadas. Reconozco que en algún momento se me fue el santo al cielo mirando por la ventana. 

He aprendido muchísimas cosas y sobre todo me he dado cuenta, una vez más, de la cantidad de cosas que no sé y que ni siquiera sabía que existían. También me he aburrido algún rato, he perdido el hilo y no he sabido si era por mi culpa o por el ponente. He preguntado sobre el efecto placebo y he discutido sobre la responsabilidad de la organización de los Premio Nobel en el uso publicitario de su premio para vender productos fraudulentos. Confieso que no me convenció la respuesta de los científicos... quedó pendiente esa discusión. Me he traído una lista enorme de libros y unas cuantas cosas en las que pensar y sobre las que escribir. He conocido a Helena, las dos teníamos muchas ganas de vernos en directo y me encantó saber que le había inspirado (un poco) para escribir el relato con el que ha ganado un premio de relato divulgativo. 

No todo han sido placeres intelectuales. La compañía ha sido fabulosa. Me he reído hasta las lágrimas, he conocido a descerebrados que me han invitado a comer y con los que he hablado de lo divino y lo humano y me han dejado a deber un paseo por Deba. Los mejores anfitriones del mundo me han llevado a cenar y ¡me han invitado a su casa! He conocido Hendaya y a toda la familia de mi amiga Inés. He discutido con Gustavo sobre las motivaciones del periodismo y las ventajas o desventajas de vivir en Madrid y me sentí como una azafata acompañando a una celebridad com Mulet por San Sebastián. 

He visto el Peine de los Vientos y he escuchado la lluvia contra la ventana en mi celdita de la residencia universitaria. Me han llamado señora más veces en 3 días que en todo el año. He desayunado 3 napolitanas de chocolate y no fui capaz de terminarme una cola de merluza de anzuelo que estaba de llorar de buena. A cambio me faltó lamer el plato de la tarta de manzana templada con helado de vainilla. ¡He probado las kokotxas  y bebido champán!  

Si hubiera imaginado un plan perfecto para mis días de solterismo... hubiera sido este: el sueño de un curso de verano. 

Después he estado en Cantabria infinita y también ha sido fabuloso... pero eso es otra historia y será contada en otra ocasión. O no

jueves, 9 de julio de 2015

Al final, llueve

Oigo la alarma del teléfono.En mi camita de Julie Trinos en Sonrisas y Lágrimas quiero morir del sueño que tengo. ¿Por qué irse a dormir a la 1 implica, entre despedidas y demás, meterte en la cama a las 2? Claro, que si los niños de la habitación de al lado no hubieran estado charlando hasta las mil lo mismo tendría menos sueño. De todos modos, prefiero tener sueño a haber sucumbido a la tentación de asomarme a la ventana y chistar para que se callaran. Me niego a ser "esa señora mayor". 

Arriba. Cielo gris. Vientecito y llueve. Lloro de la emoción. Voy a estrenar el vestido nuevo, con zapatillas. Me tengo que concentrar para no dormirme en la ducha. 

¡Qué bien me lo pasé ayer! Es alucinante cuando los planes salen bien pero es increíble cuando no planeas nada y todo sale perfecto. Fue super chulo comer en Bilbao con I y J. La plaza dónde comimos con los plátanos enoooormes era preciosa y luego el paseo al Guggenheim charlando con I sobre los problemas que la limpieza de la casa genera en una pareja  fue un descojone. 

Conocer a txipi. Mola la vida. Te levantas por la mañana en tu casa y sin pensarlo, ni comerlo ni beberlo, a las 4 de la tarde conoces en 3D a alguien con el que llevas hablando por la red 5 años. Es más alto de lo que pensaba. Él habrá pensado que soy más bajita. "Eres exactamente como te imaginaba". Pero ¿Qué imaginaba? Ya dejo poco a la imaginación. Mil fotos, las charlas, la radio... menos el tacto creo que todo lo demás ya está visto. 

La expo de Jeff Koons moló mucho. El Guggenheim me encanta, la colección permanente es un bluff pero las temporales molan. Y la de Koons es tan kitch, tan de la vida diaria, tan reconocible, tan de me lo llevo todo a casa y al mismo tiempo me horrorizo del horterismo, que es hasta divertida. Pobre I, en la sala de Koons en poses eróticas, casi porno, con Ciccolina casi le da un colapso. 

No sé si luego tomando una coca cola con txipi estuve muy loro. Tengo que intentar controlar mi verborrea, morderme la lengua. A lo mejor si me siento encima de las manos hablo menos. Si no puedo gesticular  seguro que hablo menos, tengo que probarlo. 

Estoy rota. Al final entre unas cosas y otras llegue a Donosti a las 9...después de salir a las 12 de Los Molinos. Mola todo improvisar pero estoy molida. Tirar las cosas en mi celdita de novicia, darme cuenta de que podría ser la madre de todos los que están alojados en este colegio mayor y salir corriendo a por el bus para llegar a cenar fue una paliza. 

Pero qué bien me lo pasé, como me reí y ¡qué sorpresa que Ines llevará tacones! Debería comprarme algo de tacón. Y ponérmelo, claro. Lo pensaré. 

Llego tarde, llego tarde, llego tarde. 

Pero llueve. 

Me encanta esta ciudad.