miércoles, 2 de junio de 2021

La casa y la perspectiva


Cinta Vidal
Ahora que hay una palabra para casi todo, una definición para cualquier cosa que nos pasa y una palabra en inglés para todas las majaderías que quieren vendernos, yo soy una persona caracol. Vivo con mi casa a cuestas. En mi caso lo que acarreo, cada fin de mes a mis espaldas, es mi ordenador, mis medicinas, el jersey favorito de esos días y, por un miedo ridículo a no tener lectura, dos o tres libros y seis o siete New Yorkers. Ah, y dos tinteros y tres plumas. 

Un mes soy madre y otro soy hija. Un mes cocino y otro me siento a la mesa. Mis hijas no me llaman, yo no llamo a mi madre. Yo llamo a mis hijas, mi madre me llama a mí. Todas nos llamamos cuando necesitamos algo y nos desesperamos porque las demás no nos cogen el teléfono. Un mes organizo y reordeno y hago mejoras, otro sigo órdenes y contesto con un "me parece estupendo" a las sugerencias. Un mes ceno yogur y queso y otro a las nueve me siento a la mesa sin saber a que hora terminará la sobremesa. Un mes veo series con mi madre, otro mes con mis hijas. Un mes paso mucho tiempo sola porque mis hijas tienen planes y otro soy yo la de los planes y es mi madre la que disfruta la soledad. Un mes escucho "voy" y otro soy yo la que contesta "voy" cuando no tengo intención de moverme, por lo menos, hasta la segunda o tercera llamada impaciente. Las tres me sacan de quicio y y yo las exaspero a todas. "No seas pesada" vuela en todas nuestras conversaciones. 

Ser hija y ser madre a la vez no es nada exclusivo y especial, nos pasa a muchos. En mi caso, el cambio mensual me provoca un reseteo completo en la cabeza. No en lo esencial ni en lo importante pero, igual que al subir o bajar una escalera, al cruzar una calle o al mirar hacia atrás la perspectiva cambia, mi vida de caracol me obliga a ver las cosas de forma diferente o, mejor dicho, a verlas. Veo a mi madre envejecer, veo a mis hijas hacerse mayores. Disfruto del placer de saberme más paciente para comprender a mi madre y de la satisfacción de disfrutar de mis hijas con tranquilidad y asombro. Ninguna de las tres cambia radicalmente de mes en mes, ni siquiera de semana en semana, pero mi cambio de posición descubre en ellas cosas nuevas, detalles minúsculos inapreciables en el día a día. 

Mi amiga Rosa tiene la teoría de que para disfrutar de las pequeñas cosas, de la rutina de la vida diaria, de las calles que estás harta de ver, hay que "pensar en guiri". Intentar mirarlo todo como si no fuera tu vida, como si no fuera a ser para siempre, como si el tiempo en el que fueras a disfrutarlo estuviera fijado por una reserva de avión. Mi vida de caracol es una versión del "piensa en guiri", cada cambio de mes, cojo mis bártulos y me marcho. Siempre siento nostalgia por dejar a quien he sido ese mes y pereza por enfrentarme a quién seré el mes siguiente, pero según pongo el pie en mi casa de ese mes, lo contemplo todo como si fuera nueva, con una ilusión absurda pero bastante motivadora. 

Más pronto que tarde dejaré de ser caracol, serán  ellas las que se moverán y seré yo la que las reciba. Mi perspectiva volverá a cambiar, se volverá estable, un punto fijo del que no moverme. Espero aprender a pensar en guiri cuando ellas vuelen y mi madre se convierta en una vecina y dejemos de ser Sofia y Dorothy de Las chicas de oro. 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Éste me ha gustado muchísimo.
Creo que cada vez escribes mejor.

Eva Mª. Serra dijo...


Verdad, qué bonito!!! (te he imaginado yendo y viniendo, jaja y me ha resultado también gracioso, jaja)

Yo a esa mirada guiri, que es verdad lo que dice tu amiga, le llamo "cazar tesoros"... y me regalo tardes, mañanas, días o momentos en donde digo "voy a cazar tesoros".... y por la calle, los jardines, las plazas, las carreteras, las tiendas, .... qué se yo!!! "te admiras" de lo que antes no veías, no escuchabas, no olías, no tocabas, no saboreabas, o simplemente no percibías... son tesoritos, regalos para nuestros sentidos y nuestra mente... los aprecias por primera vez????

Eva Mª. Serra dijo...

Pero no es fácil, hay que programarse y disciplinarse para actuar así... nuestro cerebro tira a lo automático, supongo que economiza energía juaaaaaaaaaaaaaa

Recomenzar dijo...

que hermoso tu blog de casualidad te he hallado gran descubrimiento un abrazo desde Miami

Al Sur del Sur dijo...

Genial Moli...totalmente identificada con la metáfora caracol, yo estuve así un tiempo.
Ahora ya sé en qué cajón están mis bragas cuando me levanto(¡¡¡!!!)
Me gusta como describes el paso del tiempo en tu madre y tus hijas....y el momento en que ya no serás caracol y estarás "entre bambalinas"...
Me encanta haberte recuperado...he estado un tiempo desconectada!