miércoles, 19 de agosto de 2015

El cumpleaños de las dos manos


Cumples 10 años. 3650 días juntas. Recuerdo perfectamente este día hace 10 años. Llevaba unos pantalones blancos y una camiseta de rayas blancas y verdes y me leí el periódico entero antes del parto. Teníamos tu nombre decidido desde el minuto 1, aunque si hubieras sido niño te habrías pasado días sin nombre. 

Cuando te veo dormir te sigo viendo pequeña. Duermes de lado, hecha una bolita y con todo el pelo por la cara. No sé como lo haces pero sigues oliendo a bebé, a niño pequeño. 

- Mamá, buenos días. Estoy sudorífica. 

Cuando duermes sudas siempre... sudas y te levantas como si una pareja de cigüeñas te hubiera anidado en la cabeza. Un halo de pelo encrespado te rodea mientras te sientas y en silencio sepulcral te echas el nesquick en tu cuenco rosa o tu taza de animales, la leche fría y entonces, me miras y dices: ¿las tostadas? Siempre igual. No eres persona hasta que desayunas.

Cada día me sorprende lo segura que estás de ti misma, de lo que quieres y del efecto que causas en los demás. Sabes perfectamente lo que quieres. Lo que quieres ahora y en el futuro. Sabes también lo que no quieres con total certeza. 

Con los labios apretados, los puños cerrados y los ojos bajos te veo reconcentrarte en la rabia que te provoca que te regañemos. Te duele el orgullo. 

Contienes las lágrimas todo lo que puedes. Te las tragas, las sorbes, las dejas caer sin hacer nada. Pocas veces, muy muy pocas veces lloras de pena, y entonces, cuando es por pena lloras muchísimo. Lloras tanto que no sabemos como consolarte porque  cuando te has dejado llevar para llorar así estás muy muy triste. Me parte el alma. 

Concentrada. En el coche te transformas, puedes estar charloteando y preguntando sin parar todo el día "mamá, ¿si te echas un novio me tengo que cambiar el apellido?" "mamá, explícame la guerra civil", "mamá, ¿sabes que eres vieja, verdad?", pero en cuanto te metes en el coche te callas. Vas mirando por la ventanilla concentradísima. Te veo por el espejo retrovisor, seria, atenta, a veces canturreas la canción que esté sonando pero poco. Pocas veces te duermes y muchísimas me sorprendes diciendo "por aquí pasamos una vez y paramos en esa gasolinera". Has heredado mi memoria y tienes un sentido de la orientación alucinante. He perdido la cuenta de todas las veces que gracias a ti he encontrado el coche en un parking.

Consigues provocarme la necesidad de abrazarte, besarte y achucharte. Soy arisca y de poco tocar pero contigo es distinto. Nadie más en el mundo lo consigue. Me gusta abrazarte, sentarte en mi rodillas a pesar de lo grande que estás y que te dejes achuchar. A veces logro que te tumbes encima de mi al levantarte por la mañana como cuando eras canijilla. 

- ¿Cuánto me quieres?
- Muuuchooooo. 
- Mucho no.
- Muchízimoooooo. 

Me encanta que lo hagas por darme gusto, hablando con la z como cuando eras más pequeña y con voz de "eres pesadísima". 

Como tu padre eres una persona feliz. "Mami, yo soy alegría y tú un follón de cosas". Sí, eres alegría permanente, ganas de vivir, de estar contenta, de hacer cosas. De hacer el payaso. Todo te apetece, todo te gusta, todo te sorprende. Nada te perturba, nada te preocupa.

Estás aquí, estás viva y eres feliz. Y es alucinante verlo. 

Cumples 10 años, dos manos completas pero siempre siempre serás mi niña pequeña. 

Feliz cumpleaños princeza. 


martes, 18 de agosto de 2015

Cosas que (me) dan miedo


Brujuleando he conocido a a Michelle Poler y su video  100 days with out fear. Michelle se ha pasado la vida acojonada por todo. Es una absoluta milindris a la que le da pánico todo y además confunde el miedo con la vergüenza, el asco y un montón de cosas más. 

A pesar de no compartir con Michelle casi ningún miedo (va por el 87) y distinguir las cosas que me dan pánico y las que me dan vergüenza, la buena de Michelle me ha inspirado para hacer una lista de mis miedos más idiotas. 

Me diferencio de Michelle en que no tengo ninguna intención de superar esos miedos. Ella es tan pipiola y tan milindris que sospecho que detrás de esta iniciativa hay años de terapia para intentar que salga de su campana de cristal y pueda enfrentarse al mundo cuando sus padres dejen de cuidarla. 

Cosas que (me) dan miedo...y tranquilos que no llego a cien. 

Inciso.- Obviamente lo que más miedo me da es que mis hijas sufran o que les pase algo, seguido de la enfermedad y muerte de mi familia y amigos...pero este post no va de eso. He dicho miedos tontos.- Fin del inciso. 

Me dan pánico los gatos. Mi terror hacia los mininos ha ido creciendo con el tiempo. Debería ser al revés, te haces mayor y, se supone, capaz de ser objetiva y pragmática y ver que es una chorrada de miedo. Pues me hago mayor y cada vez soy más objetiva y pragmática y los gatos cada vez me dan más miedo. Ya no soporto ni verlos en fotografías. He desarrollado tanto pavor que cuando alguien me dice que tiene gato me encuentro pensando ¿qué tipo de tara tiene esta persona para que le guste un animal tan terrorífico? Prefiero un ligue con serpiente que con gato...tal cual lo digo. (Para cuando sea vieja revieja, si llego a eso, me tendré que comprar un canario que píe cuando me muera... paso de gatos que me devoren)

Bucear. Lo he contado mil veces. Ni me planteo bucear en plan embutida en neoprenos pero es que ni siquiera me gusta usar gafas de bucear en el mar. No quiero saber lo que hay debajo. No me dan miedo las medusas, las algas, los peces o lo que sea... sencillamente no quiero verlo. Me da pánico la sensación de inmensidad que sientes al mirar con gafas de bucear. Además no le encuentro la gracia a respirar por la boca con un trozo de plástico en la boca. 

Saltar. No me refiero a saltar metafóricamente, a cambiar de vida, tomar una decisión o correr un riesgo. Me refiero a saltar,a pegar un brinco. Este es un miedo adquirido, supongo que debe ser por hacerme mayor. Me da miedo saltar y hacerme daño. Sé que no tengo porqué hacerme daño pero no salto por si acaso. Es curioso porque en el resto de mi vida... los por si acaso me sirven para hacer cosas. 

El espacio. El universo. La inmensidad del cosmos. No quiero ser astronauta ni saber qué todo está lejísimos y que somos motas infímas y que cuando me muera ya no habrá nada más. Si lo pienso, ya lo he comentado también, me entra vértigo cósmico y muchísimo miedo. 

Los limpia piscinas. Las arañas, mantis religiosas, avispas, abejas y todo ese tipo de bichos no me da miedo. Me dan asco y procuro no acercarme, básicamente porque además pueden picarme. Mi terror hacia los limpiapiscinas es completamente irracional. Son unos bichos asquerosos  pero no hacen nada. Un limpia piscinas te roza y no te enteras... pero si en una piscina veo uno, no me meto. Además, me intrigan. ¿De dónde salen? Sospecho que son familia de los piojos porque hay las mismas teorías idiotas sobre su origen "Les gustan las piscinas (pelos) muy limpias", "estan en piscinas (pelos) sucias" y nadie tiene ni idea. ¿De dónde sale el primer limpia piscinas? y ¿Dónde tienen los ojos? Es un bicho que me perturba y me da muchísimo miedo.  

Echar gasolina y al ir a pagar no llevar cartera. Todas las veces que echo gasolina ( y son muchísimas) al encaminarme a la caja y meter la mano en el bolso se me acelera el corazón y en 3 segundos veo mi futuro proyectándose sobre la fachada. No tengo la cartera, me la he dejado en casa, revuelvo el bolso, lo vuelco, sonrío al dependiente que me mira con cara de hastío, compruebo que efectivamente no llevo cartera, ni dinero ni nada, sonrío y balbuceo "no se va a creer lo que me pasa", llamo a alguien para que venga a ayudarme, ese alguien se caga en mi y mi despiste y tarda lustros en venir y mientras tanto yo vivo en la gasolinera que por supuesto siempre está en un páramo espanto tipo París Texas. Llevo una bata rosa y un pañuelo en la cabeza y por alguna misteriosa razón fumo. 

Luego siempre encuentro la cartera (soy asquerosamente ordenada) pero el subidón de adrenalina me dura unos 5 km.

Las escaleras. Este es un miedo adquirido. Me he caído tantas veces y me he dado tantas leches que ahora si hace falta empujo ancianitas para agarrarme del pasamanos y, por lo menos, si me caigo podré minimizar la leche y no destrozarme el culo o morir como Angela Channing. Asociado un poco a esto va el escurrirme en la ducha...aunque esto no me ha pasado nunca. A ver, me he escurrido haciendo cosas que no se deben hacer en la ducha pero eso es otra historia y ahí no me da miedo. Es más miedo a escurrirme, romperme algo y tener que esperar horas hasta que alguien venga a sacarme y entonces me visualizo en bolas, con el pelo pegado....en fin, algo como lo de la gasolinera. 

En cualquier caso sé por experiencia que las cosas que más daño pueden hacerte son las que no te dan miedo. ¿Mi consejo? Desconfiad siempre. 

miércoles, 12 de agosto de 2015

Por que madrugar te hace miserable

Estamos rodeados. Rodeados de cosas desagradables que sin embargo se están vendiendo como si fueran lo más de lo más, como si no hacerlas, comerlas, pensarlas o sentirlas nos fuera a convertir en infraseres, en peores personas. 

¿De qué estoy hablando? 

Hoy hablo de la campaña a favor de madrugar para ser una persona exitosa. Hace unos días un post en Medium bajo el tramposo título de "Por qué deberías ser una persona madrugadora" contaba una historia de terror acerca de "personas exitosas" que madrugan. 

Empecemos por el principio. 

Madrugar es levantarse a las 8 de la mañana. Es una hora estupenda. Si te acuestas a las 11 de la noche tienes por delante 15 horas de día que, bien aprovechadas, dan para un montón de cosas. Una hora de leer, entretenerte o lo que sea en la cama y 8 de sueño. El día perfecto. 

Levantarse antes de las 8 de la mañana es avaricia. Ganas de ser el que se levanta antes, de estrenar las calles, de llegar al curro y decir "pues yo ya he corrido, nadado, paseado a mi perro, leído la prensa o preparado cocido para 15". Por supuesto, hay mucha gente que se levanta antes simplemente porque no le quedan más opciones... pero casi seguro ninguno de ellos se considera una persona exitosa. Se verían mucho más exitosos levantándose a la hora que les diera la gana. 

Levantarse antes de las 7 es vicio. Y como todos los vicios es incomprensible para el resto de la humanidad. "Me encanta", dicen los que se comen las uñas o aman la calceta. Los demás no lo entendemos. 

Las "personas exitosas" del post del otro día se levantaban todas entre las 3:45 y las 5:30 de la mañana. Obviamente eso no es madrugar, es rendirse al insomnio y levantarse de la cama para no seguir agonizando. "Ya que no duermo voy a ver si..."

- ¿Tienes insomnio?
-  No, es que me gusta madrugar.
- Ja. 

Antes de que nadie se me eche encima, no estoy diciendo que haya que levantarse a las 12 de la mañana. De hecho levantarse más tarde de las 10 te hace tener la sensación de que te han dado un día "usado". No es exactamente como un día de segunda mano, se parece más a leer un periódico que otro ha leído antes. Las noticias son las mismas, todo está en su sitio... pero no es lo mismo. 

"Los madrugadores tienen la ventaja competitiva" de que son capaces de salir de la cama antes. Todo depende cómo se mire. Yo puedo decir "Los madrugadores tienen la desventaja de que no disfrutan del sueño y no dan descanso a su cerebro", por ejemplo. 

En el post, las personas exitosas que madrugan tienen también en común, curiosamente, que son asquerosamente ricos. Me asombra que nadie vea que en estos artículos sobre lo buenísimo que es caerse de la cama de noche no aparezcan nunca ejemplos de "gente que se siente miserable porque se tiene que levantar a las 3 de la mañana porque tiene que ir a currar y desea morir". A lo mejor me equivoco y todos esos curris madrugadores se sienten super exitosos cada mañana al amanecer mientras se hacen la cama. 

Porque si. Resulta que para madrugar y que no desees suicidarte, conviene hacerte la cama. No lo digo yo, lo dicen las personas exitosas "Hacer la cama todas las mañanas está relacionado con una mejor productividad a lo largo del día."

Sin entrar a discutir que dudo mucho que Michelle Obama, Anne Wintertour o Richard Branson se hagan la cama, cualquiera que madrugue sabe que la cama hay que hacerla por una única razón: si la dejas sin hacer y vas a estar mucho tiempo pululando por el cuarto, es muy posible que las sábanas te llamen con cantos de sirena, tu fuerza de voluntad flaquee y acabes tumbándote mientras babeas diciendo "cinco minutos más". Por eso hay que hacer la cama, ni productividad ni leches. ¿A quién le importa la productividad a las cinco de la mañana? 

Por supuesto y como era de esperar, además de la cama, después de madrugar vienen más torturas si quieres ser el colmo del éxito. No vale con arrastrarte fuera de la cama, llorando y soñando con un poco más de sueño, aunque sea en la alfombra. Eso ni es exitoso ni nada. Después de hacer la cama, hay que beberse medio litro de agua, desayunar fruta y verduras, hacer ejercicio, leer la prensa y priorizar el día. 

Estáis pensando lo mismo que yo. Comer a las 5 o las 6  de la mañana no es desayunar, en todo caso será una recena o picar entre horas. Y hacer todas esas cosas no es "aprovechar el tiempo", es rellenarlo hasta que sea hora de empezar a trabajar y el resto de la humanidad, que sí puede dormir, se active. 

Conclusión: los madrugadores son gente muy envidiosa y quieren arrastrarnos a todos al lado oscuro. Y repito, antes de las seis de la mañana no es madrugar, es insomnio disfrazado. 

Ahora que lo pienso, la única utilidad que le veo a esta idea de madrugar es si ligas con alguien, te vas a su casa y luego cuando te estás escabullendo te pilla. 

- No es lo que estás pensando, no me estoy yendo...es que me gusta madrugar. Soy una persona exitosa. 

lunes, 10 de agosto de 2015

Clases de yoga

- Ayer fui a yoga a probar.
- ¿ah si? y ¿Que tal?
- Bien. Me moló. Yo prefiero ir a montar en bici pero me gustó.
- Estaba pensando en ir a algo así... a ver si consigo tranquilizarme.
- Moli, a ti te sentaría de puta madre. Pruébalo.

Y lo he probado. 

Vaya por delante que mi conocimiento sobre el yoga era nulo (sigue siendo nulo pero un poco menos). Por "yoga" mis neuronas solo recuperaban flashes con imágenes de gente sentada en el suelo con las piernas cruzadas, sonrisas beatíficas, posturas imposibles, puestas de sol con una figura a contraluz, murmullos cantarines, concentración y relajación. 

Mis neuronas sólo acertaron en puestas de sol. He tenido la suerte de que las clases de yoga a las que he ido se daban en plena montaña, a las 8 y media de la tarde con Siete Picos al fondo, recortado contra el cielo mientras se ponía el sol tras La Peñota. Para mí, el mejor sitio del mundo para hacer yoga, calceta o el pino puente.  

En mi desconocimiento yoguero, pensaba que el yoga era un deporte o actividad o lo que sea que no necesitaba nada. Un deporte cómodo. También me equivocada en eso. Se necesita una esterilla, un "bloque" o ladrillo y algo de abrigo para que en la meditación no te quedes frío. Por supuesto yo no llevo nada más que mi cuerpo serrano en camiseta de tirantes. 

No empiezo mal. La profesora, una chica encantadora y muy maja que por alguna extraña razón lleva unos cascabeles minúsculos atados a la cintura me dice que me siento muy bien, que la postura de meditación la tengo perfecta. Me abstengo de comentar que es lo único que tengo de meditación, la postura. 

- ¿Has hecho alguna vez yoga?
- No.
- ¿Qué sabes del yoga?
- Nada.- contesté rápidamente antes de lanzarme por un monólogo absurdo sobre mis neuronas. 
- Bien. El yoga consiste en activar una serie de instrumentos que tenemos en nuestro interior para ponernos en contacto con la tierra y alcanzar la paz interior, librándonos de las tensiones de la vida diaria. 
- ...
- No te digo nada más. 

Me siento, echo un vistazo a los demás compañeros de la clase y me concentro en hacerlo bien. 

- Respiramos despacio, concentrándonos en la respiración. Contamos el tiempo que tardamos en la inspiración y tardamos el doble en echar el aire. 

Bien. Eso puedo hacerlo. Inspiro en 6 segundos, así que si mis cálculos no me fallan tengo que tardar 12 en expulsarlo. De primeras me parece mucho pero descubro que voy holgada. ¿tendrá que ver con la respiración de nadar? ¿Será mucho o será poco? ¿Cuánto tardará el del al lado? Mierda. Me he desconcentrado. Inspiración... 4 segundos. ¿Por qué ahora solo inspiro en 4 segundos? ¿Qué hago mal? ¿Estoy haciendo algo mal? A lo mejor lo estoy haciendo bien. 8 segundos para expulsarlo. Inspiración...3 segundos. ¿De qué va esto? Si sigo así voy a terminar con la respiración de una parturienta de peli americana, soplando fuu fuu fuuu. 

Concéntrate, concéntrate. ¿Se me está durmiendo un pie? Mierda.¿Seré la única? ¿Y si abro un ojo y miro a ver si los demás han estirado las piernas? Tengo que estirarla, tengo que estirarla. Ahhhhh... mierda, ahora viene el cosquilleo ese que quieres morirte. Inspira, inspira... 

- Ahora vamos a cantar un mantra. ¿Quién no ha cantado nunca mantras? 
- Yo.- contesto mientras me masajeo el pie. 
- Lo suponía. La letra es "Surinemaaaa, surinemaaaa... mastinaaaaa" lo importante es la melodía. Empiezo yo y me contestáis. 

¿Cantar? ¿Yo? Pero si me da vergüenza cantar en el coche. La profesora empieza a cantar maravillosamente bien y yo intento recordar la melodía y la letra. Sería más fácil si la letra tuviera algún sentido. No digo que no lo tenga, seguro que lo tiene pero claro... no lo entiendo. Esto es como cuando cantabas "wachi, wachi" cuando no sabías inglés; al aprender el idioma le encuentras más sentido. 

Deja de pensar, deja de pensar y concéntrate en la melodía. Surinemaaaaa. 

Plas, plas, plas. 

Abro un ojo para identificar el ruido. La profesora mientras canta se golpea la pierna rítmicamente, cada vez más deprisa. Y no pierde el hilo. Es prodigioso. ¿Se hará daño? Seguro. Se le va a quedar una señal roja en la rodilla. 

- Nos tumbamos ahora en el suelo. Abrimos el pecho a la tierra dejando que el efecto del mantra resuene en nuestro interior. 

Me tumbo. Sin más. 

- V invertida. Plano inclinado. El gato. Arqueamos. Estiramos. Tiramos del sacro. Abrimos la palma de las manos. El feto. V invertida. Gran paso adelante. Caderas alienadas. Postura sobre los hombros. Piernas hacia atrás. Dejamos caer la espalda vértebra a vértebra. 

Sigo como puedo las posturas. No lo debo estar haciendo mal porque la profesora no me corrige. A lo mejor es que lo estoy haciendo tan horrorosamente mal que me ha dado por imposible. 

- Y ahora vamos a empezar con la relajación. Nos tumbamos con la cabeza hacia el centro. Piernas un poco abiertas, palmas de las manos hacia arriba. Nuca apoyada en el suelo, barbilla contra el pecho. Y nos retiramos a ese lugar en nuestro interior donde sólo hay amor, consciencia y maestría. 

¿Maestría? ¿Maestría? ¿En qué? Paso, paso, paso. No voy a pensarlo. Tengo que dejar de pensar. Voy a concentrarme en la voz de la profesora que es relajante. 

- La maestría interior y la consciencia. 

¡Nooo! No lo repitas. No digas consciencia. Ni maestría. Es mejor que no diga nada aunque tenga voz aterciopelada. Si sigue hablando no seré capaz de desconectar mi consciencia. 

- Vamos relajando pies, pantorrillas, piernas, abdomen, manos, brazos, hombros, pecho, cuello, boca, ojos, cara... cerebro. 

¡Noooo! Ha dicho cerebro. Casi lo tenía conseguido, pero mi maldito cerebro se ha activado al oír su nombre y ha empezado a mandarme imágenes de risas enlatadas "jajaja, relajar el cerebro, lo llevas claro, ni de coña nos relajamos. Ahora mismo vamos a obligarte a pensar en "Inside Out" y a que imagines a todas tus emociones descontroladas por tu cabeza. Ahora mismo Inspiración va correteando por toda tu cabeza anotando ideas y pegando post its para un post con tu experiencia en el yoga". No, no, no. No pienso escribir sobre esto. "Claro que sí, ya lo verás". 

Voy a relajarme. Necesito dejar de pensar en todo. Lo necesito. Apagarme neuronalmente. 

Oigo a mi cerebro descojonarse. "Mejor toma drogas o ... ya sabes". 

- Y ahora poco a poco, cuando vuestro cuerpo os lo indique, vais volviendo de la relajación. 

Menos mal. Estaba a punto de chillar. 

- ¿Qué tal? ¿Te ha gustado?
- Fenomenal. El jueves vuelvo. 

Me ha molado el yoga. Relajarme no me relajo pero por lo menos no me hace peor persona como correr. Sólo tengo que aprender a vivir hablando con mi lado más chalado. 

Y a cantar.