martes, 10 de junio de 2014

Lecturas encadenadas. Mayo (II)

Habíamos dejado los encadenados de mayo a la mitad y eso está muy feo. Hay que terminar las cosas, pero ya os adelanto que en lo que va de junio he leído ya 4 libros... voy camino de un nuevo record.

Tras el desastre del libro del francés sobre hablar de libros que no has leído, decidí apostar por algo seguro y tuve la suerte de que la editorial Navona, me envío un ejemplar de "El pony colorado" de John Steinbeck. Pocas cosas hay más seguras que Steinbeck en literatura. Lo leí del tirón una noche de insomnio.

El pony colorado recoge cuatro relatos escritos por Steinbeck entre 1933 y 1934. Son en parte autobiográficos y están ambientados en el valle de Monterrey dónde más tarde situaría sus novelas Cannery Row, Dulce Jueves y Tortilla Flat. Los cuatro relatos tienen los mismos personajes y están contados desde el punto de vista de Jody, un niño de diez años.

Al leerlos, te imaginas en una de esas películas del oeste con un sol cegador o una lluvia brutal que hace que la tierra árida del verano se convierta en un lodazal. Ves al niño rubio con el peto vaquero y las botas desabrochadas, al padre silencioso y adusto y a la madre con el delantal tocando la campana en el porche. Son escenas que ya has visto pero con Steinbeck estás en ellas.

Son relatos sobre el final de la infancia, sobre esos momentos en los que hechos determinados acaban con el lugar seguro que es la infancia y te abren la ventana al territorio incierto que es ser "mayor", ser un adulto.

"Durante un momento creyó ver un punto negro que se arrastraba cerro arriba en la lejanía. Jody pensó en el estanque y en Gitano. Y pensó en las grandes montañas. Un sentimiento de añoranza se apoderó de él, y era tan agudo que deseó poder llorar para arrancárselo del pecho. Se tumbó sobre la hierba verde, junto al barreño redondo del agua, en el borde de matorrales. Se cubrió los ojos con los brazos y permaneció allí largo rato, lleno de una tristeza sin nombre."

Steinbeck es siempre sí. 


Cuaderno De Viaje de Craig Thompson. A mitad de mes hice una incursión en mi biblioteca. Pensé que hacía mucho que no leía comics y bajé a cotillear a la comiteca. Un amigo me había recomendado un comic de Thompson, al que yo ya conocía desde que leí Blankets. El que mi amigo me había recomendado no estaba, pero estaba este Cuaderno de viaje que me llamó.


Craig Thompson, tras el éxito de Blankets, realizó en 2004 una gira de promoción por Europa que interrumpió durante 3 semanas para viajar a Marruecos. Thompson es joven, americano y de la América profunda. Además, es un poquito depresivo, acaba de dejarlo con su novia y está desbordado por la cantidad de compromisos, entrevistas, firmas y demás que tiene que realizar. El diario se centra en su estancia en Francia, el paréntesis marroquí y unos días en Barcelona. La parte del diario que transcurre en Europa se centra más en él y en como se siente (de mal), la parte de Marruecos es más descriptiva de todo lo que ve y lo que no entiende, que es casi todo. Thompson se muestra así mismo en casi todos los estados de ánimo posibles: eufórico, agotado, triste, deprimido, nostálgico, solo, flipado, feliz, hambriendo, empachado, estreñido, con diarrea, apático y enfermo.  A veces provoca ternura porque es obvio el choque cultural que Europa y Marruecos le provocan y otras dan ganas de decirle "espabila".

Stoner de John Williams, también vino de la biblioteca por recomendación de Elena Rius. Lo devoré en un par de días.

Stoner es la historia de una vida por la que se pasa pero no se vive. Sólo hay dos decisiones en su vida que toma por iniciativa propia, una buena  para estudiar lo que quiere y otra mala para casarse. La decisión con la que se equivoca le acompaña durante toda su vida y soporta esa carga gracias a la decisión que tomó para bien, porque el trabajo será un refugio.

Es una buena novela que se lee con gusto y que atrapa, aunque deja regusto amargo porque es una historia triste.

"En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que, el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra.  Ambos eran muy tímidos y se fueron conociendo despacio, a tientas; se acercaban y se separaban, se tocaban y se retiraban, sin que ninguno quisiera imponer al otro más de lo que le fuese grato. Día a día caían las capas de reserva que los protegían, por lo que finalmente fueron como son los extraordinariamente tímidos: cada uno abierto al otro, sin protección, perfectamente cómodos y sin conciencia de sí mismos."

Terminé el mes con un acierto absoluto, también recomendación de Elena Rius, La liebre con ojos de ámbar de Edmund de Waal. Dejad de leer, pinchad en el enlace y comprad el libro. 

Es un libro maravilloso, tranquilo, pausado. Leerlo es como sentarte en la cima de una montaña o en la orilla de un lago y dedicarte a mirar el paisaje, el cielo, las nubes, estableciendo conexiones entre lo que ves y lo que piensas, dejando tu mente vagar sin rumbo y descubriendo cosas sin buscarlas. 

Edmund de Waal reconstruye y recorre la historia de su familia desde principios del siglo XX. Los Ephrussi son una familia judía  de origen ruso que hizo su fortuna en Odesa negociando con grano y de allí saltó a París y Viena. De Waal  reconstruye a su familia a través de recuerdos, cartas, diarios, archivos, noticias en periódicos, novelas y cuadros. Habla de arte, de historia, de música, de pintores, escultores y escritores que todos conocemos y además nos descubre ( o por lo menos a mi) lo que son los netsuke y nos lleva a Japón y a la vida allí para un europeo después de la II Guerra Mundial.  Es también un recuerdo de los cambios brutales y drásticos que las dos guerras mundiales produjeron en Europa y es un canto a la familia y al hecho de que en lo que somos tiene mucho peso lo que otros antes que nosotros fueron. 

Es un libro maravilloso, entretenido, ameno, interesante, curioso y que se lee con placer. 

Leed a Steinbeck, leed Stoner, leed "La liebre con ojos de ámbar" y daos prisa que en menos de un mes volveré con los encadenados de junio. 


viernes, 6 de junio de 2014

No está loca (aún)

Para variar, llega con tiempo. Se hace la ilusión de que lo mismo a esas horas y dando un par de vueltas consigue aparcar en la calle a precio de oro de 24 quilates el minuto. Por supuesto no hay sitio, así que mete el coche en un parking a precio de oro de 48 quilates, un riñón y una córnea el minuto. Mientras sale del aparcamiento intentando memorizar el sitio exacto donde ha dejado el coche elucubra que probablemente lo que le cueste el parking vale más que su querido coche de 13 años y medio millón de kilómetros. 

- Suba a la primera planta, vaya a la sala de espera. 

La sala de espera es absurdamente pequeña y está petada. Sólo queda una silla libre. 

- Buenos días. 
- Buenos días.- contesta un coro de voces. 

Antes de sentarse ya ha sacado el libro del bolso para no tener que hablar con nadie. No quiere mirar a nadie porque sabe que si lo hace empezará a imaginarse sus vidas y tiene la impresión de que no serán vidas bonitas las que se le ocurrián esta mañan. No le da tiempo a leer. Un joven con coleta aparece en la puerta y dice su nombre. 

- Soy yo. 
- Pues si que ha tenido suerte, nada más llegar y ya le toca.- escucha el coro de voces según sale. 

Un cubículo canijo con una ventana a la calle en la que está el parking dónde ha dejado el coche. Una mesa demasiado grande para ese despacho, con un ordenador, un millón de papeles y una impresora. Dos sillas. Un perchero. 

- ¿Tu primera vez?
- Si. 
- ¿Nerviosa?
- No, estaba más nerviosa la primera vez que fui al ginecólogo. 
- jajajajaja...ya veo que tienes sentido del humor. 
- Sí, sentido del humor y muy mala leche. 
- ¿Qué te pasa? 
- No como, no duermo, no hablo y el médico me ha mandado aquí. 
- Ya veo...
- Estoy harta de mi trabajo pero es una historia muy larga y aburrida y si te la cuento lloraré y yo no lloro con desconocidos aunque lleven coleta. 
- Y¿con conocidos?
- Mmmmm... si llevan coleta, tampoco. Me distraigo pensando que estarían mejor con el pelo corto y elucubrando qué les pasa por la cabeza cuando deciden dejarse el pelo largo y se me pasan las ganas de llorar. 
- ¿Fumas?
- No, pero me estoy planteando empezar. 
- ¿Bebes?
- No soy Sue Ellen pero sí, claro que bebo de vez en cuando. 
- ¿Tienes hobbys?
- No hago maquetas ni cupcakes ni nada de eso. Leo mucho y escribo. De hecho, lo que mejor me sienta del mundo es leer. 
- ¿Sigues leyendo?
- Si claro. Si llega el día en que deje de leer es que estoy al borde de la muerte. 
- Bien, bien... eso está bien. 
- Si tú lo dices. Creo que antes de seguir debería decirte que he venido con muy poca fe. 

10 minutos de cháchara más tarde. 

- Pues tú no estás de psiquiatra. 
- Dime algo que no sepa. 
- Lo que tú necesitas es un lanzallamas. 
- Jajajaja...mira eso encaja con una de mis dos fantasías. 
- ¿Cuáles son? 
- No son eróticas... de esas también tengo pero no te las voy a contar...
- ¿Por qué llevo coleta?
- Exacto. 
- Cuéntame las fantasías. 
- En una encaja el lanzallamas, aparezco en mi trabajo con instintos asesinos, rollo “Un día de furia” y me dedico a eso... a estar muy furiosa. ¿Te he comentado que soy muy rencorosa? Yo había pensado en metralletas, no metralletas no que es una palabra que ya no se usa, mejor ametralladora que suena más letal, pero un lanzallamas mola muchísimo más. Parecería un dragon cabreado. Un dragón canijo cabreado.... mmmm ¿parecería una lagartija? 
- Jajajaja... bien...sigue. 
- ¿Se supone que debes reírte de esto?
- Sigue. 
- La otra fantasía no tiene nada que ver. Me toca la lotería o vendo los derechos de otro libro por una millonada o hacen una peli con el blog o sencillamente consigo otro curro y entonces me compro un vestido con mucho vuelo y que arrastre por los pies y bajo la escalinata del edificio de mi curro diciendo “A Dios pongo por testigo que jamás en los años que me quedan de vida volveré a poner un pié aquí”.  
- ¿Algo más?
- Si, no tengo claro si debería ponerme pamelón y corsé. Lo estoy valorando. 
- Eres muy divertida. 
- Lo sé, eso dicen. 
- Bueno, pues definitivamente no estás de psquiatra. Eres muy inteligente, tienes sentido del humor, tienes los recursos necesarios  y sabes lo que te pasa. 
- Ya... Está muy bien este baño a mi ego ¿y? ¿Para eso me he jugado la vida pasando por delante de todos los que están en la sala de espera y me están odiando? ¿Tú sabes lo que me va a costar el parking? Dime algo que me sirva. 
- Todo lo que yo puedo decirte ya lo sabes tú. 
- Estupendo. 
- Te puedo dar cita otro día para que vengas. 
- y ¿Charlemos? y ¿compruebe si has decidido cortarte la coleta?
- Jajajaja, no... probablemente te vería otro al que le tendrías que contar lo mismo y que te dirá lo mismo que yo. 
- ¿Qué te hace pensar que quiero venir a contarle mi vida a otro?
- Te serviría para desahogarte...
- Ya, pero es que yo tengo amigos...Ha sido agradable charlar contigo pero sinceramente no le veo el beneficio. 
- Eso es, tú no necesitas venir. 


Esa noche soñoó con una Scarlett O' Hará sangrienta que armada con un lanzallamas achicharraba a tíos con coleta al más puro estilo Kill Bill. 


Despertó pensando que lo mismo si que estaba de psiquiatra.


jueves, 5 de junio de 2014

Queridos científicos (V) ¿Por qué me dan miedo los posts divulgativos demasiado largos?

En las últimas semanas he hecho varios  comentarios bien intencionados en algunos blogs de ciencias y he comentado con varios divulgadores científicos mi opinión sobre que los posts de divulgación que se publican son  muchas veces demasiado largos. 

La respuesta ha sido bastante fría cuando no directamente hostil. 

Lo entiendo, a mí no me gustaría que me dijeran “Moli, demasiado largo”, pero juro que mi intención era buena y no era una mera crítica. 

He estado dándole vueltas a este tema para intentar explicar por qué creo que la longitud de los posts de divulgación científica (en realidad de cualquier post) debe ser un factor importante a tener en cuenta a la hora de publicar en un blog. 

Antes de nada, quiero dejar claro que si tienes un blog de divulgación científica (o de ganchillo o de taxidermia o de lo que sea), por supuesto puedes escribir lo que te dé la gana y como te dé la gana, pero estas son mis reflexiones sobre este tema. 

Si partimos de la base de que la finalidad de tu post es divulgar y por tanto conseguir que el lector aprenda algo al terminar de leerlo, debe ser fundamental conseguir que el lector acabe de leer el texto. Si éste es demasiado largo es probable que abandone a la mitad con lo cual no habrás conseguido el fin que te habías propuesto. 

¿Quiero decir con esto que si el texto es demasiado largo el lector ya no lo leerá? No. Pero un texto demasiado extenso que obligue a “scrolear” la pantalla varias veces presenta varios problemas para que el lector aprenda algo en él. 

Primero, conseguir mantener la atención y el interés de un lector es muy difícil, (ocurre igual para la divulgación, las noticias, un blog personal o un relato de ficción) y hay que ser muy muy bueno manejando la información y la tensión narrativa para conseguirlo. Obviamente, cuanto más extenso sea el texto más difícil será y si el texto es pantallas y pantallas de scrolling peor. 

Escribir para ser leído en pantalla es distinto que escribir pensando en un libro o en una revista impresa. La actitud, la atención y hasta la manera de leer es diferente. Cuando cogemos un libro o una revista, cuando los sujetamos con las manos y comenzamos a leer un capítulo o un artículo, la mayoría de nosotros no sabemos cómo de extenso será y es posible que nos de igual. Empezamos a leer y nuestra vista avanza y nuestra atención está en las palabras que vamos descifrando, nuestra percepción y nuestra disposición sólo cambia cuando al pasar una página vemos que la siguiente sólo tiene texto hasta la mitad...está acabando el capítulo y pasaremos a otra cosa.

Inconscientemente, y si es un libro de divulgación o con el que esperamos aprender algo, sabemos que ahí llegará la conclusión, que nuestro cerebro tiene que haber asimilado “algo” al llegar al final y que el esfuerzo de atención está terminando, podemos relajarnos.  Ocurre lo mismo al avanzar en un libro, nuestra manera de leer y de asimilar cambia según percibimos de una manera subconsciente que cada vez quedan menos páginas y que estamos llegando al final. 

En una pantalla esa percepción subjetiva no existe si el texto es muy largo y es necesario scrollear la pantalla. 

Un estudio de  Erik Wästlund de la Karlstad University de Suecia, en el que se analizaba como leemos en distintas pantallas, explicaba que el mero hecho de tener que mover el ratón o el dedo para seguir viendo el texto distrae la atención del contenido de lo que se está leyendo y además obliga al lector a volver a buscar la línea por la que iba leyendo.

“Scrolling “took a lot of mental resources that could have been spent comprehending the text instead,” said Wästlund. Like being distracted when memorizing a phone number, scrolling’s interruptions knocked information from short-term memory. That’s the basic level of information processing, laying a foundation for long-term memories and knowledge”

Desde mi punto de vista, esto es cierto e “interfiere” más en mi capacidad de entender, asimilar y comprender cuando estoy leyendo un post con el que pretendo (o pretenden enseñarme) aprender algo, que si meramente es un texto de ficción, donde el hecho de perder el renglón un momento no me hará perder el hilo. 

Además, cuando leo  un post de divulgación que creo que me va a resultar interesante o que ha despertado mi curiosidad, mi atención está al máximo desde la primera palabra. Me planteo entender, leer, atender, saltar alegremente por encima de aquellos conceptos que me pueden resultar confusos esperando que ese “gap” no me impida comprender la idea general. Es un esfuerzo de concentración que realizo gustosamente si el texto está bien escrito, va dosificando la información y voy encontrando hitos en los que agarrarme. 

El problema es que esa actitud de “deep reading”, de lectura atenta y profunda, tiene una duración limitada en pantalla. Ignoro el motivo científico para ello, pero de la misma manera que soy capaz de enfrentarme a un capítulo de 50 páginas o a un libro de 500 sin ningún problema, un post de 4000 palabras está lejos de ser asimilable por mi capacidad de lectura profunda en pantalla. 

Según avanzo por la pantalla siento que por un lado me  voy impacientando porque quiero saber qué tengo que aprender, quiero saber qué de todo aquello que estoy intentando aprender es lo más importante, quiero llegar al final para tener el premio de poder echarme para atrás en la silla y decir “Eh, he llegado al final y he sido capaz de entenderlo y me ha gustado. Tengo curiosidad, voy a buscar más”, y por otro lado me voy poniendo de mal humor porque avanzo y avanzo por la pantalla y soy consciente de que estoy olvidando cosas, de que mi atención va decayendo y que el premio de la satisfacción del aprendizaje se va alejando. Lo intento, intento seguir atenta, muy atenta....pero mis buenas intenciones no funcionan más allá del tercer scrolleo (y solo en el caso de posts muy bien escritos). En este caso, también me echo para atrás pero cabreada, bajo por la pantalla, deslizo el ratón con la vana esperanza de encontrar quizás al final un párrafo conclusivo....no lo hay. Obviamente el autor confiaba en mí y en mi capacidad lectora...

Abandono pensando que si el post hubiera sido (un poco) más corto todos habríamos salido ganando. 

Es probable que esto sea una tara mía, o de mi generación más acostumbrada a leer en papel y con disposiciones distintas hacia la lectura en pantalla y en papel. Probablemente las nuevas generaciones sean capaces de leer igual de profundamente y con la misma actitud en ambos soportes, pero mientras esas nuevas generaciones me arrasan o yo consigo esa actitud, creo que el scroll se lleva mal con nuestra capacidad de aprender algo de un post de divulgación. 

Y estaré encantada de leer vuestros libros de 300 páginas...

martes, 3 de junio de 2014

Lecturas encadenadas. Mayo (I parte)


Si tenéis curiosidad por saber cómo he pasado el mes, imaginadme con una manta de cuadros cubriéndome las rodillas y un libro en las manos. Boca arriba, de un lado, de otro, dormitando a ratos y completamente insomne cuando se supone que debería dormir. Esa he sido yo todo el mes de mayo y por eso tengo que dividir las lecturas encadenadas del mes en dos posts, porque por mis manos han pasado 9 libros. 

Al lío. 

 Todo cuanto amé de Siri Hustvedt. Empecé el mes con una relectura. Recuerdo cuando compré este libro un frío día de invierno de 2004 con M en el cochecito. Lo compré porque había leído sobre él en un foro. No fue una recomendación entusiasta, sólo una frase de alguien "Dejad de leer a Auster y leed a su mujer". Lo compré siguiendo esa escueta recomendación, lo leí y me fascinó. Me fascinó tanto que fui a que me lo firmará Siri.  10 años después ha vuelto a llamarme y lo he releído porque a pesar de saber que en su día me había encantado, no conseguía recordar por qué me había gustado tantísimo. 

Lo releí en cinco días y no sé si me ha gustado o no. Creo que en estos diez años que han pasado me he hecho "mejor" lectora o mejor dicho, leo de otra manera, leo mejor. Se que en esta relectura, he visto cosas que no percibí en el 2004, algunas por mi experiencia vital y otras por la cantidad de lecturas que he hecho desde entonces. Por ejemplo, en esta lectura me he dado cuenta de que hay muchos detalles en esta novela que son en parte autobiográficos, o mejor dicho, Siri introduce en la trama aspectos de su vida: la boda en medio de una tormenta, el pasado noruego de la familia de una de las protagonistas, la pasión por el baseball de otro... y lo sé porque son detalles que Auster cuenta en su Diario de Invierno.

Probablemente mi experiencia escritora (en el 2004 ni escribía ni tenía la más mínima intención de hacerlo) también haya influido en mi percepción actual del libro. 

Es una historia sobre parejas, amistades, arte, paternidad. Es angustiosa y duele (tengo pendiente hablar de los libros que duelen). Transmite la horrible sensación de que a pesar de lo queramos creer (y la autoayuda nos incite a ello) se puede vivir toda la vida siendo intensa y profundamente infeliz y siendo consciente de ello. Es una idea aterradora.   

Todo cuanto amé es una buena novela que creo que hay que es mejor leer con 40 años que con 30. 

"Bill, al igual que todo el mundo, reescribió su vida. Los recuerdos de las personas mayores son distintos de los de los jóvenes. Lo que a los cuarenta años nos parece vital bien puede haber perdido su importancia a los setenta. Al fin y al cabo, nos inventamos historias a partir del fugaz material sensorial que nos bombardea a cada instante, que no es sino una serie fragmentada de imágenes, conversaciones, aromas y contactos de personas y cosas. La mayor parte de esta información la eliminamos para así vivir en algo parecido al orden, y seguimos barajando una y otra vez nuestros recuerdos hasta que morimos."

"Siempre piensas que si de verdad quieres a tu hijo estas cosas no pueden pasar - dijo- y elevó los ojos hacia mi con expresión feroz.- ¿Cómo ha podido pasar?"


La higuera de Ramiro Pinilla.  Vuelta a Getxo, vuelta a Don Manuel y doña Mercedes. En este caso la historia va sobre vencedores y vencidos de la Guerra Civil y como ganar una guerra puede no significar ganar una vida. Es la historia de una venganza muda o más bien la historia de cómo vivir una vida aplastado por la culpabilidad, paladeándola porque no se puede dejar atrás. Me gusta Pinilla, es como volver a casa. Abro el libro y estoy en Getxo, casi oigo el mar, siento la lluvia, veo el verde de los montes y saludo a los personajes como viejos conocidos. 

Por supuesto y lo repito una vez más, hay que empezar por la trilogía para descubrirlo como se debe. 

Los cañones de agosto: Treinta y un días de 1914 que cambiaron la faz del mundo de Barbara W. Tuchman. Regalo de un descerebrado por mi cumpleaños. Mil gracias Javi. 

Nada mejor para combinar con mi mantita de cuadros y mi convalecencia que un libro sobre los comienzos de la I Guerra Mundial. No hay nada más decadente que esos meses de 1914 previos a la invasión de Bélgica por parte de Alemania que destruyó completamente toda Europa, sus estructuras sociales, políticas, económicas y que obligó a los europeos a reinventarse desde cero, a vivir con la idea de que todo lo que habían conocido hasta entonces desaparecería para siempre. 

Es un libro super exhaustivo sobre los meses precedentes al estallido de la guerra y sobre las campañas, movimientos de tropas y batallas que se llevaron a cabo en el primer mes de la guerra, agosto de 1914. La autora, Barbara W. Tuchman ganó el Premio Pulitzer con este libro. Fue uno de los primeros trabajos sobre ese conflicto y la señora Tuchman realizó un trabajo de documentación y estudio absolutamente apabullante... a veces demasiado apabullante porque tu cabeza ya no es capaz de asimilar más nombres de diplomáticos, más batallas, más generales y más telegramas que van y vienen entre absolutos incompetentes aferrados a la idea de que "la guerra sólo duraría unos meses". 

La conclusión al terminar el libro y dejar a los dos frentes enfangados en el barro, es que fue una guerra que comenzó por la ambición política de Alemania por un lado y la falta de pensamiento realista y crítico por parte de las potencias aliadas. Todos pensaban que sería una guerra de batallas corta y acabaron llevando a Europa a un conflicto terrible del que nadie salió ganador y que volvió a reactivarse casi por las mismas causas 20 años después. 


Diario de una dama de provincias de E.M. Delafield.  Novelita que responde perfectamente al término "novelita". Es el diario de una señora británica en 1947, el antecedente de Bridget Jones en el que la preocupación por el peso y el trabajo están sustituidos por la preocupación por las finanzas familiares, la corrección en las relaciones sociales y los problemas con el servicio doméstico. 

Completamente intrascendente y carente de interés. He leído reseñas por ahí que hablan de su "delicioso humor" pero debe ser que a mi el humor "delicioso" no me hace gracia. Para leer con completo encefalograma plano. 

Cómo hablar de los libros que no se han leído de Pierre Bayard. Este libro llevaba en mi lista de pendientes desde que leí una crítica bastante entusiasta de ND, cómo él no suele entusiasmarse con casi nada me picó la curiosidad. Lamentablemente no comporta el entusiasmo para nada. Me ha parecido bastante pedante y soporífero. Detecto un peculiar estilo de escritura entre los autores franceses que en muchos casos me resulta afectado y poco cercano y que en el caso de no engancharme por el fondo de la historia hace que me distancia muchísimo del libro. 

Bayard es profesor de literatura y francés. Una combinación explosiva. Defiende la actitud de hablar sobre libros que no se han leído y reconocer abiertamente cuando no se han leído. Partiendo de la base de que yo no tengo ningún problema en decir que no he leído algo o en despellejar un libro cuando me ha parecido espantoso, no entiendo los remilgos. 

A pesar de que no me ha gustado y no es un libro que recomiende, tiene algunas reflexiones bastante interesantes y que sí comparto. 

"Tener, si no las mismas lecturas, al menos lecturas comunes con el otro - lo cual quiere decir, de hecho, las mismas no-lecturas - es una de las condiciones de una buena alianza amorosa. De ahí la necesidad, desde el comienzo de la relación, de mostrarse a la altura de las expectativas del ser amado haciéndole sentir la proximidad de nuestras bibliotecas interiores."


Y hasta aquí la mitad de mi mes lector... la semana que viene la segunda parte. Y leed a Siri. 


sábado, 31 de mayo de 2014

Una velada con Neil Gaiman escrita para ti.




"Escribí "El Océano al final del camino" porque echaba de menos a mi mujer que estaba grabando un disco en Melbourne. La echaba mucho de menos. Pensé en enviarle un regalo que durara más que las flores. Pensé que a mi mujer le gustaba yo, le gustaban las emociones y la honestidad y que con eso yo podía hacer una historia. Y pensé "en una semana lo termino". Me puse a escribir contándole como era yo cuando ella no me conocía, cuando era niño. Los sitios en los que yo había crecido ya no existían y no podía enseñárselos, pero podía contarle una historia. La historia se alargó y alargó y acabó siendo una novela. Cuando terminé, se la lei cada noche según la iba pasando a máquina y le gustó. Luego también le gustó a los editores y al público, pero yo no la escribí pensando en que le gustara a más gente...era una historia que quería que le gustara a ella y así la escribí, pensando en ella porque la echaba de menos. Luego desbanqué a Dan Brown en la lista de ventas del New York Times y eso me gustó, me gustó mucho."

Gaiman dice estas palabras cuando ya lleva unos 20 minutos hablando en su velada. "Velada" es una palabra extraña, la usamos poco, suena a película, suena a nuestros abuelos, suena a terciopelo y poca luz, a música clásica o al menos eso me sugiere a mi.¿Cuántas "veladas" he tenido con un hombre? Creo que ninguna que yo sepa o nunca las he llamado así. Pero "velada" le pega a alguien como Gaiman, alguien inglés, amante de lo victoriano y completamente vestido de negro. 

El negro es el color de la velada, de eso me he dado cuenta cuando nada más llegar a la cola una hora antes de que empiece el evento.Las 50 personas que estaban delante de mi (obviamente más frikis que yo) iban  todas de negro riguroso con alguna concesión al rojo. Yo voy de blanco de pies a cabeza, aunque realmente los pantalones son beige sucio. Me flipan estos pantalones aunque C me haya dicho que son de "tolón, tolón", a mi me recuerdan a Diane Keaton y su look en Annie Hall. Me disperso. El atuendo del público es negro, el evento se celebra en la "sala negra", el fondo sobre el que se sienta Gaiman es negro y ya he dicho que él va completamente de negro: pantalones, camiseta, chaqueta, calcetines y botines. Pienso que debe estar pasando calor pero como buen inglés ni se inmuta. 

Estoy nerviosa.  Nerviosa nivel imaginar Madrid colapsada por algún terrible suceso que me impidiera llegar a tiempo. Nerviosa nivel comprobar 7 veces que llevaba las entradas. Nerviosa nivel comprobar 3 veces que llevo los libros que quiero que me firme: Coraline y Misterios de un asesinato. No me atrevo a enseñarlos mucho cuando llego a la cola, todos parecen llevar comics de Sandman que yo lamentablemente no he leído todavía. Me he puesto nerviosa  al ver que mi fabulosa acompañante desconocida no aparecía y nerviosa al entrar en la sala y buscar un buen sitio. 

Me siento. Conozco estos nervios, son los nervios que siento siempre cuando algo me hace mucha ilusión y lo estoy esperando con intranquilidad. Me pasa con Bruce. Es mi trance particular, entro en una especie de dimensión en la que sólo estoy para lo que estoy esperando. Podría pasar una vaca amarilla volando y no la vería. Ahora sólo espero a Gaiman. 

Cuando llega y le veo de cerca siento que tiene "eso" que sólo algunos hombres tienen para mí. Es un "algo" que me conecta con ellos y me hipnotiza. Gaiman tiene carisma, muchísimo y tiene el mismo don que Bruce. Está allí sentado, respondiendo preguntas que probablemente ha respondido mil veces, ante un público que se parece al que tuvo ayer o hace una semana y al que tendrá mañana o dentro de un mes y sin embargo da la sensación de no querer estar en ningún otro sitio, da la sensación de que si pudiera elegir, elegiría estar justo aquí, sentado en esa absurda butaca roja hablando para mi (las otras 79 personas no existen ahora mismo...están con la vaca amarilla volando) . 

Gaiman habla un inglés británico maravilloso, tiene un tono de voz pausado  y te engancha en lo que cuenta. Me siento colgada de cada una de las palabras que dice, de cada una de las frases. Atrapada en su hilo. Contesta cada pregunta con calma, dejándose arrastrar por donde le llevan sus palabras en respuestas que pueden durar 10 minutos y que sin embargo todas las veces me dejan con ganas de "sigue hablando", "cuéntame más", "no te calles".  

Es divertido. "Decidí dejar twitter durante 6 meses porque necesitaba aburrirme más. Si vas en un taxi y no tienes nada que leer y te pones a mirar por la ventana y ves una estatua con palomas puedes empezar a pensar ¿cómo sería si la estatua fuera de una paloma y nosotros fuéramos del tamaño de las palomas y nos posáramos ahí? ¿nos pelearíamos por los mejores sitios? ¿y si la paloma gigante cobrara vida y nos persiguiera? Si vas en taxi mirando twitter y el mail y facebook... no te aburres y no se te ocurren esas ideas"

Pienso que yo no me aburro pero se me ocurren muchas ideas mientras conduzco, y pienso en Steinbeck y en si Gaiman habrá leído a Steinbeck y pienso incluso en cuando llegue el turno de preguntas, levantar la mano y decirle "Neil, ¿tu conduces?" 

Habla sobre Siria. Ha estado en Jordania en los campos de refugiados sirio y cuenta su experiencia allí. Cuenta como pensó que vería cosas horribles pero no tan horribles. "Hablamos de 600.000 refugiados y eso es solo un número, hablamos de un país de 6 millones de habitantes al que han llegado 600 mil, un 10 %... pero eso es solo un número. Allí ves a cada una de esas personas, refugiadas en un campo pensado para 1000 personas y que acoge a 100 mil. Un campo de refugiados es un sitio dónde nadie querría estar pero al que todos quieren llegar. Vives en una caja, en una tienda. Y esas 100 mil personas somos nosotros. Esas personas eran profesores, o médicos o carpinteros o tenían una tienda o vendían seguros...son nosotros pero sin nada. Allí te das cuenta de lo fácil que es que desaparezca todo: se corta el agua, la electricidad, alguien bombardea tu casa, te dispara....y toda la seguridad y la civilización desaparece. Pero al mismo tiempo el hombre es increíblemente resistente y en aquel campo a dónde han llegado 100 mil personas sin nada, se las apañan para seguir viviendo y te ofrecen te y comida cuando no tienen nada." 

Le escucho, pienso que tengo que leer su crónica en The Guardian  y que de esas cosas, de como la civilización y todo lo que somos puede desaparecer en nada, he hablado en el blog muchas veces a propósito de la II GM. 

Habla sobre el libro infantil que ha escrito y que por supuesto en castellano no se ha podido titular como en inglés "Fortunately, the milk" hubiera quedado raro. Cuenta que lo escribió porque pensó que hay poca literatura infantil en el que el padre sirva de algo. Según él, en los cuentos infantiles o el padre muere al principio o no sirve para nada. Pienso en levantar la mano y decir que hay una tercera opción: el padre enviuda (en pocos géneros hay más viudos que en el infantil...mmmm...curioso dato) para casarse con una madrastra. Fantaseo con levantar la mano en el turno de preguntas y darle este interesante dato a Neil. Lo desecho rápidamente...en inglés no manejo la ironía con igual destreza.  

Habla sobre componer música, sobre las adaptaciones de sus libros y cuenta una anécdota genial. No le gustó el musical de Coraline principalmente ( y lo cuenta muy bien y con mucha gracia) por una mala decisión, muy mala decisión, la peor decisión de casting que se ha hecho nunca. Elegir para el papel de Coraline a una actriz de más de 50 años con una poderosa presencia física. "Era difícil meterte en la trama de la obra cuando el personaje que más miedo daba del escenario era Coraline"

Llega una pregunta de twitter sobre su conocimiento de los mitos, otra del público preguntado por el código ético de sus personajes y la última sobre videojuegos. No son preguntas que yo hubiera hecho y al escucharlas pienso que serán una pérdida de tiempo pero una vez más Neil despliega su magia y explica porqué le interesan los mitos "no son historias para adultos ni para niños, simplemente son", cuenta que el código moral que aplica a los personajes con los que empatiza es muy sencillo "no hacer a otro lo que no quieres que te hagan a ti y no ser un gilipollas" y consigue que sienta curiosidad por el videojuego en el que ha colaborado: "durante años me pidieron que trabajara para sacar un videojuego basado en Sandman, trabajaba y luego no me pagaban y las compañías quebraban. Pensé que era gafe. Ahora he colaborado en un videojuego muy tonto y muy adictivo que no tiene nada que ver con Sandman pero que ha sido muy divertido."

Acaba la charla. Aplausos y  ando lo bastante espabilada como para conseguir un buen sitio en la cola para la firma de libros. Compro un ejemplar de "El océano al final del camino" porque la historia de por qué y como lo escribió me ha dado ganas de leerlo. Hacemos cola ordenadamente. Un desconocido se acerca con un taco de post it y pregunta a qué nombre queremos la firma de los libros. Los nuestros, obviamente.  La cola avanza y llegamos a Neil. Tiemblo, un tic nervioso muy desagradable y traicionero empieza en mi mejilla izquierda. 

Mi turno. Le saludo "Hi, Neil...nice to meet you". Firma los dos libros de manera distinta con pluma y tinta burdeos. Me derrito de emoción e intento sonreír para salir decente  la foto. Lo consigo a duras penas. 

Salgo en éxtasis. Acelerada, entusiasmada, exhausta, incrédula y feliz. 

Pienso en como contar toda mi velada con Gaiman en un post y oigo a Gaiman diciendo "escribí esta historia porque echaba de menos a mi mujer y quería hacerle un regalo. Escribí este libro pensando en que le gustara a ella"....y  pienso que justo así voy a escribir yo mi crónica. 

Escribo pensando en ti,  porque te gusto yo, te gusta como escribo, las cosas que cuento y te has perdido la velada con Neil Gaiman.  


*Mi acompañante desconocida fue un gran descubrimiento, una fabuloso compañía, muchas risas y un "esto tenemos que repetirlo". Mil gracias.

miércoles, 28 de mayo de 2014

10 consejos para aguantar el tirón.


La autoayuda y el pensamiento positivo son el Ratón Pérez de los adultos, el Disney World de los mayores de 30 y el "te llamaré" de los mayores de 40. Una mierda de ilusión. 

Las listas de "10 consejos para ser una persona feliz", "Lo que debes hacer si quieres disfrutar de la vida" y "Cómo vivir tu día pleno y ser feliz" son mentira, son una patraña o en el mejor de los casos son obviedades de garrafón que merecerían ser engullidas por sus autores esculpidas en piedra. 

Igual que hemos caído en una estúpida sobreprotección a los niños tratando de evitarles cualquier frustración, vamos de cabeza a creer que la vida es un sitio de luz y color dónde si sonríes y te levantas por la mañana pensando que puedes con todo, todo irá bien y vivirás en un salón de Ikea con todo ordenado. 

Pues no. Es una putada pero no es así. En la vida hay épocas chungas, muy chungas por los motivos que sea y no hay más cojones que pasarlas. No es divertido, no se pasa bien, no es bonito y no hay ninguna lista en internet ni ningún libro que vaya a darte unas palabras mágicas como un conjuro para dejar de sufrir. El Ratón Pérez no te va a traer un nuevo día sin sufrimiento... lo siento, pero en el lote de la vida venía una ración de pasarlo mal. 

Yo tengo 9 consejos de autoayuda de verdad, de la que duele pero que no hará que te conviertas en una ameba sonriente. 

Estás jodido. 
Asúmelo. Nada de pensar majaderías como que es una situación pasajera, nada de mira las cosas con perspectiva. Eso ya lo sabes, eres adulto y tienes memoria, sabes que no siempre estuviste así, sabes de sobra que no siempre será así pero ahora mismo da igual. La perspectiva eres tú y lo que te pasa es que estás jodido. Ahora. Ya. Hoy. En este minuto. 

Dedicarte a perder tiempo pensando "a lo mejor esto que me duele como si me despellejaran vivo no es tanto" es tiempo que pierdes de asumir lo que te pasa. Espabila. 

El tiempo no pasa deprisa. 
Y si alguien te intenta hacer creer que "el tiempo pasa deprisa, ya lo verás" pregúntale si a él se le pasan las horas en el curro más deprisa que los días de vacaciones. 

El tiempo no pasa deprisa cuando estás jodido, es exactamente al contrario, pasa increíblemente despacio. Cada día será una tortura, te levantarás pensando que no puedes más pero sí que podrás porque no te queda más remedio y por la noche pensarás "no ha sido tan malo, estoy mejor", pero es mentira. Al día siguiente seguirás igual. Pasará tiempo antes de que empieces a estar bien, hazte a la idea. El que te diga lo contrario, te miente. 

El tiempo sólo pasa deprisa cuando estás feliz y contento... la vida es así de cabrona. 

Vas a sufrir como un perro pero no vas a ser el que más sufra del mundo. 
No eres especial, ni tus circunstancias son peores que las de otros. Son las tuyas y te duelen como creíste que nunca nada te dolería pero las circunstancias de los demás también son jodidas. Que ellos parezcan estar mejor que tú no quiere decir nada. Piénsalo ¿cuánta gente sabe realmente lo jodido que estás tú? 

Nadie te va dar un conjuro mágico para salir de esto. 
Tienes amigos, pareja, familia, hijos, compañeros de farra, de curro o de deporte con los que hablar lo que te pasa y contar lo jodido que estás. O no, pero da igual. En esto estás solo, sufres tú y no hay más. Pueden acompañarte, animarte, distraerte, consolarte y darte dos leches para que espabiles y eso es muchísimo pero tu sufrimiento es tuyo y nadie va a salvarte. Sólo tú mismo sufriendo como un perro. 

Sabes lo que tienes o no tienes que hacer perfectamente. 
Deja de hacer el gilipollas y mirar consejos en internet esperando al hada madrina que te eche unos polvos mágicos que te saquen del marrón. Tú eres el hada madrina, el ogro, la bruja, la varita y los polvos. Hazlo o no lo hagas pero no mariposees. 

Y sí, lo sabes. Pero estás acojonado. Asúmelo. 

Vas a tener miedo.
Nada de pensar que no. Vas a tener más miedo que en toda tu vida y no sirve de nada pensar que no lo tienes. Lo tienes. Y ¿sabes por qué acojona mucho? Porque nos han hecho creer que cuando eres adulto no se tiene miedo, que tener miedo es una cosa que solo pasa en los cuentos y las pelis. Una mierda. Vas a pasar miedo. Asúmelo. 

Asume que en algún momento de tu vida vas a ser el malo. 
Vas a ser el malo o vas a hacer algo malo. Por simple probabilidad estadística y con la cantidad de cosas malas que hay en el mundo alguna te va a tocar hacerla / pensarla a ti. Basta ya de creer que eres el bueno. No. A veces harás cosas o tendrás que hacer cosas que van a doler a otros... o a lo mejor no, pero es un riesgo que tendrás que asumir. No eres el bueno absoluto, eso no existe. 

No juegues a "Adivina tu propio futuro"
Aunque creas que sí, aunque estés convencido de que sabes a dónde te van a llevar tus decisiones NO tienes ni la más remota idea. Piénsalo ¿hace 20, 10, 5 ó 2 años sabías que tus decisiones o la vida te iba a llevar a dónde estás ahora? No. Pues ahora tampoco. 

No tienes toda la vida por delante y un millón de oportunidades. 
Despierta. Puedes morir mañana, esta tarde o mientras lees esto. Espabila. 

Puedes equivocarte. 
De hecho vas a equivocarte y te va a joder infinito.  No vas a aprender nada por equivocarte, tienes que equivocarte  porque no lo sabes todo y porque no queda otra. A lo mejor aprendes algo pero a lo mejor sólo te llevas una leche de mil pares de narices. Por supuesto, no hacer nada también es equivocarse. 

Las malas rachas se terminan en algún momento, igual que se termina todo...pero no sabes cuándo será. Probablemente el día que menos te lo esperes, pero mientras llega esto es lo que hay. 

El mundo mola mucho, hay miles de cosas estupendas y vas a tener muchísimos motivos a lo largo de tu vida para estar feliz y contento y sonreír pero mala suerte, has llegado a una etapa de pasarlas putas y eso no se arregla con autoayuda y listas de consejos que empiezan por "sonríe" y "piensa positivo". 

Igual que no necesitas ayuda para disfrutar de lo bueno tampoco la necesitas para lo malo (no hablo de problemas médicos...) . No hay una receta mágica para dejar de pasarlas putas y si la hay no pasa por ser una ameba sonriente y flipada. 

Bueno, si la hay:  aprieta los dientes, aguanta, sufre como un cabrón y tira. No hay más. Si quieres sonreír, yo no tengo problema... pero es energía desperdiciada en hacer algo que no te apetece y créeme la vas a necesitar toda para llegar al final del día. 



lunes, 26 de mayo de 2014

Mis amigos.


Las siete de la tarde, el típico día de primavera en Los Molinos. Hace sol y hay nubes. Me quito los zapatos y los calcetines. Me pongo el jersey y le doy un trago al gintonic. 

- ¿Quién tiene el cubo de chuches? 
- Moli joder, con todo el chocolate que te has zampado...¿cómo es posible que estés así de escurrida?
- No tanto, tiene tetas. 
- ¿Dónde están las chuches? Paso de vosotros. 

Es uno de esos días en los que nos hemos juntado a ver pasar las horas, sin más. Sin plan, sin intención. Nos miro allí tirados en el jardín. Unos en el suelo en mantas, otros en las tumbonas, otros  en el suelo. Nuestros hijos andan corriendo por ahí sin que nos preocupe mucho dónde es "ahí" y  nosotros mantenemos conversaciones cruzadas, dormitamos y nos reímos. 

Somos ahora más amigos que cuando teníamos 10 años y jugábamos partidos de fútbol en los que nunca me elegíais porque era un paquete. Somos  más amigos que cuando nuestras hormonas bailaban la lambada  y empezamos a vernos con otros ojos y a buscar nuevos horizontes. Somos más amigos que cuando con 15 nos escapábamos de casa por la noche para ir a emborracharnos. Somos más amigos que cuando teníamos 20 y empezamos a hacer nuestros primeros viajes, más que cuando con 25 salíamos los jueves en Madrid y nos íbamos directamente a trabajar,   más amigos que cuando teníamos 30 y nos casamos o nos emparejamos y más que cuando (casi) todos tuvimos hijos. 

Nunca en todos esos años pensé en nosotros, estabais allí, conmigo y yo con vosotros. Unas veces más cerca, otras más lejos. Días de hablar mucho y meses de no saber nada los unos de los otros. Épocas de alejamiento y de cabrearnos. Renegar de unos, renegar de otros. Fechas fijas en las que sabíamos que nos veríamos, en las que no vernos sería casi casi una traición: mi cumpleaños, las fiestas de LM, la cabalgata de Reyes.  Días en los que las malas noticias nos ponían a todos en contacto enseguida y temporadas de apatía y desconexión.

Hoy nos miro y se me saltan las lágrimas, pero no os lo digo porque sois unos cabrones y si lloro os descojonareis de mi. Nos miro y alucino con lo que tengo. Os miro, os escucho hablando de gilipolleces, discutiendo sobre si la cecina de buey deshidratada que han traído de Boston está buena o asquerosa, sobre si el pulparindo es una chuche buena o mala y sobre fútbol y me doy cuenta de que cuando estoy con vosotros, cuando estamos juntos no soy Moli, ni la madre de las princesas, ni la hermana mayor, ni la pareja de nadie... soy solo yo. 

Puedo estar callada o hablar hasta quedarme afónica o me hagáis callar. Puedo reírme hasta llorar o llorar hasta dormirme. Puedo exponer la opinión más idiota ("Eso sácalo en un post") o disertar sobre algo que controlo mientras esperáis la ocasión de discutírmelo. Puedo expresar rabia y rencor y ser injusta y cruel. Puedo entusiasmarme y cantar o enfurruñarme y decir "pues no respiro si ponéis más flamenco guarrero de ese". Puedo quedarme hasta que me echéis o pirarme sin decir nada.

Sois mi lugar seguro, el lugar donde me puedo descalzar, desabrocharme el sujetador y decir lo primero que se me pase por la cabeza. Sois Rivendel, el sitio dónde nunca tengo miedo, dónde estoy a salvo. 

Nunca pensé que llegaríamos a ser así. Sencillamente no pensé en cómo seríamos con 40 años, ni siquiera me plantee si seguiríamos siendo amigos igual que no me planteé si seguiría teniendo dos riñones, dos orejas o diez dedos... lo di por hecho. 

Y no debí hacerlo. 

No debí darlo por hecho porque ahora sé con certeza absoluta, con esa certidumbre que sólo se tiene para un par de cosas en la vida, que tengo muchísima suerte. 

Pero no me pienso dejar el pelo largo... por  mucho que os empeñéis. 


jueves, 22 de mayo de 2014

¿En qué estado estás?


El Whatsapp es una herramienta poderosa y peligrosa a partes iguales como casi todo. Dependiendo del nivel de infantilismo, aburrimiento y dotes tecnológicas de tus contactos, puedes tener un Whatsapp que idolatres o soñar con volver a los tiempos en que la comunicación se hacía con tablillas y pergaminos. Si la cosa es muy grave muy grave (y conozco casos) es el momento de replantearte todas tus relaciones de amistad y lo mismo empezar de cero, en otro país.

Por suerte,  y digo por suerte porque criterio tengo poco, mi Whatsapp es un lago de calma y tranquilidad, con algunas ondas concéntricas de vez en cuando pero nada perturbador. A lo mejor por esa calma que reina en mi móvil y porque he tenido algún rato de aburrimiento últimamente es por lo que he llegado a pensar mucho en algo  que me perturba.

El estado en Whatsapp.

Primero, ¿qué quiere decir Whatsapp con "Estado"?

Si revisamos las opciones por defecto que aparecen en Whatsapp, tenemos:  "ocupado, en la escuela, en el cine, en el trabajo, batería baja,  no puedo hablar, en el gimnasio, estoy durmiendo, solo llamadas de urgencia".

De lo que se deduce que  Estado quiere decir = Excusa para no cogerte el teléfono / no contestarte el mail / ni atender tus mensajes. Para que todo el mundo lo entienda: paso de ti. 

Después me puse a  revisar mis contactos (ya digo que tenía una rara acumulación de aburrimiento) para ver si mis conocidos usaban el estado de Whatsapp de excusa o se habían lanzado por el camino de la originalidad y tengo de todo. 

Tengo el grupo de "No sé lo que estado. Ni lo sé, ni me importa", fácilmente reconocibles porque en su estado pone "Hey there! I am using WhatsApp". Curiosamente este grupo presenta otras dos características: 

- son mis contactos que no saben inglés o sólo lo chapurrean.
- son los contactos en los que el concepto "mensajería instantánea" no parece activar neurona alguna, así que cuando les mando un wasap... lo hago sabiendo a ciencia cierta que una paloma mensajera, Miguel Strogoff o El cartero de Neruda me traerían la respuesta antes. 

El siguiente grupo lo forman los que el día que se instalaron Whatsapp dijeron "Esta vez sí, esto voy a aprender a usarlo" y le dedicaron al menos 3 minutos". Llegaron justo a saber que había algo llamado "estado" y eligieron la primera opción de la lista que es justo la que no es una excusa. "Disponible" luce brillante junto a su nombre. Este grupo se caracteriza por no estar tan disponible como podría parecer a simple vista y porque cuando les dices "Joder, pone disponible y jamás contestas a los wasap" te suele contestar con ¿Qué pone qué dónde?

Por supuesto hay gente entre mis contactos que ha elevado el disponible a nueva categoría: "Disponible en varios aspectos". 

Después tengo el grupo "he descubierto las caritas e iconitos y se me ha ido de las manos completamente", fácilmente reconocibles porque en su estado presentan una sucesión más o menos largas de emoticonos. Dependiendo de la longitud de la ristra se puede saber cómo de enfermo está el contacto.  Este grupo presenta otra característica común, suele haberse reproducido y sospecho que la querencia por los iconitos es algún tipo de enfermedad infantil que les han contagiado sus churumbeles porque obviamente los mayores de 20 no estamos vacunados contra ese "sarampión". 

Sospecho que algunas de las cadenas de caritas y símbolos forman un mensaje pero, sinceramente, nunca he estado tan aburrida como para intentar adivinarlo. Y además, no sé si quiero saber qué quiere decirme alguno de mis contactos con 23 berenjenas, 2 flamencas, 3 diablos, una brocheta de frutas y un rascacielos... Si lo se, no quiero saberlo, por ahora quiero seguir teniéndoles un mínimo de respeto. 

¡Ah si! Casi lo olvido, es muy característico de este grupo que cuando les escribes, te contesten con media pantalla de caritas y cuando estás pensando seriamente en borrarlo te aparezca una línea que diga "Perdona, es mi hijo que me coge el móvil" o "Soy Mario, mi padre está haciendo caca". 

Luego está el grupo "voy a usar wasap como si sólo lo viera una persona" y entonces se ponen un estado de mucha vergüenza ajena porque ¡oh sorpresa! lo ve todo el mundo. La vergüenza es ajena porque el poseedor del estado tipo "tu y yo sobre la arena desnudos rodando" o "mami querida desde el cielo me ves y te aseguro que nunca más me comeré los mocos" no parece tener ningún tipo de vergüenza. 

Estos contactos están a un momento de aburrimiento un poco largo de ser bloqueados en el Whatsapp porque en cualquier momento pueden empezar a mandarte frasecitas sobre fotos de cascadas, gatetes, flores o puestas de sol. Es la única manera de poder seguir hablándoles en la vida 1.0. Y sí, lo sé, tengo que replantearme si los quiero en mi vida 1.0. 

Luego tenemos el grupo "Soy forofo y el mundo me ha hecho así". Estos son los de "aupa Atleti", "Vamos Rafa", "Lisboa nos espera", "Todos con la roja", "el basket es mi vida".  Yo no tengo contactos aficionados a la petanca ni a otros deportes pero supongo que los habrá y sus "estados" serán por el estilo. 

Tengo también el grupo "A las trincheras, ar",  el grupo reivindicativo. Pueden ser reivindicaciones importantes y generales "Sanidad pública, hombre ya" o personales "No me envíes cadenas" . Pueden ser  exhortativos "Escríbeme ya", "¡Qué miras!" o llamadas a las armas "¡únete a mi y juntos dominaremos La Galaxia!" o incluso chulerías "Ya tengo wasap y ahora qué?" o "Puta vida de mierda". Este grupo controla Whatsapp y sabe que todo el mundo puede ver el estado y conoce el poder de las redes... y contesta los mensajes a toda leche. 

Y ahora que lo pienso, ¿Cómo es que nadie en mi Whatsapp tiene como Estado "Líquido, sólido o gaseoso"? A lo mejor me faltan científicos... o gente que aprobara física de BUP. 

Se lo que estáis pensando. ¿Y tu Moli? ¿De qué grupo eres tú? Pues yo estoy entre el grupo que se pone frases en inglés con mensaje "Ny is a state of mind" o "Or so"  y los que eligen canciones, "Ay quien maneja mi barca". 

Estoy "Dancing in the dark". Me pega todo. 


lunes, 19 de mayo de 2014

¿Scarlett o Charlize?

Me rindo, no os entiendo. 

Me reúno con dos cuarentones para cenar comida china hasta estallar y ver una película en una televisión de 60 pulgadas. Un plan muy de tíos. Mientras esperamos que el chino feliz nos traiga lo que hemos encargado ponemos la televisión y aparece Scarlett. 

Scarlett en una pantalla de 60 pulgadas es mucha Scarlett, con todo lo que eso conlleva desde mi punto de vista. Demasiada Scarlett. Sin saber muy bien cómo y saliéndome de mi plan de ser muy tío, hago un comentario muy de tía: 

- La verdad es que no sé qué le veis a Scarlett, a mi no me gusta nada. 

Los dos cuarentones pasan de mi. 

- A ver, ¿os gusta Scarlett? 
- ¿En qué sentido?
- ¿Cómo que en qué sentido? En el bíblico, claro.  
- La mancillaría por todos lados. 
- Vale, eso es un SI, pues no lo entiendo. 
- ¿Qué no entiendes? Está tremenda. 
- Yo la veo con pinta de guarra, con pinta demasiado obvia. 
- ¿Cuándo la obviedad ha sido mala? Así no hay dudas. 
- Ya, pero la veo con cara de máncillame y luego tu amigo y ayer me chusqué a tu otro amigo y realmente me da igual uno que otro. No sé... no entiendo que os guste. 

Scarlett sigue en pantalla con pinta de muy muy mancillable (yo diría guarra) y Bradley sufre. Lo intento de nuevo. 

- Pero a ver, si os dieran a elegir, ¿elegiríais a Scarlett?
- Moli, así no se juega a esto. Pon las condiciones. 
- Vale. Veamos. Entre Scarlett y Charlize, ¿con quién os quedaríais?
- ¿Para qué?
- Para jugar al scrabble, no te jode. Para pongamos un fin de semana de 3 días en un sitio chulo. 
- A Scarlett.- gritan los dos al unísono. 
- ¿ A SCARLETT? ¿EN SERIO? ¿Pudiendo chuscar salvajemente con Charlie 3 días elegiríais a Scarlett? 
- A ver Moli, nosotros ya salvajemente nada. Con tener una actuación digna nos conformamos. 
- ¿Pero Scarlett en serio?
- En serio. 
- Pero pero pero...Charlize es una diosa, es guapísima, estilosa, parece simpática y divertida. 
- Ya, pero Charlize es para otra cosa. 

Decido atacar otra vez mientras zampamos los rollitos de primavera. 

- Pues yo si pudiera elegir ser una actriz, tengo que claro que elegiría ser Robin Wright. 
- Buena elección, una tía con mucha clase, pero está viejuna. 
- ¿Viejuna? Tiene 48 años y está estupenda. 
- Un poco mayor, ¿no prefieres ser Blake Lively? A mi me pone muy bruto. - dice Juan.
- ¿En serio? Pero si no tiene nada, es una  rubia lamida como hay mil millones....y no tiene tetas. 
- ¿Cómo que no? Mira esta foto.
- Eso es un push up y el escote, que os lo creéis todo. 
- Estás haciendo fatal de tío. 
- Vale, pero entre ¿Blake y Scarlett?
- ¡ SCARLETT! 
- Y ¿entre Robin y Scarlett?
- ¡Scarlett!
- Y ¿entre Jennifer Connely y Scarlett?
- ¡Scarlett!

- Pero ¿por qué? ¿Qué tiene Scarlett? No lo entiendo, no lo entiendo. ¿Si las otras son más guapas, con más clase y más estilo, por qué no las elegís?
- Porque son para otra cosa. ¿Si tu pudieras elegir para un fin de semana de 3 días de no salir de la cama a quién elegirías?
- Pues al que más me gustara, no al que tuviera más pinta de guarro. 
- Así no vas a conseguir ser un tío nunca. 
- Es que no lo entiendo, si  no elegís a  Charlize que es una diosa ¿Qué nos queda a las que no somos nada?
- ¿Ser Scarlett?
- Iros a la mierda. Paso de vosotros. 

No lo entiendo, no lo entiendo, no lo entiendo. 

¿Charlize o Scarlett? ¿Qué tiene Scarlett? 

jueves, 15 de mayo de 2014

Madrid me sienta mal.

No me gusta Madrid por lo mismo que no me gusta el calor, la primavera y los pimientos rojos. Son cosas que me sientan mal, fatal y me hacen peor persona. Hacen que sea la peor versión de mí misma. 

Me parece fabuloso que haya gente que suspire por sol los 365 días del año, que crea que mayo es un mes precioso, que idolatre los pimientos rojos y crea que como Madrid ningún sitio, pero yo no. 

No soy idiota (o no del todo) y por supuesto se que Madrid tiene muchas cosas buenas y que hay miles de sitios peores para vivir, por ejemplo la ciudad imperial donde llevo 14 años trabajando; pero saber que hay sitios peores para vivir no hace que me guste.  También se que ver llover 300 días al año puede ser agotador, que las flores son preciosas y que los pimientos rojos están deliciosos pero saber esas cosas no hace que me guste el calor, la primavera ni los pimientos rojos (bueno, estos me gustan , pero literalmente me convierten en un gremlin). 

Madrid es una gran ciudad con todo lo bueno que eso tiene, es bastante amigable, tiene el Retiro, la Gran Vía, muchos museos, unos bonitos cielos y hay unos cuantos garitos dónde comer y beber bien y pasar una noche divertida. 

Nací en Madrid de padres madrileños y abuelos de sitios tan dispares como Cuba, Canarias o Toledo. Sólo mi abuelo favorito era de Madrid. Mi familia y la mayoría de mis amigos viven en ella y llevo 41 años viviendo aquí y debería estar acostumbrada o haberle encontrado el gusto, pero no. 

No me gusta Madrid. De hecho, odio Madrid. 

No me gusta Madrid porque cuando estoy en ella siempre tengo un poso de tristeza. Siempre. me ha pasado desde que era canija y ésta es una las pocas afirmaciones vitales en las que coincido con Molimadre “Hija, a ti Madrid te  pone triste”. No puedo concretar por qué pero es una sensación que está ahí. Lo he pasado muy bien en Madrid. Me he reído, he hecho grandes planes y algunas de mis mejores noches han sido en sus calles...pero muy pocas de mis mejores mañanas han sido en ella. 

No me gusta Madrid porque me apaga. Hacer cualquier cosa en Madrid me cuesta un mundo, todo me da una pereza brutal, aunque sea algo que esté deseando hacer.  Madrid quema mis baterías de energía física y mental. Conseguir hacer cualquier cosa me exige un esfuerzo mental titánico. En Madrid, miro por la ventana de mi casa y me imagino en cualquier otro sitio. En otros lugares, miro por la ventana y fantaseo con no volver nunca a Madrid. 

No me gusta Madrid porque cuando estoy en ella siempre me percibo a medio gas. Me doy cuenta de que vivo pensando en cumplir el mínimo para llegar al día en el que me pueda escapar unos días, pensando en cuándo llegará el fin de semana, la navidad o mi adorado veraneo franquista. 

No me gusta Madrid porque me agobia que sea tan grande, me agobia el tráfico, no me gusta coger el metro y me da una pereza mortal salir. Odio el calor pegajoso que se instala de repente y que cae sin dejarme escapar. Odio el sol que pega en sus calles desde mayo hasta septiembre y que hace que salir a la calle sea una pesadilla. Odio que no llueva más. Odio sus días interminables sin una nube en el horizonte.  Odio la marabunta de gente y no me hace ninguna ilusión que pueda comprar en ella casi cualquier cosa que se me ocurra. 

No me gusta Madrid porque después de 41 años en ella no he conseguido establecer ningún vínculo afectivo con esta ciudad. Madrid me hace llorar. Si estoy mal, siempre estoy peor en ella y si estoy bien, siento que estaría aún mejor en otro sitio. (otro sitio que no fuera más al sur, por supuesto)

No me gusta Madrid porque cuando pienso en mi futuro nunca me imagino viviendo en ella.  Sé que no la echaré de menos y ella a mí tampoco. 

No me gusta Madrid y creo que yo a ella tampoco, tan sólo nos aguantamos.