lunes, 3 de agosto de 2015

Ensayo sobre el mercadillo

Primera ley del mercadillo: hay que ir siempre.
Segunda ley del mercadillo: cualquier tiempo pasado fue mejor.

Hay dos tipos de mercadillos. Los "mercadillos" sin más y los temáticos con apellidos: medieval, artesano, manualidades, artesanales, gastronómicos. 

En los "mercadillos sin más" suelen estas ubicados en descampados con bolas del desierto. En ellos puedes comprar desde un mantel supuestamente antimanchas hasta un vestido de boda. La música pachanguera entre regetón y Azucar Moreno atruena los pasillos, hay trapos colgados que intentan proteger del sol y las señoras van con carro de la compra. Muchos puestos se parecen más al cuarto de un adolescente con síndrome de Diógenes y no se ven precios por ningún sitio. 

Los temáticos suelen ser céntricos. En ellos huele a incienso, a pachuli, a cuero de vaca recién despellejada y a cosas "artesanas". Los precios están puestos de manera artística en cartulina negra con letras blancas y, en los que son lo más de lo más, los vendedores van disfrazados de "medievales". El disfraz debe ser traído directamente del pasado y el viaje te lo cobran en los 100 gramos de "remedio para el dolor de espalda" a 25 euros. Casi lo olvido, en estos la amenización musical corre a cargo de un grupo folklórico con flautín. Pasados 5 minutos de flautín, dulzaina y pandereta quieres invadir Polonia o viajar al siglo XV y enseñarles a los "medievales" lo que sus descendientes van a hacer con su música.  

Tercera ley del mercadillo: ellos dicen ¿otro? y ellas dicen ¡otro! 

En la época dorada de los mercadillos podías encontrar en ellos cosas chulas, baratas y sobre todo diferentes entre los puestos y con respecto a otros mercadillos. En una ciudad había buenos puestos de bolsos, en otro de camisetas chulas, en otro de bañadores, en otro de sábanas o de toallas. Ahora la globalización ha llegado a los mercadillos y en todos los puestos y en todos los mercadillos hay exactamente lo mismo. Por supuesto tienen todos una política de precios pactadas como si fueran multinacionales petroleras. 

Cuarta ley del mercadillo: hay que pasar calor, mucho calor. Si no se pasa calor es menos mercadillo y más una reunión ambulante de vendedores. 

Quinta ley del mercadillo. Igual que en las tiendas de lujo nunca hay ningún cliente y al pasar piensas ¿De qué viven?, en los mercadillos hay siempre un puesto de guarrerías impresionante: unos pingüinos que se tiran por un tobogán, una toalla con un leopardo, un destornillador fosforescente en una caja con mil accesorios que seguro que no encajan, gomas de pelo multicolores, linternas de todos los tipos, delantales, juguetes de plástico y una especie de rata de mentira que persigue una bola. En ese puesto, el vendedor está sentado mirando al infinito mientras se come un bocadillo.  Pasas y tras arrastrar a tus hijos (si los tienes) fuera de la atracción magnética de los pingüinos y la pseudorata te preguntas ¿de qué vive este tipo? Justo cuando empieza a darte pena estira un brazo le da al play en un aparato de música que probablemente tenga más años que tú y una música infernal comienza a atronar. Piensas, "el tío ya que no vende nos tortura". 

Sexta ley del mercadillo: desde que los puestos pactan la política de precios, el regateo ha desaparecido. Esta ley sólo se incumple si vas con tu madre al mercadillo, ella es inmune a esta ley y por tanto te avergüenza públicamente por ahorrarse 2 euros.

- ¿Cuánto es el bolso?
- 25 euros.- contesta el vendedor. 1,80 y negro casi azul.
- Carísimo. Te doy 23 euros.- contesta tu madre muy seria.
- Mamá, por favor... ¿Qué más te da? - intervienes sintiéndote como si tuvieras 14 años otra vez. 
- Que no, que no da igual. Esto se hace así. 23 euros.
- Señora, esto cuesta 25. 
- No me cuentes cuentos chinos...no vale 25.
- Señora, serán cuentos africanos. 

Huyes despavorida a esconderte detrás de la toalla con el leopardo y valoras llegar al coche, no volver la vista atrás y te prometes a ti misma que jamás pisarás otro mercadillo. 

Séptima ley del mercadillo; cualquier mercadillo es siempre una promesa y una oportunidad para encontrar un tesoro oculto, en forma del vestido de tu vida, el libro que andas buscando o el pelador de piña sin el que no puedes seguir viviendo. 

Siempre se vuelve a caer.

11 comentarios:

Ana María dijo...

Los mercadillos a veces tienen nombres muy significativos que forman parte del imaginario colectivo de un lugar.

Camisetas. Hace doce años estuvimos en la playa en plan familiar, y nos volvimos todos con unas camisetas del mercadillo que era la risa vernos. Salieron buenas y por ahí andan rodando todavía.

Manteles antimanchas no, pero de los buenos y decentes sí he encontrado alguno :)

:**

Principito dijo...

O sea, que hoy SÍ COMPRAS !!

Me han gustado esas leyes tan experimentadas de los mercadillos, totalmente reales, como la vida y el mercadillo mismo

Oswaldo dijo...

En Madrid visité uno. ¡Fantástico! Lleno de pequeños tesoros. Algunas de las mejores compras que hicimos en "nuestro viaje a Europa" fueron allí. Pantalones varios y bolsos de cuero para mi esposa y ropita variada para mi nieto fueron los elementos más relevantes.

Aparte del hecho de que todas las cosas que compramos han salido buenas (Suerte incluída. Sin duda) el punto clave de todo el asunto, LOS PRECIOS.

En Barcelona más bolsos de cuero a africanos en uno de los muelles.
En Londres, lentes de sol con "animal print" para mi esposa y un vestido espectacular para regalarle a mi hija.
En Roma, souvenirs.

¡Sí! Creo que somos asiduos usuarios de mercadillos y creemos firmemente en tu primera ley.

La loca de Shalott dijo...

Hay mercadillos (los de Navidad concretamente, con pavos incluidos) en los que hace un frío del carajo y así ha de ser.
Personalmente me encantan los de antigüedades. Todo un mundo!

PAQUI dijo...

Si vives por mi tierra la primera ley no la aplicamos en julio y agosto, todo el "mercaillo" para los turistas. Ya tendremos tiempo de pasar calor hasta octubre y disfrutar de las compras el resto del año.No hay necesidad de morir abrasadas o aplastadas. Muy fan de molí madre.

Krika dijo...

Ay lo del regateo me ha dado siempre una vergüenza!!! jajajaja

Lou Perea dijo...

A mi me pasa con el de Majadahonda, que siempre vuelvo a caer

Lou

Lo q Leo dijo...

Yo busco libros perdidos,
de esos que pueblan
la cuarta fila
de baldas olvidadas
de ricas señoronas sin heredero.
Y que un sobrino cabrón
más interesado en collares
que en páginas
a vendido a un gitano trapero
a cambio de los portes.

Lo q Leo dijo...

que duro es comentar desde el movil
perdido en lejanas montañas
se me caen hasta las aches

Anónimo dijo...

Pues que apañao el chico de la Consuelo n? Q poesias te planta :)

sasadogar dijo...

Ciao Moli,
que coincidencia que hables de mercadillos.Este verano he tenido dos experiencias en dos tipos de mercadillos.
La semana pasada volví a uno, de los de toda la vida,de los que se hacen semanalmente en mi ciudad, de los de "Señoras lo tengo barato, todo a un euro",o "Nenas, nenas tengo lazos pa' poneros guapas mientras cocinas con la calor", y descubrí algo que me impactó.
Las sábanas bajeras a 5 euros ya nos son de origen desconocido...ahora vienen de IKEA...¿habrase visto?. Pa' esto me meto en el infierno de Ikea y su recorrido para borregos.( ventaja del ikea que tienes aire acondicionado y no hay carteristas, pero, ¿qué sería de un mercadillo sin el calor y el sudor corriendote por el canalillo?). Aún así, volví a encontrarle el atractivo.
Además encontré un puesto de lo que buscaba y charré un poco con el comerciante,de 40 años en el tema d ela venta ambulante y me fui la mar de contenta con una compra estupenda y aún precio muy muy bajo.
Corroboro que la globalización ha hecho que los mercadillos pierdan su gracia. Ahora da lo mismo al que vayas, los productos son los mismos.
Segunda experiencia, en este caso,, mercadillo temático "hippie" ibicenco en las vacaciones: nosotras deseando perdernos en alguno de los múltiples de Ibiza y nuestros maridos con cara de perro.
Mi impresión fue que poco queda ya de la novedad originaria de los hippies de los que hablaban mis padres de los 70. Todo lo que me oferecían me parecía algo trasnochado- acorde con el ambiente de la isla, pero en la ciudad, pintoresco.
A lo mejor es que me hago mayor y ...mierda, creo que me estoy conviertiendo en una "pequeñaburguesa".
Mis amigos y mi marido no entienden porque me gusta tanto, cuando visito otras ciudades, visitar mercadillos. Veo que no soy la única a la que le parecen fascinantes y llenos de tesoros. Aún recuerdo, en Cracovia, una escultura de madera que no compré en un puesto de la plaza principal.

Qué gusto leerte y encontrar tantas cosas similares,

un beset desde valencia