
El viernes terminé el libro que estaba leyendo. Como siempre hago, lo cerré y miré la estantería donde tengo los “pendientes de leer”. Miro y espero. Sé que parece una paranoia pero funciona así. Y uno de los libros me llama y dice “es mi turno”. No puedes coger otro, no puedes hacer como que no oyes esa llamada y pasar de largo. Te llama y es su turno. Si cometes el error de coger otro, no será el momento para ese que has cogido y lo que es peor, habrás desperdiciado el momento del que te llamaba. Vale si...suena a que estoy loca...pero el caso es que funciona.
El que me llamó el viernes fue “
El Holocausto asiático” de Laurence Rees. La II Guerra Mundial en Asia, básicamente la historia de Japón desde los inicios del XX hasta el fin de la guerra. Mis nociones previas sobre el tema eran bastante escasas, sé bastante sobre la II Guerra Mundial en Europa...pero Asia se me había quedado un poco descolgada.
A lo que iba. Mientras lo iba leyendo, me han surgido varias reflexiones. La mayoría son probablemente, insustanciales, tontas y puede que cualquiera (bueno, cualquiera no, que hay mucho merluzo por ahí) pueda venir y desmontármelas pero quiero escribirlas.
Cuando lees sobre las atrocidades que se cometieron en la II Guerra Mundial, sentado en tu cómoda butaca del año 2011, con toda tu seguridad vital a mano, tiendes a pensar varias cosas:
- Qué horror. ¿Cómo pudo pasar?
- Qué horror. Yo no lo haría.
- Qué horror. Que gente más malvada hay por el mundo.
A uno le gustaría pensar que todas esas atrocidades y no hablo de las ocurridas en el campo de batalla, que también son horribles, sino de cosas como los campos de exterminio nazis, las violaciones en masa de los rusos en Alemania, de los japoneses en China, los
bombardeos aliados contra poblaciones alemanas llenas de civiles,
la matanza de Kathin, la
masacre de Nankín, las bombas incendiarias sobre Tokio, las dos bombas nucleares sobre Japón...etc, etc…que todas esas cosas ocurririeron porque se juntaron a la vez sobre la faz de la tierra “muchos malos”.
Pero no. No había muchos malos. Había los mismos malos que ahora. Hitler era malísimo y Stalin también, pero alguien como Churchill que es considerado un político digno de admiración y sin duda lo es, se paso por el forro las promesas hechas a los polacos y entregó el país a Stalin, sabiendo lo que ocurriría. Los americanos y los ingleses que son los buenos, los que ganaron, aceptaron echar tierra sobre la matanza de 20 mil soldados polacos sabiendo que Stalin había sido el instigador de esa matanza. Y americanos e ingleses se plantaron a conferenciar con Stalin llevando un papel donde sencillamente habían apuntado como se repartirían los Balcanes: para ti Checoslovaquia, para ti Hungría,…así de sencillo. Sabiendo como sabían lo que pasaría con los países que quedaran dentro de la órbita soviética.
Incluso Churchill, llegó a plantearse el uso de gas venenoso contra población civil alemana, alegando que “Yo no lo utilizaría a menos que se demostrara (a) que era, para nosotros, una cuestión de vida o muerte y (b) que en nuestro caso acortaría la guerra en un año. Es una estupidez plantearse la vertiente moral de esta cuestión cuando todo el mundo lo utilizó en la última guerra sin que los moralistas o la Iglesia alzaran en ningún momento la voz. Por otro lado, en la última guerra, el bombardeo de ciudades estaba prohibido. Hoy, todo el mundo las bombardea sin problemas. Simplemente es una cuestión de cambio de moda, como sucede con las mujeres y el uso de una falda corta o larga”.
¿No da miedo? Da muchísimo miedo.
¿Cómo pudo pasar? Somos unos listillos, es inevitable, así que cuando lees todas esas atrocidades y salvajadas piensas: de verdad, que brutos eran y que poco civilizados y yo soy el colmo de la evolución humana porque sé que todos somos iguales y no soy nada racista.
¡Qué fácil es pensar eso en 2011! Leyendo éste libro y los otros de Rees sobre el tema, te das cuenta de que desde 1940 hasta ahora mismo han cambiado muchísimas cosas, pero una muy importante y que creo que tiene mucho que ver en todo esto, es la inmediatez de las comunicaciones, la rapidez con que la información viaja y la globalización de los acontecimientos.
Me explico. En 1940 para un americano, Japón era otro planeta. No sabía nada de ese país, tenían un emperador al que creían un dios, eran de otra raza, otras costumbres y además estaban lejísimos. “pensábamos que no veían bien, sobre todo por la noche, porque en todas las imágenes que habíamos visto de ellos a lo largo de los años siempre llevaban gafas oscuras de montura gruesa” “...nos habían dicho que los japoneses eran seres infrahumanos. Evidentemente, ni nos gustaba Hitler, ni nos gustaban los nazis, pero mucha gente en Estados Unidos tenía antepasados alemanes o italianos. La opinión que teníamos de los italianos o de los alemanes no tenía nada que ver con la que teníamos de los japoneses. Sabíamos que los japoneses eran seres infrahumanos. De veras lo creíamos”
Para un alemán, los rusos eran gente que vivía en un país inmenso, con otro idioma, otra cultura y por supuesto no eran europeos. Para los ingleses, el continente eran casi bárbaros y sus colonias...eran sencillamente gente que tenía que estar agradecida por que los caballeros del Imperio se dignaran a culturizarlos.
Para los japoneses, los chinos eran “ Chancorro. Se usaba para referirse a aquello que está por debajo de los humanos, como los insectos y los animales. Mientras que los japoneses son una raza superior que existe desde hace 2600 años, los chinos eran una raza inferior. Los chinos no pertenecían a la raza humana”.
Lees todo esto ahora y piensas: que brutos eran, que incultura, que poco civilizados eran. Claro, qué fácil...desde tu perspectiva de la era coca cola...al mundo entero quiero amar...te crees que tú no pensarías así, que tú sabes que todos somos iguales.
Ja.
Sabes que todos somos iguales, que no hay infrahumanos...pero no te impresiona lo mismo 3000 tios muertos en las Torres Gemelas que 3000 tios muertos en una inundación en la India. Es sencillamente que es imposible empatizar con todo el planeta, así que empatizas con lo que ves más parecido a ti. Ves posible sufrir un atentado y te parece horrible…la inundación la ves más lejana y por tanto te parece igual de horrible...pero porque te tiene que parecer así...no porque lo sientas así. Es chungo de explicar..pero obvio. Quiero decir que si para nosotros, en la era de los aviones, internet y la comunicación casi instantánea..lo que pasa en India no es igual que lo que pasa en Londres, ¿ como podemos pretender que para un tio de Wisconsin la vida de un japonés masacrado por una bomba atómica valiera lo mismo que la de su vecino soldado?
A lo que iba, cuando por desconocimiento, lejanía, cultura o propaganda racista consigues desposeer al otro de su condición humana, llevar la crueldad hasta extremos increíbles no es tan complicada. Despersonalizas el objeto de tu crueldad y no sientes remordimientos e incluso le encuentras justificación.
Rees, cuenta en el epílogo de este libro, como durante los 7 años que pasó entrevistando a personas que habían participado en la II Guerra Mundial por todo el mundo, se le desmontaron todas sus ideas previas.
Dice que “creía que los autores de los crímenes con los que me disponía a reunirme serían, en cierto sentido, personas evidentemente “diabólicas” en sí mismas: no tendrían cuernos, pero serían ostensiblemente distintas del resto de la sociedad. Nada más lejos de la realidad. ( ) Otra de las ideas falsas que poblaban mi cabeza era creer que, a raíz de aquellos crímenes, serían personas torturadas por el sentimiento de culpa. De nuevo, ni mucho menos es así. La mayoría no sólo no lamentaban los crímenes que habían cometido; lo cierto es que no creían haber cometido crimen alguno. ¿Era correcto asesinar judíos? “Bueno, era un problema al que tenías que enfrentarte”. ¿Era aceptable disparar contra los prisioneros alemanes después de interrogarlos? “Por supuesto. Habían intentado matarnos en el campo de batalla”. ¿Era acaso un crimen clavarle una bayoneta a unos prisioneros chinos? “Bueno, teníamos un problema administrativo. Era imposible alimentarlos a todos”.
Un soldado que partició en el bombardeo de Hiroshima cuenta que tras soltar la bomba y volar a 10.000 metros, se puso cómodo para prepararse para el viaje de vuelta y almorzó: " me tomé un bocadillo y un zumo de piña y lugo me volví y me eché la siesta. Me desperté, me fumé un puro y me dediqué a hacer aros con el humo hasta que llegamos a la base . Después de aterrizar y de dar parte y redactar los informes, se montó una gran fiesta"
Mucho miedo. Y los pelos de punta.
Rees cuenta también que todos ellos, se escudaban en el contexto para disculpar sus actos. Y lo entiendo. Volvemos a lo de antes. No se puede juzgar desde tu seguridad de 2011 lo que ocurrió en 1945. Todo aquello fue horrible, una monstruosidad, un espanto, una crueldad sin límites y todos ellos fueron crímenes horrendos...eso es indiscutible...pero no podemos pensar que las personas que los cometieron eran tan distintas de nosotros y que nosotros jamás haríamos algo así. No tenemos ni idea de lo que el ser humano es capaz de hacer, para lo bueno y para lo malo, hasta que estás sometido a unas condiciones tan extraordinarias que trastocan absolutamente todo tu planteamiento vital.
“Con todo, sigue siendo duro para aquellos de nosotros que vivimos en una sociedad democrática y relativamente pacífica admitir que los valores éticos que nos rodean pueden cambiar drásticamente en función de la coyuntura. Preguntémosle a una madre joven y respetable si se plantearía ejercer la prostitución y, casi con toda probabilidad, nos responderá que no. Sin embargo, en Alemania, inmediatamente después de la guerra, miles de madres respetables se convirtieron en prostitutas para poder alimentar a sus hijos. No es que aquellas madres fueran de la noche a la mañana, personas con menos valores, simplemente reaccionaban ante un cambio de ética situacional”.
Así que está muy bien leer sobre todo aquello, enterarse, informarse y aprender desde tu perspectiva de mundo Coca-Cola y qué bueno soy. Pero lo más importante es saber que aunque no quieras, aunque no quieras ni siquiera saberlo, probablemente tú serías capaz de hacer cualquier cosa por el estilo. Y da miedo, pero hacer como que no es una estupidez.
Hala, algo ligerito para el viernes.