miércoles, 30 de diciembre de 2020

Sigamos


Hacer una lista de cosas buenas del año 2020 puede parecer una majadería, una estupidez, un rasgo de buenrollismo (no sé porque esta frase me ha sonado a una rima atroz de Mecano) pero creo que, esta vez, todos deberíamos hacerlo. Quizás no cosas buenas, entendiendo buenas como maravillosas, pero simplemente cosas que han ocurrido este año que no sean la pandemia, el confinamiento, el pan casero, las mascarillas,  los aplausos, la enfermedad y la muerte porque aunque nos cueste creerlo, esto pasará y se nos olvidará y recordaremos, si es que queremos recordar, el 2020 como el año del coronavirus y no solo ha pasado eso. 

Al 2020 le agradezco el teletrabajo y la falta de compromisos sociales. Una persona falsamente social como yo agradece muchísimo minimizar las interacciones personales, manteniéndolas centradas exclusivamente en las que deseas con todas tus ganas: tus amigos. El resto, puff, desaparecidas. ¿Y el teletrabajo? Madre mía, lloro cada día al levantarme y no tener que salir de casa, ni interactuar con nadie, ni escuchar cotilleos de pasillo, ni comer rancho de cantina. ¿No es para todo el mundo? Entiendo que el teletrabajo para algunos puede ser como si las hermanas de Cenicienta se probaran el zapato de cristal pero a mí me va como un guante, perfecto. 

El 2020 es el año en que he cumplido uno propósito. ¡Albricias! Dije que cada mes leería un Delibes y lo he cumplido con creces. Hay que decir que era un propósito fácil pero claro, con cuarenta y siete años, una conoce sus debilidades y sus fortalezas (ninguna) así que aspiré a algo asequible. El del 2021 no lo he pensado aún, y a este paso tendré que improvisarlo. 

En el 2020 me he reencontrado con mis hijas. No es que las hubiera perdido, ni nos hubiéramos distanciado pero vivíamos asediadas por la Nada adolescente, por el desasosiego que crea el adolescentismo. Una especie de marejada rodeaba permanentemente la convivencia familiar con días de marejadilla (los menos) y muchos días de fuerte marejada que hacían que los días fueran cuando menos agotadores. El 2020 ha traído calma chicha o quizás nos hemos hecho todos lobos de mar y nada nos asusta. Es más, empiezo a encontrar esta situación extrañamente estimulante, casi me asusta despertarme un día con barba de George Clooney en la tormenta perfecta. El 2020 es por supuesto el año en el que, por fin, me dejé el pelo blanco también contra viento y marea. ¿Parezco más vieja? No creo, parezco la edad que tengo, cuarenta y siete  años. Otro tema es que la publicidad, la sociedad, las pelis, las fotos nos hayan hecho creer que las mujeres con cuarenta y siete tacos no tienen ni una cana, que el pelo blanco es algo de las de más de setenta. Pues no. Isabel Presyler tiene el pelo más blanco que el Yeti... y mucho tiempo y pasta para llevarlo siempre como si no se hubiera hecho nada cuando en realidad lleva seis horas en restauración antes de hacer cualquier cosa. Hablando de señoras estupendas, el 2020 ha sido el de convertirme en Dorothy de Las chicas de oro, conviviendo con mi madre por encima de mis posibilidades y de las de cualquier otra persona. Me saca de mis casillas por completo y a ella todo lo que yo hago le parece regular tirando a muy regular y alcanzando el fatal con bastante frecuencia. La convivencia ha suavizado algunas de esas cosas y, como con mis hijas, navegamos un oleaje tolerable que solo alcanza tempestades si hablamos de política, de la emisora que escucha o de mi tendencia a recordarle que JAMÁS SABE DONDE TIENE EL TELÉFONO y que ella, en una maniobra que me deja totalmente descolocada, sostiene que es por mi culpa. (Todo es por mi culpa pero que ella no sepa donde tiene el teléfono es algo que escapa a mis superpoderes para decepcionarla, no se me había ocurrido escondérselo, la verdad). 

En el 2020 he vuelto a tener depresión, a terapia, a las pastillas, a tener miedo y ansiedad. Esto me preocupa bastante porque he empezado a hacer cálculos, y si la depresión es como El NIÑO y tiene ciclos y vuelve cada cinco años. Y si en el 2025 me toca otra vez? Sé que no tiene sentido pero 2020 ha sido también el año de elucubrar todo tipo de catástrofes y de darnos cuenta de que como dice el dicho "good news takes time but bad news happens instantly". Nos hemos hecho especialistas en imaginar que todo lo malo que antes creíamos imposible va a desplomarse sobre nuestras cabezas en cualquier momento.

En 2020, me enfadé con una señora por abrazar árboles, vi a Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo en una exposición sobre pintores americanos y cené con Oliver Laxe que es encantador y guapísimo pero tiene un tipo raro, mucho tronco y pocas piernas. Me invitaron a un curso de verano, hablé de Delibes, conocí a uno de sus hijos y quizás dormí en la misma cama que Brad Pitt. Estuve en Salamanca, Valladolid y Segovia. Fui a un velatorio y abracé y besé gente, porque mi tío se murió justo antes de que nos prohibieran hacernos compañía cuando los nuestros mueren. Empecé con el cine de Rohmer y aún no me he repuesto de la experiencia de La gran belleza y la orfandad tras terminar Hall & Catch Fire y The office. Quiero faldas de vuelo si alguna vez vuelvo a salir de casa y al mismo tiempo quiero una casa en Los Molinos con un jardín del que no salir nunca. ¿Para qué? Subí el Pico Cerler mientras, para distraerme de la agonía le contaba a Antonio el argumento de Tal como éramos. Qué peliculón, que guapo está Robert y ¿por qué deja a Barbra? Cuando la vi en su día pensé que ella era insoportable y  merecía que él se marchara, ahora he pensado pero Robert, alma de cántaro, ¿no ves que ella es muchísimo más interesante, que precisamente te saca de quicio porque nunca te vas aburrir hablando con ella? Si volviera a nacer, en el turno de pedir dones, pediría saber con dieciocho lo que sabes con cuarenta y siete. Creo que podría dominar el mundo y conseguiría que las mujeres lleven el pelo blanco desde los treinta sin tener que escuchar opiniones de todo el mundo. 

En 2020 he visto el castaño florecer y otoñar. Llevé a mis hijas a Ibiza y he empezado a pensar que parte de mi insomnio brutal es por su culpa, de las catorce horas que duermen del tirón sospecho que alguna hora es mía. En 2020 he montado un huerto que no fue muy allá pero es que ha sido mal año para los huertos, me he aficionado a recoger flores y me he hecho unas gafas rosas. 

En 2020 he empezado dos proyectos nuevos en sus respectivos cuadernos, he coloreado mandalas, he ahorrado muchísimo en gasolina, ropa y cenas, he dejado que mi hija María se rapara la nuca y he asistido (casi) impasible al empeño de Clara en seguir sin cortarse el pelo. Por cierto, en 2020 he aprendido que el padre de Alejandro Dumas era negro y fue general de Bonaparte y que el miedo a cortarse el pelo se llama tonsofobia (no viene en el DRAE, pero es traducción directa de tonsurephobia que sí existe en inglés).  

2020 ha sido el año en que la ultracitada frase de Didion se ha hecho realidad para todos: Te sientas a cenar y la vida que conoces se acaba. 

En el 2020 se ha acabado la vida que conocíamos y no volverá pero eso no quiere decir que la vida se haya terminado. 

Sigamos. 

19 comentarios:

M. Pilar dijo...

Ay, a mi me ha pasado como a ti pero con la espalda. Me operaron en 2015 y otra vez en 2020 y ya estoy comiéndome la cabeza con cábalas sobre 2025 😔.
Mucho ánimo con la recuperación.
Me gusta mucho cómo escribes.

Luisa HD dijo...

Te quiero, Moli, leerte es para mí necesidad. Pero, porfa, ¿por qué te enfadaste con una señora por abrazar árboles? Para mi es una fuente de energía y de comunión con la naturaleza. Besos.

Esther dijo...

En 2020 me han diagnósticado un cáncer y no me he muerto, esa es la buena noticia. He respondido a la quimio, me han operado y voy a vivir algo más de lo que parecia al principio. Bienvenido sea el tiempo que sea

molinos dijo...

M, animo a ti también con la recuperación. Poco a poco.

Luisa HD lo de los árboles lo conté en un post que se llama Los maleducados son los otros...buscalo y verás la explicación. Besos

Esther, lo siento mucho. Un abrazo enorme

Anónimo dijo...

Un abrazo muy muy fuerte Molinos. Tu parrafo segundo me describe. Mi madre tuvo dos ciclos de depresion, ahi se paro. Lo cierto es que nunca se sabe. Y lo bueno es que sabes qué hacer. Tu parrafo segundo..¡.y el tipo de Oliver laxe! jajaja ( sospecho que tengo exactamente ese tipo yo tambien)!. Leerte siempre es interesante, siempre encuentro una palabra que me resulta eficaz para mi vida. Estoy agradecida por ello. Buena entrada de año y un abrazo de verdad. Madelmana.

Aroa dijo...

Estás sembrada y no muy bien por donde empezar a comentarte, pero vamos, tu pelo blanco me chifla. Todavía no tengo canas, pero me encantan. Siempre me gustaron. Lo de las horas de sueño robadas estoy segura de que se las quedan tus niñas y si yo fuera tú empezaría a esconderle las gafas a tu madre. ¡Qué comience el juego! Total, la bronca te la vas a llevar igual sin ni siquiera haberlas tocado jajajaja.

Aroa dijo...

Estás sembrada y no muy bien por donde empezar a comentarte, pero vamos, tu pelo blanco me chifla. Todavía no tengo canas, pero me encantan. Siempre me gustaron. Lo de las horas de sueño robadas estoy segura de que se las quedan tus niñas y si yo fuera tú empezaría a esconderle las gafas a tu madre. ¡Qué comience el juego! Total, la bronca te la vas a llevar igual sin ni siquiera haberlas tocado jajajaja.

lolo dijo...

Veo mucha lucidez en 2020; si son las canas déjalas aún más. Y pídeles a las prinzezas que te devuelvan las horas de sueño que es tuyo. Un buen cierre es un buen inicio.
Un beso.

Rita Turza dijo...

Después de todo creo que no ha sido mal año, también creo que hay que mirar hacía adelante, disfrutar de cada momento al máximo y centrarnos en el aquí y ahora.
Te leo pero hacía tiempo que no me pasaba a comentar, siempre es un placer leerte, Ana.

Feliz vida.

Anónimo dijo...

Para mí también ha sido un buen año, da un poco de apuro decirlo en medio de tanta desgracia, pero a mí el teletrabajo me ha traído calidad de vida, tiempo ganado en desplazamientos, y quitarme la sensación de tener que aparcar a mi hijo en lo que saliera para poder trabajar en verano. Por fin comparto tiempo con él más allá de baños y cenas atropellados. Mi pareja tiene una pequeña tienda de alimentación y durante el confinamiento hizo más caja que nunca. No digo que desee esta situación antinatural para siempre (mascarillas, no poder vernos con familiares, no poder saludar con dos besos, etc), pero me gustaría que perduraran algunas cosas que al menos yo sí que he ganado. Como colofón, al igual que Moli este año he cumplido un propósito, el de hacer ejercicio en casa, además estoy orgullosa porque empecé en febrero. El confinamiento posterior me ayudó a afianzar la rutina, pero había empezado antes. Me siento mucho mejor.
Deseo que la situación mejore en 2021, pero no quiero volver al estrés de antes, kilómetros para ir a un trabajo en el que realmente hablaba por teléfono con gente que estaba en otros sitios... había muchas cosas que no tenían sentido, y esta situación podría servir para reflexión (no lo creo, a los jefes les encanta vernos por ahí calentando la silla).
Un saludo a todos

Anónimo dijo...

Buena idea, como siempre!

Yo cierro un año que considero bueno. El anterior para mi, fue peor que este, así que todo depende de con qué se compare.

Haré la lista. Claro que sí!

Gracias!

Un abrazo

el chico de la consuelo dijo...

Mandarte un abrazo muy fuerte, un año más y ya vamos por la decada.
A mi no me ha gustado nada este año,
yo sí que vivo mucho en la calle, bueno en los bares ;)
y me cuesta acostumbrarme a la mentira social admitida.
Yo creo que todo es (está siendo) mucho peor de lo que nos cuentan
Soy obediente llevo mascarilla, distancia de los yayos
pero llevo fatal no saber lo que pasa.
Vivo desbordado, con un extraño sentimiento de no llegar
pero al mismo tiempo satisfecho de llegar a lo que llego.
No entiendo a mis adolescentes, pero creo que va de sí;
tampoco creo que ellos me entiendan a mí
por contra esta distancia me ha acercado más a mi mujer
quizá porque la veo menos porque su curro
se le ha vuelto inabarcable.
Sorrentino es mi actual adicción. Ayer justamente ví La Juventud
Gracias por recomendarme la serie de los informáticos
que ya sabes que me encantó.
Mi abuela tuvo el pelo blanco desde los 35 y se murió a los 95
yo por contra estoy abandonando la gomina y el futbol por televisión.
No hace falta que te repita que siento mucho tu recaída
igual que estoy seguro de que en breve vendrá tu "relevantada"
Igual puedes hacer una segunda parte de Los días iguales
en donde la protagonista sea una asesina en serie
que tenga relaciones apasionadas y lujuriosas con brat pitt ;) ;)
Bueno que desde lo de los postcast
y desde que te inventas los títulos de los libros que dices leer
(es imposible que no conozca ni uno desde hace meses) te sigo menos,
pero ya sabes que en cuanto matemos al bichito
y tu resetees la cocotera
te espero por mi pueblo para ir a bares mugrientos a comer tapas.
Mil Besos.


Laurix dijo...

No te había leído nunca antes... pero siempre resulta muy interesante leer algo que te remueve. Casi todo lo que mencionas me representa. Este año extraño y malísimo para muchos, ha tenido cosas malas, como alejarme físicamente de los míos. Pero también muchas cosas buenas.
Somos coetáneos, y yo aún voy disfrazada de 35, aunque probablemente tengo el pelo casi blanco desde los 30.
He hecho muchas cosas buenas y diferentes en este 2020. Creo que voy a hacer una lista y a buscar un hueco para leerte.

Carmina dijo...

Me parece que el (negro) mulato era Alejandro Dumas hijo, hijo de un francés y de una esclava negra. Enhorabuena por tu propósito cumplido. Lo de la señora de los árboles no me parece grave. Yo una vez abronqué a una vieja que pretendía que le cediera la acera (yo iba por mi derecha) a su perro.

E m i l io dijo...

Moli, échale una ojeada a la contra de La Vanguardia de hoy; puede que sea de tu interés. Feliz año.

Esther dijo...

Pues sólo te diré una cosa, a mi el 2020 me trajo conocer tu blog, y no me preguntes cómo fue porque no me acuerdo que me trajo hasta aquí. Pero me encanta lo que escribes y cómo lo escribes. Un abrazo y te deseo un feliz año.

Ses dijo...

Todo siempre es por nuestra culpa. Me ha encantado la referencia a "Las chicas de oro".

Anónimo dijo...

Pues otra que confiesa, con un poco de apuro, que para mí el 2020 ha sido un buen año. A mí también me encanta el teletrabajo, siempre había soñado con poder teletrabajar y en la empresa en la que estoy decían que era imposible... ¡a la fuerza ahorcan, amigos! Me gusta no perder el tiempo en el coche, no ver ni oír a muchos de mis compañeros, me encanta, me rechifla poder comer con mis hijas y charlar durante el día, tranquila, mientras trabajo, que de verdad, mi trabajo se puede hacer charlando tranquilamente... Duermo más por la mañana (cosa que me viene genial ya que la menopausia me roba muchas horas de sueño a base de calores insoportables y el resto se lo deben de fumar mis hijas en sus 12 horas también), y aunque no me he dejado las canas (lo sé soy una cobarde) me he empezado a dar un baño de color y a cortarme el pelo yo misma y ni tan mal. Me gusta pasar horas con mi marido, oyéndole hablar en las vídeo reuniones y me he dado cuenta que es tan buen jefe como compañero de vida. Me ha encantado pasar tiempo con mi perra que la pobre el primer mes no se separó de mí ni un minuto, con su morro sobre mis piernas como asegurándose de que estaba ahí de verdad, todo el día. Y la falta de compromisos, ¡joder qué gusto!

Anónimo dijo...

Yo nunca podré olvidar el 2020. De lo pero en el sentido más humano.-Pero sí, hay que seguir. Un beso Moli,

Anónima Marta