miércoles, 11 de marzo de 2020

La incertidumbre acojona

Halvar I (Norway 2011) de Hjorth/Ikonen
Ahora mismo lo único que quiero es ser como este señor de la foto, irme al campo, a un sitio tranquilo y taparme los ojos para escapar de la incertidumbre, la zozobra (sí, he metido zozobra en la frase porque es una palabra preciosa y nunca hay que desaprovechar la oportunidad de escribirla no una sino dos veces) y la estupidez. 

El coronavirus, como el 11S, el 11 M o la muerte repentina de un ser querido son eventualidades que llegan por sorpresa y que descolocan todo. Uno se encuentra como John Travolta en ese famoso meme pensando ¿De dónde me ha venido esta leche? ¿Cómo no la vi venir? ¿Pero cómo ha podido pasar esto? ¿Y ahora qué va a pasar?

El ¿Ahora qué va a pasar? es lo que a mí me causa más zozobra (tres) porque además, con la edad y la vida, aprendes que nadie sabe qué va a pasar igual que nadie podía predecir hace un mes lo que ocurre ahora. 

No sabemos lidiar con la incertidumbre ni con la súbita conciencia de que no tenemos ningún tipo de control sobre lo que nos ocurre. Sí, en el primer mundo podemos dejar de comer carne y decidir reciclar nuestros plásticos pero el futuro está lleno de sorpresas, de bombas de relojería dispuestas a hacer saltar tu realidad por los aires. 

Antes, antes de llevar el control del tiempo en nuestros bolsillos, antes de saber cuántos pasos damos cada día, antes de poder encender las luces de casa desde el curro, antes de poder mirar en nuestro móvil cuántas calorías comemos, antes de ver en directo los movimientos de nuestra cuenta bancaria o a qué hora exacta lloverá en tu ciudad,  se decía "así es la vida" o «qué le vamos a hacer» y nos resignábamos. Resignación, otra palabra que ya casi no se escribe ni se piensa ni se siente porque no estamos acostumbrados a que las cosas no sean como nosotros queremos que sean. ¿Resignarse a no hacer lo que quiero? ¿Resignarse a que pase algo que destruya mi ilusión de que todo va a ser siempre igual? ¿Resignarse a una desgracia, una tragedia, un suceso inesperado que nos haga estar más incómodos? No, no. Eso no puede ser.  

Asisto con estupefacción (otra palabra) pero casi sin sorpresa al espectáculo de personas adultas comportándose sin el más mínimo sentido de la responsabilidad. Por un lado están los que lamentan la incomodidad e inconvenientes que las medidas tomadas les suponen «A ver qué hago con los niños en casa». Claro, es incómodo y un coñazo pero es que una pandemia no está pensada para ser un planazo y se trata de llevar las medidas lo mejor posible sabiendo TODOS que son incómodas pero necesarias.

Por otro lado están los que actúan como niños pequeños, necesitan que les prohíban las cosas para dejar de hacerlas porque asumir responsabilidades no va con ellos. Gente que se va de viaje, que va al parque con los niños, que dice que no piensa cancelar sus vacaciones o se va a jalear a su equipo de fútbol. Su pensamiento funciona así «yo no decido nada, que me lo digan todo» para que luego, cuando las consecuencias de su irresponsabilidad le estallan en la cara decir «es que me lo tenían que haber dicho antes». 

Antes la gente era adulta con doce años, ahora hay algunos que no lo son nunca. Todos queremos que venga alguien y nos diga que todo saldrá bien, que no pasara nada y que estemos tranquilos que alguien se encargará de nosotros. La putada de hacerse mayor es que eso no siempre pasa y, a veces, hay que convivir con la incertidumbre, la certeza de que nadie sabe qué va a ocurrir y el miedo. Hay que asumir que tú eres responsable y que ser responsable a veces aterroriza y es incómodo. 

Quiero taparme los ojos para asumir con calma todo esto, para capear la zozobra, para sobreponerme a la estupefacción ante la idiotez de muchos y para resignarme a estar un poco asustada y no saber qué va a pasar. 



12 comentarios:

Galiana dijo...

Somos responsables de postureo, o no sucederían cosas como ir a comprar a lo bestia por miedo no sé bien a qué; o dejar a niños potencialmente enfermos con los abuelos a sabiendas que les pueden contagiar pq tienes que ir a trabajar; no te digo nada con los que hacen llamadas para que acudan los servicios médicos y suben a las redes el proceso para una vez llegan al hospital decir que no tiene les pasa nada que todo era para una red social.

Caro dijo...

Pues si a eso le sumas que el sábado tenías el tercer y último examen de la oposición, que te lo han suspendido y no sabes cuando te podrás examinar, ni te cuento!!!

Llevo todo el día pensando en cómo organizarme y evitando salir de casa en la medida de lo posible.

Me encanta tu blog y cómo escribes!!! un saludo!

Elena Rius dijo...

¡Jajaja! Si lees la primera frase de mi último post, verás que parece que nos hayamos puesto de acuerdo para emplear las mismas palabras.

lolo dijo...

Lo firmo, Moli. Y rezo para que lo primero en recuperarse sea el buen humor. Ánimo máximo.

Anónimo dijo...

La incertidumbre es lo peor. Durante dos años y medio estuve esperando a que llegara mi hija de China. Un proceso que me aseguraron duraría nueve meses, y se alargó más de dos largos e inciertos años. Sin que nadie me supiera decir nada. Eso cultivó mi paciencia y mi idea de que todo pasa. Y que todo supone un aprendizaje. Aunque esto último no lo tengo tan claro. Quizás nos sirva para darnos cuenta de lo realmente importante. La suerte de vivir en un país con una sanidad pública universal , imaginaros en EEUU sin un buen seguro médico. Y saber donde de verdad hay que gastarse el dinero, investigación por ejemplo . Ahí lo dejo
Un saludo María

Anónimo dijo...

Leerte me ha dado calma Moli. Llevo unas semanas con ese sentimiento que describes de incertidumbre y zozobra, que se intensifica cuando miro a mi alrededor y veo a los que me rodean haciendo el tonto o no haciendo nada. Y he llegado a pensar que estoy loca por sentirme así. Gracias de corazón.

Anónimo dijo...

bueno, saber lo que vas a cobrar todos los meses de tu vida por lo menos da un punto de referencia, digo yo.

Anónimo dijo...

la incertidumbre acojona, pero la ulcera que me estan dando la barbacoa que se esta montando debajo de mi casa de padres tomando cervecitas y niños jugando es peor. La gebte es gilipollas. No puedo con esto. Esto anula a incertidumbre.

Anónimo dijo...

Tengo un espejo con puas que siempre me parecio un arma arrojadiza medival. Estoy que bajo y disuelvo la fiesta de niños y padres de abajo porque no puedo mas.

Barbie Jardinera dijo...

Parece que entre el domingo y el lunes caerán unos diez litros de lluvia en Madrid. Es poco, pero suficiente para que el campo huela a gloria. Todos los almendros han florecido ya (los perales están en ello): esa lluvia llega a punto para que empiecen a cuajar las almendras. Y hay espárragos, oiga, que yo ya he cogido los primeros.
Después, en casa a cal y canto, terminar por fin esa maravilla para la que no hay palabras, el libro de P.L. Fermor.
Ánimo!

jota dijo...

Te ha faltado criticar a los que no desconvocaron el 8M y a los que se manifestaron como si estuvieran viendo un partido de fútbol.

Barbie Jardinera dijo...

Servidora retira lo dicho. No hay sentido común y somos demasiados. Ni campo ni leches. A casa a mirar para el cactus