lunes, 19 de mayo de 2014

¿Scarlett o Charlize?

Me rindo, no os entiendo. 

Me reúno con dos cuarentones para cenar comida china hasta estallar y ver una película en una televisión de 60 pulgadas. Un plan muy de tíos. Mientras esperamos que el chino feliz nos traiga lo que hemos encargado ponemos la televisión y aparece Scarlett. 

Scarlett en una pantalla de 60 pulgadas es mucha Scarlett, con todo lo que eso conlleva desde mi punto de vista. Demasiada Scarlett. Sin saber muy bien cómo y saliéndome de mi plan de ser muy tío, hago un comentario muy de tía: 

- La verdad es que no sé qué le veis a Scarlett, a mi no me gusta nada. 

Los dos cuarentones pasan de mi. 

- A ver, ¿os gusta Scarlett? 
- ¿En qué sentido?
- ¿Cómo que en qué sentido? En el bíblico, claro.  
- La mancillaría por todos lados. 
- Vale, eso es un SI, pues no lo entiendo. 
- ¿Qué no entiendes? Está tremenda. 
- Yo la veo con pinta de guarra, con pinta demasiado obvia. 
- ¿Cuándo la obviedad ha sido mala? Así no hay dudas. 
- Ya, pero la veo con cara de máncillame y luego tu amigo y ayer me chusqué a tu otro amigo y realmente me da igual uno que otro. No sé... no entiendo que os guste. 

Scarlett sigue en pantalla con pinta de muy muy mancillable (yo diría guarra) y Bradley sufre. Lo intento de nuevo. 

- Pero a ver, si os dieran a elegir, ¿elegiríais a Scarlett?
- Moli, así no se juega a esto. Pon las condiciones. 
- Vale. Veamos. Entre Scarlett y Charlize, ¿con quién os quedaríais?
- ¿Para qué?
- Para jugar al scrabble, no te jode. Para pongamos un fin de semana de 3 días en un sitio chulo. 
- A Scarlett.- gritan los dos al unísono. 
- ¿ A SCARLETT? ¿EN SERIO? ¿Pudiendo chuscar salvajemente con Charlie 3 días elegiríais a Scarlett? 
- A ver Moli, nosotros ya salvajemente nada. Con tener una actuación digna nos conformamos. 
- ¿Pero Scarlett en serio?
- En serio. 
- Pero pero pero...Charlize es una diosa, es guapísima, estilosa, parece simpática y divertida. 
- Ya, pero Charlize es para otra cosa. 

Decido atacar otra vez mientras zampamos los rollitos de primavera. 

- Pues yo si pudiera elegir ser una actriz, tengo que claro que elegiría ser Robin Wright. 
- Buena elección, una tía con mucha clase, pero está viejuna. 
- ¿Viejuna? Tiene 48 años y está estupenda. 
- Un poco mayor, ¿no prefieres ser Blake Lively? A mi me pone muy bruto. - dice Juan.
- ¿En serio? Pero si no tiene nada, es una  rubia lamida como hay mil millones....y no tiene tetas. 
- ¿Cómo que no? Mira esta foto.
- Eso es un push up y el escote, que os lo creéis todo. 
- Estás haciendo fatal de tío. 
- Vale, pero entre ¿Blake y Scarlett?
- ¡ SCARLETT! 
- Y ¿entre Robin y Scarlett?
- ¡Scarlett!
- Y ¿entre Jennifer Connely y Scarlett?
- ¡Scarlett!

- Pero ¿por qué? ¿Qué tiene Scarlett? No lo entiendo, no lo entiendo. ¿Si las otras son más guapas, con más clase y más estilo, por qué no las elegís?
- Porque son para otra cosa. ¿Si tu pudieras elegir para un fin de semana de 3 días de no salir de la cama a quién elegirías?
- Pues al que más me gustara, no al que tuviera más pinta de guarro. 
- Así no vas a conseguir ser un tío nunca. 
- Es que no lo entiendo, si  no elegís a  Charlize que es una diosa ¿Qué nos queda a las que no somos nada?
- ¿Ser Scarlett?
- Iros a la mierda. Paso de vosotros. 

No lo entiendo, no lo entiendo, no lo entiendo. 

¿Charlize o Scarlett? ¿Qué tiene Scarlett? 

jueves, 15 de mayo de 2014

Madrid me sienta mal.

No me gusta Madrid por lo mismo que no me gusta el calor, la primavera y los pimientos rojos. Son cosas que me sientan mal, fatal y me hacen peor persona. Hacen que sea la peor versión de mí misma. 

Me parece fabuloso que haya gente que suspire por sol los 365 días del año, que crea que mayo es un mes precioso, que idolatre los pimientos rojos y crea que como Madrid ningún sitio, pero yo no. 

No soy idiota (o no del todo) y por supuesto se que Madrid tiene muchas cosas buenas y que hay miles de sitios peores para vivir, por ejemplo la ciudad imperial donde llevo 14 años trabajando; pero saber que hay sitios peores para vivir no hace que me guste.  También se que ver llover 300 días al año puede ser agotador, que las flores son preciosas y que los pimientos rojos están deliciosos pero saber esas cosas no hace que me guste el calor, la primavera ni los pimientos rojos (bueno, estos me gustan , pero literalmente me convierten en un gremlin). 

Madrid es una gran ciudad con todo lo bueno que eso tiene, es bastante amigable, tiene el Retiro, la Gran Vía, muchos museos, unos bonitos cielos y hay unos cuantos garitos dónde comer y beber bien y pasar una noche divertida. 

Nací en Madrid de padres madrileños y abuelos de sitios tan dispares como Cuba, Canarias o Toledo. Sólo mi abuelo favorito era de Madrid. Mi familia y la mayoría de mis amigos viven en ella y llevo 41 años viviendo aquí y debería estar acostumbrada o haberle encontrado el gusto, pero no. 

No me gusta Madrid. De hecho, odio Madrid. 

No me gusta Madrid porque cuando estoy en ella siempre tengo un poso de tristeza. Siempre. me ha pasado desde que era canija y ésta es una las pocas afirmaciones vitales en las que coincido con Molimadre “Hija, a ti Madrid te  pone triste”. No puedo concretar por qué pero es una sensación que está ahí. Lo he pasado muy bien en Madrid. Me he reído, he hecho grandes planes y algunas de mis mejores noches han sido en sus calles...pero muy pocas de mis mejores mañanas han sido en ella. 

No me gusta Madrid porque me apaga. Hacer cualquier cosa en Madrid me cuesta un mundo, todo me da una pereza brutal, aunque sea algo que esté deseando hacer.  Madrid quema mis baterías de energía física y mental. Conseguir hacer cualquier cosa me exige un esfuerzo mental titánico. En Madrid, miro por la ventana de mi casa y me imagino en cualquier otro sitio. En otros lugares, miro por la ventana y fantaseo con no volver nunca a Madrid. 

No me gusta Madrid porque cuando estoy en ella siempre me percibo a medio gas. Me doy cuenta de que vivo pensando en cumplir el mínimo para llegar al día en el que me pueda escapar unos días, pensando en cuándo llegará el fin de semana, la navidad o mi adorado veraneo franquista. 

No me gusta Madrid porque me agobia que sea tan grande, me agobia el tráfico, no me gusta coger el metro y me da una pereza mortal salir. Odio el calor pegajoso que se instala de repente y que cae sin dejarme escapar. Odio el sol que pega en sus calles desde mayo hasta septiembre y que hace que salir a la calle sea una pesadilla. Odio que no llueva más. Odio sus días interminables sin una nube en el horizonte.  Odio la marabunta de gente y no me hace ninguna ilusión que pueda comprar en ella casi cualquier cosa que se me ocurra. 

No me gusta Madrid porque después de 41 años en ella no he conseguido establecer ningún vínculo afectivo con esta ciudad. Madrid me hace llorar. Si estoy mal, siempre estoy peor en ella y si estoy bien, siento que estaría aún mejor en otro sitio. (otro sitio que no fuera más al sur, por supuesto)

No me gusta Madrid porque cuando pienso en mi futuro nunca me imagino viviendo en ella.  Sé que no la echaré de menos y ella a mí tampoco. 

No me gusta Madrid y creo que yo a ella tampoco, tan sólo nos aguantamos.


miércoles, 14 de mayo de 2014

Nueve comienzos

1.- ¿Cómo se escribe un post?

No soy un gurú, ni bloguera de referencia, ni copy writer ni escritora profesional. Tengo un blog y escribo lo que me apetece. A veces no me apetece pero siento que tengo que escribirlo. Nunca es una obligación es simplemente una necesidad que tengo que satisfacer o no estaré tranquila. Me pasa lo mismo cuando tengo las uñas muy largas, no me apetece cortármelas ¿a quién le apetece cortarse las uñas? pero tengo que hacerlo o no estaré tranquila. La parte buena es que la satisfacción que me da el blog va mucho más allá de una buena manicura. Creo. 


2.- ¿Cómo se escribe un post?

A tontas y a locas. Los despellejes y la crítica destructiva es un género muy agradecido y que no necesita de mucho criterio, es más, puede hacerse sin ninguno. No tengo absolutamente ningún criterio estilístico para la moda (Moli, ¿desde cuando tienes esa camiseta?,  Moli, esos pantalones serán cómodos pero pareces Cantinflas, Moli...¿qué llevas puesto?) y sin embargo la crítica de modelitos es un género bloguero que me sale bastante bien y con el que me divierto muchísimo. No tengo más que escribir lo que se me pasa por mi cabeza malvada y está hecho. A veces siento un poco de síndrome de Stendhal pero al revés, son tantos los despropósitos estéticos que veo que me quedo sin palabras para describirlos.  

Para los despellejes de películas y libros tengo más criterio, muchísimo más, pero el de libros es un género que está decayendo, creo que porque antes era menos selectiva con mis lecturas y caían en mis manos auténticos horrores. Confieso que a veces tengo ganas de leer algo espantoso sólo por el placer de poder sentarme a escribir echando espumarajos por la boca. 


3.- ¿Cómo se escribe un post?

Con mucha hostilización. Hay cosas que me hacen hervir la sangre, que me ponen de tan mala leche que tengo que escribirlas. A veces no son políticamente correctas, a veces molestan a algunos, a veces me arrepiento de haberlas escrito al cabo del tiempo (pero nunca las borro), a veces me releo y creo que me he quedado corta. Siempre me sirven para desahogarme, para quedarme mejor. Muchas veces me pregunto qué hacía con toda esa hostilización que me noto correr por el cuerpo antes de escribir. ¿Pasaba de ella? ¿Obviaba los síntomas? o es que la hostilización es como las canas ¿cuanto mayor soy más tengo? 


4.- ¿Cómo se escribe un post?

Dejándome llevar. La idea más peregrina y más idiota aparece por mi cabeza como un rótulo luminoso. Brillantes luces de colores pasan por delante de mis ojos diciendo “escribe sobre el tanga” o ¿que tal algo sobre los calcetines? o “explica por qué la tortilla francesa es una comida de tristes. Ahora que lo pienso, la aparición de estas ideas completamente idiotas está a medio camino entre la alucinación provocada por las drogas (sospecho... yo nunca me he drogado) y la posesión diabólica tipo Poltergeist, me veo a mí misma poseída por un espíritu que me dice “Moliiiii... sigue la luz de la inspiración y escribe una memez sobre la pelicula 300”. 

Lo bueno de la posesión diabólica o escribir drogada es que puedo decir las chorradas más grandes del mundo. No tienen que tener sentido para nadie más que para mí en el momento justo en que las escribo. Dejo que mi absurdo cerebro desbarre, haga saltos mortales, se juegue la vida y pruebe todo tipo de setas alucinógenas y escribo. Lo más alucinante de estos posts es que mis delirios de drogadicta o de poseída suelen tener mucho eco entre los descerebrados, hecho este que puede significar dos cosas: lo que digo tiene mucho sentido o los descerebrados se drogan y/o están poseídos. 

Para este tipo de posts me funciona muy bien la regla del absurdo combinada con la regla de “no hay huevos”. Me reto a mí misma a ser capaz de escribir sobre la chorrada más grande que se me ocurra y como mi cerebro es muy cabrón y yo muy cabezona acabo  hablando de las majaderías más increíbles. Debo decir que por ahora siempre he ganado yo y he sido capaz de cumplir todos los retos, el próximo es un “ensayo sobre el cinturón”. 


5.- ¿Cómo se escribe un post?

Copiando de la realidad, con cosas que (me) pasan. Puro corta y pega. Una conversación con las princezaz, con mis hermanos, con mis amigos, en una cena de amigas,  cosas del Ingeniero, movidas de los libros de colores, en la piscina, en una reunión de mi absurda familia materna. Una discusión con Molimadre o una conversación de teléfono en la que casi cortocircuito. Algo (me)  ocurre en la vida real y digo “para un post”. Con mi superpoder de memoria prodigiosa lo registro en mi cerebro y luego solo queda transcribirlo.  

Sacados de la realidad son también aquellos posts en los que describo alguna bobada: el gacelismo, la tensión sexual no resuelta o el planeta del amor. Todo está ahí delante de mis narices o en un pasado turbio que no me mola recordar más que para hacer arqueología que me permita escribir algo. 

Lo mejor de estos posts es que son tan reales que parecen mentira, pero si algo no tengo es imaginación (y un metro ochenta de altura) así que aunque me sentara media vida frente a la pantalla no sería capaz de inventarme esas conversaciones ni esas experiencias. 


6.- ¿Cómo se escribe un post?

Con libros, con lo que siento leyéndolos, lo que copio en mis cuadernos y el entusiasmo que quiero transmitir para que otros los disfruten. 


7.- ¿Cómo se escribe un post?

Por sorpresa. La idea genial, el momento “aha”(este se me ocurrió en una sala de espera del hospital Niño Jesús), el flash que se me ocurre en la ducha o conduciendo (mis mejores momentos de inspiración son ahí). La idea, el concepto o el hilo que necesitaba lo encuentro de repente cuando menos me lo espero, lo pienso, lo anoto, lo memorizo y me siento a escribirlo.


8.- ¿Como se escribe un post?

Con muchísimo amor. Con muchísimo más amor del que soy capaz de demostrar en persona y en la distancia corta. Hay cosas que no se pueden decir en persona porque no se prestan a decirlas en alto. No le puedes decir al amor de tu vida, a tu madre, a tu pobrehermano, a tus hijas,  a tu amigo del alma, a un lugar concreto, a los libros o a Bruce que desbordas amor.  

Porque hay cosas que no se dicen, se escriben. O por lo menos yo no las digo, las siento y mientras las pienso sintiéndolas las escribo. Puedo decirle al amor de mi vida “Te quiero hasta el infinito” pero ¿en qué momento puedo decirle “cuando no me seco al salir de la ducha siempre me acuerdo de ti y de lo meticuloso que eres secándote”? o  ¿cuándo es buen momento para decirle a mi amigo del alma “eres aceitunas, Jimmy Hendrix y un abrazo”? “ o  cuándo le digo a Pobrehermano Mayor “tú no recuerdas el día en que me senté en un bordillo, me apoyé en tu hombro y lloré absurdamente poseída por las hormonas del postparto pero yo lo recordaré siempre”. Ningún momento es bueno para decir eso... a no ser que quiera que el otro se sienta incómodo, que piense que estoy loca de atar o mucho peor, que yo empiece a desbarrar y hacer el imbécil. Escribo posts borboteando de amor y cariño en los que digo cosas que jamás diría en persona.... y en persona digo cosas que jamás escribiría en un post. 


9.- ¿Cómo se escribe un post?

Explicando cómo se escribe un post. 


viernes, 9 de mayo de 2014

En la cantina


Los Molinos se divide en dos partes: la estación y las eras. En medio está el pueblo, pero para identificarte cuando alguien no sabe a qué familia perteneces o cual es tu casa hay que decir "Soy de las eras" o "Soy de la Estación". 

En un alarde de originalidad totalmente imprevisto, los de la Estación somos los que vivimos cerca de... ¡tachán! la estación de tren. Molamos más que los de las Eras que vivían cerca de Las Eras dónde se cosechaba el trigo...pero que por supuesto ya no existen. Es más, a duras penas encontraras a alguien que sepa lo que es una era...una estación es otra cosa.  

Nosotros seguimos teniendo la estación y la cantina. 

La estación de Los Molinos es pequeñita y marca el punto más alto de todo el término municipal. Hubo un tiempo en que había una sala de espera practicable, con una ventanilla en la que el jefe estación vendía los billetes. Llevaba hasta uniforme y gorra y salía cada vez que llegaba un tren a vigilar a los viajeros y a veces a nosotros que nos habíamos dedicado a dejar monedas en las vías. Después desapareció el jefe de estación y se cerró la ventanilla. Al subir al tren había que buscar al revisor para poder comprar el billete. Ahora creo que han puesto una máquina en la sala de espera, pero no lo sé...hace años que no cojo el tren en Los Molinos.  

A la estación se llega desde una pequeña rotonda con un árbol en medio. Subes un pequeño repecho y llegas a las vías, cruzándolas (ahora no se puede legalmente pero hasta hace poco había un paso) se llega al Chaparral, una zona de Los Molinos, remota y casi desconocida con algunas casas enormes que de pequeños nos daban mucho miedo. Está muy lejos del pueblo y poco habitada y siempre me la imagino como el escenario de algún suceso tremendo "Aparece un cadáver en El Chaparral", hasta el nombre le pega. 

A la izquierda, las vias llevan a Cercedilla y al fondo se ven los Siete Picos y el Puerto de Navacerrada. Siete Picos es "casa", es la montaña que te acoge cuando llegas a Los Molinos por la carretera, la que se levanta abrazando todo lo que ves cuando paseas. Unos días se ve más cerca y más imponente y otros días parece haberse alejado y casi se desdibuja. Alguien me explicó una vez con mucha paciencia, los principios físicos de este fenómeno que depende del viento y la temperatura, pero yo prefiero pensar que es una cuestión del humor de la montaña: si ve que estoy de bajón se acerca y si estoy a mi bola se aleja. Una bobada como otra cualquiera. 

A la derecha las vías llevan a Madrid, no se ve nada. Hay una curva cerrada al salir de la estación de Los Molinos y así es mejor...Odio Madrid y si estoy en Los Molinos prefiero ni verlo ni imaginarlo ni pensar en ella. 

En la estación hay una cantina. Tengo recuerdos difusos, muy difusos de mi infancia yendo allí a comprar chupachups Kojacs o a por tabaco para mi padre. Era un bar pequeño oscuro y con dueños que daban miedo. Siempre había viejos (lo mismo tenían 40 años) tomando bebidas muy oscuras en copas balón de las pequeñas. Sentados en la barra se gruñían unos a otros y se giraban a mirarnos cuando entrábamos. Recuerdo vagamente una ligera sensación de miedo. 

Ahora no me da miedo y soy yo la que tengo 40 años. 

La cantina es ahora el sitio dónde vamos a tomar el aperitivo. Es, de hecho, mi sitio favorito para sentarme y charlar. En invierno, cuando  hace frío, cuando está todo nevado, dejamos las huellas en el andén y después entramos y nos acomodamos como podemos en la barra.  Detrás está Susana: alta, rubia, delgada, con el pelo corto y el delantal atado a la cintura. Tiene pinta de ser de un país del Este, pero mis fuentes (poco fiables) dicen que no, que es española. En cualquier caso, habla con un acento raro. 

Susana nos coloca unas copas de vino en invierno o nos prepara un tinto de verano cuando, en vez de acomodarnos en la barra, salimos fuera a sentarnos al sol y literalmente ponernos a ver los trenes. 2 trenes por hora. A cada hora y veinte pasa uno hacia Madrid y a menos veinte llega uno de Madrid. 

Me gusta sentarme en una silla  de plástico de Mahou, roja o negra,  apoyar los pies en el banco de piedra, beber mi tinto de verano y contemplar las montañas y la vegetación que crece al otro lado de las vías en El Chaparral. Vigilamos cada tren que pasa mientras hablamos de cualquier bobada o de cualquier tema importante, el último tema en el que gastamos un par de  horas fue la diferencia entre leer en papel y en pantalla, y no tengo claro si fue una bobada o algo digno de una tesis doctoral. 

Me encanta que Susana salga y nos ponga unas tapas cojonudas, especialmente si es tortilla de patata. Susana hace la mejor tortilla de patata que se ha hecho nunca en Los Molinos desde los tiempos de Carmen "Perla", le sale espectacular hasta sin cebolla.  Me encanta saber que nos pegaremos por el último trozo, nos miramos con desconfianza y alguien dirá:

-  Me toca a mí, tú te  has comido cuatro. 
- Te jodes, haber estado atento y no haber rajado tanto.
- ¿Otro tinto?
- Venga, total a casa ya no vamos a ir comer. 

En la cantina...