jueves, 13 de junio de 2013

MIRANDO EL PARQUE


No es un parque para pasear. No es el Retiro, El Retiro empuja a pasear, a conocerlo, sientes la necesidad de caminar, de mirar, hay que ver  porque detrás de cada árbol, de cada arbusto puede haber algo que no hayas visto hasta entonces.

Éste no, este es un parque para sentarse, un parque para estar. 

No es un parque especialmente bonito ni especialmente grande pero nos gusta.  No tiene puerta pero casi.  A un lado una tapia cubierta de vegetación y al otro una casa.  No es un edificio de pisos, es una casa, de ladrillo visto como eran todas las de esa zona hace muchos años. Cuando empezamos a ir a ese parque,  estaba casi en ruinas, no completamente derruida ni destrozada pero parecía abandonada.  Un día, por sorpresa,  aparecieron unos andamios y tras unos meses de obras fantasmas en los que nunca vi ningún obrero, la casa reapareció con su fachada de ladrillo limpio, sus ventanas nuevas y un telefonillo en la puerta. Desde el parque veo cortinas en las ventanas pero nunca he visto a nadie en ellas, ni a nadie entrar o  salir. Siempre me pregunto quién tendrá la suerte de vivir ahí.

Es un parque alargado, desde la semipuerta por la que nosotros entramos,  se atraviesa una zona más estrecha  con prunos de ramas bajas  a los lados que casi hacen túnel. Después,  lo primero que hay son los columpios, solo dos y siempre están ocupados y con niños haciendo cola. He pasado allí horas “dándoles”  hasta que se cansaban o me agotaba yo. Ahora, con lo mayores que son, les sigue gustando ir a columpiarse pero ya no necesitan que yo les de.  

Pegada a los columpios,  está la zona de los niños pequeños, con todo lo que tienen las zonas de niños pequeños: su vallita de colorines que te llega por la rodilla, el sistema para que no se escapen los niños (que es el mismo que se usa para animales en algunas zonas), su balancín, su tobogán de metro y medio de altura, su par de animales sobre muelles y muchísima arena. Durante mucho tiempo no fuimos más allá en el parque, aquello era suficiente. Horas de estar apostada al lado del tobogán y dos mil quinientos intentos para conseguir que aprendieran a subir solas las escaleras.  Esa es la zona en la que pasábamos las horas cuando para ir al parque necesitaba casi una maleta con ruedas, cuando parecía inconcebible no llevar una pala para cada una, cubos para repartir y mil moldes. Es la zona de la época en la que el momento de  recogida implicaba rebuscar entre montones de arena la pala rosa que sabía que si se perdía significaría un drama al día siguiente.

Un poco más arriba está la “jaula”, con canastas de baloncesto y llena de niños con balones, pelotas, patines y patinetes.  A continuación hay otra zona infantil, pero no tan infantil…sigue teniendo la vallita de colorines pero el tobogán está alto y tiene un “puente” de cuerdas a lo Indiana y una plataforma para trepar. Es un tobogán para mayores, para niños que quieren infartar a sus padres poniéndose cabeza abajo en el puente y decir cosas como “mira mamá…sin manos” o “mamá…se me ven las braguitas”.

Bordeando estas zonas hay árboles, un caminito y una serie de bancos. Creo que me he sentado en todos ellos en estos 7 años. Al principio los elegía por la cercanía a la zona dónde fueran a jugar…ahora me da igual, el que esté vacio y a la sombra o al sol según la estación del año.

Siempre llevo un libro. Hay días en los que leo abstraída de todo,  hay días que no leo nada y hay otros en los que  dejo la lectura a la mitad para mirar el parque.

Sentada en el banco, si levanto la vista, lo que veo  justo encima de la jaula del baloncesto y los columpios es un edificio blanco de pisos. En uno de los pisos  pusieron aire acondicionado hace mil años (muchos más de los que llevo yendo al parque) y colocaron la máquina en el alfeizar de la ventana. Me fascina que recortaran la persiana perfilando el contorno  perfecto del mamotreto marrón para que encajara.  Mirando en esa dirección lo que veo es una ciudad, pero si miro a mi espalda…parece que estoy en un pueblo.

Por uno de sus lados, el parque está bordeado por casas unifamiliares, casas que llevan allí muchos años, casas antiguas.  Desde los bancos se ven tres. En el extremo más alejado del hay una blanca, encalada como si estuviéramos en un pueblo marinero y con una cúpula coronando el torreón. Tiene una terraza acristalada y poca vegetación en el jardín. Las ventanas son azules.  A continuación hay una que está más descuidada, con la fachada sucia, las rejas herrumbrosas y  el jardín un poco salvaje.

La última es la que más me gusta. Es de ladrillo, ha mantenido exactamente la estructura que tenían todas las casas en esa zona cuando se construyeron y tiene lilos en el jardín. Tiene un torreón cuadrado con grandes ventanas y el tamaño justo para imaginar ahí un despacho con las paredes llenas de librerías. También ha estado en estado “latente” durante mucho tiempo pero ahora algún suertudo se ha hecho con ella y está llena de andamios mientras la remodelan…espero que mantengan el encanto aunque me den muchísima envidia.
A la espalda de los bancos hay una zona de arbustos, una zona superespesa de arbustos perennes y alguna zona con flores. Tiene árboles grandes que dan sombra y de los que en esta época del año caen “cositas” que se quedan entre las páginas de mi libro y me dan mogollón de alergia.

A veces no leo. A veces sencillamente miro. Veo a las madres que están todavía en la etapa de dar en los columpios, en la etapa de sentarse en la vallita de colorines, que buscan cacharritos en la arena y recogen niños del tobogán. A esos padres no los conozco, son nuevos en el parque. Probablemente cuando yo estaba ahí, en esa etapa…ellos andaban a otras cosas y probablemente no se imaginaban en un parque.  Cuando lleguen a sentarse en un banco con el libro, yo ya no iré al parque. 

Lo pienso y es muy raro.

Hay otros padres que sin embargo sí conozco, llevo años viéndoles. Está el padre que tiene un poco de voz de pito con dos hijos increíblemente parecidos y que le persiguen por todo el parque para que juegue con ellos. Está la madre de cinco niños (todos niños) que anda como loca detrás de los tres pequeños. Ella no lo sabe, pero tenemos una amiga en común.

Hay una pareja. El siempre lleva una camiseta negra y ahora se está dejando el pelo largo y barba. Ella es castaña, con cara de buena persona y tener sentido del humor y casi siempre lleva coleta. Jamás hemos hablado pero  hemos  compartido todas las etapas: tardes en los columpios y tardes en la vallita vigilando que no comieran mucha tierra. Tardes de llegar con el periódico y no abrirlo. Ahora llegan, como yo,  a deshora. Sin cochecitos, ni palas, ni nada. Como mucho una pelota. Tienen  dos niños que juegan al futbol en la jaula.

Nosotros leemos o miramos. 


Es el parque. 

martes, 11 de junio de 2013

FALSA MÍSTICA BLOGUERA






Como ser mejor bloguer. 
Como tener el perfecto blog.
Como vivir de tu blog.
Cómo conseguir más visitas.
Posicionamiento SEO
Herramientas de optimización


Bla bla bla.

Mucha tonteria. Muchísima.

Tener un blog es mucho trabajo. Pues déjalo.
Tener un blog es muy sacrificado. Pues déjalo.
Tener un blog es dedicarle muchas horas...Cierto, pero si no se las quiere dedicar déjalo.




Tener un blog (excluídos los profesionales) es como salir a correr o ir a nadar. Ni más ni menos.
No hay ninguna necesidad vital, ni es obligatorio, ni se lo debes a la humanidad.

Hay que tener un blog porque te apetece tenerlo, porque lo disfrutas y porque a través de él has conseguido encauzar una pasión o un interés, explicar unos conocimientos, darlos a conocer, compartir unas experiencias, ordenar tus ideas, mostrar tus relatos o dar rienda suelta a tu autocompasión cuando te han roto el corazón. Cualquier motivación puede ser buena para intentar expresarla en un blog y ver si ese experimento te sirve para algo. Te sirve a ti, a ti como persona con dos manitas que escribe..no a la humanidad ni a nadie más.

Un blog debe empezarse porque te apetece, por probar, por curiosidad. “ A ver qué es esto”.  
Lo suyo es ir poco a poco. Empezar eligiendo de qué quieres escribir, o colgar o contar,  probando cómo escribirlo, como mostrarlo, como contarlo, haciendo pruebas y sencillamente practicando.  Un día sí, otro no, dos días si, 3 días no. Hacerlo cuando te apetece. No hay que meterse presión pensando cuánta gente te va a leer, porque no te va a leer ni el tato.

No hay que pensar ¿Qué puedo escribir para que me lea mucha gente? Eso es tan absurdo como empezar a correr y pensar ¿Qué carrera puedo correr que vaya a ganar? NINGUNA. Pues exactamente lo mismo con el blog. No hay que pensar ¿Qué puedo escribir que traiga hordas de lectores a mi blog? Porque no hay nada ( exceptuando sexo salvaje bien escrito y bastante explícito o reyerta política bien escrita y bastante explícita) que vaya a traerte hordas de lectores a tu blog. Estoy pensando que incluso escribiendo de sexo y política habría que ser muy muy original para conseguir lectores al comenzar un blog.

Igual que un día decides ponerte las zapatillas o el gorro y las gafas y te lanzas a correr o nadar para ver si te mola...exactamente lo mismo pasa con empezar un blog. No tiene más misterio.

Tener un blog da mucho trabajo, hay que dedicarle muchas horas.

Pues bueno, pues depende. ¿De qué estamos hablando? Trabajo es levantarse por la mañana y pirarte a enseñar a niños, a echar cables, a regular el tráfico, a dirigir una empresa, a picar datos, a responder llamadas, a investigar o a arreglar coches...eso es trabajo. El trabajo es algo que no se puede dejar cuando quieras, al que tienes que ir más o menos en un horario y en el que tienes que cumplir unos objetivos.

El blog puedes dejarlo cuando quieras. Si le haces caso y te dedicas a él, es muy agradecido, pero si no tienes tiempo, no te apetece, no encuentras el momento, te has echado un novio que absorbe todo tu tiempo, prefieres dedicar las  horas a leer, dormir o incluso prepararte un maratón, el blog no se cabrea ni hace nada.

Un blog no es “trabajo”. Es dedicación, pero exactamente la misma que si decides salir a correr o a nadar. Obviamente si quieres prepararte una maratón tendrás que dedicarle más tiempo, pero lo haces encantado de la vida porque es lo que te apetece hacer. Y si no te apetece y lo haces...entonces no lloriquees.

Tener un blog debe ser algo tremendamente egoísta. Hay que hacerlo porque a uno le mole hacerlo y las horas que le dedique le supongan tanta satisfacción que no quiera dejarlo. El blog debe ser para uno mismo. No quiero decir con esto que no mole que te lean, te comenten, te enlacen y las mil cosas añadidas que pueden venir, por supuesto que molan. Es como si corres o nadas o haces punto de cruz...si ganas una carrera, atraviesas el canal de la mancha o te dan un trofeo a la alfombra más molona pues vas a dar palmas con las orejas...pero si no consigues nada de eso, no pasa nada, no hay porqué dejar de hacerlo. La satisfacción por haber corrido la carrera, nadado como un perro o haber sido capaz de tejer la alfombra está ahí, lo has conseguido.

Tener un blog es exactamente lo mismo. La satisfacción máxima tiene que dártela el hecho de que se te ocurra un post, una idea, sentarte a escribirla y conseguir que el resultado se ajuste lo más posible a lo que habías imaginado. Darle a publicar y sonreír feliz y satisfecho ( más o menos satisfecho según el día) Ese tiene que ser el mejor momento.

Después puede que lleguen las visitas,  los comentarios y la repercusión...y molará. Pero si no llegan dará igual, porque tú puedes al día siguiente o cuando quieras volver a disfrutar del gusanillo de la duda ¿se me ocurrirá algo?, encontrar la inspiración y  escribir algo, compartir algo y disfrutarlo.

Hay miles de articulos, consejos, decálogos sobre como tener un blog y conseguir muchas visitas. Hay trucos para conseguir que tu blog salga entre los primeros resultados de google. “Aprende posicionamiento SEO”, “como conseguir un blog de éxito”...etc. Todo eso arruina la gracia de tener un blog. Supongo que esos trucos funcionan, los cuentan gurús de las redes, listos superlistos...pero en mi opinión obsesionarse con eso es arruinarse el placer y la experiencia de tener un blog.  Puedes conseguir visitas sí, pero ¿qué son visitas? ¿es gente que te lee? Los lectores de un blog no son “visitas”, es gente que llegó de alguna manera, probablemente brujuleando por la red y algo de lo que leyó en el blog le moló, le moló tanto que siguió leyendo, que decidió apuntarlo en favoritos y que vuelve de vez en cuando a ver si hay algo nuevo.




En la vida real las visitas son incómodas, no son de confianza. En un blog puede pasar lo mismo...¿para qué quieres un pico de tropecientas mil visitas provocadas porque has puesto en el título del post “tanga, picha, urdangarin” o cualquier otra combinación mágica de palabras? Siempre será mejor conseguir gente que llegue de casualidad, como los amigos en la vida  y al que le guste lo que haces...y vuelva cada día a ver qué vas a contar.

Para conseguir visitas hay mil trucos, para conseguir lectores sólo hay uno: disfrutar tu blog.

Disfrutarlo tanto que te entusiasme, que te de la vida. Lo que convierte a las “visitas” en lectores es lo que cuentes y como lo cuentes, no los trucos. Es el hecho de que transmitas ese entusiasmo y ese “vivir el blog”  lo que convierte a las visitas en lectores...y con el tiempo a los lectores en amigos.  

Disfrutar tu blog puede significar echarle mil horas, sufrir como un perro escribiendo los posts, quitarte horas de dormir para documentarte o buscar información o dejar una entrada perfecta...pero TE ENCANTA HACERLO. No hay necesidad de venderlo como una tarea de titanes, como algo complejo y esforzado, algo sacrificado y trabajoso para que sea valorado.

Todos esos artículos llenos de trucos para conseguir un blog de éxito, consejos para hacer que las marcas se fijen en ti,  sobre la frecuencia de publicación y la hora correcta, decálogos sobre cómo vivir de un blog, posicionamientos SEO y demás zarandajas no hacen más que enturbiar y ensuciar la maravillosa magia de tener un blog.

Tener un blog es algo al alcance de cualquiera.
Conseguir disfrutarlo y entusiasmarse con ello también.

No seamos egoístas, no nos hagamos los interesantes, no nos hagamos los gurús y los intensos con la mística bloguera: tener un blog es una experiencia maravillosa y es para todos.




domingo, 9 de junio de 2013

PRINCESAS, EGOMAKERS Y FRACS.



Esto es que se era una princesa sueca guapa que se llamaba Magdalena. Todos los días cuando se miraba al espejo y se veía tan pibón tenía dos pensamientos:

- Soy clavadita a las suecas de las pelis españolas de los 60. 
- Menos mal que soy guapa y así Magdalena queda exótico y molón...porque si fuera un coco y encima me llamara Magdalena, no me comía un colín. 

Magdalena tenía un par de hermanos. Una hermana simpática que iba a ser reina y que se casó con un asesino en serie y un hermano guapo que tenía una novia actriz porno pero a la que Magdalena veía igualita que Rocío Durcal de joven y se le hacía complicado imaginarla trajinándose antenistas o fontaneros...pero algo debía hacer bien porque su hermano tenía cara de estar contento y estar probando "cositas" nuevas. 

Magdalena como toda buena princesa guapa se echó un novio y allí andaba ella de boda real en boda real, de fiesta absurda en fiesta absurda del brazo de su novio, hasta que un día se enteró por la prensa de lo bien que se lo pasaba su novio con otras suecas o no suecas...y claro, tuvo que dejar al novio.

Magdalena se piró a Nueva York  a consolarse que es lo que hacen las princesas  cuando sufren mal de amores. El resto de mortales nos consolamos en el sofá cuando buenamente podemos, pero ella es princesa, sueca y guapa.. así que juega en otra liga.  En Nueva York penó un poquito de aquí para allá con un gorro de lana de estibador, que como todo el mundo sabe es lo que hay que ponerse si vas a NY a penar y conoció a Chris. 

¿Quién es Chris? Chris es el egomaker de Magdalena. Es mayor que ella, es rico que te cagas, es blando, tiene labios resbalosos, un pelo perturbador, pinta de adorar a Magdalena y da besos mojados.  Chris llegó y se dedicó a mimar la autoestima de Magdalena que estaba por los suelos. Vamos, lo que viene siendo la tarea habitual de un egomaker. 

Y ¿Qué ha hecho Magdalena? Pues en vez de utilizar al egomaker como debe utilizarse, se ha hecho un lío  y se ha casado con él. A lo grande, con un bodorrio de esos de tiaras y princesas saludando con las manitas como si fueran el gato de los chinos.

Pero Magdalena no quería hacerlo todo como las demás princesas absurdas y pensó en hacer una boda "distinta". Inciso.- el concepto "distinto, diferente u original" asociado a la palabra boda, es algo que debería hacer  huir despavorido a cualquiera Fin del inciso. 

Magdalena le dijo a Chris: 

- "Cariño, he pensado que yo ya voy a ser la más guapa de mi boda, las demás seguro que vienen vestidas de color carne, de señoras mayores o directamente hechas unas pintas...pero se me ha ocurrido que podíamos obligarles a ellos a venir vestidos de tripulación del Capitan Sttubings, de soldadito de plomo o de pingüinos de Mary Poppins y así tú no desentonarás"
- Lo que tú quieras cariño.- le dijo Chris que está obnubilado, 

Si Chris no fuera un egomaker, hubiera dicho:  NI DE COÑA me pongo un frac que además es para la noche; si quieres chaqué y vas que ardes, pero el frac ese que pareces un pinguino no me lo pongo ni de coña por muy princesa sueca guapa que seas. 

Y ahí han ido todos, disfrazados en un completo despropósito. El traje de caballero, el esmoquin e incluso el chaqué sientan bien a (casi) todos los tios. Hay tíos que están mejor en vaqueros y camiseta sí, pero si se ponen un traje no pasa nada. 

El frac es otra cosa. El frac es a las tías, como el color carne de la lenceria a los tíos. Tú ves a un tío con frac...y se te cae la líbido a los pies. El frac es como los sujetadores color carne, ves un frac y pierdes el interés y las ganas y todo. Ni siquiera piensas "se lo quito rápido y me olvido". Da hasta pereza pensar en quitárselo, esos picos de la chaqueta que parece que te van a pinchar, esos botonacos...casi hueles a naftalina desde la distancia. 

El frac además de ser un aniquilador de líbido y de envejecer a cualquiera que lo lleve, es un atuendo complicado. Lleva un pantalón con una tira que brilla a los lados..¿para qué? ¿cuál es su función? ¿tiene alguna? y si no la tiene ¿a quién se le ocurrió? Lleva un chaleco muy raro con solapas muy largas que se abrochan muy abajo y que si eres gordo con tripa no sujetan la tripa, una camisa blanca con cuellos muy rígidos que seguro que molestan y en el colmo del horror estético una pajarita blanca gigante. ¡Oh! casi lo olvido...hay que llevar un pañuelo picudo en el bolsillo superior de la chaqueta que por supuesto solo sirve para llevar pañuelos picudos. 

En la versión clásica del frac  tenemos al novio/egomaker y su amigo. En la version rockera desenfadada "lo voy a llevar recién salido de la secadora" tenemos al batería  al guitarra de Durán Durán (si, si..sigue vivo). En la versión "le cambio el chaleco por uno que me sujete las lorzas" tenemos a Nicolás de Grecia. En la versión "voy a ser diferente y creativo y creo que a esto le falta algo como por ejemplo una banda azul bebé con borla" tenemos a Felipe de Grecia. En la versión "tengo que sujetar este traje porque sino van a ver la recortada que llevo escondida" tenemos al marido malvado de Victoria de Suecia y en la versión "el frac es también estupendo para señoras mayores teñidas" tenemos a Valentino. 

Mención aparte merece la sección "frac rococó". Esto ya es espectacular. Nunca pensé que diría esto, pero esas princesas...tiene mucho mérito. Seguir teniéndole respeto a un tio que se pone un frac con chorreras doradas, unos botonazos dorados que deslumbran y gorra de plato...tiene un mérito increíble. 

Los hay más rococó y otros menos. El principe guapo sueco lleva el disfraz ridículo con bastante dignidad y yo le veo carilla de picarón, de estar  pensando en las posibilidad de disfrazar a su  novia, la Rocio Durcal del porno sueco con su gorrita de plato y los guantes blancos. Sólo con eso. El principe Eduardo de Inglaterra como todo buen inglés que se precie, no tiene el más mínimo sentido del ridículo asi que las chorreras más grandes y más aparatosas, por encima del hombro, por debajo del brazo, que cuelguen y unas cuantas medallas por el otro, sin complejos. 

Mis favoritos sin embargo son Federico y Hakoon...¿Como es posible que dos tíos potencialmente estupendos y atractivos estén tan horriblemente mal? ¿Por qué? ¿Por qué esa pinta de dar la bienvenida al pasaje de un crucero regalado por Marina D´or? Y ¿por qué un pantalón gigante  que te hace bolsas? ¿venía en el pack con la gorra que más que de plato es de fuente? Federico esa gorra te hace chaparro!!! Hakoon va igual de espantoso, de sobrecargo del barco del amor que ha conseguido ligar con la señora mayor en la que se ha convertido Mette Marit. 

Al final el plan malvado de la Magdalena le ha salido bien, ella era la más guapa y Chris ha quedado casi casi como un tio elegante. 

Y para cerrar este bonito despelleje, contemplemos a un egomaker celebrando su triunfo. Por la pasión de ella, con ese brazo rígido...más le vale celebrarlo rápido, no creo que le dure. 




viernes, 7 de junio de 2013

YOU´RE THE ONE.- Oda a enamorarse de un triste.









Mis dos posesiones materiales más necesarias en mi día a día están viejunas y renqueantes:    mi venerable coche (455.000 km compartidos)  con  radio con casette, si con casette y mi mp3 (4 años de uso continuado) con 1500 canciones.  

Conecto mi mp3 a la radio con una cinta de esas de las que sale un cable que se enchufa al mp3 y por un misterioso proceso que es como magia puedo escuchar mis canciones en modo aleatorio mientras atravieso los páramos de Mordor todos los días.  Pues bien, mi mp3 ha empezado a fallar como los walkman de los 80 y para conseguir escucharlo  en estéreo tengo que ir apretando el mp3 entre las piernas, mientras reniego diciendo cosas viejunas como “ya no se hacen las cosas como antes”.

Esta mañana, ha saltado esta canción. “You´re the one” de Tracy Champman, que es una de esas canciones que automáticamente disparan mi dedo para subir el volumen y me hacen cantar. Me da buen rollo y me anima. O me animaba porque hasta hoy no me había puesto a pensar detenidamente en la letra. Pensaba que sí, iba de yo te quiero mucho, tú eres para mí, los demás no lo entienden...pero no, es una oda al enamorarse de un triste. Y ya lo dije una vez, enamorarse de un triste es lo peor que te puede pasar en la vida.

A ver, a mi Tracy me gusta, me cae bien, pero sé que a los tios no les gusta, les da como resquemor, no sé...algo del estilo de Meryl y Glen Close. El caso es que me cae bien, pero en esta canción, ahora que me he puesto a analizarla, me da como pena. Es la típica amiga maja que cae bajo el influjo de un triste y te dan ganas de abofetearla hasta la muerte en plan: deja la puta guitarrita y arreale a él en la cabeza y sal corriendo.

Muy cantautora y todo, pero cae en todos los tópicos.

Empieza reconociendo que si, que a lo mejor el triste está un poco loco, que no es bueno y que puede incluso su familia esté maldita.


Some say you´re crazy
Say that´you´re no good
Say your family´s cursed with bad blood
But I think you´re cute and misunderstood.


And I wouln´t change you if I could

Después se lanza a decir todas las memeces que todas hemos dicho al enamorarnos de un triste: sé que tú eres distinto, monísimo...un diamante en bruto que solo yo con mi amor supremo he sabido ver.

Y termina con un doble tirabuzón, con pirueta...y dice la frase maestra que te lleva al abismo: lo que pasa es que no te entienden, pero yo sí y no te cambiaría aunque pudiera. 

Pobre Tracy, va a sufrir como una perra.  


Obviamente Tracy está cantando esta cancioncita en un momento en el que el triste en cuestión ha ido a verla, para que Tracy le haga mimos y le diga lindezas y como Tracy está colada hasta los huesos pues le dice amoríos pensando que así el otro dejará de ser un triste destructor de vida y se convertirá por fin en lo que ella sabe que es en el fondo..Tracy le dice que le susurre, que ella le llama y que ella tiene cristalino en la cabeza y en el corazón, él es el único para ella. 

Letém talk you down.

Call you names
 My mind's made up 
It ain't gonna change
 I'm sure in my heart 
Happy and free 
You're the one you're the one 
You're the one for me.

Ni que decir tiene, que el triste en cuestión no piensa lo mismo. Ni lo piensa ahora ni lo ha pensado nunca,  pero Tracy está cegada. Tracy para mostrarse en todo su esplendor ante su triste, decide ponerse méritos, en plan “mira, algunos dicen que eres un asqueroso, que eres un amargado, un inculto, un salvaje y un descontrolado”...un perla vamos. Pero ella le dice que sabe que eso no es verdad, que él es empático como el que más, sensible y dulce. Ole, ole y ole por Tracy y su ceguera amorosa. Pero ella más feliz que una perdiz, diciendo que está segurisima y que él es lo más de la creación. Me imagino a sus amigas dándose cabezazos contra la pared para aguantarse las ganas de romperle la guitarrita entre las cejas.


 Some say you're bitter 
Think you're mean 
Uncouth untamed and unrestrained 
But I think you're sensitive and sweet 
Stay as you are don't change a thing 
Let'em talk you down 
Call you names 
My mind's made up 
It ain't gonna change I'm sure in my heart
 Happy and free You're the one you're the one for me 

 El prenda, además de triste y pasar de Tracy, es malvado, salvaje y pelín salido.Es joven,  inquieto e inútil pero Tracy piensa que es divertido y con una sonrisa preciosa. Está tan obnubilada que le suplica que se quede más rato. 

 Some say you're bawdy 
Wicked and wild 
A restless useless juvenile 
But I think you're funny and I like your smile 
Want to be with you want you to stay awhile 

Aquí se desvela todo.  En esta estrofa hemos descubierto que el interfecto, además de ser un triste,  es más joven que Tracy y que no da un palo al agua. La insistencia de Tracy en que se quede con ella “un ratito más”  sólo se explica porque él sea un máquina en la cama....o que esté drogada. 

Sospecho que cuando se despertó del efecto de las drogas, más sola que la una, sin autoestima, sin pasta, sin movil y sin televisor...fue cuando empezó a escribir el resto de sus canciones que no son precisamente de buen rollo.