viernes, 14 de octubre de 2011

MOLIDOCUMENTALES: ECOSISTEMAS LABORALES

En el mundo laboral hay distintos ecosistemas. En mi mundo laboral, por supuesto, que no es ni una fábrica, ni una tienda, ni un restaurante, ni la carretera, ni el monte, ni un laboratorio, es un mundo de oficina, mesas, ordenadores y libros de colores.

Puedes ser fauna de pradera, de pecera o de despacho.

La fauna de pradera comparte un espacio más o menos diáfano con las mesas colocadas normalmente en posiciones sin ningún sentido pero qué a algún jefe se le ocurrió que sería lo más correcto para la implementación y mejora de los flujos de información y trabajo. Esto se traduce en que si llegas el primero a la pradera escoges la mesa más lejos del despacho del jefe, más lejos del pasillo, más cerca de la ventana y a ser posible con una pared detrás que impida que nadie vea lo que estás haciendo en el ordenador. Si se da una mudanza en bloque a una nueva pradera, las luchas por conseguir la mejor posición pueden llegar a ser muy sangrientas y cualquier maniobra por ruin que sea se considera legítima.

Según se va llenando la pradera, van quedando los peores sitios y es curioso comprobar cómo la gente inventa todo tipo de prototipos de tapaderas para tener un mínimo de intimidad laboral. Si en una pradera conviven varios departamentos, otra vez porque a algún gurú se le ha ocurrido la gilipollez de los flujos...normalmente las mesas se agrupan, dando la espalda a los otros grupos y creando un mal rollo muy chulo. Es el hábitat adecuado para que proliferen los cartelitos con nombre. “Esta grapadora es de los libros verdes”. “Encuadernadora de los libros rojos”. El acopio y ocultación del material de oficina está a la orden del día.

- ¿Tenéis archivadores?
- ¿Archivadores? ¿Nosotros??...mmmmm… ¿qué te hace pensar que tenemos archivadores?

Es algo así como el santo grial…tenemos uno pero ni de coña os lo damos y lo defenderemos con nuestra vida.

En la pradera, lo único que tienes tuyo es tu mesa y la defenderás con tu vida. Tu mesa y tu silla es tu espacio y nunca jamás hay que tolerar una ocupación de ese espacio. ¿Quién ha dejado este papel QUE NO ES MÍO encima de mi mesa? Cualquier movimiento por mínimo que sea de movimiento de mobiliario es considerado un ataque hostil: ¿quien ha movido mi mesa 3 cm hacia la columna?

Es un ecosistema muy frágil…como un banco de coral y por eso los rumores son constantes, inquietantes amenazas se ciernen siempre sobre su complejo equilibrio. A veces son amenazas por adición:

- Me han contado que quieren meter más mesas.
- ¿Más mesas? ¿Dónde? ¿Dónde piensan ponerlas? ¿a nuestra chepa?
- No sé...pero lo que es a mi...no me mueven de aquí.

O por sustracción:

- Me han contado que van a hacer peceras para repartirnos por departamentos.
- ¿Peceras? ¿de cuantos? ¿y con ventanas o sin ventanas?
- Pues yo si me ponen en una pecera sin ventanas paso…prefiero estar aquí.

Por supuesto, la baja permanente de cualquier miembro de la fauna de pradera provoca unos movimientos de acoplamiento de los supervivientes con luchas armadas por conseguir un sitio mejor. Estos movimientos de recolocación pueden llegar a ser casi tan divertidos como jugar a las sillas musicales.

La fauna de pecera está un paso por encima...o eso se creen ellos. Pon a alguien detrás de un cristal con unas persianitas venecianas regulables y crecerá 5 cm en su paseo diario a su sitio mientras siente que su trabajo está un paso más cerca de darle al On del Sol todos los días.

La fauna de pecera para empezar cuando atraviesa la pradera mira por encima del hombro a los pobres de las mesas en racimo, él está a otro nivel, tiene despacho, compartido...pero despacho.

Las peceras pueden ser más o menos grandes, pero normalmente las mesas se agrupan de dos en dos y se forman extrañas parejas. Si todos llegan a la vez a la pecera, se acoplan en pares por afinidad...pero como nada es permanente en el mundo laboral, más adelante los emparejamientos van cambiando y es perfectamente posible y muy probable que dos tios que trabajan a exactamente metro y medio se odien profundamente.

En las peceras quien controla el aire acondicionado y las persianitas venecianas, es el amo. Se sabe cuando el amo está de vacaciones o de baja porque los demás peces se comportan como si no tuvieran padres: el aire acondicionado a todo palo si el amo es caluroso y viceversa y las persianitas abiertas de par en par si el amo opta siempre por tenerlas chapadas o chapadas si el amo es de los de “dejar que entre la luz”.

En la pecera además de mesas, la fauna tiene asignadas estanterías con armaritos que siempre se cierran con llave porque se da el síndrome de “mi tesoroooooo”...aunque guarden sobres acolchados reciclados.

Si alguien es expulsado de la pecera...automáticamente pasará a ocupar el peor sitio en la pradera y lo que es peor, llegará allí desnudo de material de oficina y tendrá que mendigarlo a sus nuevos compañeros que lo mirarán con suspicacia. Durante un tiempo no tendrá amigos...los de la pradera le harán el vacio y los de la pecera ya no le ajuntarán…

La fauna de despacho está en el top de la escala laboral. Hay gente que se lo toma bien, ha llegado allí por sus méritos y se merece tener su espacio para concentrarse en su curro y organizarse. Es esa gente que tiene un despacho en el que sabes que siempre serás bienvenido, en el que si te llaman para ir no se te hace nudo en el estómago y que suele tener la puerta abierta. Los ocupantes merecedores de despacho además, siempre están localizables…están haciendo su curro y están en su sitio.

Luego está la gente que tiene despacho por una extraña y completamente injusta carambola laboral en la que suele estar muy presente el peloterismo, el tener un primo con influencias y el trepadismo. Es un despacho al que nunca quieres ir porque sabes que saldrás cabreado, y en el que nunca apetece entrar porque se respira soberbia y estupidez. Siempre tienen la puerta cerrada…ellos dicen que para tener intimidad, los demás sabemos que es para que no se note lo incompetentes que son. Estos farsantes inútiles pasan además mucho tiempo pululando por la empresa oteando otros despachos y valorando si son mejores o peores que el suyo…además de soberbios son envidiosos.

La evolución normal y que se considera exitosa es pasar de pradera a pecera y de pecera a despacho…pero a veces, donde más tranquilo se está y más se disfruta de la naturaleza es una pradera con vistas.

Y estás más cerca de la salida.

jueves, 13 de octubre de 2011

J y J

En mi más tierna infancia, mis primos J y J eran seres maravillosos, lejanos y misteriosos. No tenían casa en Los Molinos, vivían a las afueras de Madrid cuando Madrid tenía afueras y los veíamos mucho menos que a los demás. Por eso cuando aparecían su presencia siempre nos parecía una visita de los dioses. Siempre tenían cosas molonas, juguetes con los que nosotros ni siquiera podíamos soñar y sobre todo eran savia fresca para nuestros juegos. Además, siempre sabían jugar a cosas supermolonas y que a nosotros nos parecían de mayores.

Para empezar nos parecían mayores. Esto es un misterio sensorial, porque uno de ellos me saca exactamente año y 3 meses y el otro es 6 meses más pequeño que yo, pero de alguna manera misteriosa siempre parecían mayores, con más mundo y por supuesto muchísimo más interesantes que nosotros.

Como no tenían casa en Los Molinos casi nunca aparecían por allí...pero esto no era motivo sufienciente para nosotros para sentirnos más guays...porque ellos vivian en una urbanización con piscina y pistas de tenis y tenían allí pandilla con la que podían jugar a miles de cosas. Molaban muchísimo...nos molaban hasta sus amigos que no conocíamos.

Otro misterio fascinante era que se llevaban increíblemente bien entre ellos. Para pobrehermano mayor, molihermana y para mí...eso era un hecho digno de aparecer en los anales de la historia. Nosotros nos pasábamos el día literalmente a leches y gritándonos todo tipo de improperios, mientras que ellos dos jugaban juntos y parecían pasárselo estupendamente bien. Sí, claro...discutían de vez en cuando pero no era la lucha fraticida que manteníamos nosotros desde que nos levantábamos hasta que nos acostábamos.

Nunca se aburrían. Ahora que lo pienso creo que debían venir de casa con una lista de juegos con la que epatar a sus primos canijos…siempre se les ocurrían cosas chulas para hacer y además tenían la colección de juegos de mesa más increíble que he visto nunca. Ellos me descubrieron el Stratego, La Fuga de Colditz, Hundir la flota, el Risk…y a hacer cosas increíbles con los clicks…Fueron los primeros niños que yo conocí que tenían una maquinita de esas de juegos, la del gorila que tenía que saltar o coger los barriles...el Donkey...no se qué.

Recuerdo perfectamente un verano, el primer verano de pobrehermano pequeño, en el que no sé porqué extraña razón mi madre decidió enviarnos a la playa con mis tíos y mis primos. La primera noche la pasamos en su casa de Madrid. Pobrehermano mayor y yo compartíamos un sofá cama en el despacho de mi tío...dormíamos contrapeados...y por supuesto no paramos de darnos patadas toda la noche. Al día siguiente salimos de viaje y mis primos sabían mil cosas chulas para jugar en el coche, mil chistes para contar y mil historias de miedo para acojonarnos. En aquella semana en la playa, pasé más miedo que en toda mi vida. Vimos “El muñeco diabólico” un día que mis tíos salieron a cenar...creo que nunca he pasado más miedo en toda mi vida. Jamás he vuelto a ver esa película…

En ese viaje también pasé miedo cuando uno de mis primos dejó caer su maquinita de Donkey por el hueco de la escalera…desde un quinto piso. Ver a mi tío, que yo tenía por un señor pausado y calmo pasar del verde al morado antes de ponerse a gritar como una fiera todo tipo de improperios…fue de muchísimo pánico. Todavía cuando nos juntamos siempre nos preguntamos ¿qué te hizo tirar la maquinita desde un quinto piso? “No sé...pensé… ¿qué pasara si la tiro?”….

Luego nos hicimos mayores…y cada vez nos veíamos menos. A ellos ya no les mandaban a pasar alguna temporada a los molinos, no coincidíamos en la casa de la playa y en Madrid hacíamos planes distintos. Con mi primo J fui a mi primer concierto de Springsteen en julio del 88, yo lo recuerdo y él también…desde entonces nos volvimos superfans.

Ahora nos vemos poco...muy poco...un par de veces al año, pero siempre nos lo pasamos bien. Nos saludamos y sencillamente empezamos a hablar y a reírnos tanto que casi no podemos ni respirar, ni por supuesto comer…cuantas veces la cena de Nochebuena ha terminado en el mantel entre ataques de risa incontrolables. Recuperamos los chascarrillos que tenemos desde canis e inventamos algunos nuevos que vamos incorporando…los primos pequeños ya no son pequeños y todos hacemos una buena pandilla.

Cuando murió mi padre fui de corcho hasta que al llegar a la iglesia para el entierro, de toda la gente que había en la puerta…se acercó mi primo J y me abrazó…y de repente me encontré llorando todo lo que no había llorado en las 24 horas anteriores…me abrazó, me consoló y me acompañó dentro de la iglesia hasta que conseguí recuperar el aliento. Puedo recordar hasta como olía...y la sensación de su abrazo.

Ayer, después de una agonía absurda de mes y medio, murió mi tía, la madre de J y J. Se como se sienten, pero estoy aquí, atrapada en los libros de colores, a 800 km y sin poder acompañarles y darles ese abrazo.

Ni siquiera saben que tengo un blog…
Lo siento en el alma.

martes, 11 de octubre de 2011

PEDRO

Hay tíos grandes, muy grandes y luego está Pedro.

Pedro, Pit, Peter, Juan Pedro, "Pedro El Grande" para laz princezaz.

Es una especie de combinación fabulosa entre un Papa Noel cálido y acogedor, el Gigante Verde con su sonrisa y Obelix.

Cuando nos vemos siempre hace lo mismo. Sonríe con una sonrisa que de verdad quiere decir “Coño, como me alegro de verte”. Luego abre los brazos y me abraza mientras dice: ¿Qué tal Perrrra? U otro mote que solo me llama él.

Es tan grande, tan cálido y tan entrañable que cuando nos encontramos me dan ganas de correr como cuando era pequeña y corría a que mi padre me cogiera en brazos.

Te abraza y es como entrar en una cueva de lo grande que es. Una cueva donde es imposible que te pase nada malo.

Tiene la carcajada más sincera del planeta. Se ríe con ganas, se ríe feliz. Cuando le oyes no quieres que pare nunca.

Como es ingeniero tiene cosas rarunas propias del gremio. Si nos vamos de fin de semana alcohólico con toda la pandilla, él siempre se encarga de la comida. Es un gran cocinero así que nunca hace “comida fácil” y siempre se lleva sus cacharros, aparece con 3 peroles como para dar de comer un regimiento y su colección de cuchillos asesinos. Y de verdad son asesinos…yo casi me rebané un dedo con uno de porcelana especial para cortar tomates. Tiene uno tan peligroso que ni siquiera me deja acercarme a él: “Moli ni lo toques….ni te acerques”, probablemente tengo dos manos con todos sus dedos gracias a él.

Nunca tiene frio. Jamás le he visto con jersey, ni en Guadalajara a 10 grados bajo cero. “Pedro, eso es porque tienes reservas de sobra”…” pero que perrrra eres Moli”.

Que yo sepa no necesita dormir. Da igual a la hora que nos hayamos acostado de juerga…él siempre está de pie, duchado, peinado y con su sonrisa permanente a las 9 de la mañana. Da igual lo pronto que llegues al curro, siempre hay un correo suyo a una hora completamente absurda como las 6:45 de la mañana.

Abrió un blog…consiguió escribir un post sencillamente genial…y con la satisfacción del deber cumplido y de saber que jamás escribiría nada mejor, paso del blog. Fue uno de los primeros en saber que yo tenía este blog.

Tienes que leer a Bill Bryson, “Breve historia de casi todo”, hasta tú lo entenderás”…le estaré eternamente agradecida por ese consejo tan en su línea de cariño.

Es ingeniero de montes pero que yo sepa no distingue un abedul de un chopo...tampoco le hace falta.

A pesar de ser increíblemente grande, es ágil. Se mueve como si desplazar todo ese tamaño no costara esfuerzo…incluso baila con gracia...con su famoso paso de la gamba. Creo que nunca he visto nada tan divertido…

Puedes hablar con él de cualquier cosa…de las serias que siempre mola y de completas gilipolleces surrealistas, dudas existenciales complejas:

 ¿Porqué creéis que se dice como puta por rastrojo? ¿Quien se lleva a la puta a las pajas? ¿O es que como puta por rastrojo es un eufemismo para decir que te matas a pajas?... ¿tú qué opinas moli?

O hacer una versión argentina de Troya…” pero cheeee… ¿cómo qué en el caballo hay gente? " " la concha de tu madre...Aquiles...que te has hecho en el pie pive"

Es un tío genial.

Es un tío feliz.

Hoy cumple 40 palos y ha organizado una fiesta superchula con comida de verdad y bebida de verdad. Conociendo su completa incapacidad para calcular cantidades, probablemente habrá comida y bebida para surtir a todos los descerebrados…pero me temo que los de Montes haremos un esfuerzo y con grave riesgo para nuestra salud daremos cuenta de todo.

Mañana voy a morir, pero por Pedroooooo lo que haga falta.

Feliz cumpleaños.

viernes, 7 de octubre de 2011

MATERNITY (LXXXIII): LA ROPA INFANTIL.

La ropa infantil, ESE mundo.

Para empezar hay que explicar, que la ropa infantil es un tema que a los padres les es completamente ajeno.

Es un universo creado más allá de su entendimiento: tallas en meses, tallas en cm, unas cosas se abrochan por delante, otras por detrás, la diferencia de tejidos ese gran misterio místico ¿esto es pana? ¿Esto es algodón?, la combinación cromática, diferenciar las zapatillas de estar por casa de las que no lo son, la conveniencia de usar las botas de agua en días de lluvia y no en días de caloreta so pena de que a tu churumbel se le cuezan los pies, son incapaces de recordar el numero de pie que calzan sus hijos…en fin…un mundo complejísimo.

La ropa infantil a los padres les hace bola, pero confesad malditos, lo hacéis aposta para no tener que ocuparos. Venís con un gen malvado que os impulsa a vestir a vuestra hija de morado y verde con zuecos de piscina y camiseta de dora la exploradora para llevarla al trabajo de su madre, solo para conseguir esta frase: “cariño, me voy pero te he dejado la ropa preparada de los niños”.

A la hora de vestir a tu descendencia hay 3 opciones:

- Decidir llevar a tu niño hecho un repollo absoluto. Para ellas siempre vestidos de nido de abeja con mangas farol, chaqueta a juego, leotardos y zapatitos de princesa y para ellos pantaloncitos cortos con pinzas o largos con raya con camisa a juego, tirantes, leotardos sin son pequeños y calcetines si son más mayores y mocasines. Son lo que viene siendo niños de catálogo. La ventaja de esta opción es que la ropa es la misma año tras año, es un estilo que se lleva desde que yo tenía 3 años.

- Decidir llevar a tu niño independientemente de la edad que tenga como si fuera un adolescente carpetero petagranos adicto a la sección de moda del Cosmopolitan. Para ellas camisetas de lentejuelas si se llevan, pantalones piratas estrechos si es lo que toca esa temporada, botas de mosquetero aunque la niña mida 70 cm, camiseta ombliguera aunque sea diciembre…y para ellos pantalones cagaos, gorra de rapero y zapatillas de deporte fosforito. Son esos niños que los ves y dan como grimilla: ¿tendrá 3 años o 13 y está un poco canijo?

- La tercera opción es la que queda en medio...y consiste en rebuscar en tiendas y sortear el cursilismo supremo y la moda absurda buscando ropa bonita, barata y PRÁCTICA.

La practicidad es fundamental a la hora de vestir un niño...pero como todo no hay que llevarla a los extremos a la que son capaces de llevarla alguna gente. NO se puede llevar al niño en pijama todo el día aunque sea un bebe o aunque el pijama de spiderman parezca un chándal. No se puede.

Los niños normales corren, saltan, se pelean, trepan, se manchan con pinturas, con plastilina, se enganchan en picaportes, esquinas, ramas, armarios, con sus propios amigos o hermanos…y aunque los plastifiques completamente siempre consiguen dejar un rastro en su ropa de lo que sea que hayan comido. Por todo eso no merece la pena sufrir por la ropa ni gastarse una pasta indecente en un jersey ideal de la marca pitipín. A tu hijo le va a dar igual lo que te haya costado y aunque te pongas superserio, le amenaces con el dedo o le prometas la luna: Por Dios…no te manches ese jersey. Se le olvidará a los 3 nanosegundos y se destrozará el jersey sin compasión. Lo peor es que ya lo sabías….y te sentirás imbécil.

Por supuesto es inevitable la tentación de comprarles algo “de bonito” para usar en “ocasiones especiales”. Esta tentación es más fuerte cuanto más novato eres. Llega una nueva temporada y corres rauda a comprar lo que les hace falta para el día a día y luego “algo para las ocasiones especiales”. Con el tiempo aprendes a que esas “ocasiones especiales” son poquísimas y que realmente adornando un poco algo de diario van que se matan…y aprendes también a base de ver esa ropa colgando el armario sin ningún tipo de utilidad.

El tema del tallaje es también curioso. Los fabricantes de ropa infantil son unos seres malvados que se sientan en sillones y acarician gatitos mientras ven en una bola de cristal a madres ir y venir con ropa para cambiar a las tiendas y maquinan estrategias diabólicas:  : tu haz una talla 6-7 que realmente sea para niños de 3…y yo haré una talla de 3 para niños de 10.

Alguien que no tenga hijos dirá: pues te llevas al niño de compras y  vas probandole la ropa. Lo dicho, alguien que no tenga hijos. 

Si tienes más de un descendiente, pasado el momento absurdo de “quiero que el segundo también estrene todo porque pobrecito”…que es una completa gilipollez se llega al momento “heredar”. Parece buena idea, claro que si...pero conlleva un follón logístico cada cambio de temporada que te hace desear vivir en una isla desierta donde tus hijas puedan ir todo el día en bolas.

Llega octubre y empiezas a guardar la ropa de verano y sacar la de invierno.

Parece fácil pero no.

Primero hay que hacer una montaña con la ropa que ya no le vale a ninguno de tus hijas, para hacer esto por supuesto hay que probárselo todo y ellos jamás están dispuestos. Se pueden pasar el día jugando a disfrazarse pero el día que les dices que hay que probarse la ropa primero se aferran a su ropa como si fuera una segunda piel y luego encuentran absurdamente hilarante correr en bragas por la casa mientras tú les persigues para probarles un jersey de cuello vuelto.

Luego otra montaña con la ropa que ahora les vale y que crees calculando muy optimisticamente les valdrá el verano que viene.

Otra montaña con la ropa que el año pasado calculaste optimisticamente que les valdría este invierno y que no les entra ni de canto, ni metiendo tripa ni aunque decidas que se llevan las mangas tres cuartos y los piratas.

Otra montaña con la ropa que no le vale a tu hijo mayor pero que crees que le valdrá al pequeño el verano que viene.

Parece que ya está. Pero no.

Con la montaña de ropa que ya no le vale a ninguno…se abre otro mundo de posibilidades. ¿La tiras? ¿La das? ¿La guardas porque le tienes cariño? ¿La guardas porque a lo mejor te reproduces más? No, mejor se la das a alguien que conozcas. No, mejor a dos álguienes que conozcas…uno con niña y otro con niño.

Has elegido la peor opción…incluso peor que la de guardarla por si te reproduces de nuevo. Ahora hay que separar la ropa que puede ser para niño de la que solo puede ser para niño. Y haces otros dos montones.

Te pones de pie, los brazos en jarras. Estás satisfecha de ser tan organizada, ésta vez lo has hecho bien. Todo bajo control.

Miras a tu alrededor y te pones a llorar.

Tienes dos niñas en bragas corriendo por la casa y 6 montones de ropa.

- Cariño, ya estoy en casa ¿Que te pasa?
- Nada...que estoy haciendo el cambio de armarios
- ¿el cambio de qué?

Lo dicho…se hacen los tontos.