miércoles, 1 de abril de 2009

B.

Lo curioso de los hermanos es que puedes no tener nada en común con ellos y sin embargo estás unido a esa persona de por vida. Estarán más lejos o más cerca pero nunca dejarán de ser “algo tuyo”.

Mi hermano B y yo nos llevamos 1 año, 1 mes y 18 días. Y no tenemos casi nada en común.

Mi hermano B es alto,delgado, guapo, con barba y se está quedando calvo. Yo no.

Lo de quedarse calvo ya se lo decía mi padre “ Ay..con ese pelo tan bueno que tienes y lo calvo que te vas a quedar”. Y B. no se lo creía..agitaba su pelo al viento y pensaba “ ni de coña”. Incluso se permitió hacer una apuesta estúpida con su amigo N:

¿ a que no estás un año sin cortarte el pelo?,
¿ a que tú no estás un año con esas zapatillas sin atarte los cordones?”.

Tener veintipocos, fumar porros y tener mucho tiempo libre llevan a este tipo de estupideces que además provocan calvicie.

Mi hermano B es muy serio y muy callado. Yo no.

Es tan serio que incluso parece mayor. Mucha gente cree que él es el hermano mayor. Es muy raro verle sonreir. No es que no lo haga, pero no así alegremente, no va por la calle sonriendo y pensando en sus cosas. Va muy serio, pensando en sus cosas y asustando a la gente que se encuentra. Eso sí, si consigues que sonría se le ilumina toda la cara y transmite mucho buen rollo. Como lo vende tan caro a mi me impresiona cuando le veo con la sonrisa puesta.

Habla poco. Poquísimo. Entablar una conversación con él de más de 5 frases es un hito histórico. Es tan callado que hasta a mi me da como vergüenza hablar delante de él. Levanta la vista y te mira como queriendo decir “ ¿ de verdad era necesario destrozar este silencio con tu cháchara?”.

Mi hermano B tiene memoria de pez. Yo no.

Si le saludas por la calle hay muchísimas posibilidades de que no tenga ni la más remota idea de quien eres. Es más, es probable que cuando lea este post, no se acuerde de ninguna de las anécdotas que cuento aunque sea él el protagonista. Antes se cabreaba cuando se lo decías “ Joder, ¿ Qué quieres? ¿que me acuerde de todo?”. Ahora ya lo reconoce: “ yo, ya sabéis que no me acuerdo”.

Le gusta leer y le presto un millón de libros. Se los lee y le gustan. Se fía de mi criterio, pero lo mejor es que cómo luego no se acuerda, se los vuelvo a dejar y se los lee con el mismo gusto.

Mi hermano B. es misterioso y bastante carajipi. Yo para nada.

Para ser misterioso cumple todos los requisitos: callado, serio y guapetón. Porque aprovecho para decir que si eres horripilante no puedes ser misterioso, a nadie le importa lo que hagas..no hay ocasión de hacerse el interesante. Mi hermano los cumple todos. Está rodeado de un hálito de misticismo alternativo que resulta altamente atractivo para los especímenes femeninos, sobre todo para los de menos de 30. Ese hálito en casa no funciona: en calzoncillos y albornoz tomando café por la mañana con los pelos de punta resulta muy poco misterioso. Además siempre sabes si ha desayunado o no, porque siempre deja una mancha en la encimera.

Con 35 palos vive en casa bajo la protectora atención y cuidado de mi madre. Mesa puesta, ropa lavada y atención al cliente 24 horas. Tarifa básica. La pasta que tiene se la gasta en viajes alternativos, nada de rutas organizadas, mejor cosas exóticas: a Chile para llegar justo día y medio antes de mi boda con pinta de naúfrago, viaje en solitario a Costa Rica, o la última, ir a Mali y volver el día de la cojonevada en Madrid en chanclas porque le habían robado las zapatillas.

Mi hermano B. es deportista esforzado y existoso. Yo no.

B. y yo empezamos a esquiar a la vez. Yo tenía 5 años y él 4, en Andorra, en la estación de Pas de la Casa. Teníamos clase y luego volvíamos solos al hotel donde la dueña nos daba la merienda ( mi madre seguía esquiando…ya sé de donde viene mi carácter desnaturalizado). Estábamos tan cansados y llevábamos tanta ropa encima que ir al baño ni se consideraba. Nos hacíamos pis y caca encima y esperábamos a que mi madre volviera para cambiarnos. Estoy pensando que además de cansancio a lo mejor había un puntito de rencor en la falta de control de nuestros esfínteres. El caso es que él esquia ahora de puta madre y yo no. Lo de controlar esfínteres lo hacemos los dos igual de bien.

También nos trajeron los reyes las bicis a la vez. La mía roja y la suya azul. Por supuesto aprendió a montar en bici antes que yo y por supuesto él sigue montando en bici y yo no.

Escala, hace trekking, juega al futbol, le encuentra encanto a sufrir andando 6 horas para llegar al Pico Maladeta y yo no. Nada fatal y yo no.

Mi hermano B. tiene los mismos 10 amigos que cuando tenía 8 años. Yo no.

Sus dotes asociales son impresionantes. Como ya conté en otro post, consiguió pasar toda la carrera sin hacer ni un solo amigo. Su táctica es: “ llegas con los cascos puestos y no te los quitas hasta que llega el profesor..y sobre todo hay que evitar el contacto visual…Nunca hay que mirar a nadie. Y no hay que sentarse siempre en el mismo sitio porque entonces habrá un listo que se siente siempre a tu lado y al final de curso incluso tendrás que saludarle”. ¿no es impresionante?.
Eso si, en las concidiones adecuadas y si se alinean los planetas es capaz de organizar una conga de señoras de 50 años en la boda de su mejor amigo o cantar con unos mariachis en la plaza Garibaldi de México sin importarle que los mariachis lleven unos pistolones de impresión colgando del cinto.

Mi hermano B. cocina de angustia. Yo no.

Su plato más famoso son los famosos spaghettis “ramillete”. El truco consiste en echaros en la cacerola y no molestarse en moverlos. Se cuecen pegados y quedan preciosos en el plato. Duros pero preciosos.

No cocina nada, pero es un señorito: “ estos spaguettis no son como los de mamá”, “ este tomate no entomatece”, “ a mi las salchichas me gustan más hechas”, “ Este pescado tiene espinas”. Si se le somete a una temporada de “ o comes lo que hago o te lo haces tú”, es capaz de comer spaghettis ramillete de comida y de cena.

Mi hermano B. es como mi madre. Yo no.

Me apuesto a un brazo a que cuando tenga hijos, seguro que él sí tiene superpoderes. La vida es injusta.
Mi hermano B. cree que soy una plasta. Yo también lo creo.

No tenemos casi nada en comúnn ni siquiera le gusta su cumpleaños. El lunes cumplió 35 y ni caminito de chuches, ni regalitos, ni tarta, ni fiesta, ni comida favorita…pero para que no te quejes aquí tienes tú regalo.

martes, 31 de marzo de 2009

ORDEN Y DESORDEN

Tengo fama de ser ordenada y organizada. Confesaré algo, en esto como en casi todo, soy un fraude. He conseguido a lo largo de intensos años de esfuerzo, ocultación y astucia sin igual pasar por ser una tía organizada. Sé que lo he conseguido porque hasta mi madre cuando viene a casa dice:

- “ hija, es increíble, pero venga a la hora que venga siempre tienes la casa ordenada y sin trastos por medio”.

A mi madre le sorprende porque primero es una cosa buena sobre mí que tiene que decir, y eso siempre le resulta digamos “duro” de creer y en segundo lugar le sorprende porque ella es lo contrario.
Mi madre no es ordenada por ambiciosa. Explicaré esto. Mi madre dice "voy a ordenar el armario de las telas" ( si, si, tiene un armario de las telas..pero eso ya lo explicaré en otro momento). Empieza a ordenar y de repente encuentra un retal precioso y dice”voy a hacer unas cortinas para el cuarto de la plancha” ( si, también tiene un cuarto de la plancha), y se encamina para allá a tomar medidas, pasa por el cuarto de estar ( si, también lo tiene y no es el salón), abre un cajón para sacar el metro y se da cuenta de que ese cajón está desordenado. Saca todo el contenido: cuelga fácil, unas libretas, cinta aislante, un bote de pegamento, unas fotos de su último viaje y entonces dice: “estas fotos tienen que ir al album”. Se encamina con las fotos al despacho ( si, si, la casa es muy grande), abre el armario de los albumes y empieza colocar las fotos hasta que se da cuenta de que es la hora de hacer la comida, irse por ahí o lo que sea. Resultado de esta ambición organizadora: todas las telas desordenadas, los álbumes fuera de su sitio y en medio del salón un trozo de tela y un metro abandonados. ¿ Que nos enseña esto?. Para ordenar lo mejor es ponerse metas fáciles: hoy ordeno este cajón. No te dará problemas, serás capaz de hacerlo y te irás con la satisfacción del deber cumplido.

El secreto para parecer ordenada es tener pocas cosas y escondidas. Todo es apariencia. Lo fundamental es la primera impresión. Si llegas a una casa y todo está por medio, aunque luego abras el armario y las camisas estén colgadas por colores…da igual..te llevarás la impresión de que son desordenados. Si por el contrario llegas a mi casa..no hay nada por medio, todo es orden y organización… pasamos por ser una joven pareja ordenada.

ES mentira. Por ejemplo, no tengo ordenados los libros. Mi amigo F. dedica horas a colocar los libros en su estantería, no por orden alfabético ni por temas, ni por colecciones..simplemente los coloca para que “queden bien”, para que estén "ordenados". Desde aquí te digo que es tiempo malgastado. Tú no lo sabes, pero cada vez que voy a tu casa miro tu estantería esperando admirar la colocación de tus libros…y me parece tan caótica como la mía. Yo coloco los libros según van llegando en la estantería que tenga más a mano.

En cuanto a la ropa, eso es el caos. La ropa tiene vida propia y además es mi enemiga. Desde siempre. Cuando era pequeña lo que más temía del mundo era llegar del colegio y al abrir la puerta de mi cuarto darme cuenta de que había agotado la paciencia de mi madre con respecto al desorden de nuestro armario. Todo lo que había en el armario estaba tirado en el suelo. Todo, incluido las perchas. Me daban ganas de ser huérfana de la frustración. Aquello conllevaba horas y horas de colgar, doblar, meter en los cajones, subir a las baldas….un espanto porque sabías que era trabajo en balde. Cuando después de 3 horas de ordenar, daba 2 pasos para atrás y contemplaba el armario esperando ver un resultado digno de revista de decoración…lo que veía era algo así como un Tupper petado de comida..todo apretado, sin organización y lo que era peor sin ninguna posibilidad de mantenerse en ese equilibrio inestable. Cerraba a presión la puerta y esperaba que mi madre aguantara un mes por lo menos.

Ahora que sé que mi madre no tiene potestad sobre mi armario no tengo ese peso sobre los hombros pero no consigo nunca que esté ordenado. Cuando llega el mes de septiembre y quito toda la ropa de verano, coloco la de invierno, intento tener un método; aquí las faldas, aquí los pantalones, allí las camisas, este cajón para camisetas, está balda para jerseys gordos, aquí la ropa de estar en casa. El primer problema es que para aplicar el método correctamente necesitaría el triple de espacio del que dispongo. El segundo problema es que necesitaría no solapar conceptos: el jersey gordo que me pongo en casa cuando hace mucho frío..¿dónde lo pongo?, los vaqueros son de sport pero también me los pongo para venir al trabajo, ¿ la ropa de piscina donde la pongo?. Así que empiezo con un método y acabo rendida a la evidencia de que es imposible.

Y entonces aplico mi método fraude: ordeno solo lo que se ve desde la puerta del vestidor, la primera línea. Lo demás es el caos pero da igual…mi madre cree que soy ordenada y mis hijas también. ¿ Qué más se puede pedir?.

Ahora que lo pienso lo mismo es un superpoder…hacer creer a los hijos que eres ordenado….mmmm…bueno, prefería el brazo de goma, pero no está mal.

lunes, 30 de marzo de 2009