lunes, 15 de abril de 2013

YO SOY MÁS DE XABI ALONSO...

Nunca pensé que escribiría este post pero ha llegado el momento.

Voy a defender a los futboleros de los absurdos seguidores enloquecidos de la fórmula 1.

Asisto con estupefacción a la ascensión social en las redes de la gente seguidora de la F1 mientras los futboleros descienden en la pirámide del aprecio tuitero y social.

Eso no puede ser.

Por alguna extraña razón que no alcanzo a comprender por muchas vueltas que le he dado resulta que si te flipa el futbol y eres un brasas del universo con el tema eres un cateto, pero si te flipa la fórmula uno y eres un brasas del universo con el tema eres casi casi un intelectual.

Partiendo de la base de que a mí me dan exactamente igual las dos cosas, creo que los futboleros merecen un respeto y una admiración que desde luego los seguidores de la F1 no se han ganado todavía. Y tengo razones fundamentadas para esta opinión.

Primera razón.

Los futboleros llevan años y años y años dando el coñazo. Desde su más tierna infancia han sido del Madrid, del Atleti, del Betis, del Barça o del Alcoyano. Se han currado su afición a lo bestia. Han hecho el ridículo con las equipaciones de sus equipos, han tenido los huevos de salir a la calle de canijos ( y no tan canijos) vestidos con el chándal de tactel de su jugador favorito, han hecho colecciones de la liga y han jugado con cartas de jugadores de futbol ( hasta yo he jugado con esas cartas y recuerdo que era muy bueno tener a Maceda que era el más alto).

Los de Formula 1 son unos advenedizos. ¿Cuánto llevan con esa afición? ¿8 años? ¿9 años? Eso no es una afición es un capricho. No me vale con que me salga ahora uno con que él veía a Alain Proust, a Ayton Senna o a Nikki Lauda…por aquel entonces la F1 era otra cosa y la veían exactamente 3 gatos, entre ellos yo con mi padre que le flipaba. Un 90 % de los fanáticos de la F1 llevan como mucho 8 años enganchados a ese absurdo. No se han currado su afición nada de nada, como mucho se han puesto un polo de Renault o de Ferrari. Ahora a algunos les ha dado por ponerse las gorras esas ESPANTIFORMES que sinceramente no sé quién ha inventado. Son tan horribles, sientan tan mal y consiguen que cualquiera que se la ponga parezca un lobotimazo oligolérdico que empiezo a pensar en un complot extraterrestre para identificar como susceptible de ser abducido a todo aquel que tiene los huevos de ponérsela, empezando por Alonso ( se nota que estoy leyendo a Sagan). A lo que iba, nadie va por la calle con un mono de esos de cuero que deben dar un calor de mil pares de cojones y costar un riñón…no se curran su afición como es debido.

Segunda razón.

Un futbolero es toda la vida de un equipo. Si se es del Alcoyano o del Bilbao del Athletic se es para toda la vida, sin criterio, sin pensar, con orejeras y de puro sentimiento. Da igual que el equipo gane, empate o pierda todos los partidos de una temporada, dos o catorce. A muerte con el equipo. Si, le cogen aprecio a sus estrellas pero si la estrella se pira o se retira, no abandonan a su equipo. Siguen ahí para toda la vida, caiga quien caiga. Los futboleros son ñus de pura cepa..corren en manada por su equipo y triunfan o se despeñan sin dudarlo y sin pestañear. Son ñus, son los 300 de Leónidas. A muerte con su equipo.

Los de la F1 son ñus de garrafón. Corren en manada detrás de Renault…pero cuando Alonso se va de ese equipo, se dan la vuelta en redondo y todos en manada con McClaren…y cuando se pira a Ferrari…otro giro en medio de la sabana y todos con los italianos. Me diréis entonces que es que son fans de Fernando Alonso o de Kimi o de quien sea, y eso solo refuerza mi teoría porque cuando esos se jubilen dejaran de seguir la F1 o se harán del ganador. Pensadlo, ¿cuantos fanáticos de la F1 conocéis que vayan con el último clasificado? Y ahora pensad cuantos conocéis seguidores del Atlético de Madrid o del Español? Pues eso.

Tercera razón.

Una gran mayoría, una enorme mayoría de los seguidores del fútbol ha jugado alguna vez al fútbol, le ha dado un par de patadas al balón y algunos incluso han estado en equipos y han jugado liguillas. (Por dios ¡hasta yo he jugado el fútbol!) Con esto quiero decir que saben de qué hablan, no es que sepan mucho y tengan criterio y autoridad, pero saben cómo es el tacto de un balón de futbol exactamente igual que el que se usa en el Bernabeu. Así que si dicen “punterazo”, “penalti” o “fuera de juego” por lo menos conocen de primera mano de lo que están hablando.

¿Cuánta gente que sigue la F1 ha cogido alguna vez un coche de esos? Casi ninguno. Si, si..muchos conducen pero seamos serios, no es lo mismo conducir mi Ibiza que un ferrari. Vamos no es que no sea lo mismo es que se parece como yo a Halle Berry..es decir, en nada. Pues ahí están, gente que no ha cambiado un pinchazo en su vida, que no sabe poner las cadenas y que para mirar el nivel de aceite del coche tiene que estudiarse el manual de instrucciones de su coche…hablando de neumáticos de lluvia, de seco, el grip de los neumáticos,  de “entreno”, hablando de kers, de drs , safety car y de inyectores como si fueran el técnico de Midas.

Cuarta razón.

El fútbol es deporte. Corren, pelean y es su cuerpo esforzándose. Si alguien es bueno jugando al fútbol lo será siempre, puede que no gane el partido pero lo hará bien e incluso puede meter goles.

Conducir un coche no es deporte. Conducir un coche que te han preparado unos supertécnicos no es deporte. ¿Qué hacen mucho esfuerzo físico y blablablabla? Si, los astronautas también y viajar en el transbordador espacial no se considera deporte. El mérito de la F1 no es del piloto. No estoy diciendo que yo conduciendo ese coche ganara, pero vamos que son perfectamente intercambiables unos y otros. El mejor coche gana.

Quinta razón.

La parafernalia del fútbol es garrulística pero tiene su encanto. Todos en manada a ver el fútbol, con sus bufanditas, sus bocadillos de tortilla y sus bebidas. Cada 15 días, al mismo sitio con los mismos colegas. Todos a gritar bobadas que hacen mucha risa porque riman, a exaltarse gritando GOOOOL y a cabrearse con el árbitro por las mil injusticias que cometen con su equipo. Garrulismo de andar por casa, familiar y conocido.

La parafernalia de la F1 es como de revista del corazón. Tías embutidas en monos que sujetan paraguas, aficionados que han empeñado sus casas, sus hígados y sus bazos para poder ir una vez al año a ver una carrera de la que solo ven una curva y además no pueden gritar nada porque no se oye nada. Desconozco si se comen bocadillos de tortilla..aunque las tías embutidas en monos de cuero o desvestidas con atuendos microscópicos seguro que no. Todo es pijismo, dinero, ostentación y lujo absurdo y sinsentido.

Sexta razón.

Los del fúbtol se saben cansinos y muy brasas y lo aceptan. "A mí es que me gusta el fútbol. Ya sé que son tios en pantalón corto corriendo detrás del balón pero me gusta". El encanto de la sencillez.

Los de la Fórmula 1 se creen élite siendo igual de brasas. "Tú es que no lo entiendes"...¿Qué hay que entender? Son tios en coches corriendo por una carretera, paran de vez en cuando a que otros le arreglen el coche y gana el primero que llega. La simpleza más absoluta. 

Séptima razón.

En twitter yo creía que los del fútbol eran pesados, hasta que llegaron los de la F1 que no solo comentan los entrenos y la carrera, además de todo eso, retransmiten la retransmisión en un bucle absurdo de información que me agota.

Que sí, que podría dejar de seguirles a todos…pero sigo a gente que mola mucho pero que no es perfecta: algunos son del Barsa y otros tuitean sandeces sobre Fernando Alonso.

A mí me aguantan con Bruce, anque no vamos a comparar...por supuesto. 

viernes, 12 de abril de 2013

DESILUSIÓN Y DECEPCIÓN

Desilusión: acción y efecto de desilusionar o desilusionarse.

Desilusionar: hacer perder las ilusiones / perder las ilusiones.

Decepción: pesar causado por un desengaño.

Decepcionar: desengañar, desilusionar.

Todo eso dice el DRAE y a mí no me vale, se me queda muy corto todo y muy confuso. No me vale.

Una desilusión y una decepción no son lo mismo, no se parecen en nada. Ni son lo mismo, ni se sienten, ni se construyen igual. En el Moliuniverso y en mi cabeza, decepcionar y desilusionar no son sinónimos.

Una desilusión destruye algo posible pero poco probable. El que tiene una ilusión sabe perfectamente, aunque lo obvie, que es posible que esa ilusión no se concrete, juega con la baza de que no sea real. La desilusión no pilla por sorpresa.

Una decepción es una certeza que se desmonta. Es una verdad que se rompe, que se destroza. No es que fuera algo posible y probable, sencillamente ERA y de repente no es. Tenías una certeza y no cabía ni la más remota posibilidad de que dejara de ser…y de repente no es. La decepción suele pillar tan por sorpresa que hace el vacio y deja sin aire.

La desilusión se sufre sobre algo que no existía, sobre una fantasía. Por eso razón las ilusiones no se agotan nunca, después de una desilusión del tipo que sea y sin que haya que hacer nada crecerán ilusiones nuevas o pueden ser las mismas recuperadas. Incluso cuando crees que ya no tendrás más, las ilusiones crecen solas, y te sorprendes teniendo más. Cuando ya eres perro viejo, intentas frenarlas, ignorarlas, pasar de ellas, arrancarlas como las malas hierbas, pero exactamente igual que con las malas hierbas…las ilusiones pasan de ti y crecen solas hasta que te han conquistado.

La decepción destruye una certeza y las certezas no crecen solas. Las que se rompen además jamás se recuperan y recomponen. Construir una certeza nueva exige trabajo, dedicación, esfuerzo y una confianza acojonante que con la edad se va perdiendo. Exige también capacidad para pasar por alto las consecuencias que las decepciones anteriores causaron en el ánimo, porque recordarlas es tan doloroso que incapacita para reconstruir nuevas certezas. Cuanto mayor eres, menos certezas tienes y más decepciones acumulas.

Las desilusiones son necesarias. Hay veces en la vida en que es necesario desilusionar a alguien. Va a ser doloroso pero es necesario porque ves que esa ilusión que le está creciendo y que está a punto de conquistarle nunca va a ser certeza y aunque le vaya a doler, hay que hacerlo. El que desilusiona no es feliz haciéndolo, pero sabe que es necesario y que el desilusionado podrá tener nuevas e incluso mejores ilusiones.

Las decepciones jamás son necesarias. Siempre son una putada y duelen que te cagas. Cuando se decepciona alguien, ese alguien sufre como un perro, se cabrea, tiene pena infinita, oleadas de tristeza y agoniza un tiempo. Las decepciones además son terribles también para el que las provoca. Cuando decepcionas a alguien lo haces sabiendo que has destrozado algo positivo y cierto que ese alguien pensaba o creía, puede ser un pensamiento, una actitud o un sentimiento. Decepcionas a alguien que creía en ti, que tenía una certeza positiva sobre ti.

Desilusionar a alguien puede ser jodido pero puedes pensar que lo haces por su bien y que es algo que tienes que hacer.

Decepcionar a alguien es doloroso para el decepcionado, pero para el que lo hace, cuando es consciente de ello es el puto infierno.

Las desilusiones pasado el primer momento de quedarse desinflado y como sin ganas de nada dejan un poso dulce. Cuando las recuerdas pasado el tiempo, puedes obviar el momento concreto de la desilusión, el momento en que se te pinchó el globo de esa ilusión concreto, ir más atrás y sonreír al recordar ese momento en que ibas feliz cual perdiz con tu globo de ilusión tan feliz. Puedes recordarlo con humor negro y pensando “que bobo fui al ilusionarme con aquello pero bueno moló”.

Las decepciones no son así. Las decepciones no te pinchan un globo, te quitan el suelo bajo tus pies. Las decepciones siempre dejan un poso amargo y duelen siempre. Permanecen activas eternamente y hay que tener mucho cuidado con su manejo, hay que intentar arrinconarlas y no tocarlas ni con un palo porque el simple roce de su recuerdo puede hacerte caer fulminado. La decepción no permite el recuerdo dulce, no hay lugar para el humor negro, solo permiten algo como “como pude ser tan gilipollas” y duelen en el alma.

Por todo esto, no puedes desilusionarte a ti mismo, pero si decepcionarte, cuando destrozas una certeza que otro tenía sobre ti y que tu habías asumido como propia o cuando descubres que no eres como pensabas, que eres peor de lo que creías,  te decepcionas a ti mismo y jode infinito. 

 Decepcionarte a ti mismo es entrar en el foso de la desesperación., y solo saldrás si alguien que te aprecie mucho, que sobreviva a tus decepciones te ayuda.

Lo que se aprende con la Princesa Prometida.

jueves, 11 de abril de 2013

ELLAS Y SU LENCERIA.


Ya he hablado por aquí de sujetadores, tangas y pijamas. Hoy el tema es otro, el tema es ellas y la lencería y las etapas en la compleja relación que se establece entre ambas.

Indiferencia.

Al principio, como con casi todo, no tienes criterio y tu madre manda. De hecho le prestas la misma atención a tus braguitas que a los calcetines o la camisa. Tu madre tampoco se complica (bastante tiene con relacionarse con su lencería como para pensar en la tuya) así que te pone braguitas blancas o de colorines si están de oferta. Si las hay de esas de que pone “lunes”, “martes”, “miércoles”...también te las pone y comprueba que es imposible que coincida el día y las braguitas, es una máxima universal. De canija para ti las braguitas son invisibles menos las que pican, a esas te resistes muchísimo. (En mi tiempo de ser cani, esas eran unas que me hacía mi abuela)

Consciencia

Cuando llega esa época atroz, oscura y muy desagradable que se llama adolescencia de repente las tías somos conscientes de nuestra ropa interior. Ya no vale cualquier cosa que haya en el cajón. El criterio para comprarlas es que te gusten y sean lo que se lleva y que no sean ni de “niña” como las que te compraba tu madre, ni de “señora” como las que lleva tu madre. Las quieres “monas” y como las que llevan tus amigas o las que no son tus amigas pero molan en el colegio. Ahora hay todo un mundo de posibilidades de ropa interior y mil tiendas, así que te lanzas (con tu madre) a comprar: de algodón, con superhéroes, con hello kitty, de colorines, de rayitas, con distintos modelos. Hay bragas, tangas, culotes, pantaloncillos, de tiro bajo, de tiro alto, sujetadores con aros, sin aros, con tirantes, sin tirantes, con foam, sin, balconet…todo un mundo de posibilidades a tu alcance (o eso te crees tú) pero tu criterio es que sean monas.

Batalla.
Pasada la primera inseguridad adolescente, ellas son conscientes de que el tema de la lencería hay que currárselo. Hay muchas posibilidades pero ya sabes que no todas son para ti, pero no es tan fácil como saber qué es lo que no te va. La lencería es traicionera y atractiva y se muestra con todos sus encantos y aunque sabes que hay cosas que no te van, que no te encajan o que son increíblemente incómodas acabas cayendo una y otra vez en los mismos errores. Lo ves en la tienda, ves el precio y dices: Jo...esto es mono, me lo voy a comprar. Vas a casa, te lo pones y efectivamente es mono...pero en la tienda, a ti te queda como el culo, te aprieta o te está grande. Dices, bueno...pues para algún día de vez en cuando y lo metes en el cajón. Y se queda en el cajón…hasta que un día dices “ey...esto era mono, me lo voy a poner hoy”. Y sales a la calle con ello y estás incómoda hasta el infinito y más allá y vuelve al cajón y ahí se queda criando polvo hasta que un día lo tiras. (Hombres que me leéis: creéis que vuestras chicas tienen mucha ropa y que no tiran nada…que sepáis que lo peor está en el cajón de la lencería...ahí hay braguitas desde el año 97 y sujetadores ideales que solo tienen una puesta...pero no se tiran jamás)

Con la edad además, ellas deciden de vez en cuando comprarse algo “especial”, algo que no sea para todos los días, algo para seducir…Una completa memez porque todo el mundo sabe que cuando más se liga es el día que vas en vaqueros mugrientos, sudadera de NY del 95 y te has puesto la ropa interior que primero ha salido del cajón…pero en fin, es imposible no caer en la tentación. Tu lado “femenino” absurdo te dice: podías comprarte ese body o ese conjunto para un día especial. Te resistes pero acabas cayendo y gastándote una pasta. Y llegas a casa y dices: ¡¡mierda!! Te aprieta o te pica o no te sujeta o es incomodísimo o te hace parecer un putón…o una sabia combinación de todos esos factores.

Lo metes en el cajón y dices…”bueno, para una ocasión especial…sin salir de casa”. Esa ocasión no aparece nunca, porque estando en casa qué pereza ponerse eso si total ya estás a lo que estás.

Serenidad

Por fin llega una época en la que conoces lo que te va y lo que no te va. No te equivocas de talla, ni de modelo y sabes evitar la lencería absurda de muñequitos “mira qué joven soy y que naif ” que dan ganas de darte una leche con una piruleta  y la lencería de señora mayor. Incluso has aprendido que lo más importante es el tacto y que los brillos son horribles.Tienes la lencería que te mola y sabes cuándo usarla. Lo elegante es el negro y casi siempre es acierto, mola tener algo blanco y aunque a ellos les horripile hace falta algo color carne para que no transparente. Por fin tienes una relación de amor con tus bragas y tus sujetadores, las conoces, te conocen, se ajustan a lo que quieres y necesitas y cuando hace falta te hacen triunfar. Todo es perfecto.

Triunfo absoluto.

Feliz con tu lencería, ya ha dejado de ser una preocupación y estás satisfecha con ella. De repente un día ves en una tienda, en un catálogo, en una venta por internet algo que se sale de lo corriente: un conjunto especial, un body completo.

Lo ves, lo miras y dices: paso no me hace falta.

Lo vuelves a ver, lo vuelves a mirar y miras el precio para que su escandaloso coste te desanime porque ves que te estás animando. Mierda, 20 euros…está tirado. Vuelves a decir: paso no me hace falta.

Lo vuelves a ver, lo vuelves a mirar, compruebas el precio y dices bueno venga...hace mucho que no hago la gilipollez de comprarme algo que no me voy a poner y total son 20 euros.

Cuando por fin lo tienes en casa, decides probártelo. Vas exactamente con cero expectativas y pensando que estará regular pero que seguro que en algún momento te lo puedes poner y total son 20 euros.

Y te lo pones y flipas. Te está perfecto, te está tan increíblemente perfecto que no das crédito. Aún así, no te confías y como ya sabes cómo funciona esto de la lencería, empiezas a moverte, saltas, cabeza abajo, cabeza arriba, te mueves tanto que piensas...joder si me viera alguien pensaría que estoy loca.

Y te sigue estando perfecto. Flipas.

Pero luego viene la prueba de fuego. Decides ponértelo y salir a la calle, un día cualquiera, nada de un día especial, un día porque sí para probarlo.

Al día siguiente, te lo pones, te vistes y sales a la calle y sigues flipando. Has triunfado completamente, esa es la pieza de lencería perfecta, la has encontrado: es cómoda,  es especial y te sienta tan increiblemente bien que  hasta te molas a ti misma.

Sonríes y decides que hay que usarla con criterio. Sabes de uno que va a flipar.


De la siguiente etapa si es que la hay...no puedo hablar porque no he llegado...


martes, 9 de abril de 2013

UNA MADRE SIN SUPERPODERES. MIS DEBERES Y LOS VUESTROS.

Ha llegado el día.

Hoy, 9 de abril de 2013, hemos publicado un libro. “Cosas que le pasan a Una madre SIN superpoderes”.

Somos unos campeones. Podemos darnos abrazos de machotes, de esos de palmearse la espalda. Saltar de alegría. Bailar en círculos en las praderas o en sus despachos los que los tengan o en casa mientras plancha y pasan el mocho los que estén disfrutando de las tareas del hogar. Podemos sonreír felices en el coche, el metro o el bus pensando...”joder...el blog que escribo/leo ha publicado un libro”.

Hoy es un día para estar contentos, muy contentos pero no hay que dormirse en los laureles. Como diría el Sr. Lobo.."No vamos a empezar a...", pues eso. 

Tenemos trabajo.

Como todo el mundo sabe soy asquerosamente organizada (o lo parezco) y he elaborado una lista de deberes.

Primero los míos. Deberes del escritor del blog.

1.- No dar la brasa con “Comprad, comprad mi hermoso libro”. No voy a ser cansina ni nada por el estilo. El enlace está ahí, en la columna lateral y todos lo sabéis.  El blog no es solo el libro, entiendo perfectamente que haya gente que lo compre, que le apetezca y otros que ni de coña y por eso no voy a dar la brasa con el tema. Al que lo compre le estaré eternamente agradecida, y al que no lo compre pero sea lo suficientemente comprensivo para saber que me hace mucha ilusión haberlo publicado también.

2.- Dejemos claro los conceptos. Obviamente publicar un libro me pone cara y nombre, pero no vale empezar a llamarme aquí por mi nombre. Teniendo en cuenta que puedo contar con los dedos de una mano y media la gente que me llama por mi nombre real…prefiero seguir siendo Molinos aquí. Yo soy Molinos y vosotros descerebrados y todos tan amigos.

2.-Ensayar para firmar como “Molinos”. Resulta que a algunos os hace ilusión que os firme el libro en caso de ser posible y esto, aparte de sorprenderme, me obliga a practicar una nueva firma porque obviamente en mi vida no firmo como Molinos. ¿Y cómo firmo? ¿Molinos, Moli, Mo? Esto me lleva a otro problema, yo siempre escribo con pluma… ¿firmo con pluma? ¿Qué pluma llevo? ¿Quedará muy friki tener que parar a cargar la tinta? ¿Me paso al siempre fiable pilot?

3.- Seguir escribiendo el blog. Publicar el libro ha molado mucho pero el blog me gusta muchísimo más, así que no pienso dejarlo. Nunca escribí el blog pensando en publicar un libro, eso ha sido una especie de meta volante…el blog no tiene más finalidad que la de que me encanta y me entusiasma escribirlo. Seguiré.

4.- Avisar de los eventos a los que me lleven para que los descerebrados a los que les apetezca puedan acercarse para ponerme cara, para poder desilusionarse o para poder decir: pues vaya..sí que es como me la imaginaba.

5.- Dar las gracias hasta el infinito más allá: a la lectora anónima que me escribió el mail, a Mónica y Berenice mis editoras y a todo el equipo de la Esfera, a José Luis Ágreda, a Rudy de la Fuente, a Doc y a todos los descerebrados que habéis pasado por aquí y que estáis tan contentos como yo o más.

Ahora lo vuestros. Deberes de los descerebrados.

1.- Comprar el libro el que quiera/pueda. Entiendo perfectamente que haya gente que lea el blog y que pase millas del libro porque no tenga pasta, porque no le apetezca o sencillamente porque no le dé la gana.

2.- Si lo compráis y lo leéis, lo que ya es muchísimo suponer, molaría que dejarais una valoración o una reseñita en Amazon. Si no os ha molado, cosa que también es posible, molaría también un despelleje, me parece lo justo. Yo despellejo libros, pues que despellejen el mío. Además, siempre es bueno que hablen de ti aunque sea mal y yo no soy rencorosa (para algunas cosas). Mirad la Esfera, despellejé uno de sus libros y me han fichado…pues yo igual. Si despellejáis el libro con estilo y gracia seguro que me mola.

3.- Si lo compráis, lo leéis y vais a querer que os lo dedique en caso ser posible, id pensando si queréis la dedicatoria con vuestro nombre o vuestro nick. Ja. No lo habíais pensado. Esto es un tema complejo. Si llegáis y decís “Hola Moli...Soy Hermano Electrón” yo sabré quienes sois y podré identificaros y lo mismo puedo pensar una dedicatoria ocurrente. Pero claro esto tiene un problema. Le dejáis el libro a alguien que no sabe que tenéis una identidad secreta en la red y dice “¿Quién es Hermano Electrón? Y ¿Por qué tienes tu su libro?¿Eres tú? ¿ Y por qué te escondes en internet?” Si decidís entonces vuestro nombre real y llegáis y me decís: “Hola Moli, soy Pedro” no tendré ni idea de quienes sois y pondré algo como “Para Pedro de Moli”, más soso pero no será susceptible de preguntas raras. Pensadlo.

4.- Si voy a vuestra ciudad con más miedo que vergüenza a presentar el libro o firmar o lo que sea, haced el favor de hacer un poco el frikifan. No me dejéis con cara de perro abandonado en una gasolinera…porque me conozco y a la segunda que me hagáis de esas voy con una botella de Martin Miller metida en una bolsa de papel marrón y me dedico a ser Sue Ellen en serio.

5.- Los que no lo vais a comprar ni leer. Un poquito de paciencia y comprensión si de vez en cuando...pongamos una vez a la semana hay un post sobre algo del libro. El blog se llama Cosas que (me) pasan y ahora mismo me pasa el libro…y todo lo que conlleva.

Ah...se me olvidaba mi último deber: no morir de un infarto consumida por mis propios nervios, esto va a ser con mucho lo más complicado.

Moláis mil.

Gracias una vez más.

  Enlace para comprar en La Casa del Libro.

lunes, 8 de abril de 2013

ENSAYO COMPLETAMENTE SUBJETIVO SOBRE EL 1.

El 1 es ser el primero en algo. Se puede ser el primero, el número 1 de una manera completamente involuntaria, por ejemplo el primer hijo. Uno es primogénito, el número 1 entre los hermanos y lo es sin haber hecho ningún mérito y lo será para siempre. O cuando eres el 1 en la lista de clase en el colegio, lo eres por algo que tampoco tiene que ver contigo, la letra por la que empieza tu apellido. Abad y vas directo a ser el 1 en la lista toda tu vida. Involuntario es también el número 1 en la fila por alturas del colegio, pero en este caso el estirón está al acecho y en cualquier momento puedes retroceder puestos.

Otras veces, ser el número 1 se busca y se busca y se trabaja hasta conseguirlo. El 1 es el campeón, el que llega primero, el que salta más, el que corre más rápido, el que nada más veloz, el que lanza algo más lejos. El mejor patinando, esquiando, jugando al ajedrez o haciendo castillos en la arena. El número 1 vendiendo discos, camisetas, libros o perritos pilotos. El primero de la promoción.  Este número 1 es efímero y no dura para siempre, en algún momento se acabará, llegará otro con el mismo interés que tú en conseguir el 1 y acabará lográndolo.

El 1 es también estrenar algo. El 1 es enero. El primer día del año, un año nuevo, una semana, un mes. La primera página del cuaderno nuevo es el 1, es la página que abres y dices “voy a escribir con cuidado”.

El 1 es la primera página del libro que empiezas, en la que viene el título.


El 1 es el dedo índice.

El 1 es el primero de algo también. Marca el comienzo de una sucesión, habrá más, pero ese es el primero. El primer amigo, el primer novio, el primer polvo, la primera borrachera, el primer viaje en solitario, el primer coche, la primera bici. 

El 1 es el primer curso, el cambio de ciclo. Primero de párvulos, primero de egb, primero de bup…primero de carrera. Cada primero de algo en los estudios se ve con miedo antes de llegar, se ve como un cambio, como un inicio nuevo, como una etapa en la que te vas a hacer mayor. El 1 antes de llegar parece difícil, parece duro…y una vez que lo has pasado sin embargo cambia completamente y el 1 pasa a ser lo fácil, lo accesible, aquello con lo que puede todo el mundo.

El 1 es ser hijo único.

El 1 es vivir solo. Un plato, un vaso, un tenedor, una cucharilla, una taza.

El 1 es la unicidad, aquello de lo que solo tienes uno: una nariz, un corazón, un bazo.

El 1 es tu libro, tu cantante, tu canción, tu peli favorita.

El 1 es la hora del aperitivo. Y por la noche el 1 es un poco tarde pero no demasiado tarde.

El 1 es la carretera de Burgos y un bus que va a Cibeles. Es la línea azul de metro.

El 1 es dormir solo en una cama de 80 con cabecero de barrotes. Dormir solo en una cama grande es 2-1, pero no es 1, es otra cosa.

El 1 soy yo entre mis hermanos.

El 1 es el cumpleaños de Molimadre.

El 1 es M.

El 1/11 es mi padre.

El 1 es lo que eres tú solo, sin nadie más.

El 1 es el comienzo de algo. El primer paso.

El 1 es rojo, es impar y pasa.



viernes, 5 de abril de 2013

LA DIETA DE EXCLUSIÓN ES UNA COSA MUY SERIA.

Hace unos días El comidista se hacía eco de una noticia que ya había sido publicada en USA, sobre cómo la moda del “sin gluten” se está extendiendo entre parte de la población. Parte de la población completamente imbécil, eso no lo decía él...lo digo yo.

El gluten no es un veneno, ni un maléfico producto creado por unos malos malísimos que están deseando envenenar a la población. Es ¡sorpresa! una proteína presente en el trigo, la cebada, el centeno y la avena. Comer gluten es tan natural como beber agua. Hay un determinado número de personas que nacen con una mutación genética que hace que el gluten les dañe las mucosidades intestinales y no puedan absorber el resto de los nutrientes produciéndoles toda una serie de síntomas muy desagradables.

El huevo, la leche, los frutos secos, el pescado tampoco son venenos diabólicos pensados para aniquilar a la población, son alimentos que llevan siendo consumidos por la humanidad desde hace miles de años y que es ahora, gracias a los avances científicos, cuando sabemos que hay gente alérgica a esos alimentos, que desarrolla rechazo y que si los ingiere puede incluso morir.

Los celiacos y los alérgicos alimentarios TIENEN que llevar una dieta de exclusión obligatoriamente. Ni la celiaquía ni la alergia se curan con medicamentos, ni con homeopatía, ni yendo a ver la Virgen ni colocando los chacras alineados con Saturno, la única manera de no tener reacciones adversas (que en el caso de los alérgicos pueden suponer la muerte) es NO ingerir los alimentos que les hacen daño.
Parafraseando al Inspector jefe Kemp del Jovencito Frankestein...¡¡Una dieta de exclusión es una cosa muy seria!! y frivolizar con ella, tomándoselo como un caprichito para hacer una dieta sin criterio intentando justificarte con argumentos absurdos, es ofensivo y pone en peligro la salud de aquellos que tienen que ser extremadamente estrictos con su dieta.

Una dieta de exclusión es SIEMPRE por definición extremadamente estricta y no va en función de “me apetece” o “no me sienta bien”. El que tiene que llevar una dieta de exclusión obligatoriamente fantasea con que inventen algo para poder dejar de vigilar absolutamente todo lo que come y disfrutar alegremente del gluten o el huevo o los cacahuetes. Uno se acostumbra a vivir con ello, pero pagaría por no tener que hacerlo y le jode infinito todo esa pose “contra” un alimento porque “sienta mal”, “no es natural”, “somos los único mamíferos que tomamos leche de adultos” y todas esas sandeces que podemos permitirnos porque somos guays.

La dieta de exclusión es un tema muy serio y lo es muchísimo más si afecta a niños. Cuando es tu hijo el que es celiaco, multialérgico o una fabulosa combinación de ambas cosas, llevar una dieta de exclusión no implica solamente evitar que coma aquellos alimentos que le hacen daño, implica muchísimas más cosas y muchísimas más responsabilidades.

Con un menor a tu cargo, con tu hijo, la dieta de exclusión además de una cosa muy seria, es un puto coñazo y una carga de responsabilidad añadida que te hace temblar de pánico al principio.

Para empezar tienes que aprender a distinguir los alimentos que tu hijo puede o no puede tomar. Los absurdos modernos del “sin gluten” o “sin lactosa” o “sin huevo” pueden permitirse fiarse de esas etiquetas y pueden incluso permitirse el lujo de hacer cosas absurdas como tomar macarrones de arroz con besamel hecha con harina de trigo. O comer pan de molde sin gluten untado de margarina que si lleva gluten, o echar fideos de arroz “que son más sanos porque son sin gluten y los comen los chinos” en una sopa a la que han echado una pastillita de caldo precocinado con gluten. Tú no puedes permitirte esos “descuidos”, hay que leer cada etiqueta pormenorizadamente.

En mi caso me he pasado años con esta chuleta en el bolsillo. Alimentos a evitar, todos los que contengan:
Albúmina –Lecitina E322 – Lisocima –E161b luteína. Cualquier ovo- Gluten, cereales, harina, almidones modificados (E-1404, E-1410, E-1412, E-1413, E-1414, E-1420, E-1422, E1440, E-1442, E-1450), amiláceos, fécula, fibra, espesantes, sémola, proteína, proteína vegetal, hidrolizado de proteína, malta, extracto de malta, levadura, extracto de levadura, especias y aromas. Pescado – Omega 3

Después hay que aprender a manipular la comida para no estropear la “exclusión” durante el manipulado. Es decir, no puedes freír unas salchichas sin gluten en un aceite donde antes hayas frito algo rebozado con gluten. No puedes cortar con un tenedor una tortilla francesa para una de tus hijas y con ese mismo tenedor pinchar el pollo a la plancha de tu hija alérgica al huevo. No puedes cortar pan sin gluten en la tabla donde todavía quedan migas de pan con gluten. Si no puedes tomar leche no puedes tomar queso rallado, y si eres celiaco hay que vigilar que a los macarrones de arroz no les eches queso con gluten. No puedes untar la mantequilla con el mismo cuchillo para una tostada con gluten y otra sin gluten...y así con todo.

Cuando tú no solo has aprendido todo eso sino que lo has interiorizado tanto que te sale automático, es el momento de sentarte con tu hijo y explicarle qué le pasa, por qué le pasa y por qué él tiene que tener más cuidado con lo que come. Hay que enseñarle a distinguir lo que puede y no puede comer y a manipular su comida, y hay que enseñarle que si tiene dudas sobre un alimento jamás lo coma, que lo suyo no es un capricho ni una moda.

A todo este planteamiento vital tan cómodo para alimentar a tu hijo tienes que añadirle que el niño tiene que comer “bien”, variado y nutritivo y a ser posible que se acostumbre a comer todo aquello de lo que puede comer para que tenga una alimentación lo más completa posible. En ocasiones es una tarea de titanes y muy frustrante. Cuesta un trabajo increíble conseguir que tu hijo coma bien, variado, sano, equilibrado y sin que nada lo mate o le haga daño para que una panda de cretinos sin criterio vengan a frivolizar con la dieta de exclusión.

¿Qué no queréis comer gluten? Estupendo.

¿Qué no queréis tomar leche? Estupendo.

Por mí como si decidís dejar de comer alimentos verdes,  blancos o morados o solo coméis alpiste con mostaza, haciendo el pino puente,  pero no me digáis que lo hacéis por salud, porque "no es natural"  o porque deteriora la función orgánica no se qué. No tenéis ni idea. Lo hacéis por capricho, porque sois absurdos, porque lo habéis leído en un libro de autoayuda del Vips o porque vuestra vida es tan aburrida que no sabéis como introducir algo de emoción en ella...

La dieta de exclusión es un tema muy serio, que exige ser muy responsable y muy riguroso porque su no cumplimiento conlleva graves problemas para la salud. No es un capricho ni una moda y frivolizar con ello es una irresponsabilidad absoluta que  no solo os afecta a vosotros ( lo que me da exactamente igual, por mi cómo si os da una empacho de galletas de salvado con leche de soja) sino que pone en peligro el hecho de que la sociedad se tome en serio su cumplimiento para personas que de verdad la necesitan.

Si queréis saber lo que es de verdad una dieta de exclusión, venid a mi casa, y os aseguro que en una semana acabareis llorando y se os pasará la tonteria.

Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia

jueves, 4 de abril de 2013

LIBROS ENCADENADOS MARZO.








Seguimos en racha de leer poco. Hoy he recordado que tuve una racha igual en otoño de 2005, una época en la que tenía la sensación de que leía poco, de que no me daba tiempo, de que no avanzaba, casi como si se me hubiera olvidado leer…Esa racha terminó cuando estrené mi primer cuaderno de lecturas en enero de 2006…a ver si esta se termina con este post de libros encadenados.









Antigua Luz de John Banville. Regalo de reyes de uno de mis tíos que siempre se lanza a regalarme sin que estén en mi lista y casi siempre acierta. De Banville leí hace un par de años “Imágenes de Praga” que me encantó, pero aquel era una especie de ensayo.

Esta era mi primera novela de Banville, y resulta que es la tercera parte de una trilogía que por supuesto no he leído pero que tampoco hace falta para disfrutar esta novela. Es la historia de Alex, un actor de teatro casi retirado al que llaman para participar en una película interpretando a un misterioso personaje y siendo compañero de una joven actriz. Se cuentan dos historias más o menos paralelamente, la historia de la relación con la actriz y el pasado de Alex y su primera pasión amorosa cuando tenía 15 años, un poco rollo El graduado.

Me ha gustado mucho y es un libro que recomiendo aunque la parte final me ha parecido final pelín incrustada. Buscaré las otras dos partes de la trilogía para completar la visión. Banville escribe maravillosamente bien y creo que molará leerle en inglés.

Cuando pienso en Cass- ¿ y cuando no pienso en ella?- creo percibir a mi alrededor una gran fuerza, un gran estruendo, como si estuviera directamente debajo de una cascada que me empapa y a la vez, de alguna manera, me deja seco, seco como un hueso. En eso se ha convertido para mí el duelo, en un diluvio constante que me agosta. Me di cuenta de que haber sufrido una pérdida también conlleva cierta vergüenza. O no, no es exactamente vergüenza. Una cierta incomodidad, pongamos, un cierto sonrojo”.

“Era especialmente excitante estar seguro de sus afectos y sin embargo tener miedo de perderlos: poseer cierto control sobre esa mujer apasionada y al mismo tiempo estar a su merced




Superzelda de Tiziana Lo Porto y Daniele Marotta. Este es un comic regalo de mis amigas blogueras por mi 40 cumpleaños.¡Gracias chicas!  Se cuenta la vida de Zelda Fitzgerald desde su nacimiento hasta que muere. Zelda es un personaje que no cae bien porque es frívola, infantil, alocada, irresponsable y es considerada por muchos como responsable de la “destrucción” de Scott Fitzgerald. El comic cuenta su vida muy pormenorizadamente y no la trata muy bien, Zelda resulta ajustarse bastante a la idea que se tiene de ella, es un personaje antipático y que crispa mucho hasta que cae definitivamente enferma y entonces provoca mucha lástima. A mí me ha gustado porque soy muy fan de Scott Fitzgerald y además los autores han hecho un trabajo de documentación e investigación muy exhaustivo retratando muy bien la vida en los años 20 y a muchos personajes de la época.




Reunión, relato de John Cheever. Tengo un volumen superchulo con todos los relatos de Cheever en inglés y tras leer a Ford el mes pasado y su entusiasta opinión sobre Cheever he decidido que voy a leer un relato entre libro y libro. Empecé por este porque Ford lo recomendaba muchísimo.

Es un relato muy corto, apenas 3 páginas escasas en las que Cheever cuenta el breve encuentro de un hijo con su padre en Nueva York de camino a casa de su madre. Los padres está divorciados y el chico del que no sabemos la edad comienza el relato.

The last time I saw my father was in Grand Central Station”.

Es una frase genial que resume todo el cuento y toda una vida. Él nunca supo que esa sería la última vez que vería a su padre pero lo fue y por eso se convierte en una ocasión especial y que recuerda nítidamente. Exactamente como pasa en la vida real...no sabes que es la última vez, hasta que se convierte en la última vez y entonces recuerdas cada detalle, incluidos aquellos en que no sabías que te habías fijado.

He was a stranger to me- my mother divorced him three years ago and I hadn´t been with him since- but as soon as I saw him I felt that he was my father, my flesh, my future and my doom”

No voy a contar el resto de la historia, merece la pena leerlo. De hecho, corred a leer este relato. Ya. Ahora mismo.

“Good bye Daddy" I Said, and I went down the stairs and got mu train, and that was the last time I saw my father”.




“Honrarás a tu padre” de Gay Talese. Este libro llevaba años en mi lista y por fin los reyes me lo trajeron. Me ha llevado toda la Semana Santa leerlo porque estoy dispersa y porque es un tocho imponente. Es la historia de la familia Bonanno, una de las cinco familias que en los años de gloria de la Mafia controlaba Nueva York. Talese es un periodista que en los años 60 conoció a Bill Bonanno durante un juicio y tras hacerse amigos escribe esta historia de la familia basándose en sus recuerdos y vivencias. Bill Bonanno es el hijo de Joseph Bonanno el mítico mafioso, el padre al que se honra en el título de la novela. El libro se publicó en 1971 en inglés y en castellano en 2010 así que han pasado un porrón de años durante los cuales la visión del lector ha cambiado mucho.

La historia se construye a partir de los recuerdos de Bill Bonanno, viéndola desde dentro y despojándola de toda su mística hollywoodiense y enseñándola como una forma de vida aburrida la mayor parte del tiempo y constreñida por unas tradiciones que pesan mucho pero que parecen dejar de tener sentido según avanza la sociedad. Obviamente al contarse la historia desde dentro, todo parece casi “bueno”, la violencia siempre es provocada por otros, las estafas suceden casi sin querer, los negocios ilegales no hacen daño a nadie y el lector acaba sintiendo una especie de síndrome de Estocolmo, empatizando con los mafiosos y sintiendo rechazo hacia la ley, exactamente la misma sensación que se tenía viendo Los Soprano, serie que se basó en este libro.

Es un libro entretenido si te interesa el tema de la Mafia. Ah sí, otra cosa...no sé de qué año es la traducción pero tiene muchos giros de español americano que resultan raros: carro por coche, cuadras por manzanas y ese tipo de cosas. No es que haya muchos de estos “fallos” pero vamos que la editorial se podía haber currado una revisión.

Bill Bonanno “Cuando me levanto en la mañana, mi meta es vivir hasta el atardecer. Y cuando llega la noche, mi segunda meta es vivir hasta el atardecer”

Y con esto y un bizcocho…hasta los encadenados de Abril...si es que encadeno algo.