El jueves descubrí esta canción en la newsletter de la cabaña de Eva Morell. La añadí automáticamente a mi lista de canciones que me gustan y que nunca encuentro el momento de volver a escuchar pero hoy, sábado, mientras in extremis escribo esto, me he acordado de ella y aquí ando, con mis súper auriculares, absorta en la canción y tratando de que la concentración no me abandone hasta llegar al final.
Esta semana ha sido como otra cualquiera. El sábado pasado escuché un podcast sobre las razones por las que el tiempo pasa más rápido cuando te vas haciendo mayor y la periodista que lo contaba decía que ella tenía en la pared de su cuarto un calendario gigante formado por 90 líneas de 52 cuadrados cada una. Cada domingo tachaba uno de esos cuadrados: era una manera de ver su vida pasar, de ser consciente de que otra semana que nunca volvería a vivir acababa de terminar. Hablaba también de que para que el tiempo pase más despacio hay que ser consciente de lo que te pasa, hacer cosas distintas.
Get away from me,
Just get away from me
This isn't gonna be easy
Esta canción que suena ahora me duele como cuando me dolía el amor… esa angustia emocional en la que creías que te ibas a ahogar. No sé si esta semana he hecho cosas distintas, pero pensar en todo lo que (me) ha pasado me da la sensación de que ha sido provechosa o, al menos, aprovechada.
Trying to make it real compared to what
President's got his war
El jueves comprobé que el vino me emborracha más que cualquier otra cosa. Me encanta y me emborracha. Entre tres nos bebimos dos botellas, arreglamos el mundo y luego, como en los buenos tiempos, nos quedamos en el coche hablando hasta que se hizo indecentemente tarde, tan tarde que al acostarme solo pude pensar «menos mal que mañana teletrabajo». He ido en bici a trabajar cuatro días y ya me atrevo a ir hasta la puerta del curro subiendo por la Gran Vía. Me han regalado un casco para que me juegue un poquito menos la vida. Me encanta ir en bici atravesando El Retiro. Lo único malo es que no puedo escuchar podcasts. No entiendo a la gente que no ve lo peligrosísimo que es ir en bici por Madrid aislado acústicamente de todo lo que ocurre a tu alrededor. Otro efecto colateral de mi nueva faceta ciclista es que los bolsos han desparecido de mi vida: voy a todas partes con una mochila con la que, sin llegar al nivel de mochila del fin del mundo de Amaya Ascunce, podría sobrevivir una temporada: cuadernos, estuche, cartera, neceser, bolsa de táper, gafas, llaves, casco. Me falta una muda y casi parece que me he escapado de casa por amor.
Me sigues gustando
Te sigo soñando
Es esta la forma
que tengo, cariño,
de demostrarlo.
«Qué maravilla, qué trabajo más fino te han hecho», me dijo la enfermera que me revisó la cicatriz de la operación de la semana pasada. Debe de ser preciosa, una obra maestra, pero yo no la veo porque está en medio de la espalda y lo único que sé es que cuando me giro por las noches me tiran los puntos. He pasado ocho horas en un estudio de sonido montando episodios de podcasts con un hombre muy guapo, muy encantador y muy joven que se distrae con el vuelo de una mosca y al que llegó un momento en que le dije: «venga, chaval, que cuando terminemos te doy un gomet verde». Le pregunté a mis amigos del vino si era posible que un hombre mucho más joven (no es el técnico de sonido, no nos hagamos líos) que yo estuviera flirteando conmigo o eran imaginaciones mías. Me aseguraron que era muy posible. No sé muy bien qué hacer con esa información, la he dejado en un cajón.
See this ancient riverbed
See where all my folly's led
Down by the water, and down by the old main drag
He triunfado totalmente regalándole a un amigo un libro que tiene en la cubierta la fotografía de dos famosos escritores en la playa, desnudos con las colas al aire. «El día que yo pueda poner una foto mía con la chorra a la vista en una portada será que el mundo ha vuelto a ser un lugar sensato, libre e inspirador». Le debía un regalo por su cumpleaños y él me lo estaba reprochando a pesar de que dice que no le gustan los cumpleaños, que le dan igual. Paseando por Bruselas encontré este libro que para mí tiene un significado muy especial y fue una de esas carambolas existenciales que justifican por qué le debía el regalo desde febrero.
I only wanted to be some kind of friend, hey
Baby, I could never steal you from another
It's such a shame our friendship had to end
Purple rain, purple rain
Me he comprado un traje de chaqueta de cuadros azules y grises con el que espero que, cuando lo lleve, me digan «pareces un payaso». También me compré tres cuadernos finos de Muji para usar en el trabajo y tratar de aligerar la mochila. He comprado pan de centeno por primera vez en mi vida y flores para un amigo que ahora anda hecho un lío intentando encontrar un jarrón adecuado. He hecho ejercicio cinco mañanas antes de desayunar y sigo odiando las zancadas. Me he sorprendido a mí misma limpiando los rodapiés de mi casa y me he enfadado muchísimo, así que me he levantado y he dejado de hacerlo inmediatamente. ¿A quién le importan los rodapiés?
Sometimes I feel like throwing my hands up in the air
I know I can count on you
Sometimes I feel like saying: “Lord, I just don't care”
He hablado con gente que estaba en Chile, México, Italia y Argentina y el lunes me embarqué al llegar a trabajar en el increíble trabajo de preparar lasaña de calabaza, avellanas, pasas y bechamel de gorgonzola. Cuando llevaba una hora y media en la cocina pensé: «¿qué cojones estoy haciendo?» Pero, al contrario que los rodapiés, esto no podía dejarlo a la mitad y acabé tan agotada que no cené. «Está buena pero sabe dulce», me dijeron las brujas con las que vivo después de todo mi esfuerzo. He terminado la tercera temporada de Doctor en Alaska, que sigue siendo un lugar feliz, un sitio en el que quiero quedarme a vivir. He abierto una cuenta corriente remunerada y me he sentido casi tan adulta como la primera vez que fui al cajero a sacar dinero. He llevado a la tintorería una alfombra que, en teoría, tenía que haber llevado mi hija en junio. Algo que no ha sucedido porque «me da vergüenza ir por la calle con una alfombra». Estuve un rato esperando a que apareciera un italiano llamado Andrea que, cuando apareció, resultó ser una chica encantadora casi tan friki de los podcasts como yo y que al día siguiente me mandó un mail con uno de las cosas más bonitas que me han dicho nunca: «qué suerte tiene la gente que trabaja contigo». Creo que esto es lo que más ilusión me ha hecho de toda la semana, mucho más que salir en la lista de 500 mujeres más influyentes de España entre Ana Rosa Quintana y Nuria Roca.
Ain't got no home, Ain't got no shoes,
Ain't got no money, Ain't got no class,
Ain't got no skirts, Ain't got no sweater,
Ain't got no perfume, Ain't got no love,
Ain't got no faith
El miércoles Leontxo García me preguntó si estaba bien, si estaba feliz. Le sonreí y le dije: «Pues sí, Leontxo. Bastante». «Me alegro mucho», me contestó.
Ha empezado el horario de invierno. Empieza mi mejor momento del año, las semanas que más me gustan.
Si quieres recibir las entradas en el correo puedes suscribirte aquí.