lunes, 21 de noviembre de 2011

NADA ME INSPIRA

Lunes. Día de escribir en el blog. ¿De qué escribo? No se me ocurre nada.

Podría hacer un post incendiario sobre teléfonos móviles, operadores, portabilidades y su puta madre. Sobre como hoy estoy completamente incomunicada y tengo síndrome de abstinencia tecnológica. Con la suerte que tengo últimamente, seguro que me quedo tirada por la carretera y sin móvil. Verás que risa.

Me disperso, tengo que escribir algo. No es que TENGA, pero es que quiero escribir algo y no se me ocurre nada. Esto es como todo, lo dejas un día, luego otro y al final dices... ¿y esto para qué? …y acabas abandonando y eso no puede ser. Ahora que hasta a molimadre le gusta no puedo dejar de escribir. Ya la estoy oyendo…” Y para una cosa que hacías bien...y vas y lo dejas por pereza...si ya lo sabía yo”.

No, no…tengo que escribir algo.

Podría escribir sobre como los espectáculos teatrales para niños después de la experiencia de ayer con laz princezaz en el musical de Bob Esponja. O sobre cómo te sientes de gilipollas respondiendo preguntas como: ¿qué son diputados? ¿Qué son senadores? Y lo mejor ¿Para qué sirven? O sobre como ayer comprobé mi teoría sobre que el choricismo va en nuestros genes de españoles, es intrínseco a nosotros. Hasta M. tiene ese gen.

- Niñas vamos a votar.
- ¿eso qué es?
- Pues es ir a elegir a los que mandan.
- Manda Abu. Todo el mundo lo sabe.
- ¿Tú votarías a Abu si se presentara?
- Si.
- ¿Porque manda mucho y muy bien?
- No...porque así yo sería rica.

Podría escribir también ese post que tengo pendiente sobre lo que nos enseñan las películas de los 80 cuando las ves con casi 40 palos. O de lo misterioso que es que con 15, Bill Murray te pareciera un señor mayor feo y cero atractivo y ahora le encuentres irresistiblemente atractivo e interesante, incluso cuando dice gilipolleces como ayer en Cazafantasmas…”¿Quieres poseer mi cuerpo? le dice Sigourney…¿Es una pregunta trampa? contesta Bill.

O sobre conciliación y políticas preñadas y como me noto rechinar los dientes cuando las veo.

O mejor...sobre ligar en el curro, maniobras de seducción en la pradera y tácticas de adolescente en cuerpos de 40 palos con gafas de pasta.

O sobre las grandes frases de Cedric….

….mmmm…nada me motiva.


Todo lo demás da igual. Ya escribiré algo mañana.


viernes, 18 de noviembre de 2011

QUERIDO DIARIO

Hoy estoy muy triste y me siento muy desgraciada. Me doy muchísima pena a mí misma. El universo está contra mí, todo me sale mal y tengo muy mala suerte. Nadie me quiere.

Toda la semana ha sido un infierno. He disfrutado de un fabuloso SPM en el que me he visto todos los días como un pez globo, el pelo como Karmele y toda mi ropa apesta. Eso para empezar.

El lunes me equivoqué al la comida del congelador. Creí que había sacado carne picada para hacer empanada de carne sin gluten por la noche y cuando llegué por la tarde me di cuenta de que eran filetes. Todo mi plan maestro de cocinillas al garete y tuve que hacer ternera strogonoff que por supuesto yo no he probado. El martes Movistar me tuvo 100 minutos de espera al teléfono para conseguir la portabilidad de mi móvil, estoy pensando que a lo mejor la operadora que finalmente me cogió el teléfono y a la que le dije de todo menos bonita, era bruja en Malawi (hablaba como si lo fuera) y me ha echado mal de ojo y está ahora mismo haciéndome vudú en su choza de paja mientras remueve el arroz con los cascos puestos y manteniendo a otros como yo en espera.

El miércoles el destino me hizo creer que mi semana del horror había mejorado algo y que había empezado a remontar: salí, bebí y acabé en una alfombra roja con Bibi Andersen y su perrita. Cené jamón del bueno y GT del mejor y me fui a la cama creyendo firmemente que el día siguiente sería bonito y chulo y feliz.

Ja.

El universo es un hijo de puta.

Ayer salí pitando de Mordor para llegar a tiempo al dentista, me tocaba endodoncia. Ayer una y otra el martes que viene. Me dolía una muela así que iba contenta para ver si así conseguía dejar de machacarme el estómago a base de ibuprofenos. Me pasé dos horas con la boca abierta mientras me hacían la endodoncia en la que no me dolía y escuchaba la cháchara del dentista que en un momento dado dijo: solo los héroes hacemos endodoncias.

Me rio hasta que se me saltan las lágrimas. Mi imaginación volaba a su rollo, el dentista gordito con capa y yo soy Lois Lane.

Dos horas después, salgo de allí con la cara como Peggy la cerdita y las instrucciones del ´heroe del dentista con las instrucciones del héroe:

Corazón tienes una infección de caballo. Tienes que tomar antibiótico cada 8 horas empezando esta noche con dos pastillas, después del antibiótico, este analgésico. Toma también un protector estomacal y como te va a doler...nolotil”.

Me acojono pero pienso que lo mismo las drogas me sientan bien…y veo elefantes rosas y cosas bonitas a mi alrededor. Me acerco a la farmacia con esa idea en la cabeza. De ahí cojo el coche y me meto en mi papel de madre para recoger a laz princezaz de su clase de inglés. Llego, aparco, voy a coger mi libro para leer un rato y ¡¡mierda!! ¿Dónde está mi libro? Lo tenía seguro. Rewind rápidamente. Cojonudo...me lo he dejado en la farmacia. Mi rato de lectura al garete...tengo que volver a por él. Arranco el coche, piso el embrague…y eh... ¿dónde está el pedal del embrague? Estaba ahí hace 30 segundos. Se ha quedado pegado al fondo, me agacho, tiro y salta una pieza blanca que me golpea en la cara…como la tengo anestesiada no me entero.

Se me ha jodido el coche, tengo la cara como Peggy y he perdido mi libro.

Llamo al ingeniero. Es ingeniero...sabe cosas y da soluciones. “Llama al taller y luego al seguro”.

Vaya...eso ya lo sabía yo.

Llamo al seguro mientras voy andando de camino a la farmacia a por mi libro. La amable señorita me dice que no me llevan el coche al taller que yo quiero porque está a más de 25 km de mi casa. Me da una lista de talleres y teléfonos que apunto sentada en un banco de la calle, me siento una huerfanita de Dickens. Encuentro un taller donde una bruja me dice que si llego antes de las 8 me cogen el coche.

En la farmacia está mi libro, es lo que tiene que la lectura sea algo minoritario. Si hubiera sido un móvil ni de coña hubiera estado ahí. Me acuerdo de que ni soy huerfanita, ni soltera…y que tengo dos hijas que recoger. Corro calle arriba para llegar a tiempo.

Llego a tiempo. M me comunica que ha perdido el aparato de ortodoncia, pero que lo ha encontrado, pero que está roto y ya no le vale. Essstupendo, le ha durado mes y medio y era el segundo. Me noto combustionar, me cabreo y les echo la bronca del siglo a M por irresponsable y a C porque si, porque está ahí y con alguien tengo que pagarlo. La vida es injusta que lo vayan aprendiendo.

Nos sentamos a esperar a la grúa. Estamos en un banco como huerfanitas. Me estoy quedando sin batería en el móvil ¿Qué más puede pasarme?

Llega la grúa. Por fin alguien bueno en este cuento, el gruero es encantador y me asegura que lo de mi coche es una chorrada pero que no puede llevarnos a las 3 en la grúa, que tendré que coger un taxi para ir al taller.

Me llama el ingeniero para saber cómo estoy gestionando la crisis y darme unas pautas…Le cuelgo cuando me dice que pida ticket en el taxi.

Llego al taller. El gruista sigue allí esperándome, quiero adoptarle, es un encanto de tío. De la nave del taller sale una luz muy agradable…quiero quedarme allí a vivir. El del taller también es majo:

¿405.000 km???? Pero ¿¿dónde vas tú conduciendo?????

Casi lloro. Debo estar monísima...la cara como un botijo y a punto de llorar…Le doy pena.

No te preocupes chica...que tiene pinta de ser una chorrada.

A este también quiero adoptarle….Vivir con un mecánico y un gruista, la vida sería preciosa y sin sobresaltos.

Salimos del taller. Volvemos al taller, necesito las dos sillas de laz princezaz. Ahora sí que lloro, voy por la calle con las dos, es de noche, hace frio y cargo con dos sillas de coches mientras empiezo a notar que se me está pasando la anestesia.

Llego a casa.
No tengo protector estomacal.
Me tomo 2 antibióticos.
Me tomo el analgésico.
Me tomo el nolotil.

Leo los efectos secundarios del analgésico rezando porque ponga “verá usted elefantes rosas y tendrá viajes astrales”…pero no.

Pone: es muy habitual tener diarrea, indigestiones, mareos y nauseas. Y no se le ocurra beber nada de alcohol.

Me entra la risa floja. Ahora sí que si, sé que nada puede ir peor, es imposible que mañana sea peor día.

Ja. Me he levantado y me ha bajado la regla.

Menos mal que sé positivamente que la semana que viene será muchísimo mejor.

jueves, 17 de noviembre de 2011

¿PARA QUE SIRVE TWITTER?


Para nada.
Esto es obvio. Twitter no sirve para nada. Es de hecho su uso más extendido. No es una herramienta vital para la humanidad. De hecho la mayor parte de la población no sabe que existe, otra parte de la población que tiene acceso a internet ni se plantea utilizarlo y otra gran cantidad de gente se abre una cuenta y jamás lo utiliza. Es su uso más común y extendido: twitter no sirve para nada.

Para informarse.
Cierto. Puedes suscribirte a periódicos (si es que esto es información), a revistas, a páginas web, a editoriales, librerías, restaurantes, asociaciones...etc, etc y que te lleguen los avisos de cada novedad, cada titular, cada artículo...etc. Está bien, es un uso útil. Lo malo es si combinas la tentación de sentirte guay en plan “hala...que cantidad de cosas que me interesan”…con el botón de “seguir” de twitter y de repente estas siguiendo tal cantidad de cosas que te bombardean con miles de tuits...que es inevitable que acabes por pasar de todo o por perderte lo más importante y lo que de verdad te interesa.

Para decir gilipolleces y encontrar audiencia.
Este es un uso muy común y viene a dar cobertura tecnológica una costumbre muy española: decir gilipolleces. Twitter va a terminar con “tengo un amigo que dice”…ahora retwiteas su estupidez y desgraciadamente esa gracieta se perpetuara por la red hasta el infinito.

Por supuesto hay gilipolleces que merece perpetuarse y otras con las que dan ganas de ir en persona (eso tan retro hoy en día) y esculpírsela con un escoplo al interfecto.

Para darte cuenta de que no tienes el don de la síntesis.
Quieres contar algo, incluso algo importante y vital o sumamente gracioso y te das cuenta de que eres incapaz de sintetizarlo en 140 caracteres.

Para compensar esa falta, te das cuenta de que contar si sabes y dejas una ristra de mensajes numerados (1/3, 2/3, 3/3)

Para intentar ligar.
Esto es obvio. La gente intenta ligar en el curro, en el hospital, en el metro, en el bus, en la playa, en el parque, a la salida del colegio, en una fiesta, en un bar, en un bingo...pues en twitter igual.

Como “Mi querido diario”.
Este uso es acojonante. Gente a la que seguro que si le preguntas: ¿escribirías un diario? Te contestaría: NI de coña, utiliza twitter como diario:

Buenos días. Me levanto. Tengo sueño”.
“Mi café de desayuno me da la vida”.
“Hace calor. Que me pongo”
“He quedado con unas amigas”.
“Sofá y mantita”.
Copas y siesta”…

Comprendo que la vida de uno mismo es increíblemente llena y emocionante, pero hay que pensar que si te sentaras a escribir en un cuaderno sobre tu día... ¿de verdad escribirías eso aunque solo lo fueras a leer tu? Y si para ti eso sería un coñazo, no te interesaría y te haría pensar que eres gilipollas ¿Qué te hace pensar que para todos los demás tiene el más mínimo interés?

Cómo púlpito.
En el mundo en 2D, si te crees en posesión de la verdad absoluta y crees que sabes mogollón de algo y que los demás merecen saber tu opinión porque vale trillones...tu radio de influencia es limitado: tus colegas, tu familia, tus compañeros de curro…y como mucho los demás mataos que van al mismo bar que tu.

Twitter es un púlpito en el que todos los gurús pueden subirse y esparcir su semillita por el mundo. Para cualquier idea, ya sea genial o una completa soplapollez, encontrarán audiencia. Audiencia que comulgue o que no comulgue con sus ideas…pero audiencia dispuesta a escucharles y con la opción de propagar esas ideas hasta el infinito gracias al botón de retuit.

En el mundo 2.0 una idea genial contada en una comida de familia tiene una vida muy corta, como mucho se comentará dos o tres días después: “mi cuñado el otro día dijo que……”, “mi colega fulano comentó el otro día….”. En twitter tiene vida infinita…desde el púlpito cae y se propaga como miles de hormiguitas (pajaritos azules que sería lo suyo no me molan en esta imagen) fueran a colonizar el planeta.

Para discutir.
Es el sitio ideal: no escuchas al otro, no oyes el tono, puedes malinterpretarle, los insultos “se valen”, puedes tener a tus fans insultando al oponente, puedes hacerte el digno y decir “pues ya no te ajunto” y encima tienes público. Todo son ventajas.

Solo un ring con barro y tías en bikini se me ocurre como sitio mejor para discutir.

Para ser revolucionario de garrafón.
Sin salir de tu casa, de tu sofá, con tu coca cola en la mano, la nevera llena y un ipad, un portátil o un smart phone con conexión a internet mostrarte indignado con las injusticias del mundo.

Obviamente encuentras a mil comodones como tú que encuentran tu actitud digna de ejemplo y retuitean todos tus pensamientos revolucionarios.

Para darte cuenta de que no tienes tiempo para seguir todo lo que te gusta porque tienes que seguir cosas que no te interesan.
Uso de twitter por el curro.

High School Twitter
Es una herramienta que hace que gente de 40 palos se comporte como si estuviera en un instituto americano, como Grease para que os hagáis una idea.

Tenemos a la tía popular. La rubia de bote con curvas por la que todos los tíos babean. Se dedica a petar twitter con sus ocurrencias que normalmente son bobadas pero como encuentra público que le aplaude con sus orejas se va creciendo y cada vez dice más chorradas. Llega a tener el ego tan crecido que se cree que su opinión sobre cualquier tema es dogma de fe. Acaba siendo graciosa porque lo mismo opina de política, que de ciencia, que de religión. Aunque llegue a tener 2000 seguidores…se cabreará si pierde uno, pondrá morritos y dirá: eres tonto. Es la simpleza elevada al cubo.

Tenemos al empollón. Tuits sesudos a diestro y siniestro que no encuentran público pero no por eso desiste de seguir breando a la humanidad con sus conocimientos. De vez en cuando se agrupan en pandillas, son como un grupo de matones pero con gafas. Se intercambian tuits de listos y cuando cogen confianza se ríen de los que no saben como ellos. En la vida real probablemente no tienen amigos.

Tenemos al tío popular. En el instituto y con 16 años el tío popular es guapo y cachas. En twitter como todos tenemos 40, el tío popular es el “interesante”. Suele ser interesante de inicio, pero el problema es que se lo acaba creyendo. Se retroalimenta y acaba encontrándose tan interesante a si mismo que no para de mirarse el ombligo.

El baboso. Retuitea todo lo que la tía popular dice con la esperanza de acabar consiguiendo algo con ella que todo el resto de twitter sabe que jamás conseguirá. Al final un reply le parece el colmo de la felicidad y lo guarda en favoritos para contemplarlo de vez en cuando mientras juega a las manualidades.

El cabreado. Jamás dice nada asertivo. Solo se dedica a contestar a todo a la contra. Es agotador, muy cansino y debe dar úlcera. Suele ser una persona con una piel muy muy fina capaz de encontrar ofensa en cualquier cosa. Y por supuesto todo es personal.

La tímida. Lo miro todo, lo lee todo. Nunca dice nada.

Para escribir esta gilipollez de post.

martes, 15 de noviembre de 2011

ENSAYO SOBRE LA TORTILLA

Tortilla francesa.

Pena infinita. Un plato de loza blanca o de duralex transparente con una tortilla de un color amarillo desvaído. Tristeza absoluta. Ganas de llorar. Comida de hospital, comida de estar solo en una habitación con una camita de 80 con barrotes blancos y una ventana pequeña que de a un patio donde estén las máquinas del aire acondicionado. Una tortilla francesa es comida de supervivencia. Es una madre que está hasta los cojones de los niños y de pensar en qué darles de comer y recurre a lo más socorrido: de cenar tortilla francesa. Es un plato de segunda categoría, nadie piensa en tomar tortilla francesa a la hora de comer, ¿por qué? Porque es triste. Solo comes tortilla francesa si estas malo de la tripa, para probar si tu estómago tolera algo. Es una buena táctica, si tu estómago tolera esa cosa tan triste y tan insípida entonces es que te estás curando. Si comes tortilla te espera una tarde de soledad de la mala y de pena, de darle al mando de la tele y no encontrar nada, de leer un libro que no te gusta, de estudiar una asignatura que te hace bostezar y a la que te has presentado 4 veces, de una visita de compromiso. Una tarde deprimente que no arreglaras hasta que tomes un alimento alegre, el que sea: nocilla, chorizo, bizcocho, tostada, chocolate…cosas que hacen sonreír.

Una tortilla francesa jamás hace sonreír. Nadie hace una cena o un evento gastronómico en torno a la tortilla francesa, "vente a cenar a casa que tengo tortilla francesa”. Eso no es una invitación, es darle a alguien una excusa para salir corriendo. No se puede hacer una excursión gastronómica a probar tortilla francesa, nadie hace comilonas en torno a ella. Comes tortilla francesa y nunca dices “Estoy llenísimo", es tan triste que ni siquiera alimenta.

Una tortilla francesa es un plato de batalla, de triste. Visualizas una tortilla francesa y el que se la está comiendo es un triste. No provoca una sonrisa, no hace reír, ni siquiera estimula a tus jugos gástricos. Es comida de solterón con esquijama beige. Es comida de señora mayor con gatos. Si eres un soltero divertido y molón y tienes huevos en casa, te haces un huevo frito pero jamás una tortilla. El huevo frito mueve a la risa, al gamberreo, a mojar pan, por Dios, una tortilla francesa desaprovecha lo mejor del huevo: la yema. Hace que el bonito amarillo anaranjado de la yema se convierta en un amarillo desvaído, muy poco atractivo, que no pega con nada. La tortilla francesa es un plato de ruptura, de autocompasión, nadie organiza una cena de amor en torno a una tortilla francesa. Es mucho más romántico sentarse  en pareja a hartarse de comer queso. La tortilla francesa es para cuando estas sintiéndote tan piltrafilla humana que hasta le estás cogiendo el gusto y dices, "y encima ceno tortilla", te parece que si te haces un huevo frito serás menos desgraciado, soltarás alguna sonrisa y traicionarás la autocompasión tan molona en la que estás nadando.

La tortilla francesa sabe que es triste. Mi teoría es que en un principio se llamaba solo tortilla, pero vio que así pasaba desapercibida y como es una snob dijo “me voy a poner algo molón, algo chic, ya lo tengo: tortilla francesa”. Mal. Lo francés suele caer mal.  Si no eres un queso o un champagne el adjetivo francés no mueve a la simpatía o el interés, asi que asociarlo a tortilla casi empeoró la sensación.

La tortilla francesa sabe de su carencia de atractivo. Bueno, más que pensar que es poco atractiva que sería un pensamiento humilde y ella no tiene de eso, piensa que es el público el que no sabe apreciarla. Tiene envidia de la tortilla de patata que es popular, dicharachera, molona y que hace feliz, pero es demasiado perezosa para convertirse en una de esas…así que se disfraza, se camufla. “No soy una tortilla francesa...tengo atún, tengo queso…tengo jamón”. Ja. Sigues siendo un fraude y tampoco apeteces,  aunque es verdad que acompañada de algo ya no mueves tanto a la pena absoluta.

Una tortilla francesa da frió. Sugiere una cocina blanca, pequeña, con poco espacio y desangelada. La tortilla francesa pega con el medio limón, el yogur caducado y la tónica a medias de una nevera vacía. La tortilla de patata sin embargo da calor, sugiere espacio para cocinar, tiempo en la cocina, calorcito. Es acogedora, sabes que después de comerla te sentirás mejor, serás mejor persona. La tortilla francesa sin embargo es distante y nada reconfortante, sabes que después de comerla seguirás teniendo hambre y lo que es peor habrás desaprovechado un huevo.

A veces como tortilla francesa. Siempre en domingo. Sólo si he comprado un buen pan, con el pan tostado, empapado de tomate y con jamón del bueno. Sólo entonces y después de haber tenido el bocadillo envuelto en papel de aluminio un ratito, tolero la tortilla francesa. Con este método, la tortilla ha sudado, se le han bajado los humos, se ha vuelto comida de batalla, no la veo mientras me la como y  por lo menos provoca una sonrisa y llena. " ¡Qué buen bocata me he comido! "

Proximamente:  ensayo sobre la manzana.