
“Fulanito tiene la puta manía de tener que sentarse siempre en la misma silla cuando vamos a comer”.- dicen tus compañeros.
Exacto, tus manías son costumbres. Las costumbres de los demás son manías. Todo muy objetivo.
Yo no soy nada maniática. ( Molaría mucho que vinieran mis conocidos en 3D y desmontaran esta frase, pero como son chusma no lo harán. Ja). A lo que iba, tengo mis cosas como todos, pero llevo días dándole vueltas y no tengo manías rarunas. Cuando he estado a punto de caer en una de esas manías que te hacen rozar el TOC, como soy muy burra...lo que hago es evitarlo de golpe. Por ejemplo, doy mil vueltas para encontrar exactamente el cuaderno que quiero, para apuntar mis lecturas. Lo encuentro y decido que sólo voy a escribir en él con determinada pluma y tinta burdeos. Una gilipollez como otra cualquiera. Empiezo a hacerlo y durante meses sigo esa rutina. De repente un día, digo...esto es una estupidez…y arramplo con cualquier otra pluma y escribo en ese cuaderno. Y no pasa nada y yo me siento mejor y digo...no soy una maniática. No sé, así me veo más lejos de morir sola y rodeada de gatos, cosa harto improbable por otro lado.
Alguna manía tengo por supuesto, pero lo reconozco. Volviendo al ejemplo de antes, el cuaderno de lecturas tiene que ser rayado. NO me vale con cuadritos ni liso. Esa manía la tengo pero la reconozco.
Las manías son una gilipollez. Lo malo es que es chungo quitárselas de encima, porque el que las tiene, cree que sin prescinde de ellas su vida será peor. En todos los aspectos, en los aspectos más absurdos que puedas imaginar. Tengo ejemplos para dar y tomar.
Manías con la ropa.
Adorablecompañera, es monísima, guapa y estilosa, pero tiene varias manías en cuanto a su indumentaria. No lleva zapatos ni botas “de punta”, según ella porque tiene los pies muy largos y le harían efecto “pié de esquí”. Es una gilipollez de manía, porque además se calza unas all star que le hacen un pie “barra de pan”...pero ella se cree su manía y punto. Tiene otra manía sobre llevar algo con lunares, flores y no sé qué otra cosa…dice que no le “pega”, no se lo he puesto nunca pero ha decidido que no le "pega", lo que es imposible, porque ella es adorable como su propio nombre indica, y cualquier cosa le sentaría bien, pero es incapaz de sobreponerse a esa manía.
Ahora que lo pienso, yo tuve una manía de ese estilo. Un par, de hecho. Durante años, jamás me puse sandalias porque pensaba que tenía los pies feos, hasta que un día dije...eso es una manía absurda y me compre unas sandalias que básicamente “no eran”, solo tenían dos tiras asi que se me veían los píes muchísimo…y resultó que los tengo preciosos. Durante otra época no me puse nada sin mangas, porque tenía la manía de creer que tenía los brazos gordos…en fin...otra chorrada y más ahora con el efecto torneador de la piscina. Hala...otra manía fuera.
Manías compulsivas.
Estas son las de “si no hago algo de determinada manera pasará algo malo”. De estas tengo mogollón…ninguna mía, porque yo estoy mucho más equilibrada que todo esto.
Pobrehermano mayor, se levanta por la mañana, arrastra los pies con sus zapatillas de estar por casa (pero los arrastra eh…muchoooo, muchísimoooo), llega a la cocina, se sirve el café y siempre siempre siempre se le sale y deja un cerco en la encimera. El cerco es fundamental...si no lo deja, el café no estará bueno.
Mi amiga M. cuenta compulsivamente las albóndigas cuando las está haciendo, las cuenta mientras las amasa, las cuenta mientras las reboza, las cuenta mientras las fríe y las cuenta mientras las cuece y luego otra vez cuando las pasa a la fuente. Sí, siempre hay el mismo número de albóndigas, es un número fijo, ni se destruyen ni se reproducen durante el proceso...pero no puede dejar de hacerlo. Creo que piensa que si no las cuenta estarán malas.
Mi otra amiga M. es la campeona de las manías compulsivas. La parte buena es que te las cuenta y te ríes y ella más. Cada día, antes de acostarse sigue el mismo ritual: comprueba que las persianas están cerradas en el salón, comprueba que la luz del trastero al final del pasillo esté apagada…( da igual que estuviera apagada la noche anterior y que no haya entrado en todo el día...quién sabe porqué oscuro proceso ha podido encenderse la luz sola), coloca un paragüero delante de la puerta de entrada de su casa ( por algún extraño proceso cree que si un malvado quiere entrar en su casa un paragüero será un parapeto infranqueable) y después, una vez que se ha metido en la cama…coge su cartera, saca las tarjetas de crédito y las comprueba. No sabe porqué lo hace, ni ella tampoco...pero si no hace todo eso, se imagina asesinatos en masa y cosas extrañas.
Manías posicionales.
Son esas de colocarte tú o colocar las cosas siempre de la misma manera. Yo no tengo de esas porque soy un desastre.
Cuando bajo al rancho a comer, voy con Adorablecompañera y otras dos. A Adorablecompañera y a mí nos da igual la mesa en la que nos sentemos y la silla que ocupemos. A las otras dos, no. Tiene que ser siempre la misma mesa y tienen que sentarse siempre de cara a la puerta del comedor. Yo lo entendería si hubiera mesas mejores que otras, pero todas son iguales, en todas dan el mismo rancho y en todas hace el mismo frío. Lo entendería si aparecieran por la puerta maromos espectaculares que fueran a alegrarnos la vista o monstruos del averno a los que conviniera ver primero para evitar que te engulleran…pero no. Por la puerta entran otros mataos como nosotras y que tenemos más vistos que el tebeo. Bueno, pues ellas tienen que sentarse ahí o entran en combustión. Alguna vez que he estado hostilizada y con ganas de tocar las narices me he sentado en sus sitios…y se han cogido un rebote de mil pares. ¿No es absurdo? Joder, sobreponte a esa manía.
El ingeniero haciendo una maleta, es manía situacional total. Para hacer la maleta tiene que coger un cuaderno donde hace una eternidad hizo una lista de todas las cosas necesarias para irte de viaje. Tiene que colocarlo encima de la cama, según miras desde los pies a la izquierda y luego darse 25 paseos al vestidor cogiendo cada vez una cosa de las de la lista: camisetas un paseo, calcetines un paseo, camisas un paseo, zapatos otro paseo. Luego lo coloca todo encima de la cama y luego, una vez que ha repasado que efectivamente no necesita los guantes de esquiar para irnos a Cadiz...lo va metiendo en la maleta comprobando otra vez la lista. Antes de que alguien piense mal, está muy bien ser metódico…pero una vez que has comprobado que hacer esa rutina no garantiza que no se te olvide algo, es más siempre se te olvida algo... ¿no podías pasar de ella y hacerlo todo un poquito más rápido? Pues no.
El ingeniero de éstas tiene más...sufre muchísimo cuando desordeno las latas de la despensa y por ejemplo mezclo las almejas machas con los guisantes. "Qué paciencia tengo...mira que mezclar el pescado con las legumbres"...
Yo no soy maniática porque soy una cobardica. Los maniáticos son gente que vive al límite, bordeando la muerte. Son unos valientes. Ellos no lo saben, pero están todo el día corriendo un riesgo vital.
Para empezar y como ha quedado claro al principio del post, ellos no tienen manías, son costumbres y por supuesto pueden dejarlo cuando quieran. No saben que es probable que si lo dejan, entren en convulsiones, empiecen a echar espumarajos por la boca y puede que mueran. Eso ellos no lo saben, creen que no dejan esas putas manías porque sencillamente no quieren y no hacen daño a nadie.
Pero si hacen daño y ahí está el peligro más mortífero de todos. Las manías tienen un efecto tranquilizador en el ejecutante que es inversamente proporcional al efecto hostilizante que provocan en los congéneres que habitan o se relacionan con el ejecutante. Determinadas manías incluso pueden producir instintos asesinos y sólo gente muy equilibrada (alguien como yo, por ejemplo) es capaz de soportarlos y reconducirlos en algo absurdo como un blog. Pero no todo el mundo es como yo…así que maniáticos del mundo...hacedme caso y pasad de esas manías absurdas y tontas de las que sois esclavos. Sobreponeos, vosotros podéis, dejad de lado vuestras manías y veréis como os sentís más guapos, más altos, más deseables y con mucho más tiempo libre para dedicar algo mejor…
Soy un gurú y un ejemplo y ahora me voy a buscar un nuevo cuaderno rayado.