viernes, 5 de diciembre de 2014

Lecturas encadenadas.- Noviembre

Noviembre ha sido un mes de hojas, jardín y mucho otoño. He leído bastante pero menos que en octubre que fue una pasada. Cinco libros, 4 escritos por hombres y uno por una mujer. Tres novelas, una especie de biografía/hagiografía y un ensayo. Tengo que volver a los comics en algún momento.


Dos Puntos De Vista  de Uve Johnson. La biblioteca pública de Retiro es maravillosa y me encanta. Todas las semanas montan una especie de stand en el que colocan libros referidos a un tema que esté de actualidad. Hay veces que me interesa y veces que paso millas. Este libro estaba colocado entre otros muchos con motivo de la conmemoración de la caída del Muro de Berlín. ¿Por qué lo elegí? Sencillamente porque me llamó. 

La historia está contada desde dos puntos de vista: el de la enfermera D que se encuentra en Berlín Este y el fotógrafo B que vive entre Hamburgo y Berlín Oeste. Se conocen y tienen una historia aunque este contacto se produce antes de que la novela comience y el lector sólo lo conoce a retazos y a partir del momento en que Berlín queda definitivamente dividido por la construcción del Muro. No hay ni un solo nombre propio en toda la novela, todo son iniciales y descripciones: el hombre del pelo pajizo, la camarera con el delantal...La sensación al leer la novela es exactamente la misma que tuve al ver "La vida de los otros": desasosiego, desconfianza, miedo, frío físico y emocional, estado de alerta. 

El interés del libro no está en la historia sino en cómo te hace sentir, en como crees que debía ser sentirse atrapado en una ciudad que hasta hace nada era tu hogar, convertido en sospechoso y desconfiando de todo el mundo.

El factor humano de John Carlin. No tenía la más mínima intención de leer este libro pero una tarde con Juan haciendo no sé que chorrada en su casa, acabó en mis manos y su recomendación: te va a gustar.

Confieso  mi total desconocimiento de la historia de Mandela más allá de vaguedades y cuatro ideas. El libro es una crónica periodística sobre Mandela y su construcción de Sudáfruca como país, a partir o incluso antes de su salida de la cárcel.

A pesar del inevitable tono hagiográfico, es indudable que Mandela era un ser político de los que ya no hay y ha habido muy pocos. Un hombre con empatía, visión de estado a largo plazo, capaz de dejar de lado sus sentimientos personales y el rencor y con capacidad para ver más allá de sus propios intereses. Casi parece un extraterrestre comparado con lo que estamos acostumbrados a sufrir. Por otro lado, es seguro que tendría su lado oscuro pero fue capaz de construir un país dejando atrás algo tan grave como el apartheid. El papel del rugby como catalizador del interés nacional no sé si es emocionante o aterrador. Pensar que un deporte, sea el que sea, puede tener más peso y más influencia a la hora de mover conciencias y actitudes que cualquier otro razonamiento me da bastante miedo.
"Su arma secreta era que daba por supuesto no sólo que le iban a caer bien las personas a las que conociera, sino que él les iba a gustar a ellas. Esa enorme seguridad en sí mismo, unida a la sincera confianza que tenía en otros, era una combinación tan irresistible como encantadora. Era un arma tan poderosa que engendró un nuevo tipo de revolución. En vez de eliminar al enemigo y partir de cero, incorporó al enemigo al nuevo orden deliberadamente construido sobre los cimientos del viejo. Al concebir su revolución, no sólo como la destrucción del apartheid, sino, a largo plazo como la unificación y reconciliación de todos los sudafricanos, Mandela rompió el molde histórico." 
Un libro interesante, ameno y aunque creo que a Carlin se le va un poco la mano en el tono, es una buena manera de conocer un momento histórico muy importante.

El verano sin hombres de Siri Hustvedt. Sabía que este libro no me iba a decir nada muy interesante, conocía su existencia desde que se publicó pero como su anterior novela "Elegía para un americano" me pareció tan horrible no me había decidido a cogerlo. Le tocó el turno ahora porque sabía que sería algo ligero, tonto y que no me hostilizaría en exceso, solo lo justo.

Siri cuenta la historia de una profesora de poesía que se separa de su marido y tras una crisis nerviosa se marcha a la ciudad dónde vive su madre en una residencia para pasar un verano sin hombres, tranquila, escribiendo y pensando y elucubrando y mirándose el ombligo. Repasa su vida, recibe mails de un desconocido bastante poco interesantes aunque a ella le parecen lo más, da clases a unas adolescentes que tienen sus movidas entre ellas, intercede en las peleas de los vecinos.

Todo es de una sinsustancia espectacular. No tengo nada contra los libros ligeros e insustanciales pero me molesta que se se disfracen de profundidad cuando no hay nada que rascar. Sinceramente, creo que Siri después de sus primeras colecciones de relatos y Todo cuanto amé ha tocado techo en cuanto a su ficción. Sus ensayos de arte son otra cosa.
"Un libro es un producto de la colaboración entre el lector y el texto y, en el mejor de los casos ese encuentro da lugar a una historia de amor como cualquier otra." 
Las nuevas confesiones  de William Boyd. A este supernovelón llegué por recomendación de Elena Rius, ya tardáis en pasaros por su blog  y lo saqué de la bibilioteca.

Es un novelón en toda regla que abarca la vida de John James Todd desde que nace en 1899 en Edimburgo hasta que no se sabe muy bien que pasa con él al final de su vida. Tendrá una infancia solitaria en Edimburgo al haberse quedado huérfano de madre en el parto y no congeniar muy bien con su padre y su hermano. Pasará por un internado, por una carambola absurda de la vida acaba en un un destacamento de escolares de colegios privados en el frente belga en la I Guerra Mundial y allí encontrará su vocación de cineasta que le llevará a Berlín y marcará toda su vida.

El libro avanza bien y aunque el protagonista resulta antipático desde el principio, el retrato de la vida en Escocia a principios de siglo, la I Guerra Mundial,  y el del Berlín de entreguerras están muy bien logrados. Después naufraga un poco hasta llegar a un final pero es una novela que se lee con interés.
"No sabemos nada con certeza. No podemos determinar nada. Actuamos únicamente en base a la probabilidad y la esperanza. Antes funcionó así: puede que vuelva a ocurrir. Pero no cuentes con ello."
"Lo que más envidio a la gente es la capacidad de usar el autocontrol y la privación de una forma positiva. Vivir y ser feliz con la negación, con la ruta no elegida."
El último libro del mes ha sido un regalo de la Editorial Turner, Curiosidad: Por qué todo nos interesa  de Joseph Ball. He doblado tantas esquinas que me he comprado un cuaderno especial para copiar todo lo que me ha llamado la atención y quiero recordar y ampliar. Va a ser el cuaderno de las lecturas de aprender o algo así, todavía no tiene nombre.

¿De qué va el libro? Philip Ball intenta explicar como la curiosidad es uno de los motores del conocimiento. Es una característica únicamente humana, un don que tenemos y que durante la Edad Media tuvo una mala prensa porque por motivos religiosos y de decoro se pensaba que la curiosidad era "el apetito desenfrenado de los que tratan de saber más de la cuenta" como exponía Cesare Ripa en 1593.
"El deseo de saber cómo, y por qué, la CURIOSIDAD, es una característica solo presente en el hombre, y en ningún otro ser vivo. De modo que el hombre se distingue de los demás animales no solo porque posee razón, sino también por esta pasión tan singular." 
A pesar de ese desprestigio de la curiosidad y de los innumerables peligros que se veía en caer en ella, fue la curiosidad de los filósofos de la naturaleza y de los alquimistas los que comenzaron lo que más tarde se conocería como revolución científica. No tenían un método, ni un sistema, simplemente miraban a su alrededor y se preguntaban cosas o tenían planes locos como encontrar la piedra filosofal, conseguir volar a la luna o cualquier otra locura.

El libro es super entretenido, muy ameno y maneja una gran cantidad de información de manera interesante haciendo muchos paralelismos (dentro de lo posible) entre aquellos filósofos de la naturaleza y nuestros científicos actuales.

Muy recomendable para todo aquel que quiera saber algo de historia de la ciencia sin aburrirse ni sentirse abrumado.
"Con un coste de 4.800 millones de euros y una planificación de 25 años, el GCH es la máxima expresión de la ciencia con mayúsculas. ¿Por qué invertir tanto dinero y esfuerzo? Aymar (Exdirector General del CERN) invoca el papel de la curiosidad humana. Según el científico, el colisionador no es más que el último avance dentro de una trayectoria ininterrumpida de curiosidad por la naturaleza que se remonta a los mismísimos orígenes de nuestra especie. Se trata, afirma el científico de una prolongación de lo que siempre hemos hecho."

Y espero que siempre hagamos.

Y con esto y un bizcocho hasta los encadenados de diciembre.

La ilustración es de Tom Gauld para el especial de libros de The Guardian.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Desde el salón de mi casa


Si hace 7 años me llegan a decir que iba a hacer una entrevista en riguroso diferido desde el salón de mi casa mientras las princezaz me hacían burla escondidas detrás de una puerta de cristales, hubiera dicho: Ni de coña.

Y una vez, hubiera fallado.

Una vez más, otra prueba más de que el blog me ha cambiado la vida. Y ésta no es la prueba más importante.


EntrevistaWiki7RM from Molinos on Vimeo.




miércoles, 3 de diciembre de 2014

Casi 10 años juntas.




Me acuesto con un dolor de cabeza infernal y os escucho al otro lado del pasillo parloteando sin parar. No hace falta que me levante para ver qué estáis haciendo. Lo sé. M  en la litera de arriba, de lado mirando hacia abajo, mientras la payasa de tu hermana te recita la obra completa de Navidad, su papel y el de los restantes 40 actores, mientras se contonea con su pijama de leopardo rosa. 

Es un pijama horroroso que me espanta pero mientras os oigo troncharos de la risa pienso en lo mayores que sois ya y en todas las cosas que he aprendido y que aprendo de vosotras. 

Sois personas distintas a mi. Me cuesta decir "mis hijas" porque el posesivo me resulta ajeno. No siento ningún tipo de vínculo posesivo o de pertenencia. Ni siquiera cuando os abrazo y achucho, ni cuando os veo dormir a mi lado os siento como algo mío. Sois mi responsabilidad pero no me pertenecéis ni tengo ningún tipo de control sobre lo que sentís o pensáis. Puedo controlar lo que hacéis por ahora... pero poco más. 

Sois independientes. Esto me encanta. Sois mayores y a la vez unas canijas pero me encanta lo independientes que sois de mi y de El Ingeniero. Tenéis ideas diferentes a las nuestras, gustos dispares entre vosotras y también con respecto a lo que me gusta a mi. Opináis sobre aspectos de la vida que me dejan asombrada, unas veces porque veo que son opiniones que habéis sacado de conversaciones con nosotros y otras veces porque son conclusiones perfectamente razonables que vosotras solas habéis elaborado. Algunas veces estáis equivocadas (como con el pijama rosa de leopardo o la absurda opinión sobre no peinarse jamás).

Me veis, nos veis como vuestros padres pero también como las personas que somos y lo que nos pasa. Siempre supe que erais muy listas. Mentira. No lo sabía, uno quiere creer que sus hijos son muy listos, que serán muy listos. Esa creencia viene en el kit de ser padres pero en realidad no tienes ni idea. Por otro lado, oyes decir que los niños no se enteran, que hay cosas que no pueden entender y como no has tenido hijos nunca te lo crees aunque, por otro lado, te recuerdas a ti mismo de pequeño dándote cuenta de todo y entendiendo muchísimo. Os veo a vosotras, os veo mirarme, mirarnos, mirar la realidad y sé que os enteráis de todo y lo entendéis y cuando algo os chirría, nos preguntáis. 

Sois distintas entre vosotras. Me alucina como viviendo en la misma casa, recibiendo la misma educación, las mismas buenas y malas influencias, siendo torturadas por mi incompetencia maternal casi con la misma intensidad (M tu lo sufres un poco más) sois tan diferentes. Veo cada rasgo que os hace diferentes y los rasgos que compartís y de los que no sois conscientes porque ahora mismo no queréis pareceros en nada. 

Veo que algunas de las cosas que os he/hemos enseñado han calado en vosotras. Años de batallar, repetir, desesperarnos, súbitamente se han convertido en una satisfacción que casi me hace llorar cuando os veo recoger vuestro cuarto, expresar vuestro desagrado porque alguien en la clase se ha metido con otro alguien, o vuestra extrañeza porque en casa de fulanito no hay ni un libro. Veo que tenéis ideas propias razonadas a partir de una idea que es mía pero que ni siquiera recuerdo haberos contado así que supongo que la habéis asimilado por distintas conversaciones. Reconozco que este momento satisfactorio rozaría casi al orgasmo si llega el momento en que no tenga que recordaros tres veces al día que los cepillos de dientes no se dejan tirados en el lavabo y que la pasta de dientes hay que cerrarla. 

Sois constantes y muy cabezotas. Dos características que no habéis heredado de mí. M, la natación hasta la extenuación ocupa ahora todo tu espacio mental y C,  tu pasión guitarrera  no sé si te llevará al éxito en los escenarios pero desde luego te satisface tantísimo que soy incapaz de decirte que vas a volverme loca. 

Me divierte que no digáis palabrotas aunque no sepáis que significan e incluso las cambiéis por "lala" en los estribillos de algunas canciones y sin embargo hayáis copiado muchas de nuestras expresiones y las repetís de manera inconsciente: "te lo estaba diciendo con sarcasmo", "otra cosita hecha", "Obvio" o "me estoy hostilizando". 

Hace mucho mucho muchísimo tiempo un tipo con el que compartí un año de clases de francés y que tenía un nombre extraño, algo como Eufrasio, Efraín o algo así y una barba de hipster cuando nadie era hipster me dijo mientras íbamos en el metro "Eres la impaciencia que camina". No tengo paciencia para nada y ahora mismo viendo lo asombrosas que sois en estos casi 10 años que llevamos conviviendo las tres, me muero de la impaciencia por saber qué mujeres vais a llegar a ser; qué estudiaréis, como será el primer amor que os romperá el corazón, como seréis de adolescentes, en qué trabajaréis y un millón de cosas más. 

Lo he dicho más veces y lo repito. Siempre te dicen que aproveches cuando tus hijos son pequeños pero para mí el mejor momento con vosotras siempre es ahora, aunque estoy deseando veros/vernos dentro de otros diez años. 

Y odio ese pijama... pero por fin os habéis dormido. 


lunes, 1 de diciembre de 2014

¿Cómo se abriga un hombre?


¿Cómo se abriga un hombre? Mal. 

Hay tres clases de tíos: 

- Los que nunca llevan algo de abrigo.
- Los que siempre llevan una prenda de abrigo totalmente inadecuada para la ocasión. 
- Los que tienen mil, a las que llaman de distintas formas para despistar. 

Ya se lo que estáis pensando vosotros, con lo de tíos, al leer esto: yo no me veo en ninguno de esos tipos. 

Ja. 

Para empezar hay que aclarar que los hombres son un completo desastre para adecuar su termostato interior a la temperatura exterior, sea el exterior Córdoba o Bilbao. 

Normalmente, y por sistema, nunca tienen frío. No sé en qué momento de la evolución humana, los hombres pasaron de ansiar llevar cuantas más pieles de mamut mejor, para así no pasar frío, a decir: ¿mamut yo? Pero si no hace nada de frío. 

Los pocos que tienen frío alguna vez, según mi exhaustiva investigación, responden a uno de estos tres patrones:

- pasan de 50 años y dicen mucho "cuando me jubile me iré a Canarias o a Almería a pasar el invierno";
- son esclavos de la moda y aunque no lo digan piensan eso de "para estar bello hay que sufrir";
- fingen que tienen frío para que les achuches y meterte mano. 

Vayamos por partes. 

Hay tíos que jamás llevan abrigo. Pueden acarrearlo, llevarlo en el coche en el asiento de atrás, llevarlo en el brazo al subir a la oficina o al entrar en un bar, pero jamás lo llevan puesto. ¿Por qué no se ponen abrigo? No lo sé, no sé si es una especie de rebeldía con efecto retroactivo a cuando su madre les perseguía diciéndoles que se pusieran el abrigo. No sé si es que les da vergüenza o urticaria. El caso es que hay miles de ellos: no hay como pasear por cualquier ciudad y ver a las puertas de los edificios a tíos fumando mientras mueven los pies, meten la cabeza entre los hombros para intentar taparse las orejas y ponerse de espaldas al viento para que no se les caiga el moco. ¿Sería más fácil, más cómodo y menos ridículo ponerse el abrigo que se han dejado en el perchero de su despacho? Si, por supuesto que sí. Pero son tíos. 

Los que llevan siempre una prenda de abrigo inadecuada. Este grupo me fascina. Son fácilmente identificables porque o bien llevan una cazadorita color verde lima en plena nevada en la Sierra de Madrid o van vestidos como los protagonistas de Fargo en septiembre con una temperatura exterior de 22º C. ¿Qué les pasa? Los de la cazadorita verde lima en plena nevada son primos hermanos de los que llevan la  cazadora vaquera roñosa en enero en plena jarreada; este grupo creo que combina un toque de "yo nunca tengo frío" con unas gotas de "qué sexy me veo con esta prenda de abrigo, es la que mejor me sienta", combinado con una lastimosa falta de alguien que les quiera y les diga: Pero ¿se puede saber qué cojones te has puesto con la que está cayendo? 

Los que se aprietan tres gorros polares, orejeras y botas forradas de borrego con 15 grados centígrados, son del grupo que finge el frío pero les encanta ese look de rudo leñador de las Rocosas y salen a buscar ligue. Son esclavos de una moda que no tiene utilidad práctica en nuestro país (estos están muy emparentados con las usuarias de botas de agua Hunter en lugares con el mismo régimen pluviométrico que un desierto) ¿Qué tipo de ligue buscas con ese look? ¿Otro leñador del medio oeste sudando como un cerdo con ropa térmica a 20 grados? ¿Una tipa con botas de agua y los pies recocidos? No me lo explico. 

Por último está el grupo de los que tienen varias prendas de abrigo. Quedas con ellos entre semana y llevan un abrigo de ejecutivo encima del traje, quedas con ellos el viernes por la noche y llevan una chupa de cuero de empotrador, quedas con ellos el sábado para dar un paseo por el campo y llevan una cazadora verde, quedas un dia de nevada y llevan un abrigo de esquiador, quedas un día para ir a una expo y llevan una cazadora vaquera, quedas a hacer deporte y llevan un cortavientos, quedas a coger setas y llevan un forro polar con neopreno. Es imposible seguirles el ritmo de cambio de prenda de abrigo. Un día cometes el error de decirle: ¿tú cuantas prendas de abrigo tienes? 

Te mira por encima del hombro y te dice: 

- Una. 
- ¿Cómo que una? Yo te he visto 20 distintas.
- Claro que no. Tengo un abrigo, una cazadora de pasear por el monte, un forro polar para correr, un cortavientos para el pádel, la cazadora vaquera levis que me compré para ir a mi primer concierto de los Rolling, una de cuero que me compré en un mercadillo de segunda mano, una chupa de neopreno que me regaló mi última novia...

Pero claro, luego las raras somos nosotras, que distinguimos el verde lechuga del verde “sal al monte a cazar gamusinos”.


Acabo de recordar que hay un último grupo: los que llevan el abrigo echado por los hombros sin meter los brazos....NO tengo nada que decir a esto. Si vuestra pareja o ligue hace esto... huid, ese tío esconde algo. 


miércoles, 26 de noviembre de 2014

Cositas que he visto: recomendaciones y despellejes


Voy a empezar por lo mejor, así tendréis que llegar al final para disfrutar de los despellejes que es lo que más os gusta. 

Bron/Broen. El Puente. Serie policiaca de coproducción sueco/danesa que comienza cuando aparece un cuerpo en medio del puente de Oresund, justo en la frontera entre Suecia y Dinamarca. Un sólo caso ocupa los 10 episodios de la primera temporada. Hay un policia danés grandote, con manazas y con bastante componente de norueguismo y una policia sueca, rubia, flaca y con las mismas habilidades sociales que una mantis religiosa que trabajan juntos en el caso. 

Como no es una serie americana no hay absurda TSNR entre ellos, ni conversaciones de niños de 17 años. Resuelven el caso y de alguna manera extraña se hacen amigos y comparten sus problemas personales. 

Es una serie policiaca (a los lectores de Wallander les sonará el ambiente) que engancha, entretiene e intriga. Tiene un buen guión y buenos personajes. Que los personajes principales lleven la misma ropa toda la temporada, que la protagonista no se peine jamás y que él sea tan grande que no te puedas creer que quepa en el coche de ella no te saca para nada de la trama. 

Que la productora haya elegido para el porsche 911 de ella, el color caca de diarrea me resulta inquietante pero supongo que era el más barato. No sé en que estaría pensando Porsche para fabricar deportivos de ese color. 

Recomendadísima. Y no lo digo yo sola.

The Newsroom. Aunque los periodistas, la redacción de informativos y los empresarios de la comunicación que aparecen se parecen como una huevo a una castaña a los que conozco yo, es una serie que hay que ver. 

Los personajes son potentes, los guiones brillantes, pone a caldo la situación política de Estados Unidos y sobre todo tiene el mejor personaje femenino que se ha escrito en años en la tv. 

Ni la estirada de Alicia Florrick con su mohín permanente de "soy tan guay que no respiro", ni la loca de Carrie en Homeland, ni siquiera Carmela de los Soprano están a la altura del personaje de Sloan Sabbith que literalmente y según han avanzado las temporadas se ha comido al resto de los personajes de la serie. Sloan es una periodista económica brillante, inteligente, con un sentido del humor fascinante, es responsable, observadora, lista y con muchísima clase. Todo eso no quiere decir que sea un personaje altanero y desagradable; tiene también sus debilidades que son las de todos y además es increíblemente guapa y sexy. Si yo fuera hombre heterosexual o lesbiana tendría sueños eróticos con ella seguro. 

Recomendadísima también. 

The Thin Blue Line. Brujuleando por la red encontré una lista con 50 documentales imprescindibles. Desestimé el primero de la lista porque es un documental de más de dos horas sobre jugadores de baloncesto americanos y me lancé a por el segundo. 

Hipnótico, terrorífico y desasosegante como un thriller de acción mezclado con El proceso de Kafka. Un hombre es detenido, acusado, juzgado y condenado por el asesinato de un policía que no cometió. El documental presenta los testimonios del inocente acusado, del verdadero culpable mintiendo como un bellaco, de los policias tergirversando la realidad para que se ajustara a lo que querían y pasando por alto datos que contradecían su versión, de los abogados de defensores que se estrellan contra una justicia absurda, de testigos ridículos y malintencionados, de testigos reales que ven como su testimonio se desprecia. Todo acompañado de una reconstrucción del asesinato y con una música de Philip Glass que te deja pegado a la pantalla. 

Muy recomendable. 

The Act of Killing. Ocupaba el nº 20 en la lista de documentales pero alguien me dijo que tenía que verlo y pasé por alto los anteriores para seguir esa recomendación. The Act of Killing es un documental muy desagradable, horrible y completamente descorazonador. Lo ves y piensas "que mierda somos los seres humanos", te quedas con un mal cuerpo espantoso. Trata sobre el asesinato en masa de más de 1 millón de comunistas por orden de Suharto en Indonesia en 1965. 

¿Otro documental sobre genocidios? No. Éste es distinto. Los asesinos, masacradores, violadores, torturadores y salvajes salen alegremente en pantalla recreando sus crímenes con satisfacción y felicidad porque creen que están grabando una película. Todo es tan macabro y tan surrealista que a veces sonríes porque no te puedes creer lo que estás viendo: asesinos crueles recreando sus crímenes como si fuera una película de Tarantino. 

Confieso que lo vi en tres veces porque me dormí dos de ellas a la mitad. Puede que parte de la culpa fuera de mi insomnio peroooo...tampoco es esa obra maestra que me habían dicho. 

Recomendado pero con precaución. 

Los misterios de Laura. Serie española. Una cruz que he visto como prueba de amor maternal con las princezaz. Ellas habían visto algunos capítulos con sus primos y estaban tan emocionadas por hacerme partícipes de lo listísima que es "la policia Laura" que durante unas cuantas noches me sometí a la tortura de visionar un capítulo con ellas. La experiencia ha merecido la pena por las risas que me he echado con ellas pero ha sido una pesadilla por la que serie es atroz. 

Lo único bueno que tiene es que es tan tonta que es completamente blanca y para todos los públicos. Todo lo demás es horroroso: las tramas enrevesadas, los actores son de vergüenza ajena, los diálogos forzados, la producción cutrísima y la protagonista lleva permanentemente gabardina y botas altas como si fuera policia de Scotland Yard en un pueblo con mucho barro. 

En uno de los capítulos sale Lydia Bosch haciendo experta en lógica matemática que es sorda pero lee los labios y nadie se da cuenta hasta el último momento. Si esto no es amor maternal...

Apta solo como prueba de amor con los hijos. 

"El secreto de Lena Dunham", me tropecé con este titular este verano en el dominical de El Pais (Nota mental, hacer un post despellejando los dominicales de los periódicos). Sabía quien era Lena Dunham porque una vez la había visto disfrazada de piolín en algún sitio pero desconocía porque era una figura del feminismo. Me leí la entrevista y aparte de enterarme de que tenía un perro canijo y Guillermo Fesser no sabe entrevistar no conseguí saber mucho más. Así que fui a las fuentes y me puse a ver Girls, la serie que protagoniza y de la que es creadora. 

Aguante temporada y media y sigo sin saber porque Dunham es un icono de feminismo. En la serie tiene veintipocos años, se supone que escribe algo, sus padres le quitan a asignación, se pasea en bolas, sufre, habla sin parar sin decir nada muy interesante, se pasea en bolas, acosa a un chalado que construye algo con metales en el interior de su casa oscura como boca de lobo, se pasea en bolas, se pelea con sus amigas, se pasea en bolas, se hace novia del chalado, se pasea en bolas, lo deja. Alrededor pululan un exnovio gay, una amiga repija y fea, una amiga repija y guapa con mucho sentimiento y una amiga carajipi, intensa y a la que dan ganas de abofetear hasta la muerte desde el minuto 1. En un capítulo en el que Lena se paseaba en bolas y se metía en la bañera y llegaba la carajipi se metia con ellam se sonaba los mocos y los dejaba flotando en la bañera, abandoné mi propósito de entender el feminismo de Lena Dunham. 

Abominable hasta el infinito. 

Lo imposible. La ponían en la tele. No la había visto. Manta, sofá, chimenea y chuches de manzana del Lidl superácidas y altamente adictivas. Sobreviví a la peli gracias a las chuches. Que coñazo de película, pasado el tsunami todo lo demás es soporífero. ¿Espectacular? Pues sinceramente, me parecen más espectaculares todas las imágenes reales de la catástrofe. En mi escala de pelis de catástrofes inncesariamente largas e innecesarias para la humanidad está justo en el mismo lugar que Titanic. Sigo prefiriendo "El coloso en llamas", aunque sea mentira y  tenga 40 años.

Huid insensatos aunque me temo que muchos la habréis visto en el cine. Si no es así, con que veáis el trailer lo habéis visto todo. 


He empezado House of Cards... pero de eso y de como me estoy aburriendo con la nueva temporada de The Good Wife ya hablaré otro día. 

lunes, 24 de noviembre de 2014

Creo en las casualidades


Paseo por la ciudad, voy mirando los árboles, los colores de otoño, el tráfico de las calles, me fijo en los transeúntes y en los escaparates de las tiendas. De repente, mientras espero a cruzar en un paso de cebra, algo muy raro en mí porque siempre me lanzo a cruzar, pasa por delante un microbús con dos personas que conozco. Ellos no me ven, pero yo sí. Yo no vivo aquí, ellos tampoco. ¿Qué posibilidades había de que coincidiéramos justamente en ese cruce en el mismo momento? 

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Me paso toda la tarde dándole vueltas al encontronazo con el microbús. No sé si es una buena señal, una mala señal o ni una cosa ni la otra. Voy buscando una farmacia porque de los nervios, no dormir y, supongo, que porque tocaba me ha salido un bonito herpes en el labio. Dejo pasar una porque me tendría que desviar 50 metros de mi camino, dejo pasar otra porque hay mucha cola y por fin, a mano derecha veo otra cruz verde luminosa y decido que estoy tentando a la suerte y que es mejor que entre en ésta no vaya a ser que no encuentre más. Esto no es Madrid. 

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Me rugen las tripas pero veo que mis anfitriones ya me esperan a la salida. El Buho y su mujer me esperan sonrientes. En la vida hay gente encantadora, muy encantadora y después en una categoría aparte a años luz de dónde podamos estar todos los demás... están ellos dos. 

Caminamos por su ciudad charlando. Por alguna extraña razón que puede ser el hambre combinada con el aziclovir del herpes o sencillamente lo a gusto que estoy con ellos, voy parloteando como un loro. En un momento dado, les comento que he tenido que ir a una farmacia.

- ¿Al lado del Buen Pastor?
- Si, por detrás. 
- ¿Que hace esquina?
- Si, hace esquina y tiene un mostrador de madera antiguo muy bonito.
- ¡Nosotros vivimos en ese edificio!
- ¿En serio? 

Pienso en las dos farmacias que he dejado pasar antes de decidirme justamente por esa. 

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Al día siguiente El Buho me recoge para ir a comer. Voy exaltadísima contándole no sé qué batalla. Llegamos a un semáforo, nos paramos y de repente oigo una voz por detrás que dice:

- Hola, ¿Qué hacéis aquí?

No me lo puedo creer. Es Julian. Le conocí en septiembre y hoy nos lo hemos encontrado en mitad de la calle. Nosotros vamos a comer, él no sabía que yo estaba en la ciudad y él ha quedado con otra persona. 

Tras este encontronazo tan casual, empiezo a preocuparme pero decido no comentarle nada al Buho que va a pensar que estoy más loca de lo que ya sabe que estoy. 

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Acodados en la barra, devoramos ensaladilla, croquetas y dos copas (cada uno) de un tinto crianza espectacular. Nuevamente charloteo por los codos sin parar como si llevara meses sin hablar (de hecho llevo meses bastante callada).

- Pues estuve con las princezaz en la casa de las montañas y por cierto, ¿sabes que allí hay un centro de ciencias superchulo?
- Si claro, el Centro de Ciencias Pedro Pascual.
- ¿Lo conoces?
- No, pero conocí a Pedro Pascual que además es como un padre para un amigo mío y tiene una historia increíble que te voy a contar...

Escucho la historia sin parpadear porque es una historia preciosa, es una historia que conecta a bastante gente que conozco y me alucina que me esté enterando así. Cuando estoy todavía en ese limbo de pensamientos, El Buho desvía la vista de mi cara, atisba por encima de mi hombro hacia el final del bar y dice:

- Hombre, mira quién está ahí, Fernando, le conociste en septiembre. 

Fernando es el responsable de que haya leído dos maravillosos libros que recomendó en una charla en el mes de septiembre. Se acerca y charlamos de libros, de política, de Benasque, de Francia y del plato de verduras que va a comer él. 

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Es hora de marcharme. Me despido de El Buho y me subo al taxi. 

- A esta dirección por favor.
- Hombre, hola. 
- ¿Hola?
- Si, soy el taxista que te llevó ayer por la noche. ¿te acuerdas? Me dijiste que te había llevado tan deprisa que creías que nos perseguía alguien. 

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Me sobra tiempo. Me siento en un banco a descansar y ver pasar el día. Gente paseando perros, turistas, un tío descalzo embutido en un neopreno completo montando en bicicleta y con una tabla de surf debajo del brazo... Saco el móvil y hago varias fotos a todo lo que veo. Elijo una. La subo a Instagram.  

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Clinck. Un wasap. El Buho.

"Para que veas. En la esquina de esa casa cuya foto has colgado en twitter vive mi amiga P, la madre del cocinero que te presenté ayer y te dio de cenar"

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"Hay mucha gente que no cree en las casualidades porque considera que cuando ocurren, cuando tú ves ese hilo invisible que ha unido y conectado hechos, situaciones y personas, sencillamente estás forzando las conexiones para darle algún tipo de sentido. Opinan que estás viendo “lazos” que no hay.

Otras personas no creen en las casualidades porque son incapaces de permanecer lo suficientemente atentas a los detalles de sus vidas, o no tienen memoria para recordar hechos, sensaciones o situaciones del pasado y pierden así la posibilidad de establecer cualquier vínculo casual.

La atención al detalle y la memoria son esenciales para percibir las casualidades. Prestando atención a las cosas que te pasan, que sientes y que piensas a lo largo de toda tu vida, puedes ver casualidades… y cuando digo ver, me refiero a percibirlas no a inventarlas con una especie de artilugio mental."

Hace más de dos años que escribí esto.


Yo sí creo en las casualidades o, mejor dicho, yo sí veo las casualidades que ocurren a mi alrededor. Posiblemente porque estoy muy atenta a todo y tengo una memoria prodigiosa... pero el caso es que a mí me ocurren. 


*Dedicado al Buho y C. Mil gracias por todo.


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Coche 7. 8A


Salto de la cama creyendo que llego tarde, que perderé el tren. Me visualizo corriendo como una loca, sin duchar, sin peinar y sin café y siento que un día que empieza así sólo puede ser terrible. 

De reojo miro el reloj  y me doy cuenta de que es una hora antes y que aún puedo tumbarme (dormir sería un milagro) quince minutos más. Aún sin dormir me sabe a gloria ese ratito de más, sobre todo porque consigo bajar la adrenalina del susto anterior. 

A mi hora, me levanto, me ducho, me tomo un café y salgo con tiempo. Recorro la estación hasta la última vía, bajo al andén y al llegar al control me doy cuenta de que las tecnologías me odian y tengo que subir corriendo otra vez a buscar las máquinas de imprimir los billetes. 

Estoy empanada de sueño y de pánico tecnológico, miro la máquina y no encuentro la opción imprimir. Miro a derecha e izquierda para pedir ayuda y me acerco a ¿un hombre?, ¿un joven?,¿un chico?, ¿tendrá mi edad? 

- Perdona, ¿cual es la opción para imprimir?
- Mira, si quieres lo hacemos juntos. 

Por supuesto nada más decirme eso el cartel de “impresión” ha aparecido ante mis ojos en tres dimensiones. Quedo como una boba. Mientras tecleo, él ya ha sacado sus billetes y se queda a mi espalda remoloneando, no sé si no me ve capaz. 

Con mis billetes en la mano, me giro, sonrío y le digo “gracias”. 

Camino detrás de él por la estación y resulta que va al mismo tren. ¿Y si nos toca juntos? ¿Este mínimo contacto nos hará establecer conversación? 

Le pierdo de vista en el andén. Pantalón negro, chaqueta negra, una bolsa pequeña y el pelo bastante largo, oscuro y despeinado. A lo mejor se ha despertado tarde y ha tenido que salir corriendo. A lo mejor vamos al mismo sitio. Empiezo un hilo de pensamientos de casualidades probables y posibles.

Coche 7. 8A. Ventanilla en el sentido de la marcha. 

Me encanta el tren. Me acuna, me recoge y me resguarda. Me tranquiliza y me calma. 

Me siento y veo amanecer. 

El tren tiene sus propios sonidos. Miro por la ventanilla y es como ver una película muda. Los coches por la carretera son silenciosos, las fábricas, las casas, los tractores, la ropa tendida y agitada por el viento. Nada tiene sonido. 

Poco a poco, siento como el stress de la carrera, el madrugón y los nervios se me escurren por el cuerpo, los siento resbalar desde mi cabeza... hasta salir por los pies. Es entonces cuando me quito las gafas, aparto el texto que estoy leyendo, me tapo con mi capa de invisibilidad y mirando por la ventana me duermo. 

Amarillo, marrón, blanco de escarcha. Líneas de árboles, choperas de explotación se que se llaman, bordeando el paisaje más cercano. Bosques de pinos en las montañas del fondo. Campos arados. Rocas. 

¿Cómo será vivir en una casa que sólo se ve desde los trenes que pasan? 

En las estaciones con trenes parados pienso en refugiados. Deformación profesional de lectora de la IIGM.

Me acurruco aún más en mi asiento y  antes de deslizarme en el sueño, vislumbro que la película que van a poner es “Fronzen”. ¿Quién decide poner una película infantil en un tren a las 8 de la mañana en un día de diario?

Decido que lo pensaré al despertar...o mejor escribiré un post. 


Debería de pasar más tiempo en un tren, me sienta bien. 

lunes, 17 de noviembre de 2014

Una charla en Cuenca


Con una generosidad sin límites y una confianza rayana en la locura, los organizadores y participantes de Principia me invitaron este fin de semana a dar la primera charla de mi vida. Por ese motivo he estado en Cuenca y he aprendido un montón de cosas. No todas buenas, claro. 

1.- A Cuenca no ha llegado la tendencia de ración mínima en plato gigante. Han cogido solo lo mejor de esa tendencia: el plato gigante, y lo rellenan hasta los límites y desbordan. Así me enfrenté a unas tortitas con nata y chocolate que casi acaban conmigo. 

Siguiendo con el tema comida, yo me creo juvenil y jovenzuela y resulta que me siento a cenar y el comentario es "Moli, tú que eres madre corta la hamburguesa para repartir y mezcla los huevos rotos". Casi lloro. 

Más de tema comida. He conocido un jovenzuelo divulgador y cuando digo jovenzuelo me refiero a alguien nacido en 1989 que toma tortilla sin cebolla pero con ajo y desayuna cereales allbran de almohadilla rellenos de chocolate con agua con gas. Por un lado los cereales y por otro el agua con gas. Tengo pesadillas con ese desayuno. 

2.- Una charla en un planetario me plantea problemas físicos casi insalvables. Me quedo dormida en las sillas, me cuelgan los pies y necesito casi una catapulta para conseguir levantarme. 

3.- ¿En qué momento pasé de ser la niña que nunca preguntaba en clase a levantarme coger un micrófono y soltar un speech sin ningún tipo de vergüenza?

4.- He aprendido un montón de cosas de ciencia explicadas por divulgadores maravillosos que se suben a un escenario y lo hacen parecer fácil y sencillo. Me gustaron todas las charlas pero quiero mencionar la fabulosa charla de un para mí desconocido Antonio Pérez Verde  sobre la misión Rosetta que consiguió apaciguar parte de mi vértigo cósmico. Me fascinó también la increible habilidad con la que es capaz de pronunciar  cometa Churyumov-Gerasimenko sin trabarse ni una sola vez. He aprendido de ciclodextrinas y torrijas para diabéticos, de venenos y como para envenenar a alguien con cianuro no debo dárselo en una tarta dulce, de vampiros virales y películas malas, de los Simpsons y la química de Breaking Bad, de medios para implicar a los estudiantes de secundarias en la ciencia, de iniciativas de comics para explicar las células como una aventura , del cerebro y de ratones verdes, he aprendido lo que son los Lagerstätten y un montón de cosas más. 

5.- Lo he pasado genial, me he reencontrado con personajes maravillosos que ya conocía y que me han demostrado un cariño y un aprecio totalmente inmerecido por mi parte, y he conocido a muchos otros que por alguna extraña razón también me han acogido como una más de su gran familia de científicos. Casi casi estoy a punto de arrepentirme de haber elegido historia. 

Ha sido una experiencia maravillosa con gente estupenda. Con entusiasmo y mucho trabajo muchas cosas  han salido fenomenal. Algunas otras han salido regular y  ya estamos tratando de arreglarlas en una cadena de mails que será infinita para que la próxima edición del SciFest sea un nuevo éxito. 

Ah si, también he aprendido al verme en las fotos que no sé estar quieta con las manitas y que no paro de gesticular y sonreír. Subo al escenario y me transformo, no sé si para bien o mal. 

Gracias a todos por la acogida, el cariño y por no lincharme cuando me meto con vosotros. Lo hago con cariño, con un poco de cariño y otro poco de... eso que me caracteriza.


jueves, 13 de noviembre de 2014

Queridos publicistas: así se vende lotería


Lotería de Navidad: juego de azar al que se juega una vez al año por la absurda y completamente idiota sensación de que si no compras, tocará debajo de tu casa y te sentirás gilipollas. 

El problema es que "debajo de tu casa" incluye muchas veces: tu curro, el de tu pareja, el gimnasio, el bar de la esquina, la peña de tu perro, el colegio de tus hijos y  la casa rural en pueblo perdido de la serranía de Cuenca dónde fuiste a pasar un fin de semana en septiembre. 

Podemos tomárnoslo de otra manera: tradición navideña que consiste en gastarte 20 euros en un décimo comprado en el lugar donde más odias a la gente que te rodea para que en el hipotético caso de que toque no ser el único idiota que no juega. Es decir, todo el mundo compra la lotería de su curro. 

El anuncio de este año de la lotería de navidad está mal planteado por eso. 

¿Cuál es el propósito del anuncio? Vender más décimos, vender todos los décimos que se pueda. 


No lo creo. 

¿Qué queremos?
Acabar con las existencias de décimos.
¿Cómo lo queremos?
Cómo sea, haciendo lo que sea. Todo vale. 

Vamos a ver, señores publicistas. Vamos a dejarnos de sensiblerias patéticas, irreales, efectistas y de mucha vergüenza ajena y vamos a pensar como auténticos cabrones del márketing. 

El viejales del anuncio se despierta en su casa el día de la lotería que recordemos es laborable. Se va al curro, se zampa un atasco de mil pares de cojones mientras llueve a mares (recordemos que no es Berlín, es Madrid, o Cuenca, o Albacete o Pontevedra). Llega a su curro, entra en un edificio deprimente, se sienta en su ordenador y se abstrae a currar. Va llegando gente y cada vez hay más barullo. 

De repente alguien grita ¡NO PUEDE SER! 

¿Qué pasa?
Ha salido el gordo y es el 14711. 
No puede ser. 
¡qué si coño! ¡Es el nuestro! El número que lleva colgado en la puerta de entrada desde septiembre para que compráramos todos. 
¡De puta madre! ¡Somos ricos! A tomar por culo el curro... vámonos a celebrarlo. 

El viejales teclea como si de ello dependiera su vida, la pradera se queda vacía. 

Notificación de wasap: 

- "Cariño, acabo de ver que ha tocado en tu curro"
- "No compré este año, estaba harto de comprar todos los años". 
- "Tú eres imbecil."

El viejales mira la pantalla, escucha unos pasos a su espalda, un compañero se le acerca y le dice: 

- Martínez, te lo dije. Y total eran 20 euros. 

Sobre impresionado el slogan "¿Quieres ser el que escuche "Te lo dije"? que es muchísimo más efectivo que la trola esa de cuento de hadas de "el mayor premio es compartirlo". 

Este anuncio sí que movería en masa a comprar décimos de lotería. Hordas de gente corriendo a comprar los décimos de sus curros, despertándose por la noche sudando sólo de pensar que Martíenez pueda ganar la lotería y ellos no. Gente pensando en sus jefes comprando décimos y ellos no. Hasta madrugarían para llegar antes y no quedarse sin ellos. 

No entiendo como no soy publicista. 

Eso sí, Berlín en 1989 está precioso. 

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Lecturas encadenadas.- Octubre (y II)

Vamos con los últimos cinco libros de octubre que quedaron pendiente en la anterior entrega de los libros encandenados.

De Neguri a Lausanne - diarios de una transicion 1977-1980, de Alejandro Gaytán de Ayala. De este libro me habló Juan Ignacio Pérez Iglesias mientras paseábamos por San Sebastián arriba y abajo hablando de Pinilla, de museos y de un millón de cosas más. Luego, tuvo la gentileza de enviármelo. Mil gracias Iñako. 

Es un libro muy curioso. Son las memorias de un señorito vasco de Neguri en los años de la transición, cuando todo su mundo y su posición económica y social se desmoronan. Es culto, católico, de familia del Opus, de derechas, jugador de bridge, anglófilo, aficionado a la ópera y a la música clásica, viajero, depresivo y homosexual. Es una especie de Oscar Wilde o de personaje de novelón inglés del periodo de entreguerras. Refinado, infantil para muchas cosas, observador de la realidad política y social que se va imponiendo en el País Vasco. Es clasista, casi racista, profundamente egoísta, y está asustado porque todo su mundo y sus certezas se desmoronan con 37 años.

En algunos momentos y salvando las distancias, me recordaba al Sandor Marai del primer tomo de sus memorias que son también las de un señorito quejumbroso y elitista que a veces resulta cargante e insoportable, y que es incapaz de valorar lo bueno de los cambios que se producen a su alrededor independientemente de los perjuicios que le ocasionen a nivel material. Repito que es un libro curioso y tiene su mérito el que se haya atrevido a publicar esos diarios casi sin editar, enfrentándose a esa realidad 30 años después. Es un poco una mezcla de Dowtown Abbey y el Hola con unos toques de realidad política.
"En realidad, la naturaleza humana se acostumbra fácilmente a la desaparición de los demás, por muy queridos que sean, que es la única manera de seguir viviendo". 
"Verdaderamente, las mujeres vascas viejas son de una elegancia natural extraordinaria, por muy bajo que sea su nivel social. La mujer humilde cursi es un producto de otras latitudes". 
Catedral  de Raymond Carver.  Colección de relatos que saqué de la biblioteca y que no recuerdo de dónde me llegó la recomendación. Todos los relatos son bastante deprimentes y tétricos. Algunos angustiosos. En casi todos aparecen niños en circunstancias tristes, dramáticas o incluso terribles.  Con los relatos siempre tengo la misma sensación de inquietud y asombro. Me intriga cómo los autores son capaces no de contar una historia completa sino de transmitir la sensación de que han observado una vida, a unos personajes y ha cortado un pedazo de esas vidas para mostrárnoslas, transmitiendo la sensación de que hubo algo antes del trozo que nos muestran y habrá un después que nos veremos, que no se nombra pero que aún así, los lectores sentimos real.

Llegados a este punto del mes, pensé en que todo lo que había leído hasta ese momento era pelín deprimente y que a lo mejor me convenía leer algo más ligero, menos dramático así que fui a la biblioteca, busqué a David Lodge y saqué Pensamientos secretos . Lodge escribe otra vez el mismo libro; una universidad inglesa, un profesor casado e infiel,  intrigas académicas, vida inglesa. Los escribe como churros y se leen exactamente igual, como un entretenimiento fácil y sin complicaciones. Un pasarratos sin más.
"Es un buen ejemplo de lo que estábamos hablando esta tarde, la intimidad de la conciencia, el secreto del pensamiento, es el archivo del que sólo nosotros tenemos la llave, y menos mal que es así...". 
Como la lectura fácil no dio resultado, volví a lo que pedía el cuerpo. Plataforma de Michel Houellebecq. Tras lo mucho que me gustó en su día "El mapa y el territorio" parecía una apuesta segura.

La historia de Michel, un funcionario gris, sin vida, sin intereses más allá del sexo y su historia al conocer a Valerie en un viaje organizado y comenzar una relación "perfecta" me ha dejado bastante fría a pesar de las pormenorizadas y detalladas escenas de sexo espectacular. Paralelamente a su historia personal, se desarrolla la trama sobre la vida profesional de Valerie centrada en el desarrollo de la industria turística, los viajes organizados para que turistas europeos salgan de sus vidas grises y de las normas que el viejo mundo impone para vivir aventuras de todo tipo en paraísos lejanos en Asia, África y América.

No me ha parecido gran cosa a pesar de su fama, muchísimo más flojo que "El mapa y el territorio" que me deslumbró. No le he encontrado la gracia ni me ha escandalizado ni me ha hecho pensar. ¿Se supone que es una reflexión sesuda sobre el sexo? ¿Sobre la depravación moral de Europa? ¿Sobre la mojigatería fingida? ¿Sobre la hipocresía occidental? Ni lo sé ni me importa mucho, la verdad. Se lee bien pero sin mucho más interés.
"Es imposible hacer el amor sin un cierto abandono, sin la aceptación, al menos temporal, de un cierto estado de dependencia y de debilidad. La exaltación sentimental y la obsesión sexual tienen el mismo origen, las dos proceden del olvido parcial de uno mismo: no es un terreno en el que podamos realizarnos sin perdernos".
Terminé el mes con un regalo de la editorial Turner, Las esposas de Los Álamos de Tarashea Nesbit. El tema me apetecía, la vida de las mujeres, de las familias que acompañaron a los científicos reclutados por Estados Unidos tanto en su país como en Europa a mediados de la II Guerra Mundial para llevar a cabo una investigación supersecreta en el desierto de Nuevo México, en Los Álamos, y que terminó con la creación de las bombas nucleares que se lanzaron sobre Japón para poner fin a la guerra.

Pues bueno, a pesar de que el tema me apetecía el libro es regulero. Desconozco la razón por la que Tarashea ha optado por contar la historia en primera persona del plural, englobando en ese "nosotras" a todas las mujeres que llegaron a Los Álamos siguiendo a sus maridos. El resultado es que la narración resulta artificiosa, superficial y poco atractiva, porque realmente no llegas a conocer a ningún personaje ni ninguna circunstancia concreta. Es todo una sucesión de párrafos del estilo: 
"Llegamos recién casadas, o inmersas en la crisis matrimonial de los siete años, o siendo todavía muy amigas de nuestros maridos, o sin estar ya enamoradas pero tratando de seguir adelante por nuestros hijos, o por nosotras mismas. Algunas esperábamos continuamente que se produjera un desastre y teníamos siempre las persianas bajadas, a algunas nos invadía un escepticismo discreto, aunque nadie se diera cuenta, y nuestro apelativo era Polly. Algunas de nosotras siempre nos las apañábamos con lo que teníamos, y no tardamos en formar clubes de lectura y grupos para hacer punto. Algunas brillábamos en reuniones, y organizábamos bailes por las noches y meriendas y clubes de bridge".

Y así todo el libro. "Algunas", "otras", "éramos", "queríamos, "no queríamos"... un despropósito y una desilusión. 

Y con esto, un bizcocho y mi insomnio de alerta, hasta los encadenados de noviembre.

La fotografía es un cuadro de Jordan Buschur titulada Sideways Stack. 



lunes, 10 de noviembre de 2014

Charlando con las princezaz


Vamos en el coche Molimadre, las princezaz y yo. 

Siempre es la misma rutina, primero escuchamos la radio intercalando emisoras que les gusta a ellas con otras que me gustan a mi. Hay canciones que son innegociables y aunque a ellas les gusten mi dedo sale disparado a quitarlas en cuanto suenan los primeros acordes. 

Pronto las emisoras dejan de escucharse. Ponemos el mp4 de M, con música variada que Molimadre y yo resistimos durante un periodo de tiempo que a nosotras nos parece eterno y a las princezaz un suspiro. Ya son mayores pero todavía son capaces de escuchar la misma canción en bucle n veces sin que les estalle el cerebro. Ni que decir tiene que ni Molimadre ni yo tenemos ya esa capacidad. 

Llega el turno de Molimadre.

- Ahora mi música.
Abuuu, ópera noooo. Por favor, ópera no. 
- No voy a poner ópera pero vamos no entiendo que no os guste con los horrores que escucháis vosotras.
-Abu, yo no entiendo que a ti te guste la ópera. Son siempre señores gordos que hacen “ohhh ohhhh ohhhh” y que van vestidos con ropas de los 80.
- ¿De los 80? jajajajajaja. ¿Por qué dices eso?
- Porque es ropa de hace mucho tiempo. ¿Qué es eso que suena?
- Es Elvis Presley, el rey del rock. No puede ser que no le conozcáis.
- ¿Es muy viejo?
- Está muerto.
- Pero es viejo.
- No, se murió joven pero hace muchísimo tiempo.
- A mí es que toda la música que sea AC no me interesa para nada.
- ¿Música AC? ¿Qué es eso?
- Antes de C. 
- Jajajajajajajaja. 
- Y ¿este que suena ahora quién es?
- Es Bob Dylan.
- No me lo digas... esto es música MAC.
- ¿Música MAC?
- Muchísimo antes de C. 

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- Chicas ya llegamos. En cuanto pasemos el congosto veremos el cielo de Benasque.
- Abu, siempre es el mismo cielo.
- ¿Qué dices?
- Que el cielo es siempre el mismo, aquí, en Madrid y en la China capuchina. 
- Pero ¿de qué cielo hablas? ¿del azul o del de ir si eres bueno?- Molimadre va directa al abismo. Me concentro en la conducción para no reírme. 
- El cielo de ser bueno no existe Abu, es un estado. 
- Oh... un gatito por la carretera.- Molimadre decide abortar la conversación. 

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Cenamos. Hablamos del colegio de las princezaz y de las próximas olimpiadas que van a a celebrarse y por las que estamos nerviosos porque a lo mejor eligen a M para la natación. La conversación deriva hacia la fundadora de su colegio. Las princezaz deciden contarle la historia a Pobrehermano Mayor.

- La Madre Alberta se llamaba Alberta Jimenez y se casó y tuvo muchos hijos pero se murieron todos y entonces decidió pedir permiso para abrir un colegio.
- ¿A quién le pidió permiso?.- pregunta Pobrehermano Mayor que se está descojonando ya.
- A Dios, creo.- contesta C. 
- Y ¿se le murieron todos los hijos?.- pregunto yo.
- Todos menos Albertito.- contesta M muy seria.
- ¿Albertito?.- grandes carcajadas por mi parte.
- Que sí mami, que lo ponen en el libro. “Tuvo muchos hijos pero se murieron todos menos Albertito”.
- ¿Y qué paso con Albertito?.- Pobrehermano Mayor ha encontrado un filón.
- No sé...lo mismo sigue vivo. 
- En fin, es una historia buenísima pero no tan buena como la de la fundadora de mi colegio.
- ¡Cuéntanosla!
- Pero si ya os la he contado. 
- ¡No nos acordamos!
- Vale. A ver. Enriqueta Aymer de la Chevalier era una aristócrata francesa..
- ¿Qué es eso?
- Era de una buena familia, muy rica y con muchos privilegios.
- ¿Tenía un cuarto para ella sola? ¿Llevaba vestidos?
- Si, si...pero calla. Cuando llegó la Revolución Francesa que quería acabar con todos los privilegios de los nobles y de los curas y las monjas, ella escondió a un cura en una trampilla que había debajo de su piano.
- ¿Tenía piano? ¡Qué morro!
- Eso da igual, el caso es que alguien se chivó a las autoridades.
- ¿Quién?
- No lo sé, no me acuerdo.
- Mami, así no se cuentan las historias. 
- ¿Te lo cuento o no? Bueno, la metieron en la cárcel pero como ella era tan buena se dedicó a enseñar a leer a la hija del  carcelero y así cada mañana cuando llegaba la lista de los que iban a guillotinar...
- ¿Qué es guillotinar?
- Pues es una máquina en la que te tumban, pones la cabeza sobre una madera y desde arriba dejan caer una cuchilla que te corta la cabeza.
- ¿y te mueres?
- Claro.
- ¿Y qué hacían con los cuerpos?
- Pues los metían en carros y los tiraban. 
- ¿Donde? ¿En el contenedor verde?
- ¿Qué?
- ¡Si! y los ojos iban al contenedor de vidrio...


Por el rabillo del ojo veo a Pobrehermano Mayor llorando de la risa... la conversación se me ha ido de las manos.