
Cuando tienes hijos inauguras un nuevo papel en tu vida. Hasta entonces has sido hija, sobrina, nieta, puede que tía, puede que cuñada, has sido mujer de alguien o no… has sido currante, vaga, torpe, estudiante…lo que sea… Cuando te reproduces… de repente eres padre*.
Eres padre y no tienes ni idea de lo que hay que hacer. Todo un mundo de problemas, decisiones, inseguridades, alegrías, sustos, tristezas, decepciones, se abre ante ti y descubres que estas completamente perdido.
Si cometes el error provocado por la desesperación de pedir consejo, leer revistas absurdas, buscar información por Internet, descubrirás que has entrado en un bucle que lo único que hace es embrollarlo todo más y provocar innumerables discusiones de pareja.
Al final te enfrentas a ese nuevo mundo con tu sentido común y tu instinto y haces lo que puedes, esperando que la total falta de confianza que tienes en tus aptitudes como progenitor pase lo más desapercibida posible.
Y empiezas a ser padre y no se te da mal. Tu bebe no se muere, come razonablemente bien y lo que tiene que comer, duerme más o menos cuando le toca si has tenido suerte o es un cabrón que no te deja descansar pero consigues sobrellevarlo y va creciendo.
Increíblemente también, el bebé parece estar a gusto en tus brazos y a ratos incluso parece preferirlos a los de otra persona. No hay que llevarse a engaño, el bebé prefiere tus brazos porque son a los que está acostumbrado. Si desde que nació en vez de cogerle en brazos su padre le hubiera cogido un amable desconocido, preferiría al desconocid. El bonito vínculo del parto se acaba en el mismo momento que se acaba el parto. A partir de ahí, se construye un nuevo vínculo basado en la costumbre, la rutina y el cariño. Pero a lo que iba, que el bebé parece preferir los brazos de sus padres, hace gorgoritos, sonríe y empieza a hacer monerías.
Sientes que tu popularidad como padre sube enteros. No lo debes estar haciendo mal.
Y no lo estás haciendo mal, pero seamos sinceros: tu bebé no tiene criterio. No conoce a más padres, así que tú le pareces el top de la gama. En eso la verdad es que estáis a la par, porque tu conoces más bebés pero el tuyo te parece lo más de lo más de la creación. Es un gran momento de hermanamiento en popularidad.
Esa cumbre de popularidad sin criterio se mantiene hasta los 3 ó 4 años más o menos. Tus churumbeles hasta ese momento han pensado que eras lo más como padre porque no conocían otra cosa, no tenían conciencia de que hubiera padres más allá de ti. Pero de repente igual que descubren el colegio, el tobogán, la plastilina, pintar con rotuladores los pasillos, comer spaguettis untándoselos por la camiseta y todas esas cosas molonas, descubren que los demás niños también tienen padres.
Y tú sufres, porque claro, está muy feo comparar (ya lo decía molimadre) y tú eres un tío curtido, con tus pelos y todo, que estás seguro de ti mismo y tal… peroooo… es duro pensar que vas a ser desbancado de la cima de la popularidad paternal porque el padre de Pedrito “mola más”. Hasta a ti te parece que el padre de Pedrito “mola más” ¿Cómo no se lo va a parecer a tu hijo?
Por un momento le deseas algún tipo de percance al padre de Pedrito… que se le escape un grito en medio del parque porque su hijo le ha tirado arena en los ojos, que su hijo berree como una bestia en el restaurante y el padre de Pedrito se descubra tan psicópata como tú gritando: ¡¡quieres comer!!! Algo que le haga caer de ese pedestal en el que le ha encumbrado su suerte como padre. ( Probablemente el padre de Pedrito crea que tu molas más..pero eso tú no lo sabes)
Pero descubres que no hace falta. Tu churumbel cree firmemente que eres el mejor padre del mundo mundial y que no querría cambiarte por ningún otro. Da igual que el padre de Pedrito sea molón… a tu hijo no le importa. Te prefiere a ti.
Eres padre y no tienes ni idea de lo que hay que hacer. Todo un mundo de problemas, decisiones, inseguridades, alegrías, sustos, tristezas, decepciones, se abre ante ti y descubres que estas completamente perdido.
Si cometes el error provocado por la desesperación de pedir consejo, leer revistas absurdas, buscar información por Internet, descubrirás que has entrado en un bucle que lo único que hace es embrollarlo todo más y provocar innumerables discusiones de pareja.
Al final te enfrentas a ese nuevo mundo con tu sentido común y tu instinto y haces lo que puedes, esperando que la total falta de confianza que tienes en tus aptitudes como progenitor pase lo más desapercibida posible.
Y empiezas a ser padre y no se te da mal. Tu bebe no se muere, come razonablemente bien y lo que tiene que comer, duerme más o menos cuando le toca si has tenido suerte o es un cabrón que no te deja descansar pero consigues sobrellevarlo y va creciendo.
Increíblemente también, el bebé parece estar a gusto en tus brazos y a ratos incluso parece preferirlos a los de otra persona. No hay que llevarse a engaño, el bebé prefiere tus brazos porque son a los que está acostumbrado. Si desde que nació en vez de cogerle en brazos su padre le hubiera cogido un amable desconocido, preferiría al desconocid. El bonito vínculo del parto se acaba en el mismo momento que se acaba el parto. A partir de ahí, se construye un nuevo vínculo basado en la costumbre, la rutina y el cariño. Pero a lo que iba, que el bebé parece preferir los brazos de sus padres, hace gorgoritos, sonríe y empieza a hacer monerías.
Sientes que tu popularidad como padre sube enteros. No lo debes estar haciendo mal.
Y no lo estás haciendo mal, pero seamos sinceros: tu bebé no tiene criterio. No conoce a más padres, así que tú le pareces el top de la gama. En eso la verdad es que estáis a la par, porque tu conoces más bebés pero el tuyo te parece lo más de lo más de la creación. Es un gran momento de hermanamiento en popularidad.
Esa cumbre de popularidad sin criterio se mantiene hasta los 3 ó 4 años más o menos. Tus churumbeles hasta ese momento han pensado que eras lo más como padre porque no conocían otra cosa, no tenían conciencia de que hubiera padres más allá de ti. Pero de repente igual que descubren el colegio, el tobogán, la plastilina, pintar con rotuladores los pasillos, comer spaguettis untándoselos por la camiseta y todas esas cosas molonas, descubren que los demás niños también tienen padres.
Y tú sufres, porque claro, está muy feo comparar (ya lo decía molimadre) y tú eres un tío curtido, con tus pelos y todo, que estás seguro de ti mismo y tal… peroooo… es duro pensar que vas a ser desbancado de la cima de la popularidad paternal porque el padre de Pedrito “mola más”. Hasta a ti te parece que el padre de Pedrito “mola más” ¿Cómo no se lo va a parecer a tu hijo?
Por un momento le deseas algún tipo de percance al padre de Pedrito… que se le escape un grito en medio del parque porque su hijo le ha tirado arena en los ojos, que su hijo berree como una bestia en el restaurante y el padre de Pedrito se descubra tan psicópata como tú gritando: ¡¡quieres comer!!! Algo que le haga caer de ese pedestal en el que le ha encumbrado su suerte como padre. ( Probablemente el padre de Pedrito crea que tu molas más..pero eso tú no lo sabes)
Pero descubres que no hace falta. Tu churumbel cree firmemente que eres el mejor padre del mundo mundial y que no querría cambiarte por ningún otro. Da igual que el padre de Pedrito sea molón… a tu hijo no le importa. Te prefiere a ti.

Eres el más guapo, el más divertido, el que hace mejores planes, sabes absolutamente de todo, sabes qué hacer cuando está malo, sabes consolarle si está triste, sabes contar chistes de Jaimito y hasta le cuentas el chiste de “Mistetas” y le dejas fascinado con esa historia de un perro con un nombre guarro, sabes conducir y no te pierdes para llegar a los sitios, sabes ir a hablar con el profesor, sabes cocinar, sabes pintar, sabes cambiar las pilas del coche teledirigido, sabes llevarle al médico, sabes bucear, le enseñas a nadar, sabes arroparle por la noche cuando tiene frio, sabes arreglar su juguete favorito, hasta ¡¡sabes jugar al tragabolas!!!
Tú alucinas, porque haces todas esas cosas sintiéndote un poco fraude y con una confianza digamos limitada en tus recursos, pero a ellos no les importa: tú eres lo más.
Y estás feliz. Has alcanzado nuevas cumbres en tu popularidad como padre y además sales ganando en comparación con todo el resto de progenitores del planeta. Eres lo más, eres el mejor padre…¡¡mola mil!!
Yo estoy ahora en esa época. Laz princezaz consideran que soy la mejor madre del mundo, la más guapa, la que tiene el curro más molón, la que cocina mejor, la más divertida y me encanta.
Sé que luego vendrá una etapa en la que considerarán que soy una completa bruja, que no las entiendo, que lo hago todo para fastidiar, que preferirían cualquier madre a mí, me odiarán y pensarán que las torturo. En esa etapa yo también les tendré manía, odiaré su pavo, su tontería, el que crean que lo saben todo… Y tendremos un desencuentro en nuestros respectivos papeles. Nunca mi popularidad como madre habrá caído tan bajo y nunca mi inexistente instinto maternal alcanzará mayor eco en mi interior y pensaré ¿en qué momento pensé que tener hijos era buena idea?
Y luego después de mucho tiempo… cuando sean madrez zolteraz poco a poco volveremos a encontrarnos. Yo las entenderé a ellas y ellas me entenderán a mí.
Pero para eso queda mucho. Por ahora y en este momento soy la mejor madre del mundo mundial “aunque llevez el pelo corto y no te cambiez loz pendientez” y “cantes fatal”.
*defensores de lo políticamente correcto y estrechos de miras. Cuando digo padre es en genérico, incluye también a las madres… pero me mola más así.