Mostrando entradas con la etiqueta Perfiles. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Perfiles. Mostrar todas las entradas

sábado, 1 de noviembre de 2014

Mi padre antes de ser mi padre


Hace 17 años también estábamos en Los Molinos.

Hace 17 años también era sábado y también lucía el sol.

Hace 17 años me desperté y ya no estaba en casa. Hoy tampoco está.

Hoy he pensado que vivió más años sin ser mi padre que siéndolo. Es un pensamiento que no había tenido nunca hasta hoy. Es un pensamiento extraño.

Hubo un tiempo en que no era mi padre, ni el de mis hermanos, ni era ingeniero,  ni tenía bigote, ni era calvo. Hubo un tiempo en el que él no sabía que tendría cuatro hijos, ni sería ingeniero, ni se dejaría bigote ni se quedaría calvo.

Mi padre antes de ser mi padre...


Mi padre antes de ser mi padre from Molinos on Vimeo.




lunes, 18 de agosto de 2014

En las tapias.

Tapias bajitas que no pretenden ocultar nada. Blancas, anchas y con flores. Detrás grandes edificios con buganvillas, geranios y madreselvas que vamos a “robar”. Tengo 8 años y llevo esperando esta noche desde que llegamos hace 15 días, es la noche del “Paseo por las Tapias”. Hoy no cenamos en pijama, hoy cenamos vestidos de bonito y nos portamos fenomenal sin rechistar por la comida porque esta noche es la más especial de todas las que pasamos en Benidorm cada año.

Después de cenar salimos con Molimadre al paseo marítimo, en la esquina nos subimos a la primera tapia y comenzamos a caminar por ellas bajandonos solo al llegar a las esquinas. Hay tapias más fáciles por las que podríamos casi correr y otras en las que hay que andar muy despacito para no pincharse, para no caerse. En algunas hacemos turnos para que Molimadre nos vaya cogiendo de la mano. Se oye el mar y se ve la playa, pero eso no es lo interesante esta noche. Miramos los jardines de los edificios y decidimos que el jardín de nuestra casa y su piscina es, con mucho, el mejor de toda la zona. Nos sentimos absurdamente orgullosos de nuestra piscina, como si no llevara allí 40 años y fuera mérito nuestro su existencia.

El Gran Hotel Delfín es la parada estrella del paseo de por las tapias. Caminamos despacito acercándonos a la parte central del hotel, la terraza del restaurante donde mayores que a nosotros nos parecen artistas de película cenan a la luz de las velas o bailan las canciones que toca una orquesta. Nos quedamos embobados mirando la escena. En nuestras cabezas no existe nada en el mundo con más glamour y más elegancia que la terraza del Gran Hotel Delfín por la noche.

Volvemos caminando por las tapias, parando de vez en cuando a “robar” esquejes de plantas con flores de colores que Molimadre se empeña en plantar en Los Molinos.  

Me duermo soñando con un futuro lejanísimo en el que seré yo la que bailaré por la noche en la pista del Delfín. Ni siquiera soy capaz de imaginar que  36 años después iré dando la mano a mis hijas para que no se caigan de la tapias y me pregunten: Mami, ¿cuando seamos mayores podremos venir a bailar aquí?

***********

¿Qué hace que una tapia sea interesante y misteriosa e invite a trepar por ella  o a pegar el ojo? La promesa de algo detrás.  Algo conocido y misterioso, algo que no se conoce pero apetece ver. Algo que prometa imaginar. Detrás de esas tapias hay casas y vidas con las que me gustan fantasear, todas distintas, todas inalcanzables o no.

En el otro extremo están las tapias que proliferan por Madrid, altos muros de ladrillo que esconden y protegen, no se sabe muy bien de qué, a pequeños mundos en miniatura de los que sus habitantes no tienen que salir para nada. Urbanizaciones clónicas. No quiero asomarme a esas tapias, paso rápido a su lado, camino sin fijarme.. porque no quiero saber que hay al otro lado, porque ya se que hay al otro lado y no quiero ni imaginar cómo sería estar atrapada dentro.  

**********

Una tapia de piedra con musgo antiguo, verde oscuro que siempre está a la sombra. Delante un buzón de correos recién pintado. Amarillo. Brilla. ¿Alguién echa cartas ahí? ¿Lo abrirá el cartero cada día  y todos los días pensará que es trabajo inútil porque ese buzón ya no lo usa nadie? ¿Le hará ilusión encontrar alguna vez una carta en él? ¿Cuando fue la última vez que eso ocurrió?

Puede que fuera cuando yo pasaba las horas muertas sentada en esa tapia. Cuando quedábamos “en el buzón”. No quedábamos para ir a ninguna parte, quedábamos allí para sentarnos en esa tapia y ver pasar las horas y los días. Nos sentábamos y esperábamos a ver quién llegaba, a ver cuántos éramos. Veíamos pasar coches con gente conocida, unas veces saludábamos y otras nos escondíamos. Esperábamos ver pasar al chico que nos gustaba o al que ya no nos gustaba pero queríamos seguir controlando. Comíamos pipas, chupachups “kojac” o chicles de sabor a fresa, con sabor a fresa de verdad y no como ahora que los sabores deberían llamarse “fresa efímera”, “menta en un suspiro”. Nunca me han gustado los chicles.

La tapia del buzón, era una tapia para ver pasar el tiempo; para dejar pasar las horas hasta hacernos mayores. Llegabas a sentarte en esa tapia en el periodo de tiempo en el que eras demasiado mayor para seguir jugando a las chapas, las canicas o polis y cacos y demasiado pequeño para que te dejaran bajar al pueblo. En el buzón estabas cuando estar en casa parecía siempre estar perdiendo el tiempo; lo importante pasaba en la tapia del buzón. Había que estar allí, para ver y que te vieran.  Lo importante era estar en la tapia.

Ahora paso por allí y nunca hay nadie sentado en esa tapia. Me paro a pensarlo y supongo que ahora ya nadie se sienta a ver pasar las horas ni queda “en el buzón”. Los móviles han terminado con la incertidumbre de ir al buzón a ver si hay alguien, no hay espacio para la duda ni para la improvisación.

Ya nadie mira pasar las horas ni come chupachups “kojac”.

*********

En Los Molinos hay tapias que fueron durante mucho tiempo los límites de los caminos que recorría en bicicleta para ir a casa de mis amigos y a las que no prestaba mucho atención hasta que derepente, un buen día, una de esas tapias se abría para mi porque en uno de esos extraños cruces de amistades que suceden en Los Molinos (¿he contado la teoría de Juan de que todos por aquí hemos intercambiado fluidos corporales con todos en una separación de 3 grados como máximo?) los desconocidos que vivían tras esas tapias se habían convertido en amigos y sus jardines, sus piscinas, sus chimeneas y todos los secretos al otro lado de las tapias se volvían cotidianos, conocidos y habituales.

Hay tapias en Los Molinos que siguen siendo misteriosas, guardianas de maravillosas casas que casi siempre están  cerradas. Tapias comidas por la maleza, oxidadas por el paso de muchos inviernos y muchos veranos sin que nadie las haya repintado, vencidas por el peso de madreselvas, hiedras o setos que nadie ha podado en años...y tras las que se ven casas enormes que en algún momento estuvieron llenas de gente. ¿Por qué dejaron de venir?

************

¿Qué piensa quien ve mi tapia? 


lunes, 26 de mayo de 2014

Mis amigos.


Las siete de la tarde, el típico día de primavera en Los Molinos. Hace sol y hay nubes. Me quito los zapatos y los calcetines. Me pongo el jersey y le doy un trago al gintonic. 

- ¿Quién tiene el cubo de chuches? 
- Moli joder, con todo el chocolate que te has zampado...¿cómo es posible que estés así de escurrida?
- No tanto, tiene tetas. 
- ¿Dónde están las chuches? Paso de vosotros. 

Es uno de esos días en los que nos hemos juntado a ver pasar las horas, sin más. Sin plan, sin intención. Nos miro allí tirados en el jardín. Unos en el suelo en mantas, otros en las tumbonas, otros  en el suelo. Nuestros hijos andan corriendo por ahí sin que nos preocupe mucho dónde es "ahí" y  nosotros mantenemos conversaciones cruzadas, dormitamos y nos reímos. 

Somos ahora más amigos que cuando teníamos 10 años y jugábamos partidos de fútbol en los que nunca me elegíais porque era un paquete. Somos  más amigos que cuando nuestras hormonas bailaban la lambada  y empezamos a vernos con otros ojos y a buscar nuevos horizontes. Somos más amigos que cuando con 15 nos escapábamos de casa por la noche para ir a emborracharnos. Somos más amigos que cuando teníamos 20 y empezamos a hacer nuestros primeros viajes, más que cuando con 25 salíamos los jueves en Madrid y nos íbamos directamente a trabajar,   más amigos que cuando teníamos 30 y nos casamos o nos emparejamos y más que cuando (casi) todos tuvimos hijos. 

Nunca en todos esos años pensé en nosotros, estabais allí, conmigo y yo con vosotros. Unas veces más cerca, otras más lejos. Días de hablar mucho y meses de no saber nada los unos de los otros. Épocas de alejamiento y de cabrearnos. Renegar de unos, renegar de otros. Fechas fijas en las que sabíamos que nos veríamos, en las que no vernos sería casi casi una traición: mi cumpleaños, las fiestas de LM, la cabalgata de Reyes.  Días en los que las malas noticias nos ponían a todos en contacto enseguida y temporadas de apatía y desconexión.

Hoy nos miro y se me saltan las lágrimas, pero no os lo digo porque sois unos cabrones y si lloro os descojonareis de mi. Nos miro y alucino con lo que tengo. Os miro, os escucho hablando de gilipolleces, discutiendo sobre si la cecina de buey deshidratada que han traído de Boston está buena o asquerosa, sobre si el pulparindo es una chuche buena o mala y sobre fútbol y me doy cuenta de que cuando estoy con vosotros, cuando estamos juntos no soy Moli, ni la madre de las princesas, ni la hermana mayor, ni la pareja de nadie... soy solo yo. 

Puedo estar callada o hablar hasta quedarme afónica o me hagáis callar. Puedo reírme hasta llorar o llorar hasta dormirme. Puedo exponer la opinión más idiota ("Eso sácalo en un post") o disertar sobre algo que controlo mientras esperáis la ocasión de discutírmelo. Puedo expresar rabia y rencor y ser injusta y cruel. Puedo entusiasmarme y cantar o enfurruñarme y decir "pues no respiro si ponéis más flamenco guarrero de ese". Puedo quedarme hasta que me echéis o pirarme sin decir nada.

Sois mi lugar seguro, el lugar donde me puedo descalzar, desabrocharme el sujetador y decir lo primero que se me pase por la cabeza. Sois Rivendel, el sitio dónde nunca tengo miedo, dónde estoy a salvo. 

Nunca pensé que llegaríamos a ser así. Sencillamente no pensé en cómo seríamos con 40 años, ni siquiera me plantee si seguiríamos siendo amigos igual que no me planteé si seguiría teniendo dos riñones, dos orejas o diez dedos... lo di por hecho. 

Y no debí hacerlo. 

No debí darlo por hecho porque ahora sé con certeza absoluta, con esa certidumbre que sólo se tiene para un par de cosas en la vida, que tengo muchísima suerte. 

Pero no me pienso dejar el pelo largo... por  mucho que os empeñéis. 


viernes, 9 de mayo de 2014

En la cantina


Los Molinos se divide en dos partes: la estación y las eras. En medio está el pueblo, pero para identificarte cuando alguien no sabe a qué familia perteneces o cual es tu casa hay que decir "Soy de las eras" o "Soy de la Estación". 

En un alarde de originalidad totalmente imprevisto, los de la Estación somos los que vivimos cerca de... ¡tachán! la estación de tren. Molamos más que los de las Eras que vivían cerca de Las Eras dónde se cosechaba el trigo...pero que por supuesto ya no existen. Es más, a duras penas encontraras a alguien que sepa lo que es una era...una estación es otra cosa.  

Nosotros seguimos teniendo la estación y la cantina. 

La estación de Los Molinos es pequeñita y marca el punto más alto de todo el término municipal. Hubo un tiempo en que había una sala de espera practicable, con una ventanilla en la que el jefe estación vendía los billetes. Llevaba hasta uniforme y gorra y salía cada vez que llegaba un tren a vigilar a los viajeros y a veces a nosotros que nos habíamos dedicado a dejar monedas en las vías. Después desapareció el jefe de estación y se cerró la ventanilla. Al subir al tren había que buscar al revisor para poder comprar el billete. Ahora creo que han puesto una máquina en la sala de espera, pero no lo sé...hace años que no cojo el tren en Los Molinos.  

A la estación se llega desde una pequeña rotonda con un árbol en medio. Subes un pequeño repecho y llegas a las vías, cruzándolas (ahora no se puede legalmente pero hasta hace poco había un paso) se llega al Chaparral, una zona de Los Molinos, remota y casi desconocida con algunas casas enormes que de pequeños nos daban mucho miedo. Está muy lejos del pueblo y poco habitada y siempre me la imagino como el escenario de algún suceso tremendo "Aparece un cadáver en El Chaparral", hasta el nombre le pega. 

A la izquierda, las vias llevan a Cercedilla y al fondo se ven los Siete Picos y el Puerto de Navacerrada. Siete Picos es "casa", es la montaña que te acoge cuando llegas a Los Molinos por la carretera, la que se levanta abrazando todo lo que ves cuando paseas. Unos días se ve más cerca y más imponente y otros días parece haberse alejado y casi se desdibuja. Alguien me explicó una vez con mucha paciencia, los principios físicos de este fenómeno que depende del viento y la temperatura, pero yo prefiero pensar que es una cuestión del humor de la montaña: si ve que estoy de bajón se acerca y si estoy a mi bola se aleja. Una bobada como otra cualquiera. 

A la derecha las vías llevan a Madrid, no se ve nada. Hay una curva cerrada al salir de la estación de Los Molinos y así es mejor...Odio Madrid y si estoy en Los Molinos prefiero ni verlo ni imaginarlo ni pensar en ella. 

En la estación hay una cantina. Tengo recuerdos difusos, muy difusos de mi infancia yendo allí a comprar chupachups Kojacs o a por tabaco para mi padre. Era un bar pequeño oscuro y con dueños que daban miedo. Siempre había viejos (lo mismo tenían 40 años) tomando bebidas muy oscuras en copas balón de las pequeñas. Sentados en la barra se gruñían unos a otros y se giraban a mirarnos cuando entrábamos. Recuerdo vagamente una ligera sensación de miedo. 

Ahora no me da miedo y soy yo la que tengo 40 años. 

La cantina es ahora el sitio dónde vamos a tomar el aperitivo. Es, de hecho, mi sitio favorito para sentarme y charlar. En invierno, cuando  hace frío, cuando está todo nevado, dejamos las huellas en el andén y después entramos y nos acomodamos como podemos en la barra.  Detrás está Susana: alta, rubia, delgada, con el pelo corto y el delantal atado a la cintura. Tiene pinta de ser de un país del Este, pero mis fuentes (poco fiables) dicen que no, que es española. En cualquier caso, habla con un acento raro. 

Susana nos coloca unas copas de vino en invierno o nos prepara un tinto de verano cuando, en vez de acomodarnos en la barra, salimos fuera a sentarnos al sol y literalmente ponernos a ver los trenes. 2 trenes por hora. A cada hora y veinte pasa uno hacia Madrid y a menos veinte llega uno de Madrid. 

Me gusta sentarme en una silla  de plástico de Mahou, roja o negra,  apoyar los pies en el banco de piedra, beber mi tinto de verano y contemplar las montañas y la vegetación que crece al otro lado de las vías en El Chaparral. Vigilamos cada tren que pasa mientras hablamos de cualquier bobada o de cualquier tema importante, el último tema en el que gastamos un par de  horas fue la diferencia entre leer en papel y en pantalla, y no tengo claro si fue una bobada o algo digno de una tesis doctoral. 

Me encanta que Susana salga y nos ponga unas tapas cojonudas, especialmente si es tortilla de patata. Susana hace la mejor tortilla de patata que se ha hecho nunca en Los Molinos desde los tiempos de Carmen "Perla", le sale espectacular hasta sin cebolla.  Me encanta saber que nos pegaremos por el último trozo, nos miramos con desconfianza y alguien dirá:

-  Me toca a mí, tú te  has comido cuatro. 
- Te jodes, haber estado atento y no haber rajado tanto.
- ¿Otro tinto?
- Venga, total a casa ya no vamos a ir comer. 

En la cantina...




domingo, 30 de marzo de 2014

Pobrehermano Mayor cumple 40.


Mi primer hermano. El primer hijo varón. El segundo. El cuarto nieto. Bronco. El último que  quedaría en la avioneta. Pobrehermano Mayor. El padrino de C. Chuparse el dedo pulgar viendo la tele mientras te acariciabas la pequeña protuberancia que tienes en un lado del cuello. El color azul. El último en enterarse de que papá había muerto. Tu Simca 1200. 

Pelo negro, aunque ya te queda poco. Barba larga, muy larga y blanca. No sé si pareces un Ayatollah, Papa Pitufo o si te da un punto de norueguismo que yo no soy capaz de percibir. Ya no te chupas el dedo, (ni literal ni figuradamente) pero te acaricias la barba compulsivamente, tan compulsivamente que no te das cuenta... y confieso que me pone un poco nerviosa, me distraigo pensando que pareces un sabio, que eres más sabio que yo. Esa sensación se me pasa cuando sacas del bolsillo de tu pantalón el peine rosa de Mi pequeño Pony que le has robado a C y con el que te flipa peinarte la barba... eso no parece muy sabio, si acaso muy de hypster. 

Te ries poco y cuando lo haces tienes dos risas. ¿A que no lo sabías? Una grande de carcajadas cuando algo te hace gracia... y otra pequeña en la que haces jijijiji y los ojos se te achinan; ésta risa no puedes pararla, cuando te da ese ataque de risa sencillamente te encoges y te ríes y te ríes y te ríes hasta que se te agota la risa y vuelves a ponerte muy serio. La última vez fue el año pasado, nos dió a los cuatro mientras mamá contaba muy seria una historia absurda, la del huevo que hablaba por el móvil. ¿Te acuerdas?

Seguro que no. Eres Dori, la memoria de pez. Estoy pensando que posiblemente eres tanabsolutamente maniático con tus rutinas porque si no las tuvieras olvidarías todo. No te acuerdas de la gente que conoces, de los cumpleaños, de los libros que has leído ni de las películas que has visto... nuestros recuerdos compartidos de infancia siempre te hacen dudar ¿En serio? preguntas muchas veces. 

Eres paciente o lo pareces. Puede que sencillamente pases y por eso nos aguantes a todos mucho hasta que no puedes más y estallas en un grito “Joder, que he dicho que no” o “Joder...así no hay quien duerma” y entonces te pones muy serio y mueves las manos por delante del cuerpo. Hubo un tiempo en que me daba un poco de miedo verte así. Ahora, lo confieso, me hace gracia. Te pones muy nervioso cuando la gente se alarga contando las cosas, no soportas la cháchara "Pero ¿quieres contar de una puta vez qué paso y dejarte de chorradas?"

Arrastras los pies por el pasillo, te flipa pasearte en calzoncillos. Un café y dos sobaos Martínez para desayunar. Un rato después otro café. El vaso de agua lleno en la mesita si te echas la siesta en el sofá o en tu cuarto si te vas a la cama. Es manía, no te bebes nunca el agua...los vasos se vacían porque se evapora. Lo he comprobado. 

El deporte. El absurdo y el de equipo. Eras bueno al fútbol, muy bueno de hecho. ¿Por qué dejaste de jugar? No es por la edad, ni por las lesiones. Ahora haces cosas peores, partidos de padel nevando o a 2 bajo cero, carreras absurdas de 45 km, marathones alpinos de 60, viajes en bicicleta por Cuba a 40 grados a la sombra...la lógica de tus aficiones deportivas, si es que tiene alguna, queda fuera de mi alcance. 

Eres mañoso, habilidoso y muy artista. Arreglas cosas, cuidas el jardín, te encargas del huerto, construyes muebles...Te veo y pienso  que si hubiera un holocausto nuclear estaría a salvo contigo. Se que lo único que me pedirías a cambio sería que te hiciera cosquillas en la espalda. Antes, hace unos años, me hubieras pedido también que cocinara, pero de un tiempo a esta parte te apañas bastante bien y tu tortilla de patata es sencillamente espectacular. 

Eres ermitaño. Creo que eres la persona con la que más tiempo he pasado en silencio. Horas en la misma habitación sin dirigirnos la palabra. Fines de semana enteros intercambiando apenas unas pocas palabras. Paseos con los perros en los que lo único que hemos dicho han sido “putos perros” o gritado sus nombres.  No es un silencio incómodo, ni extraño, ni raro. Es tu silencio acogedor. ¿Sabes como eres? Como una chimenea, eso es. Te pega tanto. 

Hueles a leña, a campo, a sudor de deporte, a jersey viejo. A ti. 

Eres encantador. Me fascina verte en una reunión social. No doy crédito cuando me has acompañado a algún sitio en el que no conoces a nadie y de repente eres el tío más encantador de la sala, repartiendo sonrisas, palabras y riendo. Te veo, te escucho y me pareces un desconocido...un desconocido encantador y sociable. Muchísimo más que yo... pero yo tengo más pelo. Ja.  

Eres divertido, muy divertido sin ser gracioso. Estas muy serio y de repente empiezas a contar una anécdota y sencillamente me troncho de la risa...y además me vuelvo a reir cuando me acuerdo días o semanas después. “ Moli, me he apuntado a Pilates. Soy el único tío...lo primero que tuve que preguntar el primer día fue ¿alinear la pelvis? exactamente ¿donde tengo yo eso?” o “¿Te he contado la historia de la cabo Coral de la guardia civil en Huesca? Estaba tremenda.”

Eres la calma y la imperturbabilidad. Se que las cosas te afectan, siento que te preocupas, siento que me (nos) quieres pero no se te nota. No sé cómo lo haces, pero lo haces. No pareces estar cerca pero sin embargo lo estás. Seguro que no te acuerdas, pero yo si, hace casi 9 años, llegue a casa de Los Molinos y estabas sentado en un bordillo del jardín, me senté a tu lado, apoyé la cabeza en el hombro y lloré. No dijiste nada, no hiciste nada. No hizo falta. Lo último que me has dicho que me ha conmovido ha sido  “Bien, entonces me voy a ahorrar la charla que te tenía preparada”.  Esa frase idiota y que para nadie tiene sentido, me hace llorar al escribirla. 

Hoy cumples 40 años. 

Hace 411 días, los cumplí yo. Llamaste al timbre de casa, abrí la puerta y allí estabas, con un collar con 40 castañas que habías hecho para mí. 

Yo no sé ensartar castañas, sólo se escribir. 

Este es mi caminito de chuches para ti. 



Dices que "no tienes planeado vivir mucho tiempo"...pero ojalá compartamos otros 40 años, tenemos mucha suerte... bueno, yo más. Tú tienes que aguantarme.

Feliz cumpleaños.



martes, 25 de febrero de 2014

Vosotras

Nos sentamos después de cenar. Tú M a mi derecha, y C a la izquierda. Os apoyáis en mi y ponemos un corto o dos, según el día y el tiempo que tengamos.

Ayer fue éste. Nos encantó, nos reímos muchísimo.



Mientras nos reíamos y C se limpiaba las gafas moradas de mentira que le gusta ponerse por casa pensaba que estáis muy mayores. Sé que 8 y 10 años no son muchos, pero ya tenéis la edad que quería que tuvierais cuando eráis bebés y me aburría con vosotras. Cuando no veía el momento en que hicierais algo más que ser un cálido bulto al que poder abrazar. Yo no sabía que quería que tuvierais 8 y 10 años...lo sé ahora.

Os acuesto. Os arropo. Apago la luz. Últimas palabras susurradas antes de dormiros: "despiértanos antes de irte", "trae el agua" y salgo de la habitación.

Pienso en vosotras. En mi tiempo con vosotras.

Sois curiosas. ¿Qué es instagram? ¿Cuánto cuesta una casa? ¿Qué es una hipoteca? ¿Cómo se cuecen las judías? ¿Qué es una patria? No puedo contestar a todo, hay cosas que ya no sé, pero lo que no hago es mentiros. Hay veces que creo  que la respuesta no os va gustar, os va a doler o no vais a entenderlo y dudo si contestaros con una generalidad absurda o con la frase "es algo de mayores", pero entonces me arriesgo y descubro que sois personas independientes de mí, con criterio e ideas y que no sois de mantequilla...y os veo encajar mi respuesta, masticarla y seguir adelante.

Me flipais.

Os reís muchísimo. Nos reímos juntas y con otra gente. Hacéis el payaso y me muero de la risa, como cuando M se ha disfrazado después de cenar de "empollona" con mis gafas de directora de cine catalana y los pantalones del pijama por los sobacos... Contáis unos chistes malísimos con los que os troncháis, aunque lo que más os hace reír son mis historias de cuando era pequeña o cuando os cuento las cosas que hacíais de más canijas...

Me desesperáis.

No nos echamos de menos cuando no estamos juntas y me parece estupendo. Nos encanta estar juntas pero también nos mola estar separadas. Me encanta que seáis independientes de mí y me encanta serlo de vosotras. No sé si cuando tengáis 18 esto me preocupará algo más...pero ahora mismo disfruto cada minuto con vosotras y también cada minuto sin vosotras. Y sé que vosotras también.

Me conocéis.

Me conocéis y sabéis que no soy perfecta ni mucho menos. No es sólo que lleve el pelo corto y rara vez me ponga falda o que mi lasaña no sea tan buena como la congelada de celiacos, es que sabéis mejor que nadie todo lo que hago mal y en muchos casos lo sufrís pero me deja sin respiración lo mucho que a pesar de eso me queréis. Incondicionalmente.

Me queréis.

Muchísimo. Y con criterio. Ya no es cómo cuando eráis pequeñas y os preguntaba cuanto me queríais. Ahora os ponéis muy serias, me miráis fijamente y me decís: Te quiero mamá. Es un amor incondicional que nadie más me da.

Os preocupáis por mí. De verdad.

"¿Estás bien?", "Ten cuidado con el coche", "¿Has dormido bien?", "¿Estás triste?" "¿Qué libro estás leyendo?" "¿Ya lo has terminado?" "¿De dónde lo has sacado?" "¿Qué escribes?" "¿Dónde vas?" "¿Con quién?" "¿Qué tal el trabajo?" "No me gusta que estés sola...pero si me dices que es lo que quieres, entonces me parece bien"

Hacéis cosas solas, cosas que antes tenía que hacer con o por vosotras y que ahora os salen solas. Vais y venís del colegio, os abrocháis los cinturones en el coche,  os vestís, preparáis la mochila del colegio, preparáis la mesa del desayuno  la cafetera, os untáis las tostadas...aunque os sigue dando miedo sacar los panes del tostador.

No echo de menos ningún momento anterior. Ninguno. Cada día con vosotras es el mejor y además miro hacia delante y sé que todo lo que venga será mejor. No será fácil ni todo será divertido. Vais a odiarme muchísimo y yo me tiraré de los pelos con vosotras y lamentaré amargamente (una vez más) los impulsos reproductores de mi yo del pasado...pero sé que será mejor, porque siempre ha sido así.

Porque me hacéis mejor. Porque sois especiales. Sois unas personas increíbles y me queréis.

No puedo pedir más.

Bueno sí, que cuando os de permiso para leer el blog...no me odiéis mucho.

martes, 17 de diciembre de 2013

10 AÑOS



Me alucina que ya tengas 10 años. Soy  consciente de cada uno de esos 3650 días que hemos pasado juntas. No se me ha pasado volando ni echo de menos cuando eras más pequeña, ni añoro la época en que eras un bebé o en que hablabas con lengua de trapo. Cada día contigo es el día que más me gustas.

Me pierdo en tus ojos azules. ¿Cómo he podido tener una hija con esos ojos?

Me gusta mirarte mientras duermes. Siempre boca arriba con los brazos encima del cuerpo.

Me cautiva la magia que desprendes y de la que no eres consciente.

Me emocionas cuando cantas mientras te duchas, mientras paseas o mientras juegas, cuando crees que nadie te escucha.

Me sacas de quicio con la ropa. Sacar la ropa del armario y saber que empezarás a protestar. Te pica, te aprieta, se te cae, no puedes mover los brazos, te está largo, te está corto, es rosa, es vestido, es falda...

Me desesperas cuando tengo que repetirte las cosas mil veces porque estás abstraída en tu mundo  y ni siquiera me escuchas.

Me admira  lo valiente que eres, tu valor para enfrentarte a todo y sobre todo que tienes las ideas clarísimas y no te importa que no sean como las de todos los demás.

Me entristeces cuando crees que no te quiero, que te tengo manía, que soy injusta contigo.

Me recuerdas tanto a mí.

Me enfadas cuando lloriqueas por nada, cuando haces los deberes deprisa y corriendo para ponerte a leer o para bajar a jugar al fútbol.

Me haces reír con tu risa. No te ríes mucho, pero cuando lo haces, eres una risa franca, auténtica, cálida y contagiosa que sale de dentro. Cuando eso ocurre, tú no te ríes...eres risa.

Me encanta verte nadar. Dentro del agua, nadando, pareces mayor.

Me desesperas con tus mil y una quejas. "Me pica aquí", "me duele la tripa", "tengo una roncha".

Me ahogo en orgullo maternal cuando te veo jugar al fútbol. No metes muchos goles "mamá, soy defensa" pero sales a jugar concentrada, feliz y tan contenta de estar ahí sin que nada te de miedo que el orgullo me sale por las orejas.  Está muy bien que los padres de tus compañeros te animen más que a sus propios hijos porque así se disimula el hecho de que yo estoy tan emocionada que no puedo ni hablar.

Me sacas de mis casillas con la comida. No puedo soportar la tortura que es verte (no) comer y que la comida te sea completamente indiferente. "Mamá, solo me gusta desayunar". Come algo, por favor y a poder ser antes de que se quede frío.

Me pones histérica con el tema del pelo. ¿Cómo puedes ser tan cabezota?

Me entristeces con tus ojos tristes, con esa mirada que tienes cuando te ha pasado algo y todavía no has decidido si contármelo.

Me rompes el corazón si me miras y veo que estás conteniendo las lágrimas.

Me revuelves el estómago y me haces un nudo dentro cuando te pones enferma, cuando entras en crisis y no puedes respirar , cuando te aparece un dolor nuevo, una roncha inesperada y me miras diciendo "no me encuentro bien".

Me preocupa lo increíblemente sensible que eres, vas a sufrir tanto.

Me flipa verte con los perros, abrazada a ellos, no se quién de los tres está más feliz.

Me provoca nostalgia verte acostada en la que fue mi cama durante 28 años y me muero de la risa cuando descubro que igual que hacia yo, lees con una linterna cuando te apago la luz.

Me maravilla la paciencia que tienes con tu hermana y con tu padre cuando se ponen a hacer el tonto.

Me dejas sin palabras cuando sabes que estoy triste y vienes, me miras y me dices "mamá no te preocupes, lo estás haciendo bien".

Me gusta tu olor.

Me destroza tu sonrisa triste, tan triste que me parte el alma.

Me da la vida tu sonrisa feliz cuando sabes que yo estoy triste.

Me conmueves más que ninguna otra persona en el mundo lo ha hecho ni lo hará jamás.

Me haces feliz.

Feliz cumpleaños de las dos manos para mi princesa de los ojos azules.






jueves, 21 de noviembre de 2013

POBREHERMANO MAYOR Y EL NETER




Pobrehermano Mayor es un tío de casi 40 años, alto, moreno,guapetón aunque con poco pelo,  deportista, con un  buen curro, su pisito de soltero, sus aficiones absurdas, sus libros, su siesta y sus manías.  Pobrehermano Mayor tiene a los dos Perros de Aspecto Gigantesco que son un poco como él: tranquilos, de pocas palabras, pachorros y apegados a sus costumbres.




Neter es un tío de casi 40 años, bajito, moreno con pelazo, deportista, con un buen curro, su casita de soltero, sus aficiones absurdas, sus siestas y sus manías. Neter tiene a Bokó. Un galgo flaquísimo que es también como él: inquieto, rápido, dicharachero.

Pobrehermano Mayor y Neter son los mejores amigos. Son Walter Mathau y Jack Lemmon. No son la extraña pareja porque pegan mogollón pero son una fuente inagotable de descojone para los demás.




Tienen anécdotas para aburrir. Un día cualquiera de verano, Pobrehermano Mayor está en casa en Los Molinos. Suena el móvil.

- te está sonando el móvil.
- Ya lo oigo.
- ¿Lo vas a coger?
- Por supuesto que no.
- ¿Por qué?
- Porque es Neter.
- ¿y?
- Que ya se que quiere. Cómo yo tengo un huerto, quiere tener su propio huerto y como es un agonías lo quiere YA.
- Bueno, querrá que le ayudes.
- Si, claro. Ayudarle. Es un puto desastre, no ha comprado la tierra, plantó las semillas en un semillero y no lo ha regado...al final tengo que ir yo a arreglárselo todo.

*Pobrehermano Mayor jamás coge el móvil. De hecho, ahora mismo está feliz porque por alguna extraña razón cuando le llamas, al llamante le sale como comunicando, cuando la realidad es que a él ni siquiera le suena el móvil. "No se que le pasa pero es estupendo, así no tengo que dejarlo sonar ni inventarme excusas".

Otro día en Los Molinos. Mercadillo de segunda mano y aperitivo.

- Moli, ¿dónde está Pobrehermano Mayor?
- Ahí, pidiendo unas cañas. ¿Qué pasa?
- He ido al mercadillo de segunda mano y he visto unas sillas chulísimas.
- Ah...¿y?
- Costaban 90 euros, he pensado que es un supernegocio porque Pobrehermano Mayor seguro que sabe construirlas.
- Seguro que si, pero ¿tú qué vas a hacer en el negocio?
- ¿Yo? Achuchar a Pobrehermano Mayor que si no, no hace nada.
- Neter...Pobrehermano Mayor te ha hecho la mesa que tienes delante del sofá de tu casa...
-...claro..porque la idea fue mía.
- Mentira...te hizo la mesa porque se estaba poniendo nervioso al ver lo chapuzas que eras tú al construirte la mesa...¡¡ni una de las patas estaba a la misma altura!!
- eso son menudencias...ahora nos vamos a forrar con las sillas.

Se van mucho de viaje en plan pareja de solteros a "hacer algo". Siempre les pasa algo. Se fueron a montar en bici en Cuba y acabaron enfadados con Pobrehermano cubriendo la ruta entera que habían planeado y Neter en un hotelazo esperándole. Fueron a Lanzarote a hacer surf en enero y decidieron que hacía mucho frio y al año siguiente acabaron en Ghana en una iglesia llena de negros cantando en fin de año. Han estado en mil sitios. Pobrehermano siempre lo mira todo antes y Neter va improvisando y se desesperan mutuamente. 

Este verano se han ido otra vez, en furgoneta a los Alpes franceses, italianos y no sé si llegaron a Eslovenia. Como son como son, tienen la pinta que tienen e iban en furgoneta perrofláutica, antes de salir de España ya les había parado la Guardia Civil. Resultó que Pobrehermano Mayor tenía caducado el carnet de conducir. No pasa nada, conduce Neter....que al día siguiente escalando no sé que absurdidad se descojonó un dedo. Resultado: por Europa sin carnet y lesionados.

Lo peor no fue eso...para nada.

- Moli...¿sabes por qué M tiene tantas alergias y asma?
- Si, porque genéticamente tiene predisposición.
- No, es porque bebe muchísima leche y beber muchísima leche y sobre todo por la noche es malísimo.
- Eso es una estupidez, tú bebes mucha leche. ¿De dónde has sacado eso?
- Lo hemos leído Neter y yo en "La enzima prodigiosa" durante las vacaciones.
- ¿Qué habéis leído qué?
- La enzima prodigiosa.
- ¿Y por qué habéis leído ese horror de libro lleno de paparruchas?
- A ver Moli, las autopistas francesas son un coñazo...horas y horas de rectas interminables y teníamos que ir despacio para que no nos pararan...así que conducía Neter y yo leía en alto.
- Jajajajajaja..¿ibas leyendo en alto "La enzima prodigiosa"???
- Si...claro. Y el médico chino que lo escribe dice que la margarina es lo peor y que hay que masticar la comida 70 veces antes de tragarla...y es verdad.
- No me lo digas. Por la noche, cenando al lado de la furgoneta perrofláutica, con vuestra lata de fabada calentada en un camping gas os sentabais frente a frente y masticabais 70 veces la comida.
- Exacto..
- Jajajajajaja sois lo peor. Y yo pensado que estaríais ligando por Europa.
- Moli...estábamos en una furgoneta perrofláutica...¿cómo íbamos a ligar así? ¿Tu sabes como olía?
- Cenando fabada me lo imagino pero no sé, pensé que  a las perroflauticas europeas seguro que les molarían un par de maduros españoles....masticando la comida 70 veces...jajajajaja.


La última fue el fin de semana pasado.

- Me ha dicho mamá que fuiste al cine ayer. ¿Qué viste?
- No preguntes.
- ¿Qué pasó?
- Neter...que es un puto desastre.
- ¿Qué ha pasado?
- Estaba empeñado en ir a ver Capitán Philips...le dije que vale. Se encargó de sacar las entradas y me dijo que a las 7:30. Llegamos con tiempo, compramos palomitas, cocacola, entramos, nos dicen que la sala 4, nos sentamos con mucha antelación, nos tragamos todos los trailers...empieza la peli....no sale el mar...no salen barcos...un tío en Vespa...."Elias Querejeta". Me giro y le digo...Neter no es esta peli. Y me dice..que si...espera".
- No era la peli.
- Exacto. Salimos del cine, le preguntamos al acomodador y nos dice: capitan philips es a las 10:30.
- ¿os equivocasteis de hora?
- De hora y de cine....ni siquiera estábamos en el cine que teníamos que estar.
- ¿Y que hicisteis?
- El pavo nos dijo que entráramos a ver la que quisiéramos.
- ¿Y?
- Vimos..Thor2 2D.
- ¿Thor2 2D? jajajajajajajaja.
- No te rías...lo único gracioso que tiene es el título...lo demás es como para arrancarte las pestañas a bocados.
- Te suena el móvil...
- Es Neter....paso.
- Si no lo coges, vendrá a casa.
- Si viene le dices que estoy durmiendo.
- Sabes que da igual..subirá a buscarte a tu cuarto.


Y así se pasan los días. Ahora corren juntos...y Pobrehermano viene atacado...pero eso da para otro post. 







*Solteras que me leéis...deberíais conocerlos. Merecen muchísimo la pena.

Las fotos de este post se han subido con permiso de ambos. 



viernes, 1 de noviembre de 2013

ESTABAS Y ESTÁS.





Estabas en la entrada de casa, con traje y corbata, la mano en la puerta y gritando “Yo me voy” mientras esperabas a que saliéramos con las mochilas, los abrigos y todo lo del colegio.

Estabas en la mesa de la cocina de Madrid. Antes de la obra en el extremo de la mesa más cerca de la puerta,  conmigo a tu derecha. Después de la obra en la cabecera que queda con la pared amarilla a la espalda.

Estabas en la mesa de la cocina de Los Molinos, en la esquina del banco que queda debajo de la ventana que da al jardín.

Ya no me acuerdo dónde te sentabas en el sofá. No sé cual era tu sitio pero sé que tenías uno.  No me acuerdo. Recuerdo, sin embargo,  como te sentabas. Con las piernas cruzadas y el brazo en el respaldo. El cojín de esa zona siempre estaba más hundido.

Estabas en el coche, conduciendo, con el codo apoyado en la ventana y el brazo puesto en el respaldo del copiloto al ir marcha atrás. Igual que hago yo ahora.

Estabas de copiloto, mirando por la ventanilla. Tan tranquilo siempre, condujera quien condujera.

Dormías en el lado derecho de la cama. Yo duermo en el izquierdo.

Estabas en el jardín de Los Molinos paseando con los brazos a la espalda o las manos metidas en los bolsillos del pantalón o sujetando un cigarro hasta que dejaste de fumar.

Estabas sentado en tu silla con ruedas, en el despacho. Rodando entre la mesa y el mueble con el ordenador. Quitándote y poniéndote las gafas de ver de cerca.

Ahora estas al final de un camino de tierra que sale de una carretera asfaltada sin mucho tránsito. Una carretera que sólo se llena en agosto y en noviembre. Una carretera donde van padres en bicis, gente a caballo y gente corriendo. Cuando acaba el asfalto, a la izquierda, sale un camino y al final, hay una tapia blanca y una puerta pequeña enrejada que no es la principal. Sólo un día entramos por la principal. La puerta pequeña siempre está abierta, aunque sea de noche o madrugada. Lo sé.  

Me paro donde el camino termina. Aparco y me bajo del coche. Siempre me pongo nerviosa, tan nerviosa que siempre me equivoco de pasillo cuando me decido a entrar. 

A veces no entro. A veces sólo me quedo allí y  miro La Peñota, Montón de Trigo y Siete Picos. Es lo que ves tú desde que estás ahí.

Pronto iré a verte, tengo que hablar contigo, pero hoy no.

lunes, 19 de agosto de 2013

TU ÚLTIMA SEMANA CON 7 AÑOS.

Lunes, 12 de agosto. Al acostarte y arroparte y mientras nos estábamos dando el abrazo de todas las noches, una idea pasó por mi mente, 

C, hoy es tu último lunes con 7 años. 
No
Si, el lunes que viene es tu cumple. 
¿A qué hora nací?
A las 5 de la tarde. 
Pues entonces el lunes que viene es mi último lunes con 7 años. La mitad del día tendré 7 años y luego 8. Buenas noches, mami. 
Buenas noches. 

Tu lógica aplastante me desarmó completamente, porque además sabías a qué hora habías nacido,  así que la pregunta fue puramente retórica para hacerme ver que no lo había pensado bien. 

Martes. Paseábamos. 

Mamá, ¿Cuando te muere ves toda tu vida?
¿Dónde?
En tu cabeza. 
No lo sé, ¿por qué lo preguntas?
Lo dicen en las pelis y lo estaba pensando ahora. 
Pues no lo sé, lo sabré cuando me muera. 
Ya...pero yo seguiré sin saberlo porque no vas a volver a decírmelo. 

En un mercadillo te compré un foulard rosa con el que estabas completamente feliz. Posaste con él para las fotos mientras yo pensaba que si cuando me muera veo toda mi vida, quiero verte así: feliz. 

Miércoles. 

Estuviste completamente insoportable todo el día. No te soporto. Te forraste a galletas Oreo en el desayuno e hiciste rabiar a M. Protestaste en la piscina porque te aburrías de nadar y el libro del Pirata Garrapata que tenías para leer te parecía aburridísimo. Me agotaste con la cantinela:  "Tengo hambre" "Me matáis de hambre" Protestaste porque había verdura para comer y porque te obligué a tomar fruta de postre. Te peleaste con M por el ping pong y luego te hiciste bicho bola en la toalla para que quedara cristalino que estabas enfadadísima conmigo y que yo soy la peor madre del mundo mundial. 

Jueves. En el coche. Tuviste el día dicharachero. 

Y atención, señoras y señores, hoy vamos a entrevistar a M que lo único que ha hecho en la vida ha sido nacer antes que yo, pero no es más lista ni más guapa que yo.
Sí soy más lista que tú y siempre seré mayor que tú. Y además, no sabes entrevistar. 
Soy Frannnnggggcisco Prgimegggo, soy Frannnnggggcisco Prgimegggo, soy Frannnnggggcisco Prgimegggo y siempggge lo segge. Si nace otro Frangggisco, si nace otro Franggggisco...lo decapitaré. - cantas a voz en grito con la música de “Es una chica excelente”
Pero, pero, pero...¿Qué estás cantando?
No lo sabéis, es que es francés. 

Has creado una cancioncita que se quedará para siempre en nuestra familia y que te perseguirá eternamente  aunque me perturba pensar cómo se te ocurrió. 

Viernes. 

Venga chicas, vamos a jugar al parchís. 
No me gusta, prefiero la Oca. 
Venga anímate y jugamos los cuatro. 

Jugaste la partida concentrada en tus fichas verdes, sin decir una palabra. Tirabas el dado, movias las fichas y ni te inmutabas cuando te comían alguna. Al principio no me dí cuenta de que estabas tan callada y debería porque es rarísimo que no estés parloteando. 

C, estás muy callada. 

Levantaste los ojos del tablero, me miraste y me lo dijiste todo sin decir nada. Jugaste tranquila a pesar de que ibas perdiendo y no conseguiste sacar más de dos cincos en toda la partida. Bostezabas mientras jugamos. Bostezabas muchísimo y seguías callada. 

Cuando te acosté no quisiste ni leer, estabas molida. Te acurrucaste, te tapé, nos abrazamos y apagué la luz. A la media hora apareciste completamente despeinada y con cara de pena.

Mami, me duele la tripa y tengo mucho calor. 

Te acosté a mi lado para vigilarte. Con los ojos cerrados y la cara relajada pareces otra niña. Toda tu chispa, tu ingenio y tu malicia se convierten en calma y placidez. Te miro y soy feliz. ¿Cómo puedes sacarme tanto de quicio? Te dormiste agarrada a mi  mano. 

Sábado. 

Medio dormida escuché ruidos abajo y supe que eras tú pero me sorprendió no haberte oído bajar. Sabía lo que estabas haciendo y me alucinó que lo estuvieras haciendo y lo silenciosa que estabas siendo. Fui identificando cada uno de tus movimientos. Sabía lo que te estaba costando y la cara que estabas poniendo en cada movimiento. Subiste las escaleras despacito y entraste en mi cuarto sonriendo al ver que estaba despierta. 

Hola mami.- susurraste. 
Buenos días princesa

Como has hecho siempre, te acercaste y te tumbaste encima de mi. Ya no eres un bebe, eres grande y maciza pero ésta es nuestra postura y nos acomodamos perfectamente. Eres tan amorosa. 

¿Qué estabas haciendo abajo?
Una cosita.
Has sido muy silenciosa
Pues a mí me parecía que estaba haciendo mucho ruido. 

Al bajar comprobé que habías preparado tu sola toda la mesa del desayuno. Te enfurruñaste al comprobar que se te había olvidado la mantequilla. 

Domingo. 

Mañana es mi cumple. 

Te acuestas nerviosa. Muy nerviosa. 

¿Me habéis comprado el regalo?.- me has preguntado en nuestro abrazo de buenas noches.
Mmmm...no me acuerdo. 
¡Mamá!
No me acuerdo, pero lo que podemos hacer es ir a comprarlo mañana o pasado. 
¡mamá!! tiene que estar al final del caminito. Estoy tan nerviosa que no voy a poder dormir.

Pero te has dormido enseguida en tu última noche con 7 años. 

Así ha sido tu última semana con 7 años. Nuestra última semana con esa edad,  nunca volverás a tener 7 años y yo nunca más tendré una hija con 7 años.


¡Feliz cumpleaños!

¡Feliz primer día de tu vida con 8 años! 






miércoles, 24 de julio de 2013

JUAN CUMPLE 40.



24 de julio de 2013. Cumples 40 años. Exactamente 5 meses y 12 días después que yo. Los dos tenemos 40 años y estamos mejor que nunca. Lo sabemos, nos miramos, nos lo decimos y sonreímos. 

Tienes el pelo gris, pero gris de verdad. Todo. Mirando las fotos que te he regalado, me he dado cuenta de que se te ha puesto gris del todo en los últimos 3 años. A mí me gusta, gris y con mil rizos. Estás más flaco, más fuerte y más estiloso. Estás más guapo que nunca. Mejor que nunca. Cuando vamos por la calle o conocemos gente nueva siempre pienso que deben flipar al verte y envidiarme porque soy tu amiga. Y eso solo por tu pinta, si te conocieran fliparian mucho más.

Porque eres un millón de cosas más que un tío de 40 años aparente. 

Eres unos brazos largos, muy largos. Cuando escucho la palabra envergadura siempre pienso en ti y en esos abrazos que me das en los que soy pequeña, pequeña. Eres lavarse los dientes durante 20 minutos mientras hablamos de la IIGM. Eres conversaciones absurdas que comienzan con "estoy leyendo un artículo super interesante sobre si es necesario tener un subuffer en un estudio de grabación" o "Moli, adivina cuales son las operaciones estéticas qué más se hacen los tíos". Eres chistes privados que nadie más conoce pero que a nosotros nos hacen morir de risa. Eres un humor negro, negrísimo que nos ha hecho llorar de risa en los peores momentos de nuestras vidas. Eres haber aprendido juntos a posar para las fotos. Eres la respuesta ingeniosa a una de mis ocurrencias sabiendo que te la devolveré con algo igual de ocurrente y divertido. Eres una casa con porche de madera en el que he tenido 8 años y 40. Eres andar descalzo. Eres el baloncesto. Eres un encuentro en bici del que seguro que no te acuerdas cuando teníamos 9 años. Eres Asterix y Obelix. "Chipolata no flirtees". Eres los conceptos "brisa antiprensa", "empleado ocioso precio desorbitado" o "alimento que corrompe como el Cola Cao". Eres un suspensorio sacado de un bolsillo en el momento más inoportuno. Eres besos en la cabeza. Eres viajar a Gijón a ver a los Rolling hace mil años. Eres un viaje a Benidorm, el último antes de hacerme mayor.  Eres el 24 de junio y el 24 de julio. Eres "Hola guapa". Eres una piscina vacía. Eres una fiesta dentro de una piscina vacía. Eres una noche hace mil años viendo una peli en Kinépolis y hablándome del grafeno y de que nuestros hijos vivirían 120 años. Eres tu butaca delante de la televisión. Eres un viaje a esquiar en Formigal en el que no pudimos esquiar ni un día. Eres hacer electricidad estática con tu pijama. Eres helado. Eres canelones. Eres Berlín y Paris. Eres Indurain y Nemov. Eres sacarme de quicio. Eres nadar. Eres sesiones de cine en tu salón con tu supertele gigante. Eres un desastre de memoria y yo soy tu generadora de recuerdos. "No me acuerdo de nada de eso pero sigue contadome qué fue lo que hicimos que empiezo a notar  un ligero aleteo neuronal, no sé si porque recuerdo algo o porque me molan mogollón estas historias que me cuentas". Eres Maus. Eres tener un revistero en el baño. Eres tener un pato y bañarlo en agua caliente. Eres tu padre y las cosas que hacíamos con él. Eres un bajo y un contrabajo. Eres tus chaquetas de lana azul marino que pesan un quintal y me arrastran por el suelo. Eres mil manías. Eres "peristaltismo de masa". Eres "yo controlo el báculo del poder". Eres El Señor de los Anillos el día del estreno. Eres hacer música con la boca. Eres unas manos grandes con dedos largos. Eres tu gesto de señalar con el índice cuando algo te gusta. Eres la expresión "dabutir" sin que suene macarra, ochentera y desfasada. 

Desde que yo cumplí 40 años hay tres cosas chulas que hemos hecho juntos: celebrar mi cumpleaños, ir a nadar juntos en una piscina vacía y  a ver a Bruce. Quiero volver a hacerlas todas, siempre, juntos. 

Quiero cumplir 80 y seguir siendo amigos. Quiero mirarte cada vez que nos vemos y sentirme en casa. Quiero ver tu wasap y saber que estoy a salvo. Quiero saber que si te llamo y te pido ayuda dejarás lo que estás haciendo para venir a abrazarme, decirme "no pasa nada"y darme un beso en la coronilla. Quiero reirnos juntos. Quiero ver una peli sin cruzar una palabra. Quiero que me digas que no cuando te planteo algo que no te mola. Quiero que me digas que si cuando te planteo algo que no te gusta pero que sabes que me hace ilusión. Quiero que las princezaz te llamen siempre "Juan tu amigo". 

Quiero que cumplas muchos más y que los celebremos juntos. 

Eres casa.  

Feliz cumpleaños.