El sábado dos de julio terminamos de cenar a las nueva y media de la noche. El menú con el que cerramos un día larguísimo consistió en bocadillo de tortilla de queso con guarnición de palitos de zanahoria con humus y, de postre,fresas con yogur. La pregunta bomba de Clara en esa cena fue: «imaginad que entra un asesino en serie en el camping y dicen que va a matar a todas las personas de dos caravanas. ¿Os quedariáis o no? Si te quedas te dan diez millones de euros y si te vas eres pobre para siempre» Ella, por supuesto, dijo que se quedaría y que no nos daría nada de los diez millones. A veces me planteo qué tipo de valores les he inculcado.
Doce horas antes el día había comenzado recogiendo el increíble caos que en solo veinte horas habíamos creado en la habitación de nuestro hotel y disfrutando de nuestra última ducha en un baño espacioso hasta que volviéramos a Seattle. Habíamos intentado encontrar un buen lugar para desayunar (con gluten free) pero fue imposible. Seattle, a las diez de la mañana un sábado, es una ciudad fantasma. Terminamos en el Starbucks del hotel. Me repito pero ¿qué le ve la gente a esta cadena? Está todo malísimo. Yo pedí un café con leche que no pude terminarme y un croissant con almendras que se llevó la palma a la bollería industrial más repugnante que he probado nunca. Lo tiré después del primer bocado. ¿Por qué os gusta Starbucks? ¿Sabeís que tenéis un problema con vuestro sentido del gusto?
A las 11 de la mañana estábamos en Everet, a 46 kilómetros al norte de Seattle para recoger la caravana. Nos atendió una amabilísima dependienta oriunda de Alaska con el estrabismo más extremo que yo he visto en mi vida. Me voy a detener ahora en el tema de la autocaravana que se que interesa.
La amabilísima dependienta nos explicó todo el funcionamiento de la caravana, los elementos con los que teníamos que tener precaución y resolvió todas nuestras dudas. La explicación que te dan y los vídeos disponibles en la web y que Juan nos hizo volver a ver en la oficina de alquiler son más que suficientes para manejar la caravana si eres novato. Además, la compañía pone a tu disposición un teléfono 24 horas al que puedes llamar si tienes cualquier problema. Todo es bastante sencillo y no hay que tener experiencia previa para manejarse con una caravana por Estados Unidos. En nuestro caso, además, Juan ya había hecho varios viajes con caravana así que íbamos preparados. (Si no te gusta o te da miedo conducir y no has cogido jamás un coche automático a lo mejor este no es el plan adecuado para ti por muy atractivo que te parezca y muy aventurero que quieras intentar ser). Tras la explicación y tragarnos el detalladísimo video de media hora, metimos todas nuestras cosas en la caravana y nos dispusimos a salir. Una familia que acababa de terminar su viaje se acercó a ofrecernos las provisiones que les habían sobrado y que podíamos aprovechar: una red de limones, un bote pequeño de fairy, un estropajo nuevo, un saco de arroz, un paquete de macarrones, un bote de ketchup sin estrenar, bolsas de basura, rollo de cocina y un bote gigante de pretzels. Lo aceptamos todo, por supuesto. De hecho, cuando nosotros terminamos nuestro viaje hicimos lo mismo y regalamos a una familia varias garrafas de agua, rollo de cocina, la red de limones, dos saleros, un bote de pimienta y otro de orégano. Sé que suena ridículo pero al recibir de alguien que ha terminado su viaje y ha sobrevivido te sientes como cuando empezabas el colegio y veías a los mayores y pensabas: Qué mayores son, ¿algún día seré así? ¿lo lograré? Cuando eres tú el que entregas te sientes igual que al acabar el colegio, piensas: lo he superado, tú también podrás, confía.
Con todas las instrucciones aprendidas, las maletas metidas en el maletero y las provisiones proporcionadas por los caravanistas graduados salimos en dirección a nuestro viaje. Lo primero que hay hubo que hacer es, obviamente, echar gasolina. Inciso logístico. La gasolina en USA está a una media de 5,4$ por galón. Como sé que no lo sabéis os explico que un galón son más o menos cuatro litros lo que quiere decir que el litro de gasolina está, más o menos, 1,3€ el litro. Sí, más barato que aquí. (Gasto en gasolina de todo el viaje unos 1000-1200€) Fin del inciso logístico.
Después de llenar el depósito, había que llenar la nevera, así que la siguiente parada fue Winco Foods, un supermercado correcto con precios interesantes. Vamos a decir que es más o menos como un Ahorra Más. Los supermercados buenos en USA, entre Carrefour y un Supersol, son los Safeways pero son, obviamente, más caros. Cuando comparo con las marcas españolas es para dar una idea del estilo. De tamaño todos son casi como un Ikea. Es agotador. Tardamos la vida en hacer la compra porque todo nos parecía o absurdamente grande o no sabíamos como se comía, pero conseguimos una compra base que incluía fruta y verdura fresca y bastantes productos compatibles con no disparar nuestro colesterol hasta niveles incompatibles con la vida por 180$. (Me aburro de dar estos datos, que conste, pero lo hago por vosotros. Apreciadlo)
Acomodar todo en la nevera, el congelador y los armarios nos llevó un tiempo pero, por fin, nos lanzamos a la carretera. Con gran disgusto, muy pronto, descubrimos que viajar en autocaravana se parece mucho a ir dentro de un sonajero. Hay un ruido infernal que hace practicamente imposible la conversación entre los pasajeros y el conductor y el copiloto. Para disgusto de los pasajeros, la música en la parte trasera se escucha bastante poco... a no ser que lo pongas a un volumen que, entonces, disgusta mucho al conductor. Fue dificil encontrar el punto de no fricción con este tema. Otra cosa que descubrimos muy pronto es que, a pesar de tu te sientes muy poderoso conduciendo dos metros por encima del asfalto, tu caravana es una pulga comparada con los vehículos que pueblan las carreteras americanas. El ruido y el susto no fueron, ni en ese primer momento ni en ningún otro del viaje, suficiente para nublar lo impresionante del paisaje. Avanzábamos hacia el norte por una autopista que, una vez dejadas atrás las últimas estribaciones de la periferia de Seattle, se abría en unas inmensas llanuras agrícolas, llenas de prados cultivados, graneros, granjas y ríos. En Washginton hay agua por todas partes, el verdor que lo cubre es infinito y su cercanía al mar, que hace que las heladas sean escasas, confiere al entorno aspecto de terreno fértil, rico, próspero. Más al norte y el este, en el horizonte, elevándose imponente veíamos la Cordillera de las Cascadas. Cumbres alpinas nevadas recortadas contra el cielo azul que nos pillaron por sorpresa, casi como si nunca hubiéramos visto una montaña.
Y así fue. Caímos como piedras. Como espero caer ahora por el bien de mi salud física y mental y la continuidad de este diario.
Mañana más.
9 comentarios:
Gracias por los detalles logísticos! Como nos conoces…😉
Agradezco y valoro muchísimo tus diarios, yo, que soy incapaz de perseverar en los míos. Y sí, yo soy la de la frase, la que confía en la memoria. Mal hecho, lo sé. Besos y descansa.
Me está flipando ese viaje. Una pregunta ¿seguro que era la isla de Victoria y no la ciudad de Victoria en la isla de Vancouver? La isla Victoria está al noreste de Canadá. Me sigue flipando este viaje, ¿eh?
Salud.
Rataflau
Estoy encantada leyendo, espero el diario con ilusión. Gracias.
Te leo y me encanta, pero yo no siempre soy capaz de acabar mis diarios de viajes, quiero conseguirlo en mi viaje de agosto, pero no las tengo todas conmigo. Está genial poder conservar aquí (tu blog) todos esos instantes.
Dusfrutando de tu relato "casi"como si estuviera alli!!!!
Estupendo, disfrutando de tu relato, como cuando empecé a leerte en UNA MADRE SIN SUPERPODERES.
Ayyy que divertido es leerte! Me encanta tu estilo.
Apreciado queda el viaje por carretera... resulta menos beat que el otro famoso, pero pienso que le ganas en cercanía.... es como si hicieras que lo “doméstico” se haga misterioso... exagerando un poco parece que puede aparecer en cualquier momento un Jasón despistado, camino de Alaska... seguiré atento!
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