martes, 12 de abril de 2022

Hasta que las pienso

No he visto Retrato de una mujer en llamas porque en su día no encontré el momento de ir al cine, no encontré el momento de verla cuando estaba en una plataforma y el viernes, cuando me apeteció verla, ya no la encontré en ninguna de las que tengo. ¿Por qué me apeteció justamente el viernes? Porque en el desayuno había conocido a la directora, Celine Sciamma leyendo sobre ella un perfil en el New Yorker. Al llegar al artículo me sorprendió lo mucho que Celine se parece a Cate Blanchett, después pensé que seguro que me caí mal y, al acabar el texto, cogí mi libreta de citas y apunté esto: «Si no te lo transmiten, siempre hay que inventar. Eso genera mucha ansiedad. Te genera ansiedad tener que inventar lo que es besar a una mujer cuando no lo has visto. Pero lo haces. Lo inventas».

No lo había pensado nunca. Crecemos pensando que todo lo que tenemos que saber ya está inventado, ya está ahí, flotando en la sociedad, en la vida, en el colegio, la universidad, las pelis, la radio, los periódicos, internet y que lo único que tenemos que hacer es ir aprendiéndolo según un ritmo que nos marca la edad, la educación o nuestra familia. Pero ¿qué pasa con lo que no te cuentan pero existe? ¿Con lo que existe pero no se ha contado nunca? Celine habla de los besos entre mujeres en el cine, besos pasionales, besos lujuriosos. Ella explica como tuvo que inventar la manera de mostrarlo en el cine. Me quedé pensando al terminar el artículo. No es inventar es contarlo, mostrarlo, enseñarlo, convertirlo en algo tan natural como los besos entre hombre y mujer que han inundado nuestros ojos desde siempre porque están en todas partes.

No lo había pensado nunca. 

 Y como eso, hay un millón de cosas.  

El sábado mi madre me contó que una de sus amigas del colegio (tienen un grupo de wasap muy activo en el que están todo el día charlando), les ha confesado que ella no se lava el pelo en casa desde que salió del colegio. «¿Cómo?» «Que no se lava el pelo en casa nunca» Mi madre me lo repite más alto como si yo hubiera preguntado porque estoy sorda y no por la incredulidad que tal afirmación me provoca. 

«Vive cerca y no cocina» leo en otro artículo sobre la actriz Patricia Clarkson. La periodista se ha citado con ella en un bar cerca de su casa y, por lo visto, como Clarkson no cocina, así en general, no cocina nunca, no cocina nada, baja todos los días a comer y/o cenar al susodicho garito. «¿Cómo?» Me quedo tan estupefacta como con la amiga de mi madre. Dedico un buen rato de mi mañana darle vueltas a este pensamiento. Me resulta inconcebible, inimaginable. Puedo imaginarme siendo rica, teniendo una librería, siendo soltera, teniendo seis hijos y catorce nietos, siendo malabarista, carnicera, escritora del New Yorker, ¡francesa!, lesbiana pero comiendo siempre fuera de casa y no lavándome la cabeza jamás... no lo concibo. 

Y como eso, hay otro millón de cosas que no concibo. 

Hasta que me las encuentro. 

Hasta que las pienso. Y algo hace click. 

Y vengo aquí y lo escribo. 



3 comentarios:

gonzalo g dijo...

Y que siga siendo así, y que sigas escribiendo lo

Teresa dijo...

Hay mucha gente que no cocina nada. Sobretodo hombres. A mi me parece un lujo poder pasar de cocinar en casa. Pero mi economia y mi estómago no me lo permiten.
¿Te sorprende que no cocine nada? O te sorprende que sea amujer y no cocine nada?
Lo de no lavarse el pelo en casa es muy de señora mayor, les da mucha pereza porque peinarse bien es un trabajo pesado y si no se tiene maña puede ir con los pelos como escarpias. Hay muchas señoras que van siempre, siempre a la peluqueria una vez a la semana o cada quince días. Y jamas se lavan el pelo en casa.
Para mi lo mismo que comer fuera... un derroche de dinero. Solo voy si hay que cortar. Pero seria un lujo porque pereza me da un rato.

Anónimo dijo...

Leyéndote me ha venido a la mente aquello que en su momento dijo Donald Rumsfeld, aquel halcón de la administración americana en la época de George Bush y la guerra de Irak: “ Hay cosas que sabemos que sabemos, hay cosas que sabemos que no sabemos, pero también hay cosas que no sabemos qué no sabemos.”

Si lo pensamos bien, esta tercera categoría de cosas, todo lo que ignoramos no saber, es la inmensa cantidad de realidades, mundos, vidas y personas que existen. Es fascinante.

Descubrir un día que una señora (o muchas) no se lava la cabeza en casa o, como me pasó a mí hace unos días, conocer en el barrio gótico de Barcelona a una mujer joven que ha sido profesora de educación física, cuidadora de niños y ancianos, paseadora de perros, mantera en las Ramblas, masajista, ha estado casada y divorciada habiendo padecido una fatal historia de amor tóxico y alienante (si es que a esa historia puede llamársele amor), ha padecido y superado un cancer y ahora se dedica al trading (compra y vende acciones en bolsa vía internet) y tiene una frescura vital y una envidiable luz en la mirada….es algo ciertamente revelador.

Y como todo descubrimiento, nos dice tanto de los otros y de todo eso que no sabíamos que estaba y existía, como de nosotros mismos.

Me ha gustado mucho volver por aquí y leerte.

Fdo. Aquel viejo blog Marlei.