viernes, 18 de marzo de 2022

Hombres, gorras y escribir

No sé si me gustan los hombres con gorra o solo algunos hombres con gorra o solo algunas gorras o algunos hombres. Sí se que las gorras con visera plana no le sientan bien a nadie pero inexplicablemente todo el que la lleva se ve favorecido. Hace muchos veranos, pocos en tiempo cronológico, pero muchos en experiencia vital, paseaba con mis brujas por la orilla del mar y les iba diciendo «prometedme que no vais a salir con nadie que lleve un tatuaje con la cara de su abuela en un brazo, ni con nadie que lleve un anillo de esos gordos en la oreja ni, por favor, con alguien que lleve gorra de visera plana». A mí me gusta llevar gorra, me encantaba una que teníamos en casa de los bomberos de Sacramento. En 2002 fuimos a Nueva York de viaje de novios pospuesto. La ciudad entera, era octubre, era un homenaje a los bomberos muertos en el 11-S. Nuestro hotel estaba lleno de bomberos de todo el país y cada vez que subíamos o bajábamos en el ascensor nos rodeaban hombres estupendos, como castillos de grandes, y muy muy amigables. En uno de esos ascensores nos regalaron aquella gorra. ¿Me está bien? En mi imaginación, sí. ¿En la realidad? No creo. Y es raro porque, en general,  me quedan bien los sombreros. Casi todos. No sé si todos y tampoco quiero probarlo. En la Maravillosa Señora Maisel y en The Crown salen unos sombreros imposibles, los primeros son imposibles pero de ser feliz y los segundos son imposibles y amargos. Entre las cosas que ya no tenemos, que se han perdido y que veo complicado que vuelvan, además de los teléfonos de rosca, los teléfonos anclados a la pared, los que llevaban cable, las cosas con cable, en general, los embozos, las colchas, las guías de viaje en papel, los mapas que nunca volvían a estar doblados como debían, los juegos de café con tazas y platos a juego, como su propio nombre indica, la división entre ropa de trabajar y ropa de salir, la clasificación de la ropa por estaciones, las tarjetas de visita y las de trabajo en papel, la gente con reloj, los suizos, (los bollos me refiero, no los de Suiza que supongo siguen existiendo) y las  expresiones «preguntan por ti», «blanco y en botella», «dale la vuelta a la cinta»,«Cógeme el recado», «¿Negro o rubio?», está la costumbre de salir a la calle con sombrero todos los días.  Nunca sabré si sería una mujer elegante con sombrero. Nací tarde para eso pero a tiempo para no tener que tener llevar falda todos los días. Salgo ganando. 

Todo este flujo absurdo de pensamientos brota de mis agotadas neuronas cuando en el metro entra un hombre con gorra. Me fijo en él. Hubo en tiempo en mi vida en que no me fijaba en los hombres, otro tiempo en el que empecé a fijarme con curiosidad, otro tiempo en el que lo que quería era que ellos se fijaran en  mí  seguido de otro tiempo en el que me daba igual que se fijaran o no. Después llegó el tiempo en que yo decidía si quería que se fijaran o no en mí que desembocó en el que estoy ahora, en el que elucubro tonterías en el metro cuando entra un tipo con una gorra en mi vagón y yo voy pensando que hubo en tiempo en el que podía escribir en mi blog cada día. Un tiempo en el que siempre se me ocurrían cosas y tonterías para contar. 

No puedo,  y además no quiero, hacer nada para que vuelvan los sombreros, los teléfonos con rosca o las guías en papel pero sí que voy a hacer todo lo posible por seguir escribiendo... aunque sean tonterías. 


7 comentarios:

Di Vagando dijo...

Sensación de déja-vu/vecú con lo de publicar todos los días :) Lo necesario es escribir todos los días de lo que sea. Tal y como está la situación, una no escribiría sobre nada, pq todo parece idiota, o narcisista o directamente carente de sensibilidad. Pero qué pasa, tenemos ratones o nos cruzamos con tíos con gorra de visera y, eso hay q sacarlo por algún sitio :)

Estas gorras aquí donde vivo se asocian mucho al mundo yanki: tenía un compa de NY al q spr veía trajeado y un día me lo encontré por el centro (sí, en Londinum tb te "encuentras" con gente) e iba con gorra: sin palabras.

Y a seguir escribiendo (aunque sea como terapia, como hoy para librarte de ciertas ideas intrusivas de tipos con gorravisera q pueden degenerar en estrés postraumático). Porque si ya escribíamos en diarios cuando no nos leía nadie, yo no voy a dejar ahora q me leen dos...

kiss

di

molinos dijo...

Hola DIIIIIII... eso es, escribir cuando no nos lee nadie, de cualquier chorrada. Ayer venía pensando que no se me ocurría nada, vi al tipo de la gorra y de ahí salió esto. ¿Va a cambiar el mundo? No. ¿Proporciona sabiduria? No. ¿A mí me sirvió? Sí.

Me encanta tener un blog.

Besossss

Marta dijo...

Yo necesito leer un blog dos veces al día cómo mínimo, así que GRACIAS 🥰

Migas de Palabras dijo...

Sigue escribiendo. A mí me encanta leerte, mirar tu mundo a través de tus ojos, q no son los míos, disfruto muchísimo, me río o me quedo pensando... Leyéndote me parece reconocerme
En algunos comentarios y en ocasiones hasta pones nombre y palabras a lo q no sabía q estaba pensando.

Eva Mª. Serra dijo...

A mí me encanta leerte.¡Gracias por seguir escribiendo!

Lo+ dijo...

Eso es!!! sigue, por favor!! A mí me encanta pasarme por aqui y encontrar un post nuevo.

Anónimo dijo...

Voy a poner un simil, no se si será acertado, escribir es como cocinar , los ingredientes son las ideas y hay quien con ingredientes sencillos km 0 te cocinan un plato que se convierte en un placer para los sentidos, otros escriben mirándose el ombligo y sus "platos" no trasmiten nada, en todo caso , todos los días es necesario comer, asi que gracias por por alimentarnos con tus "platos/relatos", también depende del hambre con que los devoremos. Sigue escribiendo Molinos