jueves, 30 de abril de 2020

Estos días. Y llegaron ellas.

El 9 de marzo fui a ver a las niñas. No recuerdo si fui exclusivamente a verlas o había algún otro motivo. Volviendo del trabajo había escuchado que en Madrid iban a suspenderse las clases durante dos semanas. Les dije que no fueran al colegio al día siguiente, que no hacia falta y las dos me miraron muy serias y me dijeron que tenían que ir, que tenían que recoger sus libros. Charlamos sobre lo que haríamos el siguiente fin de semana en Los Molinos e hicimos planes para Semana Santa. A partir de ahí nada salió como habíamos planeado. El siguiente fin de semana no llegó, como tampoco llegó la Semana Santa. Lo que llegó fue una cuarentena y un estado de alarma máxima y la decisión que tomamos El Ingeniero y yo de no moverlas, de quedarnos cada uno dónde estábamos. 

Me imagino a mí misma con su edad en estas circunstancias y sé que no lo hubiera llevado tan bien como ellas. No se llega a los cuarenta y siete siendo campeona olímpica de la ansiedad sin llevar entrenando desde la más tierna infancia. Ellas, mis princesas, han heredado de su padre una tranquilidad y una calma que me admira. Durante cincuenta días las he llamado cada tarde después de los aplausos y me han aguantado como han podido. ¨mamá, hoy no nos llames que ya nos vas a ver mañana" 

Se habla de los niños sin salir, de los deportistas, de la gente mayor y a mí me preocupan los adolescentes. Cuando estaban a punto de conseguirlo, cuando estaban rozando la línea de salida de la independencia, del ir y venir, de quedar con amigos, ir a conciertos, disfrutar de las fiestas de los pueblos más allá de los coches de coche, de quedar para echar horas estudiando en la biblioteca, de enamorarse y ligotear sin parar, de vivirlo todo por primera vez creyendo que son los únicos a los que eso les ha ocurrido, les han cerrado la puerta en las narices. En casa, sin salir, y con tus padres. Es como si les hubieran hecho una versión de miedo de Ricky Business.

Ya están aquí, conmigo. Cincuenta y dos días después nos hemos reencontrado. Bajé a recogerlas con todos los papeles legales necesarios,  sabiendo que si me paraban por la carretera lo más probable es que acabara llorando intentando explicarle al policía lo mucho que había echado de menos a mis hijas. Al vernos no sabíamos abrazarnos, como si se nos hubiera olvidado o nos costara volver a tocarnos. Después de muchos años hicimos el viaje de vuelta sin escuchar música, charlando a través de nuestras mascarillas. "Mamá, me mareo de ver tanto". 

Ya están aquí, conmigo. Instaladas en su cuarto, con sus cosas, con sus perros. Tenemos que crear rutinas nuevas y yo me siento casi como cuando nacieron, las miro mientras duermen, cuando desayunan, cuando pasan por delante de mí mientras ando trabajando y me admira que sean mis hijas, que estén aquí, que sean como son. Antes de ir a buscarlas tenía miedo de que ya no quisieran estar conmigo, de no saber llevarlas, de no saber estar, al fin y al cabo, esto también es nuevo: reencontrarnos, en medio de una pandemia, después de cincuenta y dos días. 

Todo está bien ahora. Incluida la certeza de que en un par de días estaremos discutiendo porque han dejado las zapatillas tiradas, porque su concepto de hacer la cama se parece sospechosamente a no hacerla en absoluto o porque tras cincuenta "voy" no hayan ido a ninguna parte. 

Ya están aquí, todo está bien. 

13 comentarios:

Alicia dijo...

Me alegro, disfruta de ellas, ha debido ser muy difícil, pero ya están contigo.
abrazosss

anonimaporteña dijo...

disfrutalas!

Lo q Leo dijo...

Pregunta, pregunta
voy a escribir un libro "Yo conviví 1080 horas segidas con dos adolescentes y no cai en las drogas"

mi mujer está esencialmente en su curro y yo me encargo de esa caja de sentimientos desordenados que son mis dos adolescentes.
Besicos.

1080=24x45

Anónimo dijo...

Disfruta de tus hijas me alegro que de estes con ellas de nuevo.
Y te apoyo totalmente en lo de que nadie se acuerda de los adolescentes,. Como madre de hija única de 13 años que está abriendo la puerta a la adolescencia. Creo que nadie se esta acordando de ellos y me da mucha pena. No quiere salir con migo a dar una vuelta, cosa que entiendo, yo con 13 tampoco querría . Ella quiere ir a baile con sus amigas salir a dar una vuelta nu quedarse a ver entrenar a sus amigas a voley. En fin paciencia no queda otra.

Anónimo dijo...

Por fin están ahí!!!

Hoy lloro contigo.

No sé porqué, pero este post me parece muy emotivo. No sólo porque ya tengas contigo a tus hijas, más bien por lo que expresas sin decir.
Enhorabuena!!

Enja

Tita dijo...

"me mareo de ver tanto"

Tanto dicho, en tan poco.

Como todo tu post, te imagino ensimismada observandolas. Que dure!

Me has alegrado el día, gracias por compartir un post tan especial.

Beli Álvarez Silva dijo...

Hola Ana, Me encantan todos, todos tus relatos, los que publicas en el blog, en facebock, en instagran; los veo y leo todos y repito me encantan. No siempre te hago comentarios para no parecer "Pesada" y muchas veces me quedo con ganas de hablarte, pero hoy quiero decirte que las flores más bonitas que tienes en el salón hoy no las tienes en los jarrones: están durmiendo arropadas en el sofa. Mañana saldré a caminar y recogere flores pensando en Vosotras (incluyo a la Abuela Moli) Biquiños.

Juanola dijo...

No sé si a los casi 18 se es adolescente. Lo que sé es que no son adultos, por mucho que les quede un cuarto de hora para poder conducir, o elegir gobierno.
Ayer hablábamos de algo que comentas tú aquí. Este era su “el verano”. Llevan todo el curso, mucho más, en realidad, trabajando muy duro, por aquello de que “te juegas tu vida en un examen” (que sabemos todos, incluidos ellos, que no es así, pero el resultado simplifica mucho las cosas).
Y de golpe, pufff, el verano se evapora. Ya no hay fiesta de graduación, ni baile, ni inter rail, ni otro viaje. Puede que, por no haber, no haya ni piscina. Les han robado su momento.
Y no pueden ni decirlo, porque, con la que está cayendo, son/somos egocéntricos, infantiles, egoístas, irresponsables...
Pero eso, casi 50 días sin salir de casa, estudiando on line, con amigos virtuales... y ni soñar con el verano.

Cerealita dijo...

Yo también he pensado mucho en esto. En los jóvenes que justo empezaban a tener un poco de libertad y de repente han tenido que encerrarse con sus padres. Me dan mucha pena, no sé si puede decirse que se han llevado la peor parte pero sí creo que para ellos, la experiencia de pérdida, de renuncia, es mucho mayor.

Anónimo dijo...

Primero, me alegro de que estés más tranquila y feliz ya reunidas las tres. Qué genial y es reconfortante que todo se vaya normalizando si se puede utilizar esa expresión.

Pero me váis a perdonar, convertir en significativo, siquiera señalar, el aburrimiento de una panda de adolescentes (que lo sé, que es duro y que hay que situarlo en su contexto, no lo paso por alto) con la que está cayendo, me deja un poco desconcertada. En una escala de tragedias como las que nos rodean, vitales, personales, económicas... ¿de verdad que la peor parte se la llevan unos muchachos que se aburren? No sé, a veces me digo que lo que está sucediendo debería servirnos para algo más que el consabido "pobre de mí" y el de aprender a lanzar la mirada un poco más lejos que la de nuestra situación personal. Y tampoco estaría de más tratar de hacerselo ver a esos chicos de los que habláis, al fin y cabo lo que nos sobra es tiempo y cercanía con ellos y oye, de paso los entretenemos un rato.

A ver si lo que sucede es que "el adolescentismo" no va a ser tanto de ellos y sí de una sociedad sobreprotectora que ni siquiera aprovecha convulsiones como la actual para mirar alrededor y ser consciente de realidades ajenas. Y realidades muy muy jodidas. Son tiempos trágicos y resulta curioso que ni se mencione ese hecho.

En fin, lo mismo se me ha ido un poco la pinza pero es que me ha sorprendido una visión tan personalista y banal. Pero en fin, es cierto que esta es tu casa y debes poder expresar o contar lo que te apetezca sin más así como quien comenta. Como mi propio comentario, ya.

Un abrazo.

Marga

molinos dijo...

Marga, en ningún momento y de ninguna manera he dicho que lo peor sea que los adolescentes se aburran porque además no se están aburriendo para nada. Soy muy muy consciente de las realidades ajenas, y mi angustia y ansiedad te aseguro que no viene de mi situación personal que soy perfectamente consciente de que es muy buena. Me angustia y me da ansiedad las tragedias económicas, personales muy muy dramáticas que te aseguro que no pierdo de vista ni un momento.

Mi comentario sobre los adolescentes no va porque lo estén pasando mal, no hablo por los de las demás pero mis hijas no se han quejado ni una sola vez, ni una vez han dicho nada. Mi preocupación que sé que es banal pero que tengo a ratos porque así funciono es que para mí, para ti, cuando tenías 17 años sabías o creías saber como iba a ser tu vida: empezarías a salir, tendrias pandilla,iriias a la universidad etc. Todo lo dábamos por supuesto... todo era seguro. A ellos eso se les ha derrumbado y desde mi punto de vista se enfrentan a un futuro nuevo que no tienen ni puta idea de como será y que nosotros no podemos decirles como será. ¿Es lo peor del mundo? No. ¿Les va a pasar algo? No, pero a mí me crea cierta ansiedad... aunque sea una chorrada y sabiendo, como sé, que hay realidades mucho más trágicas como por ejemplo la muerte del padre de una de las amigas de mis hijas.

Más grave me parece la banalidad y la infantilización de adultos que piden que todo se solucione para poder irse de vacaciones, eso sí que es infantilizació. Gente cuya máxima preocupación es saber si va a poder correr por un parque o irse a la playa en noviembre mientras mueren 200 personas al día, adultos hechos y derechos preguntando "que hay de lo suyo" mientras su vecino de escalera no tiene para pagar el alquiler. En eso estoy contigo, hay parte de la sociedad a la que sto no le va a servir de nada... y esa parte no van a ser los adolescentes.

Anónimo dijo...

Para serte sincera creo que hice un poco de trampa. No en vano llevo siguiendo tus escritos el tiempo suficiente como para no saber cuál es tu mirada sobre el mundo y como en muchas ocasiones coincide con la mía. Y en tu tema tan peliguado y evidente como el que nos ocupa no iba ser tan diferente.

Pero trataba de que no se olvidara y de que la gente que te lee no lo pasara por alto si habían tenido la tentación de hacerlo.

Estoy pelín susceptible con el tema y también un poco, un mucho, tocanarices y pedagógica y a veces escojo estrategias no siempre adecuadas. Pero es que éstos tiempos son tan extraños que ni siquiera sé si se me va la mano con ellas. Seguramente sí.

No, esa parte no va a ser la de los adolescentes, lo sé. Y me entristece tanto pensarlo. Si no aprendemos de ésto ¿de qué o cuándo lo haremos? ufff

Marga

Jorge Ariz dijo...


Ha debido ser duro para ti. Me alegro de vuestro reencuentro. Disfruta de ellas.

Un abrazo