martes, 3 de marzo de 2020

Lecturas encadenadas. Febrero

Febrero es uno de mis meses favoritos. Es mi cumpleaños, todavía hace frío y los días siguen siendo cortos.  Este año el invierno casi he tenido que imaginármelo pero sigue siendo un gran mes, el último respiro antes de la llegada de los jinetes de la apocalipsis: la primavera, la gente diciendo "huele a aperitivito", "que bien se está al sol" y el temido cambio de horario que hará los días más largos. 

Al lío que este post va a ser largo y provechoso porque ha sido un grandísimo mes de lecturas. Y os va a salir caro. 

El día de mi cumpleaños Juan Tallón y su nueva editorial, Anagrama, decidieron homenajearme publicando su nueva novela, Rewind. De la historia que cuenta Juan no puedo desvelar mucho porque además, como en casi todo lo que escribe Tallón, la historia es casi lo de menos. ¿Qué importa porqué estalló el edificio? ¿Qué más da si fue culpa de alguien? Lo que importa son las voces de los personajes que nos cuentan qué pasó, qué les pasó a ellos y en eso Tallón se ha superado porque consigue que cada voz sea distinta, esté completa, tenga una vida entera detrás y por eso, cuando pasas de una a otra (hay cinco en total) te quedas, por un momento, desubicado porque no quieres despedirte de ella, dejarla atrás, quieres seguir conociéndola.  A algunas de las voces, además, les coges cariño y el salto a otra te cae casi como una bofetada, como si despertaras de un sueño sobresaltado y te sorprendiera encontrarte en tu propia habitación. El desconcierto dura poco y tras un par de párrafos entras otra vez en el pacto narrativo y vuelves a creerte esa nueva voz. 

Rewind es una reflexión sobre como las desgracias reconstruyen el antes y el después de una vida. Las tragedias no solo cambian el futuro, lo suspenden, lo cancelan y cambian el pasado porque desde ese nuevo futuro inesperado, llegado por sorpresa, la interpretación del pasado se rehace por completo, casi como si viajaras en el tiempo para mirarlo de nuevo de una forma diferente: rewind. No sé si hay dos, tres o mil universos paralelos pero las desgracias, las tragedias, desdoblan tu pasado y desdoblan tu futuro, a partir del momento en el que ocurren transitas por un futuro que se vuelve totalmente inesperado mientras observas en paralelo el futuro que imaginaste que sería el tuyo antes de que la tragedia te golpeara.  Y ocurre lo mismo con lo que ya viviste, rebobinas un nuevo pasado recorriendo la señales que quizá no viste venir y que te llevaban a la tragedia y dejas de vivir en el que efectivamente ocurrió. De eso va Rewind.  

El libro está plagado de hallazgos, a veces creo que él también sabe que son hallazgos y se enamora de ellos y se gusta mucho y los acarrea para repertirlos mil veces y se le olvida que los repite o piensa que el lector no tiene memoria. Aún así, algunos me gustan mucho: 
«A todos nos admiraba su nariz, capaz de inventar emanaciones sugerentísimas, que inclúian el olor a "televisión recién apagada" , " a ropa planchada y doblada" o a "botella de vino medio vacía". »
«Su conversación en lugar de mantenerte en frente te envolvía»
«Hacer las cosas por primera vez es uno de esos asombros fascinantes que en ocasiones depara la vida. Nada es igual al esplendor de los comienzos, la memoria fija cada uno de esos instantes, como si la vida pura y dura también se organizase en fotogramas, y cuando transcurre el tiempo hace que aún sientas la admiración y la extrañeza de todo lo que viviste tal o cual día»

Leed Rewind, ya estáis tardando.  

Retiro de Serguéi Dovlátov (con traducción de Alfonso Martínez Galilea) fue un regalo de reyes. Antes de nada decir que la edición de Fulgencio Pimentel es preciosa y está cuidadísima. Dovlátov es ruso y vivió en la Unión Soviética hasta que en 1978 llegó a Estados Unidos tras pasar unos meses en Viena. Años antes su mujer y su hija se habían exiliado pero él no quería marcharse porque pensaba que un escritor sin su idioma deja de ser un escritor (esto me recordó a Agota Kristoff en La analfabeta donde explicaba esta misma sensación, la de expresarte en un idioma que no es el tuyo y lo que eso supone). 

En esta novela, totalmente autobiográfica, el alter ego del autor, Boris Alijànov llega a trabajar a una especie de parque temático sobre Pushkin huyendo de sus acreedores, sus deudas, su falta de éxito como escritor y de una relación complicada con su mujer. En ese parque temático conoce gente de lo más peculiar a los que retrata con muchísimo y con los que mantiene unas conversaciones muy absurdas que a mí me han recordado a los diálogos de Cuerda. 

Me ha dado cierta pena no leerlo en ruso porque resulta que Dovlátov tenía como norma no poner jamás en el mismo renglón dos palabras que empezaran con la misma letra. Me parece una imposición muy personal y muy arbitraria pero seguro que sirve para ser mucho más consciente de lo que escribes (y para poner más puntos y aparte).

Me ha gustado mucho pero es un libro al que hay que dedicar un buen rato. No es un libro para leer cinco páginas antes de dormir y recuperarlo al día siguiente. El ritmo de escritura de Dovlátov es muy especial, no es denso, ni lento ni complicado pero necesitas dedicarle un rato largo para conseguir entrar en ese ritmo y deslizarte por su escritura y meterte en la historia. Tengo otras dos novelas suyas esperando en la estantería.  
«Siempre ocurre lo mismo: la excesiva cercanía impide valorar adecuadamente las cosas. A todos nos parece evidente que los genios deben tener amigos, pero ¿quién va a pensar que su amigo es un genio?»
Y el sentido del humor:
«Mi amigo Beróvich solía decir: 
 Está bien entrar cuando te invitan. Es horroroso cuando no te invitan a entrar. pero lo mejor es cuando te invitan y tú no entras.»
Las ratas de Miguel Delibes fue mi siguiente lectura y qué lectura. Me ha encantado. Delibes publicó Las Ratas cuando vio que no podía seguir escribiendo en el periódico artículos denunciando la situación del campo, la censura era mucho más férrea con el periodismo que con la literatura así que decidió dejar las crónicas y hacer una novela.  Es mucho más coral que El disputado y transcurre por entero en un pequeño pueblo delimitado por los tesos que la rodean y que hacen su campo árido, hostil y al mismo tiempo todo un universo para sus habitantes. El Nini (sin nombre) es una especie de Cayo en pequeño, lo sabe todo y lo conoce todo. Es casi como un pequeño espíritu del campo, podría ser en una obra de Shakespeare un fauno o un duende. Lo sabe todo porque todo lo mira y todo lo aprende. Hay también una especie de sabio al que solo El Nini presta atención, El Centenario.  Es una novela muy coral con muchísimos personajes perfectamente identificables.
«No lo entenderán.dijo El Nini.  ¿Quienes? preguntó El Ratero.   Ellos murmuró el niño.»
«No lo entenderán» ¿Quienes? Nosotros. Nosotros hemos dejado de entender ese modo de vida, apegado a la tierra, pendiente de la lluvia, la sequía, el calor, el pedrisco, el vieno, la nieve, la religión. Nosotros hemos dejado de entender el paso del tiempo con los santos. Delibes abusa de su uso pero yo creo que lo hace de manera intencionada para colocar al pueblo en un espacio/tiempo casi legendario donde las referencias temporales no nos dicen nada. No es lunes ni martes ni domingo, no es febrero ni abril ni agosto, no es primavera, ni verano ni otoño. Es San Martín y San Melitón y la víspera de San Restituto y Santa Oliva. Algunos, muy pocos, podemos reconocer alguna de estas referencias pero la mayoría son desconocidas, como si contemplaran la medida del tiempo en una civilización lejana y hace tiempo desaparecida. Y esa es la idea de Delibes, retratar el campo como algo perdido, como algo que se estaba perdiendo.

Abrojo, escíbalo, sisón, alcaraván, camachuelo, barda, caletre, alcor, argaya. He aprendido que cínife es mosquito y que un frangollo es una cosa hecha deprisa y mal.

Leed a Delibes.

El NAO de Brown de Glyn Dillon ha sido el tebeo del mes y me ha gustado muchísimo. La historia es chulísima pero lo que más me ha gustado es el dibujo: el trazo, los colores, el detalle, el mimo, la calidez.

Nao vive en Londres, su madre es inglesa y su padre japonés y convive con un trastorno obsesivo que le hace tener pensamientos destructivos hacia otros y también hacia si misma. Se ve siempre como alguien que no merece la pena, alguien malvado y cruel que merece morir, sufrir, pasarlo mal. No quiero contar nada más de la historia para que la descubráis y sobre todo para que disfrutéis del dibujo y del rojo. Y no digo más.

El último libro del mes ha sido un ensayo, dieciocho para ser más exactos, y se titula Ex-libris. Confesiones de una lectora. Ann Fadiman recoge aquí varias reflexiones sobre el mundo de la lectura y los libros. Fadiman habla sobre la organización de las bibliotecas caseras, sobre la relación que algunos establecemos con las erratas en los textos, sobre los increíbles tesoros de la prosa más alucinante escondidos en los catálogos de venta por correo (o en el de IKEA), sobre leer en alto, sobre las dedicatorias.
«Este libro es el todo lo que he intentando crear a partir de miles de cosillas que abarrota mis estanterías combadas.»
Tiene un capítulo dedicado al Estante suelto. «Creo que todo el mundo tiene su biblioteca un Estante Suelto. En ese estante hay un pequeño y misterioso conjunto de volúmenes cuyo tema nada tiene que ver con el resto de la biblioteca y, sin embargo, tras mirarlo detenidamente, dice mucho de su propietario.» Pensé que yo no tenía un Estante Suelo pero luego recordé que sí lo tengo, tengo dos baldas enteras dedicadas a la Segunda Guerra Mundial y acumulo lecturas sobre ese tema que nunca ha dejado de interesarme desde que me enganché a él hace ya más de doce años.

Habla también de comprar libros de segunda mano y de dedicatorias preciosas. Incluso dedica un ensayo a los problemas de lenguaje y género y me identifico completamente con su opinión:

«Como ocurre demasiado a menudo en estos tiempos, veo que mi paz de lectura y escritura está siendo alterada por una guerra entre dos sectores semánticos opuestos, uno feminista y el otro reaccionario. La mayoría de la gente que ha escrito sobre la parcialidad sexual en el lenguaje se decanta por uno u otro bando: o lo quieren cambiar todo o no entienden a que viene tanto jaleo. ¿Es que soy la única que se siente dividida? En términos lingüísticos, como en los demás ámbitos, mi ser feminista nace de un simple deseo de igualdad. Estoy de acuerdo con el uso de términos con el género neutro como auxiliar de vuelo. Sin embargo, mi ser reaccionario prevalece cuando oigo que alguien intenta purgar la parcialidad en expresiones como «a cada uno lo suyo» sustituyéndola por «a cada uno y cada una lo suyo». 
Un libro maravilloso sobre el amor a la lectura escrito con muchísimo humor y que por supuesto también recomiendo. (Eso sí, la traducción es un poco regulera)

Este post ha quedado largo y sobre todo os va a salir caro porque lo recomiendo todo. Ahorrad o id a las bibliotecas pero no os lo perdáis.


Y con esto y llorando por el invierno que no ha sido, hasta los encadenados de marzo.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

"las ratas"...., cuando leí a Intemperie me trajo un recuerdo a las ratas y a la familia de pascual duarte. Una tierra áspera, dura, personajes sometidos por el medio. No sé si te ocurrió a ti también. Intemperie me gustó, el siguiente de Carrasco menos y , desde mi punto de vista, Las ratas está a otro nivel.

Creo que Delibes es el autor del que más he leído. Para ver otra faceta de don Miguel te recomiendo "diario de un jubilado" o "cartas de amor de un sexagenario voluptuoso", te reirás.