domingo, 4 de junio de 2017

Hasta el último momento


«Lean... un tipo fantástico», sin razón, por impulso, pinché en el enlace y leí «Una derrota triste. Porque no era ninguna decisión, era una nueva renuncia, una prueba más de que no tienes la vida bajo control. Otro aprendizaje en la aceptación de la nueva realidad».

¿Quién había escrito esto? Pinché en el perfil, reconocí al autor y al ver que había publicado un artículo tres días antes pensé que debía estar mejor, que el tratamiento que seguía había funcionado. Al volver a twitter descubrí que acababa de morir, que había muerto ese mismo día y una extraña sensación de incongruencia empezó a invadirme. Volví a ver la charla por la que le conocí hace años, bucee en su cuenta de twitter, y la incómoda sensación fue creciendo y creciendo hasta ser una bola enorme en mi interior. 

«Vaya, parece que me han sentado mal los churros del desayuno, los tengo clavados aquí» fue lo último que dijo mi padre antes de desplomarse muerto en el acto. Esa frase me persigue desde hace veinte años ¿quién elegiría esa frase como sus últimas palabras? Mi padre no sabía que iba a morir y esas palabras son la prueba de que seguía vivo hasta el último momento. Estás y, en un instante,  dejas de estar.   

Hace veinte años no había redes sociales, ni internet, ni móviles, la muerte tenía menos resonancia. Alguien moría y podías, de hecho pensabas, creías, que cuando  se había ido apagando poco a poco, que el proceso lógico que te lleva a la muerte es un progresiva y más o menos lenta desconexión  de la vida. Inconscientemente creemos que te vas preparando, que te vas dando cuenta, que te vas muriendo poco a poco.  En la época de la tecnología, cosas como tuitear, colgar un post en Facebook, una foto en instagram o escribir un artículo están al alcance de casi cualquier enfermo hasta el último momento, convierten la muerte en algo incongruente, inoportuno, casi imposible. 

¿Cómo ha muerto hoy si ayer escribió un artículo? Porque te aferras a la vida, porque no sabes que es tu último momento, porque estás vivo hasta el último momento. 


14 comentarios:

Anónimo dijo...

Molt gran, en Carles Capdevila.
Descansi en pau.

Anónimo dijo...

También creí hace unos días que debía estar mejor :( A medida que envejezco voy afirmándome en que la muerte debería ser progresiva. Para el muerto y para los que se quedan. Pero en las redes sociales nos relacionamos de forma ilusioria: nos sentimos afectivamente muy cercanos de algunos "seres" pero no tenemos idea de quiénes son, qué les pasa.

Virto dijo...

Pues sí, otro efecto más de las redes. Este curioso y revelador. La muerte como un interruptor y poco más...

NáN dijo...

Gracias por traer esto.

Anónimo dijo...

Grande Carles! Como dijo Risto Mejide en su columna de el Periódico, un tipo que escuchaba la vida.
Gracias por tu "homenaje"
A mí también se me hizo raro pensar en su muerte sintiéndolo tan vivo.
Gracias.

Alberto Secades dijo...

Creo que no se puede ser padre y, habiendo escuchado una charla de Capdevila, no recordarla años después.
Dejaba huella. ¡Qué necesario es el humor!

Gracias por ayudarme a recordarle otra vez.

José A. García dijo...

Las redes asociales y su ilusión de cercanía, de encontrarnos lado a lado cuando nunca fue así, vuelven todo más difícil, incluso el luto.

Fuerza,

J.

Anónimo dijo...

tomar ejemplo los demás... ese es su legado

Anijol76 dijo...

Sin duda tenía menos resonancia y tardábamos más en enterarnos de la muerte de alguien conocido. Pero la noción de que la muerte podía llegar de repente yo la recuerdo igual desde hace mucho, mucho antes de todo este invento. Cuántas veces habré oído "¿Muerto? No puedes ser, si ayer mismo estuve con él y estaba perfectamente".

Anónimo dijo...

Si me lo permites te diré que la última frase que dijo tu padre es una frase estupenda. Y lo es porque es de una persona que vivió hasta el final, con
total normalidad, sin estar convaleciente ni agonizante, sin atravesar una larga enfermedad, sin sufrir... y sin que sus seres queridos lo viesen apagarse poco a poco. Esas muertes son un mazazo para los que quedamos aquí porque no estamos hechos a la idea, pero quizás sean lo ideal. Y desde luego son la demostración de que tenemos que tratar de "vivir" todos los días, no planear tanto el futuro... Ahora estoy aquí. Mañana no lo sé.

Anónimo dijo...

"La esperanza le pertenece a la vida,
es la vida misma defendiéndose".

La cita es de Julio Cortazar.

Fdo. Aquel viejo Blog Marlei.

Matías dijo...

Soy de los que piensan que nuestro destino está escrito desde que nacemos. También me han surgido esos pensamientos cuando alguien muere repentinamente.
Un saludo.

Unknown dijo...

Imagina cómo estaba yo el viernes...sólo un mes después de que mi padre dejara de estar. La pesadilla había durado un mes, clavado. No hay ninguna manera de prepararse ni ninguna manera "mejor" de que la muerte ocurra.
El mismo pensamiento me embargó después de que aquél domingo los oncólogos de guardia nos dijeran que nos pasaban a una habitación individual. Cómo puedo estar hablando contigo...y saber que en unos días no vas a estar?...too much.
Grande Capdevila.

ELISA dijo...

En tu casa se respira vida y felicidad, sin duda. Gracias por recordarme Antón Carolina 😀😀😀 la había olvidado.