miércoles, 9 de noviembre de 2011

ACOMPAÑAR

La primera vez que murió el padre de un amigo me encontré sin saber que hacer. Yo tenía 16 años y recuerdo que mi padre me dijo: haz el favor de llamar a tu amiga.

Yo no quería. No quería pensar en que un padre podía morirse. No quería hablar con mi amigo. No sabía que decirle. Tenía miedo. Le dije a mi padre que había llamado pero que comunicaba…era mentira, había colgado antes de que les diera a tiempo a descolgar.

Compartir la alegría o los buenos momentos con otra persona mola mucho. Ya expliqué hace mucho tiempo que aunque seas una cumbre de la empatía es imposible sentir lo mismo que otro alguien…pero la alegría, el entusiasmo y la felicidad se expanden hacia fuera y aunque tú no estés igual de alegre, entusiasmado y feliz…algo de esas sensaciones caen sobre ti y te hacen sentir bien. Molan esos momentos.

Compartir los momentos chungos no mola nada. La naturaleza es sabia y aunque creas que si, es imposible compartir el dolor, la pena, la angustia o la tristeza suprema de otro alguien. Puedes llegar a atisbar ese dolor..pero no lo sufres. Y eso no es malo, sencillamente sería imposible vivir si la pena de los demás fuera realmente compartida. Nos pasaríamos la vida agonizando.

Aún así, aún sabiendo que esa pena o ese dolor es incompartible ( creo que esta palabra no existe) nos resistimos a acercarnos a ese momento de dolor o de pena. Nos sentimos inútiles, impotentes, creemos que no podemos hacer nada para aliviar al otro en ese momento de debilidad. Tenemos miedo. Miedo de no saber que hacer, de no saber que decir, de que todo lo que digamos o hagamos no sirva de nada y mucho miedo de atisbar aunque sea ligeramente la tristeza infinita, la pena suprema y el dolor inconsolable.

Todos,  como yo con 16 años, buscamos excusas. No he podido hablar con él, no he tenido tiempo para ir, tengo trabajo y no puedo escaparme, si fuera yo me gustaría que me dejaran en paz…etc, etc. Sabes que estás siendo cobarde, que tienes miedo y que todas esas excusas no son para el otro, si no para ti mismo..para no enfrentarte al miedo que tienes. Al final acabas yendo pero un poco por que es lo que hay que hacer, porque es una costumbre, un tema social. Vas sin saber muy bien para qué. 

Y un buen  día te encuentras en el otro lado. Eres tú el de la pena suprema, la tristeza infinita, y el vacío en el estómago. Tú eres de corcho. Al contrario de lo que siempre pensaste, no tienes miedo. Duele pero no te da miedo.

Empieza a llegar gente. Amigos, familiares, compañeros de trabajo. Descubres al contrario de lo que habías pensando antes, agradeces infinitamente su presencia. Sabes que la gente te quiere, a ti y a tu familia, pero verlos llegar a abrazarte, sin saber que decirte, a acompañarte hace que te sientas mejor, que te sientas querida. Sabes que no lo sienten como tú..pero eso no importa. Verlos allí, acompañándote te reconforta. Te gustaría decírselo a todos..gracias por venir…gracias a ti, a cada uno de vosotros por venir, por acercaros..por pasar por encima de vuestro miedo, de vuestras excusas internas, de vuestras complicaciones logísticas y acercaros a decirme que estáis conmigo. Pero no puedes hacerlo…porque no es el momento, porque no tienes tiempo, pero aprendes una cosa muy importante que jamás se te olvidará.

Cada vez que una de esas personas pase por lo que tú estás pasando, sabrás lo que duele.  Sabrás la pena inmensa que les anega. Sabrás que verte llegar allí a las 8 de la tarde, darles un abrazo fuerte que les transmita tu cariño y decirles “ lo siento en el alma” sintiéndolo en el alma de verdad, les reconfortará, les hará sentirse mejor y les ayudará un poco en ese momento tan duro. Sabrás como se agradece  hablar de otra cosa, de cualquier chorrada. Sabrás como el humor negro es un recurso buenísimo para liberar tensión  y sabrás como reírse en esos momentos sienta fenomenal. Sabrás como se agradece el contacto, la mano que les coge mientras hablan, la mano en el hombro mientras se ríen del chiste sobre ataudes y sabrás como se siente el abrazo final cuando te marchas...

Sabrás que  en esos momentos, acompañar ayuda muchísimo.

El tiempo de rumiar en silencio la pena suprema, el tiempo de preferir la soledad, viene después y también hay que estar pero de otra manera.

Para mi amiga O. a la que acompañé ayer.

34 comentarios:

José Antonio Peñas dijo...

He estado en los dos lados, y es cierto. Hay un momento para estar sólo, pero también para notar el calor de los demás. Lo que sobran, siempre, son los que simplemente cumplen, los del Siempre se van los mejores (sí, por eso tú estás aquí) Ahora está en un lugar mejor (Si fuera cierto te suicidarías para ir ahí ¿no crees?) No somos nadie (eso usted, yo soy perito agrícola) y demás bobadas. En ese momento necesitas el abrazo sincero, el que te deja fundirte y abandonarte en el hombro de la otra persona por unos instantes. Y no sólo es bueno recibirlo, darlo también vale la pena, porque sabes,que, por poco que sea, ayuda.

Gallinica dijo...

Precioso post. Yo soy de las que no sabe qué decir pero me parece importante estar cerca por si eso reconforta al "anfitrión" aunque apenas pueda acercarse a saludar.

Newland23 dijo...

Yo todavía no he sido nunca corcho, por eso es estupendo saber que mis torpes esfuerzos por consolar a alguien no han sido en vano.

Portarosa dijo...

Sí.
El cariño es de lo poco que puede hacer algo por nosotros en esos casos. Estoy seguro (aunque por suerte solo me lo imagino).

Diva Gando dijo...

Esto que comentas es como lo del amor, quién lo probó, lo sabe.

Y sí, es verdad que reconfortan.

TXABI dijo...

... hoy, esta tarde, quiero acompañar a alguien que lo necesita: precisamente ayer murió un compañero del despacho; 31 años; así, de repente (con mujer y una niña de 13 meses). Y sé que no sabré qué decir, pero quiero estar al lado de los suyos
(y sé que en parte es egoístamente, porque yo querría que estuvieran a mi lado llegado un momento así, aunque no me dijeran nada... sólo estando ahí).

Anónimo dijo...

Uf, es dificil saber estar, pero muchas veces el hecho de acercarte es suficiente.
No concibo tanto dolor, pero trato de pensar en "qué me gustaría a mi" y parece que funciona...

Cuando no sabes que decir es un momento de angustia horrible.

Mara dijo...

He tenido la desgracia de no sentir nunca el miedo a acompañar, porque fui la primera de mi gente en pasar al otro lado con 19 años... Y efectivamente, hasta que no estás al otro lado no sabes lo que puede llegar a reconfortar un abrazo, una sonrisa, una mirada, un chiste... Y hasta que no estás al otro lado, no sabes lo que se puede decir y lo que no... La desgracia es que para saber lo importante que es "acompañar" en determinados momentos, hay que pasar al otro lado, y eso... eso... eso es dolorosísisisisimo... Si por mi fuera, y me dieran a elegir, preferiría seguir sin saber acompañar, pero teniéndole a mi lado. Buen post!

Anusky66 dijo...

que gran verdad Moli !!! en esos momentos agradeces cada gesto, cada apretón de manos , cada abrazo y hasta las miradas de soslayo ,mostrando apoyo ,entre el miedo de quien no sabe que hacer o decir.

Unbesazo

Ana María dijo...

Yo valgo para estar ahí, abrazando, poniendo el hombro, contando chistes, bajando a tomar café.

No valgo para llamar por teléfono y dar el pésame.

Abrazos, montones de de abrazos, Moli

Angela dijo...

Perfecto.

Cristina. dijo...

Pues me acabas de sacar de una duda enorme.Por suerte aún no me ha tocado estar en el lado de la pena inmensa,y el viernes tenía una misa de familia y pensaba¿Qué Pinto yo allí si tampoco tengo mucha relación?,pero si la simple compañía sirve...Gracias Molinos.

A. Sandler dijo...

brillante. me ha gustado mucho!

sin duda, no deja de ser un parte más de la vida con la que hay que lidiar (la más jodida...)

cheers y un brindis al sol por esos abrazos;)

XAquí dijo...

Bravo, Moli.
Lo hacemos lo mejor que podemos, yo pienso que la pena también se expande, las emociones las detectamos en mayor o menor medida, muchas veces queremos explicarlas o comprenderlas bajo la horma de nuestra experiencia y cuando vemos que otros no las sienten así, tendemos a creer que no lo comprendemos, pero las hemos sentido que es lo único para lo que sí que estamos hechos -percibirlas, no explicarlas.

Chirly dijo...

Tal cual.

Tita dijo...

Desde luego que como se acompaña (ese para mi es el cometido) cuando tu ya has perdido, es completamente diferente a cuando no. Porque aun no sabes de lo necesario que es sentir que si te caes, hay mil personas para recogerte.

Yo no entendi el manido "te acompaño en el sentimiento" hasta que no senti en mis carnes que efectivamente, me acompañaban en lo que yo sentia. Desde entonces lo digo con convencimiento...mientras abrazo apretao.

NáN dijo...

Tienes toda la razón: cuando has estado del otro lado, se borran todas esas pulsinanimidades (no sé si existe el palabro), que en realidad son miedos, y sabes lo que vale.

Por eso tu padre tenía razón. Por eso cuando uno de los grandes amigos llamó a Luis a las 9 de la noche, cuando tenía 15 años, para decirle que su abuelo se había muerto y estaba en el tanatorio de Carabanchel, le di 1.000 pesetas en billetes de cien y le dije coge un taxi, ve con tu amigo y quédate todo el tiempo que haga falta. Y aprendió en qué momentos su presencia es necesaria.

Hay vecesen las que los padres somos necesarios. (Muchas menos de las que pensamos, pero sí algunas).

Anónimo dijo...

Yo no tengo miedo de acompañar, no se me da mal. Pero, cuando he estado al otro lado...casi que hubiera preferido estar sola con mi dolor, mi añoranza y el futuro vacío. Soy raruna.
Rosulae

JuanRa Diablo dijo...

Pues como en esos momentos de los que hablas aquí, hoy no sé que decir.
Que he asentido todo el tiempo. Y que no lo has podido explicar mejor.

Lapislàzuli dijo...

Sí, se lo qué es pasar por ese trago tan amargo de perder a una persona querida,recuerdo qué solo quería estar sola, sola de verdad,en silencio, en intimidad con mi pena y dolor, pero tampoco podia actuar de tál manera, me debia tambien a ellos, a los que me acompañaban y es curioso pero pese a lo mal qué estás recuerdas quienes estuvieron a tú lado..Si,la verdad reconfortaba ese calorcito.. no los olvidaré. Saludos

isa dijo...

Por eso yo, a dos meses de la muerte de mi marido, me lanzé a la manifestación del 11M, para acompañar a los familiares y amigos de las víctimas, para que se sintieran queridos, y me emocioné y lloré viendo tanta gente junta, tanta empatía, tanto calor....
yo también estuve acompañada en momentos tan difíciles, y por eso lo compartí ese día también.
Besos desde Segovia

B dijo...

Sólo una vez he tenido que acompañar de las de verdad, de las que duelen, de las que van contra la naturaleza...y la impotencia es brutal.
Yo sé manejar mi dolor, mis tiempos, mis lágrimas, pero no el de los demás, vas un poco a tientas, intentando acertar, sintiéndote idiota por miedo a meter la pata y con un dolor distinto, que es el de ver sufrir a la gente que de verdad quieres.
Y ya, que me pongo tontorrona.

Un post fantástico.

Eli dijo...

No conozco a O ni se x lo q ha pasado, aunque me lo puedo imaginar. Os mando un fuerte abrazo a las dos

Isabel dijo...

Yo corroboro lo que se agradece esa compañia en esos momentos y desde que me toco a mi, no me ha dado ninguna pereza acompañar a los que les ha tocado despues de mi. En un dia pase de estar muerta de miedo a estar muerta de pena. Y jamas olvidare lo reconfortante que fue sentirnos tan queridos.
Un abrazo de 'lo siento en el alma' para O.

_Xisca_ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pilar Abalorios dijo...

Hasta que no pasas por el proceso, no entiendes lo importante y consolador que es recibir el consuelo aunque sea mudo de quienes te quieren. Es de las cosas que la edad enseña, eso y un padre inteligente.

Alber dijo...

Uf, lo del humor negro es lo mejor de lo mejor en un funeral. Aunque mucha gente pueda pensar que no, yo cuando murió mi hermano me rei muchísimo. Y lo hacia por dos cosas: primero, porque no molestabamos a nadie recordando con un amigo suyo sus andanzas en el instituto (de como se metieron en el laboratorio de quimica, recortaron una piel de gato en forma de bigote y perilla y se presentaron barbados en clase, el mismo día que intentaron cambiar unos cuadros de sitio y cuando el jefe de estudios los pilló con las manos en la masa, en lugar de disimular, hicieron "rewind" y empezaron a andar hacia atrás, cada uno con su cuadro, lo colgaron en sus sitios, se dieron media vuelta y se largaron como si no hubiera pasado nada, etc) Y segundo...si el hubiera estado allí vivito y coleando, sería el primero que estaría contando esas historias. Esos momentos de risa tonta en el tanatorio sirvieron para aliviar un poco la pena por la muerte de un chaval de 24 años, que ya tiene tela!!

Esther dijo...

Horrible el tema del post de hoy.
Preciosa forma de contarlo.
Un beso

Anónimo dijo...

Mis sobrinos recordarán siempre la Iglesia abarrotada de gente en el funeral de su padre y aunque con 6 y 4 años entonces, sonreían a la gente y decían "¡Cuantos amigos tenía Papá"! Eso se lo agradeceremos nosotros de por vida y siempre estaremos nosotros para ellos igual. Un post precioso. Le lanzo a O. el mayor de los abrazos, que estoy segura tú le diste.
Anónima Marta

Paula dijo...

Me quedan días contados para estrenarme como corcho...con mi padre, evidentemente no me viene nada bien, pero no queda otra....
Alguna otra vez me ha tocado de acompañante y no se si para bien o para mal jamás he sido capaz de decir aquello de "lo siento mucho, te acompaño en el sentimiento", yo soy mas de abrazarme y llorar o compartir un cigarro en silencio. Solo espero y deseo que conmigo hagan lo mismo.........
Animo a todos los que lo han padecido, lo padecen o acabarán por padecerlo.

Pikifiore dijo...

Vaya...no podrías haberlo escrito mejor...yo me siento muy torpe en esos casos, pero sé que todos estamos igual.

Er-Murazor dijo...

A mi me pasa lo que tú dices. Soy muy poco empático, así que nunca sé qué hacer ni decir en estas situaciones. Al principio iba porque era lo que tocaba, lo que había que hacer,... Cuando me pasó a mi por primera vez, entendí de verdad cómo se siente uno en estas situaciones.

Sigo sin saber qué hacer ni decir en estos casos, pero sí que sé que siempre que se pueda hay que acompañar. Al menos eso.

Anónimo dijo...

Post de 10.

Anónimo dijo...

Que suerte tenemos de tener amigas como tú, que no sólo acompañan, sino que saben acompañar....

Fdo: la del cerdo agridulce....