jueves, 16 de julio de 2015

Ancianismo: las señales

- Uy. ¿Sabes lo que me apetece?
- No, dime.
- Un Bitter Kas.

"Bitter Kas" es una combinación de palabras que convierte a tu madre, tu tía, tu padre o quién sea de una persona "mayor" en alguien "anciano". Hasta el momento que tus mayores dicen "Bitter Kas" has pensado, sabido, sentido que tus padres, tíos o compañeros de curro eran mayores que tú, pero no "viejos". "Bitter Kas" las convierte a ellas en la Reina Madre y a ellos en "Papa Pitufo". 

- No sé por qué dices eso. Bitter Kas es una bebida de toda la vida. 
- Ahá. De toda la vida de viejos. ¿Cuándo has bebido tú Bitter Kas?
- Nunca, pero ahora me apetece. 
- ¡Ahá! Porque ahora eres viejo. 
- Eres insoportable Moli. 

Hay más señales en ese camino que convierte a tus padres en abuelos; en el camino que te lleva a relacionarte con tus padres como si fueran tus abuelos y no los abuelos de tus hijos. 

El bolso en las rodillas. Estad atentos porque no hay vuelta atrás con este gesto. Una vez que tu madre, tu tía o tu prima, a la que tienes mucho cariño y con la que recuerdas haber tomado tus primeros martinis, se sienta en un bar y hace equilibrios sujetando el bolso en las rodillas y sin soltarlo... ha dado un paso de gigante hacia la abuelidad. 

Carterita para monedas para ellos. Un buen día y después de años de soportar bolsillos de pantalones rotos y dejar un rastro de monedas en los sofás al sentarse y tumbarse, tu tío, tu padre o tu primo decide que no lo soporta más y se compra una carterita solo para las monedas. Si llegáis a un bar, pedís dos cocacolas (si pide Bitter Kas, es momento de llorar por la juventud perdida que no volverá) y a la hora de pagar mete la mano en el bolsillo,  saca su carterita de herradura, la abre con gesto profesional, la ahueca, CUENTA las monedas y dice "Deja que pague yo que tengo suelto", le queda menos para volver al esquijama. (Dice "suelto" y no "cambio"). 

"Rebeca", para ellos y para ellas. Cuando alguien dice rebeca en vez de jersey, chaqueta, abrigo o "algo para ponerte encima", inmediatamente lo ves en blanco y negro ligeramente difuminado. 

Los análisis de sangre. Hasta determinado momento vital ir a hacerse unos análisis de sangre y/u orina es un trámite desagradable, coñazo, que siempre se posterga, que muchas veces se olvida y que se intenta resolver en el menor tiempo posible. De repente, un buen día, tu conocido te cuenta por teléfono el día que tiene cita para los análisis, te lo recuerda la semana antes para explicarte porqué no puede ir esa tarde al teatro y el día antes vuelve a recordártelo. No contento con eso, después de hacérselos te lo narra a tiempo a real, tan real que te preguntas si no hubieras ganado tiempo acompañándole y aprovechando para hacerte los tuyos. 

Cuando recibe los resultados, tu conocido los analiza pormenorizadamente. De alguna carpeta recóndita y de la que tú desconocías su existencia saca todos los análisis que se ha hecho en su vida, separados por laboratorios, y te expone a una tesis doctoral sobre cómo cambian las mediciones del colesterol y así "¡es imposible enterarse!"

La visita al médico. 

- ¿Qué tal el médico?
- Regular
- ¿Regular? ¿Qué te pasa?
- Nada. No me pasa nada, pero es que voy y me liquida en 2 minutos.
- ¿Y?
- Pues que ya que voy me podría hacer más caso.
- Pero, ¿te pasa algo?
- No, pero eso da igual. 

Mirad a vuestro alrededor. El ancianismo está a la vuelta de la esquina. Nos acecha. 

martes, 14 de julio de 2015

El sueño de un curso de verano

Por razones que no vienen al caso, tenía vacaciones, solterismo premium de luxe y ganas, muchísimas ganas, de ir al curso de este año, "Los demonios de la ciencia. Educando (con)ciencia" en San Sebastián. Por supuesto tenía motivos intelectuales muy poderosos y otros motivos nada intelectuales pero igualmente poderosos. La oportunidad de juntarme con un montón de amigos, poner cara a unos cuantos descerebrados, comer como se come en San Sebastián, dejarme mimar por los mejores anfitriones del mundo y huir del calor asqueroso de la meseta y comprobar que "Euskadi tropical" se corresponde con primavera fresca en Madrid. 

Si los cursos de verano tuvieran pensamientos, deseos, ilusiones o sueños, como (casi) todas las personas, su mayor ilusión sería ser un curso de verano de los que se celebran en el Palacio Miramar de San Sebastián. 

El Palacio Miramar lo tiene todo, está en la ciudad más bonita de España, en el mejor sitio y además, y esto es lo más importante, no parece un palacio. Es una casa grande, muy grande, con un jardín maravilloso con sombra, hierba, bancos y flores donde te quieres quedar sentado y no hacer nada en todo el día, salvo disfrutar de estar sentado ahí. Pensar y disfrutar cada minuto en ese banco para que no se te olvide nada, para recordar cada cambio de luz, cada racha de viento, cada ola que llega a la playa y cada paseante que se cruza. 

Cuando entras en el palacio no tienes la sensación de estar en un espacio inabarcable, lleno de salones y habitaciones demasiado grandes y que no sabrías cómo llenar. Todo tiene una escala adecuada, incluso a veces estrecha, y al dirigirme hacia mi sala voy pensando en qué pondría en cada rincón, debajo de cada una de las ventanas con esas maravillosas vistas. Pienso también que no dejaría pasar a los turistas e ideo posibles carteles disuasorios como "peligro, dragones", que es muy de palacio, o "peligro, cuarentena", que sería mucho más efectivo.

Este año tocaba en una sala blanca, completamente llena de estucos con relieves. Encima de las puertas hay unos frisos con motivos de niños o angelotes (no los distingo bien pero creo que no llevan alas) jugando, cantando o bailando. Hay una chimenea con un enorme espejo encima en el que no me veo porque soy bajita y otro tapando el hogar, en el que intento ver mis pies a través del mar de sillas. No lo conseguí en los tres días. 

Hay lámparas de cristal tallado que cuelgan del techo, sujetas con cables tapados con telas de terciopelo verde. Lo mejor, sin embargo, es que la sala tiene grandes ventanales hasta el suelo que se abren al paisaje, que se abren literalmente para dejar entrar el viento y el olor a mar y un poco de fresco. Están flanqueados por cortinajes azules con las iniciales M y J bordadas. Reconozco que en algún momento se me fue el santo al cielo mirando por la ventana. 

He aprendido muchísimas cosas y sobre todo me he dado cuenta, una vez más, de la cantidad de cosas que no sé y que ni siquiera sabía que existían. También me he aburrido algún rato, he perdido el hilo y no he sabido si era por mi culpa o por el ponente. He preguntado sobre el efecto placebo y he discutido sobre la responsabilidad de la organización de los Premio Nobel en el uso publicitario de su premio para vender productos fraudulentos. Confieso que no me convenció la respuesta de los científicos... quedó pendiente esa discusión. Me he traído una lista enorme de libros y unas cuantas cosas en las que pensar y sobre las que escribir. He conocido a Helena, las dos teníamos muchas ganas de vernos en directo y me encantó saber que le había inspirado (un poco) para escribir el relato con el que ha ganado un premio de relato divulgativo. 

No todo han sido placeres intelectuales. La compañía ha sido fabulosa. Me he reído hasta las lágrimas, he conocido a descerebrados que me han invitado a comer y con los que he hablado de lo divino y lo humano y me han dejado a deber un paseo por Deba. Los mejores anfitriones del mundo me han llevado a cenar y ¡me han invitado a su casa! He conocido Hendaya y a toda la familia de mi amiga Inés. He discutido con Gustavo sobre las motivaciones del periodismo y las ventajas o desventajas de vivir en Madrid y me sentí como una azafata acompañando a una celebridad com Mulet por San Sebastián. 

He visto el Peine de los Vientos y he escuchado la lluvia contra la ventana en mi celdita de la residencia universitaria. Me han llamado señora más veces en 3 días que en todo el año. He desayunado 3 napolitanas de chocolate y no fui capaz de terminarme una cola de merluza de anzuelo que estaba de llorar de buena. A cambio me faltó lamer el plato de la tarta de manzana templada con helado de vainilla. ¡He probado las kokotxas  y bebido champán!  

Si hubiera imaginado un plan perfecto para mis días de solterismo... hubiera sido este: el sueño de un curso de verano. 

Después he estado en Cantabria infinita y también ha sido fabuloso... pero eso es otra historia y será contada en otra ocasión. O no

jueves, 9 de julio de 2015

Al final, llueve

Oigo la alarma del teléfono.En mi camita de Julie Trinos en Sonrisas y Lágrimas quiero morir del sueño que tengo. ¿Por qué irse a dormir a la 1 implica, entre despedidas y demás, meterte en la cama a las 2? Claro, que si los niños de la habitación de al lado no hubieran estado charlando hasta las mil lo mismo tendría menos sueño. De todos modos, prefiero tener sueño a haber sucumbido a la tentación de asomarme a la ventana y chistar para que se callaran. Me niego a ser "esa señora mayor". 

Arriba. Cielo gris. Vientecito y llueve. Lloro de la emoción. Voy a estrenar el vestido nuevo, con zapatillas. Me tengo que concentrar para no dormirme en la ducha. 

¡Qué bien me lo pasé ayer! Es alucinante cuando los planes salen bien pero es increíble cuando no planeas nada y todo sale perfecto. Fue super chulo comer en Bilbao con I y J. La plaza dónde comimos con los plátanos enoooormes era preciosa y luego el paseo al Guggenheim charlando con I sobre los problemas que la limpieza de la casa genera en una pareja  fue un descojone. 

Conocer a txipi. Mola la vida. Te levantas por la mañana en tu casa y sin pensarlo, ni comerlo ni beberlo, a las 4 de la tarde conoces en 3D a alguien con el que llevas hablando por la red 5 años. Es más alto de lo que pensaba. Él habrá pensado que soy más bajita. "Eres exactamente como te imaginaba". Pero ¿Qué imaginaba? Ya dejo poco a la imaginación. Mil fotos, las charlas, la radio... menos el tacto creo que todo lo demás ya está visto. 

La expo de Jeff Koons moló mucho. El Guggenheim me encanta, la colección permanente es un bluff pero las temporales molan. Y la de Koons es tan kitch, tan de la vida diaria, tan reconocible, tan de me lo llevo todo a casa y al mismo tiempo me horrorizo del horterismo, que es hasta divertida. Pobre I, en la sala de Koons en poses eróticas, casi porno, con Ciccolina casi le da un colapso. 

No sé si luego tomando una coca cola con txipi estuve muy loro. Tengo que intentar controlar mi verborrea, morderme la lengua. A lo mejor si me siento encima de las manos hablo menos. Si no puedo gesticular  seguro que hablo menos, tengo que probarlo. 

Estoy rota. Al final entre unas cosas y otras llegue a Donosti a las 9...después de salir a las 12 de Los Molinos. Mola todo improvisar pero estoy molida. Tirar las cosas en mi celdita de novicia, darme cuenta de que podría ser la madre de todos los que están alojados en este colegio mayor y salir corriendo a por el bus para llegar a cenar fue una paliza. 

Pero qué bien me lo pasé, como me reí y ¡qué sorpresa que Ines llevará tacones! Debería comprarme algo de tacón. Y ponérmelo, claro. Lo pensaré. 

Llego tarde, llego tarde, llego tarde. 

Pero llueve. 

Me encanta esta ciudad. 

miércoles, 8 de julio de 2015

Viaje hacia el Norte

Menos mal que he tenido un momento de lucidez y he decidido hacer antes la maleta. Si llego a decidir ducharme primero ahora tendría que cambiarme entera y volver a la ducha. Qué caloreta tengo, me suda todo. Sudor de canalillo en modo niágara. No entiendo cómo no han inventado un desodorante de canalillo. Inventan Chilly para unos picores que nadie que yo conozca tiene y un desodorante de canalillo que es una necesidad básica no se les ocurre. Sí, se puede usar cualquier desodorante pero lo mismo pasa con las cremas y las hay para cada trozo de piel. 

Bien. Ya está todo. El libro, otro por si acaso. Mierda se me olvida la toalla, la pluma, las sandalias. Otra vez a subir. Menos mal que no me ve nadie, he hecho una maleta como si me escapara de casa, qué contenta estoy de haber comprado un coche ranchera, no tengo que preocuparme del espacio. 

Joder qué calor del infierno. 11:58, rumbo al norte. A ver si hay suerte y refresca. Cerceda, Soto, Manzanares... qué casas más horrorosas se construye la gente. Nunca sé si es que los arquitectos son lo peor o que la gente paga y aunque el arquitecto le diga que lo que se está construyendo es un engendro le da igual. A ver si identifico la casa que papá y mamá querían comprar cuando éramos pequeños. No la compraron porque tenía una terraza enorme sin barandilla que, a nosotros, nos encantó pero era un peligro. Ahora no creo ni que dejaran  construir esa casa y por otro lado mejor que no la compraran. Mi vida sería completamente distinta si hubiéramos tenido esa casa y no, me gusta mi vida. Sería tan diferente que ni siquiera sería Molinos. 

Carretera de Burgos. 35 grados. Las princesas deben estar recocidas en su campamento. Espero que se les pase la gastroenteritis y empiecen a pasárselo bien. No sé si esto que siento es un poco de cargo de conciencia. No, no, no. Es pena porque me da cosa que estén pachuchas de campamento pero no es nada grave, nos hubieran llamado si fuera grave. No le voy a dar más vueltas. ¿Qué día es hoy? 7 de julio, San Fermín.
 "El suelo es el piso, el piso el departamento".
debería escribir en el chat de primos para que R sepa que Rafa Pons está en Buenos Aires y que puede ir a verle al concierto. En cuanto llegue voy a mandar un wasap para pasar lista a ver dónde están todos y que manden fotos. 

"Ya no me asusta el inviernome doy más miedo yo".
A mi tampoco me asusta el invierno, me encanta. 35 grados marca fuera. Qué pesadilla, menos mal que me he puesto vestido y sandalias. Tengo el móvil echando humo de contactos para quedar, yo creo que llego a las 3:15 a Bilbao sin problema. La verdad es que no pensé que iba a quedar con nadie y no me pegan las sandalias con el vestido. Voy a cepillarme el pelo. ¿Habrá una normativa que prohiba cepillarte el pelo mientras conduces? tengo que acordarme de cortarle la etiqueta a este cepillo, a ver si lo saco en público y hago el ridículo. Pero, ¿Qué digo? No voy a peinarme en público. 

Gogoratu. Recuerde. ¡Qué distinto suena! Gogoratu, gogoratu. Ya no se me olvida, como orbela. Me flipan esos caseríos pero no sé porque siempre me imagino viviendo en ellos cuando llueve y no con este sol... "¿Por donde vas?". Parque Gorbeia. Me recuerda a Pinilla y la llama que se perdía en el monte y se convertía en un animal legendario. Bueno, no se perdía, se escondía. Pinilla, que rabia que ya me lo he leído todo. Podría ir a Getxo a dar un paseo...

21 eurazos de peaje. Madre mía, qué pastizal del infierno y además taquicardia. Tengo que trabajar esto, no puede ser que me entre el síndrome del aeropuerto cada vez que llego a un peaje. Siempre lo mismo. Llego y creo que he perdido el ticket, y pienso que me he dejado la cartera en casa y en 2 nanosegundos me imagino dando explicaciones al de la caseta o peor a los 20 coches que están detrás de mi y encima teniendo que llamar a alguien apra que venga a darme pasta para pagar. ¿A quién llamo si ya casi estoy en Bilbao? Y ahí me paro, encuentro el ticket y la cartera aunque claro, parece que un perro a escarbado en mi bolso y tengo todo esparcido por el coche. 

- Entra por Zabalburu 
- Mi coche es azul apolo 
- Ya te he visto con tu pelazo.¿Qué leches es azul apolo? 

26 grados. El Guggenheim y amigos que me dicen "eres exactamente como te imaginaba". Adoro esta ciudad.