viernes, 25 de noviembre de 2016

Di no a tus hijos

"Estoy un poquito saturada de la publicidad enfocada a querer hacerte sentir culpable a los padres que tienen vida más allá de sus hijos. Decirle a tus hijos "ahora no puedo", "ahora no me apetece", "ahora no quiero" no te convierte en mala persona. Ya está bien con la estupidez."

Cuando tienes hijos, desde el minuto uno en el que salen de ti y los tienes en brazos se produce en tu cerebro un movimiento de tectónica de placas. Todo aquello que, hasta entonces, había ocupado tu cabeza; tus pensamientos, tus ideas, todo lo que conoces, sabes, te gusta, te entretiene, lo que odias. Todo tu trabajo, tus aficiones, tus hobbys, toda tu vida y todo lo que te hace ser tú y no tu vecino del descansillo o tu compañero de curro empieza a moverse en tu cabeza. Esa masa compacta que eras se resquebraja y comienza a moverse para dejar hueco a todo lo que ese extraño, que tienes en brazos, va a necesitar y ser. 

Los primeros años de tu hijo todo tú eres ese ser. Qué necesita, qué quiere, qué le pasa, qué no le pasa, qué siente. Piensas en todo lo que puede pasarle, en lo que puede sufrir, en si le duele algo, en si come, si engorda. Piensas en si está hablando tan bien como debería, en si sufrirá en el colegio, en si será capaz de hacer amigos, en si necesita ir a piscina o a fútbol, aprender inglés o piano. Dedicas recursos neuronales, físicos y mentales a pensar en lo que hace falta en casa, en que la ropa esté limpia, en mantener una rutina, en estimularlos, en que duerman, que descansen, vacunarles, llevarles a las revisiones. te organizas para ir a todo: fiestas, funciones, reuniones, actividades. Te agobias pensando si lo estarás haciendo bien, en si tus decisiones son correctas o equivocadas. Agonizas a ratos pensando que eres un desastre. Mueres de amor por ellos y te agotas. 

Las placas tectónicas en tu cabeza y en tu interior tienen zonas de subducción por las que todo lo que eras antes de tener hijos se va hundiendo poco a poco hacia lo más profundo, queda sepultado por debajo de todo eso que en otras zonas de tu cabeza, en los bordes constructivos de tu placa no para de crecer construyendo cordilleras cada vez más altas con todo lo que tus hijos requieren de ti. Montañas cada vez más altas con lo que necesitan y lo que te aportan. 

Tras muchos terremotos todo se acomoda. Tus continentes mentales con todo lo que eras antes de tener hijos se consolidan en sus posiciones y las nuevas zonas, dedicadas a tus hijos, ocupan su espacio. Todo se tranquiliza. Tus hijos crecen, se vuelven más independientes y pueden y deben hacer cosas solos. 

La publicidad tira ahora de niños con 8, 10 o 12 años que miran a sus padres como corderos degollados exigiendo una atención que parecen no tener. Esos niños son tan mentira como las modelos retocadas con photoshop que se levantan peinadas después de una supuesta noche de sexo y los detergentes que sacan la ropa planchada de la lavadora. 

Cuando tus hijos son niños independientes que pueden hacer cosas solos, desde ir al colegio hasta calentarse la comida pasando por recoger su cuarto, ordenar sus cosas, vestirse y ser responsables de pequeñas tareas, siguen pidiendo cosas. Piden porque son niños y tú eres su padre o su madre y recurren a ti. Algunas cosas, muchas, necesitan que tú se las soluciones, que tú pases ese rato con ellos pero hay otras que no. 

Y les dices que no. 

Les dices "No, no puedo ponerme ahora a hacerte un disfraz o preparar una pancarta para el cumple de tu amiga Fulanita". 

Les dices "No, no me apetece sentarme a ver 3 capítulos de Violeta". 

Les dices "No, no quiero ir a correr esa carrera del infierno con vosotras". 

Les dices que no puedes porque estás haciendo la cena o tendiendo la lavadora o porque tienes que pelearte con tu compañía de teléfono para que te solucione la avería del Adsl. O a lo mejor tienes que llamar a un amigo que lo está pasando fatal porque ha roto con su pareja o le han echado del curro. O no quieres porque estás leyendo, porque por fin has encontrado media hora para ti. O sencillamente no quieres hacer algo de lo que te proponen porque no te gusta y no quieres. 

Ellos, tus hijos, son niños y puede que te miren con cara de "Joooooo" pero desde luego lo entienden y si no lo entienden tienes que explicárselo porque, tus hijos, tienen que saber que tú eres una persona, que tú eres tú además de su madre o su padre. Deben ser conscientes de que tienes obligaciones y también aficiones. Incluso que te gusta, que necesitas tiempo para ti sin nada que hacer. 

No pasa nada por decir no a tus hijos. Es más, creo sinceramente que es una manera de enseñarles que cada persona es un mundo que necesita su espacio, incluidos sus padres.

No dejemos que la publicidad utilice la educación de nuestros hijos y nuestro propio crecimiento personal como argumento publicitario para intentar hacernos sentir culpables por no vivir en un mundo que no existe. Y en el que, desde luego, yo no quiero vivir. 



29 comentarios:

Teresa VS dijo...

Teresa se pone en pie. Clap, clap, clap. Teresa se sienta.

Sobrevolando los Cuarenta. dijo...

Hoy estoy totalmente de acuerdo contigo. Besos.

Ana de cestaland dijo...

Decir y escuchar "no" además de aprender a aceptarlo y a respetarlo es de lo más sano para el crecimiento de nuestros hijos y para nuestra propia salud mental.
Lo pongo a la altura de la necesidad de los niños de aburrirse y de aprender a gestionar la frustración.


Unknown dijo...

Un aplauso por favor!!!

Sara M. dijo...

Pues hoy no estoy de acuerdo, al menos no del todo. Por supuesto "no pasa nada" por decirles que no quieres o no te apetece. Pero son tus hijos, y son momentos que no vuelven. Nunca más vas a tener a tu hija de 10 años pidiéndote un disfraz, o queriendo sentarse contigo a ver una horrible serie. Después viene la adolescencia, esa horrible etapa en la que cuanto más lejos de los padres mejor. Y cuando vuelvan a aparecer las ganas de estar con mamá, es muy posible que ya haya un novio o algo más por medio, y entonces sean ellas las que no es que no quieran, si no que no puedan. Creo que hay que equilibrarlo todo, no se trata de renunciar a tu vida, pero si de aprovechar algo que nunca vas a volver a tener (y menos aún ellas).

Anónimo dijo...

Pues yo por una vez, y sin que sirva de precedente estoy de acuerdo contigo.

- "Mamá, llevo el balón de balonmano y mientras paseamos me tiras unos pases?"
"Noooooo. Quiero pasear, no jugar a balonmano mientras camino".

Hele dijo...

espera, espera, espera...

estas diciendo que los progenitores también son seres humanos con derechos?

creia que los perdian todos con la episiotomia y demas tràmites y debian vivir esclavizados por sus retoños.

Yo no sé nada de esto, pero es lo que se desprende del comportamiento o de las manifestaciones publicas en diversas redes sociales de las amiga/os que han pasado por ello

Pau dijo...

Ay, Moli, qué exagerada eres... No veo qué tiene de malo educar a los niños en la idea de que tienen un esclavo adulto a su disposición 24/7, que el mundo gira en torno a ellos y que hasta el más absurdo de sus deseos será inmediatamente satisfecho... Cuando sea adulto, si es que ese milagro cn semejante educación estúpida se produce algún día, saldrá al mundo y será un inadaptado inútil que no sabrá hacer nada ni tendrá habilidad social alguna ¿quién no querría un hijo así?

Teresa dijo...

Por supuesto que una madre/padre puede y deber decir no. Muchas veces. Pero no siempre. Un progenitor que nunca está disponible, que nunca escucha también falla.

Albert dijo...

No. Hay que decirlo más.
A fin de cuentas ellos lo hacen muchas veces-al menos los míos- cuando propongo una peli, una excursión o una visita a un museo... A veces se salen con la suya (si a su voto se suma el de su madre), pero otras veces nos saltamos la democracia y nos valemos de nuestro derecho a veto.

Una de las cosas que nos quedaron más claras en los primeros años con ellos fue la importancia de educarles en la aceptación de la frustración.


Tan sólo me siento algo culpable cuando me he negado a algo que nos mola hacer juntos por cansancio.

Me ha gustado mucho el símil de la tectónica de placas.

Anniehall dijo...

¿En algún momento has dicho que no haya que dedicarles tiempo y que haya que decir a todo que no siempre? Lo digo oh algún comentario.

Muy de acuerdo contigo.

Otro día deberíamos hablar de las que se han pegado a sus hijos como lapas y además exigen que los demás aguantemos al niño en todas partes porque es SU derecho. El de los demás a, por ejemplo, ver una peli sin interrupciones parece que no cuenta.

Tita dijo...

Cuantísimo me ha gustado el símil con la tectónica de placas.

Este tema da para tanto!
Cuando les educamos en libertad y respeto del espacio personal lo hemos de hacer desde el ejemplo, y eso pasa por frustrarles de vez en cuando, que no es por joder sino porque la vida es así y sus padres mira tu, necesitamos oxígeno y posteriormente en su vida no va a tener SIEMPRE a todo el mundo a su disposición para sus apetencias.

Por otra parte los "intensipadres" que n o quieren perder ni un sólo minuto (y esto observo, es literal) deberían practicar la renuncia de vez en cuando, que todo el mundo sabe es la forma más alta de amor, y practicar la propia frustración de perderse alguna actividad de los cachorros por la explicación de antes: habrá que irles educando en que no son el centro literal del universo y que no van a tener ni público ni palmeros toda su vida.

Creo que tendré que continuar en un post propio...perdón por la extensión.

HombreRevenido dijo...

Yo no soy padre, pero fui hijo. Al ser tan escandalosamente joven todavía me acuerdo.
Y lo que un hijo necesita es que le quieran. No que le hagan caso el 100% del tiempo ni que le den todo lo que pide. Y menos mal, porque si así fuera, sería imposible.

Yo sabía que me querían. Muchas veces lo entendía precisamente cuando me decían que no.

MATT dijo...

Es tan absolutamente lógico y normal lo que dices, que parece mentira que haya que reivindicarlo.
Puedes no poder o no querer hacer algo con ellos, y no pasa nada, les quieres igual. Ellos también te dicen que no a propuestas que les haces y que no les apetecen.
Cada uno tenemos gustos, personalidades distintas.
Y también es bueno que aprendan a lidiar con el mundo real, en el que no siempre todos sus deseos son factibles. Es de cajón.
Un beso

Yo misma dijo...

Me ha encantado. En mi opinión es importante que l@s niñ@s aprendan a que son respetad@s pero también a respetar, y lo mismo que respetamos "sus cosas" ell@s tienen que aprender que las nuestras, y nuestro tiempo, es también respetable. Igual que ell@s exigen que no interrumpamos el tiempo con sus amig@s, es importante que comprendan que nuestros tiempos también son respetables. Es muy sano.

Anónimo dijo...

Pues claro que no pasa nada. La vida no es perfecta y eso también se aprende... como a usar las manos o a andar o a silbar...
Te sorprende la ausencia de comentarios de hombres. Me sorprende que te sorprenda.
Hay menos hombres que nos impliquemos a fondo en la crianza. Y los que lo hacemos, probablemente lo hagamos menos autopresionados que muchas mujeres.
No se si soy un padre cojonudo (llevo reloj... ¿gano algún punto?); ni siquiera si soy un padre bueno. Pero sí tengo claro que hago lo que puedo lo mejor que se.
Y me importa un higo si mis coletas dejan mucho que desear en simetrìa (las trenzas ni lo intento) o si canto fatal, bailo como un pilier reumático y no consigo aprenderme ls clases de hadas que hay. Mis hijas son lo primero y ellas lo saben.
Aunque gruñan cuando apago la tele, ordeno que se laven los dientes, preparo menestra para cenar y digo que no hay más chocolate ni voleibol si los deberes no están hechos.
Sólo me siento mal cuando no consigo superar mis tristezas para no estar triste para ellas. Pero la vida tiene esas cosas. Y no deja de ser un aprendizaje que tu padre pueda estar tristeo o cansado.. o que haya cosas que no le guste hacer.
Y desde luego, la presión de la comparación y de la competición para ser "mejor que..." no se si existe. En mi caso, ni lo se, ni me importa.



Alfonso dijo...

Tener vida personal para descansar de ser padre o madre es imprescindible, pero decir que no es muy duro porque nos educan para decir siempre que sí. Habrá que trabajar en ello.

Cristina dijo...

Me ha gustado mucho tu post. Yo no soy madre, pero soy hija, y creo que lo que comentas a la larga hace que muchos hijos vean a sus padres prácticamente como esclavos; por ejemplo, en el tema de dar por supuesto que tienen que cuidar de los nietos, como si no tuviera vida propia (halblo de los casos en que habría otra posibilidades y de que no se ha negociado con unos abuelos que no saben decir que no pero que evidentemente no son felices con su papel de cuidadores).

NáN dijo...

Me parece perfecto, redondo. Es (debe ser) así. Esta generación de emperadores y emperatrices que algún día saldrán solos al mundo y les costará entender que ahí fuera todo es negociación y sesiones mutuas, pero los que han esclavizado a sus padres lo tendrán más difícil, está dando ya muchos inadaptados.

sonia dijo...

Aplaudo.

Molina de Tirso dijo...

También hay que pensar en el vacío existencial que les quedará a esos padres cuando los hijos crezcan si han vivido tantos años en función de ellos. Hay que seguir siendo personas,enriqueciéndose por dentro para tener algo que aportarles primero y no convertirse en un muerto viviente cuando sean mayores.

Anónimo dijo...

En un muerto viviendo o en un demandador de atención invasivo. Esa es otra, a veces los padres no dicen no porque necesitan ser requeridos, y, cuando dejan de serlo tanto como con niños pequeños, ¿qué queda? Infantilizar a adultos, hacer coladas de hijos cuarentones, darles de comer para siempre.

Anónimo dijo...

Di no a tus hijos y, ya puestos, di no a escribir
sobre tus hijos cuando les digas que no.

UTOPÍA dijo...

Absolutamente de acuerdo en todo. Aplausos durante un minuto por lo menos.
Y gracias por explicarlo tan bien.

Myriam González Gil dijo...

Me gustan estas entradas que ponen un poco de sentido común entre tanta moda ilógica que nos rodea.

marthabaz dijo...

hace un par de años una profesora me felicitó porque mi hija, que entonces tenía 9 años, fue a su mesa a preguntarle algo y le dijo "¿Te puedo hacer una pregunta o estás ahora ocupada?" y me dijo que era la primera vez que un niño se planteaba que el otro podía estar haciendo algo y tener que esperar. Yo estoy de acuerdo, hago muchas cosas con mi hija, pero si me propone ver jessie le digo no, no me gustan esas voces tan chillonas, o cuando era pequeña, le decía me aburre jugar a las muñecas todo el rato, y no pasa nada, a mi la vida (la de mis hijos) me lo ha demostrado, son felices, sigo haciendo muchísimas cosas con ellos, y son cosas que generalmente nos gustan a los dos, a ellos y a mí, con eso los ratos que pasamos juntos son más auténticos, porque los disfrutamos ambos

Toy folloso dijo...

Me agobia el trabajo y necesito un espacio personal donde relajarme.
Te agobian los estudios y dices necesitar un espacio personal donde relajarte.
Me encanta dedicarlo a mi pasión, el tenis.
Te encanta dedicarlo a tu pasión, el fútbol.
No me gusta el fútbol y a ti no te gusta el tenis.
Por tanto, no te pediré que vengas a verme jugar, ni tú me pidas que venga a verte yo.
(Llego a comprender a esos padres que, privados de su espacio de relax por la dictadura de los hijos -y escocidos por ello-, la emprendan contra entrenadores, árbitros y jugadores del equipo contrario).

Anónimo dijo...

Enhorabuena. Al leer el título me esperaba más hostilidad por tu parte, pero me confundí. Muy equilibrado el post. Lleno de razón. Muy bien escrito (que también se agradece) Y Sobretodo muy sensato.

Gracias! Y que pases un buen día

Enja

el chico de la consuelo dijo...

La cuestión en mi opinión
no es tanto saber decir NO a tus hijos
sino como saber decir NO en general
a tu jefe, a tu pareja, a tus padres
por no decir NO
decimos cosas peores que nos hacen daño a nosotros
y les hacen daño a los demás;
seguimos sin entender
que aplazar el problema
no es solucionar el problema
y que un NO serio y con afecto hoy
evita varios NO posteriores
entremezclados de rabia y frustración.

Besicos