lunes, 30 de noviembre de 2020

Lecturas encadenadas. Noviembre



Noviembre no ha tenido mucho que contar: medicación, podcasts y libros que es exactamente de lo que he escrito. Supongo que en algún momento volveré a escribir chorradas o sobre temas que me hostilicen pero el estado de aletargamiento en el que me encuentro no me da para grandes reflexiones pero sí para leer bastante aunque confieso que al principio de mes, me costó concentrarme. 

Al lío. 

Durante los primeros veinte días del mes traté de concentrarme en El conde negro. Gloria, revolución, traición y el verdadero Conde de Montecristo de Tom Reiss. Este libro llevaba en mi lista de pendientes por lo menos ocho años, desde que me lo recomendó Elena Rius. Por fin, en mi pedido de este mes lo encargué en Nakama Librería y le llegó el turno. Esta biografía ganó el Premio Pultizer en 2013 y es un rigurosísimo estudio histórico a través de todo tipo de documentación de la figura de Alejandro Dumas, padre, que por si alguien no lo sabía era negro, nació en lo que hoy conocemos como Haiti de conde francés venido a menos y esclava negra y tuvo una vida digna de la más espectacular novela, como El Conde de Montecristo escrita por su hijo y basada en su vida, o de una película de acción de gran presupuesto. Sinceramente yo veo a Idris Elba interpretando a Alejandro Dumas padre, a caballo combatiendo por Napoleón en los pasos de los Alpes, lo veo.  Además de una biografía completísima, El Conde Negro es una repaso a la historia de la Francia prerevolucionaria, revolucionaría y napoleónica. Un ejemplo más de como la historia no siempre "avanza" sino que muchas veces camina hacia atrás. En este caso ha sido sorprendente para mí, descubrir que en Francia en el siglo XVIII los esclavos negros que llegaban de las colonias se convertían automáticamente en hombres libres al pisar suelo francés disfrutando de una vida sin restricciones de ninguna clase. El joven Alexander llegó así, como esclavo del capitán de barco al que su padre le había vendido y al llegar a Francia se convirtió en un hombre libre, acudió a una de las mejores escuelas del país y acabó convertido en uno de los generales más importantes del ejército napoleónico antes de caer en desgracia. No quiero contar más porque El conde negro se lee como una historia de aventuras y es una historia que  me extraña muchísimo que no sea más conocida. Ni que decir tiene que tras leer la historia de su padre se entiende de dónde viene mucha de la inspiración para las novelas de su hijo. 

"¿Qué no has leído Los Modlin? ¿Dónde estás? Ahora mismo voy para allá y te lo dejo." Y Pablo se presentó en casa con el libro. Paco Gómez, autor del libro,  recibe una buena día la llamada de su cuñado que le dice que en una esquina de la calle del Pez, en Madrid, alguien ha tirado un montón de fotos, papeles y recuerdos de alguna casa y que se vaya para allá por si encuentra algo interesante. Paco Gómez, fotógrafo y aficionado a recoger cosillas, va para allá y arrampla con lo que puede mezclado con otras personas interesadas también en rebuscar en esa montaña de recuerdos de alguien.  Durante años tiene todo lo que ha recogido en una caja que mira de vez en cuando, con curiosidad pero pensando que ya lo mirará en algún momento, hasta que un día por una de esas casualidades de la vida, encuentra en casa de uno amigo algo que le hace empezar a tirar del hilo. La historia que va descubriendo sobre esas fotografías, sobre esos papeles le lleva a descubrir a Los Modlin, la familia que a la que pertenecían que tienen una historia alucinante. Los Modlin es un libro que se lee como una ficción pero con la fascinación de reconocer muchas de las historias, de los personajes, de los lugares. Es un libro que no te deja indiferente porque, además, está muy bien editado con fotografías que dan contexto, profundidad y yo diría que misterio a lo que se cuenta. No os lo perdáis. 

Mi Delibes del mes ha sido Señora de rojo sobre fondo gris. Tenía muchísimas ganas de leer este libro que Delibes dedica a su mujer después de todos los documentales, entrevistas y artículos que me he empollado en este año sobre su vida. Es una historia muy triste llena de un amor intenso de esos que uno quiere creer que no existen para no tener envidia y no sentirse un fracaso. Ella, Ana, es perfecta, guapa, animosa, buena persona, la compañera ideal y la madre abnegada. Todo el mundo la quiere y su marido Nicolás, trasunto de Delibes, la adora. 

El texto entero está lleno de amor y de una tristeza lenta y pesada por lo que ya no será nunca, por el luto hacia delante que no termina jamás y en el que Delibes sabe que vivirá para siempre. 

"No obstante, es ahora, a cosa pasada, cuando deploro mi mezquindad. Es algo que suele suceder con los muertos: lamentar no haberles dicho a tiempo cuánto lo amabas, lo necesarios que te eran. Cuando alguien imprescindible se va de tu lado, mueves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales. Ensimismado en su tarea, uno cree, sobre todo si es artista, que los demás le deben acatamiento, se erige en el ombligo del mundo y desestima la contribución ajena. Pero un día adviertes que aquel que te ayudó a ser quien eres se ha ido de tu lado, y entonces, te dueles inútilmente de tu ingratitud. Tal vez las cosas no puedan ser de otra manera, pero resulta difícilmente tolerable. La imposibilidad de poder replantearte el pasado y rectificarlo es una de las limitaciones más crueles de la condición humana. La vida sería más llevadera si dispusiéramos de una segunda oportunidad." 

Nosotros en la noche de Kent Haruf fue una recomendación de Tallón y también lo pedí a Nakama Librería. Si queréis leer algo que os reconforte, que os acompañe antes de dormiros y os haga disfrutar de una tarde de sofá y manta, corred a leer esta novelita. No quiero contar la trama para no reventar la novela, solo diré que va de gente que se acompaña, de segundas vueltas y de saber lo que uno quiere en la vida. No hay grandes alaracas ni fuegos artificiales ni reflexiones profundas que te dejen del revés pero todo el poso de la novela es de una ternura y una sabiduría que conmueven. No quiero decir más. Os gustará. (Sé que hay peli pero todavía no la he visto, la veré)  

Mujeres excelentes de Barbara Pym también vino en el pedido de Nakama y también fue una recomendación de Elena Rius. Estoy pensando que todos los libros que he leído este mes, excepto el del Conde Negro, son libros sobre gente normal, viviendo vidas normales, rutinarias con sus pequeños destellos de alegría, preocupación o tristeza que diferencian unos días de otros. En  Mujeres excepcionales estamos en Londres, después de la guerra, y nos encontramos con Mildred, una solterona hija de un vicario, que vive una vida perfectamente organizada y predecible con su trabajo de funcionaria y su relación con la parroquia a la que asiste y su amistad con el vicario y su hermana. Un buen día todo se trastoca, y con todo me refiero a que sin proponérselo se encuentra teniendo que enfrentarse a problemas que no son suyos pero que ella siente como suyos, cuando llegan uno nuevos vecinos a su casa con los que no tiene nada que ver y el vicario decide casarse. Mildred es incapaz de desentenderse o despreocuparse, es una mujer excelente en cuya naturaleza no existe el egoismo ni la maldad y trata de sobrellevar todas las preocupaciones que estas dos situaciones la provocan de la mejor manera posible y siendo siempre extremadamente preocupada. Mujeres excelentes es un novelón inglés lleno de una fina ironía y un sentido del humor también muy inglés. 

"Una lista de muebles no es un buen comienzo para una carta, aunque a mi entender una persona inteligente podría transformar en un poema hasta la lista de la colada" 

El tebeo del mes, recomendación de Antonio, ha sido un poco chasco. Verano indio con guión de Hugo Pratt y dibujo de Milo Manara cuenta una historia de venganza y muerte en la América del siglo XVII. Colonos ingleses puritanos, indios, violaciones, muerte, destrucción, un odio profundo y sin límites, el sexo como arma ofensiva y defensiva. La historia y el dibujo tienen a ratos lirismo y delicadeza, sobre todo al principio, pero pronto todo se convierte en una orgía de violencia en la que ninguno de los personajes te cae bien y lo único que quieres es acabar cuanto antes para ver si al cerrar las tapas consigues ordenar tus pensamientos y entender qué han querido contarte.  

Y con esto, un bizcocho y esperando que vuelva la inspiración para escribir tonterías y ser capaz como dice Mildred de Mujeres Excelentes, de hacer algo bueno de la lista de la colada, hasta los encadenados de diciembre.  


miércoles, 25 de noviembre de 2020

Podcasts encadenados


Antes no podía escuchar podcasts sin hacer nada, me distraía y me parecía estar perdiendo el tiempo igual que cuando me desmayo los fines de semana frente a una peli alemana de sobre mesa en la que una cirujana cardiaca que vive en una casa ideal y está liada con otro cirujano canadiense se enamora por error de su nuevo vecino artista gay y acaban teniendo un hijo juntos. Es una pérdida de tiempo que hay que tener de vez en cuando para seguir siendo humano pero que no se puede convertir en una rutina porque entonces te quedas sin riego cerebral. Escuchar los podcasts sin hacer nada más que estar tumbada me parecía no tan grave como lo de la cirujana pero sí una pérdida de mi valioso tiempo ¿Por qué escuchar solo cuando al mismo tiempo podía estar haciendo bici estática, ordenando el armario, paseando, planchando o rastrillando? Pues ya sé la respuesta: porque sí. Señores, en esta vuelta a los días iguales puedo pasarme horas tumbada mirando por la ventana y escuchando podcasts sin parar. Y no me siento culpable, ni tengo la menor sensación de estar perdiendo el tiempo: me estoy curando. (Quizás debería pedirle a Ximena una ilustración nueva, conmigo en plan dama de las camelias, postrada en un sofá para ilustrar estos posts)

Gabinete de curiosidades ha vuelto con una apabullante tercera temporada, producida por Podium Podcasts. Además de la maestría, la escritura y las ideas de Nuria Pérez, el podcast tiene ahora una elegancia sonora que pone los pelos de punta. Cuando escribo esta reseña, han salido cinco episodios a cual mejor. En esta nueva temporada todos tienen, además, un trasfondo social, el propósito de hacernos pensar en cosas que están mal en nuestra sociedad y a las que todos somos ahora, creo, más sensibles en estos tiempos de pandemia. Las historias, como siempre, están llenas de detalles y delicadeza y de personajes que Nuria presenta con su característica elegancia y que invitan siempre a querer conocer más.  

El último episodio, el que salió ayer, se titula Al otro lado y trata sobre la frontera entre México y Estados Unidos y los inmigrantes que intentan cruzarla, los voluntarios que tratan de ayudarles a que no mueran y las fuerzas del orden que se dedican a impedir su entrada. Como complemento perfecto a ese episodio, os recomiendo también el último de The Cut, con mi querida Avery Truefelman, que se titula THE BORDER PATROL I KNOW en el que una reportera entrevista a un agente de la frontera. Son dos personajes antagonistas, con posturas completamente diferentes respecto a la inmigración y al trato que debe darse a las personas que intentan cruzar pero que, sin embargo y en contra de lo que estamos acostumbrados últimamente, charlan sobre sus posturas intentando entenderse. Es descorazonador escuchar como el agente justifica sus acciones "porque es la ley" pero entiendes su postura, su dedicación a su trabajo aunque te gustaría que fuera otro o que dijera "yo no quiero hacer esto" o, como en las pelis, "en realidad les ayudo jugándome mi puesto". Pero la frontera no es una película, es una realidad en la que mueren miles de personas. 

¿Qué más recomiendo? 


Un libro, una hora de Antonio Asensio y la Cadena Ser, es uno de los mejores podcasts sobre literatura que he escuchado. El título lo dice todo. Durante una hora, Antonio Asensio acompañado por un par de voces, una masculina y otra femenina (de las que no he podido encontrar los nombres en la web) desmenuzan grandes obras de la literatura universal. Es un podcast sencillo, íntimo, que se siente como si te leyeran en voz alta uno de tus libros favoritos frente a una chimenea, a la orilla del mar o mirando un paisaje. Las voces son cálidas, los extractos que se leen están perfectamente elegidos y el contexto histórico y literario de la obra se explica con sencillez pero sin frivolidad, aprendes del libro que has leído. Lo recomiendo muchísimo sobre todo para volver sobre grandes libros que te hayan gustado mucho, en tus oídos, con Un libro, una hora, esas historias crecen, los personajes cogen vuelo, vuelven a tu memoria y recuerdas las sensaciones que aquella historia te provocó en su día. Yo solo escucho episodios sobre libros que ya he leído pero eso depende de cada uno. 

Podcast: Un libro una hora. 
Duración: Una hora, obvio. 
Pista: es un podcast perfecto para meterte en la cama y escucharlo con la luz apagada, recordando cuando te leían cuentos hasta quedarte dormido (si tuviste esa suerte). Para empezar voy a recomendar el episodio sobre una de mis novelas más favoritas del mundo mundial, El último encuentro de Sandor Marai. 

Que levanta la mano quien no sepa quién es Mandy Patinkin y abandone sin mirar atrás este blog. Mandy Patinkin es actor, cantante, Iñigo Montoya, Saul Berenson, Avigdor y un señor maravilloso casado con una señora maravillosa con gafotas gigantescas que está haciendo este año mejor para todo el mundo. Durante el confinamiento, uno de sus hijos se fue a vivir con ellos y empezó a grabarles en su día a día y a subir los videos a twitter.  Han bailado, cantado, discutido, y han hecho muchísimo trabajo de apoyo a Biden y a candidatos demócratas en las elecciones. Si alguna vez vuelvo a vivir con un hombre quiero ser como Mandy Patinkin y señora, exactamente igual y tener una casa parecida. En este episodio de The Axe Files with David Axelrod entrevistan a Mandy que, repito, es un señor maravilloso que además cuenta las cosas muy bien. Habla de su vida, de su familia, de como su madre jamás le dijo "hijo mío, qué bien has hecho esto" (me suena), de sus inicios de como actor, de como conoció a Barbra Streisand, de La Princesa Prometida, del encuentro con su adorable esposa, de Homeland y los campamentos de espías que hacían y de un montón de cosas más. Es una conversación muy interesante que merece muchísimo la pena.  


¿Qué más? Un podcast australiano de llorar y no parar. A veces hacen falta estas cosas. Goodbye to all this es la historia de Sophie Townsed y la muerte de su marido, Russell por un cáncer.  Lo sé, el tema es para salir corriendo pero Sophie lo cuenta muy bien, con una delicadeza y una sensibilidad que te pone los pelos de punta y te salta las lágrimas desde el primer momento. Sophie susurra con un acento australiano bastante cerrado como era su relación con Russell, su vida con él y sus dos hijas pequeñas y como él empezó a estar muy cansado, débil y una pequeña luz de alarma se encendió en su interior. El proceso completo de diagnóstico, negación, terror, enfermedad, la relación con las niñas, verbalizarlo al exterior, asistir al final, el luto, la imposibilidad de avanzar, de ausencia, de sentir que nadie la entendía, todo está contado con una crudeza íntima que desarma y a la vez tranquiliza porque hace real algo en lo que la mayoría no queremos pensar ni un segundo.  

La producción es sencillísima, acorde con la narración, pero llena de pequeños detalles sonoros: el viento, una puerta, un timbre, una cucharilla, una música leve que dan textura a la historia, que la situan en una realidad cotidiana. La mayor parte de la narración está en la voz de Sophie, como ya he dicho muy peculiar, con pequeñas intervenciones de gente cercana a ella que dan su punto de vista sobre como estaba Sophie, como fue un determinado acontecimiento: su madre, su mejor amiga, las madres con las que tomaba café al dejar a las niñas en el colegio, etc. 

Es un podcast de llorar, aviso pero merece mucho la pena. 

Duración: media hora escasa cada episodio. 
Pista: hay que empezar por el primero, para mí el que más vértigo da, cuando todo en tu vida está bien y de repente deja de estarlo y tienes un impulso irrefrenable de que la vida no sea como es, quieres volver atrás en el tiempo, no llegar a ese momento en el que todo se rompe, no vivirlo, no saber.  

¿Os da miedo volar? ¿Os flipan los aviones? Da igual, me apuesto las dos manos a que todos alguna vez habéis mirado las instrucciones de seguridad plastificadas (por cierto, ¿ahora en pandemia siguen estando?) de los aviones y habéis pensado: esto es una chorrada que no sirve para nada y ¿por qué harán los dibujos tan feos? Yo confieso que he hecho las dos cosas y hasta escribí un post al respecto hace muchísimos años. Como nunca te acostarás sin saber una cosa más que te haga darte cuenta de que eres idiota en In the Unlikely event este episodio de uno de mis podcasts favoritos 99% invisible, hablan justamente de esas instrucciones, de su historia, cuando comenzaron a hacerse, qué sentido tienen y lo más alucinante de todo: está comprobado estadísticamente que tus posibilidades de supervivencia en un accidente aéreo están directamente relacionadas con el hecho de que las hayas leído y memorizado. En el episodio hablan de muchísimas cosas, entrevistan incluso a los principales diseñadores de esos monigotes y cuentan la historia del peor accidente de aviación de la historia, el que ocurrió en el aeropuerto de Los Rodeos en Tenerife. Lo más impactante es la cantidad de gente que murió en ese accidente no por la colisión, sino porque se quedaron petrificados en sus asientos sin saber salir. Escuchad el podcast y, por favor, leed las instrucciones de seguridad.   

Mi última recomendación por hoy es un episodio de 2018 de This American Life. This American Life es el decano de los podcasts en Estados Unidos y su estilo y el de su presentador Ira Glass han marcado a cientos de periodistas y podcasters. Sara Koening, autora de Serial, el podcast que marca el comienzo de la Edad de Oro del medio trabajaba con Ira Glass antes de eso. El caso es que This American Life cumple veinte años y están recuperando los mejores episodios de estos años elegidos por el propio equipo. Que entre más de setecientos episodios te escojan los mejores es un trabajo que se agradece. El que os recomiendo hoy para finalizar esta sección se titula Rom-com (Romantic Comedies) y trata sobre eso, sobre las comedias románticas, porqué nos gustan y al mismo tiempo nos cuentan varias historias de amor que podrían haber sido perfectamente guiones de comedias románticas de Hollywood. Es un episodio precioso, lleno de amor, de comedia, de placer culpable y diálogos de Cuando Harry encontró a Sally, la quinta esencia del género y como dice uno de los productores "A lo mejor eres buena persona pero si no te encanta Cuando Harry encontró a Sally, yo no puedo salir contigo".  

Y ya para terminar de verdad, os recuerdo que De eso no se habla sigue publicando episodios aunque ya quedan pocos para terminar la temporada y que Ay, campaneras se toma un descanso después de veinticinco maravillosos episodios sobre copla e historias de copleras. Estáis a tiempo de engancharos a ellos.  

Pues esto es todo por ahora. Como siempre, si escucháis algo, venid a contármelo. 


jueves, 19 de noviembre de 2020

De paseo

Mi perro, Turbón, es muy pesado. Es el perro más pesado del planeta. En realidad tampoco es mi perro, es el de todos los que vivimos en este casa y es un poco más de mi madre, de mi hermano Borja y de mis hijas y mis sobrinos. Los dos perros son un poco más de todos ellos pero, este año, como llevo viviendo aquí tanto tiempo son también un poco míos. Turbón es uno de los perros más guapos del planeta pero es un brasas. Sacarlo de paseo es ir arrastrando una mole de 55 kilos que va oliendo absolutamente todo: cada planta, cada roca, cada esquina, cada grieta, cada tapia, cada recodo. ¿Puedes con él? te preguntan cuando te ven caminando con él pensando que si tira fuerte de la correa, saldrás disparada. Turbón no corre jamás, soy yo la que tengo que arrastrarle para que deje de frotar el morro contra todo. A veces creo que está haciendo una cata olfativa de cada pis que otros perros, caballos, gatos o humanos han hecho en el campo. 

Antes de ayer salimos de paseo, Juan y yo, con los perros. Nunca habíamos salido de paseo con ellos, pensé que era bonito que después de tantos años de amistad nos queden cosas por hacer por primera vez. Salimos sin rumbo fijo, con Juan llevando a Tuca en un agradable trotecillo a su lado y yo arrastrando a Turbón que permanece siempre imperturbable a mis gritos de "Turbón, no seas pesado". Bordeamos el río, vigilamos las obras de casas de amigos, vimos vacas a las que, por supuesto, los perros no hicieron ni caso, desechamos casas que quizás pueda comprarme en algún momento porque están muy cerca de la carretera o porque son muy feas o porque sospechamos que tienen vecinos gritones. Soltamos a los perros un rato para que corretearan y hablamos de Trump y de cotilleos de Los Molinos y de impuestos. Se fue haciendo de noche mientras bajábamos por el pinar y bordeábamos la cuadra de Juan, un prado con una construcción de piedra antigua a la que íbamos de pequeños a merendar y a pasar la tarde. Era ya casi de noche pero ver la cuadra, el prado,  era casi como atisbarnos hace treinta años, llenos de hormonas y de adolescencia intentando gustarnos unos a otros porque eso es lo que se hace de adolescente, buscar que alguien te guste y gustar a alguien entre la gente que conoces. Rara vez funciona bien pero claro, eso también hay que aprenderlo. Pensé que, con suerte, dentro de treinta años seguiremos paseando por aquí, con otros perros o sin perros y que tenemos mucha suerte. Llegamos al borde de la  civilización de noche cerrada y por las calles desiertas alumbradas por farolas escasas seguimos comentando las casas, los planes que tenemos para cuando me encuentre mejor y las desacertadas decisiones estéticas y constructivas de todo aquel que pone una baranda de escayola en su terraza. 

Al llegar a casa, Turbón estaba exhausto pero supongo que con su olfato colmado de nuevos aromas y Tuca iba con la lengua fuera. Invité a Juan a un trozo de bizcocho. Él ha vuelto a meterme en la lista de gente que puede despertarle de la siesta y yo pensé que había sido una buena tarde. 


jueves, 12 de noviembre de 2020

Back in Los días iguales

Ha ganado Kamala y ha ganado Biden. Leo por ahí en un hilo indignado de alguien que da la turra. Por cierto, el otro día vi Cuento de otoño de Eric Rohmer y no puedo creer que no haya por ahí un artículo, video o tesis doctoral que comente como las heroínas jóvenes y plastísimas de Rohmer son las predecesoras de las turreras en twitter. Son el mismo perfil: cansinas hasta el infinito y encantadísimas de haberse conocido. A lo que iba, que me disperso, leo por ahí que a los dos nuevos cargos de Estados Unidos habría que llamarlos  Kamala y Joe o Harris y Biden. Ni me había parado a pensarlo, ¿qué más da? ¿En serio esto es importante? Sentí tanto alivio cuando por fin se confirmó que habían ganado, que no íbamos a tener que seguir, otros cuatro años, conteniendo la respiración cada mañana al levantarnos, pensando en que nueva estupidez, maldad o crimen iba a realizar Trump que me da igual como les llamen y me juego una mano que a ella, a Kamala se la chufla. A mí me da igual si me llaman Ana, Ribera, Molinos, Riberita o AnaRibera todo seguido como si no supieran darle a la barra espaciadora. 

El triunfo de los demócratas ha sido la única buena noticia en una semana espantosa, una de esas en las que cae un torpedo en la línea de flotación y parece hundir hasta el fondo la zona de impacto y levantar grandes olas que acabarán con cualquier cosa que sobreviva a la explosión.  Yo ya sabía que había peligro de minas, pero pensé que me las saltaría, que llegaría al otro lado del campo quizá con astillas en la cara, con heridas en la rodilla o con alguna amputación. Desde la trinchera he escrito en mi cuaderno renglones apresurados, de letra diminuta y frases entrecortadas para que no se me olvidara nada, para recordar como había llegado allí. Carreras en tinta verde para intentar ordenarme antes de desbordarme, para hacerme un escudo antes del impacto, pero no lo he conseguido. El torpedo llegó, me desbordé y ahora, hoy, después de quince días de dormir hora y media cada noche, he dormido seis horas gracias a una pastilla de esas que te "funde a negro". Después de días de disfrutar de más viajes de los que quisiera en el Dragon KHan de la ansiedad, de haber perdido 4 kilos en una semana y de haber vuelto al 16, hoy me siento como El Nota. Las pastillas han vuelto a mi vida y me lo tomo todo de otra manera, amortiguado, con calma. Me he pasado un mes siendo el Coyote perseguido por el Correcaminos, Hansel y Gretel aterrorizados por la Bruja, los tres cerditos huyendo del Lobo, los adolescentes americanos huyendo de Jason y Blancanieves corriendo por el bosque mientras creía que todos los árboles querían matarla. Y no he corrido lo suficiente o me he cansado antes de tiempo o qué más da. Back to the pills y al 16. 

Mientras tanto el otoño está precioso, ya tengo el pelo blanco por completo, mis amigos han hecho el círculo de seguridad, los audios de wasap son fabulosos para retransmitir crisis de llanto y ansiedad, salgo a pasear por la tarde y a espiar casas que por ahora no puedo comprarme y tengo proyectos. para el futuro y experiencia en esto. Como soy una chica con suerte sé que voy a estar bien. Para estos días iguales no sé si comprarme un albornoz como El Nota y Tony Soprano. ¿Acaso no soy como ellos, una referencia de la depresión?