1.- Tocar la armónica. No me gusta físicamente Bob Dylan y, hasta hace unos días, no podía escuchar a Quique González sin pensar en suicidarme quemándome a lo bonzo pero, hace unos días, vi un vídeo de Quique González y cuando ya estaba prendiendo la cerilla para empezar a quemarme el pelo, se puso a tocar la armónica. Me quedé maravillada. Ver tocar la armónica a un hombre me fascina. Desconozco el motivo y, de hecho, esta fascinación solo la siento con la armónica. Un hombre que toca la guitarra, el piano o la flauta no me dice absolutamente nada pero dale una armónica y te interpreto a una rata en el Flautista de Hamelín. Me da igual que el tío sea Bruce, Glenn, Bob o Quique González, me gusta un hombre con armónica.
2.- Que nade bonito. Bonito. No me dice nada un tío que nada rápido o potente, no. Me gusta mirar a uno que lo haga bonito, que se deslice como si no le costara. Des li zar se. En una de las piscinas que frecuento hay un tío que fuera del agua me es completamente indiferente. No muy alto, achaparrado, con coleta y un microbañador azul marino. Vestido ni le vería, pero se mete en el agua y me quedo embobada. Le veo nadar y se me pone la piel de gallina de lo bonito que nada. El otro día descubrí que tiene un amigo y que cuando coinciden en la piscina, se meten en la misma calle a nadar a la vez. Los llaman "las bailarinas" y podría pasarme horas mirándoles.
3.- Mirar la hora en el reloj de la muñeca. Me fascina. Me encanta ese gesto de agitar la muñeca, levantarse el jersey o la camisa (si llevan) y mirar la hora. Si es con correa metálica que suena, mejor. Lamentablemente en algún momento de un pasado cercano la mayoría de los hombres han decidido que llevar reloj no es cool. Las excusas van desde las más prosaicas del "me molesta, me roza, tengo 3 años y me pica" a las más intensas "paso de llevar reloj, estoy fuera de horarios". Buuu buuu buuuu. Y no, no me vale que mire la hora en el móvil.
4.- Que planche bien. Agarrar la plancha y golpear con ella la ropa no es planchar. Me da igual que un hombre limpie (quiero decir que es su casa y su suciedad y él verá) y no me emociona sobremanera que cocine. De hecho un hombre cocinando me aburre, me pongo a leer mientras prepara lo que sea. Con un hombre planchando de verdad no me concentro en ninguna otra cosa. El tío de la tintorería de mi barrio puede dar fe de esto, creo que hasta me mira raro. Confieso que no tengo claro si me gusta por el hecho en sí o por la rareza de encontrar a alguno que lo haga. Estoy pensando que no sé si debería catalogar esto como una fantasía.
Me gustan los hombres. No todos, la verdad es que no me gusta casi ninguno pero me gusta ver a un hombre hacer estas cosas. Y no, no me gustan igual en una mujer. Y no, que me guste ver a un hombre hacer estas cosas no quiere decir para nada que quiera un rollo, un lío o una boda en Malibú.
No quiero nada, sólo verle hacer esas cosas.