Se apagan las luces. Se enciende el foco. No veo nada, delante de mi hay una tía morena con el pelo largo que me impide ver nada. Suena la música. Me muevo a la derecha y te veo.
Es un flechazo.
Pelo blanco, chaqueta negra, camiseta verde...no veo los pantalones. Un pañuelo psicodélico al cuello anudado despreocupadamente. Hay que tener muchísima clase y estar muy seguro de uno mismo para ponerse ese pañuelo.
Sonríes y saludas. Me tiemblan las rodillas. Sé lo que va a pasar.
"Debería dejarte, Irme lejos, no volver. Pero es inútil negarlo: Tú me estás atrapando otra vez, contigo sólo puedo perder."
Mientras entro en éxtasis recuerdo mi primera memoria sobre ti. Es un recuerdo lejano, muy lejano y absurdo como casi todos los míos. El salón de mi casa, tengo 8 ó 9 años y en la televisión cantas vestido con unas mallas infames y con unos movimientos espasmódicos, descontrolados como si llevaras las dichosas mallas electrificadas. Miro la televisión fascinada intentando decidir si lo que cantas me gusta o no...mi padre pasa y dice: ¡vaya pintas, qué gamberros!
Vuelvo al concierto y pienso que efectivamente tienes muchísima clase para que decida olvidar el tema mallas y renuncie a calcular los años que tienes ahora. No, mejor los calculo. Es obvio, evidente e increíblemente sexy que seas ahora muchísimo más atractivo que de jovenzuelo inexperto. Me gusta.
"Lo siento, me tengo que ir y te miro en silencio… llorando por dentro, pensando por donde salir. Sin saber que decir… Sin saber que decir…"
Termino el Gin Tonic, me cambio de sitio para evitar que la tía del pelazo me impida verte. Alguien me pregunta ¿Quieres otra copa? No, no quiero otra copa. No quiero nada. No me habléis, no me digáis nada. Dejadme en mi trance particular.
"Podría ponerme de rodillas rogarte que no me abandones aunque no eres ninguna maravilla me lo juego todo al dos de corazones"
Sonríes. Una sonrisa increíble y me voy a otro recuerdo. Salir del curro, meterme en el coche y pensar que es jueves (creo). No enganchar el mp3, buscar la emisora y escuchar tu voz hablando de música, de cine y de mil cosas más. Me daba igual que no soportara ni a la presentadora ni al otro pavo de la voz engolada encantado de conocerse. Me flipaba escucharte, aunque no estuviera de acuerdo, aunque no me molara la canción escogida. Me enamoran los tíos que controlan de cosas que yo no domino y las conectan con otras que tienen algo que ver conmigo. Hay pocos tíos así. O yo no los conozco.
"Yo no se cómo fue que te quedaste para siempre a vivir conmigo paz para este pobre peregrino ya cansado de buscar por cualquier lugar."
Me haces bailar. Me gusta. Sonríes mientras tocas el piano. Qué sonrisa.
"La crisis de los cuarenta la pasé tomando absenta y ahora con diez años más finalmente me di cuenta que necesito, yo necesito necesito tus manos expertas"
Ey, estás hablando de sexo...Eso no vale. Es injusto y trampa. ¿Manos expertas? Bueno, nunca he tenido quejas y tengo varios años menos que tú...mmmm..seguro que podríamos arreglarlo. Eso sí, paso de absenta.
"Qué estoy haciendo aquí sin entender por qué. En un rincón que construí para los dos Aunque no se mentir te digo que estoy bien, el tiempo ya no juega a mi favor para escribir otro final a esta canción”.
Me estoy poniendo muy nerviosa. Esto se está acabando y te irás.
"Ya no era joven pero era audaz y bailaba siempre al compás no le importaba que se la echaran a suerte llegó la noche, llegó el champán, llegó la hora de la verdad y esa apuesta, al final, la ganó la muerte".
Sonríes. Te despides y pasas por delante de mi.
Moli, estás en trance.
Me he enamorado.
Pero si es bajito...
Me da igual.
Pero si no traía banda.
Me da igual.
Pero si es argentino.
Me da igual.
¡Tiene las manos pequeñas!
Seguro que sabe usarlas...
No quise ir a saludarte. No quise ir a conocerte. No quise hacerme una foto contigo. Mejor que sea platónico.
Me di al alcohol.