sábado, 16 de marzo de 2013

UNA DOCENA DE HISTORIAS DE VOYEURISMO LECTOR.


Os veo leer. En la calle, en un banco, en el metro, en el bus, en la sala de espera,  tirados en un sofá, en la cama, en la biblioteca inclinados sobre la mesa, en una butaca metidos en vosotros mismos, esperando a alguien.

Os veo leer, os miro y siento curiosidad.

Una curiosidad malsana. ¿Por qué estáis leyendo ese libro en ese momento? ¿Lo habéis comprado? ¿Os lo han regalado? ¿Leéis por placer o por obligación? ¿Leéis por esnobismo? ¿Si quisiera sería capaz de sacaros de vuestra lectura o es más importante que cualquier cosa que pase fuera? ¿ Qué pensáis mientras leéis? ¿Pensáis algo? ¿Qué sentís? ¿Sentís algo? ¿Deseáis terminar cuanto antes o que no termine nunca?






Te has puesto justo ahí, en esa posición imposible para molestarme. Para que vea que estás leyendo y que nada de lo que te diga o haga va a conseguir sacarte de ese interesante artículo. Te va a doler el cuello, se te dormirán las piernas y te quemarás la camisa con la ceniza, pero eso que estás haciendo es un mensaje. Me dices ¿ves como me siento yo cuando tú te pones a leer y pasas de mi? Tienes hasta cara de enfurruñado para que me de cuenta de que cuando yo leo...te sientes de lado y sin poder pasar a mi interior.










2.  Hacer  que se  lee.  
No estás leyendo, es mentira. Lo haces sólo para provocar. Has leído por ahí que “Reading es sexy” y aunque no lees nunca has decidido hacerte esa foto donde todo está medido para mandársela a él, para ver si sale de sus libros y se fija en ti. Ya no sabes que hacer para que te haga caso.  El problema es que se te nota que no lees, nadie que lee habitualmente tiene esa pose. Leer en un sofá es abandonarse, olvidarse del cuerpo, y ese nudo marinero con las piernas es todo lo contrario. Además, ¿Qué estás leyendo? ¿Qué es lo que has cogido para leer, para representar esa farsa? ¿Una edición de la Biblia que robaste en un hotel?





3.Apuntar lo que se lee.
Has terminado el libro, lo has cerrado y te has quedado al sol pensando en cuánto te ha gustado. Dejas que el sol te caliente, los personajes dando vueltas en tu cabeza mientras sujetas el libro y lo acaricias. Sabes que recordarás este momento, el momento justo en que terminaste ese libro y te quedaste dándole vueltas con el sol en la cara. Te  has levantado, has entrado en la casa y has salido con  un cuaderno y un bolígrafo. No quieres que se acabe tu relación con ese libro,  así que has vuelto a tu silla al sol y has empezado  a copiar los párrafos de todas las páginas con esquinas dobladas. El sol sigue calentando.




4. Sabía que te engancharías.
¡Lo conseguí! Me dijiste que a ti leer no te enganchaba, que no te gustaba leer ficción porque te parecía que era perder el tiempo. Leer historias imaginarias es una bobada me dijiste, con la cantidad de cosas que pasan en el mundo, no quiero leer ficción. Aún así, te convencí y mírate, sentado en el suelo, sin sentir, sin ver, ni oír, enganchado al libro que te he regalado, sin despegar la vista de los renglones y con cara de “necesito seguir, seguir, seguir, saber que pasa a continuación”. Ni siquiera te has dado cuenta de que me he llevado el tabaco....





Has recogido el correo y como siempre un montón de cartas. Todas iguales, con sus sobres alargados y la dirección escrita con una letra pulcra, intentando ser lo más clara posible para que la carta llegue segura al destinatario, a ti. Las has cogido todas, y has abierto justo esa, antes de llegar a casa, al coche. Ni siquiera te has quitado los guantes. Has sentido la urgencia y la necesidad de abrirla  ahora mismo, sacarla del sobre y empezar a leer. ¿De quién es? ¿Es una carta que esperabas y no llegaba? ¿ Es una que no esperabas y que te ha sorprendido? ¿Contestarás?




6.No lo hagas
No hagas eso, no la espíes, no la mires. Si puedes levántate y deja de mirarla. Créeme, es mejor que no sepas lo que hace, ni lo que dice, ni con quien está, ni qué libros compra, ni que bebe, ni que come. No la oigas hablar, no la mires. No te tortures, te va a doler. Te va a doler mucho.  Si no puedes irte, coge la revista y sumérgete en su lectura como si eso fuera a salvarte la vida porque realmente te la salvará. No la mires. Lee.


Rodeada de gente, incluso diría apretujada entre varias personas que charlan entre ellas lees. Te miro y sé que no eres consciente de nada más que de la lectura, no percibes al desconocido que se ha sentado en el respaldo de tu silla, ni la mujer que reclama tu atención levantando la voz para hablar con otra persona a tu derecha. Ni siquiera sabes donde tienes la mano y como tienes colocada la cabeza. No te darás cuenta hasta que un cosquilleo te indique que se te ha dormido la mano, entonces con sorpresa levantarás la cabeza del libro, mirarás a tu alrededor  y tardarás unos breves instantes en saber dónde estás y que haces ahí. Yo seguiré mirándote...dime qué lees.


Entras en el vagón sin mirar a nadie y te colocas donde nadie pueda molestarte ni leer lo que llevas apuntado en ese cuaderno. ¿Estás más atento a lo que lees o a lo que escuchas? ¿Escuchas algo o es solo una maniobra de distracción para que nadie te hable, para que nadie se acerque? Sabes por experiencia que la gente no respeta a los lectores, pero tiende a distanciarse de los que llevan auriculares. ¿Qué estás leyendo? ¿Lo has escrito tú? Echaré un vistazo por encima de tu hombro cuando me baje en la siguiente parada. 



9.
¿Terminará de prepararse?.
No quieres ir a esa cena que tenéis esta noche, no sabes muy bien con quién es, ni dónde ni porqué motivo es importante. Te da pereza levantarte, prepararte, ducharte, y pensar en tener que salir a la calle. Ella pulula entre la habitación y el baño, en albornoz, con la toalla en la cabeza y te pregunta si está bien con este o con aquel vestido. Tú levantas la mirada de vez en cuando, sin ganas de dejar la lectura, quieres apurar hasta el último momento así que levantas la mirada y le dices: estás estupenda con cualquier cosa. “The complete liar” es el libro que lees...





10.
Conjurando el miedo.
Años y años de volar y sigue dándote pánico. Las manos te sudan, te duele la cabeza, estás tan inquieto que hasta te parece que la ropa te da alergia, te pica todo y no puedes parar quieto de la ansiedad. En todos estos años solo has conseguido tranquilizarte de una manera y tienes que concentrarte mucho para conseguirlo. Llegas a la sala de embarque y te sientas, la tarjeta de embarque en el bolsillo de la camisa para  verla y sentirla  o te pondrás histérico al no encontrarla. Sacas el libro y te sientas muy erguido, las gafas puestas, las piernas cruzadas y el libro sobre ellas. Te concentras, te obligas a meterte en la lectura y lo consigues, consigues olvidarte de que en un rato tendrás que volar. 




11.
Leer con resaca
Sabes que no va a funcionar. Nada va a funcionar, pero has decidido luchar contra la resaca infame que te atormenta. Has conseguido salir de la cama y ducharte, pero ahí han terminado tus fuerzas y al salir solo has conseguido volver a ponerte la camisa blanca de la cena de ayer y los pantalones del pijama. Esos pantalones de pijama que intentas no ver, que intentas tapar con el periódico porque sabes que como los mires vomitarás. Tampoco has sido capaz de llegar al sofá cómodo del salón...y por eso estás ahí, tumbado en una posición imposible intentando leer el periódico y jurando que no volverás a beber.



12. Ve a por ella  
Deja el libro. Te está mirando y lo sabes. No sabes cuanto tiempo lleva mirándote, estabas inmerso en la lectura, tan entretenido que ni te has dado cuenta de que empezaba a llover pero ahora sabes, sientes, sin levantar la mirada del libro que te está mirando. Ya no hay nada que hacer, tu vista resbala por las letras, pero aunque tu vida dependiera de ello ya no serías capaz de decir que estás leyendo. Ella ha llegado y  te mira. Cierra el libro, levántate, mírala y sonríe. Te está esperando.


Por un breve instante he estado en vuestras vidas, me he permitido imaginar lo que pensáis, lo que sentís y todo porque os vi y estabais leyendo y nunca podré decir si fuisteis vosotros o vuestras lecturas lo que llamó mi atención.

Publicado primero en Una docena de.


Nota: me flipa este post. Me costó la vida escribirlo porque es ficción y yo no sé escribir ficción. Es un post por el que yo sola me doy palmaditas, me jaleo, y me saco en procesión. 

jueves, 14 de marzo de 2013

TSNR: Tensión Sexual No Resuelta.

La TSNR es el “nos molamos” de los mayores de 30. Es el “me gustas” de cuando ya has pasado por unas cuantas relaciones mal resueltas.

Cuando eres gacelita o merluzo (que es lo que son los tíos) jovencito y te sientes atraído por otro alguien, dices “me gusta fulanito y creo que a le molo”. Por supuesto no tienes ni idea e interpretas todas las señales erróneamente. Haces muchísimo el gilipollas y eres capaz de las mayores ridiculeces por obra, pensamiento y omisión sin la más mínima duda. Te gusta un tío, le ves en la biblioteca de la facultad y justo cuando le estás mirando, él levanta la cabeza y mira a través de ti, o por encima de tu cabeza o sencillamente no ve. Tú que eres idiota y no sabes nada dices “me ha mirado, le gusto”. Luego te lo encuentras en el mostrador de préstamo y vuelves a pensar una estupidez “seguro que ha estado esperando a que yo apareciera…eso es que le molo”. Ni le molas ni sabe que existes pero allí estás tú haciendo el panoli.

Por esa misma época todos tenemos un amigo con el que te llevas fenomenal, un tío encantador, divertido, majete, puede que sea guapo, listo, inteligente y es “tu amigo”. Resulta que ahí hay una Tensión Sexual No Resuelta de mil pares de cojones y tu amigo básicamente se dedica a controlar sus impulsos sexuales todo el día mientras disfruta de tu “amistad”. Cuando ya no puede más y confiesa, tú te quedas como si te hubiera dicho que es Spiderman. Primero no das crédito y después te sientes completamente gilipollas al darte cuenta de que estas completamente cegata. Tenías allí una TSNR como un elefante de grande y tú sin verla. (Esta situación también puede darse al revés...la ceguera ante la TSNR se da en los dos sexos).

Con el tiempo se aprende a manejar la TSNR, es más si se es muy listo se es capaz de crearla y alimentarla hasta que estalla. Ahí es cuando te das cuenta de que no eres tan listo, porque cuando estalla la TSNR no hay manera de controlarla.

Primero, uno aprende a detectarla en milésimas de segundo. Conoces a alguien de una manera completamente casual, en el curro, en el gimnasio, amigos de amigos, por la calle, donde sea y ahí está el elefante de la TSNR en medio. Como todos tenemos siempre un poso de la gacela o el merluzo que fuimos, a pesar de que es obvia, solemos tener un momento de “bah...no, no puede ser, me lo estoy imaginando”. Y entonces el elefante de la TSNR te arrea una leche con la trompa y te dice “Anormal, soy la TSNR y no puedes obviarla”.

Contra lo que pueda parecer, la TSNR puede estallar en el primer nanosegundo de conocerse o puede aparecer un día de la noche a la mañana provocada por un comentario casual, una mirada, un roce mínimo. Alguien con el que llevas tiempo tratando y de repente... ¡alehop!! Ahí está, una TSNR de mil pares de cojones que no sabes muy bien cómo tratar.

La TSNR es muy traicionera.

Para empezar la mejor TSNR se da entre gente que no quiere gustarse. ¿Por qué? Porque si te mola alguien muchísimo, rollo de amor y todo eso no es TSNR, es otra cosa que también está muy bien pero que no es el tema de hoy.

La TSNR se da con alguien que probablemente no te “gusta”, te saca de quicio, te cabrea y te parece imbécil, pero no se puede evitar. La TSNR está ahí. Cuanto peor te cae y más de quicio te saca más crece. Por supuesto al otro también le pareces un imbécil, le sacas de quicio y no te soporta…pero está sufriendo/disfrutando como tú la TSNR que crece y crece con el “odio” mutuo.

La TSNR es adictiva.

“Paso de hablar con ese tío”, “Que le den a esa tía”. “Voy a ser una campeona de la indiferencia: hola y adiós y nada más” “No pienso ni saludarla”. “No le soporto” “La odia, me saca de quicio”. Todos esos buenos propósitos te llenan la cabeza cuando estás lejos del otro. Te haces fuerte y dices: paso, paso, paso. Pero como todas las buenas adicciones es poderosa. En la siguiente ocasión que te encuentras con el otro dices “Buenos días” y esas dos palabras llevan tal carga de electricidad, de TSNR que te parece increíble no haber combustionado. Te encuentras sorprendido pensando ¿De verdad he sido yo la que ha conseguido que Buenos días haya sonado a vamos a comernos? Da igual lo que hagas o lo que digas o como lo hagas o como lo digas...todo hace crecer la TSNR.

La TSNR es como un buen virus de esos de House.

Puede permanecer inactiva pero no desaparece jamás. Si te alejas del otro durante una temporada larga, la TSNR se va a apagando, el elefante se va desinflando cada día que pasa y poco a poco crees que ya se ha apagado del todo y que no queda nada. Te das palmaditas en la espalda por haber sido tan contenida/o y haberlo sabido sobrellevar y te confías completamente. Y de repente un día, te encuentras con el otro. Es posible incluso que hayas propiciado el encuentro por algo pensando que podréis hablar tranquilamente, porque sois personas adultas y maduras que habéis conseguido superar ese breve episodio de enajenación transitoria que tuvisteis…y nada más llegar te das de bruces con el elefante que está allí, en medio, sonriendo y diciendo “ Hola..soy vuestra TSNR y ¡sorpresa!  sigo aquí”.

La TSNR mola mucho. Te hace sentir poderoso.

Cuando ya has pasado por muchas situaciones de TSNR aprendes a manejarla. Sabes que mola y que bien tratada da muchas satisfacciones: sube el ánimo, motiva, hace reír y descarga mucha tensión por un lado…mientras la carga por otro. Digamos que redistribuye la tensión vital. Por supuesto uno cree que lo sabe manejar, y se dedica a disfrutarlo...pero claro, como todas las drogas al final es muy posible que se te vaya de las manos.

¿Qué pasa entonces?

La única manera de terminar con la TSNR es resolviéndola, pero por supuesto sabiendo que con eso se termina. Y por si alguien no lo sabe, la TSNR solo se puede resolver en el catre, chuscando, empotrando o lo que sea. No hay otra opción.

Si se Resuelve Mal, es decir siendo un absoluto desastre: el otro besa mal o chusca mal o se deja los calcetines puestos o cualquier otra cosa fatal…te encuentras sin comerlo ni beberlo pensando ¿Cómo he podido pensar que este tío/tía me gustaba? y “Piensa, piensa, piensa..una excusa rápida para poder largarte ahora mismo y sobre todo no volver a aparecer en 6 meses”. Una tensión sexual Mal Resuelta se extingue…nada podrá volver a reanimarla. Es el fin. Se acabó el juguetito. El otro que te sacaba de quicio porque te descontrolaba y te ponia todo el cuerpo en tensión, derepente se ha transformado en algo tan insulso como un fideo pasado flotando en sopa.

Si se Resuelve Bien, es decir con fuegos artificiales, mariposas, agujetas y demás, te encuentras pensando...”mierda...encima esto…y a mí esto tio no me gusta, me saca de quicio y me pone de los nervios…He hecho esto para ver si terminábamos con esta tontería…y ahora ¿Qué hacemos?” Enamorarse no extingue la TSNR, la transforma en PADDL (Pasión Amorosa de Duración Limitada) que también puede molar mucho, pero que ya no es un elefante ya no se alimenta de cualquier cosa. Ahora son mariposas que hay que mimar y cuidar y que también molan pero que te hacen deslizarte por la pendiente del cursilismo en cuanto te descuidas.

miércoles, 13 de marzo de 2013

MATERNITY (CXIV): UNA MADRE SIN SUPERPODERES

Ando por la cocina trajinando en mis famosas tardes culinarias de circo de tres pistas. C pinta como si lo fueran a prohibir o como si tuviera un acceso de horror vacui y le molestara el color acero de la nevera.

Todo es armonía.

- Mamá...
- Dime...
- ¿Cuándo seamos famosas y nos hagan fotos y te pregunten si nos pixelan la cara tú que vas a decir?
- ¿QUEEEEEEEEEE?

Levanta la cabeza de su maravilloso dibujo y me mira con esa mirada de “Qué paciencia tengo contigo”.

- Te pregunto qué vas a decir cuando nos hagan fotos y te pregunten que si nos pixelan la cara.
- Vamos a ver. Primero ¡no me mires así! Segundo, no vas a ser famosa. Tercero, nadie va a hacerte fotos y cuarto ¿dónde has aprendido la palabra pixelar?
- Mamá, vas a publicar un libro y salimos nosotras, nos haremos famosas.
- A ver…voy a publicar un libro y salís vosotras pero no te van a hacer fotos por la calle.
- ¡Mamá!! A lo mejor eres como la de Harry Potter que es famosísima...
- ¿y tú como sabes eso?
- Lo sé…y punto.
- Bueno pues ojalá, pero no te van a hacer fotos por la calle.
- Vale, pero si nos las hacen puedes decir que a M le pixelen la cara, pero a mí no que soy muy guapa.



Pues eso, queridos descerebrados. El próximo 9 de abril, saldrá a la venta “Cosas que le pasan a Una madre SIN superpoderes”, editado por La Esfera de los Libros.





 
¿A que estáis flipando? Es una pasada, pero mola mil.

- Mamá...
- Dime…
- Toma
- Oh que bonito dib… ¿Qué es esto?
- Es la lista de libros que necesitamos nosotras: para mi profesora, la de C, mi amiga Cristina, Jimena, el portero, el profesor de natación….

Ya sabéis, empezad a hacer vuestras reservas como las princezaz.

Y por supuesto lo celebraremos como se merece, con Gintonics a gogo.

lunes, 11 de marzo de 2013

EL CLUB DEL TUPER


En 2009, hace mucho mucho tiempo, hice un post sobre hábitos de comida en días laborables, y entre otras cosas decía esto:

Después tenemos a los “yomeloguisoyomelocomo”, la tribu del Tupper. Son los que comen en menos de 40 minutos en una microsala que la empresa ha habilitado para que coma esa gente. La tribu Tupper suele comer así porque están a régimen pero ponen cara de que lo que comen es delicioso: pollo hervido con brotes de soja de bote…mmmmm. Son claramente unos perdedores, se han tenido que molestar en hervir el pollo la noche antes y por la mañana se han tenido que montar el kit: el tuper con el pollo, la frutita para el postre, los cubiertos y todo a la neverita para llevarlo al curro. Claramente es una opción fatal y está comprobado científicamente: la gente con peor humor de los libros de colores son los del Tupper. Entre la tribu Tupper hay unos cuantos, muy pocos, que tienen a alguien que les prepara la tarterita. Se les reconoce porque cuando los demás sacan el pollo hervido...ellos dicen: a ver, a ver...qué me han preparado hoy…alaaaa…canelones y arroz con leche. Son muy odiados por los del pollo hervido pero a ellos les da igual...tienen canelones.”

Ahora soy de la tribu del tuper y lo defenderé hasta la muerte.

Los del tuper somos especiales, muy especiales. Somos un club.

Para empezar, comer de tuper establece vínculos tribales muy fuertes. Si eres de los que bajas al comedor de la empresa o sales en manada a un restaurante de menú ( cosa imposible en los libros de colores porque en medio del páramo de Mordor hay más posibilidades de que te coman a ti que de encontrar algo que comer) puedes cambiar de grupo, puedes sentarte en otra mesa, puedes distraerte con la gente que entra y sale del comedor, puedes pirarte a comer solo, pero los del tuper somos muy pocos, y somos siempre los mismos y además comemos en un sitio muy pequeño. Establecemos extrañas relaciones emocionales en torno a nuestros envases de plástico. Puede que no te hables con tus compañeros en todo el día, puede que no sepas ni a que se dedican en los libros de colores, es posible incluso que si te los cruzas en el parking o en el control de accesos ambos dudéis si saludaros.

Los del club del tuper no estamos a régimen. Sencillamente adelgazamos, adelgazamos mucho porque prepararte la comida justo después de cenar cuando estás lleno, te hace poner muy poca comida en el tuper. Si se te ha olvidado hacerlo por la noche y lo haces de madrugada mientras desayunas llorando…realmente tampoco tienes hambre, es más, las lentejas que estás echando en el tuper te dan arcadas y piensas que ni de coña serás capaz de comer más de dos o tres cucharadas. Para cuando te das cuenta a las 2 y cuarto de la tarde de que has puesto una ración que le quedaría escasa a Pin y Pon ya no hay solución, solo puedes comerte lo que hay, que es poco..y por tanto adelgazas.

Después, y esto no lo sabes hasta que te metes en el grupo, compartir ritual de comida une mucho. Obviamente todo el mundo va a calentar la comida en el mismo microondas y eso, eso une muchísimo. Uno puede saber si ha elegido bien sus compañeros de club por la comida que calientan en el microondas. Hay que huir como de la peste de gente que come curry con asiduidad, sardinas, o que condimenta todo con toneladas de ajo. Se aceptan este tipo de comidas de vez en cuando, porque hay una especie de pacto, “yo acepto hoy que mis albóndigas apesten a curry y a cambio tú mañana no te quejarás si tu pollo huele a sardinas”, pero si alguien insiste en traer menús inadecuados, caerá al último puesto en la cola para calentar la comida, se sentará el último en la mesa y al final terminará comiendo solo porque los demás habrán terminado ya.

La parafernalia del tuper también es importante, muy importante. Cuando uno entra en el club, no lo sabe, cree que con cualquier cosa valdrá pero no. Es un poco como cuando empiezas a correr, que al principio piensas “la ropa da igual, lo importante es correr” y entonces sales a correr con la camiseta de promoción de gasolinera, el reloj que llevas todos los días y unos calcetos cualquiera. Luego te das cuenta de que los demás corredores te toleran pero no te reciben y te das cuenta de que es necesario llevar el atuendo adecuado. Con el tuper es igual. Al principio, llevas la comida en un tuper cualquiera que tienes por casa, uno que no sabes ni como ha llegado a tu armario, para ti todos tus tupers son iguales. Metes la comida en el tuper, coges un par de cubiertos, puede que incluso te plantees llevarlos de plástico y los metes en una bolsa de plástico cualquiera, la primera que sacas del armario.

Llegas al club del tuper y sientes miradas raras.

- ¿Qué es eso?
- Mi bolsa de comida.
- Eso no es una bolsa de comida, es de supermercado.
- Bueno, qué más da...para traer la comida.
- No, no da igual. ¿Y el tuper?
- Pues no sé, uno que había en el armario…
- ¿se puede calentar con la tapa puesta?
- Pues no sé...creo que no. Es que en mi casa caliento la comida en un plato…y...
- Aha...necesitas una neverita especial, y sobre todo...un tuper que pueda calentarse con tuper.
- Es que yo no creo que vaya a estar mucho tiempo comiendo aqui..

Te miran, sonrien y siguen sacando las cosas de sus neveritas perfectas. 
Tú intentas pasar de esas pijadas, te parece que eso es una bobada. Al fin y al cabo lo importante es el interior, la comida que llevas dentro y además piensas que no vas a estar mucho tiempo en el club del tuper, que en algún momento volverás a tener un horario que no te obligue a acarrear tu comida 100 km todos los días haciéndote sentir como un cowboy y te resistes a invertir en unas alforjas de moda para llevar la comida.

Pero nada cambia, pasan los meses y sigues ahí. Un día te das cuenta de que ya no abres el armario y coges cualquier tuper, escoges el de Ikea “caro”, el blanco con la tapa granate que permite calentar sin destapar y con el que puedes llevar curry sin apestar a todos y lo más importante tu comida no sabe a las sardinas que ha calentado el anterior. Ese ha pasado a ser “tu tuper” y cuando llegas y alguien ha osado a meter ahí cualquier otra cosa que no sea tu comida, te encabronas y te encuentras diciendo cosas como:

¡No os he dicho mil veces que ese es mi tuper!!! Encima de que me levanto a las 6 de la mañana y me tengo que llevar la comida...no respetáis mi tuper!!! ¡Le voy a poner una etiqueta!

Pasan más meses, y sin saber muy bien cómo has pasado a otra fase. Llegas al curro de noche, aparcas, y cuando sales del coche, llevas el bolso y tu fabulosa neverita con la comida. Ya estás incluso más allá del tuper caro de Ikea, tienes tus propios tupers de la neverita, una bandejita perfecta para dejar los cubiertos e incluso te has hecho con una cantidad bastante considerable de sobrecitos de sal, aceite, vinagre, kétchup y mayonesa para aderezar tu comida. Sabes que ya estás en el top ten del club del tuper. Ya eres alguien en la salita del microondas. Cuando te vean llegar con tu neverita, los demás integrantes del tuper sonreirán y admirarán tu nueva neverita. Lo que no saben, es que tienes un golpe maestro que te va a hacer alzarte con el poder del club.

Hoy llevas mantelito y te encuentras absurdamente orgulloso de eso.

Gracias a Dios...lo que pasa en el club del tuper, se queda en el club del tuper.