lunes, 23 de julio de 2012

MATERNITY (C): LA ENFERMEDAD INFANTIL EN LOS PADRES

Ser padre es una experiencia que te desconcierta cada día, ya lo he dicho otras veces. Realmente no tienes ni la más remota idea de lo que estás haciendo, pero milagrosamente vas tirando y lo que es más increíble vas a acertando más o menos.
Pasados los primeros meses absurdos en donde combinas la emoción suprema porque esa cosa vociferante y extraña sea tuya y tu vida es un tobogán con ciclos de sorpresa y risas seguidos de otros de acojone y agotamiento, vas descubriendo una especie de rutina paternal que va funcionando y que además no eres ni siquiera consciente de haber adquirido.

Por ejemplo, la enfermedad de un churumbel. No hablo de enfermedades graves ni nada de eso, sino de las típicas ocasiones en que “El niño está malo”: vómitos, dolor de garganta, infecciones variadas, fiebre indeterminada, dolores indefinidos, otitis, mocos como para colonizar la galaxia…etc. Esas cosas.

Fases que pasa el padre y que no sabe cómo ha llegado a adquirir:

 Indiferencia.- Mami...no me encuentro bien. Uno sigue a lo suyo. Voy a hacer como que no te he oído o te he oído poco. Ya nos conocemos y lo mismo es excusa, es porque estás enfadado por algo, te has atragantado con algo, has tenido una mala postura o simplemente te estás haciendo el interesante.

A pesar de la indiferencia…se activa la alarma del plan B en nivel 1. Esto es, a pesar de que quieres permanecer indiferente y soslayar el tema, tu experiencia paternal con enfermedades infantiles te hace empezar a reubicar toda la rutina de día que tuvieras preparada…pero por ahora solo visualizas el plan que había y en qué se vería afectado si el malestar infantil se convierte en una realidad a pesar de tus esfuerzos por mantenerla en el plano imaginario.
En esta fase se suele jugar mucho a intentar distraer al sujeto supuestamente enfermo: “Bueno, ponte a leer…” Bueno…ponte a ver la tele”….

 
Cuestionario. Si la indiferencia mezclada con la estrategia de distracción no funciona y el malestar persiste.
- Mami…que me duele la tripa, me sigue doliendo.
Se pasa a escanear los síntomas: ¿Cuándo te ha empezado? ¿Cuánto te duele? ¿Cómo te duele? ¿Qué has comido? ¿Qué tienes hoy en el cole? Dependiendo de las respuestas a este cuestionario se pasa o no la siguiente etapa.

Si las respuestas son dudosas o contradictorias: “me duele por aquí…y un poco por ahí...pero por ahí no”...” pues me empezó esta mañana…o hace 10 minutos”...o dice algo como “hoy tengo examen de mates”…se vuelve a la fase 1 desactivando el nivel 1 del plan B.

Si las respuestas son contundentes: me duele desde que me he levantado, me duele mucho, aquí justo, no he comido nada…y sobre todo...yo quiero ir al cole y no, no quiero chocolate, ni pizza, ni galletas…. Se pasa a la siguiente fase.

A la vez se activa la fase 2 del plan B: se coge el móvil y se le comunica a la pareja que “Houston tenemos un problema”. La pareja normalmente empieza a jugar en la fase 1, es decir: pasa.

Uso de base de datos. Todos los padres tenemos una base de datos impresa en el cerebro, ese que creíamos destrozado a base de borracheras, drogas y tonterías varias en nuestra juventud, con todas las enfermedades de nuestros churumbeles. Recurrimos a ella cada vez que un “malestar” aparece. Se comparan los síntomas actuales con las anteriores enfermedades del sujeto, con las de sus hermanos y además se scanea el entorno más cercano por si acaso alguien ha tenido esos mismos síntomas y ha tenido la desfachatez de pasárselos a tu descendiente.

Comprobación de síntomas. Termómetro para la fiebre. Vistazo a la garganta para ver si tiene las anginas como dos sandías, tocamiento de tripa para ver si son gases, dolor o apendicitis, vistazo a los oídos por si ha pasado desapercibido pus saliendo por sus lindas orejitas…

El plan B está ya en fase 3. Mentalmente se renuncia a todo lo que hubiera hoy planeado.

Mirada comprobatoria. Al que no es padre le puede parecer que si el termómetro marca 39º, las anginas le salen por la nariz y la tripa le duele con el roce de una hoja (como a Abraracurcix) es evidente que el niño está malo de verdad.
Pues no. Lo que de verdad te indica que tu churumbel está enfermo…es su carita. Le miras, ves los ojitos con los párpados caídos, está pálido…y como ve que te estás acojonando...esboza una sonrisa en plan “no te preocupes mami, que no es para tanto”.

Es la sonrisa de la enfermedad. Tu hijo está malo.

El plan B pasa directamente a fase Defcon4. A tomar por culo el día, todo se va a la mierda, todo va a ser un caos.

Medidas de emergencia. Primero las drogas infantiles: apiretal y Dalsy. Ya lo he dicho aquí, pero si los adultos tomáramos Dalsy después de la resacas seríamos gente feliz…y alcohólica. Es un medicamente prodigioso, capaz de convertir a tu hijo el de la sonrisa triste en un gremlin alocado colgado de la lámpara en exactamente 20 minutos. Las drogas infantiles tienen un efecto tan milagroso que normalmente te encuentras dudando de tu criterio como padre experimentado en enfermedades infantiles….y piensas que tu hijo te ha tangado y el muy cabrón ha fingido la sonrisa de “no te preocupes”.

Después se llama al pediatra a la vez que se agarra una pata de conejo, se reza a San Cucufato, se hace vudú al consejero de sanidad de tu comunidad autónoma y se saca del herbario el trébol de 4 hojas ¿Todo esto para qué? Para ver si consigues cita antes de que tu niño tenga 18 años y pelos por todo el cuerpo. Porque sí, hay urgencias pero tú ya no eres un padre primerizo histérico que va a urgencias por cualquier memez.
Y después se llama a tu madre/ tu padre/ tus suegros/ tu hermana/ tu prima/ la vecina…o quien sea para ver si consigues alguien que se quede con tu churumbel mientras tú te tienes que ir a currar.

 
Culpabilidad y gasto de teléfono. Te vas a currar porque tienes que ir y te sientes fatal por este mundo de mierda en donde tu hijo está malo y tú le tienes que dejar para irte a hacer alguna estupidez por la que te pagan. Algunos se van a darle al on del sol…pero esos también se sienten culpables…un poquito eh...tampoco hay que ponerse en modo fundamentalista...tu niño tiene anginas o un virus estomacal...no es el fin del mundo.

Por supuesto se realizan llamadas de control cada cierto tiempo para ver cómo evoluciona el enfermo… ¿Cómo está? ¿Sigue dormido? ¿Tiene fiebre? ¿Cuanto hace que se tomó la medicina? Que no se enfríe. Que coma algo. Que coma solo lo que quiera. Que vea la tele si le gusta. Que no se acalore. Que beba mucho que lo importante es que no se deshidrate….

El plan B ha pasado ya a ser plan A…todo el día corriendo.

La sorpresa. Lo único bueno de la enfermedad de un hijo es que te descubre un superporder que tienes como padre y con el que flipas. Llegas a casa y está ahi...tumbado en el sofá o en la cama...pálido, con caruchilla. Realmente tú no sabes muy bien qué hacer con la enfermedad de tu hijo. Sabes la teoría y la práctica: preguntas, síntomas, medicina, arroparle, ponerle sus dibujos favoritos para que se distraiga…..pero no sabes cómo hacerle sentir mejor...como recuperar a ese niño tuyo que te saca de quicio, que no soportas y que no para ni medio nanosegundo.

Pero él si lo sabe:
- Qué bien que has vuelto…quédate a mi lado y me acaricias hasta que me duerma…y cuando me duerma no te vayas…quédate aquí leyendo...pero no te vayas.

Y flipas. Porque eres un fraude total como padre, no tienes ni idea de cómo has llegado a criar a alguien así, no sabes cómo ayudarle y sin embargo le quieres tanto que solo que estés cerca le hace sentir mejor y le cura.

 
El superpoder de reconfortar es la leche y mola mil aunque sea placebo.

viernes, 20 de julio de 2012

UNA DOCENA DE CONCEPTOS VERANIEGOS QUE SE HAN PERDIDO


Muchas cosas siguen igual. El verano viene al final de la primavera, hace un calor de mil pares de narices, hay que sacar la ropa de verano, hay que comprar bañadores y chanclas, los días se hacen más largos, hacemos planes distintos que el resto del año y se ve todo con más luz y más ganas.

Pero hay otras muchas cosas que ya no son igual. Unas porque se han perdido, otras porque nos resultan imposibles, otras han cambiado tanto que ya casi no se reconocen y otras han sido injustamente borradas del mapa.
Para hoy 12 recuerdos nostálgicos del verano…

1. La expresión “ir de veraneo”

¿Dónde vas a veranear? El verbo veranear se ha perdido. Si lo usas ahora, suena “viejuno”. En sus tiempos hacía referencia al sitio donde pasabas el verano, 2 meses, mientras tus padres (o tu padre en la mayoría de los casos) curraban. Solía ser el pueblo de tu familia, la casa de un familiar, una segunda residencia. Eso ahora ya no se da. Ahora se dice “ ir de vacaciones” y se refiere al tiempo exclusivo en que los progenitores no curran y todos en plan familia feliz hacen las maletas y se van.

2. El gazpacho

El gazpacho era un acontecimiento, llegaba junio y el primer día que había gazpacho de comer marcaba el principio del verano. Comenzaba la época de las ensaladas, la ensaladilla rusa, las comidas friías. Adios a los guisos de cuchara y las sopas de fideos. Ahora hay gazpacho todo el año en cualquier supermercado, ya no hay sorpresa, no hay emoción, no hay espera. Y además ahora ya no se toma en plato o en cuenco con cuchara. El gazpacho ha pasado de ser primer plato a ser bebida. Y se toma en vaso.

3. El cine de verano al aire libre

Casi no quedan cines de estos. Hay ciclos al aire libre, parques donde ponen pantallas, plazas de pueblo en las que en fiestas ponen Toy Story, pero no cines de verano al aire libre con su programación diaria que descubrir cada día con sorpresa y emoción. El cine de verano ya no es la oportunidad de ver las películas que no habías visto durante el año.

 
4. El tiempo eterno

Dos meses y medio de vacaciones era una medida de tiempo eterna, era equivalente a un año, una década, un siglo. Parecía una cantidad de tiempo obscenamente larga… Ahora el verano siguen siendo dos meses, julio y agosto, pero desde el 1 de julio estás pensando en lo que te espera en septiembre… y sabes que el tiempo pasará muy deprisa.

 
5. El aburrimiento

El verano era una época para aburrirse, para no hacer nada. No existía el absurdo concepto actual de “aprovechar para”. No había que aprovechar nada. Hacía calor, nada que hacer, sonaban los grillos, los días eran larguísimos y tocaba aburrirse hasta el infinito. Nunca, como en los veranos de la infancia, el aburrimiento fue una realidad tan tangible.

 
6. Las fiestas de los pueblos

Ahora todas las fiestas son iguales: botellón, puestos de falsa artesanía, mercadillos medievales y los mismos castillos hinchables. Ya no son las fiestas de los pueblos, los mismos saraos se organizan por el día del niño, el día mundial del árbol o el festival de otoño. Han perdido la gracia. Antes las fiestas de los pueblos marcaban hitos en la lenta rutina del veraneo.

7. La siesta

La siesta obligada y eterna. Esa siesta en penumbra con la casa en silencio. No querías dormir y te agarrabas a tus tebeos con el firme propósito de “ no dormir porque no tengo sueño” para despertarte dos horas después con la cara surcada de las arrugas de la almohada. No habia 20 mil canales para ver pelis, ni internet, ni dvd… el único recurso que tenían tus padres para tener un poco de calma era obligarte a echarte la siesta.

 
8. La digestión

“Hasta dentro de dos horas no te puedes bañar que tienes que hacer la digestión”. Dos horas eternas mirando el mar o la piscina y preguntándote si esas historias terroríficas sobre muertes súbitas por meterse en el agua con la tripa llena serían ciertas. Sin lugar a dudas, la digestión era el proceso fisiológico más odiado. Y se mantuvo en ese puesto hasta la llegada de la resaca.

 
9. Los bichos

Mantis religiosas, saltamontes, grillos chillones, escarabajos, chicharras, arañas de patas largas y cuerpo pequeño, arañas de cuerpo peludo y patas cortas, langostas, abejas, avispas, moscas verdes, mosquitos gigantes..toda una fauna que había que ahuyentar de tu cuarto a la hora de dormir y siempre con el zapato de tu hermano.

 
10. Los amores de verano

Todo el verano flirteando, miraditas, mensajitos, encontronazos, “a mi amigo le gustas” , “te va a pedir salir”… para concretar en un beso casto a 10 días de terminar el veraneo. Promesas de cartas invernales y de amor eterno.

 
11. Los polos

De hielo y con palo de madera que se chupaba hasta dejarlo impoluto. Popeye, Colajet, Drácula, Minimilk…algunos siguen existiendo, pero ahora no se dice polos. Se dice “ vamos a por un helado”.

 
12. Desintegrar el bañador

Levantarte por la mañana, ponerte el bañador y no quitártelo hasta la hora de acostarte. Repetir este proceso todo el verano, hasta que el bañador favorito estaba sin goma, casi transparente y tu madre lo tiraba.

Algunas de estas cosas molaría recuperarlas. Otras que siguen inalterables habría que eliminarlas: los horteras de playa, la canción de verano, el olor a crema solar, las broncas familiares por exceso de convivencia, los especiales de los suplementods dominicales sobre cosas que hacer en verano… pero es dará para otra docena de.


Republicado de Unadocenade

jueves, 19 de julio de 2012

EL ENCUENTRO: CALZONCILLOS DE LA SUERTE CONOCE A BRAGAS FAVORITAS.

Él.
Era un miércoles que parecía viernes.

Era el día y la ocasión para sacar los calzoncillos de la suerte del cajón donde estaban guardados perfectamente doblados: primero los picos laterales y luego el de la huevera.

Sí, eran sus calzoncillos de la suerte. Eran perfectos. Había tenido otros en su vida, era lo bueno de los calzoncillos de la suerte, que por un extraño sortilegio cuando los actuales se desintegraban de tanto usarlos o los perdías en un hotel, unas vacaciones o cualquier otro sitio, enviaban su halo de “suerte” a otros y así siempre podías contar con tener unos calzoncillos de la suerte con los que enfrentarte a la vida.

Durante un tiempo, en su más tierna adolescencia soñó con tener algún día unos calzoncillos largos, con botones, camiseta y manga larga…de un rojo rojísimo como los que llevaba John Wayne en las pelis del oeste. Parecían chulos, parecían abrigados y sobre todo parecían capaces de soportar manchas de todo tipo sin parecer asquerosos…eran los calzoncillos más molones del mundo.

En cualquier caso, los que ostentaban ahora el título de calzoncillos de la suerte, eran tipo bóxer y negros y eran de su talla. Eran de algodón egipcio. Con esto había tenido muchos problemas. Sus otros calzoncillos, los de correr, los de ir a currar en un día normal, los de salir a dar una vuelta, eran de otros tejidos y por experiencia sabia que tenía que tener cuidado. El sudor escrotal es muy traicionero y había algunos tejidos que lo alentaban demasiado. Nada peor que encontrarse la entrepierna escurridiza en medio de una reunión de curro y saber que no era por emoción erótica sino por simple sudor de huevos combinado con una mala elección de tela.

Conocía perfectamente cuál era su talla, cómo tenían que quedarle y si le hacían buen culo...40 años de experiencia le contemplaban desde el espejo mientras se los ponía, tratando con mucho cuidado la goma, no quería darla de sí justo en un día como hoy. Todo tenía que ser perfecto. Estaba estupendo, mucho más que Nadal que seguro que llevaba calzoncillos con costura vertical en la línea interglutear…
Se vistió y salió para su cita más feliz que una perdiz con sus calzoncillos de la suerte.

Ella.

Era un miércoles que parecía viernes.

Habían quedado a tomar algo. Abrió el cajón y sacó sus braguitas favoritas. Tenía conjuntos de lencería, cosas más erótico festivas y más atrevidas, pero no había que pasarse. Mejor empezar por algo discreto, elegante y sobre todo que para ella fuera cómodo y de confianza. Si quemaba su mejor lencería en la primera cita, podía pasar que él creyera que toda su ropa interior era así y tuviera que invertir parte de su sueldo en comprar conjuntos para sus siguientes citas. Mejor optar por algo elegante, sencillo y de confianza: sus braguitas favoritas.

Eran cómodas, pegaban con su sujetador favorito, el elástico no le marcaba nada, no se movían de su sitio y eran de un tejido suave y sexy. Eran perfectas...la única pega es que de tanto usarlas en algún momento pasarían a la categoría de braguitas de estar en casa donde intentaría aguantarlas hasta el momento de pasar a la peor categoría, bragas de regla...pero para eso quedaba mucho todavía y no era el momento de pensar en la regla. Hoy no...Consultó el My days y vio que estaba salvo.

El y Ella.

¡Los calzoncillos de la suerte habían funcionado!- pensó él.

Menos mal que llevo mis bragas favoritas.- pensó ella

Ahí estaban, en el sofá, en esos preliminares que las primeras veces llevan tanto tiempo, molan tanto y hacen subir muchísimo la temperatura. Además de todo eso, esos preliminares provocan todo tipo de inquietudes ¿Si le quito la camisa pensará que voy demasiado deprisa? ¿Si tardo más pensará que voy demasiado despacio? ¿El sujetador será de los de abrocharse por delante o por detrás? ¿Qué tipo de calzoncillos llevará? Por favor que no sean amarillos desvaídos que me lleven a pensar que una “ultima gota” gigante de pis se había extendido por el tejido. Y que no lleven estampados rarunos...ni sean de panguero acalpuqueño. Por favor...con lo bien que besa que lleve algo discreto y que le haga buen culo.

Él no pensaba mucho en la ropa interior de ella. Tenía interiorizado el gen de “por dios que no sea color carne ni se parezca a las bragas de mi madre” pero confiaba en que ella llevara algo bonito, suave y no excesivamente complicado de quitar…con este ritmo de excitación no iba a tener tiempo de entretenerse ni en mirar ni en toquetear...si acaso después.

Fuera la camisa, fuera el vestido…fuera los pantalones. Ella contuvo la respiración… ¿qué habría debajo? Por un momento temió un momento comando...que no llevara nada debajo de los pantalones...o peor...que llevara unos calzoncillos de Dora la Exploradora...o unos enormes y colgones…si era así, rezó para que fuera tan habilidoso como para quitárselo todo a la vez…

..Pero no…había unos perfectos bóxers negros...sin botones ni aberturas rarunas por donde pudiera quedar enganchada o medio salida en una especie de quiero y no puedo que arruinaría el momento. Gracias a dios todo estaba donde tenía que estar...no apuntaba al cielo...alli estaba en todo su esplendor, perfectamente ubicada pugnando por salir…hacia el lugar adecuado.
Era el turno de ella, manejó con mimo el elástico de los calzoncillos de la suerte y se deshizo de las braguitas favoritas….
Poco después….

Calzoncillos de la suerte sonreía pensando…”todavía hay clases, para hacer deporte no sirvo...pero soy un crack”.

Braguitas favoritas pensaba…voy a seguir siendo la favorita durante mucho tiempo…me queda recorrido hasta llegar a ser bragas de regla...

Él pensó...cuando me levante para mear...me siento...paso de que se me caiga la última gota en la tapa y ella piense que soy un guarro y me da vergüenza que escuche el chorro.

Ella pensó...a ver si se levanta al baño y le veo bien el.

Y colorín colorado…este post escrito en parte con algunas de las aportaciones en los comments se ha terminado.

Paul ilustra este post porque hace bonito y porque seguro que en esa foto llevaba sus calzoncillos de la suerte.

miércoles, 18 de julio de 2012

ENSAYO SOBRE EL CALZONCILLO

Tras mis sesudos ensayos sobre los sujetadores y el tanga, ha llegado el momento de dedicar unas líneas a los calzoncillos. Podría parecer que no hay mucho que decir, pero no…es un mundo enorme sobre el que reflexionar.

El calzoncillo es una prenda que cae bien. Es campechana, amable, parece inofensiva. Incluso hace sonreír: dices calzoncillos y sonríes. Pues no os llevéis a engaño: No es tan simple como aparece...todo un mundo se esconde detrás de él. Provoca inquietudes y reflexiones varias si se le dedica tiempo.

En la escala superior de la familia de los calzoncillos está el calzoncillo largo con camiseta añadida y botonadura frontal de color blanco sucio o rosa desteñido. Sólo se ha comprobado su existencia en pelis de vaqueros y únicamente se aconseja su uso si eres Robert Redford o Paul Newman en “Dos hombres y un destino”. O…Lee Marvin…

Dentro del mundo calzoncillo tobillero sé que existen unos para gente que va a la montaña a pasar frio y esas cositas tan “extremas”. Para mí, no cuentan como calzoncillos porque se parecen sospechosamente a las mallas térmicas para correr…así que es ropa de deporte y no valen. Su uso, como en el anterior caso, debería ser muy muy restringido tanto en el tiempo y en las ocasiones como entre los individuos susceptibles de llevarlos.

Después vendría ya el grueso del mundo calzoncillar: bóxers de distinto largo a medio muslo, a la rodilla, slips con una variedad infinita de longitudes, apreturas y anchos de cintura, con tirantes, con unos elásticos como de faja de señora, hay ¡tangas! y hay coqueras…que no son exactamente calzoncillos pero que nos valen para esta lista. No solo hay variedad de forma...también hay variedad de tejidos y de colores: lisos, de colores, estampacos con lunares, con cuadros, de rayas, con superhéroes, con imposibles combinaciones geométricas…todo un mundo de luz y de color.

Para empezar...igual que cualquier hombre cuando se pone un hombre tiene muchísimas posibilidades de mejorar su aspecto físico, cualquier hombre en calzoncillos tiene muchísimas posibilidades de empeorar su apariencia.

¿Por qué?

Primero, saber qué tipo de calzoncillo lleva un tío es complicado. (Descarto jovenzuelos con pantalones cagados a la altura de las rodillas, hablo de tíos, tíos...de hombres). Nada en su apariencia externa da pistas sobre el tipo de calzoncillos que usa (descarto a Nadal que obviamente lleva unos pequeños y apretados). Cuando por fin ves los calzoncillos que usa un hombre, es una completa sorpresa que puede ser estupenda: joder, que bien usa bóxers de cuadritos (o lo que sea) y le quedan fenomenal…o puede ser espantosa: joder...lleva unos como los que usaba mi abuelo pero con spiderman…Mi consejo es llevar ensayada una cara de imperturbabilidad absoluta y sólo en el caso de éxito absoluto sin calzoncillos hacer las correspondientes alabanzas o los chistes adecuados para la ocasión.

Otro problema de los calzoncillos es que parecen fáciles de manejar, parecen accesibles pero encierran una trampa y nunca mejor dicho. A las pruebas me remito, pero en un momento de exaltación erótica extrema…las braguitas salen disparadas sin contemplaciones mientras que el calzoncillo, y más si es del tipo slip, tiene que ser manejado casi como plutonio porque soltar la goma del elástico en mal sitio puede tener repercusiones muy desagradables…exigen mimo y delicadeza a la hora de sacarlos de la escena de acción o su venganza será terrible.

Más problemas. Estamos hartos de ver noticias en las que dicen que la mayoría de las mujeres no saben cuál es su talla de sujetador. Bien. Pues desde aquí lo digo, pocos hombres saben cuál es su talla de calzoncillo…pero les da igual.

Si les están demasiado grandes, tienen la suerte de que con los pantalones sujetándoles no se les caerán y además van cómodos, nada les aprieta, nada les perturba. Ellos están felices y dicharacheros, pero tengo malas noticias; un tío con un calzoncillo grande y colgón perturba muchísimo y si además es de un color indefinido tipo blanco “roto” o amarillo desvaído el efecto antiseducción se eleva hasta el infinito. Si es un bóxer de rayas o cuadritos te dan ganas de sacar la cesta de paja y hacer un picnic usándolo de mantel…

Si alguno está pensando en que entonces siempre será mejor llevar el calzoncillo pequeño se equivoca. Constreñido a un mínimo espacio...todo parece más grande...pero luego hay que mantenerlo fuera de ese espacio. Comprendo que al ir apretado te ves más poderoso, más potente, pero el observador externo piensa: madre mía, ¿como puede tener riego sanguíneo en las piernas yendo así de apretado? O peor si lo que tiene cabe ahí…Dios Mío... ¡es un picha fina! … El mundo está lleno de pichas finas embutidas en calzoncillos enanos…y es otra cosa que no se olvida.

La elección del calzoncillo y la talla es por tanto un tema espinoso. El tipo de calzoncillo que lleva un tio es una incógnita hasta el último momento, una buena elección puede hacerle salir por la puerta grande, pero una mala elección permanece imborrable en la retina. NO digo que sea un tema insalvable..otras “habilidades” pueden hacer olvidar ese mantel a rayas o ese mini slip...pero disfrutemos de las habilidades porque sí y no para anular los efectos antilujuria de la ropa interior.

Por último unas reflexiones breves:

- ¿ cómo se dobla un calzoncillo? ¿ se dobla?
- ¿ Hay que plancharlo?
- ¿ Por qué si un tio se pone el calzoncillo delante de un espejo, una vez que se lo ha colocado..siempre, siempre, siempre..se recoloca la goma, pone brazos en jarras y se gira levemente?
- ¿ El calzoncillo o los calzoncillos?

Y la duda que más me corroe:  para ir al baño ¿ se utiliza la abertura frontal que tiene o es más común sacarla por encima del elástico?

Ya lo dije al empezar…el calzoncillo es un enigma.