lunes, 16 de julio de 2012

SONIDOS

Silencio.

En la casa no se oye ni un ruido. 

Duermo. 

Unos pasos. Se abre una puerta. Arrastra el tope y lo coloca sujetando la puerta. Arrastra los pies. La puerta del baño. La tapa del vater. El agua corriendo. La puerta del cuarto de los niños que se cierra. Pasos bajando las escaleras. La puerta de la cocina. La puerta del armario de las tazas. Cierra el microndas. Ping. La puerta del armario del azucarero. La cucharilla removiendo. Sube las escaleras. Arrastra los pies. Quita el sujetapuertas. Cierra. 

Estoy despierta. 

Me quedan 20 minutos para seguir en la cama. El viento. Pájaros. Por el sonido de las ramas sé si es viento de norte que deja las nubes enganchadas a las montañas o viento que achicharrará. El tren que llegará a menos viente a la estación pasa por la falda de La Peñota.

Me adormezco. 

La puerta otra vez. Pasos descalzos. Otra vez la puerta del baño. El grifo. Ruido de afeitado. La cuchilla contra el lavabo. La cortina de la ducha al deslizarse. Corre el agua. El bote de gel al suelo. Pienso en que no salga nunca, en no ir a currar. Cierra el grifo. Cortina de ducha. Puerta abierta. Pasos que ya no se arrastran. Se cierra la puerta. 

Se me agota el tiempo. 

La puerta otra vez. El tope. Pasos enérgicos. Con zapatos. Las escaleras. La puerta de la cocina. La puerta de la calle. Tuca y Turbón que ladran. " Coño...que pesados sois por la mañana. Fuera". Los aspersores. La puerta del jardín. Se abre el coche. Arranca. Pobrehermano se va. 

Me levanto,  lloro. y comienzan mis sonidos.

viernes, 13 de julio de 2012

EL BLOG, EL BLOG, EL BLOG.

El blog me ha hecho mejor persona. Sé que resulta difícil de creer. Los que me conocen y me quieren pensarán: qué va..sigues siendo la misma tocapelotas de siempre. Los que no me conocen y me quieren pensarán: qué va..seguro que eres así desde siempre, escribir no te hace ni mejor ni peor. Los que no me conocen y me odian y aún así, pierden el tiempo pasando por aquí pensaran: ¿mejor? pues con lo mierda que eres no quiero ni pensar como eras antes.

 
El blog me ha hecho mejor. Me hace mejor. Es una apreciación completamente personal, pero es mi percepción y con eso me vale.

Empezamos por lo más obvio. El blog me ha hecho escribir mejor. Supongo que es como todo, cuanto más practicas, mejor lo haces..( excluyo de este “todo” el correr…). Cuatro años y medio escribiendo prácticamente a diario, me ha hecho mejorar. No quiero decir que escriba bien ahora, ni que todo lo que escribo ahora sea mejor que lo que colgué hace años, pero en general consigo escribir mejor, ordenar las ideas y sacar alguna conclusión. Por otra parte, escribo posts más largos que cuando empecé, no sé si porque tengo más que decir, porque le he cogido el gusto o porque he perdido el miedo y no se cortar.

 
El blog me ha hecho ver las cosas que (me) pasan de otra manera. Alguien me dijo que había desarrollado “ mirada bloggera” y si, puede que sea así. Ahora cuando me pasa algo, cuando leo, cuando pienso, cuando veo una peli, escucho una canción, discuto, me divierto, lloro o lo que sea, siempre puedo pararme y verlo desde la perspectiva del blog. No es que lo piense conscientemente, pero al mirar esa “cosa que (me) pasa” salta el post. No todo lo que me pasa puede ser un post, unas veces porque sé que no podré contarlo, otras veces porque me veo incapaz y otras sencillamente porque no.

El blog me ha hecho leer mejor. Bueno, a lo mejor esto no es consecuencia del blog, pero ahora tengo un sitio donde expresarlo. En los últimos cuatro años he leído muchísimo, y he podido ir contándolo aquí. Además, al tener el blog, mucha gente me ha recomendado libros a los que yo no hubiera llegado sola, así que el blog ha ampliado mucho mi horizonte lector y eso me ha molado mucho. Lanzarme al mundo de los comics, o descubrir a Amelie, o a Amos Oz, o a Houllebecq, Orwell o Koestler, han sido grandes cosas a las que he llegado por el blog.

El blog ha hecho que los que me conocen me vean de otra manera. En el día a día no hay tiempo para contar muchas de las cosas que escribo en el blog. Otras veces hay tiempo pero no la oportunidad o el estado de ánimo o el tono. En el blog escribo lo que me apetece cuando me apetece y el que me conoce, llega, las lee y la siguiente vez que nos vemos puede comentarlo conmigo…para bien o para mal..pero ha/ hemos tenido la oportunidad de que conozca ese pensamiento, esa reflexión o esa completa gilipollez.

El blog me sirve para ordenar mis ideas. Pensamientos que pululan por mi cabeza absurdamente sin ningún tipo de organización y que al agarrarlos para darles una posible forma escrita se ordenan mágicamente. A veces se ordenan y digo: esto es una gilipollez, pero otras veces, se colocan, toman forma, se posan, los escribo y cuando los veo escritos digo: joder..que bien me ha salido y qué razón tengo. Por supuesto hay ideas que tuve hace 4 años que ahora no me convencen tanto pero eso no importa…las cosas cambian..

El blog me sirve para desahogarme. Me indigno, escribo sin control y después me siento mejor..es como una terapia.

El blog me ha servido para agudizar el ingenio. Pensar en nuevas maneras de contar las cosas, en crear personajes basados en la gente que conozco, enmascarar situaciones reales para que sigan siendo identificables pero a la vez resulten equívocas me lleva a intentar ser más ingeniosa. Unas veces no lo consigo, pero otras veces me sale de puta madre.
El blog le ha dado nueva emoción al correo electrónico. Un sobrecito, nuevo mensaje…y nunca sé si será un nuevo descerebrado que me escribe porque le ha gustado, porque no le ha gustado, porque ha escuchado a Bruce y se ha acordado de mi, porque ha visto recetas de celiacos, porque quiere pedirme algo, porque quiere que hable en la radio…lo que sea…pero es emocionante..y mola mucho.

El blog es me sirve para recordar. Por un lado buceo en mis recuerdos para sacar algo que contar y descubro anécdotas que tenía olvidadas o que permanecían ahí en el fondo de mi cabeza sin ninguna utilidad..salen a la superficie y las tengo ahí para cuando hagan falta, vengan a cuento o simplemente me apetezca contarlas. Además, como llevo ya 4 años, hay cosas que han pasado durante este tiempo que probablemente si no hubiera escrito se habrían olvidado..sin embargo aquí están, fijadas para siempre..para bien o para mal.

El blog me ha hecho tener una disciplina y eso está bien para alguien con nula Fuerza de Voluntad, mantener una disciplina de escritura es un logro.

El blog servirá a laz princezaz para conocerme. Algún día leerán todo esto y les horrorizará y le gustará a partes iguales, pero me conocerán más, para lo bueno y para lo malo.

El blog me ha servido para atreverme a hacer cosas nuevas, para descrubrir cosas nuevas, para interesarme por asuntos que ni sabía que existían.

Y lo más importante del todo, aunque parezca una estupidez, el blog me hace tener ilusión cada día…

Asi que sí, gracias al blog he crecido y soy mejor.

jueves, 12 de julio de 2012

MOLIDOCUMENTALES: EL LIGUE MENTIROSO COMPULSIVO




Llega un día en que eres una leona experimentada y con un bagaje de relaciones a tus espaldas: unas lamentables, otras estupendas, otras para olvidar, otras para recordar…todo el catálogo de posibilidades.

Estás sola y tan a gusto. No es que no quieras tener un ligue, amante, amor de tu vida, pero has aprendido que sola se puede estar perfectamente y no pasa nada.

Y justo ahí, cuando estás tan a gusto contigo misma y tus circunstancias aparece el ligue mentiroso compulsivo (LMC) a joderte la vida.

El LMC tiene casi siempre más de 40 años y muchos de ellos tienen más de 50. Inexplicablemente han conseguido llegar a esa edad bajo un aspecto de tíos respetables, confiables y con criterio. Nada en su aspecto físico ni en su forma de comportarse deja ver que estás ante un mentiroso compulsivo. Según mis observaciones y por si os sirve de algo, si un tío lleva pantalones color quisquilla tiene muchísimas posibilidades de ser un LMC.

Antes de continuar hay que explicar que el LMC no es un gran mentiroso. Suele ser torpe, atolondrado, olvida las excusas dadas, se contradice y balbucea, pero a cambio tiene una fe inquebrantable en sus propias trolas incluso en las que resultan contradictorias entre sí.

Otra característica del LMC es que está dotado para la actuación: es capaz de de afligirse hasta el patetismo cuando le dices que está mintiendo. Si a esto le sumamos que no tiene ningún sentido del ridículo, es muy posible que la leona se encuentre poniéndose muy seria con un tío de 50 palos con un pantalón de color quisquilla que llora desconsoladamente de rodillas, mientras le manda wasap de amor a la vez que le propone matrimonio en las Seychelles….

¿Cómo se llega a eso?

Así.

El LMC llega a la vida de la leona. Gracias a mis observaciones he comprado que suele llegar del entorno laboral o de un entorno raro. Quiero decir, el LMC nunca a va a ser a alguien del círculo de amigos más cercano, ni un amigo de un hermano, ni un amigo de una amiga…más que nada porque entonces alguien pondría sobre aviso: cuidado con mengano que es un mentiroso o contarían su vida y no habría espacio para elucubraciones fantasiosas.

El caso es que llega y es encantador, porque ser un mentiroso compulsivo no está reñido con ser divertido, inteligente e ingenioso. Además, le gusta la leona y está dispuesto a conquistarla, así que se lo curra. Poco a poco y sin prisa.

La leona tampoco tiene prisa porque está tan a gusto sola, y además ya es leona experimentada y no quiere caer en gilipolleces: liarse con uno del curro es un lio, liarse con uno de clase de taichí con el que no tienes nada en común parece arriesgado…liarse con un ex compañero de instituto que acaba de volver a la ciudad es un poco regresión al pasado. Todo eso lo sabe, pero coño, su ego es débil y está encantado con las atenciones que recibe por parte de LMC.

Al final cae. Con toda la prevención y todo el rollo de “solo somos amigos”, .al final cae, y se lía con él.

Comienza entonces la actuación estelar de LMC. Empieza a dar explicaciones raras y complejas totalmente innecesarias. Dice cosas completamente contradictorias que sumen a la leona en un mar de dudas, Si no sabéis de qué hablo y creéis que miento...transcribo una conversación típica. (Si esto fuera tele pondría “recreación basada en hechos reales”)

Cama. Después de…todo es relax y amor en el aire.

- Cariño...no me quiero enamorar de ti porque nos haríamos mucho daño.
Ella piensa... ¿a qué coño viene esto del amor? Nos hemos acostado y tenemos una edad., esto no es la cenicienta. Como pasa de meterse en una conversación de ese tipo, finge un ronroneo de qué sueño tengo.
- Mmmmmm
- Eres especial, muy especial, nunca he conocido a nadie como tú y el hombre que se case contigo tendrá mucha suerte…

Salta la primera señal de alarma:  Pero, pero, pero... ¿a qué coño viene esto? ¿Este tío es idiota?? ¿Estamos en la cama y nombra a otro? Si lo que está esperando es que le diga que después de él no va a haber otro...lo lleva cristalino. Como el ronroneo no ha funcionado, la leona tiene que optar por roncar o volver a la batalla sexual para mantenerlo callado.

La leona mosqueada por este tipo de conversaciones…y los pantalones color quisquilla, empieza a hacer sus deberes. “Este tío es raro, así que paso de engancharme. Muchas risas, algún beso, jijiji, jajaja…y a otra cosa”. Se repite como un mantra: paso de engancharme, paso de engancharme, paso de engancharme.

LMC, continúa con su campaña de acoso y derribo. Las maniobras encantadoras se suceden a las frases raras, las promesas de amor eterno van seguidas de absurdas explicaciones sobre el dolor en el amor. Los 250 mensajes diarios, se suceden a desapariciones totales propias del hombre invisible.

Ejemplo típico:

Cariño...me gustas muchísimo, estoy loco por ti, pero esto va a ser un lio y nos vamos a hacer daño...asi que es mejor que lo dejemos. ¿Me acompañas a ver un piso a ver si nos gusta y nos vamos a vivir juntos?

La leona empieza a estar desquiciada. El tobogán del amor mola, el tobogán emocional está muy bien, pero que te hagan crecer un nido de mariposas en el estómago para al momento siguiente echarte una tufarada de spray anti bichos, hace peligrar la salud mental de cualquiera.

Y justo en ese momento, a la leona le entra el “instinto femenino”, se le enciende una luz y dice: este tío me la está metiendo doblada, he hecho la gacela herida.

Y le pilla.

Oye...LMC…
Dime amor de mi vida...
Ya bueno, es que he estado pensando en eso y he decidido que mejor lo dejamos, porque esto va a ser un lio, total solo es un enganche y así, no nos hacemos daño y todos tan contentos.
No me digas eso…nunca he conocido a nadie como tú, que me hiciera vibrar así… todas las demás me han hecho mucho daño…y
Ya…pero mira que cosas pasan. Tengo aquí tu libro de familia, la foto de tu novia, sé los nombres de tus siete hijos y tengo copia del piso en Marina D´or que tenéis en régimen de multipropiedad con tus cuñados.
Eso es mentira...no sé quién te ha contado eso...pero es todo mentira. Puedo explicártelo… ¿nos alquilamos un piso?
Eres un completo majadero.
Estás loca por mí…
Y un gilipollas….

LMC no se da por vencido, es otra de sus características. Un buen LMC es inasequible al desaliento, aunque tiene su lógica. Un tío que es capaz de llevar unos pantalones de color quisquilla es de otra pasta. Acecha en cualquier esquina, está detrás de cualquier wasap, avasalla con mails de amor, manda flores, escribe cartas. Si además es del curro, la leona no puede esquivarlo completamente. .

Y por fin...llega la traca final. Dejas a un LMC sin control y cava su propia tumba, chapotea en su propio barro.  Puede suceder asi: la leona está en un baño, oye entrar a alguien. Es LMC y le oye al teléfono: cariño…no digas bobadas, yo no tengo nada con esa chica, te juro que eres el amor de mi vida...te lo juro.

 
La leona sale del baño con una sonrisa en la cara...."Hola..."

LMC dice: déjame que te explique...no es lo que tú te crees. Vayamos a conocer a tus padres....

Porque lo bueno de liarse con un LMC es que él solo hace tantas gilipolleces que la leona se desengancha sin dolor, pasada la sorpresa inicial, respira hondo y dice: de la que me he librado.

Acto seguido, coge el móvil y llama a su amiga: la próxima vez que te diga que me mola un tío, pregúntame de qué color lleva los pantalones.

martes, 10 de julio de 2012

ENSAYO SOBRE LA PENA Y LA TRISTEZA

Pena y tristeza no son la misma cosa. Se parecen, pueden parecerse, incluso pueden sucederse una a la otra, pero no son lo mismo.

Tener pena, no es igual que estar triste o ser un llorica. No tiene nada que ver.

Cuando tienes una amiga con pena, con una oleada de pena suprema que la ahoga, puedes sentir esa pena.

La pena de los otros duele, la tristeza de los otros no duele, preocupa, perturba, incomoda, te mueve a intentar animarles, pero no duele.

Cuando alguien cercano a ti está apenado de verdad no puedes hacer nada. Le ves nadar contra la oleada de pena, intentar mantenerse a flote con un esfuerzo sobrehumano tanto físico como anímico, que literalmente le deja agotado. Bracea, patalea, intenta que las olas no le ahoguen…y se agota. Cuando no puede más, se deja hundir, se rinde…y es en ese momento en el único que tú puedes hacer algo, es ahí cuando tienes que tirarte al agua o meter el brazo, agarrarle y hacer que salga a la superficie. Sostenerle a flote en lo que recupera fuerzas para seguir luchando contra su pena, en esa pena que le duele por dentro y le agarrota.

La tristeza viene después.

Tras mucho nadar contra la pena, tras luchar contra las olas, el rastro que deja esa batalla es la tristeza. Ese alguien apenado consigue subirse a una balsa de madera que ha construido poco a poco y se tumba a descansar. Ya no tiene que nadar contra la corriente, ya no hay olas que lo tumben y le ahoguen. Está a salvo. Ya no va a hundirse pero no tiene ganas de remar. Ahora es un mar calmo y gris que se pierde en la distancia y sin asomo de sol. Pero ahora ese alguien sabe que hay un sol, que en algún momento habrá sol. En esta etapa de la pena, puedes subirte a su barca, charlar, contar chistes, acompañar, hacer planes para cuando salga el sol. Acompañas en la tristeza y en algunos ratos consigues que tu amigo se olvide por unos momentos de ella. Eso es, se olvidará de la tristeza por unas horas y cuando retorne a ella (porque no es tan fácil escapar) esa tristeza será menos, pensará...” Joder, ¿por qué estaba yo tan triste?..Tampoco es para tanto”. Cada rato que consigues distraerle, le quitas un poco de poder a esa tristeza.

Con la pena no pasa eso. La pena no se distrae, no se olvida, aunque lo intentes. Se irá cuando ella quiera y mientras tanto estará ahí. Si la dejas, si no luchas o si te dejas ir porque estás agotado, te invade. La pena te llena por completo. Te ahogas y crees que no puedes más, que vas a morirte de la pena, pero entonces llega el llanto. La pena verdadera agarrota tantísimo, duele tantísimo que no permite llorar. Cuando aparece el llanto es el último recurso, es la llegada del séptimo de caballería en las películas del oeste. Lloras porque ya no puedes más, lloras hasta agotarte, lloras para vaciarte, lloras para que esa pena salga por algún sitio, para que esa angustia que no te deja casi ni respirar salga de ti. Lloras desconsoladamente.

Y ahí, justo en ese momento...no lo sabes...pero has dado un paso para dejarla atrás.

La tristeza tiene un horizonte, la pena no.

La tristeza puede llegar sin motivo...aletea y se pira. La pena siempre tiene una causa.

De la tristeza se puede hablar, de la pena no.

Con la tristeza se hacen canciones…con la pena no.

Con la tristeza hay que hablar, con la pena hay que estar.

La tristeza puede ser dulce y cálida, la pena no. La pena es amarga. La tristeza te hace sentir frio y querer un sofá y una manta. La pena da miedo y quieres una manta pero para esconderte.

Para saber lo que está pasando alguien con una oleada de pena, hay que haberlo pasado antes. Hay que haberse ahogado en pena, braceado contra la corriente, sentirse morir y luego treparse a la balsa y dormir en la tristeza.

Sólo cuando has pasado todo eso, desarrollas la empatía suficiente para decirle a tu amigo...” Sé lo que estás sintiendo, sé que duele infinito y sé que nada de lo que te diga va a servir…pero confía en mi…al final se pasa”.

Sólo cuando has pasado todo eso, sabes que lo nunca hay que decir es: venga, que no pasa nada, anímate.

Eso es como atarle un peso a los pies y dejar que se hunda.



Para dos amigas con pena infinita.