No me gustan los tatuajes por la misma razón que no me gustan los muebles a medida: yo no sé lo que quiero.
Soy una tía inconstante y no puedo asegurar que lo que ahora me encanta me vaya a gustar dentro de unos años. Me admira la gente con esa capacidad, sabe lo que quiere y sabe que lo seguirá queriendo dentro de 15 años. Alucinante.
En segundo lugar yo soy de llamar poco la atención, bueno digamos que siempre he sido más bien “normal”, así que he aprendido a vivir sin dar el cante, sin que la gente se acuerde de mi y acostumbrada a que me digan: ah si..te conozco pero no me acuerdo de tu nombre. No soy de llamar la atención.
Un tatuaje es todo lo contrario, es para siempre y encima llamas la atención. Los tatuajes no me dicen nada. Nunca veo uno que diga: ¡ que precioso! O ¡ que chulo!. Normalmente me provoca una reacción más del tipo: ah..si..un tatuaje. Después imagino a un tío con un pañuelo en la cabeza y vestido de negro inclinado y sacando la lengua mientras el tatuado aprieta la boca del dolor y luego me imagino al tatuado con 75 años y teniendo que estirarse la piel flácida para demostrar que lo que tiene tatuado no es una ensaimada sino una cobra.
Ninguno me parece bonito y por mucho que lo piense no se me ocurre que impulso me podría llevar a tatuarme algo. ¿ Una estrella? ¿ un sol? ¿ el típico delfín? ¿ algo en chino que te crees que es metafísico y lo mismo pone “me saco los mocos”? No lo veo, claramente no es mi estilo.
Y por cierto me pone mala que ahora sean “tatus” en vez de tatuajes. Sospecho que se debe a que a la gente la palabra “tatuaje” le parece algo de macarras y el anglicisimo “tatoo” le parece chic. Paletos.
Con los muebles a medida me pasa más o menos lo mismo. ¿ Cómo sabe la gente que quiere una estantería que le ocupe toda la pared del salón y que siempre va a querer ese mueble ahí? A mi me da pánico hasta colgar las fotos, es más tengo 4 marcos llenos de fotos apoyados contra la pared desde hace año y medio porque no acabo de decidir en qué pared los quiero colgar. Me alucina la gente que se compra una casa y en 3 meses la tiene completamente puesta, sabe que quiere la mesa redonda, 5 sillas, el sofá beige ( esto sospecho que es por culpa de las revistas de decoración dónde todo es beige), las cortinas de rayas y los cojines verdes. Yo soy mucho más de me mola esta mesa, me gusta aquél jarrón, este sofá heredado está cómodo y pongamos una librería dónde quepa mucho pero que no sea un trasto y que podamos tirar sin preocuparnos del dinero, vaya..acabo de darme cuenta de que soy la filosofía de IKEA reencarnada en maruja.
Tampoco me molan los “conjuntos” en plan “ habitación infantil por 600 euros” y viene el kit completo: la cama, la estantería, la cómoda, la mesa de estudio y el puf. Me dan agobio esos conjuntos, yo creo que es porque sospecho que la que no pega soy yo.
Por estas mismas sensaciones y pocas ganas de llamar la atención estoy en contra de los nombres cantosos para los hijos. Soy más de nombres sencillitos y discretos. Para justificar esto tengo dos motivos:
- Todos nos creemos que nuestros hijos serán guapos, altos, estilosos, con clase y fantásticos. Con esta creencia pones a tu hija por ejemplo Alexandra, y claro imaginas una tía estupenda que además tiene un nombre original, Alexandra, pero llega la naturaleza y te manda una hija fea como un pié…y ¡¡encima se llama Alexandra!!!. Mal, mejor algo sencillo que pase desapercibido.
- A la hora de poner nombre hay que tener en cuenta el apellido. Si eres Pérez, Gómez o Sánchez está bien un poco de originalidad en el nombre, algo que llame un poco la atención y que te identifique. Por el contrario si tienes un apellido sonoro, cantoso y que además mueva a la hilaridad cuando lo dices, lo mejor es algo sencillo, optar por los clásicos. Llamarte María Tetón es malo pero llamarte Graciela Tetón es una putada.
Por si alguien sospecha, el ingeniero venía con apellido cantoso así que no tenemos ninguna Graciela ni ninguna Alexandra.
Soy una tía inconstante y no puedo asegurar que lo que ahora me encanta me vaya a gustar dentro de unos años. Me admira la gente con esa capacidad, sabe lo que quiere y sabe que lo seguirá queriendo dentro de 15 años. Alucinante.
En segundo lugar yo soy de llamar poco la atención, bueno digamos que siempre he sido más bien “normal”, así que he aprendido a vivir sin dar el cante, sin que la gente se acuerde de mi y acostumbrada a que me digan: ah si..te conozco pero no me acuerdo de tu nombre. No soy de llamar la atención.
Un tatuaje es todo lo contrario, es para siempre y encima llamas la atención. Los tatuajes no me dicen nada. Nunca veo uno que diga: ¡ que precioso! O ¡ que chulo!. Normalmente me provoca una reacción más del tipo: ah..si..un tatuaje. Después imagino a un tío con un pañuelo en la cabeza y vestido de negro inclinado y sacando la lengua mientras el tatuado aprieta la boca del dolor y luego me imagino al tatuado con 75 años y teniendo que estirarse la piel flácida para demostrar que lo que tiene tatuado no es una ensaimada sino una cobra.
Ninguno me parece bonito y por mucho que lo piense no se me ocurre que impulso me podría llevar a tatuarme algo. ¿ Una estrella? ¿ un sol? ¿ el típico delfín? ¿ algo en chino que te crees que es metafísico y lo mismo pone “me saco los mocos”? No lo veo, claramente no es mi estilo.
Y por cierto me pone mala que ahora sean “tatus” en vez de tatuajes. Sospecho que se debe a que a la gente la palabra “tatuaje” le parece algo de macarras y el anglicisimo “tatoo” le parece chic. Paletos.
Con los muebles a medida me pasa más o menos lo mismo. ¿ Cómo sabe la gente que quiere una estantería que le ocupe toda la pared del salón y que siempre va a querer ese mueble ahí? A mi me da pánico hasta colgar las fotos, es más tengo 4 marcos llenos de fotos apoyados contra la pared desde hace año y medio porque no acabo de decidir en qué pared los quiero colgar. Me alucina la gente que se compra una casa y en 3 meses la tiene completamente puesta, sabe que quiere la mesa redonda, 5 sillas, el sofá beige ( esto sospecho que es por culpa de las revistas de decoración dónde todo es beige), las cortinas de rayas y los cojines verdes. Yo soy mucho más de me mola esta mesa, me gusta aquél jarrón, este sofá heredado está cómodo y pongamos una librería dónde quepa mucho pero que no sea un trasto y que podamos tirar sin preocuparnos del dinero, vaya..acabo de darme cuenta de que soy la filosofía de IKEA reencarnada en maruja.
Tampoco me molan los “conjuntos” en plan “ habitación infantil por 600 euros” y viene el kit completo: la cama, la estantería, la cómoda, la mesa de estudio y el puf. Me dan agobio esos conjuntos, yo creo que es porque sospecho que la que no pega soy yo.
Por estas mismas sensaciones y pocas ganas de llamar la atención estoy en contra de los nombres cantosos para los hijos. Soy más de nombres sencillitos y discretos. Para justificar esto tengo dos motivos:
- Todos nos creemos que nuestros hijos serán guapos, altos, estilosos, con clase y fantásticos. Con esta creencia pones a tu hija por ejemplo Alexandra, y claro imaginas una tía estupenda que además tiene un nombre original, Alexandra, pero llega la naturaleza y te manda una hija fea como un pié…y ¡¡encima se llama Alexandra!!!. Mal, mejor algo sencillo que pase desapercibido.
- A la hora de poner nombre hay que tener en cuenta el apellido. Si eres Pérez, Gómez o Sánchez está bien un poco de originalidad en el nombre, algo que llame un poco la atención y que te identifique. Por el contrario si tienes un apellido sonoro, cantoso y que además mueva a la hilaridad cuando lo dices, lo mejor es algo sencillo, optar por los clásicos. Llamarte María Tetón es malo pero llamarte Graciela Tetón es una putada.
Por si alguien sospecha, el ingeniero venía con apellido cantoso así que no tenemos ninguna Graciela ni ninguna Alexandra.