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martes, 13 de abril de 2021

Nat y el empotrador alemán


Voy a empezar recordando, una vez más, que no estoy en contra de los libros malos. No estoy en contra de estos libros pero sí de las alabanzas en las fajas, de que se les den premios y, sobre todo, de que nadie se atreva a decir que son malos. No pasa nada, yo hago unos huevos fritos que son una birria y, por supuesto, no me dan premios ni nadie los halaga pero se pueden comer.  

Un amor es malo pero se puede leer. Y, por supuesto, hay a gente a la que le ha encantado, como a mí mis huevos fritos. 

Spoiler total.   

Un amor se lee fácil y es un crossover perfecto entre Helga descubre el amor en Jutlandia y Atracción Fatal con ambientación en el desierto almeriense.  ¿Difícil mezcla? Puede, pero no imposible en las manos de Sara Mesa que consigue unir las dos historias. O, mejor dicho, las agita pero sin que mezclen bien. 

Nat llega, acosada por algo retorcido y oscuro de su pasado, a establecerse en un pequeño pueblito, La Escapa (atentos a la sutileza del nombre del lugar). El pueblín, como somos españoles y todo tiene que ser intensito, en vez de ser pintoresco, con bonitas casas y verde... es un secarral árido y feo en el que Nat se alquila una casa espantosa, con un jardín asqueroso lleno de tierra reseca y un casero que es un cabronazo. ¿Por qué? Porque Nat ha venido a La Escapa y al mundo a sufrir. Ese es su plan de vida y tú, el lector, no lo entiende mucho pero en fin, a tope con las sufridoras que han dado grandes obras de la literatura. 

En el pueblín para nada idílico Nat conoce a Píter que, como cualquiera que ha visto pelis de sobremesa, sabe que es el personaje que está ahí para que parezca que se van a liar pero que luego resulta ser solo amiguísimo. Píter es hippie (ni un poblacho sin su hippie), lleva el pelo largo porque si no menuda mierda de hippie y hace vidrieras de colorines con cristales reciclados de la basura. ¿Queréis un tópico? Ahí está Píter para cumplir ese papel. Nat se ha alquilado la casa asquerosa porque no tiene dinero.  Lo que tampoco tiene  es muchas ganas de trabajar. Es traductora pero, chica, se pasa horas y horas mirando al infinito y no traduce. Lo intenta unos cuantos párrafos y luego lo deja porque a pesar de no tener dinero, no se le ocurre que, a lo mejor, haciendo un esfuercito y terminando la traducción, consigue dineretes. Ella está entretenida con su vida interior y su perrete, Sieso, que le ha traído el caserocabrón y que está un poco a su bola. Y ahí estamos, como en Jutlandia pero sin colores sobresaturados, ni vecinos bonachones ni buen rollo, aquí todo es un ir y venir de tierra requemada, gente que pasa de Nat y ella preocupada por si ha perdido su atractivo para los hombres cuando Píter no muestra el más mínimo interés en acostarse con ella. 

Un buen día llueve en el secarral. Cae la mundial y, por supuesto, la casa tiene goteras. 

Casero, arréglame las goteras.
Bah, aquí llueve poco.
Ya pero es que se está pudriendo el suelo.
¿Y a ti qué más te da si la casa no es tuya?
Ah vale. 

Porque Nat tiene una personalidad que se caracteriza por no ser una personalidad. No sabe lo que quiere, ni como lo quiere, no dice lo que quiere, no sabe lo que siente, no trabaja, no se cabrea, no se impone. Eso sí, desde su parcela roñosa, mira con displicencia   a los vecinos de al lado con sus hijos, su monovolumen y sus barbacoas. Ella es idiota pero eh, es misteriosa, no como los otros que parece que protagonizan el catálogo de Carrefour.  

Bueno pues Nat decide que, para las goteras,  comprará cubos más grandes y ya está. Un buen día el Alemán, que es un tipo del pueblo que no es alemán pero qué más da, le lleva unas verduras de su huerto y le dice que ese tejado es un desastre.  Por la tarde el Alemán vuelve arreglado pero informal y le dice a Nat «Puedo arreglarte el tejado a cambio de que me dejes entrar en ti un rato». Nat hace «mmmmm» mientras reflexiona sobre qué educadísimo es el alemán usando la expresión "dejarme entrar en ti». Le parece encantador que diga «dejarme entrar» como pidiendo permiso. Nat es una idiota fenomenal, de primera categoría. Lo piensa un poquito y dice que no le interesa y el Alemán se pira. Él no lo sabe, pero el lector sí porque para eso ha visto doscientas treinta pelis alemanas en Jutlandia, esto no va a terminar así. 

Y a la vuelta de publicidad eso es lo que pasa. A Nat le entra un nosequéquéseyo y se va a casa del Alemán y le dice que vale, que le «deja entrar». El Alemán se ducha, se van a la cama y tiene lugar un polvo meramente de mantenimiento para el Alemán y hasta luego, Mari Carmen. Nat ha cumplido su parte y el Alemán al día siguiente le deja el tejado niquelado. Todo bien. Pero no. Porque Nat, la idiota fenomenal, empieza a volverse un poquito paranoica, se pasea por su casa de un lado para otro: ¡Oh,  madre mía!

«Sieso la sigue con la mirada, pero no es una mirada limpia: parece haber un juicio tras sus ojos» 

Para mí, que el perro solo quiere que pare quieta pero...

¿Qué pasa después? Pues lo que tenía que pasar: que Nat se encoña después del polvo de mantenimiento y descubre que El Alemán es un empotrador de categoría monumental, así que se pasa las mañanas sin traducir y las tardes follando lo más grande con El Alemán. Todo va sobre ruedas: tiempo libre y sexo del bueno. Ella está muy muy flipada con el sexo aunque no sé yo si las dos entendemos lo mismo por buen sexo: 

«Desnudos, el uno junto otro, somo dos hermanos. Nat no tiene que perseguir el orgasmo ni arañar con desesperación en los bordes pidiendo clemencia para entrar en sus dominios»  

A mí es que me parece que sexo y hermanos maridan mal. 

Con el Alemán tiene un acuerdo fantástico, nadie ha prometido nada, nadie ha dicho nada pero ella se ha montado en la peli, en la atracción del planeta del amor y quiere que el Alemán le regale flores, le diga amoríos, la pida que se quede a dormir con ella, le cuente su vida... ella quiere el cofre completo con la experiencia Amor intenso y no se da cuenta de que lo que le ha caído del cielo es el pack Sexo plenamente satisfactorio sin complicaciones. El Alemán que sí que se ha leído las instrucciones y la letra pequeña del pack, no se hace líos y ahí está cumpliendo y disfrutando. Aunque empieza a disfrutar menos porque Nat, idiota fenomenal, se pone muy pesada, hecha una plasta. Un día le pregunta «¿te gustaba yo desde el principio?» y cuando él le contesta siendo completamente sincero que no, ella se ofende muchísimo. Nat, hay cosas que no hay que preguntar nunca. Luego se mosquea cuando se entera de que el nombre de la gata del Alemán se lo puso su exmujer, ¿Cómo? ¡Qué tiene exmujer? ¿Cómo? ¿Qué un tío de más cuarenta años no es virgen, ha tenido otras relaciones y no ha descubierto el buen sexo conmigo? Nat está indignada porque ella además del pack Amor intenso sufre el síndrome de la descubridora del "diamante en bruto". Eso que le pasa a bastantes mujeres cuando encuentran a un tío de más de cuarenta años soltero y en vez de pensar que el tío pasa de relaciones creen que es que él no ha encontrado nunca a nadie como ella y que ella es la que ha descubierto esa joya que va a hacer ahora brillar como nadie.  

Nat, la idiota fenomenal, se transforma en una desquiciada. Pero una desquiciada que te da como vergüenza ajena, quieres pasarle la manita un poco por la cabeza y decirle: ale, ale, tranquila... y darle una tortillita francesa de tranquimazines y acostarla a dormir la paranoia.  

Cuando el Alemán consigue trabajo de ayudante de topografía, se indigna. "¿Pero tú has estudiado?"... no olvidemos que Nat es una snob de tomo y lomo, y el Alemán le dice que sí, que estudió Geografía. Y a Nat le parece mal, claro que sí. Ella se había montado su peli de descubro al gañán de pueblo y lo pulo y resulta que ni es gañán, ni de pueblo, ni necesita que nadie, y menos ella, lo pula. 

Con este nuevo trabajo se ven menos y en vez de verse follar y cenar, se ven, cenan y follan y a Nat esto, por supuesto, también le parece fatal. ¿Qué pasa? ¿Ya no la desea tanto? ¿Prefiere comer al sexo? Esto es de primero de relaciones, la urgencia brutal por follar se va acallando porque sino sería imposible vivir, pero en fin... a estas alturas ya has comprendido que Nat no tiene arreglo. 

Nat  va a su casa a deshoras, se agobia pensando que se está liando con la chica de la tienda, le espía en el pueblo que trabaja, le agobia con mil preguntas, el kit completo de "quiero que me digas que me quieres a mí sola, que soy lo más mejor del mundo mundial pero sin tener que preguntártelo y quiero que no hagas nada más que pensar en mí, mirarme, estar conmigo, desearme". 

El Alemán, que es el único personaje de todo el libro con un mínimo de coherencia y mucha paciencia, llega un día en que después de que ella le monte otro show, le dice: lo dejamos, estoy un poquito harto de tu acoso. Y Nat se desquicia, llora, grita, se va a casa y se acuesta y los vecinos de Carrefour le llevan infusiones y Píter le dice que a lo mejor se está poniendo un poco tremenda. Llora más, le da la turra al alemán por teléfono y éste con buen criterio pasa de ella, llora más. Sigue sin trabajar, claro. 

Esto está quedando largo. 

Un buen día consigue levantarse de la cama, se va a dar un paseo pensando muy fuerte y sufriendo aún más y cuando vuelve el perro sarnoso ha atacado a la hija de los vecinos.  Vuelta a encerrarse aunque todo el mundo le dice que tendría que salir a disculparse. Al final sacrifican al perro sieso aunque ella no quería y todo el pueblo la odia un poco por intensa y brasas. Luego a todos se les pasa, llega Navidad y ella otro día sale de paseo a casa del Alemán, se sienta como un personaje de anime en el porche de su casa y pasa horas allí, bajo el frío, el sol, la lluvia y haciendo pis en los arbustos hasta que llega él. Él llega, la deja entrar, ella dice cosas y piensa cosas y se pira pensando que ya no le gusta. 

Fundido a negro. Nat se ha ido a vivir a otro pueblo, a otra cosa más barata y no tan cutre y piensa que aquello que la llevó a La Escapa es el principio de su historia. ¿Qué es "aquello"? Pues nunca lo explican bien pero en resumen: robó algo en su oficina, la perdonaron pero no pudo soportar que la perdonaran y se piró. 

Para cuando llegas al final y comprendes la inmensidad de la idiotez de Nat, crees firmemente que lo que robó, la idiota fenomenal, fue una grapadora para hacerse la interesante. 

A Un amor le doy 3 Pamplonas. ( Siendo 5 Pamplonas el máximo en la escala del horror) 

miércoles, 12 de febrero de 2020

12 de febrero. Cuarenta y siete años.



Este ha sido el año de Nueva York. El año en que decidí que si podíamos viajar ahora mejor hacerlo ya porque «más adelante» no existe. Y sin planearlo y sin esperármelo lloré de emoción debajo de las arcadas de Central Park. «Mamá, por favor, que no pasa nada, no seas dramas».  Ha sido el año, otro año, de volver a hacer un triple salto mortal sobre un «ni de coña» y acabar dando una charla TED   con un acuario gigante a mis espaldas, frente a quinientas personas tratando de que mis palabras fueran más interesantes que los bancos de peces nadando. Repasando las fotos del año he descubierto que ha sido el año de ir vestida de azul. Y el año de intentar dejarme el pelo blanco y abandonar el intento porque me parezco demasiado a mi madre. Ha sido el año de Las Palmas y La Palma.  Ha sido el año de ver volcanes en La Palma y refunfuñar durante los últimos tres kilómetros de una marcha interminable mientras murmuraba: «¿Qué cojones hago yo aquí?» y Antonio me contaba los detalles de una película con Sean Connery y Lorraine Bracco. «¿Por qué me estás contando esto? Porque te estás encabronando y con algo tengo que distraerte». Ha sido el año de seguir pensando que tengo que irme de Madrid: a Los Molinos, a Comillas, a Segovia, a La Palma, a Asturias, a donde sea hacia el norte.  Ha sido el año de darme cuenta de que, a lo mejor, soy un poco demasiada organizada para algunas cosas. Tan demasiado organizada que me obligo a hacer cosas que solo tienen sentido para mí. A veces pienso que si me muero mañana y alguien, mis hijas, encuentra mis papeles, mis cuadernos, mis archivos, para ellas no valdrán nada. Ha sido el año de Doña Rosita anotada, Sueños y visiones de Rodrigo Rato y Esperando a Godot. Ha sido el año de llegar a los Oscars habiendo visto casi todas las películas nominadas y el año en que mis hijas dejaron de ir al cine conmigo sin chantaje o soborno de por medio. Ha sido el año de regañar a mi madre a gritos por política y de advertir a mis compañeros en el comedor del trabajo: «si votáis a VOX no me habléis más allá de lo estrictamente obligatorio por temas laborales». Ha sido el año de conocer a Alan Cumming y descubrir que es idiota y el de charlar con Paul Giamatti sobre mi vestido Hitchcock. Ha sido el año del vestido Hitchcock y la falda de rayas de colores. Ha sido el año de descubrir San Juan de Luz, decepcionarme con Biarritz y confirmar que ser francés debería ser nuestro objetivo en la vida. Ha sido el año de charlar con Miguel Ríos sobre mi charla del empotrador en un bar de Consuegra la víspera de la boda de otros amigos. Ha sido el año del verano infernal con mis hijas y el de cuidar al Ingeniero cuando decidió viajar al pasado, a finales de los ochenta concretamente, para jugar al squash y romperse el tendón de Aquiles el día antes de marcharnos a Cerdeña, a la Isola de San Pietro para la boda de unos amigos. Ha sido el año de centrifugar de nuevo con los De Montes. Ha sido el año de leer sesenta libros, ir siempre ocho números atrasada en el New Yorker, hacer un excel de podcasts que ya suma ciento ochenta y siete registros y de quedarme dentro del coche esperando a que termine el que estoy escuchando y al terminar pensar «creo que he desarrollado un poquito de adicción a esto». Ha sido el año de conocer a María Jesús que me ha animado a hacer algo útil y divertido con mi adicción. Ha sido el año de ir a Asturias a conocer el hotel de Julian y el de aprender a maquillarme. Ha sido el año de enseñarle Madrid a mi sobrino pequeño y asegurarle que sí, que vivo en un circuito de carreras porque por delante de mi casa pasan muchos coches. Ha sido el año, otra vez, de echar de menos el invierno, uno de verdad, uno con frío de llevar gorro, guantes y la punta de la nariz congelada. Ha sido el año de dejar de nadar porque me he cansado de hacerlo y el de cambiar mi horario en el curro para salir de allí cuanto antes. Ha sido el año de la cena perfecta con Ximena Maier y Miquel Del Pozo Ha sido el año de intentar ahorrar y el de comprar setenta libros y suscribirme al New York Times y a HBO. Ha sido el año en el que mi hija Clara me ha dicho: «mamá, ¿sabes que ya estás pre menopaúsica?». Ha sido el año de pensar que ya estoy rozando los cincuenta. Hoy empiezo a desear llegar a los cincuenta y celebrarlo volviendo a Nueva York.



miércoles, 25 de septiembre de 2019

Hablemos de hombres franceses y de conspiraciones y de expectativas.

Que la gente fume, a veces, tiene cosas buenas. Por ejemplo, cuando volvemos al hotel después de cenar en San Juan de Luz, son las doce de la noche y, de repente, te das cuenta de que la tarjetita con la combinación que hay que marcar para entrar en el hotel, está encima de la cama. «¿Era seis cuatro cuatro y algo, no?» «Sí, eso me parece». No era, claro. Tecleamos como maníacos todo lo que se nos ocurre y cuando estamos valorando dormir en el coche, una voz nos grita desde arriba «¿Necesitáis el código?» Alabados sean los fumadores franceses trasnochadores. Que el señor esté con ellos. Con ellos y con los franceses. Me sigue maravillando como cruzamos la frontera sin enterarnos y, sin embargo, todo es diferente tras ese paso invisible. Mi principal fijación estos días, en el País Vasco francés, es la cantidad de gente mayor que hay allí.  En serio, no hay que fijarse mucho para ver que allí, los mayores, los de más de sesenta están tomando el poder. Como mi adorable profesora de inglés me había puesto como tema, para mi ensayo semanal, escribir sobre una conspiración, cogí el tema de los mayores en Francia y sus famosas villas floridas para elaborar toda una teoría al respecto. Los pueblos en Francia son más floridos, consiguen más florecitas si tienen más viejos. A más viejos, más florecitas. He investigado y hay una categoría de honor, La flor de oro, sospecho que en esos pueblos a los jóvenes los han liquidado. Pienso seguir investigando porque pienso seguir viajando a Francia pero no volveré a Biarritz. ¡Qué decepción! Parezco nueva y llevaba las expectativas nivel «este es el hombre de mi vida» como cuando tenía dieciocho años y me iban a presentar a un amigo de un amigo. Aquel no era nunca el hombre de mi vida y con el tiempo aprendí a rebajar mis expectativas a «seguro que es un brasas» lo que no hizo que ninguno de ellos fuera el hombre de mi vida por sorpresa pero convirtió todos los encuentros con hombres nuevos en algo susceptible de ser mejor de lo que yo me esperaba. A Biarritz llegué pensando «me va a enloquecer» y después de quince minutos allí, caminando por sus calles, ya sabía que esa ciudad y yo no teníamos nada en común. La playa es espectacular y la luz maravillosa pero lo demás, ay lo demás, me pareció todo un despropósito que solo mejoró cuando trepamos los doscientos cuarenta y ocho escalones del faro y lo vimos desde arriba. Miento, también mejoro cuando decidí dejar de mirar las maravillosas mansiones encajonadas entre bloques de apartamentos de lujo y fijarme más en los hombres franceses. Iba de uno a otro haciendo "check", "check", "check". Hablemos de los hombres franceses y lo elegantes que son. Y lo guapos. Y lo bien que saben envejecer y lo bien que saben llevar la ropa y como no dicen esa tontería que dicen muchos aquí: «a mi es que solo me gusta llevar camisetas». Y te lo dicen como si tuvieras que ponerles una medalla o arroparlos porque necesitan mimos. A los franceses no les pasa eso: un señor de cuarenta años, o de cincuenta o de sesenta no va disfrazado de nostalgia de sus veinte años, está a gusto con su pelo blanco y sus gafas locas de montura verde. Tengo un amigo escritor al que le he pedido por favor que envejezca hacia señor francés interesante. Está bastante por la labor y por lo menos en las fotos ya no se pone camiseta. Aprendamos todos a envejecer como los franceses. Como ellos y como ellas. El sábado, en un concierto muy loco de una banda muy asimétrica formada por gente de sesenta y gente de diecinueve, los sesentones copaban la pista bailando sin ningún tipo de pudor ni cortapisa. Alegría y alboroto al ritmo de September o de Aretha Franklin. A mí me gustaron los vientos: un calvo con ojos azules de pirata y camisa blanca que tocaba la trompeta y un empotrador al que despedir tras el desayuno que tocaba el trombón de varas. Aspiremos todos a ser señores mayores franceses que compran pan por las mañanas y cenan queso con vino por las noches. Aspiremos a dejarnos las canas sin problema y a llevar gafas loquísimas. Aspiremos a ser elegantes. Aspiremos a ser novios de la mano. Dejemos de pretender que tenemos veinticinco años, los veinticinco son un coñazo. 

Y hablemos de San Sebastián que nunca defrauda. Hablemos de una ciudad que huele a algo que se está acabando pero todavía no lo sabe. Me gustaría parar el tiempo y dejarla como está o rebobinar diez años y dejarla ahí, parada, como el último caramelo del bote heredado de tu abuela, o el vestido maravilloso que llevaste el día que has estado más guapa de toda tu vida y que nunca volverás a ponerte. San Sebastián en una bola de cristal en la que llueva al moverla. 

Y hablemos del Chillida Leku. Y de una falda de rayas de colores y un impermeable verde y unas zapatillas azules. Y de un partido de remonte y un corredor de apuestas de Zarautz que nos miraba cómo si fuéramos alienigenas en aquel frontón de Hernani. Y de bonito y chuletón y albóndigas de chuletón. Y de La Concha y Gethary. Y del cuarteto de música de cámara que sonaba en el parking de Biarritz. Y de una alcantarilla. Hablemos de todos estos recuerdos que me he traído de este viaje. 

Y del 6644, la combinación de la puerta del hotel La Caravelle. 

Y hablemos de repetirlo el año que viene.


viernes, 10 de febrero de 2017

La gente normal no es noticia


Brujuleando por mi selección de webs descubro que el Metropolitan Museum de Nueva York ha hecho accesibles más de cuatrocientas mil piezas de sus fondos para consulta pública. Entro a curiosear y paso los siguientes diez minutos mirando increíbles vestidos de alta costura. Le mando el enlace a una amiga, que conocí gracias a twitter y a una serie de carambolas de la red. Acaba de dar un giro a su vida abandonando la arquitectura y embarcándose en dos años de estudios para aprender absolutamente todo sobre el mundo de la moda: historia, técnica, tejidos, patrones y mil misterios más de la ropa. Está feliz. Siempre nos reímos cuando le cuento que la imagino por las noches bordando calcetines mientras su chico toca el piano. 

Escribo un rato con pluma y tinta verde en un cuaderno. Suena Tristán e Isolda. No sé nada de Wagner pero estoy aprendiendo de música clásica con un podcast que me descargo y escucho en el coche. Tengo la ópera de fondo y pronto, me concentro tanto en lo que estoy escribiendo, que dejo de escucharla, está ahí, me acompaña pero no interrumpe el torrente de mis ideas. 

Suena el timbre. Las niñas llegan del colegio. Ponemos la mesa, hago el arroz y caliento el estofado mientras ellas ponen la mesa y me cuentan batallas de la mañana en el colegio. Comemos y les explico qué es la constitución. 

–Vas a llegar tarde, como siempre– me dicen las muy brujas. 

Miro en el móvil la dirección del fisio que me ha recomendado otro amigo que conocí cuando di la charla del empotrador. Una charla que me ofrecieron porque, hace 7 años, sentada en una sala de espera de un hospital, elucubré un post. Al amigo me lo encontré el martes en la presentación de un libro de otros dos amigos que curiosamente también conocí gracias a escribir, tuitear y charlar online. 

Llego a tiempo. Charlo con el fisioterapeuta mientras intenta hacer algo con el manojo de músculos en tensión que es mi cuello. Hablamos de mi trabajo, de mi cuello, de nadar, de conducir y descubro que disfruta de parte de mi trabajo porque es de un pueblo de Toledo. 

Vuelvo a casa. Paso la tarde escribiendo a ratos, charlando con las niñas y llamando por teléfono para organizar mi fiesta de cumpleaños. Respondo a la correspondencia por mail que desde hace cinco años mantengo con un amigo que vive en Malasaña y otros dos amigos que viven en Londres, les cuento mi día y ellos a mí el suyo. Les recomiendo Tarde para la Ira y me animan a leer 2666 de Bolaño.

Preparo la cena mientras escucho la radio, cenamos y, al terminar, mi madre llama por teléfono. Charlamos sobre mi contractura, los planes para mi cumpleaños y las goteras en su casa. Las niñas se acuestan, leen en la cama. C está aprendiéndose de memoria una poesía de Angel González.

–Mamá ¿Qué significa transido?–Me grita desde la cama.
–No te oigo.–Sé que le revienta que haga eso.
–Si me oyes porque me estás contestando.
–Ven aquí y buscas lo que necesitas.
–Vale, ya está. Transido en la distancia es que le da mucha pena estar lejos o algo así. 

Es de noche, todo está en calma y decido sentarme a escribir lo que lleva rondándome por la cabeza todo el día desde que, por la mañana, leí el enésimo artículo demonizando la llamada vida online. Una sucesión de  testimonios de gente que ha decidido «dedicarse a la vida real», «porque sentían que estaban perdiéndose la vida de verdad, ésa que tiene lugar fuera de la pantalla», porque «internet me estaba esclavizando, era una relación parasitaria que afectaba a mi dinámica familiar».

Vivimos una época alucinante y contamos con una herramienta que ni en los mejores y más locos sueños de nuestra infancia podríamos haber imaginado. Tengo a mi alcance la colección de un museo a miles de kilómetros, puedo charlar con uno de mis mejores amigos mientras se recupera de una operación de espalda y hacerle su convalecencia más entretenida a pesar de que vivimos a 400 km, puedo enseñarle a mi hija M el pueblo de Alemania al que irá de intercambio, puedo conocer gente maravillosa, enriquecedora, divertida y con la que  mantengo conversaciones fascinantes y puedo terminar el día recibiendo el mensaje de buenos días que una de mis mejores amigas me manda, cada noche/mañana, desde Australia desde que emigró allí hace seis meses. 

Me siento a escribir el post que creo que muchos escribiríamos, el post que retrata a la mayoría de la gente que conozco. Personas que consideran que no es solo posible, sino completamente normal llevar una vida donde lo online y lo offline se solapen, se turnen, se entremezclen y se enriquezcan mutuamente. Una vida en la que no haya que estar "desconectado" para disfrutar de conversaciones con la gente que conoces. Una vida en la que entablas relaciones personales alucinantes e increíbles con gente que has conocido gracias a la red.  

Escribo un post sobre gente normal que sabe vivir una vida real y que, por tanto, nunca será noticia. 


lunes, 21 de marzo de 2016

El empotrador



Al final lo disfruté. Después de pasarme la noche anterior sin dormir, repasar la charla en mi cabeza como un mantra durante días y días,  no comer y tener el estómago encogido de los nervios lo disfruté. 

Lo disfruté a pesar de que 15 segundos antes de subir al escenario el corazón me latía tan fuerte que de verdad temí que me fuera a dar un infarto. 

No me dio un infarto y fue muy divertido. 





Mil gracias a Ignite Madrid por darme la oportunidad de lanzarme a hacer esta locura, a Susana Lluna por animarme a hacerlo, a todos los compañeros de charla. Gracias a los conocidos y a los descerebrados desconocidos que vinieron a verme.

Millones de gracias. 


miércoles, 9 de marzo de 2016

Cosas que van a pasar(me)


Lo mejor es que lo cuente cuanto más rápido mejor. Como cuando de pequeña hacía algo mal. Como cuando dejé la nueva bicicleta de carreras de pobrehermano mayor tirada en el suelo delante de la huevería de Juanito, que salió con su todoterreno y la aplastó bajo las ruedas. 

Ese momento de pánico, de vértigo absoluto, en el que piensas: por favor, por favor, por favor... quiero volver atrás 2 minutos. Me corto un meñique si hace falta pero, por favor, que vuelva atrás en el tiempo para que pueda arreglar esto. 

Pero no funciona, ni aunque te cortes los dos meñiques y un par de falanges del anular, así que enfrentada al desastre lo mejor es pasar el mal trago rápidamente. Contar deprisa y casi sin respirar lo que has hecho para ver si así el interlocutor, aturullado por la velocidad de tus palabras y el volcado de información, no se entera y ese huracán que has provocado y que no puedes parar aunque quieras pasa inadvertido. 

Allá voy. 

¿Qué he hecho? 

Mejor dicho, ¿qué voy a hacer?

Dentro de una semana, el próximo miércoles 16 de marzo, a las 19 horas, daré una charla sobre "El empotrador".  Una charla ultrarrápida. 

Hala. Ya está. 

¿Por qué lo voy a hacer?

No lo sé, no lo sé. Me lo propusieron, dije que sí sin pensar o pensándolo poco, o pensándolo mal... 

5 minutos, 15 diapositivas, 140 personas y yo, pequeña y tímida en un escenario, hablando sobre cosas que no sé, o sé poco o sé mal. 

¿Y si me corto los pulgares? 

Se puede asistir en directo y también se grabará... 

¿Y si me corto una mano? 


miércoles, 5 de agosto de 2015

Lecturas encadenadas.- Julio

Julio ha sido un gran mes. Bueno, ha hecho un calor asqueroso pero a pesar de esa pega, julio ha sido gran mes y me ha cundido muchísimo... en todos los aspectos y también en las lecturas.

Comencé el mes con un chasco,  Nueva York de Djuna Barnes. Compré este libro en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión en el mes de mayo. Había leído referencias a ella en distintas páginas de internet y como era Nueva York me decidí. No sabía ni de qué iba y estaba tan descolocada que incluso creía que Barnes era negra. No sé de dónde había sacado esa idea. No me voy a extender, ha sido el primer abandono del año.  Son artículos cortos sobre la vida en Nueva York en los años 20 pero no conseguí engancharme y me aburrí y lo dejé. Sin más.
"La certeza siempre provoca preguntas, la incertidumbre afirmaciones. Es una equilibrada ley de la naturaleza". 
Cabaret Biarritz  de José C. Vales me estaba esperando en la mesilla. Conocí a Vales en la presentación del libro de Magrinyá, hablamos un poco, intercambiamos nuestros tuiters, me dijo ¿Tú eres la del Empotrador? y un buen día de la Feria del Libro quedamos para que me firmara su libro, nada más y nada menos que Premio Nadal. Aprovechando que me marchaba al norte, pensé que era buena idea leer sobre Biarritz, estar en el ambiente y el clima y lo cogí sin tener ni idea de qué iba.

Me ha encantado. Me lo he pasado fenomenal leyéndolo y era justo lo que necesitaba tras una serie de novelas fallidas. Al principio confieso que leí un poco agarrotada, acojonada pensando que fuera un horror y tuviera que despellejarlo... pero una vez que comprobé que Vales no iba a pifiarla, me relajé y lo disfruté muchísimo. Estaba deseando llegar a  mi residencia de Donosti para retomar el libro. En El Buscalibros podéis leer la reseña que escribí pero desde luego es un libro perfecto para desconectar y disfrutar.
"¿Sabe usted lo que es una galerna? Es como el amor pero en meteorología".
El Circuito Interior de Francisco Goldman. Conocía a Goldman porque tengo pendiente leer el libro que escribió cuando su mujer murió con 30 años en la playa por el golpe de una ola. Escribió un libro sobre el duelo que todavía no he leído pero sabía quien era y cuando vi el libro de Turner pensé que era una buena manera de conocerlo. Una vez más no tenía ni idea de qué iba a encontrar y me ha encantado.

Goldman, cinco años después de la muerte de su mujer, decide en una especie de proceso catártico que para terminar de superar el duelo y poner su vida en marcha otra vez tiene que conducir por México D.F. Sabe conducir pero jamás lo ha hecho por esa ciudad. El D.F. es una mega metrópoli con un caos de tráfico infernal, millones de coches cada día circulando con unas normas de tráfico que más que normas son sugerencias. La excusa de conducir por la ciudad le sirve a Goldman de trampolín para hablar de él, de su duelo, de sus amigos, de sus recuerdos y sobre todo y por encima de todo de la ciudad misma, de México y de política. Yo no sabía casi nada de política mexicana, sabía algunas cosas pero con Goldman y su crónica he aprendido muchísimo. Es un libro que recomiendo muchísimo para conocer la realidad mexicana y porque está de plena actualidad, fue escrito el año pasado y aparecen conflictos y situaciones que estamos viviendo ahora mismo como la historia de los alumnos a maestro desparecidos o la historia del Chapo Guzman. En una de esas casualidades cósmicas que me ocurren de vez en cuando, justo el día que leía sobre la captura del Chapo, los informativos daban la noticia de su fuga.

El Circuito interior es un libre muy diferente, impactante, y muy personal.
"Hay que crear las condiciones para que la gente se sienta parte de la comunidad, si no, la ciudad no funciona". (Marcelo Ebrard. Alcalde de Ciudad de México)

Ciencia y creencia de Steve Jones. Otro libro de Turner. Estaba en la estantería esperando su momento que llegó cuando Fernando Cossío lo recomendó en el curso de verano en San Sebastian. Fernando recomienda siempre libros fabulosos así que Jones escaló posiciones en la estantería de pendientes.

Steve Jones es genetista y en este libro relee la Biblia (algunos pasajes del Antiguo Testamento) que le sirven de plataforma para desarrollar temas científicos, para dar la versión científica sobre los hechos bíblicos: el origen del universo, la formación de la tierra, la aparición de la vida, los hombres, la enfermedad, el Diluvio Universal, las razas, el sexo, la alimentación y hasta la aparición de la religión desde los datos científicos que tenemos sobre el tema.

No soy científica y mi conocimiento sobre muchos de los temas que trato Jones es nulo; al principio me pareció un poco denso pero luego me enganche y le encontré la gracia al tono y a lo que cuenta. Supongo que habrá otros científicos que puedan rebatirle, precisar o matizar muchas de las cosas que cuenta pero creo que para un público generalista es una buena lectora para conocer muchos temas científicos de manera seria, entretenida y que, desde luego, provoca interés y curiosidad.

"La devoción, con su promesa de vida eterna, está hecha para los optimistas, mientras que la ciencia es el hogar de los pesimistas, que buscan hechos atroces con los que destruir sus hermosas teorías (o al menos las de sus rivales). Ellos han sembrado el mundo de dudas y, en consuencia, el mundo ha salido ganando". 
"Los hombres nunca infligen daño con tanta plenitud y alegría como cuando lo hacen desde la convicción religiosa (Blaise Pascal)". 
La habitación cerrada y  Los Terroristas  los dos últimos casos de la colección del Inspector Martín Beck. Una novela policiaca de crímenes nórdicos en el mismo tono que los 8 tomos anteriores. Beck es la novela negra nórdica antes de que se inventara ese término, se poblaran las estanterías de autores clónicos y todas fueran iguales. Beck es el precedente de Wallander, Salander y todos los demás. Intriga policiaca sencilla que se sigue con interés pero cargada hasta las orejas de contenido político porque la pareja de periodistas suecos que las escribieron estaban supercomprometidos con sus ideales. En estas dos novelas no dejen títere con cabeza: despellejan a la clase política, la educación, el sistema de bienestar sueco, el capitalismo, la policía, la justicia, las cooperación política internacional que apoya a dictadores y políticos de extrema derecha. Es un retrato deprimente y lo peor es que tiene 40 años y seguimos igual. Repito lo que ya he dicho más veces, si queréis leer novela negra que no os agreda ni parezca un capítulo de CSI, Beck es vuestro chico.

¡El autor, el autor!  de David Lodge me ha servido para terminar el mes. Lo compré también en la Feria del Libro Antiguo porque lo tenía en mi lista por recomendación de Elena Rius. No tenía ni idea de qué iba, estaba tan despistada que creía que era un ensayo sobre escritores y el oficio de escribir. Y sí, es de escritores y escribir pero no es un ensayo, es una biografía novelizada (¿se puede decir así?) de Henry James. 

De James leí hace muchos años Retrato de una dama y La copa dorada. Dos novelones largos, pesados y lentos de los que el mayor recuerdo que tengo son el frufru de las telas de los vestidos de las damas y el entrechocar de las tazas de té. Así que sí, James me pareció aburrido pero la biografía de Lodge me ha parecido maravillosa. Me he encontrado inmersa en la vida de un solterón, convencional, egoísta, envidioso, inseguro, lleno de rigideces morales y al mismo tiempo un artista volcado en su trabajo y su vocación con una devoción absoluta a su tarea como escritor. Lodge consigue llevarnos al Londres de finales del siglo XIX y principios del XX y dar a James una dimensión cercana más allá de la que reflejan sus (pesadas y densas) novelas. Es un libro muy entretenido sobre todo si te gusta lo "inglés" pero no tanto como para que me haya dado ganas de volver a James. 

James mantuvo una inmensa correspondencia toda su vida con amigos, familiares, admiradores, seguidores... etc pero la hizo quemar casi todo preocupado por su intimidad. Lodge pone en su boca estas palabras que hoy en día siguen estando igual de vigentes. 

"Y no solo (me preocupa) que las lean, sino que las publiquen y ganen dinero con ellas. Así van las cosas en esta americanizada y espantosa época nuestra. Ya no hay intimidad ni decencia. Los periodistas, entrevistadores, los biógrafos, son parásitos, langostas que devoran todas la hojas. El arte por el que nos desvivimos, las penalidades que sufrimos por crear mundos imaginarios..., a ellos les importan un rábano. Solo les interesan los hechos triviales". 

Y con esto y un bizcocho voy a dedicar el mes de agosto a Tony Judt y las mil páginas de Posguerra. Felices lecturas de verano. 

Maravillosa portada del New Yorker al que me he suscrito en papel para darme un capricho. 


lunes, 1 de diciembre de 2014

¿Cómo se abriga un hombre?


¿Cómo se abriga un hombre? Mal. 

Hay tres clases de tíos: 

- Los que nunca llevan algo de abrigo.
- Los que siempre llevan una prenda de abrigo totalmente inadecuada para la ocasión. 
- Los que tienen mil, a las que llaman de distintas formas para despistar. 

Ya se lo que estáis pensando vosotros, con lo de tíos, al leer esto: yo no me veo en ninguno de esos tipos. 

Ja. 

Para empezar hay que aclarar que los hombres son un completo desastre para adecuar su termostato interior a la temperatura exterior, sea el exterior Córdoba o Bilbao. 

Normalmente, y por sistema, nunca tienen frío. No sé en qué momento de la evolución humana, los hombres pasaron de ansiar llevar cuantas más pieles de mamut mejor, para así no pasar frío, a decir: ¿mamut yo? Pero si no hace nada de frío. 

Los pocos que tienen frío alguna vez, según mi exhaustiva investigación, responden a uno de estos tres patrones:

- pasan de 50 años y dicen mucho "cuando me jubile me iré a Canarias o a Almería a pasar el invierno";
- son esclavos de la moda y aunque no lo digan piensan eso de "para estar bello hay que sufrir";
- fingen que tienen frío para que les achuches y meterte mano. 

Vayamos por partes. 

Hay tíos que jamás llevan abrigo. Pueden acarrearlo, llevarlo en el coche en el asiento de atrás, llevarlo en el brazo al subir a la oficina o al entrar en un bar, pero jamás lo llevan puesto. ¿Por qué no se ponen abrigo? No lo sé, no sé si es una especie de rebeldía con efecto retroactivo a cuando su madre les perseguía diciéndoles que se pusieran el abrigo. No sé si es que les da vergüenza o urticaria. El caso es que hay miles de ellos: no hay como pasear por cualquier ciudad y ver a las puertas de los edificios a tíos fumando mientras mueven los pies, meten la cabeza entre los hombros para intentar taparse las orejas y ponerse de espaldas al viento para que no se les caiga el moco. ¿Sería más fácil, más cómodo y menos ridículo ponerse el abrigo que se han dejado en el perchero de su despacho? Si, por supuesto que sí. Pero son tíos. 

Los que llevan siempre una prenda de abrigo inadecuada. Este grupo me fascina. Son fácilmente identificables porque o bien llevan una cazadorita color verde lima en plena nevada en la Sierra de Madrid o van vestidos como los protagonistas de Fargo en septiembre con una temperatura exterior de 22º C. ¿Qué les pasa? Los de la cazadorita verde lima en plena nevada son primos hermanos de los que llevan la  cazadora vaquera roñosa en enero en plena jarreada; este grupo creo que combina un toque de "yo nunca tengo frío" con unas gotas de "qué sexy me veo con esta prenda de abrigo, es la que mejor me sienta", combinado con una lastimosa falta de alguien que les quiera y les diga: Pero ¿se puede saber qué cojones te has puesto con la que está cayendo? 

Los que se aprietan tres gorros polares, orejeras y botas forradas de borrego con 15 grados centígrados, son del grupo que finge el frío pero les encanta ese look de rudo leñador de las Rocosas y salen a buscar ligue. Son esclavos de una moda que no tiene utilidad práctica en nuestro país (estos están muy emparentados con las usuarias de botas de agua Hunter en lugares con el mismo régimen pluviométrico que un desierto) ¿Qué tipo de ligue buscas con ese look? ¿Otro leñador del medio oeste sudando como un cerdo con ropa térmica a 20 grados? ¿Una tipa con botas de agua y los pies recocidos? No me lo explico. 

Por último está el grupo de los que tienen varias prendas de abrigo. Quedas con ellos entre semana y llevan un abrigo de ejecutivo encima del traje, quedas con ellos el viernes por la noche y llevan una chupa de cuero de empotrador, quedas con ellos el sábado para dar un paseo por el campo y llevan una cazadora verde, quedas un dia de nevada y llevan un abrigo de esquiador, quedas un día para ir a una expo y llevan una cazadora vaquera, quedas a hacer deporte y llevan un cortavientos, quedas a coger setas y llevan un forro polar con neopreno. Es imposible seguirles el ritmo de cambio de prenda de abrigo. Un día cometes el error de decirle: ¿tú cuantas prendas de abrigo tienes? 

Te mira por encima del hombro y te dice: 

- Una. 
- ¿Cómo que una? Yo te he visto 20 distintas.
- Claro que no. Tengo un abrigo, una cazadora de pasear por el monte, un forro polar para correr, un cortavientos para el pádel, la cazadora vaquera levis que me compré para ir a mi primer concierto de los Rolling, una de cuero que me compré en un mercadillo de segunda mano, una chupa de neopreno que me regaló mi última novia...

Pero claro, luego las raras somos nosotras, que distinguimos el verde lechuga del verde “sal al monte a cazar gamusinos”.


Acabo de recordar que hay un último grupo: los que llevan el abrigo echado por los hombros sin meter los brazos....NO tengo nada que decir a esto. Si vuestra pareja o ligue hace esto... huid, ese tío esconde algo. 


viernes, 7 de marzo de 2014

Ellos empotradores y ¿ellas?

Tengo un grupo absurdo de wasap con mis amigos.

Las conversaciones que mantenemos son surrealistas, frívolas y bastante idiotas...pero a través de ellas conseguimos quedar y vernos casi todos los fines de semana. Nos vemos ahora como cuando teníamos 17 años, nos pasamos el fin de semana juntos. Vamos a nadar, al aperitivo, a tomar copas y cenar mientras los enanos juegan a la play, a nadar otra vez, a correr, a ver el fútbol, a exposiciones...y parece que hoy vamos a salir de farra, a ver si podemos empezar con la "purpurina".

- Moli, ¿quedamos al final el viernes por Madrid para buscar empotradores noruegos?
- Ya te dije que si, Juan. 
- Por cierto, ¿cuál es el equivalente femenino de empotrador? ¿El todopoderoso Sarlacc? ¿El Maelstrom? ¿Una empaquetadora?
- Mmm...no lo sé, habría que pensarlo. ¿Hablamos de una empotrable simplemente o algo como una amazona?
- No hablamos de un sujeto pasivo, o lo que tú llamas una "empotrable". Me refiero a una hembra que te arrastre contundentemente hacia sus adentros.
- Vale...me ha quedado clara la idea..."contundentemente hacia sus adentros". 
- ¿Encastradora?
- Ventosa imantada.- mi amiga I. aparece en la conversación aportando este concepto.
- Ventosa imantada ¡no! Suena a medusa venenosa.
- ¿Sacaleches?- propone Juan.
-No jodas, eso es una máquina de ordeñar. Absorbe contudentemente pero no sirve. 
- A mí, el símil me parece acertado...
- ¿Te mola que te ordeñen? No contestes. 
- Las tías son microperforadas o frondosidad ondulante.- aparece Guada de estrella invitada.
- ¡Guada! ¿microperforadas? Pues vaya mierda, eso es un pichafina de toda la vida. ¿Frondosidad ambulante? A esa frondosidad se le ha llamado toda la vida llevar ahí un gato acostado.
- Frondulante podría ser...o más mala de follar que un pavo al trote, en cuyo caso sería pavitrotas.- aportación al tema de Moni.
- "pavitrota" queda. Muy bueno. Sobre el vello púbico ¿decían algo en Movie 43 no Moli?
- Si, decían "tiene tanto vello púbico que parece que va sobre los hombros de Art Garfunkel". 


- Bueno, entonces ¿dónde quedamos y a qué hora?
- Juan, tienes que ver Hijos del Tercer Reich., 
- Es brutal, literamente brutal.- afirma Fede.
- Yo la termino hoy. 
- Hoy no, hoy salimos de caza. 
- Bueno...ya veremos. Yo no voy a cazar nada. 
- Hay que ir a reconocer el terreno. 
- ¿Atornilladora? sigo dándole vueltas.- Moni saca otra vez el tema estrella de la conversación.
- Atornilladora no, sería algo más de tuerca.
- Atornilladora no. Sería algo más como frondosa amazona, muslona exhuberante o algo así. Que suene a bien de carne apretada y vaivén jugoso. Guada y su dominio de los conceptos rarunos.
-Quedamos en El Rincón del gato en la cava baja.- propone Monica para quedar.

- Chicos, lo tenemos. "El rincón del gato en la cava baja" es el nombre que estábamos buscando. Nos vemos esta noche. .- Fede aparece para zanjar el tema del nombre de ellas.
- Yo paso de ser un gato...
- Tú calla...que para cazar salmones noruegos, lo mejor es ser un gato. 


Sé de qué vamos a estar hablando toda la noche. Lo veo venir.


lunes, 3 de marzo de 2014

Óscar 2014. Despelleje

Pues ya han sido los Oscar. Y por lo tanto toca despelleje. Antes de empezar, un par de cosas:

- No hice despelleje de los Goya porque empecé a hacerlo y me aburrí, y no tiene sentido escribir algo si me aburro haciéndolo. 
- En el despelleje de los Globos de Oro alguien me dijo que era obvio que no tenía ni idea de moda ni de estilismo. Creo que lo he dicho tres millones de veces, pero por si acaso lo repito: no sé nada de moda, ni me interesa, ni me motiva...pero lo bueno que tiene la moda es que no hay que saber nada para decidir si algo te gusta, te fascina o te parece espantoso. Y es un tema frívolo, perfecto para decir bobadas intrascendentes sin más finalidad que divertirme. 

Al lío. 

Empecemos por un tío para variar, Jared Leto. Confieso que no le ponía cara cuando he oído esta mañana que había ganado el Oscar a mejor secundario. Y ahora que le veo, sé porqué. Es perfectamente anodino, sin sustancia. Ya he dicho mil millones de veces que el pelo largo es sólo para tíos increíblemente guapos, increíblemente sexys o las dos cosas a la vez, y Jared no es ninguna de las tres cosas. El esmoquin blanco con pajarita roja...buen intento de  "no voy a ser como todos" que se convierte en "con lo mono que estarías con el pelo corto y un esmoquin elegante". Eso sí, posa como las tías, piernas de lado y cuerpo de frente. 

Kristin Chenoweth, disfrazada de Sra de Oscar. ¿Esos picos del escote no pinchan?. Portia de Rosi también quiere ser la Sra de Oscar...¿qué se ha hecho en las cejas?  El vestido em recuerda a los tapetes de ganchillo que se ponen encima de la tele, las mesitas, los respaldos de los sillones...un horror. Le hubiera quedado muy ad hoc un toro de plástico como bolso.

Cristin Milioti, premio "pechitos" y "colmillitos". 

Giuliana como siempre no defrauda. Sigue en las primeras posiciones de "mi metabolismo es así...y me devora" vestida de "visillo sucio de casa de tu abuela". Kelly Rippa,  la ha adelantado en la competición por autodevorarse y obviamente va lanzada al premio peso menos de 40 kilos. 

Tara y Johnny conjuntados en shock cromático de blanco nuclear. Están a medio camino entre venir del futuro a venderte lejía y ser los muñecos de la tarta en una boda hortera. O las dos cosas a la vez. Atención al anillo de él, sus zapatos y los pitillos blanco...hacía tiempo que no veía algo tan claramente anticonceptivo. 

Amy Adams, de azul noche. Elegante vestido, sosillo pero elegante. Un poco como ella. La Bullock también de azul, ¿soy yo la única que piensa que Sandra tiene pinta de no tener amigos? 

Kellan Lutz. ¿sabéis quién es? Yo tampoco pero me da miedo. Aparte de ser un armario ropero de grande, lleva una chaqueta de esmoquin que parece que ha cogido del armario de alguien al que previamente ha devorado, con ribetes azulones, pañuelito asomando (cuando es obvio que Kellan no ha usado un pañuelito en su vida) y botonaco dorado. El relojaco de hortera de bolera seguro que va a juego con unos calzoncillos con el escudo de algún equipo de algo. Lo veo. 

Julie Deply de despropósito francés. El vestido es horroroso y le sienta de angustia. 

¡Qué sorpresa! Ethan guapetón...ha enflaquecido mucho, está muy muy muy...empotrador. Flaco pero empotrador. Tiene cara y mirada de "te tengo unas ganas...." Muy bien. Espectacular de hecho...

Lupita de princesa Disney. Es el claro ejemplo de porqué a las mujeres negras les quedan bien los colores desvaídos. Eso sí, Lupita...no tienes canalillo para ese escote. La próxima vez, si tienes dudas sobre tu vestido, te doy un truco. Mírate al espejo y si con ese vestido no se diferencia la espalda del escote...es que ese vestido no es para ti ni para tu pecho.   A Alfre Woodard le pasa justo lo contrario...tiene demasiado canalillo para ese escote. 

Naomi de lánguida, as usual. Me juego una mano a que a las que saben de "moda" les fascina este vestido. 

Harrison Ford y Calista...impresionante, Harrison ha conseguido que ella parezca su madre. Un par de años más y parecerá su abuela. 

Sally Hawkins de candelabro. Pobre, no tiene amigos. La veo en una esquina de la fiesta, mordiéndose las uñas y murmurando cosas mientras se acuna. Es posible que luego se vaya a casa y coja una recortada. 

Cate Blanchett vestida de trapo transparente con cosas colgando. Eso es lo que lleva puesto, sin más. Supongo que habrá gente que le parecerá el colmo de la elegancia pero eso que lleva, es un trapo semitransparente con conchas pegadas. Eso sí, a juego con las cortinas. Ella es guapa, estilosa y una pedazo de actriz pero eso no quita para que esa cosa sea horrible. Seguro que va primera en los rankings de más elegantes. 

Mathew y señora. Matthew es guapo, pero a ratos. Y es buen actor pero a ratos. Ahora le estoy viendo en True Detective y a ratos es más guapo que buen actor y al ratos al revés. 

Charlize "porque yo lo valgo" y se lo perdonamos todo, incluso esos tirantes transparentes que no le perdonaríamos a nadie más. 

Kevin Spacey de esmoquin azul noche. Un día tengo que hablar de los zapatos de los hombres, es un tema fundamental al que no se le da la suficiente importancia. Sobre el esmoquin...pues bueno, no me agrede pero ¿por qué no negro, sencillo, clásico, elegante y favorecedor? Un esmoquin negro hace que veas al tío, un esmoquin de cualquier otro color...hace que solo veas el esmoquin. Por ejemplo, la Pataky y su bombo que iban acompañadas de un esmoquin color vino.

Bradley ha aprendido la lección, pero le encuentro un pelín esponjado. 

¡Oh Dios mio! John Stamos, ha hecho un pacto con el diablo. ¿Cómo ha pasado de  hortera de bolera a ESTO? Me lo pido. 

Jessica Biel, es otra de esas que los hombres dicen "melafo" pero yo sólo veo languidismo, languidismo, languidismo...bostezo. Me aburre verla. 

Con Ethan y su pinta de empotrador pasaba una noche...pero con Christopher Waltz me quedaba a vivir, lo quiero para desayunar,  para pasear y para hacer el vago en el sofá...mmmmm...y luego todo lo demás. 

Anne Hathaway absurda. El vestido es horrible y lo que es peor le sienta de angustia. Le hace tetas caídas y cabecita de pajarín pidiendo gusanitos. Casi la oigo "pio, pio, pio". Se lleva también el premio "boquita de piñón" .

Ole por la Lawrence y el rojo pasión. Gracias a Dios, es joven y todavía no ha caído en las garras del color carne. No me mola nada el pelo, pero me mola que tenga el pecho para llevar un palabra de honor sin tener que clavárselo en los pezones ni quedarse sin riego sanguíneo en las axilas. 

Emma Watson. ¡qué tiemble la Bonham Carter! Le ha salido una dura competidora. ¿A qué viene ese exceso de anillos? ¿le daba miedo dejarlos en el hotel? 

Julia, Julia, Julia...¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Ese vestido pica seguro...pero poco, debería haberte dado urticaria nada más probártelo para que no te lo hubiera podido poner. 

De rosa palito, la mujer de Matthew en plan diosa griega (virgen, eso sí. Todo hay que decirlo, no tiene pinta de estar muy contenta con Matthew) y Pe en plan...en plan Pe. 

Angelina de globo de discoteca mezclado con espejo en forma de sol de apartamento de playa. 

Bill Murray y su bonito homenaje a "Doc" de Regreso al futuro. 

U2 y su bonito homenaje a las orquestas de las fiestas de los pueblos. Están clavaditos a los de la orquesta "Obssessión"...y veo a Bono dando vueltas en plan David Bisbal al grito de "vamos todos, esas palmas". 

Fassbender no me gusta. Pablo Motos tiene la misma barba y os repugna...no sé que atractivo le veis a este chico. 

Ya sabéis lo que se lleva, si queréis estar a la moda, comprad un visillo, colgadlo en la ventana unos 6 ó 7 meses y cuando tenga un color sucio indescriptible, lo descolgáis y le pegáis "cositas". Luego os lo ponéis como un saco...y eso, queridas, es elegancia.  

Y por favor, regaladme a Christopher. 

Mención especial..."Cuando despertó, el dinosaurio...Liza Minelli seguía allí"  y sin sujetador". 

martes, 18 de febrero de 2014

¡Sorpresaaaaa!


Entro en casa pensando que estoy agotada, que ya es casi la hora de cenar pero que gracias a Dios los viernes es el día de Santa Pizza sin gluten. Miro el reloj y pienso que con suerte en un par de horas estaré en la cama. Babeo pensándolo.

- Niñas, a la ducha.
- Ay hija no, que no se duchen.
- ¡Mamá! ¿Cómo que no se duchen?
- Es que son las 9, que pereza...ya mañana por la mañana.
- Pero yo quiero ir a nadar mañana por la mañana temprano y luego me lío con ellas...y...
- Pues que se duchen solas y además estaré yo por la mañana...
- Bueno, vale. No quiero discutir con las tres porque además perdería. Subid y poneos el pijama.
- No, que no se pongan el pijama.
- ¡Mamá! Siempre cenan en pijama.
- ya pero hoy no...además es pronto para cenar.
- ¡Mamá! ¡Son las nueve!
- Venga, no seas sosa. Un poco de juerga.
- ¡¡Si Abu!! ¡Juerga!!

Me derrumbo en el sofá. Charlo con Pobrehermano Mayor mientras él se atusa una barba increíble que se ha dejado. Está entre el norueguismo y ser el Padre Abraham de los Pitufos. Me perturba.

- Me voy a cenar por ahí con mis amigos.- anuncia Molimadre.
- Pero..¿no decías que juerga con las niñas? Joder mamá, me la montas y luego te piras.
- Anda, anda.
- Bueno, pues voy a poner la pizza. Niñas poneos el pijama.

Veo como lo que les digo traspasan sus cuerpecitos. Fingen tener mucho interés en el partido de hockey patines entre Ruisa y Estados Unidos que está viendo Pobrehermano Mayor.

- Niñas, poneos el pijama.

Veo las ondas de mi voz perdiéndose en la inmensidad del salón. Calculo que tengo más posibilidades de que me escuche el árbitro del hockey que mis hijas.

- ¡¡Poneos el pijama!!

Por fin. Me hacen caso y suben a ponerse el pijama. Saco la pizza, preparo los platos. Miro el reloj...bien, en una hora me acuesto.

Bajan en pijama. Se sientan a cenar. Terminan.

- Subid a lavaros los dientes. Y por favor, no me hagáis repetirlo 3 veces...por favor.

Suben y bajan demasiado deprisa para haberse lavado los dientes. Inexplicablemente llevan las zapatillas deporte puestas con el pijama.

- ¿Por qué os habéis puesto las zapatillas de deporte con el pijama?
- Nos apetecia.
- ¿Cómo que os apetecía? Estáis muy raras...¿qué habéis roto?
- ¡Nada! No estamos raras.
- Si lo estáis y no os habéis lavado los dientes...lo sé perfectamente.

Suena el móvil. "Juan". Valoro no cogerlo, lo mismo me llama para ir a tomar algo y no tengo ganas. Sueño con mi cama.

- Hola guapa.
- Hola.
- Bajaba al pueblo y he parado para darte tu regalo pero tus PAG no me dejan entrar.
- Eras a la única persona a la que le hacen el show completo del perro fiero.
- Pues no sé si será un show pero acojonan y me odian.
- Olerás a drogas.
- Los Pags son perros del Pirineo y no han olido drogas en su vida...eso no es.
- ¿Quiere decir eso que si llevas drogas?
- No coño y ¿quieres salir antes de que me coman?
- Voy.

Salgo gritando a los perros que dejen de saltar, ladrar y gruñir como si fueran fieros. ¡Callad de una vez! Llego a la puerta y allí está Juan.

- Sal que te doy tu regalo.

Abro la puerta del jardín, salgo pensando que me va a querer dar un abrazo y como estoy tan blandita me pondré a llorar y será peor porque tendré que decir algo de humor negro para soportar el momento...salgo a la calle.

- ¡SORPRESA!! FELIZ CUMPLEAÑOS MOLI.

Joder. Me quedo sin respiración. Allí están mis más mejores amigos del mundo mundial con sus hijos cantándome cumpleaños feliz a voz en grito y muy mal.

-No puedo articular palabra. Pero, pero, pero...¿qué hacéis aquí? Estaba pensando en meterme en la cama.
-Lo sabemos y nos daba igual. Te hubiéramos sacado de los pelos. ¡Tienes que celebrar tu cumpleaños! ¡Tú siempre celebras tu cumple! No podíamos dejar que no lo celebraras.

Traen comida, bebida, una tarta, velas, sombrillas de papel, globos.

Entro en casa y las princezaz ¡ya no están en pijama!

- ¿Ves por qué estábamos raras? ¡Había una fiesta pero era sorpresa y no te lo podíamos decir! Además, ha sido un lío. Primero nos dijeron que era mañana, luego que hoy en casa de Fede y por eso no queríamos ponernos el pijama, luego nos dijeron que aquí y por eso nos pusimos el pijama y luego otra vez que fuera. ¡Era un lío sorpresa!
- Era sorpresa y por eso ¡estábamos raras!

Un rato después alrededor de una mesa llena de guarrerías para comer, restos de tortilla de patata y con un Gintonic en la mano charlamos de las cosas importantes de la vida.

- ¿sabéis que hay una actriz porno que se llama igual que yo?
- ¿En serio Moli? Voy a buscarla ahora mismo. Cierto...aquí está. La han sacado favorecida....
- ¿más que yo?
- Tú eres real, pero en un mundo ideal al celebrar tu cumpleaños tendría que haber siempre una actriz porno. 
- Juan, no hay ningún actor porno que se llame como tú. 
- He dicho cuando celebraras TU cumpleaños. 
- Yo no quiero eso en mi cumpleaños. Yo quiero un empotrador, noruego a poder ser. 
- Estábamos hablando de mi mundo ideal...no del tuyo. 

También tuve tarta. Una tarta de queso con frutas del bosque espectacular y 41 velas que tardamos un rato en colocar, contar y encender.

- Moli, en un mundo ideal si soplaras más velas que años cumples, morirías. 
- Juan, tu mundo ideal es un asco, que lo sepas. 

Son los mejores.

Me acosté sonriendo, pensando que soy una chica con suerte y que estoy en la parra.

Pero no tan en la parra como para no tomarme un ibuprofeno antes de dormir.



jueves, 19 de diciembre de 2013

HOMELAND PARA DUMMIES


Con 40 años he descubierto que tengo una vena masoquista. Una vena masoquista poderosa que me ha poseído durante 12 semanas, exactamente las 12 semanas que ha durado la tomadura de pelo de la tercera temporada de Homeland.

Ya comenté por aquí que la primera temporada me había parecido flojilla, nada muy interesante, ni muy emocionante ni nada que me atrapara...pero aún así me tragué la segunda temporada solo para corroborar que Carrie es una loca de mil pares de cojones, Brody un imbecil y los guionistas creen que los espectadores no tienen memoria a corto plazo y las mierdas que van dejando sueltas por ahí se olvidarán alegremente y todo da igual.

Aún así, me he tragado la tercera temporada. Ahora que lo pienso, no sé si ha sido masoquismo o espíritu de sacrificio para poder criticar con conocimiento de causa.

Por si alguien no ha visto la serie, voy a explicar la estúpida historia entera para que no perdáis vuestro valioso tiempo en ello. Ya lo he hecho yo por todos vosotros, en un alarde de buenismo.

SPOILERS. 

Loca rubia con pelo lacio y que se supone que es el colmo de la inteligencia en espionaje, se enamora de marine torturado por los árabes malísimos y que no se sabe si es bueno, malo, regular o directamente imbécil. Se confirma que es directamente imbécil pero eso no impide que la loca rubia supuestamente lista se enamore locamente. Van, vienen, se entretienen, pasan cosas de espías, se emborrachan, chuscan, hay una bomba, muere gente y la segunda temporada termina cuando todo el planeta cree que el marine imbécil es culpable pero la loca rubia no lo cree y por eso decide que en vez de irse con él a disfrutar de su amor absurdo, va a volver para lavar su nombre.

¿Había algo salvable en las dos primeras temporadas? SI. Mandin Patinkin, Iñigo Montoya, que hacía un papel estupendo y que parecía que era el único que sabía que la loca rubia estaba loca y que el marine imbécil era imbécil.

La tercera temporada es un despropósito argumental de principio a fin. Sospecho que han despedido al coordinador de guión y a los guionistas los han encerrado a cada uno en una celda incomunicada para que cada uno escribiera un trozo cada semana. La idea consistiría en eliminar cada semana al guionista más coherente con su historia, hasta dejar al mando de la temporada al más loco.  

Los primeros capítulos de la temporada están centrados en los problemas de la hija adolescente del marine imbécil. Se confirma que la idiotez es hereditaria y acumulativa, y la hija es mucho más imbécil que su padre y su madre juntos. Le pasan cosas que no le interesan a nadie y además sufre mal, poniendo morritos y pidiendo a gritos una buena bofetada.  Cuando el espectador está a punto de ir a ligarse las trompas o de encomendarse a cualquier santo para que sus hijos no muten a nada parecido a ese personaje, al guionista encargado de esta trama lo aniquilaron y la adolescente desaparece de la serie.

Mientras tanto, la loca rubia descubre que está preñada. Bueno, lo descubre el espectador, porque la loca rubia ya lo sabía porque se ha hecho más o menos 30 pruebas de embarazo positivas que guarda en un cajón de su baño perfectamente ordenado de loca con TOC. Esto es de traca, una tía listísima, un cerebrito del espionaje, no sabe que si estás preñada, estás preñada y necesita 30 pruebas de embarazo para confirmarlo. A ver si va a resultar que no está tan lista.

¿Y el marine imbécil? El marine imbécil anda por Venezuela dónde se ha curado de unos tiros que le han pegado por algo que nadie sabe qué es y que además a nadie le importa y allí, después de curarse,se ha dado a la heroína tan ricamente y está tirado en el suelo viendo elefantes rosas o lo que sea.

Iñigo Montoya, mientras tanto, está de Jefe supremo de la CIA y va y viene y se entretiene, y mientras va, viene y se entretiene, descubre que su mujer se la pega con otro, más joven, más guapo y por lo que parece más empotrador. Pero Iñigo es un señor y es un calzonazos así que lo que le preocupa no es la cornamenta que lleva, sino que el chuscador de su mujer sea un espía israelí. Todo por la patria.

A la loca rubia la investigan un poco, pero poco, con poco interés y la meten en un manicomio dónde le dan drogas que hace que se le caiga la baba. Se supone que el espectador debe estar preocupadísimo por ella, pero el espectador lo que está pensando a estas alturas de la temporada es en lo bonito que sería una sobredosis de tranquimazines para ella y que descansara en paz y dejara de hacer el loco por el mundo. Pero al guionista que sugirió esta idea lo guillotinaron.

En un giro de guión tan sorprenderte como verte crecer las uñas, resulta que la loca rubia e Iñigo Montoya habían urdido este plan de hacerla pasar por loca (Iñigo le hace creer a ella que se está haciendo pasar por loca, porque ella está loca de verdad aunque no sé si la única que lo sabe soy yo. No descarto que la loca sea yo) para que un malo malísimo iraní contacte con ella. No me queda claro porque un malo malísimo y muy listo quiere contactar con una loca a la que se le cae la baba...pero el caso es que ocurre.

La rubia loca preñada e Iñigo Montoya, tienen cogido por los huevos al iraní malvado porque antes han contratado a una iraní con velo y cara de pringada que ha descubierto que el iraní malvado ha estado trincando pasta de otros malvados iraníes. No queda claro como un listo tan listo se ha podido dejar un rastro de monedas para que le pillen pero..¿a quién le importa? Para que no parezca que el malo no es tan malo, el guionista encargado de esta trama hace que el malo se cargue a un par de mujeres a golpe de botellazos de vino...todo muy desagradable y totalmente innecesario.

¿Qué más? Que esto está quedando muy largo. La loca preñada vuelve a su obsesión por demostrar que el marine imbécil no es el de la bomba que mato a 200 personas, monta una operación que no le interesa a nadie y luego está a punto de cagarla, tan a punto que un compañero con dos dedos de frente le mete un tiro en el hombro. El espectador, o sea yo,  lamenta  que no le meta el balazo entre ceja y ceja por petarda, cansina y tocacojones...pero supongo que al guionista que sugirió esta brillante idea le pusieron una camisa de fuerza.

Iñigo Montoya mientras tanto ha ido a Venezuela a sacar al marine imbécil de los brazos de la drogadicción y los elefantes rosas y lo trae a casa para desintoxicarle y mandarle a Irán a que se cargue al jefe supremo de los malos, y así ascienda el malo malísimo al que él ha engañado y así los dos países vivan en paz y armonía a partir de entonces. El espectador, o sea yo, irrumpe en carcajadas histéricas por el absurdo de la teoría...y después se levanta a ponerse un Gin Tonic.

Luego viene un capítulo en el que pasan cosas en el desierto y hay tiros y tal, sospecho que trajeron a un guionista suplente sacado de una gran producción de Hollywood. Creo que debió morir en una de las escenas de tiros, porque los siguientes y gracias a dios dos últimos capítulos tienen toda la pinta de haber sido escritos directamente por la loca rubia preñada.

Resumiendo: el marine imbécil parece bueno. La loca preñada rubia se pasea por Teheran  con un pañuelo en la cabeza y hablando por un teléfono tan discreto como un zapato de montaña. El marine imbécil parece malo. La loca rubia preñada se pasea más...absurdamente lleva la raya del ojo pintada. El marine imbécil mata al malvado supremo y por tanto parece bueno. Iñigo Montoya y sus colegas espías se ponen nerviosos. La loca preñada consigue sacar al marine imbécil de Teheran y convencer a Iñigo Montoya de que los saque del país.  Aprovecha un momentito para contarle que está preñada de él...y él se lo cree. Pero total..¿a quién le importa?

¿Qué pasa al final con toda esta historia infumable? El marine imbécil muere ahorcado, ella llora desde una verja.

Pasan cuatro meses.

Iñigo Montoya y su mujer viven en un sitio con mar y sol y comen croissants. La loca rubia sigue preñada (he hecho los cálculos...y lleva preñada 10 meses) y a pesar de estar desquiciada los nuevos jefes de la CIA le ofrecen dirigir la sede de Estambul. Ella dice que sí dando saltitos de alegría y luego le entra la paranoia porque está a punto de parir y DE REPENTE se ha dado cuenta de que lo mismo el hijo no le viene bien. Le lloriquea a su colega de la CIA, el que le metió el tiro en el hombro...y justo en ese momento el espectador, o sea yo, piensa: ¿ VES COMO TENÍAS QUE HABERLE PEGADO UN TIRO ENTRE CEJA Y CEJA HACE 6 CAPÍTULOS?

Por favor, no me dejéis ver la siguiente temporada.