lunes, 19 de agosto de 2013

TU ÚLTIMA SEMANA CON 7 AÑOS.

Lunes, 12 de agosto. Al acostarte y arroparte y mientras nos estábamos dando el abrazo de todas las noches, una idea pasó por mi mente, 

C, hoy es tu último lunes con 7 años. 
No
Si, el lunes que viene es tu cumple. 
¿A qué hora nací?
A las 5 de la tarde. 
Pues entonces el lunes que viene es mi último lunes con 7 años. La mitad del día tendré 7 años y luego 8. Buenas noches, mami. 
Buenas noches. 

Tu lógica aplastante me desarmó completamente, porque además sabías a qué hora habías nacido,  así que la pregunta fue puramente retórica para hacerme ver que no lo había pensado bien. 

Martes. Paseábamos. 

Mamá, ¿Cuando te muere ves toda tu vida?
¿Dónde?
En tu cabeza. 
No lo sé, ¿por qué lo preguntas?
Lo dicen en las pelis y lo estaba pensando ahora. 
Pues no lo sé, lo sabré cuando me muera. 
Ya...pero yo seguiré sin saberlo porque no vas a volver a decírmelo. 

En un mercadillo te compré un foulard rosa con el que estabas completamente feliz. Posaste con él para las fotos mientras yo pensaba que si cuando me muera veo toda mi vida, quiero verte así: feliz. 

Miércoles. 

Estuviste completamente insoportable todo el día. No te soporto. Te forraste a galletas Oreo en el desayuno e hiciste rabiar a M. Protestaste en la piscina porque te aburrías de nadar y el libro del Pirata Garrapata que tenías para leer te parecía aburridísimo. Me agotaste con la cantinela:  "Tengo hambre" "Me matáis de hambre" Protestaste porque había verdura para comer y porque te obligué a tomar fruta de postre. Te peleaste con M por el ping pong y luego te hiciste bicho bola en la toalla para que quedara cristalino que estabas enfadadísima conmigo y que yo soy la peor madre del mundo mundial. 

Jueves. En el coche. Tuviste el día dicharachero. 

Y atención, señoras y señores, hoy vamos a entrevistar a M que lo único que ha hecho en la vida ha sido nacer antes que yo, pero no es más lista ni más guapa que yo.
Sí soy más lista que tú y siempre seré mayor que tú. Y además, no sabes entrevistar. 
Soy Frannnnggggcisco Prgimegggo, soy Frannnnggggcisco Prgimegggo, soy Frannnnggggcisco Prgimegggo y siempggge lo segge. Si nace otro Frangggisco, si nace otro Franggggisco...lo decapitaré. - cantas a voz en grito con la música de “Es una chica excelente”
Pero, pero, pero...¿Qué estás cantando?
No lo sabéis, es que es francés. 

Has creado una cancioncita que se quedará para siempre en nuestra familia y que te perseguirá eternamente  aunque me perturba pensar cómo se te ocurrió. 

Viernes. 

Venga chicas, vamos a jugar al parchís. 
No me gusta, prefiero la Oca. 
Venga anímate y jugamos los cuatro. 

Jugaste la partida concentrada en tus fichas verdes, sin decir una palabra. Tirabas el dado, movias las fichas y ni te inmutabas cuando te comían alguna. Al principio no me dí cuenta de que estabas tan callada y debería porque es rarísimo que no estés parloteando. 

C, estás muy callada. 

Levantaste los ojos del tablero, me miraste y me lo dijiste todo sin decir nada. Jugaste tranquila a pesar de que ibas perdiendo y no conseguiste sacar más de dos cincos en toda la partida. Bostezabas mientras jugamos. Bostezabas muchísimo y seguías callada. 

Cuando te acosté no quisiste ni leer, estabas molida. Te acurrucaste, te tapé, nos abrazamos y apagué la luz. A la media hora apareciste completamente despeinada y con cara de pena.

Mami, me duele la tripa y tengo mucho calor. 

Te acosté a mi lado para vigilarte. Con los ojos cerrados y la cara relajada pareces otra niña. Toda tu chispa, tu ingenio y tu malicia se convierten en calma y placidez. Te miro y soy feliz. ¿Cómo puedes sacarme tanto de quicio? Te dormiste agarrada a mi  mano. 

Sábado. 

Medio dormida escuché ruidos abajo y supe que eras tú pero me sorprendió no haberte oído bajar. Sabía lo que estabas haciendo y me alucinó que lo estuvieras haciendo y lo silenciosa que estabas siendo. Fui identificando cada uno de tus movimientos. Sabía lo que te estaba costando y la cara que estabas poniendo en cada movimiento. Subiste las escaleras despacito y entraste en mi cuarto sonriendo al ver que estaba despierta. 

Hola mami.- susurraste. 
Buenos días princesa

Como has hecho siempre, te acercaste y te tumbaste encima de mi. Ya no eres un bebe, eres grande y maciza pero ésta es nuestra postura y nos acomodamos perfectamente. Eres tan amorosa. 

¿Qué estabas haciendo abajo?
Una cosita.
Has sido muy silenciosa
Pues a mí me parecía que estaba haciendo mucho ruido. 

Al bajar comprobé que habías preparado tu sola toda la mesa del desayuno. Te enfurruñaste al comprobar que se te había olvidado la mantequilla. 

Domingo. 

Mañana es mi cumple. 

Te acuestas nerviosa. Muy nerviosa. 

¿Me habéis comprado el regalo?.- me has preguntado en nuestro abrazo de buenas noches.
Mmmm...no me acuerdo. 
¡Mamá!
No me acuerdo, pero lo que podemos hacer es ir a comprarlo mañana o pasado. 
¡mamá!! tiene que estar al final del caminito. Estoy tan nerviosa que no voy a poder dormir.

Pero te has dormido enseguida en tu última noche con 7 años. 

Así ha sido tu última semana con 7 años. Nuestra última semana con esa edad,  nunca volverás a tener 7 años y yo nunca más tendré una hija con 7 años.


¡Feliz cumpleaños!

¡Feliz primer día de tu vida con 8 años! 






viernes, 2 de agosto de 2013

UN DOS DE AGOSTO 25 AÑOS DESPUÉS.



"Todo vuelve. Tal vez sea difícil entender qué valor tiene el rememorarse a uno mismo en ese estado de ánimo, pero yo sí que lo entiendo. Creo que siempre es aconsejable mantener una relación cordial con la persona que éramos en el pasado, da igual que nos resulte una compañía atractiva o no. De otra manera, esa persona aparece sin avisar y por sorpresa, se pone a aporrear la puerta de la mente a las cuatro de la madrugada de una mala noche y exige saber quién la abandonó, quién la traicionó y quién va a reparar el daño causado. Nos olvidamos demasiado deprisa de las cosas que nos creíamos incapaces de olvidar. Nos olvidamos de los amores y de las traiciones por igual, nos olvidamos de lo que susurramos y de lo que gritamos, nos olvidamos de quiénes éramos". 

Joan Didion. "Los que sueñan el sueño dorado". 


2 de agosto. Tenía (casi) 15 años y medio. Salí de la Molicasa después de preguntarle a Molimadre qué me ponía, no lo tenía claro. Agosto en Madrid es un horno pero nunca había ido a un concierto, no sabía cómo era. Ahora que lo pienso Molimadre tampoco lo sabía pero disimuló muy bien y me convenció para que me pusieran unos pantalones largos de tela blancos con rayas verdes y una camisa blanca de manga corta. Llevaba hombreras. Una melenita recta y sin ninguna gracia con una cinta haciendo de diadema. Mis tíos vinieron a recogerme. Un coche naranja metalizado, un color raro, siempre fue un coche raro. Llevaba una bolsa con el pijama porque a la vuelta me quedaría a dormir en casa de mis abuelos, en La Rosaleda. Paramos a recoger a mi primo a mitad de camino hacia Madrid. Recuerdo los nervios y el calor. Un calor asqueroso y pegajoso, un calor de agosto en Madrid que a mí me resultaba insoportable y al que estaba poco acostumbrada porque nunca estaba en esas fechas en Madrid. Llegar al estadio y aparcar. Miles de personas, muchísima gente. Me sentía pequeña y fuera de lugar. Entrar en el estadio y más gente y más calor. Con mis pantalones de rayas y mi camisa. No sabía qué iba a ver, ni como iba a ser. Estaba asustada pensando en si me gustaría, en si me agobiaría, en si aguantaría tantas horas de pié. 

Tenía 15 años. 15 absurdos años. Un saquito de complejos y de inseguridades. Una niña queriendo ser mayor. Una niña teniendo mucho miedo de ser mayor. Una niña que solo ha dado unos pocos besos. Una niña queriendo parecer mayor para los que se apretujaban contra ella. Una niña que después de 4 horas de concierto volvió a Los Molinos completamente feliz.  Un poco más mayor y feliz. 

2 de agosto. Tengo (casi) 40 años y medio.  25 años después el jardín de mi casa no es el mismo del que salí. La casa tampoco es la misma y mi padre ya no está. Tampoco están mis abuelos y voy a los conciertos yo sola y puedo volver a la hora que quiera sin que pase (casi) nada. No tengo que preguntarle a nadie qué ponerme para ir a un concierto pero siempre lo pregunto aunque lo tenga decidido.  No llevo una melenita sosaina ni necesito nada en el pelo para sujetarlo porque lo llevo  muy corto, más corto de lo que jamás pensé que lo llevaría. Tengo canas que me tapo. Tengo dos hijas. Dos hijas. Lo escribo y todavía me extraña.  Trabajo en algo en lo que jamás pensé que trabajaría, de hecho con 15 años ni siquiera sabía que existía mi trabajo. Me han roto el corazón un par de veces y he dado miles de besos, algunos increíbles y otros que me gustaría olvidar. No tengo apéndice y llevo las uñas de los pies pintadas. Hablo menos, mucho menos. 

Muchas cosas han cambiado en 25 años y sin embargo me miro y soy la misma niña.  Sigo siendo morena.  Sigo teniendo un diente roto. Sigo siendo bajita y sigo llevando el reloj en la mano derecha. Sigo odiando el calor y el mes de agosto. Sigo viendo La Peñota desde el jardín exactamente igual que hace 25 años. Sigo siendo inmensamente feliz cada vez que voy a un concierto de Bruce. 

Soy esa niña pero sin miedos y sin inseguridades. 

No.

Soy esa niña pero con otros miedos y otras inseguridades. 





jueves, 1 de agosto de 2013

LIBROS ENCADENADOS.-JULIO





La vida te da sorpresas. Algunas espectacularmente buenas, algunas increíblemente malas y otras sencillamente curiosas. En el post de libros encadenados de junio escribí

"Quisiera pensar que en julio voy a recuperar tiempo de lectura pero con el madrugón completamente absurdo que me estoy metiendo me temo que eso no va pasar" 


Aha. Una vez más se confirma que como pitonisa soy un fraude (como en todo). He recuperado tiempo de lectura y he dejado de madrugar...a cambio he perdido un apéndice, pero la verdad es que me ha compensado.








"Solo en Berlín" de Hans Fallada. Berlín y la IIGM. Dos de mis temas favoritos. Es una novela escrita en 1947 sobre la resistencia al nazismo por parte de los berlineses. En la historia aparecen multitud de personajes componiendo un mosaico de la ciudad de Berlín en 1942. Hay algunos "buenos" y heróicos pero la mayoría son rastreros, miserables, interesados y lo peor de cada casa. 

El autor murió en 1947, tuvo una vida interesante que se cuenta en un epílogo para el que tenga interés y curiosidad. Es un personaje curioso y Hans Fallada era su seudónimo. 

El ambiente de la novela me ha recordado  a los dos comics de "Berlín" y también a "Después de la medianoche", "Una mujer en Berlín" y los interrogatorios a algunos de los que aparecían en "El cero y el infinito" de Koestler.  Quitando el comic que es actual, los demás fueron escritos durante la guerra o en los años posteriores y todos tienen el mismo tono: áspero, triste y muy realista. Son minuciosos en los detalles de la vida diaria, de la vida cotidiana con todas sus miserias y sus pequeñas alegrías dentro de un ambiente opresivo y agobiante. Un ambiente sin esperanza en el que sin embargo hay que seguir luchando como sea, a veces, la mayoría de las veces por mera supervivencia.  "Solo en Berlín" es como una peli antigua en blanco y negro.  

La recomiendo para todo el que le guste el tema de Berlín y la II Guerra Mundial, es una visión distinta. 



¿Está usted de broma Sr. Feynman? de Richard P. Feynman. Este libro me lo regaló Javi, uno de los más antiguos descerebrados por mi cumpleaños y llevaba en la estantería de pendientes desde febrero. Le llegó el turno durante mi breve estancia en el hospital. Gracias Javi, un millón de gracias. 

Para el que no lo sepa, que seguro que hay muchos, Feynman es un físico supermegaultra guay que fue Premio Nobel y que es idolatrado por gran parte de la comunidad científica. Feynman además de físico hacía más cositas como pintar, dar bien en cámara, tocar los bongos e intentar experiencias extrasensoriales y además de todo esto se creía el top de la creación.  Por si esto fuera poco Feynman se idolatraba a sí mismo, se quería con locura y pensaba que todo lo que hacía, incluso las chorradas más increibles eran interesantes. 

En este libro, Feynman va contando anécdotas de su vida. El principal problema es que se centra en las que le hacen parecer un completo listillo y pasa por alto las interesantes. Con esto consigue que el lector, o por lo menos que yo me fuera hostilizando por momentos según avanzaba en la lectura. Puedo soportar a los listillos, no tengo nada en contra de tener un ego fornido y hermoso pero ¿ es necesario dedicar 15 páginas a contar como consiguió forzar una cajonera de seguridad o cómo aprendió a ligar en bares?  

El libro está curioso y se lee fácil pero el principal problema que le veo es que cuando terminas no sientes curiosidad por seguir conociéndole, sino más bien una sensación de "sería muy listo...pero era insoportable". El libro es una ocasión desperdiciada de haberse acercado al público en general y no sólo a los fisicos. 

Eso sí, a Feynman y al despelleje despiadado que de su persona he hecho, le voy a tener que agradecer el hecho de publicar mi primer artículo en una revista de "listos de ciencias". Los chicos de Journal of FeelSynapsis me han hecho una oferta que no he podido rechazar. Basicamente me han dicho "venga Moli, ¿a qué no hay huevos de publicarlo aquí?"...seguiré informando


"Cosa de risa" de William Saroyan. En el mes de abril, un día de muchísimo frío fui a la Feria del Libro Antiguo en Recoletos y compré un libro de una colección antigua y viejuna de esas de papel casi marrón y con letra muy pequeña y muy junta que recogía tres novelas cortas de Saroyan. De él sólo había leído "Esa visible oscuridad" sobre su depresión y me apetecía algo de ficción. 

¿Qué puedo decir? Siendo frívola que no me extraña que Saroyan se deprimiera escribiendo estas historias. Es un super dramón, más que eso, es una gran tragedia. Parece el guión de una de esas películas de los años 50 en technicolor que son un drama desde el minuto 1, una de esas películas en las que sabes que nada saldrá bien. Bueno, esta historia va más allá, no es que nada salga bien...es que todo sale mal, rematadamente mal.  

Lo leí en una tarde de convalecencia y sólo puedo decir que era tan tremendo y tan triste que consiguió que yo no me sintiera tan mal a pesar de los dolores. No lo recomiendo a no ser que quieras darte al llanto y la depresión. 



Que el vasto mundo siga girando de Colun McCann. No consigo recordar cómo este libro llegó a mi lista de libros pendientes pero el caso es que allí estaba y una de mis tías me lo trajo para amenizarme la convalecencia. 

Un desastre. Este libro es con mucho el más aburrido que he leído en los dos últimos años. No es que sea malo, no es que agreda, no es que esté mal contado o mal escrito...es peor. Es un completo aburrimiento sin el más mínimo interés. La excusa del libro es Nueva York y el día en que un funambulista cruzó por un cable tendido entre las Torres Gemelas. ( Pinchad en el vídeo que es lo único interesante del libro). En torno a ese día McCann cuenta las historietas de una serie de personajes: unos hermanos irlandeses superintensos, unas prostitutas negras, un matrimonio de drogadictos con pasta, una madre que ha perdido a su hijo en Corea, su marido, otras madres que se reúnen con ella...pero todo como de mucha pena y de mirarse hacia dentro. Todo es triste y sórdido y todos sufren artificalmente y piensan artificialmente. Y lo peor es ABURRIDÍSIMO. 

"Las cosas sencillas vuelven a nosotros. Descansan un momento junto a nuestras cajas torácicas, y entonces penetran bruscamente y nos retuercen el corazón". 

De Cheever han caído 4 relatos más y repito lo que llevo diciendo desde el principio de año. Ya estáis tardando en leer a Cheever y hacerle un altar a sus relatos. 



Por último he leído "Los que sueñan el sueño dorado" de Joan Didion. Lo mejor del mes sin duda alguna. Soy muy fan de Didion a pesar de que creo que en persona no la soportaría. En las fotos ahora es una viejecita adorable y consumida...pero de joven creo que debía ser un pelín intensa y muy preocupada por todo, pero eso no quita para que  a para que (casi) todo lo que escribe me guste, me estremezca, me haga pensar o incluso todo a la vez.

"Los que sueñan el sueño dorado" es una recopilación de ensayos y artículos de sus libros. Van desde 1966 a los años 90. Hay algunos sobre su vida en California, otro sobre la época hippie en San Francisco, otro sobre John Wayne maravilloso, otro sobre la vida en Hollywood, otro sobre un crimen en una ciudad de California, otro sobre como se enamoró de Nueva York  y uno dedicado a los cuadernos de notas que me inspiró el post de la semana pasada. Cierran el libro un ensayo muy largo sobre la vida en Nueva York a finales de los 80 con el problema racial y de clase retratado a partir de la violación de una corredora en Central Park, un par de artículos breves sobre El Salvador que son espeluznantes por la violencia que retratan y un par de ellos más, a mi modo de ver poco interesantes sobre Miami y el exilio cubano. No es que sean poco interesantes, es que los ensayos sobre política que construyen una situación a partir de un hecho concreto, analizando los hechos, las consecuencias y desde ahí elucubrando lo que puede ocurrir, cuando se leen 20 años después resultan extrañamente desvaídos, resultan hasta cierto punto ingenuos...el lector ya sabe lo que ocurrió y sabe que no se parece en nada a aquello que el autor escribió. La crónica periodística política es un género que caduca muy rápidamente...y al que se le ve la "ficción" enmascarada de objetividad en cuanto pasa un poco de tiempo.

He doblado miles de esquinas y copiado un montón de párrafos. Me gusta como escribe Didion. Tiene una gran capacidad de observación y no se pierde en grandes significados si no que se fija en los pequeños detalles que dan sentido a lo que nos ocurre y que es al final lo que recordamos: lo que llevaba puesto la acusada de matar a su marido, las cortinas amarillas de su primer apartamento en Nueva York, la comida que preparaba cuando se le llenaba la casa a deshora, lo que pedía al servicio de habitaciones cuando hizo su primera gira de promoción. Esos detalles son los que al recordarlos te anclan al pasado y permiten reconstruir todas las sensaciones. 

Del capítulo dedicado a John Wayne al que admiró de pequeña y acabó conociendo de adulta me quedo con este párrafo:

"La verdad es que al crecer  yo no me convertí en la clase de mujer que protagoniza una película del oeste, y aunque los hombres a los que he conocido han tenido muchas virtudes y me han llevado a vivir a muchos sitios, nunca han sido John Wayne, y nunca me han llevado tampoco a ese recodo del río donde crecen los álamos".

Tiene otro breve capítulo dedicado al que fue  su editor, Henry Robbins, durante 13 años, hasta la muerte de él. Didion retrata una relación profesional y también una profunda amistad y una vez más (de hecho la primera vez que lo hace porque por entonces no habían muerto todavía ni su marido ni su hija) es buenísima describiendo las sensaciones ante la muerte de los seres queridos.

"Cuando contemplaba el futuro, creía que todos íbamos a asistir a los funerales de todos. Me equivocaba. No había conseguido imaginármelo, no lo había entendido. Así es como iba a ir la cosa: yo iba a asistir al funeral de Henry, pero él no iba a asistir al mío".

Tiene un capítulo titulado "Del Amor Propio" que tiene cinco páginas y he doblado todas las esquinas. Es tan espectacular que es posible que le dedique un post en exclusiva. Estáis tardando en leer a Didion.

Y con esto un un bizcocho hasta los encadenados de agosto.

martes, 30 de julio de 2013

NOSOTROS Y NUESTROS MÓVILES

Hace 15 años nadie o casi nadie tenía móvil y el que lo tenía  lo usaba para hablar por teléfono desde cualquier sitio. 

Ahora todo el mundo tiene móvil y para lo que menos se usa es para hablar.  

Hace 15 años tenías móvil como algo útil y más que nada asociado al curro o a una situación de emergencia.  Ahora el móvil es imprescindible y además de estar asociado al curro o a una emergencia, es vital para el ocio y el entretenimiento. Es una maravilla de aparato para perder el tiempo o no. Depende. 

Hubo un tiempo en que lo mejor de un móvil era que fuera pequeño. Ahora lo mejor es que tenga todo lo que se te pueda ocurrir, todo lo que puedas necesitar y algunas cosas más que ni se te ocurran, ni vas a necesitar, ni vas a saber manejar y ni siquiera sabes que tiene. 

Hay mucha fauna por ahí con el móvil. 

En lo más alto de la pirámide tenemos al Experto Cum Laude que se caracteriza no sólo por tener el móvil último modelo y saber manejarlo. El experto Cum Laude conoce su móvil, el tuyo, el de tu abuela y además sabe manejar todas las apps que tiene instaladas él y sabe las que necesitas tú. Un buen experto cum laude además tiene un registro histórico de todos los móviles que ha tenido en su vida, los recuerda y puede que los tenga guardados.  Un experto cum laude te ayuda y te aconseja si tienes dudas sobre tu móvil, o sobre cual comprarte. Es gente que te dice “no te gastes esa pasta en ese móvil” o “tu no necesitas eso”. Por supuesto, de estos hay poquísimos...

El Experto técnico. Sabe un huevo pero pasa de contártelo. Normalmente suele ser tu amigo el informático y le da mucho por culo que alguien le pregunte. Si cometes el error de preguntarle te responderá con algo como “puffff...ya te lo miro un día de estos”. Siendo “un día de estos” el día en el que tú te conviertas en Halle Berry.  Él tiene su móvil que es justo el que necesita y lo usa para lo que lo necesita. Lo demás le da igual y no alardea. 

Un poco más abajo está el experto de moda. De estos hay millones. Tiene el móvil último modelo precisamente porque es último modelo y normalmente lo utiliza al 20 %.  Controla un poco, lo justo,pero habla que parece que es ingeniero de telecomunicaciones experto en móviles, redes, tecnología y grafeno. Son unos brasas de mil pares de narices y cuando les pides consejo, normalmente el problema es siempre que no tienes el móvil que deberías  tener. 

Después de los supuestos expertos estamos la gran mayoría de los usuarios. Tenemos nuestro móvil que manejamos más o menos. Todos cogimos el manual de instrucciones y lo dejamos en una estantería pensando “en cuanto tenga tiempo me lo empollo, porque siempre me pasa lo mismo que no le saco todo el provecho”, siendo“En cuanto tenga tiempo” el mismo día del fin del mundo según el Apocalipsis maya, es decir nunca. (Si un día te despiertas y  te lees el manual, automáticamente pasas a Experto Cum Laude). Todos tenemos unas aplicaciones que sabemos utilizar, otras que nos instalamos porque alguien nos lo dijo y no utilizamos y otras que venían en el teléfono, que no sabemos para qué sirven pero que no nos atrevemos a borrar no sea que se joda lo que sí funciona. 

Los de este grupo usamos el móvil para navegar por internet. Leemos blogs mientras esperamos y se nos ha olvidado el libro ( para comentar no se usa porque es infernal comentar desde el móvil). Lo usamos para mirar twitter. Lo usamos también para el wasap y para leer correos y pensar “cuando tenga un teclado tengo que contestar a este mail”.  Solemos estar atentos al móvil y casi el 100 % de las veces que decimos “vi tu llamada perdida pero es que estaba ocupado”...la realidad es que vimos tu llamada y no nos apeteció cogerla. En este grupo también es un clásico ir con el cargador encima...la batería vuela. 

Por debajo de este grupo mayoritario están los usuarios a los que golpearías con sus móviles en la cabeza por distintos motivos. 

Tu madre. Las madres y los móviles son sin duda uno de los círculos que habría que añadir al infierno de Dante. Nunca le dan el uso correcto. O se pasan por exceso y entonces te llaman a cualquier hora, en cualquier momento, si les cuelgas porque no puedes hablar con ellas son inasequibles y no lo captan. Llaman y llaman y llaman hasta que se lo coges gritando “Mamá, ¿qué pasa? No puedo hablar ahora” y entonces contestan “Ni ahora ni nunca que llevo media hora llamándote” o se pasan por defecto y entonces usan el móvil como si fuera un fijo: salen de casa y se lo dejan allí. 

Las llamas y jamás lo cogen. Las madres y los wasap son un tema aparte. Se hacen las mártires porque no las has metido en el grupo “hermanos” explicándole que ella no es “hermana”...se hacen tanto las mártires que al final cuando mandas algo al grupo de hermanos, se lo mandas a ella también, para descubrir días después que “eso del wasap no se muy bien como va, prefiero un sms”. 

Los apocalípticos. No quieren un smartphone porque o están convencidos de que dan cáncer y son responsables del calentamiento global. O creen que su uso atrofia las neuronas y cualquier atisbo de criterio que hayas tenido en tu vida y usar un smartphone te convertirá en una ameba social, incapaz de relacionarte con nadie, incapaz de seguir apreciando la lectura o un paseo por el bosque y lo que es aún peor...hará que las agencias de inteligencia de todo el planeta sepan lo que haces y cómo lo haces. 

“Si quieres algo me llamas”. Es ese alguien que por sistema no contesta ni los mails, ni los wasap, ni los dms. ¿Para qué cojones tienes un smartphone si lo que quieres es que te llame? Por supuesto, cuando les llamas siempre es mal momento, no pueden atenderte o sencillamente lo tienen apagado. 

“Yo no tengo wasap no quiero estar en grupos de esos”. Primero, no tienes tantos amigos como para que te metan en un grupo. Segundo, esto es como un bar...si no te gusta el grupo vete. 

“El del plástico”
  • ¿Móvil nuevo?
  • No, lo tengo desde hace 6 meses. 
  • ¿Y el plástico? ¿por qué no lo quitas?
  • ¿por qué? sirve para protegerlo. No quiero que se me estropee. 

Es la típica gente que tiene los sofás tapados con sábanas y te hace quitarte los zapatos antes de entrar en su casa. No son de fiar, siempre pienso si llevaran la ropa interior con el plástico higiénico..."para que no se estropee". 

Confesémoslo. Somos un poquito adictos al móvil. En realidad lo somos menos de lo que creemos. Por una vez en la vida quiero pensar bien y creer que la mayoría de los descerebrados usan su móvil mucho, muchísimo, lo miran compulsivamente miles de veces al día pero si algún día decidieran dejarlo de lado para dedicarse a pasear, leer, bañarse y dormir...no sufrirían sudores fríos, convulsiones, y posteriormente la muerte.


Lo tenemos controlado. 

viernes, 26 de julio de 2013

MOLIMADRE NO CONFÍA EN MI.

Hace 2 días. Estoy sentada en el jardín leyendo y aparece Molimadre muy compungida. Se deja caer en el sofá, que es algo que nunca hace porque eso "no se hace". Uno se sienta, no se tira. 

- Moli, se ha roto la caldera. 
- Vaya por Dios. 
- He llamado, han venido a ver si se podía arreglar y no se puede. Hay que cambiarla. 
- Vaya por Dios, que putada. 
- Lo peor no es eso...
- ¿No? ¿Qué es peor? No me asustes. 
- Pues que vienen el jueves a colocarla y yo no voy a estar. Me voy de vacaciones
- Bueno, ¿y qué más? ¿Cual es el problema? No estás, no pasa nada. Yo sí estaré...
- Ya...
- Ya ¿Qué? ¿A quién llamas?
- A Pobrehermano Mayor, a ver si se puede coger el día libre para estar cuando vengan a poner la caldera. 
- ¡cuelga ahora mismo! A ver mamá...que estoy yo ese día. 
- Ya...por eso. 
- ¡Mamá! Que van a poner una caldera, no un acelerador de partículas. 
- Ya...pero es que tú...
- Si, ya lo sé. No soy Pobrehermano pero no te preocupes, si quieres pongo el teléfono en grabadora y te mando la grabación de todo lo que diga el técnico. 
- Qué graciosa....

Hace dos días a la hora de comer. Comensales: Molimadre, Pobrehermano Mayor y yo. Pobrehermano mayor está super en forma y hace cosas absurdas y totalmente incomprensibles como apuntarse y correr carreras de montaña de 60 kilómetros. Comentábamos esta enfermedad...porque Pobrehermano se arrepentía de no haberse apuntado a una carrera de 90 km que hay este fin de semana en la casa de las montañaz y que ya corrió el año pasado. 

- Pobrehermano tío, esta primavera te recuerdo que un día me cruce contigo por el pasillo y te dije ¿Dónde vas a estas horas? Me dijiste que a subir el Puerto de Navacerrada y bajar corriendo para entrenar para el absurdo trial ese que corriste. Te dije si no te daba pereza y me dijiste: "mogollón...Moli, no me dejes volver a apuntarme". Así que aquí estoy, nada de arrepentirte de no haberte apuntado. Es una manía absurda y te lo prohibo. 
- Pues ya me he apuntado a otra en octubre. 
- ¿Cómo que te has apuntado a otra? ¿Sin decírmelo? Esto no funciona así. Para empezar tienes que borrarte de esas páginas de FB de "Buenos días queridos runners, hoy amanecemos con nuevas carreras en el horizonte". Son una secta y son peligrosos. Bórrate. Y antes de apuntarte a nada, me llamas y yo voy y te lo impido. 
- jajajajajaja. Vale..pero vamos que ésta es corta, son sólo 50 kilómetros. 
- Vale. Estás oficialmente muy grave. La situación es alarmante. 
- jajajajaja..pero ¿qué dices?
- ¿TU TE HAS OÍDO? "Es corta, son sólo 50 kilómetros". 
- Deja a tu hermano en paz, está muy en forma. 
- Mamá...no empecemos. Además, lo digo por su bien. Pobrehermano ya tiene casi 40....y no se ha hecho las pruebas y lo mismo tiene lo mismo que yo y le puede dar un infarto. 
- ¡MOLI! 
- Joder mamá...si lo digo por tu bien, para la supervivencia de tu favorito. 
- Una cosa os digo para que lo sepáis. Yo no tengo planeado vivir mucho tiempo. 
- Jajajajajajajaja...

A Molimadre no le hizo ninguna gracia. Se le cambió la cara y creí que iba a caer desmayada sobre el arroz blanco. 

- ¡Hijo! No digas esas cosas. 
- Os lo digo en serio, no tengo ninguna intención de llegar a viejo. 
- jajajaja...vale, pero no te mueras antes que mamá. 
- Mmmm..vale, pero mamá, no te aferres a la vida. 
- Jajajajajajaja...me va a dar algo de la risa. Como sigas diciendo esas cosas, la que no llega a vieja es mamá. 
- Hombre, es que a ver si a mamá le va a dar por vivir hasta los 95 y me jode el plan de morir joven. 
- Hijo, por favor....
- Bueno, no te puedes morir antes que mamá, nos llevaríamos mucho disgusto y además, mamá no lo soportaría y moriría enseguida y nosotros 3 tendríamos que soportar dos disgustos seguidos.
- Moli, si tú te mueres antes también me llevaré mucho disgusto. 
- ya...pero no tanto, y las dos lo sabemos.  
- Bueno hijo, el jueves vienen a cambiar la caldera, como sólo estará aquí Moli...¿te puedes coger el día libre para estar tú?
- Ni de coña mamá...y además no hace falta. Es una caldera, no una estación espacial, hasta Moli es capaz. 
- ¿No te ibas a morir pronto? Joder, que parezco imbécil. He llegado a los 40 años sin problemas. 
- Ya...pero sin apéndice. 
- Iros a la mierda los dos. 
- Susceptible. 
- Favorito. 

Ayer. 8:30 de la mañana. Recibo al de la caldera en pijama y con mi mejor sonrisa. Voy recordando mentalmente las recomendaciones que Molimadre me ha dado antes de irse de viaje, después de llegar a su destino y me resisto a mirar el papel dónde me las ha dejado apuntadas.

- Guardar a los Perros de Aspecto Gigantesco. SI
- Abrir la puerta del jardín al operario. SI
- Sonréir. SI
- Decirle si se lleva la caldera antigua. SI.
-Desconectar electricidad. "En el panel hay dos interruptores que pone "caldera", esos". SI. Me rechinan los dientes comprobando la increíble confianza que tiene mi madre en mí. 

A las 9 suena el teléfono. Ya se quién es: 

- Hola mamá. 
- ¿Ha llegado el de la caldera?
- Si. 
- ¿le has abierto la puerta?
- No, le tengo diciendo la contraseña secreta. Pues claro. 
- ¿Has guardado a los perros?
- No, de hecho ahora mismo  viendo como devoran  al técnico. Pues claro. 
- ¿le has dicho que si se lleva la antigua?
- No, le he dicho que quiero hacerme una escultura con ella o hacerme un rinconcito de lectura. Pues claro. Tranquilízate. Todo va bien. La casa está en pie, los niños están bien, el operario está bien. Yo estoy bien. 
- Luego te llamo otra vez. 

Cuelgo. Suena otra vez. 

- Moli, soy Pobrehermano. ¿ha llegado el de la caldera?
- SI. 
- Vale. Oye...que me he venido al curro sin cartera y no tengo ni puta idea de dónde la he dejado. 
- Aha....- Menos mal que no está Molimadre. Seguro que pensaría que se la he escondido yo. 
- Mira a ver si de casualidad me la dejé en la mesa de blablablablablabla y me mandas un mensaje.
- Vale. 

Encuentro la cartera mientras me descojono pensando en cómo mi madre tiene cero confianza en mí y su hijo el superhéroe va por la vida sin cartera. 

Durante 3 horas de convivencia con el técnico de la caldera entablamos una bonita amistad. Al final, le hago todas las preguntas pertinentes que me había dicho Pobrehermano Mayor. Memorizo las respuestas, guardo el manual a buen recaudo. Le hago que encienda la calefacción y casi muero de la caloreta dentro de casa, recorro todos los radiadores comprobando que chutan, le doy una botella de agua, le firmo el albarán y todavía en pijama a la 1 de la tarde le despido agitando la manita mientras se pierde por la carretera. 

Saco a los perros. Llamo a Molimadre. 

- Ya está la caldera. Todo bien. 
- ¿Has dado la luz otra vez?
- Si claro. 
- ¿Has probado la calefacción?
- Si. 
- ¿Has soltado los perros?
- Si. 
- ¿te has enterado de todo? 
- Si, mamá...de hecho estoy pensando en hacerte un escrito pormenorizado. ¿Lo quieres ante notario?
- Muy graciosa.  

Ese mismo día más tarde. 

- Soy yo. ¿Qué tal la caldera?
- Joder mamá...pues bien. Parece que está a gusto. 
- ¿se lo has explicado a tu hermano?
- Si, se lo he explicado. Le he entregado el grial del libro de instrucciones y está todo correcto. 
- Vale. 
- oye mamá..que he bajado al médico y que ya me han quitado los puntos..
- tengo una llamada..luego te llamo. 

Cuelgo. Pobrehermano mayor está sentado a mi lado en el jardín. Le suena el móvil. 

- Hola mamá. ¿La caldera? 

Me mira y se descojona. 

- Bien mamá, la caldera bien. Sí está bien puesta y sí tengo el libro de instrucciones....

No sé como he llegado a los 40 sin que me atropelle un camión y sin matar a Molimadre. 


miércoles, 24 de julio de 2013

JUAN CUMPLE 40.



24 de julio de 2013. Cumples 40 años. Exactamente 5 meses y 12 días después que yo. Los dos tenemos 40 años y estamos mejor que nunca. Lo sabemos, nos miramos, nos lo decimos y sonreímos. 

Tienes el pelo gris, pero gris de verdad. Todo. Mirando las fotos que te he regalado, me he dado cuenta de que se te ha puesto gris del todo en los últimos 3 años. A mí me gusta, gris y con mil rizos. Estás más flaco, más fuerte y más estiloso. Estás más guapo que nunca. Mejor que nunca. Cuando vamos por la calle o conocemos gente nueva siempre pienso que deben flipar al verte y envidiarme porque soy tu amiga. Y eso solo por tu pinta, si te conocieran fliparian mucho más.

Porque eres un millón de cosas más que un tío de 40 años aparente. 

Eres unos brazos largos, muy largos. Cuando escucho la palabra envergadura siempre pienso en ti y en esos abrazos que me das en los que soy pequeña, pequeña. Eres lavarse los dientes durante 20 minutos mientras hablamos de la IIGM. Eres conversaciones absurdas que comienzan con "estoy leyendo un artículo super interesante sobre si es necesario tener un subuffer en un estudio de grabación" o "Moli, adivina cuales son las operaciones estéticas qué más se hacen los tíos". Eres chistes privados que nadie más conoce pero que a nosotros nos hacen morir de risa. Eres un humor negro, negrísimo que nos ha hecho llorar de risa en los peores momentos de nuestras vidas. Eres haber aprendido juntos a posar para las fotos. Eres la respuesta ingeniosa a una de mis ocurrencias sabiendo que te la devolveré con algo igual de ocurrente y divertido. Eres una casa con porche de madera en el que he tenido 8 años y 40. Eres andar descalzo. Eres el baloncesto. Eres un encuentro en bici del que seguro que no te acuerdas cuando teníamos 9 años. Eres Asterix y Obelix. "Chipolata no flirtees". Eres los conceptos "brisa antiprensa", "empleado ocioso precio desorbitado" o "alimento que corrompe como el Cola Cao". Eres un suspensorio sacado de un bolsillo en el momento más inoportuno. Eres besos en la cabeza. Eres viajar a Gijón a ver a los Rolling hace mil años. Eres un viaje a Benidorm, el último antes de hacerme mayor.  Eres el 24 de junio y el 24 de julio. Eres "Hola guapa". Eres una piscina vacía. Eres una fiesta dentro de una piscina vacía. Eres una noche hace mil años viendo una peli en Kinépolis y hablándome del grafeno y de que nuestros hijos vivirían 120 años. Eres tu butaca delante de la televisión. Eres un viaje a esquiar en Formigal en el que no pudimos esquiar ni un día. Eres hacer electricidad estática con tu pijama. Eres helado. Eres canelones. Eres Berlín y Paris. Eres Indurain y Nemov. Eres sacarme de quicio. Eres nadar. Eres sesiones de cine en tu salón con tu supertele gigante. Eres un desastre de memoria y yo soy tu generadora de recuerdos. "No me acuerdo de nada de eso pero sigue contadome qué fue lo que hicimos que empiezo a notar  un ligero aleteo neuronal, no sé si porque recuerdo algo o porque me molan mogollón estas historias que me cuentas". Eres Maus. Eres tener un revistero en el baño. Eres tener un pato y bañarlo en agua caliente. Eres tu padre y las cosas que hacíamos con él. Eres un bajo y un contrabajo. Eres tus chaquetas de lana azul marino que pesan un quintal y me arrastran por el suelo. Eres mil manías. Eres "peristaltismo de masa". Eres "yo controlo el báculo del poder". Eres El Señor de los Anillos el día del estreno. Eres hacer música con la boca. Eres unas manos grandes con dedos largos. Eres tu gesto de señalar con el índice cuando algo te gusta. Eres la expresión "dabutir" sin que suene macarra, ochentera y desfasada. 

Desde que yo cumplí 40 años hay tres cosas chulas que hemos hecho juntos: celebrar mi cumpleaños, ir a nadar juntos en una piscina vacía y  a ver a Bruce. Quiero volver a hacerlas todas, siempre, juntos. 

Quiero cumplir 80 y seguir siendo amigos. Quiero mirarte cada vez que nos vemos y sentirme en casa. Quiero ver tu wasap y saber que estoy a salvo. Quiero saber que si te llamo y te pido ayuda dejarás lo que estás haciendo para venir a abrazarme, decirme "no pasa nada"y darme un beso en la coronilla. Quiero reirnos juntos. Quiero ver una peli sin cruzar una palabra. Quiero que me digas que no cuando te planteo algo que no te mola. Quiero que me digas que si cuando te planteo algo que no te gusta pero que sabes que me hace ilusión. Quiero que las princezaz te llamen siempre "Juan tu amigo". 

Quiero que cumplas muchos más y que los celebremos juntos. 

Eres casa.  

Feliz cumpleaños. 




martes, 23 de julio de 2013

LOS CUADERNOS


¿Por qué lo apunté? Pues para recordarlo, claro, pero ¿qué es exactamente lo que yo quería recordar?¿Cuánto de todo aquello sucedió realmente? ¿Acaso sucedió algo? ¿Para qué tengo un cuaderno de notas? Es fácil engañarse a uno mismo en relación con todas estas cuestiones. El impulso de apuntar cosas resulta peculiarmente compulsivo, inexplicable para quienes no lo comparten y útil solo de forma accidental, solo de forma secundaria, de esa misma forma en que todas las compulsiones intentan justificarse a sí mismas”

Joan Didion. “ Los que sueñan el sueño dorado”. 

Los primeros cuadernos que tengo guardados son de cuando iba de campamento a Comillas, a la “English House”. Son 3. Uno con tapa azul, otro con tapa negra y otro con una especie de lechera holandesa muy rara dibujada encima de un fondo azul clarito.  A partir del 20 de julio, todos nos comprábamos un cuaderno ( a partir del segundo año lo llevabas desde casa) y lo pasábamos a nuestros amigos para que nos escribieran algo, un recordatorio o una frase ingeniosa y nos dejaran su dirección porque por supuesto íbamos a escribirnos. También intentabas que el que no te caía bien no te escribiera pero a veces era inevitable. En estos cuadernos yo no escribía, no hay nada con mi letra de 12, 13, 14 años...todo son dedicatorias de gente que recuerdo vagamente. “No vayas por el sol que un bombón como tú puede derretirse”. 

En el año 92, estuve de viaje por Escocia. Un viaje muy surrealista, lleno de anécdotas y aventuras.  Me dio por escribir un diario de ese viaje, un diario bastante divertido que luego presté a una de mis compañeras de viaje y nunca volvió a mí. Es un cuaderno perdido, mi primer cuaderno escrito perdido para siempre. O no. Nunca se sabe. 

El siguiente cuaderno que empecé fue en el año 97. No era un cuaderno de notas, apuntaba los días que trabajaba, los gastos que tenía  y los libros que leía. Eran anotaciones simples “Una semana en Tarrasa”, “4 días en Granada”. Era una libreta pequeña, azul con una flecha verde en la portada y anillas blancas.  

Cuando se acabó esa libreta, compré un cuaderno feo. Muy feo. Un sencillo cuaderno de anillas blancas, con cuadrícula y unas tapas negras de cartón malo. Lo compré en septiembre de 1997, empecé a apuntar cosas de unas conferencias de arte que iba en el Museo del Prado. Cosas como “Conferencia de Bernardo Atxaga. Un auténtico coñazo. Debería darle vergüenza hablar así”. Seguía apuntando los libros que leía pero sin ninguna explicación: “Diario de Anais Nin”, “La perla”. “Matando dinosaurios con tirachinas”. Nada más. Después hay páginas llenas de anotaciones sobre exposiciones que visitaba. Había empezado un master en Museografía y cuando iba a los museos, me ponía muy profesional y anotaba lo que me parecía bien y lo que no me gustaba. 

Después, en mi año negro, 1998, empecé a escribir allí cosas personales. Muy personales. Tan personales que nunca se las he dejado leer a nadie y nunca se las dejaré leer a nadie. Letra apretujada con una pluma que me había regalado mi abuela al terminar la carrera. Páginas y páginas de patéticas experiencias y pensamientos e ideas. Algunas casi ilegibles porque las escribía al llegar a casa bastante borracha. No hay una continuidad. Entre anotaciones de ese tipo, hay nombres de tíos y teléfonos. No recuerdo a ninguno pero supongo que en su día tuvieron que importarme algo si apunté sus teléfonos, aunque puede que no les llamara nunca o que los apuntara después de una única vez sabiendo que no les llamaría nunca. Es un cuaderno escrito hasta la última página, en los márgenes, en la portada, en la cara interior de la contraportada. Tiene hojas intercaladas escritas también con letra de colegio de monjas muy pegada. Hay cosas enganchadas con clips, entre ellas un poema horroroso sobre mis “pechos enharinados” que me escribió uno de esos tíos, del que si recuerdo el nombre. La portada acabó arrancada pero la conservo. Está tan destrozado y tan lleno de cosas que lo tengo guardado en una bolsa. Para que no se pierda nada y para no verlo. 

Después dejé de escribir en cuadernos. Sé exactamente cuando fue. Julio de 1999. Sencillamente se terminó. Compré un cuaderno nuevo, de cuadros y tapas duras, supongo que intentando que no se rompiera como el anterior, pero está impoluto, nada escrito, guardado en la mesilla de mi cuarto de Los Molinos. 

Hace un año alguien me dijo:

¿Por qué no llevas un cuaderno de notas? 
No lo necesito, me acuerdo de todo. 
Deberías llevarlo. Se te ocurren mil cosas y estaría bien que las apuntaras. 
No lo necesito. 
A mí me gustaría que lo llevaras. 

Lo pensé durante unos meses y como no estaba muy convencida, cogí una libreta de publicidad que tenía en los libros de colores. No era un buena libreta. Tamaño ni pequeño, ni grande y con las anillas arriba. Una libreta de esas que sacan los periodistas o los policías para escribir tres tonterías pero que no sirve para escribir en plan torrente porque nunca sabes si tienes que escribir hacia arriba o hacia abajo. Yo me entiendo.  Ideas para posts en este blog, listas para la docena, dibujos de laz princesas. Notas sobre cosas que me ocurrían y que no eran para posts pero que terminaron siendo posts. Libros para leer. Direcciones. A pesar de mi poca fe en llevar un cuaderno de notas, la llené en un par de meses.

Y me compré otro cuaderno. En septiembre u octubre del año pasado. Es un cuaderno rojo, con anillas blancas, con cuadrícula y tiene divididas las páginas por colores. Me senté y lo organicé. Copié incluso de la libreta anterior las cosas que me habían quedado pendientes, las ideas que no había organizado, los libros que no había comprado. Lo llevo encima siempre, en el bolso si salgo de casa. En Los Molinos lo acarreo de mi cuarto al jardín cuando me levanto por la mañana y lo subo a la mesilla cuando me acuesto. Pueden pasar días sin que apunte nada, pero otros, como cuando estuve la semana pasada en el hospital se me ocurre una idea y tengo que apuntarlo. Tengo que escribirlo en ese mismo momento. Enganchar esa idea y escribir todo lo que se me ocurra. Me pasa en el curro y muchas veces en el coche, aunque normalmente no paro a escribirlo. Pienso “me acordaré cuando llegue a casa”. Pero luego no me acuerdo. Se pierde. 

En ese cuaderno fui durante meses completando el post que escribí para mi cumpleaños. En ese cuaderno tengo otra nueva lista de libros, tengo las docenas escritas a golpes de inspiración y de desesperación. Tengo citas apuntadas a las que llegué tarde. Tengo ideas de regalos para un cumpleaños. Tengo frases copiadas de internet (“You never have to change anything you got up in the middle of the night to write”. Saul Bellow) y trozos de artículos de periódicos. Tengo fragmentos de conversaciones en la pradera y conversaciones con laz princezaz. Entre sus hojas tengo postales de una exposición de Klee, unas cuantas fotos en papel que me hizo Morenaza, el parte del hospital, notas de C y algún artículo recortado del periódico. Tengo un poema que me escribió M por mi cumpleaños y hoy por sorpresa he encontrado una especie de poema escrito por mi el 17 de mayo. Jamás había escrito nada así. ¿Yo he escrito eso? 

Todos esos cuadernos están guardados en el baúl que me hace de mesilla, supongo que si hubiera un incendio en mi casa, sería lo único que me llevaría. 

“Pero nuestros cuadernos nos delatan, porque por muy diligentemente que anotemos lo que vemos a nuestro alrededor, el común denominador de todo lo que vemos es siempre, de forma transparente y desvergonzada, el implacable “yo”.

Joan Didion.