lunes, 15 de febrero de 2021

Vivir en un borrador

El otro día, no sé a cuento de qué, se me ocurrió la idea de que vivimos en un borrador, en un primer intento de todo. La sociedad, el ciclo de noticias, las ciudades, las comunicaciones, nosotros mismos tenemos muchísima prisa, todo el tiempo, y todo lo que hacemos es un primer borrador que damos por válido y lanzamos al mundo sin revisar y sin que pase de ahí. 

Ya he hablado mil veces de que ya nadie escribe cartas pero enviamos y recibimos cientos, miles de mensajes ya sea en tweets, mensajes de texto o correos electrónicos. Nada de todo eso tiene la más mínima elaboración, (la mayoría de las veces) y los enviamos sin pensarlo, sin revisar, sin reflexionar que quizás, si lo pensáramos más, si le diéramos un par de vueltas más, si lo reposáramos estaría mejor, sería más exacto, más concreto, reflejaría mejor lo que queremos o no queremos decir. Lo mismo nos ocurre con las fotografías, mil millones de fotografías porque total, son gratis, no importan, ahí se quedan, guardadas en el teléfono hasta que este te dice que ya no caben más borradores más, que todos esos ensayos ocupan demasiado espacio. Nada de esto puede corregirse después, mejorarse, matizarse.

El problema de vivir en un mundo que es un primer borrador de todo es que no hay espacio para la mejora, la corrección o, peor aún, el cambio de idea. Lanzas un tuit, mandas un mensaje de texto, te haces una foto y queda grabado como las tablas de la Ley. Lo has hecho sin pensar pero la sociedad se lo toma como una verdad absoluta que has pronunciado en un determinado momento y que jamás podrás cambiar. Podrás intentarlo pero esos mensajes, esas fotos, incluso esos titulares de noticias que salieron sin pensar, forzados por la prisa en la que vivimos, volverán a ti como un boomerang. 

Nuestros primeros borradores son, además, replicables. Antes, cuando escribías en un cuaderno o en servilletas o en folios sueltos, nada de eso podía llegar a mucha gente porque se necesitaba una fotocopiadora, sellos. Dar publicidad y difusión a un primer borrador exigía una trabajera que casi nadie estaba dispuesto a hacer. Con la era del copia/pega y el reenviar, los borradores además de definitivos se han convertido en algo que puede compartirse hasta el infinito, multiplicando tu error, tu tontería, tu acto espontáneo tonto o tu arranque pasional en algo completamente fuera de control, que escapa de tus manos como jamás pudo hacerlo un cuaderno, una carta garabateada en un arranque pasional o una foto disfrazada de Carmen Miranda con frutas de plástico pinchadas en la cabeza. 

La espontaneidad es una cualidad muy valiosa que hace la vida más animada, más sorprendente pero que, como todo en  la vida, hay que manejar con cuidado. Un exceso de espontaneidad conduce a la dejadez, al desprecio al detalle o a la exactitud. ¡Qué más da que esto que digo sea una majadería si soy espontánea y chupi! Pues no, Mari Carmen, la línea que separa el ser espontáneo de ser bobo es finísima. Hace cincuenta años o veinte, tu exceso de espontaneidad no tenía consecuencias y, con suerte, solo te hacia pasar por ser un ser pizpireto y gracioso,  pero ahora conviene frenar esos arranques, pensar si estás siendo espontáneo o simplemente dejado y pararte un segundo a reflexionar si dentro de dos días, tres semanas, seis meses o dos años esa espontaneidad verborreica que vas a dejar por escrito te va a hacer sonreír o querer convertirte en ermitaño en Los Monegros. 

Es complicado salir del mundo borrador. Hay que pararse, comprar un cuaderno, escribir sin control ni medida y luego releerse, corregirse, exigirse, desechar. Es complicado no caer en la tentación de hacer mil fotos innecesarios, estúpidas, absurdas. Es difícil no pulsar el micrófono y grabar un audio que envías casi sin pensar y que podría llegar a dar la vuelta al mundo si eres tan espontáneo como para llegar a ser estúpido. 

Desechemos el primer borrador de todo. Apaguemos el primer impulso, reservemos la espontaneidad para la distancia corta (si es que algún día vuelve) y volvamos a escribir una primera versión de todo que solo sea para nosotros. 

viernes, 12 de febrero de 2021

12 de febrero. Cuarenta y ocho años

Mis cuarenta y siete años han sido los de la pandemia, el coronavirus, el confinamiento, la distancia de seguridad, el gel hidroalcóholico y las mascarillas. Ha sido un año de enfermedad, miedo, incertidumbre y muerte. Ha sido el año de ver la muerte de los demás, de muchos demás y de pensar en la de los nuestros, incluso en la nuestra. 

En mis cuarenta y siete el mundo se ha parado y ahora solo avanzamos a rastras y hay días que ni eso. El mundo nos ha descolocado y estamos todavía intentando no marearnos. Tratamos de saber si tenemos que acostumbrarnos a vivir boca abajo o seguimos esperando a que todo gire de nuevo y vuelva a su posición original. Ha sido el año de sentirnos como en la peli Cube; despertarnos súbitamente sin saber cómo hemos llegado ahí y pasarnos el día buscando la salida, volver atrás. 

Pero en mis cuarenta y siete han pasado más cosas. Ha sido el año que decidí que era el momento perfecto para, por fin, dejarme el pelo blanco. En medio de tanto caos, dolor y vida casera ¿qué importancia tenía el aspecto? ¿qué sentido tenía teñirme, ocultar mis infinitas canas? Para mí, ninguno y claro, sin nadie que te mire a la raíz del pelo mientras te habla es mucho más fácil hacerlo. Ha sido el año de Ibiza, Valladolid y Salamanca. Volví a Sos y subí el Pico Cerler mientras le contaba a Antonio Tal como éramos para sobrevivir a la súbita pájara que me atacó por sorpresa. Subí a los ibones del Valle de Estós y me comí uno de los mejores bocadillos de jamón serrano de mi vida. Ha sido el año de hablar de Delibes y de hacer un casting para un programa de televisión. El año de volver a tomar "droguitas" antes de que fuera demasiado tarde. El año de hacerme experta en podcasts y fracasar haciendo pulled pork. Ha sido el año que menos kilómetros he hecho en los últimos veinte años; casi olvido aparcar. Ha sido el año de ver la mejor serie que he visto en muchísimo tiempo y de sentirme huérfana meses después de terminarla. Ojalá no haberla visto y poder descubrirla una y mil veces. Ha sido el año de releer a Sebald y a Delibes. Ha sido el año de los selfies, convivir con mi madre, la ropa de estar en casa y las videollamadas. El año de Biden, Trump y aprenderlo todo de política americana. El año de los paseos, el huerto y las tablas de ejercicio en casa. 

 En mis cuarenta y siete años he llorado mucho pero también ha sido el año de las flores, la familia, los amigos más cercanos, mis hijas y los «cuando esto termine a ver si nos vemos, ya queda menos».

Entro en el cuarenta y ocho simplemente que al llegar al cuarenta y nueve estemos todos ahí.





lunes, 8 de febrero de 2021

Podcasts encadenados


Con los podcasts pasa como con los libros o las series, hay épocas de sequía, temporadas en las que por mucho que escuches nada acaba de convencerte, todo lo que eliges te decepciona, no te gusta o es malo. Saltas de un podcast a otro, vuelves a escuchar, rebuscas, les das otra oportunidad y no consigues encontrarte a gusto con nada ni encontrar nada verdaderamente bueno. 

Y como con los libros, de los podcasts que no me gustan o que, in my opinion, están mal hechos o fallan en algo también voy a hablar. 

Nick Quah es algo así como el gurú de la recomendación de podcasts en Estados Unidos. Él junto con Sarah Larsson del New Yorker, y los chicos de Bellocolective y alguno más son los que marcan las recomendaciones de podcasts, tanto de grandes productoras como independientes y, en general, suelen acertar bastante. En las listas de todos ellos aparecía en enero Anything for Selena, un podcast de  WBUR & Futuro Studios  presentado por la periodista mexicana María García. El podcast tenía buena pinta, contar la historia de la cantante Selena, asesinada hace veinticinco años, y su impacto e influencia en la identificación de la comunidad latina en USA. Una especie de Dolly Parton´s America pero con Selena y para los latinos. Además los episodios están disponibles en español y en inglés y pensé: mira que bien, así puedo recomendar algo en español. 

Pues no puedo recomendarlo. Anything for Selena promete algo que no es. Se presenta como un podcast narrativo que va a contarte quién fue Selena, qué pasó en su vida, por qué sigue siendo importante veinticinco años después de su muerte, etc y resulta que es un podcast de entrevistas. María García charla con distintas mujeres (no he escuchado toda la serie, pero en los episodios que sí he escuchado solo salían mujeres) sobre el impacto de Selena sobre todo en ella, en su vida. A mí esto, en principio no me parece mal, pero dado que ella tenía siete u ocho años cuando la cantante fue asesinada, me cuesta mucho creer que haya marcado su vida. No entiendo tampoco decisiones editoriales como empezar el segundo episodio contando que has ido a entrevistar a Abraham, el padre de Selena, un personaje vital en su vida y que durante todo el episodio no se le oiga hablar ni un solo minuto y cuando se habla de él ¡se pongan los cortes de audio de Edward James Olmos que interpretó su papel en  la película!. En resumen: Anything for Selena es, para mí, un podcast fallido. No da lo que promete y lo que da es aburrido y poco interesante. ¿Lo recomiendo? No, aunque no sea horrible hay mucho para escuchar que merece más la pena. 

Otro podcast que está en todas las listas, en este caso en las de podcasts en español, es El verdadero robo del siglo de Adonde Media. Este es un podcast argentino presentado por Mariano Pagella que cuenta un robo alucinante que ocurrió en un banco de Buenos Aires en enero de 2006. Cuando digo alucinante me quedo cortísima, el robo fue tan espectacular que ya ha habido películas basadas en él así que el material del que parte el podcast es buenísimo. ¿Qué problema le encuentro entonces? Edición, edición y edición y tono, tono, tono. 

Por partes y empezando por el final. Mariano Pagella conoce la historia y la maneja bien pero no sé porqué han decidido darle un tono y un ritmo completamente televisivo. La historia no fluye porque todo el discurso está trufado de expresiones como: "y ahora ocurre lo que nadie se esperaba" y "entonces pasó algo espectacular que nadie se esperaba" y "¿Cómo pude ser que blablablabla?" Es un permanente intento de crear falsos cliffhangers que aparte de resultar cansinos son innecesarios: la historia ya es lo suficientemente interesante y, no olvidemos nunca, el oyente de podcast te ha elegido, está ahí porque quiere, no ha caído haciendo zapping como ocurre en televisión. 

En segundo lugar, y este es un problema que encuentro en muchísimos podcasts es que le falta edición y revisión de guión. Escuchando esta historia me he encontrado gritando «¡eso ya lo has contado!», «¿otra vez esto? y «¡No te repitas más, por favor! ¡Tengo memoria a corto plazo!». Los fallos de edición puedo llegar a entenderlos, un poco, en podcasts más amateur pero que una producción como esta, con medios y gente detrás que sabe lo que hace, no haya hecho un trabajo de repaso de guiones y del desarrollo de la historia no consigo entenderlo. O se han enamorado mucho de su material o creen que sus oyentes son memos. Ninguna de las dos opciones es buena.  

¿Recomiendo El verdadero robo del siglo? Sí. La historia es tan alucinante que merece la pena conocerla y el podcast tiene una muy buena producción. Eso sí, como ya he dicho, armaos de paciencia con las repeticiones. 

¿Qué más he estado escuchando? Pues a principios de año, concretamente el día 1 empezó 365 stories I want to tell you before we both die. El concepto de este podcast fue lo que me llamó la atención; durante 365 días el director de cine (para mi, completamente desconocido) Caveh Zahedi cuenta una historieta de su vida en dos, tres o como mucho seis minutos. Él es de origen iraní porque sus padres emigraron desde Teheran a Estados Unidos, estudió en un colegio interno en Suiza, su madre se marchó a Alemania donde vivía con otro hombre y él vive en Los Ángeles. Las historias no siguen un orden cronológico, son pequeños apuntes, retazos de una vida como los que podemos tener todos. Un día que dijiste algo a un amigo y jamás lo has olvidado, el encontronazo con alguien, una noche increíble, una mentira que contaste, mil pequeños detalles. La gracia del podcast está en eso, en su pequeñez. No tiene nada: Zahedi hablando durante unos minutos sin música, sin sonido de fondo hasta que termina. La gracia de este podcast es que se puede escuchar en cualquier momento, en un minirato y aunque no todas las historias son igual de buenas, algunas te dejan pensando «a mí me pasó algo así» o «mierda, ¿que sería de aquel amigo/novio/tio que conocí no se dónde?» o «¿se acordará Menganita de esa tarde como me acuerdo yo?». 

¿Recomiendo este pequeño podcast? Sí. Puedes escucharlo un día sí, cuatro no, o ir pinchando de historia en historia. Mí recomendación para empezar, por ejemplo, es este episodio, el tres. My least favourite person. 

Justo en el extremo opuesto a las mini hitorias de Zahedi está otro de los podcast que he estado escuchando últimamente y que es un ocho mil, solo para oyentes profesionales y comprometidos. Se trata de Lolita Podcast, el mega proyecto de audio de Jamie Loftus, famosa el año pasado en el mundo del podcast anglosajón por My year in Mensa (que no he recomendado por aquí porque no era tan interesante). El tema del podcast está claro, es un estudio en profundidad de la novela de Nabokov y todo lo que la rodea. Cuando digo en profundidad me estoy quedando cortísima porque Loftus disecciona la novela, la vida de Nabokov, las vicisitudes para la publicación, las mil y una historias asociadas a la novela antes y después de su publicación como por ejemplo los casos de secuestros de menores por parte de pedófilos que se hicieron famosos en Estados Unidos, las polémicas por la elección de los diseños para las distintas cubiertas, los foros de internet y mil cosas más. Por supuesto se habla de las dos versiones cinematográficas hasta el más mínimo detalle e incluso de los distintos intentos que se hicieron de llevar Lolita a Broadway como una obra de "amor cómica" y hasta ¡un musical! Lo que pretende Loftus con este trabajo tan pormenorizado es demostrar como la novela de Nabokov nunca fue una historia de amor y el autor ruso jamás legitimó los actos de Humbert Humbert pero la sociedad del momento en la que eran normales las relaciones entre hombres muy mayores con jóvenes, muchas veces menores, y la actual,  han utilizado la novela para legitimar de alguna manera la existencia de ese tipo de "amor". Hace también mucho hincapié en los efectos muy nocivos que el efecto Lolita ha tenido en muchísimas adolescentes. 

¿Qué le falta a Loftus? Edición, edición, edición y alguien con una tijeritas que le corte contenido porque tras dos primeros episodios espectaculares e interesantísimos a pesar de la aridez del tema, se viene arriba y los siguientes duran más de hora y cuarto... resultando repetitivos y demasiado exhaustivos. Para que el oyente entienda una idea, ( y esto lo digo por Loftus y muchos otros) no hace falta poner veinticinco ejemplos, con uno bien elegido es más que suficiente.  Además y supongo que por un intento de acortar la duración de los episodios, el podcast está montado cortando todos los espacios en blancos, respiraciones y demás, con lo que al escucharlo parece que Loftus va a caer muerta en cualquier momento porque es imposible hablar a esa velocidad sin respirar ni una sola vez. 

Puede parecer que no recomiendo Lolita Podcast, pero creo que los dos primeros episodios merecen mucho la pena para pensar la novelad de otra manera y animarse a releerla o a descubrirla. 


¿Qué más? Pues un par de episodios de podcasts diferentes que me han interesado mucho. Después de ver Pretend is a city con Fran Lebowitz, me encontré con un episodio de Fresh Air el podcast de entrevistas de Terry Gross en el que aparecía Lebowitz contando algunas cosas de las que ya había hablado con Scorsese y otras nuevas. De Lebowitz ya lo dije todo así que no voy a repetirme pero de Terry Gross voy a contar, por si alguien no sabe quien es, que lleva cuarenta años haciendo entrevistas en la radio, casi siempre con sus invitados en un estudio diferente al que se encuentra ella. Es una entrevistadora alucinante, con un recorrido profesional impresionante y por cuyo programa han pasado las figuras más importantes de la cultura y sociedad americana y  mundial. Conocí parte de su historia y de su trabajo en este episodio del podcast de la BBC Seriously,I´m Terry Gross
and This is Fresh Air.  Merece muchísimo la pena escucharlo atentamente y a mí me impresionó especialmente cuando cuenta las entrevistas que no salieron bien, con invitados que la insultaban o que se marchaban o la última entrevista al escritor Maurice Sendak que da este consejo: Live your life, live your life, live your life. Buenísimo episodio.  

Si solo vais a escuchar dos cosas elegid estos dos episodios. 

Mi última recomendación de esta entrega es  Estirando el chicle de Podium Podcast con Carolina Iglesias y Victoria Martín . A ver como lo explico, Carolina y Victoria son jovencísimas y tienen muchísima mala leche, muchísimo ingenio y ni un solo pelo en la lengua. Escuchándolas me río a carcajadas y a la vez me encuentro pensando que soy muy mayor porque algunas de las referencias de personajes, series, personas de las que hablan ni me suenan o lo hacen solo vagamente como algo de lo que hablaban "los jóvenes" cuando yo ya era adulta. Es una sensación muy rara no por desagradable sino por inesperada. Sentirse, de alguna manera, mayor o, mejor dicho, de otra generación es raro pero el humor que hacen Carolina y Victoria aunque a veces pueda parecer muy bruto está lleno de referencias con las que cualquier mujer se puede sentir o se ha sentido identificada en algún momento de su vida. A veces, incluso, tienes el pensamiento: "Ja, eso me pasaba a mí a vuestra edad pero ahora es que me da completamente igual" y sentirte mayor pero sabia. Ellas funcionan a la perfección como dúo, se nota que llevan años juntas y están perfectamente compenetradas. Dadle una oportunidad por las risas, el descontrol y la frivolidad que siempre viene bien para descongestionar. Y, además, la nueva temporada empieza el día 12. 

Y para terminar, si es que alguno ha llegado hasta aquí dejo una perlita experimental y muy indie. Un podcast muy diferente que me ha gustado mucho por el concepto, la ejecución y la música. Sylvan Esso es un dúo musical del que yo no había oído hablar en mi vida pero para sacar su último trabajo, Free Love, han hecho un pequeño podcast, Shaking out the numb ,con seis episodios, en el que de alguna manera pero no de la manera tradicional presentan sus canciones: no hablan de ellas, no las cantan, es algo mucho más sutil y bonito. Me gustaron todos los episodios y los recomiendo todos pero para empezar, probad con este Party. 

Tenía alguna cosa más en mi cuaderno de podcasts pero no quiero avasallar, las dejo para la próxima entrega. 

Y como siempre, si escucháis algo, venid a contármelo. 

jueves, 4 de febrero de 2021

Una lista útil


Hoy vengo a dar un consejo que no encontraréis en ninguna de las cuentas cuquis de influencers vende humos que pasan sus días en casas blanquísimas, o con colores pasteles o "muy naturales" y que siempre llevan los labios pintados y las uñas impolutas. Es un consejo que tampoco encontraréis en los libros de esas influencers ni en sus clases magistrales ni en sus directos (recordadme que escriba de los directos de instagram) ni en sus "bundles" que si no sabéis lo que son, mejor que mejor, una tontería menos que os ocupa memoria. Es un consejo gratuito, sincero y desinteresado, algo que tampoco encontraréis en esas cuentas que son tan bonitas como la casa de chuches de Hansel y Gretel pero que en realidad están habitadas por una bruja que lo único que quiere de vosotros, es exprimiros. Os echa consejos y consejos y consejos para que engordéis... y luego paguéis. 

¿Intrigados? Allá voy. 

Haced una lista de gente que os cae mal. Gente que os cae gorda, que pensáis que es idiota, aprovechada, que un día os hizo una putada, o un feo, o se la hizo a tu madre, tu hija, tu pareja o tu mejor amigo. Una lista numerada y si queréis hacerla con letra bonita pues adelante. No me opongo a la creatividad pero tampoco os vengáis arriba porque es una lista para desahogarse y es mejor emplear la creatividad en el título. Llamadla Lista de la rabia o Lista de memos o algo así. Esta es una lista del odio  y del saber estar al mismo tiempo. A pesar de que yo esté muy a favor de no fingir simpatía jamás y de no tratar de quedar bien con todo el mundo, entiendo que para poder vivir más o menos en armonía hay que intentar guardarse la bilis para uno mismo. Esta lista permite sacar la rabia sin que se entere nadie y desahoga muchísimo. 

Yo tengo dos listas de gente que me cae mal.  Una  particular, solo mía, en la que aparece gente que conozco en mi vida, en el trabajo, algún familiar, conocidos y demás. Y luego tengo otra, a medias con un amigo, en la que aparece gente que no conocemos o que solo conocemos uno de los dos en persona pero que hemos decidido que merecen estar en esa lista, porque nos caen gordísimos, porque no los soportamos, porque a nosotros nos parecen unos merluzos insoportables. Es una lista mental, no está anotada en ningún cuaderno, ni compartida en ningún archivo, ni nos la mandamos por mail  porque no queremos dejar pistas y porque además no nos hace falta. La función "desahogadora" de escribirla a mano la cumplen aquí los wasaps con "hay que meter en la lista a menganito", "ya estamos tardando".  Nos retroalimentamos mutuamente con motivos por los que fulanito o menganita deben permanecer en esa lista, nos consultamos nuevos añadidos para valorar si merecen estar en esa lista o no y, como somos magnánimos, inteligentes y es nuestra lista, cuando alguno que nos cae mal, hace algo bien o que nos gusta, lo reconocemos y valoramos si merece salir de la lista o no. (Normalmente no lo merece. Es fácil entrar pero muy difícil salir)

¿Qué razones tenemos para meter a alguien en esa lista? En mi vida real la gente me cae mal es por algo, tengo un motivo de peso para mi desconfianza/desprecio/hostilidad hacia ellos. Es más, ahora que lo pienso, en mi vida real el paso a "caer mal" se sobrepasa muy rápidamente. Por ejemplo, llega alguien nuevo al trabajo, me lo presentan, me da mal feeling, me cae gordo aunque no se muy bien por qué, pasan los días, interactúo con él y pronto decido que me cae mal. Ahí permanece solo unos días, una semana como mucho, y enseguida paso a la siguiente etapa que es "madre mía, no le soporto", y luego paso a evitarlo a toda costa para no llegar a la hostilización. Si llega la hostilización permanecerá ahí unos años hasta que lo saque empujándolo por la senda que lleva al barraco de la indiferencia, donde cae y nunca más. 

En el mundo virtual, caer mal es el limbo, la gente puede permanecer ahí durante meses, incluso años. Solo algunos elegidos que se esfuerzan en conseguirlo, salen de la lista de caer mal y entran en la de gente a la que deseo torturas con palillos o lanzallamas.  

¿Y para que sirven estas listas de odio, desprecio y rabia? Pues para desahogarse, para soltar la rabia, para pensar "tú no lo sabes pero estás en mi lista de gente que me cae fatal, de personas que no soporto". 

Parece una chorrada pero funciona. Mucho más que el bullet journal y esas chorradas, es mucho más barato y os aseguro que no hay ni que inspirarse ni practicar. Te sale perfecto a la primera.