
Que no me guste no quiere decir que no
la escuche. Tampoco me gusta poner la lavadora, echar gasolina o sacar la
basura y son cosas que hago a diario. Lo de la radio es igual. Enciendo la
radio cuando llego a la cocina para desayunar. Cuando llego, porque, sólo la
pongo mientras estoy calentando el café y haciendo la tostada; cuando está todo
preparado, la apago y desayuno en silencio, leyendo.
Vuelvo a encenderla cuando me meto en el
coche. Si voy bien de tiempo llego justo a escuchar las noticias sobre Madrid
que me interesan entre cero y nada. Después viene la cuña y el saludo del
opinador mañanero que menos me chirría y que más tolero. Su saludo viene
empaquetado entre cuñas sobre brindar con Rioja, pastillas para la pesadez de
estómago y alarmas de seguros. Hace un par de meses le puse un tuit diciendo
que las cuñas no dejaban ver el anuncio y al día siguiente casi me estampo por
la M50 cuando le escuché decir "Y ahora unos consejos publicitarios
especialmente dedicados a una oyente que se llama Molinos y que sé que está muy
atenta".
Aguanto unos 15 o 20 minutos antes de
notarme hervir la sangre. Voy calentándome yo sola, indignándome con los
tertulianos de chichinabo. No entiendo que el opinador mañanero tenga a ciertos
personajes sentados a su mesa sin que se le agrie el café con leche que se debe
meter en vena desde las seis de la mañana... pero supongo que por eso le pagan.
Yo no podría, ni siquiera los aguanto más de 10 minutos.
Ese ha sido todo mi consumo radiofónico
hasta hace 4 meses. Lo confieso, me he enganchado a dos podcasts. Confieso
también que empecé con poca fe, tenía nula confianza en ser capaz de
engancharme a un programa de radio y seguir el hilo durante la hora de ida y la
hora de vuelta que conduzco a y desde los libros de colores. Pensé que me
pondría nerviosa, que me parecerían un coñazo, que perdería el hilo y lo
tendría de fondo como quien oye llover... pero no.
La primera de mis adicciones se llama La cultureta. Es exactamente lo que se intuye
por el título. Una reunión de listos, de gafapastas hablando de cosas de
cultura, de culto casi, de las que nunca hay tiempo para hablar en programas
generalistas. El mismo opinador mañanero conduce este programa; por cierto es
Alsina. Tiene cuatro acompañantes que por alguna extraña razón, supongo que
monetaria, al cabo de unos meses son captados por la Ser y desaparecen del
mapa. De la alineación original solo queda uno, Ruben Amón, un tipo que me mola
y con el casi siempre estoy de acuerdo o por lo menos en desacuerdo
interesante. El resto de la banda lo componen ahora mismo Rosa Belmonte, un tal
JF que no sé quien es pero que sabe bastante de música, Rafael Torres, que ha
sido el último en llegar y todavía habla como con vergüencita y el director de
cine Rodrigo Cortés, que sabe muchísimo de cine y, además, le encanta oírse.
Sabe mucho pero creo que necesitaría un programa para él solo.
El podcast va de series, de pelis, de
libros míticos y libros nuevos, de curiosidades de la historia que vengan a
cuento, de música... Todos ellos tienen el tono justo de "parece que estoy
improvisando" pero en realidad la noche anterior estuvieron brujuleando,
buscando información.
Es entretenido, se aprende y se descubre
un montón de cosas que ver y que leer... y otro montón que sé que no tengo que
tocar ni con un palo. Esta semana he descubierto a Norman Corwin, pionero
de la radio y autor de este maravilloso pasaje escrito
para un programa de radio y que denunciaba los bombardeos de Gernika por la
aviación alemana.
"Supongamos que es por la mañana, ya saben cómo son las mañanas, han visto ustedes miles de ellas. Se levantan desde el este, enormes como el Universo y se mantienen de pie en el cielo hasta el mediodía. Han visto ustedes todo tipo de mañanas. Algunas vienen con la cara sucia, como si hubieran pasado la noche en un arroyo entre dos estrellas. Algunas son desafiantes y blanden grandes vientos. Algunas, al amanecer, son como un hilillo de sangre dónde la noche se reúne con la fatalidad. Algunas son todo inocencia, sorprendidas de ser la misma mañana en un planeta tan pequeño."
La segunda adicción es de troncharse. No
porque sea de humor sino por lo que estoy aprendiendo. Un buen día, hace tres
meses o así, se me ocurrió preguntar: "Alguien puede darme una lista de
spotify sobre música clásica para completos incultos musicales".
"Música y significado"
fue la respuesta de mi gran amigo Dani. Ese es el nombre de un podcast de Radio
Nacional absolutamente maravilloso sobre música clásica.
El conductor, locutor, erudito de la
música que conduce esta nueva adicción se llama Luis Ángel de Benito y mi
relación con él, con su voz y su programa atraviesa ahora la fase que en un
ligue se definiría como "me río tanto con él a pesar de lo raro que
es".
Luis Ángel sabe muchísimo y lo cuenta
muy bien. Lo mismo te desbroza una sinfonía de Mahler que te hace un programa
sobre Música y cine o sobre Música que cura heridas. Gracias a él y a su
programa he descubierto que Schuman me aburre y me he vuelto superfan de
Sibelius, compositor que hasta hace un mes no sabía ni que existía.
La música que pone Luis Ángel es siempre
interesante, pero no lo es menos todo lo que él cuenta, el contexto histórico,
personal y sentimental del compositor en cuestión. Opiniones y teorías de
expertos y, luego, lo mejor: sus propios chascarrillos. Todo aderezado con las
coletillas que repite siempre y que si bien al principio me chirriaban un poco,
ahora, en mi fase de descubrimiento, me hacen sonreír.
Luis Ángel siempre dice "amigas y
amigos", cuando dice el nombre de un compositor o un erudito repite
siempre el nombre y dice "tal y como suena", "Bloom...escrito
BlOOM con dos Oes". Y, a veces, se enreda él solo y yo me troncho sola en
el coche:
"Aquí uno opina que la película está genial, que Charlton Heston está genial, es un tío además guapísimo. Todo funciona estupendo. Además, bueno, yo soy hetero, que lo digo con esa perspectiva. Soy bastante hetero, así que bueno pues... Bueno, bastante hetero, soy normal de hetero pero quiero decirles que no lo digo con otro ánimo".
Fuera de bromas, he aprendido muchísimo
de música clásica y estoy aprendiendo a distinguir lo que me gusta de lo que me
deja indiferente.
Estos dos programas de radio, La
cultureta de Alsina y su banda y Música y significado del genial
Luis Ángel de Benito han conseguido lo que ninguna radio había conseguido hasta
ahora; que esté deseando que llegue el momento de sentarme a escucharlos, que espere con emoción el sábado para descargarlos sabiendo que el lunes será un poco menos horrible pudiendo meterme en vena dos dosis más.
Os los recomiendo muchísimo.