viernes, 16 de octubre de 2015

Carta a mi yo de 1997

Hola Moli: 

Sí, es a ti. No mires hacia atrás, ya sé que no te identificas con ese nombre pero, aunque no te lo creas, dentro de unos años la mayor parte de la gente que te conoce te llamará así. No preguntes, es una larga historia. Al principio será raro pero luego te acostumbrarás, tampoco es tan extraño, muy poca gente te llama ahora por tu nombre. Siempre es con el apellido. 

Te escribo desde el futuro para decirte unas cuantas cosas, la mayoría inútiles pero a lo mejor te sirven. 

Primero de todo, Saca Pecho. Y no, no hablo metafóricamente, no se trata de que te comas el mundo y estés orgullosa de ti, que también. Saca pecho físicamente. Deja de caminar con los hombros como si llevaras unas bolas de plomo colgando y los nudillos te rozaran el suelo, y saca pecho. Lúcelo y no te preocupes por nada. (Bueno, cuando te quedes embarazada lo mismo es un pelín excesivo, la naturaleza es así de cabrona. Llorarás desconsoladamente por ello, pero luego se te pasará y lucirás canalillo. Empieza ya).

Cómprate un bikini YA. No esperes a los 27 para ponerte el primero. 

Sí, ese tío con el que te encuentras de vez en cuando, lleva camisas de cuadros y al que todos llaman por un mote ridículo tiene algo contigo. No está claro si él lo sabe o no, pero lo tiene. Y sí, será con el que te cases. Confía en tu instinto.

Ese por el que estás sufriendo y del que crees que no te desamorarás nunca es un cabrón con pintas. Déjate de "tengo un pálpito". El pálpito de "seguro que vuelve cuando yo ya pase" será verdad, pero cuando ocurra ya estarás a años luz. 

No seas tan impulsiva. Intenta morderte la lengua de vez en cuando; o mejor, todo el tiempo que puedas. Vas a intentar controlarlo más adelante y lo conseguirás a duras penas y en contadas ocasiones. Es una putada y no lleva, casi nunca, a nada bueno. No lo sabes todo ni lo sabrás nunca. 

¿Te acuerdas cuando te decían “a ver si se te pasa este pavón protestón que tienes”? Pues no se te va pasar. Tendrás 42 y serás una protesta con patas, un gremlin gruñón, y te hostilizarás con todo el planeta. Dirás unas palabrotas increíbles y soñaras con bazokas. Lo siento, no he conseguido desembarazarme del pavo. 

Por lo que más quieras, y esto debería escribírtelo en una carta como Doc a Marty, cuando tengas 37 no vayas, bajo ningún concepto, a un concierto de Burning en Reciclaje. NO VAYAS. No preguntes. Hazme caso. NO VAYAS. 

Una perla de sabiduría suprema: da igual que un hombre no sea especialmente inteligente, ni lo quieras para ser el padre de tus hijos, ni para vivir con él, ni para nada serio... el físico y el atractivo a veces son más que suficiente. Cuando estrenen una película que se llama 300, VE al cine, varias veces. Disfruta de tu epifanía.

Tienes los pies preciosos. Usa sandalias ya. No esperes a los 28. 

No tienes los brazos gordos. Ponte tirantes. 

Esto no te lo vas a creer pero con el tío de la camisa de cuadros y que va en bici a la escuela de montes vas a tener una hija con ojos azules. Por lo visto eso que te llevan diciendo toda la vida de que los ojos azules saltan una generación, es verdad. Tardarás 4 meses en creértelo una vez que nazca. Y después seguirás mirándola todos los días pensando que lo mismo le cambian. 

Otra cosa importante. Intenta no decir "Ni de coña haré esto". No puedo explicarte el mecanismo, pero cada vez que en tu vida digas "ni de coña", te acabarás encontrando haciendo eso de lo que renegabas. Di "cáspita, preferiría que no"... lo mismo funciona. ¿No te lo crees? Pues tengo pruebas, ahora mismo no comes piña y te parece asquerosa: "ni de coña como piña"... con 42 años desayunarás piña. Las buenas noticias son que sigues pensando que la gente que la echa a la pizza no es de fiar. 

Desconfía. Desconfía mucho y sobre todo, por lo que más quieras, el día que creas que puedes confiar del todo, completamente, en alguien... no se lo digas. Muérdete la lengua y no se lo digas. No es verdad, no puedes confiar en él. Cuando abras la boca para decir "no me das miedo", dile "es mi parada, me bajo. Mejor no volvemos a vernos". Hazme caso. 

¿Me dejo algo importante? Un par de cosas, estás a punto de llegar a Madrid de vuelta de tu viaje de celebración de fin de carrera. Has conseguido aprobar numismática y paleografía, y ante ti se abre el futuro. Tengo malas noticias: en mes y medio el futuro te va a dar una leche que te va cambiar la vida. 

No te preocupes, estarás bien. Muy bien. 

PD: 20 años después tendrás fotos exactamente igual que esta pero con más canas. Iguales no. Estarás, estaréis más guapos. 
PD: sigues sin probar los higos.


miércoles, 14 de octubre de 2015

¿Has dicho mindfulness?

No puedo más con la moda del Mindfulness como varita mágica para resolver problemas. El "mindfulness" ha venido a sustituir a la autoayuda en la moda de juguetes para adultos. Primero tuvimos la autoayuda, luego el coaching y ahora tenemos el mindfulness que por supuesto viene disfrazado con todo el kit de remedios milagrosos: unas gotitas de anglicismos, otras gotitas de sabiduría milenaria (budismo), un ligero barniz médico y unos cuantos expertos salidos de la nada que llevan (según ellos) una eternidad practicando estas técnicas milenarias. 

¿Tengo algo en contra de que la gente haga mindfullness o se concentre plenamente? No. Tampoco tengo nada en contra de que hagan el pino puente con doble rondanda para relajarse, se traguen 20 episodios de los simpsons o hagan cupcakes como para alimentar a media provincia. 

El fanático del contorsionismo, el adicto a la teleberza y la reposteréxica realizan todas esas actividades simplemente porque les gusta, les relaja o yo qué sé. 

El problema de los adictos a concentrarse es que no contentos con tener un vicio relajante han decidido disfrazarlo de virtud y venderlo al planeta como la panacea para los problemas diarios. 

¿Que tienes estrés? Mindfulness.
¿Que quieres aumentar la autoconciencia? Mindfulness
¿Que tienes síntomas físicos y psicológicos del estrés? Mindfulness.
¿Que tienes el sistema inmunológico débil? Mindfulness.
¿Que tienes la tensión arterial un poco alta? Mindfulness.
¿Que tu niño va reguleras en el colegio? Mindfulness educativo.
¿Que el curro te estresa? Mindfulness ejecutivo.
¿Que tu relación de pareja fracasa? Mindfulness de pareja.

Cambia mindfulness por cupcakes y verás qué ridículo es todo.

Paparruchas. Todas. Y no lo digo yo, que lo digo, lo dice un estudio científico que llega a la conclusión de que la meditación tiene un efecto mínimo o nulo en rebajar el estrés, ayudar a curarse de una depresión o relajar. Las evidencias de que mejore el sistema inmunológico, te haga dormir, comer o tener mayor bienestar son inexistentes. 

Hacer mindfulness, concentrarte plenamente o prestar atención al momento presente no mejoran tu vida para nada. ¿Estoy diciendo que no haya que pensar? No, claro que no. Conviene dedicar un rato de vez en cuando a mirarse un poco, volverse del revés, y pensar con calma saliendo de las prisas diarias. Yo lo hago todos los días en el coche pero ni creo que eso vaya a solucionar todos mis problemas ni vendo motos.  Pensar, y cualquiera que lo haya hecho lo sabe, jode bastante. Pensar la solución a un problema laboral, darle vueltas a un conflicto en el curro no mejora en nada tu bienestar ni nada por el estilo. Solucionarlo es lo que relaja un huevo. 

Concentrarse en uno mismo, desgarrarse por dentro hasta conocerse tanto que te dé miedo no es para nada relajante, ni empatizante ni ninguna de esas majaderías. Jode bastante, aunque hay que hacerlo. 

Pensar y conocerse no es bonito, ni relajante, ni mejora tu vida, ni te hace dormir mejor. En realidad para  conocerte hay que ser muy valiente y tener los huevos de decir "vaya mierda de pavo que soy" o "menuda putada he hecho" o "cómo pude ser tan idiota". Y hay que tragarse eso, con todas las espinas, digerirlo y tirar para adelante. 

Con los problemas no hay que hacer bolitas de plastilina de tanto darle al mindfulness. La vida tiene mil aristas finas que raspan y rozan y desgarran y hay que arañarse y herirse con ellas. Dedicarse a transformarlas en bolitas suaves de plastilina para engañarse a uno mismo pensando que ya no pinchan es una memez, una infantilidad pasmosa y una irresponsabilidad. Esas bolitas tan monas de plastilina tienen dentro una bola de plomo. Prueba a tragarlas. 

Los problemas se pueden pensar en círculo eternamente, sentado con las piernas en cruz y haciendo ommmmm y creyéndote que estás en comunión con lo que sea. Pero cuando tengas agujetas en las piernas, estés afónico de hacer omm y se te haya quedado el culo helado el problema seguirá ahí. 

Lo que soluciona los problemas es pensarlos y después levantarte, cogerlos, despedazarlos e ir tragando los trozos  poco en poco para ir solucionándolos. 

¿Quieres hacer mindfulness? Por mi estupendo. Pero no me vendas motos. 

Y si quieres relajarte, ser consciente de ti mismo al 200 %, ser consciente del momento presente,  bajar tu tensión arterial y dormir como un bendito, nada como el sexo. 

Y eso sí que es una práctica milenaria, se llama follar. 


miércoles, 7 de octubre de 2015

Mankell y yo


Hace 12 años tenía 3 jerseys premamá que estaba deseando estrenar (aunque eran prestados), unos vaqueros de embarazada nuevos y unos billetes en coche-cama para ir a París.

Hace exactamente 12 años ya trabajaba en los libros de colores, en unas oficinas prestadas en un edificio prestado. Justo debajo había una librería a la que bajé, en una incursión desesperada, a comprarme un libro para el viaje a París. 

En medio del escaparate estaba "La quinta mujer", de Henning Mankell. Un tomo de bolsillo, blanco y azul, de la editorial Quinteto. Un libro gordo que decidí comprarme porque me duraría todo el viaje. 

No sabía quién era Mankell, ni de qué iba la historia ni, por supuesto, había oído hablar (porque todavía no había surgido) del "fenómeno de la novela negra nórdica". 

Empecé el libro esa misma noche en el tren. Me senté, le di al Ingeniero la copa de vino de cortesía que nos habían puesto y me sumergí en la vida de un comisario de policía sueco que vivía en una ciudad de la que jamás había oído hablar y que parecía no comer ni dormir jamás. 

De aquel viaje a París recuerdo el buen tiempo, sujetarme los vaqueros con tirantes porque me empeñé en estrenarlos a pesar de no llenarlos. Recuerdo perderme en el Louvre, pasar 5 horas bajando, andando, de la Torre Eiffel y caminar con los brazos en alto para que el alien de 7 meses que llevaba dentro (y que resultó ser M) dejara de encajarse en mis costillas. Recuerdo nuestra habitación llena de terciopelos y cortinajes, y una bañera enorme que El Ingeniero llenaba cada noche para ver si yo conseguía relajarme. 

Recuerdo leer a Mankell en aquella bañera y en la cama enorme. Recuerdo el miedo y el horror por la historia que investigaba Wallander y recuerdo decirle al Ingeniero: tienes que leer esta novela, te va a encantar. 

Hace 2 días murió Henning Mankell y me dio una pena inmensa. Muchísima. Hacia años que no leía nada de él, pero sus libros, todos, los de Wallander y todos los demás, ocupan un lugar especial en nuestras estanterías. Después de “La quinta mujer”, compramos todos los demás, según iban saliendo o los íbamos encontrando. Los leímos en desorden, los compartimos, los regalamos. Hicimos que mis hermanos y mi madre los leyeran. 

En el año 2008 viajamos a Copenhague y todos, por unanimidad, decidimos que teníamos que cruzar por el Puente e ir Malmö. Era la primera vez que viajábamos al escenario de la vida de un personaje que había llenado nuestras horas de lecturas y también muchas de cháchara. 

Mankell ha muerto y tengo una sensación muy rara. Muy rara. Con Mankell viajé a Paris en coche cama y con uno de sus libros empecé mi primer cuaderno de lecturas en enero de 2006. Un cuaderno de lecturas que de alguna manera me llevó a empezar este blog. 

El lunes llegué a casa y fui sacando uno a uno todos sus libros de la estantería. En unos pone Moli, en otros pone El Ingeniero, todos con su fecha y el sitio donde lo compramos. Me alegré infinito de no leer en electrónico y ser una romántica del papel. Cada libro me recordó al momento en que lo leí. 

Después le mandé un mensaje al Ingeniero:

- Ha muerto Henning Mankell. 
- No jodas. 

Pues sí. 

lunes, 5 de octubre de 2015

Irene, te quiero

"Irene, te quiero. 13 de septiembre de 2012"

Todos los días veo este cartel. 

¿Quién es Irene? ¿Pasará por aquí cada día como yo o sólo pasó ese día, el 13 de septiembre de 2012? ¿Sabe que es ella? Irene no es María ni Carmen pero es posible que pasen muchas Irenes por esta carretera cada día. ¿Tendrá la seguridad de que ese mensaje es para ella? ¿Esa fecha marca un día especial? ¿Un día que no olvida o es el único que día que pasó por aquí? ¿Habrá olvidado que en una carretera a las afueras de Madrid hay una pintada que cada día recuerda a miles de conductores que hay alguien que la quiere o que la quería el día que hizo la pintada? 

"Irene, te quiero. 13 de septiembre de 2012"

¿Es una declaración de amor de un desconocido? ¿De un conocido que no se lo había dicho nunca? ¿Es el día que se casaron? ¿Por qué, si ese es el caso, no aparece el nombre de él o de ella? ¿El 13 de septiembre es una fecha que hará que Irene sepa que esa pintada es para ella? 

Sigo dándole vueltas. Puede que Irene pase cada día por aquí. Puede que el 13 de septiembre no sea una fecha especial, puede que el 14 fuera el primer día que ella lo vio. ¿Qué sintió? ¿Le dio un vuelco el corazón? ¿Tuvo dudas sobre si era ella? ¿Cómo se resuelven esas dudas? Llamas al otro y le dices "Quería preguntarte una cosa... ¿no habrás cometido la  locura de colgarte de un puente encima de la autopista para hacerme una nota de amor?". 

Dejo a Irene de lado y me pongo a pensar. Si yo me encontrara algo así por la autopista, ¿sabría que es para mí? No me llamo María ni Carmen pero tampoco Anastasia, Eleuteria o Crispina... así que de primeras pensaría que no es para mí. 

Bah, seguro que no es para mí. Y, además, conozco muchos tíos muy locos pero no tanto como para hacer esto. Y si alguno de ellos es capaz de hacerlo... o no me conoce o está loco rozando el peligro, así que mejor salgo huyendo y no me doy por aludida. 

De repente me veo a mi misma un día del verano de 1992. He ido en coche a casa de mi amiga Amaya a jugar a las cartas. Una tarde de piscina, cartas, charla y risas. Sin más. He metido el coche dentro del jardín. Mi Talbot Samba blanco con holgura de carrocería y que si pudiera hablar me avergonzaría seguro. 

Al volver al coche para irme en el salpicadero había un post it con su letra. Solo podía haber sido él pero aún así firmó la nota. 

"Te quiero"

Recuerdo el vuelco en el corazón, la sorpresa, la emoción y la incredulidad. ¿De verdad había venido, había entrado y me había dejado esa nota sin que yo le viera? Uno no lleva un post it en el bolsillo del bañador en julio. Fue algo premeditado. 

Tengo esa nota guardada y, cada vez que le veo, que me cruzo con él, me acuerdo de ese día y de esa emoción. 

Cosas del primer amor. De la primera vez que alguien me escribió Te quiero.