lunes, 2 de diciembre de 2013

POR QUÉ NO VOLVERÉ A COMPRAR EN TOY´S R US


Me llega este vídeo por mail.



Me hostilizo hasta el infinito y más allá.

¿Qué mierda de campaña es ésta?

Resumo el anuncio:

Un estafador disfrazado de guardabosques, guía medioambiental o algo así, mete a un montón de niños en un autobús de la "Meet the trees foundation" y nos dice  "Hoy vamos a llevar a los niños a la mejor excursión que podrían desear. Y ellos ni siquiera lo saben".  Les cuenta que van a ir a pasar el día al bosque y van a ir conociendo árboles y la forma de las hojas. Después,  en distintos planos se nos muestra a los niños aburriéndose y bostezando, intentando demostrar que ese plan les parece un rollo, que los niños se aburren.  Entonces el estafador, al más puro estilo Jocker de Batman, se quita el disfraz y les dice que era broma y que lo que van a hacer hoy es pasar el día en su almacén de juguetes y que podrán jugar  con todo lo que quieran. Los niños entran entonces en trance como si estuvieran drogados, se ponen eufóricos, llegan a la tienda, están encantados y juegan con todo en pleno éxtasis al más puro estilo drogatas enganchados... incluso balbucean. Me imagino que los planos de los niños babeando y con la mirada perdida han sido cortados en el montaje final. 

Indignante, asqueroso, manipulador y ofensivo son adjetivos que se quedan muy muy cortos para calificar esta campaña. MIERDA PURA es lo que es.

¿Se puede ser más rastrero? ¿Se puede ser más ruin? ¿Se puede ser más miserable? 

Intento ponerme en la piel del creativo, creativos, director de marketing, director de ventas, director general  y demás seres que hayan participado en esta campaña y pensar qué mensaje es el que tratan de enviar.

- Los niños son idiotas.

- Es buena idea manipular a los niños para conseguir beneficios económicos.

- Es una idea buenísima engañar a los niños.

- La naturaleza es un coñazo que a los niños les aburre. Esto es una mentira tan atroz, tan enorme que me hierve la sangre. A los niños les flipa salir al bosque, al campo y se lo pasan en grande. Me molesta infinito también la contraposición naturaleza versus juguete. ¿Qué estupidez es esa? Los juguetes están bien, son necesarios incluso... y pueden ser y de hecho son complementarios a ir al bosque. Los niños van al bosque cogen palos y construyen una casa para los clics cuando llegan a casa o tienen una lupa de juguete y la usan en el bosque para mirar las plantas. 

- Lo mejor que puedes hacer con los niños es llevarles a una juguetería. Mucho mejor que pasear con ellos por la naturaleza y enseñarles cosas de los árboles, los bosques, las hojas que hay en el suelo, el ruido del viento en las ramas, los sonidos que sólo escucharán si están muy callados y que jamás habrían pensado escuchar y unas dos mil cosas más que se pueden hacer en un bosque.

- Los padres de los niños son unos idiotas lobotomizados que necesitan que una compañía juguetera les indique lo que de verdad gusta a sus hijos  y lo que tienen que hacer con ellos para hacerles felices.

- Los niños son idiotas. Otra vez.

- Lo que hay que hacer con los niños no es educarles, enseñarles el mundo que les rodea, enseñarles a verlo, a percibirlo, a conocerlo y apreciarlo. Lo que hay que hacer es llevarles a una tienda de juguetes y dejarles que caigan en un trance compulsivo consumista comprador que según la compañía va a llevarles al nirvana espiritual.

- Todo lo que un niño necesita para ser feliz es un juguete. No necesita a sus padres, ni amigos. Si te fijas en el anuncio, no salen niños jugando juntos, no hay  niños jugando a algo por equipos, o construyendo algo juntos (un par de niñas miran una casa de muñecas y otras construyen algo) en la mayoría de los casos son niños solos sujetando un juguete con cara de estar poseídos por el poder del anillo único "Mi tesooroooo".

- La compañía juguetera quiere que los niños crean que la felicidad está en los juguetes, en comprar, en poder elegir lo que quieran cuando quieran. La frustración es un invento de padres malignos que quieren privarles de la verdadera felicidad. La frustración no existe y si existe es porque sus padres son malvados.

- El sexismo es bueno. Solo hay que fijarse en los juguetes que eligen unos y otros.

- Las niñas son aún más idiotas que los niños y por eso creen que lo mejor que se puede ser en la vida es una princesa: "Una princesa siempre es leal y nunca se rinde y siempre persigue sus sueños" (a los padres que han permitido que su hija diga esas cosas a cámara... en fin...). Las mujeres tienen que querer ser princesas porque las princesas tienen unos valores fabulosos.

La compañía juguetera quiere niños que desprecien la naturaleza, que la consideren aburrida y prescindible. Quiere niños que prefieran un juguete a sus padres. Quiere niños que no quieran salir al aire libre. Quiere niños que no jueguen con otros niños. Quiere niños que no piensen. Quiere niños que no tengan imaginación. Quiere niños idiotas que en el futuro sean adultos idiotas....

Pero aún es peor. No os perdáis la nota de prensa de la empresa, dónde cuentan que los niños ni siquiera son actores. Son niños de instituciones benéficas.

Qué asco, qué vergüenza, qué gentuza.

Mucho asco. Muchísimo.



viernes, 29 de noviembre de 2013

COSAS QUE (ME) HAN PASADO ESTA SEMANA Y LA HISTORIA DEL BAJO


Me he cambiado de pendientes, me he puesto unos antiguos, los tengo desde hace más de 15 años. He hecho un curso avanzado de Excel, todavía no sé muy bien para qué ni por qué pero ¿por qué no? Me  he enterado de que M juega en el patio con su peonza y un amigo suyo que según C tiene los "ojos tumbaditos" y no es chino. He escuchado a Zapatero decir que él actúo pensando en el país y no en su persona e inexplicablemente ni ha sido fulminado por un rayo, ni se ha muerto de vergüenza  ni nadie le ha escupido por obvio. Estoy leyendo una descripción de una Feria estatal en el medio oeste de David Foser Wallace, que es tan pormenorizada que me están dando ganas de comprar un sombrero vaquero. He ido a la biblioteca y he sacado dos libros. He escrito mil esbozos de posts en mi cuaderno de notas que está a punto de terminarse. Me han regalado un libro. He ido de compras con las princezaz y lo pasamos muy bien. Felicité a un amigo por su 40 cumpleaños y le dí una mala noticia, todo en una misma llamada. He visto una lluvia de hojas desde mi sitio en la pradera. Ha nevado. Me he puesto gorro y guantes. He llorado. Me han dado consejos:  "Si vas a llorar en el coche prueba a ir con las ventanillas abiertas. Quizás se congele el conducto lacrimal y se formen unas bonitas cataratas de hielo cayéndote por la cara. Hazte fotos si pasa, que sería la monda."

He abierto un blog nuevo. He dicho que no a un marrón laboral. "Moli, a partir de ahora vas a dedicarte a esto, ¿Qué te parece? Me parece que NO". He planchado. He discutido con M por unos leotardos, unos zapatos y un jersey y por el fútbol. He soñado que Fede vivía en París y las princezaz y yo íbamos de visita, desde su casa se veía el Sena. He jugado a la Primitiva y todavía no se si me ha tocado. He cambiado la foto del wasap. He pensando en la manera de celebrar el sexto aniversario del blog, si es que llego. He ordenado mi mesa del curro. He discutido por mail sobre libros distraídos, libros divertidos/absorbentes, libros que forman el corpus esencial de la literatura. No me han elegido para una experiencia bloguera en Finlandia. 

Encontré este vídeo, me flipó y lo he traducido a medias con Juan que de este tema controla muchísimo. 

Yo no tengo oído musical. El único instrumento que he tocado en mi vida ha sido la flauta dulce (¿Por qué dulce? ¿hay una amarga?) y eso sólo si aceptamos llenarla de babas como "tocar". Mis conocimientos musicales son escasos pero este vídeo me ha encantado porque me ha parecido una manera genial de contar la historia de la música, en este caso la historia del bajo. No os perdáis el careto del Fact Man y lo muy muy serios que están los que acompañan al bajista.  

La traducción de los cartelitos que lleva el Fact Man está disponible aquí, aunque tampoco es imprescindible.  

Dedicadle 8 minutos. Merece la pena y da muy buen rollo. 





martes, 26 de noviembre de 2013

UNA HISTORIA VERDADERA.


Se llama R. Nos conocemos desde niñas.

Antes de los 9 años, antes de que naciera Pobrehermano Pequeño y Molimadre y mi padre se lanzaran a comprarse una casa en Los Molinos, íbamos siempre a casa de mis abuelos maternos allí, a La Rosaleda. 

La Rosaleda era, y sigue siendo, una casa grande, cuadrada, con un jardín que la rodeaba y que tenía distintas zonas. Con 7 u 8 años a nosotros nos parecía enorme. Había un sauce llorón debajo del que nos encantaba escondernos y agitar las hojas que llegaban hasta el suelo. Lloramos cuando un rayo lo partió y se secó y hubo que arrancarlo. Debajo del sauce había un estanque octogonal que nos resultaba muy misterioso. Le daba la sombra, el agua era muy oscura y estaba lleno de hojas del sauce flotando, nos parecía que si caíamos ahí nos ahogaríamos.  Nos parecía profundo y misterioso, aunque no creo que ni siquiera nos llegara a las rodillas.  Estaba la zona de los rosales que a nosotros nos parecía un rollo, no se podían coger las rosas y además, mi abuela siempre andaba por allí mirando y remirando. Se sentaba con sus amigas en un banquito de baldosines rojos dónde nosotros sólo nos sentábamos cuando no nos veía nadie y queríamos jugar a ser mayores.   Había también una zona de lilos y en el lado derecho del portón del jardín, una zona oscura con cedros grandes donde no íbamos nunca porque nos daba mucho miedo.

Pasábamos horas dando vueltas a la pérgola en bici e intentando que nos dejaran darle a la llave que abría el chorro del otro estanque. Había un palomar encima de una terraza a la que no nos dejaban subir y un parterre de “vinca” que no se podía pisar. ¡No pises la vinca! Era un grito muy habitual.

En el pinar, estaba “El cuartucho”, una casita pequeña, mínima dónde vivíamos nosotros: Molimadre, mi padre, Molihermana, Pobrehermano Mayor y yo. Allí sólo dormíamos y nos bañábamos porque no tenía cocina. Las comidas, desayunos y demás se hacían en la casa grande.

Todo aquel jardín lo cuidaba Félix. Se ocupaba de todo y además con paciencia infinita nos hacía caso a nosotros tres cuando queríamos ayudarle o le importunábamos con un millón de preguntas y tonterías.

Félix era y sigue siendo un hombre no muy alto y no muy grande. Era y debe seguir siendo muy fuerte. Hace 32 años era flaco y tenía el pelo negro y muy rizado. A mí me parecía que no era un pelo de “señor”…pero claro, ahora lo pienso y él debía tener 30 0 35 años por aquel entonces. Tenía la cara grande, redonda y colorada con ojos pequeños y agudos. Sonreía y le brillaban. Tenía y tiene unas manos grandes con dedos romos y ásperos y las uñas negras.  Félix olía a campo, a conejos, a cachorros, a gallinas…y nos contaba mil historias.

Los mejores días, los que esperábamos con ilusión y para los que nos portábamos fenomenal todo el día, eran los días en que nos daban permiso para ir a jugar a casa de Félix.

Su casa estaba justo a la espalda de La Rosaleda, en el prado del Barón. Dabas la vuelta a la tapia de casa de mis abuelos y ya no había  nada más que campo y más campo y teníamos que saltar una tapia de piedra. Nos parecía una aventura.

En el prado del Barón, había una gran casa (que ahora es el club social de una urbanización) a la que nunca nos acercábamos. Félix y su familia vivían en una casa más pequeña, mucho más pequeña a la que se entraba por un portón, creo recordar que verde, que daba acceso a una cuadra y a un patio. Olía a conejos, a cabras, a gallinas. Estaba atestado de trozos de tractores, de aperos misteriosos oxidados que eran un sitio maravilloso para jugar. Recuerdo vagamente la casa, la recuerdo oscura y también muy llena de cosas.

Ir a casa de Félix era aventura y diversión y novedad. Su mujer nos daba de merendar y luego salíamos al patio a jugar con sus dos hijas, R y L,  que a nosotros nos parecían muy mayores porque tenían a su alcance un montón de cosas misteriosas para hacer. Jugaban con nosotros, sacaban los conejos de las jaulas, trataban a las gallinas, que tanto pánico nos daban a nosotros, con total indiferencia , salíamos a explorar el campo y no se porqué extraña razón seguíamos el rastro de las cagadas de las cabras. Corríamos.

Nos encantaba ir allí. Nos encantaba. Me encantaba. Era una especie de miedo y de fascinación que me hacía sentir de alguna manera envidia de aquellas niñas, que siendo sólo un poco mayores que yo, eran menos niñas, hacían más cosas de mayores, más cosas que montar en bici y jugar.

-          Os llevo a casa ya.- nos decía Félix.
-          ¡Nooooo!- gritábamos.
-          La semana que viene os traigo otra vez.- nos decía siempre.

Después todo cambió. Félix y su familia tuvieron un accidente de coche y su mujer murió.  Pensé en sus hijas y en aquella cocina oscura. Dejamos de ir a su casa, nos cambiamos a nuestra casa y nos fuimos haciendo mayores.

*********

-         - Moli, estás tan delgada que te está todo enorme. Vamos ahora mismo a que te arreglen esa trenca.

Es una casa pequeña de piedra, con una galería acristalada. Entramos y allí está ella en su silla de ruedas. Es R. El taller está atestado de cosas, como lo estaba su casa del prado del Barón. Huele a telas y a hilos y plancha. Huele a chimenea…y  yo me siento otra vez como si tuviera 8 años. Me siento otra vez pequeña, a pesar de que ahora sé que sólo me saca 5 años. Me arregla las mangas, los hombros, me corta de todos lados.

-          - Tienes los brazos cortos y no adelgaces más que te vas a consumir.

Salimos al frío de la calle y huelo otra vez a conejos, a cabras, a aquel patio lleno de trastos.  Vuelvo a sentir que ella hace cosas de mayores mientras que yo hago el idiota todo el día.


Ella se llama R y nos conocemos desde niñas.  Jamás hablamos de aquellos recuerdos.  


lunes, 25 de noviembre de 2013

UNOS MAILS, UNA IDEA....UN BLOG: PISANDO CHARCOS


El año pasado estuve de vacaciones en El Carmen, una pequeña aldea muy muy cerca de Ribadesella. Teníamos una preciosa casa con una galería que daba a un jardín con árboles y desde la que se veía una casa indiana gigante en una de cuyas ventanas colgaba una bandera de México. Justo delante de nuestra casa, el chofer de la familia mexicana aparcaba la furgoneta si iba a recoger a los niños para ir a la playa o el Rolls si iba a salir con la que evidentemente era la matriarca de la familia. 

Nos hizo muy buen tiempo y fuimos casi todos los días a la playa. Por las tardes, a la hora de la siesta o por la noche, mientras los demás veían la tele o charlaban me senté muchas tardes a escribir en esa galería acristalada: escribí el post de Weimar que me costó muchísimo y varios mails muy largos con ideas sobre ciencia, literatura, enviando enlaces a cosas que veía por la red. 

Cuando brujuleas mucho por la red, tienes una memoria absurda para todo y además tienes un blog, tu cerebro se programa automáticamente para ir estableciendo conexiones entre unas cosas y otras, enlazando una idea que has visto ahí con otra que has visto aquí. Desarrollando una idea que no sabías que tenías a partir de un post, un video o una foto con un texto. 

¿Qué hacer con todas esas ideas que no encajaban en "Cosas que (me) pasan"? ¿Otro blog? 

Pufff...pensé que no sería capaz de hacerlo, que era mucho trabajo, que no iba a tener tiempo para hacer las dos cosas. 

- Claro que puedes. Claro que puedes.- me animaron. 

En septiembre, se me ocurrió que no tenía porqué hacerlo sola. Conocía a la persona perfecta para montarlo conmigo y además sabía que entendería la idea a la primera: Mª Antonia de Miquel. 

La llamé y se lo conté: 

- Me encanta. ¿Cuándo empezamos?
- Pues yo creo que podríamos empezar en diciembre. 

Obviamente las dos sabíamos lo que queríamos hacer pero no teníamos ni idea de cuánto trabajo nos iba a llevar montarlo, porque aquí estamos...casi en diciembre pero un año después. 

Han sido muchos meses de darle vueltas. 

Mails con listas interminables de nombres intentado encontrar uno que nos gustara, y dijera lo que queríamos que dijera....hasta que a alguien se le ocurrió "Pisando charcos". Encajaba con la idea de ir por la red, entrando en distintos posts que son como charcos y a partir de ellos elaborar un post con ideas cogidas de ahí pero recocinadas por nosotras para "salpicar" a otros lectores que quizás no llegarían de otra manera a los charcos originales. 

Pisando charcos mola, pensamos. 

Después vino la parte técnica y recurrimos a la experiencia, trabajo y paciencia de Pobrehermano Pequeño (@kune_) que se dedica al diseño de páginas web y que nos ha montado todo el chiringuito  y ha solucionado todas nuestras crisis de diseño. 

Podría contar qué es y lo que tiene...pero mola mucho más que si os pica la curiosidad, vayáis a verlo,  brujulear y si os apetece dar vuestra opinión. Si es buena nuestro ego aleteará feliz y si es mala pues bueno...estamos empezando, iremos mejorando. 

Hoy, 25 de noviembre de 2013, un año y cuatro meses desde que de esos mails escritos desde la galería de una casa en Ribadesella surgiera esta idea...aquí esta Pisando Charcos.