viernes, 14 de junio de 2013

QUERIDOS PUBLICISTAS: BRADLEY DESAPROVECHADO...

Queridos publicistas,

En una mano tenéis a Bradley Cooper y en la otra una tarrina de estupendo helado. Dos ingredientes chulos, chulos. Quiero decir que no son tampones, ni compresas, ni yogures, ni bebidas, ni electrodomésticos. No, helado molón y tío molón.

¿Qué hacéis?

Esto.




¿Por qué? El anuncio es tan raro que para cuando llega el final y lo he visto varias veces no soy capaz de recordar de qué sabor es el helado. Me perturban tantas cosas que me distraigo y no me entero de lo interesante ¿es un sabor nuevo? ¿Es antiguo? No lo sé.

¿Me parece horroroso el anuncio? No. Ni fu, ni fa. Intrascendente. Sin sentido. Anodino. Soso. Es un anuncio que podría valer igual para anunciar Ferrero Rocher. ¿Dónde están? ¿Qué hacen? ¿Por qué en una fiesta de gala comen helado directamente de la tarrina? ¿Qué tipo de disfunción sexual tiene ella para preferir el helado a Bradley? O peor... ¿Insinúan que Bradley da menos satisfacciones que un helado?

Muchos despropósitos…pero lo peor que tiene el anuncio  es desaprovechar a Bradley Cooper.

En un mundo absurdo dónde yo fuera publicista y alguien se fiara de mi ¿Qué par de ideas se me ocurrirían para aprovechar a Bradley y unos helados estupendos?

Idea nº 1.

La llamaremos “Ella, su sofá y su helado”.

Podemos reciclar a la lánguida del anuncio aunque no me convence mucho. Nada de encajes y taconazos. Nadie come helado con esa pinta, a no ser que esté haciendo un espectáculo erótico festivo pelín ridículo. Se me ocurre que nadie con esa pinta come nada…excepto si está comiendo algo “erótico”.
 Pero bueno, aceptamos a la chica, vaqueros y camisa, camiseta, sudadera viejuna de estar en casa. Coleta. Una tele.  En la estantería una foto de ella con Bradley. Al pasar por delante pone la foto boca abajo, algo que dé a entender que se han peleado o le ha roto el corazón o cualquier cosa de ese estilo.  Elige una peli, una chula, una que le mole...por ejemplo “Misterioso Asesinato en Manhattan” .Va a la nevera a por el helado imprescindible para ver la peli y consolarse del desamor y ¡no queda! Resignada, se tumba en su sofá y le da al play. Justo entonces suena la puerta. Se levanta, abre y allí está Bradley con una tarrina de su helado favorito.  Por supuesto tampoco va vestido de chulo piscinas, lleva unos vaqueros y una camiseta porque Bradley como está estupendo, es de tío normal y corriente. La gracia de Bradleyes que tiene pinta de tío normal, de tío que no sabe que es tan atractivo, de tío que se considera divertido porque no sabe que es guapo. No se le puede vestir de modelo intenso de Dolce y Gabanna. Bueno, Bradley llega en camiseta y vaqueros con su tarrina…y  a la lánguida se le cae todo a los pies…porque él ha vuelto y trae helado.  Pueden acabar en el sofá, con la peli y compartiendo tarrina.

Idea nº 2.

La llamaremos “El helado y la TSNR”.

El helado se come también de postre en cena de amigos. Siempre hay alguien que lleva helados comprados  a última hora en una gasolinera.

Una cena de amigos. En este anuncio no vale la lánguida de antes, nadie se cree que esa tía haya cocinado nunca, de hecho nadie se cree que haya estado nunca en una cocina o que coma algo. No sirve. Hay que buscar una chica normal, o con pinta de ser normal.   

Una casa chula (es un anuncio), una mesa grande. La anfitriona no va vestida de putón de alto standing. Va vestida de cena de amigos en casa, informal. Van llegando los amigos y el último que llega es Bradley con el helado. La anfitriona y Bradley se ponen ojitos. Ojitos de esos que crean electricidad. Ojitos de esos de “nos molamos”. Risas, y llega el postre…como estoy pensando que la absurdez del dedito en la tarrina lo mismo es indispensable, hagámoslo bien. Todos son amigos, así que se toman el helado rollo “cucharón y paso atrás”. Se van pasando la tarrina y cogiendo, hasta que en una de las rondas casi no queda y entonces la anfitriona mete el dedo y hace ese gesto tan ridículo mirando a Bradley…que se ríe y se levanta a por más helado.

El anuncio acaba con la anfitriona cerrando la puerta y dándose la vuelta…Bradley está dentro de casa.
Sinceramente, con estos dos anuncios, yo saldría a comprar el helado y además miraría fijamente la pantalla cada vez que los viera. Puede que incluso sonriera.

El de la absurda en encaje con Bradley con cara de “No sé qué pinto en este anuncio”…me hostiliza con la marca y no me apetece volver a verlo. 

Atentamente,

Molinos. 


PS: Puede que alguien me diga que con esto les hago publicidad. publicidad..pero sinceramente no creo que mis posts repercutan en la ventas de helado. 

jueves, 13 de junio de 2013

MIRANDO EL PARQUE


No es un parque para pasear. No es el Retiro, El Retiro empuja a pasear, a conocerlo, sientes la necesidad de caminar, de mirar, hay que ver  porque detrás de cada árbol, de cada arbusto puede haber algo que no hayas visto hasta entonces.

Éste no, este es un parque para sentarse, un parque para estar. 

No es un parque especialmente bonito ni especialmente grande pero nos gusta.  No tiene puerta pero casi.  A un lado una tapia cubierta de vegetación y al otro una casa.  No es un edificio de pisos, es una casa, de ladrillo visto como eran todas las de esa zona hace muchos años. Cuando empezamos a ir a ese parque,  estaba casi en ruinas, no completamente derruida ni destrozada pero parecía abandonada.  Un día, por sorpresa,  aparecieron unos andamios y tras unos meses de obras fantasmas en los que nunca vi ningún obrero, la casa reapareció con su fachada de ladrillo limpio, sus ventanas nuevas y un telefonillo en la puerta. Desde el parque veo cortinas en las ventanas pero nunca he visto a nadie en ellas, ni a nadie entrar o  salir. Siempre me pregunto quién tendrá la suerte de vivir ahí.

Es un parque alargado, desde la semipuerta por la que nosotros entramos,  se atraviesa una zona más estrecha  con prunos de ramas bajas  a los lados que casi hacen túnel. Después,  lo primero que hay son los columpios, solo dos y siempre están ocupados y con niños haciendo cola. He pasado allí horas “dándoles”  hasta que se cansaban o me agotaba yo. Ahora, con lo mayores que son, les sigue gustando ir a columpiarse pero ya no necesitan que yo les de.  

Pegada a los columpios,  está la zona de los niños pequeños, con todo lo que tienen las zonas de niños pequeños: su vallita de colorines que te llega por la rodilla, el sistema para que no se escapen los niños (que es el mismo que se usa para animales en algunas zonas), su balancín, su tobogán de metro y medio de altura, su par de animales sobre muelles y muchísima arena. Durante mucho tiempo no fuimos más allá en el parque, aquello era suficiente. Horas de estar apostada al lado del tobogán y dos mil quinientos intentos para conseguir que aprendieran a subir solas las escaleras.  Esa es la zona en la que pasábamos las horas cuando para ir al parque necesitaba casi una maleta con ruedas, cuando parecía inconcebible no llevar una pala para cada una, cubos para repartir y mil moldes. Es la zona de la época en la que el momento de  recogida implicaba rebuscar entre montones de arena la pala rosa que sabía que si se perdía significaría un drama al día siguiente.

Un poco más arriba está la “jaula”, con canastas de baloncesto y llena de niños con balones, pelotas, patines y patinetes.  A continuación hay otra zona infantil, pero no tan infantil…sigue teniendo la vallita de colorines pero el tobogán está alto y tiene un “puente” de cuerdas a lo Indiana y una plataforma para trepar. Es un tobogán para mayores, para niños que quieren infartar a sus padres poniéndose cabeza abajo en el puente y decir cosas como “mira mamá…sin manos” o “mamá…se me ven las braguitas”.

Bordeando estas zonas hay árboles, un caminito y una serie de bancos. Creo que me he sentado en todos ellos en estos 7 años. Al principio los elegía por la cercanía a la zona dónde fueran a jugar…ahora me da igual, el que esté vacio y a la sombra o al sol según la estación del año.

Siempre llevo un libro. Hay días en los que leo abstraída de todo,  hay días que no leo nada y hay otros en los que  dejo la lectura a la mitad para mirar el parque.

Sentada en el banco, si levanto la vista, lo que veo  justo encima de la jaula del baloncesto y los columpios es un edificio blanco de pisos. En uno de los pisos  pusieron aire acondicionado hace mil años (muchos más de los que llevo yendo al parque) y colocaron la máquina en el alfeizar de la ventana. Me fascina que recortaran la persiana perfilando el contorno  perfecto del mamotreto marrón para que encajara.  Mirando en esa dirección lo que veo es una ciudad, pero si miro a mi espalda…parece que estoy en un pueblo.

Por uno de sus lados, el parque está bordeado por casas unifamiliares, casas que llevan allí muchos años, casas antiguas.  Desde los bancos se ven tres. En el extremo más alejado del hay una blanca, encalada como si estuviéramos en un pueblo marinero y con una cúpula coronando el torreón. Tiene una terraza acristalada y poca vegetación en el jardín. Las ventanas son azules.  A continuación hay una que está más descuidada, con la fachada sucia, las rejas herrumbrosas y  el jardín un poco salvaje.

La última es la que más me gusta. Es de ladrillo, ha mantenido exactamente la estructura que tenían todas las casas en esa zona cuando se construyeron y tiene lilos en el jardín. Tiene un torreón cuadrado con grandes ventanas y el tamaño justo para imaginar ahí un despacho con las paredes llenas de librerías. También ha estado en estado “latente” durante mucho tiempo pero ahora algún suertudo se ha hecho con ella y está llena de andamios mientras la remodelan…espero que mantengan el encanto aunque me den muchísima envidia.
A la espalda de los bancos hay una zona de arbustos, una zona superespesa de arbustos perennes y alguna zona con flores. Tiene árboles grandes que dan sombra y de los que en esta época del año caen “cositas” que se quedan entre las páginas de mi libro y me dan mogollón de alergia.

A veces no leo. A veces sencillamente miro. Veo a las madres que están todavía en la etapa de dar en los columpios, en la etapa de sentarse en la vallita de colorines, que buscan cacharritos en la arena y recogen niños del tobogán. A esos padres no los conozco, son nuevos en el parque. Probablemente cuando yo estaba ahí, en esa etapa…ellos andaban a otras cosas y probablemente no se imaginaban en un parque.  Cuando lleguen a sentarse en un banco con el libro, yo ya no iré al parque. 

Lo pienso y es muy raro.

Hay otros padres que sin embargo sí conozco, llevo años viéndoles. Está el padre que tiene un poco de voz de pito con dos hijos increíblemente parecidos y que le persiguen por todo el parque para que juegue con ellos. Está la madre de cinco niños (todos niños) que anda como loca detrás de los tres pequeños. Ella no lo sabe, pero tenemos una amiga en común.

Hay una pareja. El siempre lleva una camiseta negra y ahora se está dejando el pelo largo y barba. Ella es castaña, con cara de buena persona y tener sentido del humor y casi siempre lleva coleta. Jamás hemos hablado pero  hemos  compartido todas las etapas: tardes en los columpios y tardes en la vallita vigilando que no comieran mucha tierra. Tardes de llegar con el periódico y no abrirlo. Ahora llegan, como yo,  a deshora. Sin cochecitos, ni palas, ni nada. Como mucho una pelota. Tienen  dos niños que juegan al futbol en la jaula.

Nosotros leemos o miramos. 


Es el parque. 

martes, 11 de junio de 2013

FALSA MÍSTICA BLOGUERA






Como ser mejor bloguer. 
Como tener el perfecto blog.
Como vivir de tu blog.
Cómo conseguir más visitas.
Posicionamiento SEO
Herramientas de optimización


Bla bla bla.

Mucha tonteria. Muchísima.

Tener un blog es mucho trabajo. Pues déjalo.
Tener un blog es muy sacrificado. Pues déjalo.
Tener un blog es dedicarle muchas horas...Cierto, pero si no se las quiere dedicar déjalo.




Tener un blog (excluídos los profesionales) es como salir a correr o ir a nadar. Ni más ni menos.
No hay ninguna necesidad vital, ni es obligatorio, ni se lo debes a la humanidad.

Hay que tener un blog porque te apetece tenerlo, porque lo disfrutas y porque a través de él has conseguido encauzar una pasión o un interés, explicar unos conocimientos, darlos a conocer, compartir unas experiencias, ordenar tus ideas, mostrar tus relatos o dar rienda suelta a tu autocompasión cuando te han roto el corazón. Cualquier motivación puede ser buena para intentar expresarla en un blog y ver si ese experimento te sirve para algo. Te sirve a ti, a ti como persona con dos manitas que escribe..no a la humanidad ni a nadie más.

Un blog debe empezarse porque te apetece, por probar, por curiosidad. “ A ver qué es esto”.  
Lo suyo es ir poco a poco. Empezar eligiendo de qué quieres escribir, o colgar o contar,  probando cómo escribirlo, como mostrarlo, como contarlo, haciendo pruebas y sencillamente practicando.  Un día sí, otro no, dos días si, 3 días no. Hacerlo cuando te apetece. No hay que meterse presión pensando cuánta gente te va a leer, porque no te va a leer ni el tato.

No hay que pensar ¿Qué puedo escribir para que me lea mucha gente? Eso es tan absurdo como empezar a correr y pensar ¿Qué carrera puedo correr que vaya a ganar? NINGUNA. Pues exactamente lo mismo con el blog. No hay que pensar ¿Qué puedo escribir que traiga hordas de lectores a mi blog? Porque no hay nada ( exceptuando sexo salvaje bien escrito y bastante explícito o reyerta política bien escrita y bastante explícita) que vaya a traerte hordas de lectores a tu blog. Estoy pensando que incluso escribiendo de sexo y política habría que ser muy muy original para conseguir lectores al comenzar un blog.

Igual que un día decides ponerte las zapatillas o el gorro y las gafas y te lanzas a correr o nadar para ver si te mola...exactamente lo mismo pasa con empezar un blog. No tiene más misterio.

Tener un blog da mucho trabajo, hay que dedicarle muchas horas.

Pues bueno, pues depende. ¿De qué estamos hablando? Trabajo es levantarse por la mañana y pirarte a enseñar a niños, a echar cables, a regular el tráfico, a dirigir una empresa, a picar datos, a responder llamadas, a investigar o a arreglar coches...eso es trabajo. El trabajo es algo que no se puede dejar cuando quieras, al que tienes que ir más o menos en un horario y en el que tienes que cumplir unos objetivos.

El blog puedes dejarlo cuando quieras. Si le haces caso y te dedicas a él, es muy agradecido, pero si no tienes tiempo, no te apetece, no encuentras el momento, te has echado un novio que absorbe todo tu tiempo, prefieres dedicar las  horas a leer, dormir o incluso prepararte un maratón, el blog no se cabrea ni hace nada.

Un blog no es “trabajo”. Es dedicación, pero exactamente la misma que si decides salir a correr o a nadar. Obviamente si quieres prepararte una maratón tendrás que dedicarle más tiempo, pero lo haces encantado de la vida porque es lo que te apetece hacer. Y si no te apetece y lo haces...entonces no lloriquees.

Tener un blog debe ser algo tremendamente egoísta. Hay que hacerlo porque a uno le mole hacerlo y las horas que le dedique le supongan tanta satisfacción que no quiera dejarlo. El blog debe ser para uno mismo. No quiero decir con esto que no mole que te lean, te comenten, te enlacen y las mil cosas añadidas que pueden venir, por supuesto que molan. Es como si corres o nadas o haces punto de cruz...si ganas una carrera, atraviesas el canal de la mancha o te dan un trofeo a la alfombra más molona pues vas a dar palmas con las orejas...pero si no consigues nada de eso, no pasa nada, no hay porqué dejar de hacerlo. La satisfacción por haber corrido la carrera, nadado como un perro o haber sido capaz de tejer la alfombra está ahí, lo has conseguido.

Tener un blog es exactamente lo mismo. La satisfacción máxima tiene que dártela el hecho de que se te ocurra un post, una idea, sentarte a escribirla y conseguir que el resultado se ajuste lo más posible a lo que habías imaginado. Darle a publicar y sonreír feliz y satisfecho ( más o menos satisfecho según el día) Ese tiene que ser el mejor momento.

Después puede que lleguen las visitas,  los comentarios y la repercusión...y molará. Pero si no llegan dará igual, porque tú puedes al día siguiente o cuando quieras volver a disfrutar del gusanillo de la duda ¿se me ocurrirá algo?, encontrar la inspiración y  escribir algo, compartir algo y disfrutarlo.

Hay miles de articulos, consejos, decálogos sobre como tener un blog y conseguir muchas visitas. Hay trucos para conseguir que tu blog salga entre los primeros resultados de google. “Aprende posicionamiento SEO”, “como conseguir un blog de éxito”...etc. Todo eso arruina la gracia de tener un blog. Supongo que esos trucos funcionan, los cuentan gurús de las redes, listos superlistos...pero en mi opinión obsesionarse con eso es arruinarse el placer y la experiencia de tener un blog.  Puedes conseguir visitas sí, pero ¿qué son visitas? ¿es gente que te lee? Los lectores de un blog no son “visitas”, es gente que llegó de alguna manera, probablemente brujuleando por la red y algo de lo que leyó en el blog le moló, le moló tanto que siguió leyendo, que decidió apuntarlo en favoritos y que vuelve de vez en cuando a ver si hay algo nuevo.




En la vida real las visitas son incómodas, no son de confianza. En un blog puede pasar lo mismo...¿para qué quieres un pico de tropecientas mil visitas provocadas porque has puesto en el título del post “tanga, picha, urdangarin” o cualquier otra combinación mágica de palabras? Siempre será mejor conseguir gente que llegue de casualidad, como los amigos en la vida  y al que le guste lo que haces...y vuelva cada día a ver qué vas a contar.

Para conseguir visitas hay mil trucos, para conseguir lectores sólo hay uno: disfrutar tu blog.

Disfrutarlo tanto que te entusiasme, que te de la vida. Lo que convierte a las “visitas” en lectores es lo que cuentes y como lo cuentes, no los trucos. Es el hecho de que transmitas ese entusiasmo y ese “vivir el blog”  lo que convierte a las visitas en lectores...y con el tiempo a los lectores en amigos.  

Disfrutar tu blog puede significar echarle mil horas, sufrir como un perro escribiendo los posts, quitarte horas de dormir para documentarte o buscar información o dejar una entrada perfecta...pero TE ENCANTA HACERLO. No hay necesidad de venderlo como una tarea de titanes, como algo complejo y esforzado, algo sacrificado y trabajoso para que sea valorado.

Todos esos artículos llenos de trucos para conseguir un blog de éxito, consejos para hacer que las marcas se fijen en ti,  sobre la frecuencia de publicación y la hora correcta, decálogos sobre cómo vivir de un blog, posicionamientos SEO y demás zarandajas no hacen más que enturbiar y ensuciar la maravillosa magia de tener un blog.

Tener un blog es algo al alcance de cualquiera.
Conseguir disfrutarlo y entusiasmarse con ello también.

No seamos egoístas, no nos hagamos los interesantes, no nos hagamos los gurús y los intensos con la mística bloguera: tener un blog es una experiencia maravillosa y es para todos.




domingo, 9 de junio de 2013

PRINCESAS, EGOMAKERS Y FRACS.



Esto es que se era una princesa sueca guapa que se llamaba Magdalena. Todos los días cuando se miraba al espejo y se veía tan pibón tenía dos pensamientos:

- Soy clavadita a las suecas de las pelis españolas de los 60. 
- Menos mal que soy guapa y así Magdalena queda exótico y molón...porque si fuera un coco y encima me llamara Magdalena, no me comía un colín. 

Magdalena tenía un par de hermanos. Una hermana simpática que iba a ser reina y que se casó con un asesino en serie y un hermano guapo que tenía una novia actriz porno pero a la que Magdalena veía igualita que Rocío Durcal de joven y se le hacía complicado imaginarla trajinándose antenistas o fontaneros...pero algo debía hacer bien porque su hermano tenía cara de estar contento y estar probando "cositas" nuevas. 

Magdalena como toda buena princesa guapa se echó un novio y allí andaba ella de boda real en boda real, de fiesta absurda en fiesta absurda del brazo de su novio, hasta que un día se enteró por la prensa de lo bien que se lo pasaba su novio con otras suecas o no suecas...y claro, tuvo que dejar al novio.

Magdalena se piró a Nueva York  a consolarse que es lo que hacen las princesas  cuando sufren mal de amores. El resto de mortales nos consolamos en el sofá cuando buenamente podemos, pero ella es princesa, sueca y guapa.. así que juega en otra liga.  En Nueva York penó un poquito de aquí para allá con un gorro de lana de estibador, que como todo el mundo sabe es lo que hay que ponerse si vas a NY a penar y conoció a Chris. 

¿Quién es Chris? Chris es el egomaker de Magdalena. Es mayor que ella, es rico que te cagas, es blando, tiene labios resbalosos, un pelo perturbador, pinta de adorar a Magdalena y da besos mojados.  Chris llegó y se dedicó a mimar la autoestima de Magdalena que estaba por los suelos. Vamos, lo que viene siendo la tarea habitual de un egomaker. 

Y ¿Qué ha hecho Magdalena? Pues en vez de utilizar al egomaker como debe utilizarse, se ha hecho un lío  y se ha casado con él. A lo grande, con un bodorrio de esos de tiaras y princesas saludando con las manitas como si fueran el gato de los chinos.

Pero Magdalena no quería hacerlo todo como las demás princesas absurdas y pensó en hacer una boda "distinta". Inciso.- el concepto "distinto, diferente u original" asociado a la palabra boda, es algo que debería hacer  huir despavorido a cualquiera Fin del inciso. 

Magdalena le dijo a Chris: 

- "Cariño, he pensado que yo ya voy a ser la más guapa de mi boda, las demás seguro que vienen vestidas de color carne, de señoras mayores o directamente hechas unas pintas...pero se me ha ocurrido que podíamos obligarles a ellos a venir vestidos de tripulación del Capitan Sttubings, de soldadito de plomo o de pingüinos de Mary Poppins y así tú no desentonarás"
- Lo que tú quieras cariño.- le dijo Chris que está obnubilado, 

Si Chris no fuera un egomaker, hubiera dicho:  NI DE COÑA me pongo un frac que además es para la noche; si quieres chaqué y vas que ardes, pero el frac ese que pareces un pinguino no me lo pongo ni de coña por muy princesa sueca guapa que seas. 

Y ahí han ido todos, disfrazados en un completo despropósito. El traje de caballero, el esmoquin e incluso el chaqué sientan bien a (casi) todos los tios. Hay tíos que están mejor en vaqueros y camiseta sí, pero si se ponen un traje no pasa nada. 

El frac es otra cosa. El frac es a las tías, como el color carne de la lenceria a los tíos. Tú ves a un tío con frac...y se te cae la líbido a los pies. El frac es como los sujetadores color carne, ves un frac y pierdes el interés y las ganas y todo. Ni siquiera piensas "se lo quito rápido y me olvido". Da hasta pereza pensar en quitárselo, esos picos de la chaqueta que parece que te van a pinchar, esos botonacos...casi hueles a naftalina desde la distancia. 

El frac además de ser un aniquilador de líbido y de envejecer a cualquiera que lo lleve, es un atuendo complicado. Lleva un pantalón con una tira que brilla a los lados..¿para qué? ¿cuál es su función? ¿tiene alguna? y si no la tiene ¿a quién se le ocurrió? Lleva un chaleco muy raro con solapas muy largas que se abrochan muy abajo y que si eres gordo con tripa no sujetan la tripa, una camisa blanca con cuellos muy rígidos que seguro que molestan y en el colmo del horror estético una pajarita blanca gigante. ¡Oh! casi lo olvido...hay que llevar un pañuelo picudo en el bolsillo superior de la chaqueta que por supuesto solo sirve para llevar pañuelos picudos. 

En la versión clásica del frac  tenemos al novio/egomaker y su amigo. En la version rockera desenfadada "lo voy a llevar recién salido de la secadora" tenemos al batería  al guitarra de Durán Durán (si, si..sigue vivo). En la versión "le cambio el chaleco por uno que me sujete las lorzas" tenemos a Nicolás de Grecia. En la versión "voy a ser diferente y creativo y creo que a esto le falta algo como por ejemplo una banda azul bebé con borla" tenemos a Felipe de Grecia. En la versión "tengo que sujetar este traje porque sino van a ver la recortada que llevo escondida" tenemos al marido malvado de Victoria de Suecia y en la versión "el frac es también estupendo para señoras mayores teñidas" tenemos a Valentino. 

Mención aparte merece la sección "frac rococó". Esto ya es espectacular. Nunca pensé que diría esto, pero esas princesas...tiene mucho mérito. Seguir teniéndole respeto a un tio que se pone un frac con chorreras doradas, unos botonazos dorados que deslumbran y gorra de plato...tiene un mérito increíble. 

Los hay más rococó y otros menos. El principe guapo sueco lleva el disfraz ridículo con bastante dignidad y yo le veo carilla de picarón, de estar  pensando en las posibilidad de disfrazar a su  novia, la Rocio Durcal del porno sueco con su gorrita de plato y los guantes blancos. Sólo con eso. El principe Eduardo de Inglaterra como todo buen inglés que se precie, no tiene el más mínimo sentido del ridículo asi que las chorreras más grandes y más aparatosas, por encima del hombro, por debajo del brazo, que cuelguen y unas cuantas medallas por el otro, sin complejos. 

Mis favoritos sin embargo son Federico y Hakoon...¿Como es posible que dos tíos potencialmente estupendos y atractivos estén tan horriblemente mal? ¿Por qué? ¿Por qué esa pinta de dar la bienvenida al pasaje de un crucero regalado por Marina D´or? Y ¿por qué un pantalón gigante  que te hace bolsas? ¿venía en el pack con la gorra que más que de plato es de fuente? Federico esa gorra te hace chaparro!!! Hakoon va igual de espantoso, de sobrecargo del barco del amor que ha conseguido ligar con la señora mayor en la que se ha convertido Mette Marit. 

Al final el plan malvado de la Magdalena le ha salido bien, ella era la más guapa y Chris ha quedado casi casi como un tio elegante. 

Y para cerrar este bonito despelleje, contemplemos a un egomaker celebrando su triunfo. Por la pasión de ella, con ese brazo rígido...más le vale celebrarlo rápido, no creo que le dure.