martes, 16 de abril de 2013

UNA MADRE SIN SUPERPODERES: REACCIONES

Mi reacción.

Adelgazo. No duermo. No como. Tengo un nudo en el estómago, un nudo marinero que me crea una tensión absurda.

Pienso “A ver, que ya está, que esto ha sido un superpremio gordo, a disfrutar y listo”.

Compruebo que mi cuerpo y mi cerebro pasan olímpicamente de mi lado objetivo y con criterio y me lanzan a una espiral de vértigo, miedo, alegría sin medida, susto, risas descontroladas, y otra vez vértigo. Lloro, río, me emociono y siento agradecimiento infinito hacia todos. Pienso “soy un crack” y al minuto siguiente “no tengo vergüenza”. Como dice mi amigo Juan, mi umbral emocional es demasiado amplio..como una montaña rusa.

Molimadre.

Haciendo gala una vez más de sus sorprendentes superpoderes, aparece por Molicasa por sorpresa justo el día en que la editorial ha mandado los 25 libros que me corresponden. Yo no sabía que llegaban ese día, yo no se lo había dicho y Molimadre solo pasa por mi casa muy muy de vez en cuando…y cuando digo muy de vez en cuando es una vez al mes como mucho. Pues justo ese día, suena el timbre y cuando creo que va a ser el cartero comercial..

- Soy yo.
- ¿Qué pasa? ¿Qué he hecho?
- No pasa nada ¿Es que no puedo venir a veros?
- Sí, claro que si, pero no vienes nunca. ¿Qué pasa?
- ¡Que no pasa nada! Que estaba por aquí…
- Vale, pues guay porque mira…
- ¡Tú libro! Qué ilusión…lo quiero firmado.

El Ingeniero.

-¡¡Papi!!! Ha llegado el libro!!
- Qué bien, a ver si me lo leo.

-¿Qué te está pareciendo?
-Bien, me he reído pero claro yo es que ya me lo sé todo. Eso sí, es como oírte hablar.

Las princezaz.

¿Podemos llevar el libro al colegio? ¿Podemos llevar el libro al colegio? ¿podemos llevar el libro al colegio?¿Podemos llevar el libro al colegio? ¿Podemos llevar el libro al colegio?
Siiiiiiii

Lo llevaron al colegio.

- Mamá, la profe ha dicho que va a comprarlo.
- Estupendo.
- Se lo he enseñado a toda mi clase…
- Estupendo.
- Mami…
- Aquí pone que somos unas cabronas…
- Completamente cierto…
- Y tú una bruja…y eso también es verdad.

Como consecuencia de la publicidad que las princezaz han dado al libro en el cole, ahora me paran madres por el patio o por la calle.

- Oye,que mi hijo dice una tontería de ti.
- No me digas…
- Dice que has publicado un libro.
- Ah pues eso es verdad. No sé si es una tontería o no, pero es verdad.
- ¿Puedo comprarlo?
- Por supuesto…
- ¿Es para niños?
- No, claro que no.
- Pero es algo de superpoderes, ¿no? ¿de superhéroes?
- No, se llama “Una madre SIN superpoderes” y te aseguro que no es para niños…pero creo que te gustará.
- Pues mañana mismo lo compro y lo traigo al cole a que me lo firmes..¡enhorabuena!
- Mil gracias.
Molifamiliares.

La Molifamilia está feliz. Están como pavos, esponjándose las plumas y muy contentos pero tras las enhorabuenas pertinentes cada uno ha tomado una reacción distinta.

Uno de mis tíos me dijo: Si no te conociera, me habrías parecido una mujer muy interesante ¡¡¡ Cielos !!! A ver si resulta que eres muy interesante y no me había dado cuenta hasta ahora.

Teniendo en cuenta que es el mismo tío que se dio cuenta el año pasado de que tengo un diente roto…y lo tengo roto desde los 11 años, optaré por pensar que soy interesante.

Otras dos de mis tías se han lanzado a la calle como inspectoras de distribución y me mandan wasap y mails con sus pesquisas: "a La Casa del Libro no ha llegado". "En el corte inglés ya está". "He comprado uno en la fnac y otro en la librería del barrio..para crear expetación". "Les he dicho a los dependientes que lo pongan que se vea bien..que es de una bloguera muy famosa y que va a venir muchísima gente a comprarlo."

La chusma de Montes.

- Ya lo tengo. Lo he dejado en la mesa de la sala de profesores para crearte un mercado nuevo entre las profesoras de más de 50.
- Moli..ya lo estoy leyendo. ¿ Al final se casan?
- ¿eres ya bestseller? ¿y ahora? ¿y ahora?¿y ahora?
- Enhorabuena brujísima.

Molihermana.

- Ainsss mola tanto que me dan ganas de leerlo y todo.

Laz princezaz. Segunda parte.

- Mami ¿Qué vamos a hacer hoy por lo de tu libro?
- Nada.
- ¿Cómo que nada? Es un día tan importante como San Huevo Frito. Hay que celebrarlo.
- Y ¿qué quieres hacer?
- Yo quiero cenar raclette en el salón.
- Yo quiero ver el partido del Madrid.
- Vale, pues cenamos raclette en el salón mientras veís el partido.
- Mami..cuando saques el segundo libro, haremos San Libro 2, porque claro no será 9 de abril, así que tendremos en el año muchos cumpleaños, un San Huevo Frito y dos o tres San Libro.
- C cariño, no sé si voy a sacar otro libro.
- Claro que sí. Tienes que esforzarte. Yo sé que es un trabajo aburridizimo porque tienes que estar muchísimo rato en el ordenador…pero esto es así.

Fede

- Joder..pero qué orgulloso estoy de ti.

Descerebrados.

Como auténticos descerebrados se han portado. Todos en masa a comprarlo. Todos a mandarme fotos guays y videos de la compra del libro. Mensajes. Mails.  Comparativas. BusquedasConcursos. Despellejes. Tweets y sé de buena tinta que tres descerebrados de Bilbao han quedado hoy, sin conocerse de nada, para ponerse cara mientras compran el libro.

No se puede tener mejores lectores. Moláis infinito y más. Y jamás en la vida podré agradecéroslo bastante.



Próximos eventos.

El lunes 22 a las 17 horas haré un encuentro digital en El Mundo. Próximamente colgaré el enlace para que me abraséis a preguntas…todas esas que no contesto jamás en los comentarios, tendréis posibilidad de hacerlas a bocajarro. Os veo venir…¿qué prefieres? ¿arriba o abajo? Me arriesgaré.

Martes 23, es el día del libro y firmaré libros en la Librería Gaztambide, en la calle Gaztambide 6 en Madrid, de 18 a 20 horas. Será un gran momento…firmando como Molinos y conociendo descerebrados. ¡Planazo!

En fin, como dice Paul Auster.. Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quién jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro”.

lunes, 15 de abril de 2013

YO SOY MÁS DE XABI ALONSO...

Nunca pensé que escribiría este post pero ha llegado el momento.

Voy a defender a los futboleros de los absurdos seguidores enloquecidos de la fórmula 1.

Asisto con estupefacción a la ascensión social en las redes de la gente seguidora de la F1 mientras los futboleros descienden en la pirámide del aprecio tuitero y social.

Eso no puede ser.

Por alguna extraña razón que no alcanzo a comprender por muchas vueltas que le he dado resulta que si te flipa el futbol y eres un brasas del universo con el tema eres un cateto, pero si te flipa la fórmula uno y eres un brasas del universo con el tema eres casi casi un intelectual.

Partiendo de la base de que a mí me dan exactamente igual las dos cosas, creo que los futboleros merecen un respeto y una admiración que desde luego los seguidores de la F1 no se han ganado todavía. Y tengo razones fundamentadas para esta opinión.

Primera razón.

Los futboleros llevan años y años y años dando el coñazo. Desde su más tierna infancia han sido del Madrid, del Atleti, del Betis, del Barça o del Alcoyano. Se han currado su afición a lo bestia. Han hecho el ridículo con las equipaciones de sus equipos, han tenido los huevos de salir a la calle de canijos ( y no tan canijos) vestidos con el chándal de tactel de su jugador favorito, han hecho colecciones de la liga y han jugado con cartas de jugadores de futbol ( hasta yo he jugado con esas cartas y recuerdo que era muy bueno tener a Maceda que era el más alto).

Los de Formula 1 son unos advenedizos. ¿Cuánto llevan con esa afición? ¿8 años? ¿9 años? Eso no es una afición es un capricho. No me vale con que me salga ahora uno con que él veía a Alain Proust, a Ayton Senna o a Nikki Lauda…por aquel entonces la F1 era otra cosa y la veían exactamente 3 gatos, entre ellos yo con mi padre que le flipaba. Un 90 % de los fanáticos de la F1 llevan como mucho 8 años enganchados a ese absurdo. No se han currado su afición nada de nada, como mucho se han puesto un polo de Renault o de Ferrari. Ahora a algunos les ha dado por ponerse las gorras esas ESPANTIFORMES que sinceramente no sé quién ha inventado. Son tan horribles, sientan tan mal y consiguen que cualquiera que se la ponga parezca un lobotimazo oligolérdico que empiezo a pensar en un complot extraterrestre para identificar como susceptible de ser abducido a todo aquel que tiene los huevos de ponérsela, empezando por Alonso ( se nota que estoy leyendo a Sagan). A lo que iba, nadie va por la calle con un mono de esos de cuero que deben dar un calor de mil pares de cojones y costar un riñón…no se curran su afición como es debido.

Segunda razón.

Un futbolero es toda la vida de un equipo. Si se es del Alcoyano o del Bilbao del Athletic se es para toda la vida, sin criterio, sin pensar, con orejeras y de puro sentimiento. Da igual que el equipo gane, empate o pierda todos los partidos de una temporada, dos o catorce. A muerte con el equipo. Si, le cogen aprecio a sus estrellas pero si la estrella se pira o se retira, no abandonan a su equipo. Siguen ahí para toda la vida, caiga quien caiga. Los futboleros son ñus de pura cepa..corren en manada por su equipo y triunfan o se despeñan sin dudarlo y sin pestañear. Son ñus, son los 300 de Leónidas. A muerte con su equipo.

Los de la F1 son ñus de garrafón. Corren en manada detrás de Renault…pero cuando Alonso se va de ese equipo, se dan la vuelta en redondo y todos en manada con McClaren…y cuando se pira a Ferrari…otro giro en medio de la sabana y todos con los italianos. Me diréis entonces que es que son fans de Fernando Alonso o de Kimi o de quien sea, y eso solo refuerza mi teoría porque cuando esos se jubilen dejaran de seguir la F1 o se harán del ganador. Pensadlo, ¿cuantos fanáticos de la F1 conocéis que vayan con el último clasificado? Y ahora pensad cuantos conocéis seguidores del Atlético de Madrid o del Español? Pues eso.

Tercera razón.

Una gran mayoría, una enorme mayoría de los seguidores del fútbol ha jugado alguna vez al fútbol, le ha dado un par de patadas al balón y algunos incluso han estado en equipos y han jugado liguillas. (Por dios ¡hasta yo he jugado el fútbol!) Con esto quiero decir que saben de qué hablan, no es que sepan mucho y tengan criterio y autoridad, pero saben cómo es el tacto de un balón de futbol exactamente igual que el que se usa en el Bernabeu. Así que si dicen “punterazo”, “penalti” o “fuera de juego” por lo menos conocen de primera mano de lo que están hablando.

¿Cuánta gente que sigue la F1 ha cogido alguna vez un coche de esos? Casi ninguno. Si, si..muchos conducen pero seamos serios, no es lo mismo conducir mi Ibiza que un ferrari. Vamos no es que no sea lo mismo es que se parece como yo a Halle Berry..es decir, en nada. Pues ahí están, gente que no ha cambiado un pinchazo en su vida, que no sabe poner las cadenas y que para mirar el nivel de aceite del coche tiene que estudiarse el manual de instrucciones de su coche…hablando de neumáticos de lluvia, de seco, el grip de los neumáticos,  de “entreno”, hablando de kers, de drs , safety car y de inyectores como si fueran el técnico de Midas.

Cuarta razón.

El fútbol es deporte. Corren, pelean y es su cuerpo esforzándose. Si alguien es bueno jugando al fútbol lo será siempre, puede que no gane el partido pero lo hará bien e incluso puede meter goles.

Conducir un coche no es deporte. Conducir un coche que te han preparado unos supertécnicos no es deporte. ¿Qué hacen mucho esfuerzo físico y blablablabla? Si, los astronautas también y viajar en el transbordador espacial no se considera deporte. El mérito de la F1 no es del piloto. No estoy diciendo que yo conduciendo ese coche ganara, pero vamos que son perfectamente intercambiables unos y otros. El mejor coche gana.

Quinta razón.

La parafernalia del fútbol es garrulística pero tiene su encanto. Todos en manada a ver el fútbol, con sus bufanditas, sus bocadillos de tortilla y sus bebidas. Cada 15 días, al mismo sitio con los mismos colegas. Todos a gritar bobadas que hacen mucha risa porque riman, a exaltarse gritando GOOOOL y a cabrearse con el árbitro por las mil injusticias que cometen con su equipo. Garrulismo de andar por casa, familiar y conocido.

La parafernalia de la F1 es como de revista del corazón. Tías embutidas en monos que sujetan paraguas, aficionados que han empeñado sus casas, sus hígados y sus bazos para poder ir una vez al año a ver una carrera de la que solo ven una curva y además no pueden gritar nada porque no se oye nada. Desconozco si se comen bocadillos de tortilla..aunque las tías embutidas en monos de cuero o desvestidas con atuendos microscópicos seguro que no. Todo es pijismo, dinero, ostentación y lujo absurdo y sinsentido.

Sexta razón.

Los del fúbtol se saben cansinos y muy brasas y lo aceptan. "A mí es que me gusta el fútbol. Ya sé que son tios en pantalón corto corriendo detrás del balón pero me gusta". El encanto de la sencillez.

Los de la Fórmula 1 se creen élite siendo igual de brasas. "Tú es que no lo entiendes"...¿Qué hay que entender? Son tios en coches corriendo por una carretera, paran de vez en cuando a que otros le arreglen el coche y gana el primero que llega. La simpleza más absoluta. 

Séptima razón.

En twitter yo creía que los del fútbol eran pesados, hasta que llegaron los de la F1 que no solo comentan los entrenos y la carrera, además de todo eso, retransmiten la retransmisión en un bucle absurdo de información que me agota.

Que sí, que podría dejar de seguirles a todos…pero sigo a gente que mola mucho pero que no es perfecta: algunos son del Barsa y otros tuitean sandeces sobre Fernando Alonso.

A mí me aguantan con Bruce, anque no vamos a comparar...por supuesto. 

viernes, 12 de abril de 2013

DESILUSIÓN Y DECEPCIÓN

Desilusión: acción y efecto de desilusionar o desilusionarse.

Desilusionar: hacer perder las ilusiones / perder las ilusiones.

Decepción: pesar causado por un desengaño.

Decepcionar: desengañar, desilusionar.

Todo eso dice el DRAE y a mí no me vale, se me queda muy corto todo y muy confuso. No me vale.

Una desilusión y una decepción no son lo mismo, no se parecen en nada. Ni son lo mismo, ni se sienten, ni se construyen igual. En el Moliuniverso y en mi cabeza, decepcionar y desilusionar no son sinónimos.

Una desilusión destruye algo posible pero poco probable. El que tiene una ilusión sabe perfectamente, aunque lo obvie, que es posible que esa ilusión no se concrete, juega con la baza de que no sea real. La desilusión no pilla por sorpresa.

Una decepción es una certeza que se desmonta. Es una verdad que se rompe, que se destroza. No es que fuera algo posible y probable, sencillamente ERA y de repente no es. Tenías una certeza y no cabía ni la más remota posibilidad de que dejara de ser…y de repente no es. La decepción suele pillar tan por sorpresa que hace el vacio y deja sin aire.

La desilusión se sufre sobre algo que no existía, sobre una fantasía. Por eso razón las ilusiones no se agotan nunca, después de una desilusión del tipo que sea y sin que haya que hacer nada crecerán ilusiones nuevas o pueden ser las mismas recuperadas. Incluso cuando crees que ya no tendrás más, las ilusiones crecen solas, y te sorprendes teniendo más. Cuando ya eres perro viejo, intentas frenarlas, ignorarlas, pasar de ellas, arrancarlas como las malas hierbas, pero exactamente igual que con las malas hierbas…las ilusiones pasan de ti y crecen solas hasta que te han conquistado.

La decepción destruye una certeza y las certezas no crecen solas. Las que se rompen además jamás se recuperan y recomponen. Construir una certeza nueva exige trabajo, dedicación, esfuerzo y una confianza acojonante que con la edad se va perdiendo. Exige también capacidad para pasar por alto las consecuencias que las decepciones anteriores causaron en el ánimo, porque recordarlas es tan doloroso que incapacita para reconstruir nuevas certezas. Cuanto mayor eres, menos certezas tienes y más decepciones acumulas.

Las desilusiones son necesarias. Hay veces en la vida en que es necesario desilusionar a alguien. Va a ser doloroso pero es necesario porque ves que esa ilusión que le está creciendo y que está a punto de conquistarle nunca va a ser certeza y aunque le vaya a doler, hay que hacerlo. El que desilusiona no es feliz haciéndolo, pero sabe que es necesario y que el desilusionado podrá tener nuevas e incluso mejores ilusiones.

Las decepciones jamás son necesarias. Siempre son una putada y duelen que te cagas. Cuando se decepciona alguien, ese alguien sufre como un perro, se cabrea, tiene pena infinita, oleadas de tristeza y agoniza un tiempo. Las decepciones además son terribles también para el que las provoca. Cuando decepcionas a alguien lo haces sabiendo que has destrozado algo positivo y cierto que ese alguien pensaba o creía, puede ser un pensamiento, una actitud o un sentimiento. Decepcionas a alguien que creía en ti, que tenía una certeza positiva sobre ti.

Desilusionar a alguien puede ser jodido pero puedes pensar que lo haces por su bien y que es algo que tienes que hacer.

Decepcionar a alguien es doloroso para el decepcionado, pero para el que lo hace, cuando es consciente de ello es el puto infierno.

Las desilusiones pasado el primer momento de quedarse desinflado y como sin ganas de nada dejan un poso dulce. Cuando las recuerdas pasado el tiempo, puedes obviar el momento concreto de la desilusión, el momento en que se te pinchó el globo de esa ilusión concreto, ir más atrás y sonreír al recordar ese momento en que ibas feliz cual perdiz con tu globo de ilusión tan feliz. Puedes recordarlo con humor negro y pensando “que bobo fui al ilusionarme con aquello pero bueno moló”.

Las decepciones no son así. Las decepciones no te pinchan un globo, te quitan el suelo bajo tus pies. Las decepciones siempre dejan un poso amargo y duelen siempre. Permanecen activas eternamente y hay que tener mucho cuidado con su manejo, hay que intentar arrinconarlas y no tocarlas ni con un palo porque el simple roce de su recuerdo puede hacerte caer fulminado. La decepción no permite el recuerdo dulce, no hay lugar para el humor negro, solo permiten algo como “como pude ser tan gilipollas” y duelen en el alma.

Por todo esto, no puedes desilusionarte a ti mismo, pero si decepcionarte, cuando destrozas una certeza que otro tenía sobre ti y que tu habías asumido como propia o cuando descubres que no eres como pensabas, que eres peor de lo que creías,  te decepcionas a ti mismo y jode infinito. 

 Decepcionarte a ti mismo es entrar en el foso de la desesperación., y solo saldrás si alguien que te aprecie mucho, que sobreviva a tus decepciones te ayuda.

Lo que se aprende con la Princesa Prometida.

jueves, 11 de abril de 2013

ELLAS Y SU LENCERIA.


Ya he hablado por aquí de sujetadores, tangas y pijamas. Hoy el tema es otro, el tema es ellas y la lencería y las etapas en la compleja relación que se establece entre ambas.

Indiferencia.

Al principio, como con casi todo, no tienes criterio y tu madre manda. De hecho le prestas la misma atención a tus braguitas que a los calcetines o la camisa. Tu madre tampoco se complica (bastante tiene con relacionarse con su lencería como para pensar en la tuya) así que te pone braguitas blancas o de colorines si están de oferta. Si las hay de esas de que pone “lunes”, “martes”, “miércoles”...también te las pone y comprueba que es imposible que coincida el día y las braguitas, es una máxima universal. De canija para ti las braguitas son invisibles menos las que pican, a esas te resistes muchísimo. (En mi tiempo de ser cani, esas eran unas que me hacía mi abuela)

Consciencia

Cuando llega esa época atroz, oscura y muy desagradable que se llama adolescencia de repente las tías somos conscientes de nuestra ropa interior. Ya no vale cualquier cosa que haya en el cajón. El criterio para comprarlas es que te gusten y sean lo que se lleva y que no sean ni de “niña” como las que te compraba tu madre, ni de “señora” como las que lleva tu madre. Las quieres “monas” y como las que llevan tus amigas o las que no son tus amigas pero molan en el colegio. Ahora hay todo un mundo de posibilidades de ropa interior y mil tiendas, así que te lanzas (con tu madre) a comprar: de algodón, con superhéroes, con hello kitty, de colorines, de rayitas, con distintos modelos. Hay bragas, tangas, culotes, pantaloncillos, de tiro bajo, de tiro alto, sujetadores con aros, sin aros, con tirantes, sin tirantes, con foam, sin, balconet…todo un mundo de posibilidades a tu alcance (o eso te crees tú) pero tu criterio es que sean monas.

Batalla.
Pasada la primera inseguridad adolescente, ellas son conscientes de que el tema de la lencería hay que currárselo. Hay muchas posibilidades pero ya sabes que no todas son para ti, pero no es tan fácil como saber qué es lo que no te va. La lencería es traicionera y atractiva y se muestra con todos sus encantos y aunque sabes que hay cosas que no te van, que no te encajan o que son increíblemente incómodas acabas cayendo una y otra vez en los mismos errores. Lo ves en la tienda, ves el precio y dices: Jo...esto es mono, me lo voy a comprar. Vas a casa, te lo pones y efectivamente es mono...pero en la tienda, a ti te queda como el culo, te aprieta o te está grande. Dices, bueno...pues para algún día de vez en cuando y lo metes en el cajón. Y se queda en el cajón…hasta que un día dices “ey...esto era mono, me lo voy a poner hoy”. Y sales a la calle con ello y estás incómoda hasta el infinito y más allá y vuelve al cajón y ahí se queda criando polvo hasta que un día lo tiras. (Hombres que me leéis: creéis que vuestras chicas tienen mucha ropa y que no tiran nada…que sepáis que lo peor está en el cajón de la lencería...ahí hay braguitas desde el año 97 y sujetadores ideales que solo tienen una puesta...pero no se tiran jamás)

Con la edad además, ellas deciden de vez en cuando comprarse algo “especial”, algo que no sea para todos los días, algo para seducir…Una completa memez porque todo el mundo sabe que cuando más se liga es el día que vas en vaqueros mugrientos, sudadera de NY del 95 y te has puesto la ropa interior que primero ha salido del cajón…pero en fin, es imposible no caer en la tentación. Tu lado “femenino” absurdo te dice: podías comprarte ese body o ese conjunto para un día especial. Te resistes pero acabas cayendo y gastándote una pasta. Y llegas a casa y dices: ¡¡mierda!! Te aprieta o te pica o no te sujeta o es incomodísimo o te hace parecer un putón…o una sabia combinación de todos esos factores.

Lo metes en el cajón y dices…”bueno, para una ocasión especial…sin salir de casa”. Esa ocasión no aparece nunca, porque estando en casa qué pereza ponerse eso si total ya estás a lo que estás.

Serenidad

Por fin llega una época en la que conoces lo que te va y lo que no te va. No te equivocas de talla, ni de modelo y sabes evitar la lencería absurda de muñequitos “mira qué joven soy y que naif ” que dan ganas de darte una leche con una piruleta  y la lencería de señora mayor. Incluso has aprendido que lo más importante es el tacto y que los brillos son horribles.Tienes la lencería que te mola y sabes cuándo usarla. Lo elegante es el negro y casi siempre es acierto, mola tener algo blanco y aunque a ellos les horripile hace falta algo color carne para que no transparente. Por fin tienes una relación de amor con tus bragas y tus sujetadores, las conoces, te conocen, se ajustan a lo que quieres y necesitas y cuando hace falta te hacen triunfar. Todo es perfecto.

Triunfo absoluto.

Feliz con tu lencería, ya ha dejado de ser una preocupación y estás satisfecha con ella. De repente un día ves en una tienda, en un catálogo, en una venta por internet algo que se sale de lo corriente: un conjunto especial, un body completo.

Lo ves, lo miras y dices: paso no me hace falta.

Lo vuelves a ver, lo vuelves a mirar y miras el precio para que su escandaloso coste te desanime porque ves que te estás animando. Mierda, 20 euros…está tirado. Vuelves a decir: paso no me hace falta.

Lo vuelves a ver, lo vuelves a mirar, compruebas el precio y dices bueno venga...hace mucho que no hago la gilipollez de comprarme algo que no me voy a poner y total son 20 euros.

Cuando por fin lo tienes en casa, decides probártelo. Vas exactamente con cero expectativas y pensando que estará regular pero que seguro que en algún momento te lo puedes poner y total son 20 euros.

Y te lo pones y flipas. Te está perfecto, te está tan increíblemente perfecto que no das crédito. Aún así, no te confías y como ya sabes cómo funciona esto de la lencería, empiezas a moverte, saltas, cabeza abajo, cabeza arriba, te mueves tanto que piensas...joder si me viera alguien pensaría que estoy loca.

Y te sigue estando perfecto. Flipas.

Pero luego viene la prueba de fuego. Decides ponértelo y salir a la calle, un día cualquiera, nada de un día especial, un día porque sí para probarlo.

Al día siguiente, te lo pones, te vistes y sales a la calle y sigues flipando. Has triunfado completamente, esa es la pieza de lencería perfecta, la has encontrado: es cómoda,  es especial y te sienta tan increiblemente bien que  hasta te molas a ti misma.

Sonríes y decides que hay que usarla con criterio. Sabes de uno que va a flipar.


De la siguiente etapa si es que la hay...no puedo hablar porque no he llegado...