No voy a hablar de vagos ni de adictos al trabajo. Voy a hablar de gente normal, como yo, como la mayoría de los que pasan por aquí y como la mayoría de los que se levantan por la mañana y se van a su curro. Muchos se sentirán identificados y otros no.
El stress laboral (cualquier stress en realidad) tiene mala fama. Cuando alguien se queja de stress laboral, de tener una ingente carga de trabajo, de no llegar, de no dar abasto, todos nos compadecemos y decimos: ¡qué putada!, trata de tomártelo con calma, ve poco a poco, es solo curro...etc. Toda una serie de consejos inútiles. Lo sentimos por él y por su situación y deseamos que consiga controlarla y salir de ella.
El ocio laboral sin embargo desde fuera se ve con envidia. Provoca frases como “qué suerte”, “ya querría yo aburrirme en el trabajo”, o cosas como “seguro que eso es porque le estás dejando los marrones a otro” o “no te quejes, peor es estar hasta arriba”.
El ocio laboral es una putada, puede acabar contigo como profesional primero y como persona después.
El stress laboral es espantoso pero te mueve hacia delante, aunque solo sea para intentar salir de ese momento de agobio, para superarlo. Curras y curras y curras. Vas haciendo cosas para salir de ese hoyo, para conseguir llegar a tener un respiro, para intentar solucionar esa situación. Puede que lo consigas o puede que sea una carrera sin fin, pero tú te ves obligado a moverte hacia delante. Tienes un objetivo, quieres escapar y buscar una salida. A lo mejor “petas” en el intento, pero “haces” algo, te mueves. Tienes que hacerlo.
No tener nada que hacer en el curro, sin embargo, te paraliza. En un primer momento, ese parón pasa desapercibido, lo tomas por un respiro. Siempre hay algo que hacer para lo que nunca tienes tiempo normalmente, puedes aprovechar para organizar carpetas, para ordenar, para hacer papeles, incluso para abordar ese marrón que en su día quedó aparcado. Y haces todo eso, poco a poco...y de repente te das cuenta de que ya no hay nada más, estas parado. Has ido ralentizando el ritmo, el ocio laboral te ha ido frenando hasta inmovilizarte completamente.
El stress laboral crea tensión. Primero uno piensa “no voy a ser capaz”, “no doy abasto”, “esto me supera”, pero al mismo tiempo y de manera inconsciente, uno piensa que sí será capaz y que si está en esta situación es porque “vale”, porque es responsable, porque alguien en la empresa confía en su criterio e incluso aunque sea porque te han encalomado un marronazo, uno cree que en el fondo ha sido porque le ven capaz de solucionarlo. Por supuesto también existe la tensión negativa, la tensión de “no lo voy a conseguir y me echaran o esto no hay manera de sacarlo y el marrón me lo voy a comer yo”. Aún así y como he dicho antes, estás en disposición de hacer algo, de actuar para tratar de evitar esa posible eventualidad.
El ocio laboral sin embargo es otra cosa.
Una vez que uno se da cuenta de que está ocioso, mano sobre mano, llega la incredulidad. No puede ser que no tenga nada que hacer, que solo tenga que hacer estas 3 tonterías. Uno se siente desaprovechado, infrautilizado y desmotivado.
Si la situación se prolonga, comienzan las dudas personales. Uno empieza a pensar que lo mismo es que no se sirve para nada más, que esas dos tonterías es a lo máximo que puede aspirar laboralmente. Se duda también de todo el trabajo realizado anteriormente, “lo mismo yo me creía muy listo y que hacia las cosas bien y era un paquete y por eso ahora estoy así”. Uno empieza a dudar de sus capacidades profesionales.
Después viene una etapa peor. El ocio laboral te plantea dudas sobre ti mismo. “no hago nada en el curro, pero tampoco hago nada para cambiar esta situación ¿y si lo que ocurre realmente es que soy un vago, un cobarde y un conformista? A lo mejor es que no valgo para nada” Llegados a este punto, se alcanza el mismo miedo que con el stress laboral pero sin poder hacer nada, estás atado y paralizado. No puedes ir y decir: no tengo nada que hacer o tan poco que en una hora lo he solucionado, porque entonces descubrirás que eres prescindible, enseñaras tu posición y serás vulnerable al despido (si, lo sé...todos somos vulnerables al despido hagamos lo que hagamos). No puedes hacer nada.
El stress laboral se exhibe “tengo mogollón de curro” “no tengo tiempo ni para respirar”. Jode infinito pero se enseña. El stress laboral da derecho a queja y derecho a ser compadecido. Derechos merecidos, sin duda.
El ocio laboral es un estigma y se esconde. Se esconde en el entorno laboral y en el personal. No puedes decir “voy para nada”. Se oculta, se disfraza, se disimula, no se habla de ello. “¿El curro? Bien...ya sabes.,..Liadillo”. Uno no se queja y no solo porque los demás no lo entiendan, sino porque a uno mismo le parece que no tiene derecho a quejarse. El ocio laboral anula.
El stress laboral puede estar bien o mal pagado, pero te pagan por usar o abusar de tu tiempo, de tus fuerzas, de tus pensamientos, de tu cabeza, de tus capacidades. El tiempo pasa rápido cuando estás estresado en el curro, las horas vuelan…
El ocio laboral siempre está mal pagado porque te pagan por perder tu tiempo, por dejarlo ir, por verlo pasar, por no usarlo. Es sentarse a ver como tus capacidades laborales son despreciadas y como tu tiempo, tu vida se desaprovecha. El tiempo se hace denso cuando estás atrapado en el ocio laboral...pesa cada hora que estás desaprovechando.
Para aguantar el stress laboral hay que ser muy fuerte. Para el ocio laboral, además, hay que tener una vida interior muy rica para no hundirte, porque sí, molaría poder mandar el ocio laboral a tomar por culo, pero lamentablemente necesitas ir a ver como tu tiempo se desaprovecha para poder pagar la hipoteca.
Y si no, siempre puedes abrir un blog.